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PERSONAJE
¡Cayó Sangrenegra! Malhechor y extorsionista. Asesino a sueldo y salteador de caminos. Un delincuente nato. Ese fue Sangrenegra, forajido abatido en 1964.
Juan Diego Restrepo Toro juandi111@yahoo.es “Se derrumba el tenebroso imperio del bandolerismo” fue el titular de La Patria el 27 de abril, un día después de su asesinato. Desde ese momento su cadáver fue transportado por el Ejército en helicóptero y expuesto en varias ciudades del país. Cerca de cincuenta mil personas hicieron filas que duraron horas para ver al bandolero en Cartago, Cali, Ibagué, Armero y Líbano. De esta manera, las gentes comprobaron su muerte, según la intención de las autoridades. Sangrenegra había muerto cien veces antes: envenenado en Venadillo, de un tiro de gracia en Caicedonia, fusilado en una vereda de Santa Isabel. Su mito se había extendido por todo el país y los campesinos de esas zonas lo creían invulnerable. Decían que estaba ayudado por el diablo por medio de un pacto sellado entre ambos. Las Fuerzas Militares lo asesinaron en El Cairo, Valle, después de una emboscada en la que participó uno de sus hermanos, Felipe Cruz, quien lo delató. Este era un endeudado campesino lleno de hijos a quien Sangrenegra buscó para refugiarse, y que se alió con el alcalde para tenderle una trampa: la víctima saldría de su casa, retomaría su camino a la clandestinidad, y en cierto lugar, ya acordado, hombres de la Policía y el Ejército le dispararían. Y así fue. Al morir, solo lo seguían tres de sus hombres: Aguilanegra, Malasuerte y Cantinero. Del combate resultó herido. Huyó pero no llegó muy lejos. Su cuerpo fue hallado por unos perros entrenados. En sus bolsillos, los oficiales encontraron una brújula, un mapa de la zona, varios sellos y unos binoculares. Era el fin de 16 años dedicados al crimen. Ejército: “Es el Atila criollo” Al principio de su carrera delictiva, Jacinto Cruz Usma, alias Sangrenegra, gozó del favor de los campesinos que lo tuvieron como una especie de Robin Hood: solía repartir botines entre ellos y ajusticiar a algunos poderosos que los abusaban. El Ejército hizo todo lo posible por derrumbar ese mito, calificándolo de “Atila criollo”. De esta manera le recordaban a la gente que había cometido barbaridades tales como la masacre de Totarito, hecho que impactó a todo el Tolima por la crueldad con la que se cometió: mutilaciones, decapitaciones, mujeres violadas, hombres quemados y niños descuartizados. Sin embargo, él no se amedrentó y por el contrario provocó a sus adversarios, como lo hizo con esta nota: “Carabineros de Murillo: los saluda su amigo Sangrenegra quien los solicita el 21 al 25 de octubre en la cuchilla de Requintaderos para un ensayo; llebense unos 150 compañeros a ver si charlamos; los espero para probar su balor aber que tan guapos son, porque parece que ustedes pueden es en el pueblo; los espero; no bayan a mostrar el miedo ni la cobardía. Adiós chulos pájaros, se despide su servidor y amigo Sangrenegra”. La experiencia criminal de Sangrenegra se inició a los 16 años en el municipio de El Cairo, Valle. Era 1948, Gaitán acababa de ser asesinado en Bogotá y en todas las regiones del país se había agudizado la violencia. Después de prestar su servicio militar, Sangrenegra asesinó a Gerardo Hoyos, hijo de uno de los más poderosos líderes conservadores de la región. Después de esto, Sangrenegra se integró a la banda de Pedro Brincos, otro famoso bandolero de pensamiento comunista. Sin embargo, Sangrenegra no tenía orientación política. Aunque era de una familia conservadora asesinada en el municipio de Santa Isabel, Tolima, después de cometer el crimen de Hoyos, se declaró liberal. El Ejército trató de desmitificarlo por todos los medios. Una de las estrategias que usó fue la propaganda negra. La idea era quitarle el apoyo popular al enemigo en poco tiempo y evitar más burlas del esquivo malhechor. Los niños tenían a Sangrenegra como a un héroe. Fue tal el impacto de sus acciones, que en 1963 se convocó a un seminario en Ibagué con el fin de desmitificarlo entre la población campesina. Los temas de discusión fueron “problemas sociológicos y psíquicos del estudiante” y “los maestros en las zonas de violencia”. En ese año las condiciones comenzaron a serle adversas. Guillermo León Valencia, presidente conservador que tuvo Colombia en ese entonces, incrementó la autonomía del ejército
