Otra cosa que estaca son las olas del golfo y del océano vecino, de la tierra y el cielo son los goces del día y el panal de la noche que a otros seduce. Pero hay quienes, ni por gusto se tibian, la extrañeza se niega
porque
es
parte
del
todo
que
a
diario
se
encuentra, no asombra a ninguno como la mujer que posee belleza y dulzura y por lo común ni se entera, ¡cómo se va a alelar!, el auto-examen se evade y se habitúan los ojeos y no se ve lo que miran, están en el foco de las leves ojeadas. ¡Quién no ha contemplado en el inédito ocaso cuando el sol se adormila y el mar se contagia y todo lo absorve y disgrega! Dicen que tiene La Paz 365 ocasos diferentes y únicos. ¡Esto demuestra, con presencia o sin ella, la calidad de vida en La Paz! Y los timbres bucólicos, ¡qué de escenas, caray! Una estampa ciruelo,
exclusiva
con
yerbelindio
y
flores
y
jojoba,
cardos, pitahaya
palvadán o
o
biznaga,
lomboy o caribe sobre un sol sin apuros y un cielo sin prisas, ¡es presencia de gloria!
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