DIARIO LA NACIÓN - EDICIÓN 8.314

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ANÁLISIS.

JUEVES 12 ABRIL DEL 2018

Clamidia VÍCTOR BENÍTEZ Columnista

T

engo una prima lejana, lejana más que nada porque vive lejos, en Horqueta, la capital del futuro departamento de Horqueta, sin ir más lejos, aunque teniendo en cuenta el arco norte del Defensores del Chaco, lejos está. Es mi prima Clamidia Benítez, solterona, sin mucha suerte en el amor. Los hombres huyen de ella por razones que me son desconocidas. No sé qué tiene Clamidia, que los espanta tanto. Pero no es de ella que les quiero hablar. Es de las verdades que aprendí de ella. Sabe mucho. Piensa mucho y tiene esa sabiduría propia de los horqueteños que los hace superiores en todo. Mi prima considera que los horqueteños desarrollan una inteligencia superior porque no consumen pescado, como sí lo hacemos los burros concepcioneros. Que, además, consumimos gluten. Me estoy dispersando. Clamidia marcó profundamente mi educación y la de toda mi generación con esta frase: “Si la unidad de los afiliados a un partido político se resuelve a sillazos cada vez que se reúnen, puede que exista la remota posibilidad de que sea bola lo de la unidad y en realidad se odien”. Cuánta verdad, cuánta sabiduría, qué premonición, qué visión de futuro, que lo parió. Desde que mi prima Clamidia acuñó esa frase, he venido observando que en convenciones partidarias vuelan sillas de un lado a otro casi siempre. A tal punto que están

fabricando sillas de plástico cada vez más blando para evitar daños mayores. Y eso que los políticos paraguayos han evolucionado. Además de habilitar cursos secretos para practicar lanzamiento de sillas ahora han empezado a contratar barras bravas para hacerlo. Un precioso ejemplo se vivió el jueves a la noche en el Polideportivo de Fernando de la Mora. Volaron las sillas, se repartieron las trompadas y patadas mientras el candidato Efraín Alegre hablaba para nadie, subido al escenario. ¿A quién piko le importa lo que diga un can-

Y eso que los políticos paraguayos han evolucionado. Además de habilitar cursos secretos para practicar lanzamiento de sillas ahora han empezado a contratar barras bravas para hacerlo. didato presidencial teniendo un moquete de la ostia entre el público? Agradezco, de paso, la fina gentileza de quienes alzaron a las redes esa batalla campal. Mi prima Clamidia puede llegar a morir virgen, pero nos advirtió que desconfiáramos de “la unidad de toda la oposición” y falacias por el estilo. Es más, a estas alturas creo que puede que sea más fácil conseguirle un novio a mi prima que conseguir que los muchachos de la alianza Ganar se miren por más de dos minutos sin intentar arrancarse la cabeza a sillazos. Y así les va.

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La domesticación vs ser lo mejor que puedo ser ISMAEL CALA www.IsmaelCala.com Twitter: @cala Instagram: ismaelcala Facebook: Ismael Cala

¿Q

ué nos distingue a los seres humanos del resto de los animales? El poder de raciocinio, el libre albedrío y la conciencia es lo que nos distingue y hace superiores a los seres humanos. ¿Alguna vez te has preguntado por qué algunos llegan a tener una vida ordinaria, mientras otros edifican una obra de arte maestra y la convierten en un regalo inmortal? Desde nuestro primer respiro y de forma inconsciente, vamos experimentando el proceso de educación, al que algunos hemos denominado “domesticación”. Con este proceso comienza el sufrimiento del ser humano, como comenta Don Miguel Ruiz en su libro “Los Cuatro Acuerdos”. ¿Esto qué significa exactamente? Tal como el proceso que experimenta una mascota al llegar a nuestros hogares cuando les decimos ¡Siéntate! ¡Párate! ¡Aquí sí! ¡Aquí no! ¡Come!, etcétera, la domesticación es la constante instalación de creencias (lo que no son más que interpretaciones de cómo vemos el mundo) a partir de nuestras propias experiencias sociales con el entorno que nos rodea. Desde la mejor intención, padres, familiares, escuela, sociedad, religión y cultura van modelando y aportando a nuestra manera de ser y estar en el mundo. Nos ocupamos mucho de adquirir conocimientos y modelar nuestra mente para sobrevivir en el entorno, pero dejamos a un lado el desarrollo de nuestra conciencia. Muchas de esas creencias resultan ser limitantes ya que nos alejan de nuestra esencia y propósito de vida. Vamos por la vida como autómatas, desconectados de nuestro ser divino, bloqueando nuestras capacidades, poder creativo y poder de acción. A partir de esas creencias generamos autojuicios tales como “esto no es para mí”, “no soy suficiente”, “no sirvo para esto”, y así poco a poco vamos constituyendo una imagen de nosotros mismos basada en la descalificación. La buena noticia es que estos pensamientos negativos no nos definen. Son solo eso, ¡pensamientos! Yo diría incluso, que muchos fueron las mismas ideas que en algún momento de sus vidas, nuestros adultos tuvieron de sí, y que a través de sus experiencias de vida, terminaron consolidando como una creencia y trasmitiéndola. Tanto nos pueden afectar este tipo de condicionamientos mental, que en 1978, las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes acuñaron

Lo que estamos siendo –la conformación de nuestra personalidad– gracias a nuestras vivencias, la manera de vernos y de ver el mundo, puede ser alineado con nuestro ser superior y misión de vida, para que finalmente podamos ser eso que deseamos, y logremos ese anhelado equilibrio interior. el término del “síndrome del impostor” para explicar la falta de autoestima que sufren las personas cuando son muy buenas en algo, pero no se sienten capaces de ello. Dicho de otra manera más simple, las personas que lo padecen creen de forma errada que no son dignos del cargo que ocupan, que están usurpando el lugar de alguien más preparado, y que su éxito se debe a las circunstancias, y no a sus aptitudes, actitudes y capacidades intelectuales. ¿Te ha pasado? Lo que estamos siendo –la conformación de nuestra personalidad– gracias a nuestras vivencias, la manera de vernos y de ver el mundo, puede ser alineado con nuestro ser superior y misión de vida, para que finalmente podamos ser eso que deseamos, y logremos ese anhelado equilibrio interior. Como bien lo dijo Eduardo Massé: “Para dar lo mejor que yo puedo dar, primero necesito ser lo mejor que puedo ser”, y eso solo lo puedes lograr, tomando consciencia, identificando tus creencias limitantes y sustituyéndolas por nuevas que te abran posibilidades y empoderen. ¡Practica el autoconocimiento como símbolo de amor propio y atrévete a trascender tus limitaciones!


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