y le dio carta blanca para emprender una campaña de represión en la región. Esta se hizo famosa puesto que diezmó a toda clase de bandoleros, pero atropelló a la población civil de manera tal que se reprodujo en otra ola de violencia pocos años más tarde. Con el acoso del Ejército en aumento, Sangrenegra se empobreció. Cada vez las extorsiones y los asaltos se fueron mermando. El Batallón Colombia, bajo las órdenes del coronel José Joaquín Matallana, aniquiló a su cuadrilla en poco tiempo. Para los primeros meses de 1964 ya había perdido el favor de la gente, pues para subsistir se dedicó desesperadamente a asaltar a campesinos pobres y a violar a sus mujeres e hijas. Su cuadrilla Machetes, escopetas, revólveres, subametralladoras, granadas y carabinas eran el equipamento de la cuadrilla de Sangrenegra, que estaba integrada, en 1962, por 72 hombres, según la Sexta Brigada de Ibagué. Sangrenegra y sus bandoleros operaron en la montañosa región del norte del Tolima, una zona de difícil acceso, vecina del Nevado del Ruíz. Sus montañas fueron escondite perfecto para las cuadrillas después de alguna operación vandálica. Después de asolar zonas cafeteras muy pobladas que comenzaban a enriquecerse, huían del Ejército hacia escondites previamente establecidos. Argumentaban que el robo era la manera de financiar su lucha contra el Estado, para lograr imponer su ley, que consideraban mucho más justa. La venganza fue una de las justificaciones de sus actos delictivos. Una de sus amantes, interrogada por la Sexta Brigada de Ibagué, declaró: “A los que él va a matar le piden por favor que no los mate, y Sangre dice que cómo con su familia no tuvieron compasión”.
Sangrenegra y otros reconocidos hombres jefes de cuadrillas, Chispas, Desquite o Venganza, hicieron parte de un fenómeno llamado bandolerismo: una manifestación ante el descontento social, muy similar a las guerrillas liberales o comunistas de ese período, pero imposible de caracterizar todo dentro de la misma bolsa. Algunos fueron parte de lo uno y lo otro. Su período de acción fue el de la Violencia, con mayúscula, que va sin límites precisos desde el Bogotazo, de 1948, hasta mediados de la década de los sesenta con la “pacificación” del Frente Nacional. Sangrenegra fue un bandolero semejante a los que se dieron en regiones pobres y aisladas como Cerdeña y Sicilia en Italia, o en provincias del Brasil, o parecido al bandolero andaluz. Sus luchas delictivas estaban orientadas a atacar el orden establecido con el fin de enriquecerse y convertirse él mismo en un poder regional. Finalmente, sus “muchachos del monte”, como solían ser llamados los integrantes de su cuadrilla por los campesinos, fueron cayendo uno a uno. Sus alias, que aludían a su peligrosidad, fueron apareciendo poco a poco en los diarios: ¡Cayó Gavilán!, ¡Cayó Aguilanegra!, ¡Cayó Metralla!, ¡Cayó Zorro!, ¡Cayó Cartucho!, ¡Cayó Almanegra!, ¡Cayó Cianuro!, ¡Cayó Despiste!, ¡Cayó Pantera!, ¡Cayó Zarpazo!
Oración que invoca a la protección divina, rezada por Sangrenegra y sus secuaces. Oración para hacerse invisible o del Justo Juez
“Con tres te veo con cinco te ato la sangre te riego y el corazón te parto. Cristo mírame y líbrame de todo mal. Ahí viene el enemigo oh, Justo Juez: si trae ojos, que no me vea
si trae manos, que no me toquen si trae armas, que no me hagan daño. Santa Cruz de Mayo A mi casa vas, Líbrame de males Y de Satanás. Amén…”
Bibliografía: Guzmán Campos, Germán, y otros. “Creación de la tensión popular y primera ola de violencia”. En: La violencia en Colombia. Tomo I. Bogotá. Círculo de Lectores. 1988: 23-37. Sánchez, Gonzalo y Meertens, Donny. Bandoleros, gamonales y campesinos: el caso de la violencia en Colombia. Bogotá. El Ancora. Editores, 1983. Sánchez, Gonzalo. “El gaitanismo y la insurrección del 9 de abril en provincia”. En: Anuario de Historia Social y de la Cultura. No. 10. Departamento de Historia. Universidad Nacional de Colombia. 1982.
El cadaver de Sangrenegra fue transportado por varias regiones del tolima en plan de exhibición.
FACULTAD DE COMUNICACIONES UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA