piel de sabueso, continuaba emulando al canino que era muy fiel a su oído. -¡Guau, guau!
VOLAR
El lógico intérprete de la lengua nativa por la cual nos tratamos, el de enjundia mexica, es el niño, antes y ahora, el señor del idioma, el que sigue las normas y las
cumple
al
minuto,
de
mente
aguzada,
intuición
obsesiva de 400 millones de hablantes, es de él el relato. Cierta vez, estando Enrique y su padre en el parque de
juegos,
viendo
volar
a
las
aves,
aterrizar
temerarias, volverse a elevar y reunirse allá arriba en el
árbol
frondoso,
acercaban
los
granos
al
pico
y
encumbraban de nuevo, hacían juegos de alas y alas de juego. Impresionó tanto al chicuelo que voceó: -¡Mira, papi, qué bonito volan las aves!
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