Pain in the Haze

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Pain in the Haze CHRISTIAN HERNÁNDEZ

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Pain in the Haze poesía

Christian Hernández


CONTENIDO Forjar su nombre (2013-2015), 6 Edad de Cristo, 8 Credo, 9 Karina, 10 Ayotzinapa, 12 Mea culpa, 13 Porrazo del tigre, 15 Llover en Chilpo, 18 Escribo por las noches, 21 Amor se fue, 23 Kintsugi, 24 Pain in the Haze (2020), 25 Primero, una fotografía, 28 Hayashi de, 29 Deerhunter, 30 Mil pederastas, 31 Sensei, 33 A Woman’s Pride, 34 Pain in the Haze, 35 The Cot Came, 36 Padres en coito, 37 En la tv, una película, 38 El joven que quiere cogerse a una niña de primaria, 39 Sabrina, tercera temporada, 40 Jamón jamón, 41 Gfriend @ Waterpark, 42 Lolitas’ Parade (2015), 43 Lolitas’ Parade, 45 Condenar la mirada, 49 Mujeres de Chilpancingo, 50 Carne fiestas, 51 Niña de kínder, 52 Niñitas arrechas, 53


Ilustración de portada Itzel Rayas Cevico, Paint bath (fragmento), óleo y acrílico sobre madera, 60 cm, 2020

Pain in the Haze Primera edición, febrero de 2021 isbn en Amazon 9798707696893 © Christian Hernández, autor © Itzel Rayas Cevico, ilustración de portada Edición Daniel Zetina Este libro es un proyecto del autor, desarrollado por infinita para su promocióna a través de medios digitales de lectura, no puede reproducirse sin autorización del titular de los derechos de autor. infinitaeditorial@gmail.com

Hecho en México


Este libro está conformado por los poemarios: Forjar su nombre (20132015), Lolitas’ parade (2015) y Pain in the Haze (2020). Agradezco a las poetas Martha Lujano Valenzuela y Sandra Rosas-Fabiunke por su atenta lectura, sus consejos y su guía en el proceso de reflexión y selección de los poemas, muchos de ellos surgidos de procesos psicológicos alterados. Sirva esto como advertencia o aclaración.


FORJAR SU NOMBRE (2013-2015)


Un poema es un acto del lenguaje que no tiene lugar más que una vez y que recomienza sin cesar. Porque hace al sujeto. No cesa de hacer sujeto. —Henri Meschonnic Individuation is not a process of improvement or of getting better but becoming more “you”. —Thomas Levin Eres esclavo de aquello que bautizas con tu nombre. —Alejandro Jodorowsky


EDAD DE CRISTO Nunca me gustó mi nombre: Cristian: Cristiano: Cristo. En griego, significa “el ungido”. Al parecer, a mis padres les importaban un bledo las etimologías. Nunca fui un buen cristiano: a los ocho meses de edad, me bautizaron; mi primera comunión fue hasta los doce años; a los dieciséis, me confirmé, no sin antes discutir con el catequista. Deben comprender mi situación: la Ciencia se instauró, mucho antes que la Fe, en mi cerebro. Nunca me gustó la Iglesia: mujeres y hombres culposos que exaltaban la muerte del Profeta, no su vida. Maderos sangrantes, clavos en las palmas, coronas de espinas. Procesiones dolientes que atestiguan el castigo general al Rey de reyes, la condena al Mesías de Nazaret, el vía crucis del Maestro divino: el único que se atrevió a predicar la pobreza en una época de imperios militares opulentos. “Ámense entre ustedes”, dijo el Señor en la Cruz, “yo ya no puedo hacerlo”. Hoy llego a la misma edad de Cristo. Me faltan los maderos, los clavos, las espinas.

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13 de octubre de 2013


CREDO Creo en Dios, todo poderoso, creador del Cielo y del Infierno, de todo lo visible y lo invisible. Creo en Jesús, como un personaje histórico, nacido en Belém, hoy Palestina, en tiempos de Herodes “el grande”, que fue crucificado en Judea, hoy Israel, en tiempos de Poncio Pilato, y de cuya vida se sabe sólo lo que dejaron los historiadores y el terrible censor: el Vaticano. No creo en la Iglesia Católica. Niego toda virtud de sus jerarcas. No creo en el “Juicio final” ni en el regreso de Jesucristo. No creo en la resurrección de los muertos ni en la existencia de la “vida eterna”. De existir una “vida futura”, podría darse mediante la reencarnación. El karma no perdona los pecados: tendrás que volver al mundo y experimentar cientos de vidas diferentes, hasta tomar consciencia de ti mismo y de tu preciso lugar en el Universo. Abril de 2014

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KARINA “El amor nos embota los sentidos”, te dije esa noche mientras brincábamos de charco en charco/ por la calle/ mojándonos los pies y las cabezas, sin soltarnos la mano/ como niños. Habíamos hecho el amor toda la tarde e íbamos en pos de un taxi. No podías quedarte a pernoctar: eras hija de familia. Tu madre te había marcado por teléfono cuando aún estábamos en cama. “Sí, mamá, ya sé que es tarde”, respondiste. Me puse el pantalón y los sneakers. Había llovido, sin ceder, toda la noche y las calles se encontraban anegadas, al extremo de subir/ los autos sobre las banquetas. “El amor nos embota los sentidos”, te dije, la primera vez, sin sentir frío. Luchábamos por esquivar/ cada uno de los charcos/ cada uno de los chorros/ que caían de las azoteas. El empedrado se había vuelto resbaloso y tratábamos de caminar colina abajo. A lo lejos, se escuchaban veinte perros: una jauría/ ladrando/ hacia la obscuridad/ desesperada, como nuestros cuerpos sedientos, cansados y tristes, porque no podías quedarte a pernoctar/ porque tenías que regresar hasta tu casa/ porque eras hija de familia.

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“El amor nos embota los sentidos”, te dije, por segunda vez, después de recorrer la calle entera, mis tenis completamente húmedos, tu suéter gris empapado de gotitas, los faros/ del auto de alquiler/ que esperaba tu presencia/ el sonido/ al cerrar la portezuela. —El amor nos embota los sentidos —repetí. —Sí, mi amor, y yo estoy enamorada. Toluca, 2014

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AYOTZINAPA Debo vestir de color negro, señal de luto, signo de mi solidaridad con todo un pueblo olvidado en los discursos, agraviado por las autoridades de un Estado coludido con el narco, que no puede encontrar a cuarenta y tres estudiantes, normalistas, campesinos, y que llama “terrorista” a todo aquel que alza la voz por protestar en las calles o en las redes virtuales, #YoTambiénYaMeCansé #NoFueElNarcoFueElEstado. Debo vestir de color negro, muestra del hartazgo social en el que vivo, mi único pantalón color obscuro luce viejo, gastado y deslucido, no tengo más ropa que ponerme, no soy burgués, soy un simple asalariado deprimido. 20 de noviembre de 2014

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MEA CULPA Dejaré a mi padre y a mi madre, me alejaré de esta ciudad, buscaré la voz de Dios y sus preceptos, estaré conmigo mismo en soledad, sin ningún temor, sin miedo, me alejaré de mi tribu, la familia extendida que he construido a lo largo de todos estos años. Dejaré la ciudad que atestiguó mi nacimiento (me uniré a ti), buscaré los designios de Dios sobre la arena. Enero de 2015

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Y entonces [lo] supe: yo no estaba allí ni en ninguna otra parte ni había estado nunca ni estaría. Y fui como el que muere en la epidemia, sin identificar, y es arrojado a la fosa común. —Rosario Castellanos


PORRAZO DEL TIGRE I No me gusta el mezcal, me da gastritis. No me gusta este calor ni el sol. Tengo que usar sombrero cada vez que salgo de casa, lentes obscuros para la insolación. Había vivido en Chilpancingo en noviembre y en diciembre —meses fríos—, pero —ahora— en agosto ya no aguanto ni el calor ni a la gente ni a los mosquitos. Extraño Toluca como nunca, sus dos estaciones, su volcán nevado, sus mañanas frías, su aire sin humo ni olor a mezcal. No me gusta salir —ésta es mi cueva— y no pienso volver a la calle hasta que llueva.

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II Karina me lleva hasta el centro del pueblo. “Es el Pendón”, me dice muy animada, “la fiesta más grande de Chilpancingo”. A un costado de La Alameda nos apeamos sobre la banqueta, casi en la esquina de las preparatorias 1 y 9 —¡dos preparatorias juntas, coño!—. La gente ocupa las calles: varios carros alegóricos, personas montando a caballo, personas bebiendo mezcal por varias cuadras. De pronto, un caballo repara y un joven de sombrero de ala —pantalones de mezclilla— cae de nalgas sobre el pavimento. Varios transeúntes intentan acercarse a él para ayudarlo (está borracho). Alguien me ofrece un jarrito de barro a medio llenar de mezcal blanco. Miro hacia el pozo: el líquido traslucido riela en el fondo como un río (le doy un trago). 16


Karina bebe también/ se pone alegre/ termina su mezcal/ le sirven más. —¿Por qué le dicen “tigre”, en tu pueblo, al jaguar? —le pregunto, algo tomado. —Porque es un tigre —sí o sí. III Al final del parade/ tomamos la combi y bajamos, para cenar/ en la casa de mi suegra. En una casa vecina, los tlachicoleros hacen resonar sus látigos. La fiesta sigue: mezcal, cerveza, música agropecuaria. El estruendo de la tuba y la tambora. De vez en vez, un petardo que estalla en el cielo. Entre más noche se hace mi miedo más hondo se va haciendo presente: la fiesta seguirá/ y seguirá/ sin permitirme dormir/ de madrugada. Diciembre de 2015

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LLOVER EN CHILPO I Escucho llover sobre la tierra, los árboles se tuercen bajo la tiranía del agua y no puedo dormir pensando que las calles serán ríos por la mañana. II El agua cae tan fuerte que silencia a los gallos de los vecinos, hoy ya no cantan, empapados, se acurrucan junto a las gallinas. III A mi lado, mi mujer duerme profunda y tendida. Afuera, la tormenta que cae me recuerda la violencia del agua que me habita.

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IV Sigue lloviendo, el sonido de la lluvia que cae se convierte en una canción llena de melancolía. V Vuelve a llover, el agua castiga con fuerza el ventanal del cuarto, quiero encender la luz y descubro que no hay energía. Tomo la mano de mi esposa y me recuesto. Vuelvo a caer en ese sueño tan recurrente de mi soltería. VI Un vecino nos trae las noticias: la montaña tronó con tanta agua, un alud de lodo y piedras rodó por sus laderas, haciéndose cada vez más grande —abasteciéndose— hasta llegar al cauce del río y el río creció y el agua se llevó una casa. 19


En la televisión miro cómo un cubo de concreto ahora yace cimientos hacia arriba e imagino el terrible poder de la crecida. Salgo a la calle y percibo un olor acre, todas las noches fumigan contra los mosquitos, el olor me recuerda a mi nostalgia: el aroma de los templos en Japón, el caminar por sus senderos con Motoko: el otro matrimonio que perdí, la mujer que naufragó en mi propio río. VII En la noche vuelve a llover, pero sueño diferente: la lluvia se convierte en río/ el río desborda su caudal/ el caudal entra a mi casa/ (los problemas que tendrán que venir cuando el sonido de la lluvia sea cambiado por palabras). Septiembre de 2015

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ESCRIBO POR LAS NOCHES I Me siento frente al computador todas las noches, arreglo los textos de mi juventud, me releo, me pongo en duda… —es difícil ponerse en duda a uno mismo, como si el pasado estuviera colmado de mistakes, como si todo lo hecho fuera terriblemente imperfecto, como si no fuera posible cambiar… sólo palabras—. Ahora, escribo una novela, una novela sobre niñas tiernas, una novela sobre pedofilia. Todos los días las veo, las pañoletas que llevan en sus cuellos bien las identifican: en primaria, bermellón; en secundaria, marrón; en la prepa, caqui obscuro. “Son los colores del menstruo”, hago insight, mientras releo en la computadora. Mi esposa duerme en la recámara nupcial: el cuarto sencillo que compartimos desde que nos casamos. La argolla con sus iniciales brilla en mi dedo corazón, es la única alhaja que poseo. Debo trabajar: dar clases en dos escuelas diferentes/ revisar protocolos de tesis/ 21


preparar material didáctico/ ser sinodal en exámenes recepcionales. Me siento exhausto. Ya no tengo espacio ni tiempo para mí, sólo en las noches que me siento frente al teclado —y lo aporreo—, tratando de esbozar una historia coherente de lo vivido. Mi esposa ronca en la recámara nupcial, yo escribo una novela sobre pedofilia. A veces quisiera acercarme a ella y susurrarle: “Quiero irme lejos (de ti), de ese humor infantil que te domina”. Agosto de 2015

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AMOR SE FUE Mientras duró me dio placer. Cuando se fue nada dejó que no doliera.

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KINTSUGI el poeta se parte como un jarrón en pedazos mira su contenido lo derrama, se derrama, y luego se pega con cuidado y escribe con la delicadeza de quien no quiere que se vean las marcas —Hernán Salcedo

No voy a escribir de mi divorcio ni de las causas de él ni de las cláusulas que ambas partes convenimos. No voy a escribir de aquellos daños, no en este libro, porque la experiencia que obtuve de aquel fracaso (amoroso) la ocupo, de manera continua, en mi romance con la literatura.

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PAIN IN THE HAZE (2020)


Se llama unheimlich a todo lo que, estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, ha salido a la luz. Friedrich Schelling citado por Sigmund Freud


En el ocaso, hay una niña que espera mirando al horizonte. El largo vestido que la cubre se estremece. Su mirada se llena de tristeza con los tonos del sol que, ahora, sucumbe. Por la ventana, una niña triste se asoma a la luna. El viento sopla, helando sus lágrimas. (No es un haiku.)


PRIMERO, UNA FOTOGRAFÍA La imagen infantil de Nozomi Kurahashi apoyada en el alféizar de una ventana: el suéter blanco, las piernas desnudas, los muslos torneados, las caderas de once años. En su rostro, la sonrisa, nerviosa y complaciente a la vez, como la mueca de la amante que espera. La cara redonda, los ojos oblicuos y tristes, la nariz roma, los pómulos anchos, la barba de bola; una oreja que flota en el mar azabache de su pelo, el fleco que le cubre las cejas y le acentúa la mirada. Su cuerpo, desnudo, expectante: las nalgas redondas, la cintura estrecha, el suéter blanco que le cubre los hombros, los calcetines calados que cubren el único pie que muestra la niña, apoyada en el alféizar de la ventana; donde ha puesto, sobre un cojín, una rodilla y ambas manos. Octubre de 1986, Ciudad de Tokio, ante la cámara de Hiromi Saimon: Nozomi Kurahashi 13-sai, Editorial Sanwa, esperando fielmente por mí, en el estante de una librería de viejo, al noreste del Palacio Imperial, en Kanda.

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HAYASHI DE A través de la calle principal se llega al parque, lejos de los edificios las raíces de los árboles reclaman el espacio que alguna vez fue suyo. En el oriente el estanque de las carpas susurra la canción de la brisa, cubriendo de humedad algunas ramas. Dentro del libro/ una niña levanta su falda: la ropa interior blanca/ el estómago infantil/ las caderas de once años. Un par de cardos me permiten ubicar los escenarios de las fotos: diez grados al oeste del estanque, debajo de un árbol gigante, perdida entre la lumbre vegetal, ella está allí, porque Rika Nishimura tiene una flor de cerezo entre las piernas.

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DEERHUNTER Una niña a solas es como un venadito en el bosque. Nerviosa, mira hacia todos lados tratando de buscar ayuda, los ojos abiertos, asustada, tratando de ocultar las lágrimas. Resulta fútil tratar de acercarse al cervatillo, al primer movimiento ella se esconde, se pone a salvo, detrás de los matorrales, detrás del tronco de un árbol. Hay que tener mucha paciencia para esperar a que paste tranquilo el cervatillo, apuntar directo a ella y soltar con decisión un tiro en medio de ambas astas, hasta apagar esos ojos profundos en forma de almendra que aún te miran.

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MIL PEDERASTAS (Mi tío) me metía al baño y me bajaba el calzón para ponerme a orinar en los bordes de la taza —chorros calientes que bajaban por mis piernas— mientras él me tocaba curioso, interesado, fascinado. Después me abría de piernas y me chupaba, por dentro, como si fuera una fruta, una naranja —quizá—, pero sin semillas, con su lengua ávida —rasposa—, como un perro de caza, lamiendo ansioso el cadáver de su presa. (Mi papá) me acariciaba sentada frente a la televisión sobre sus piernas, mientras mirábamos las caricaturas —solos los dos—, sentados en la sala de su casa —su pene erecto—, las crinolinas de mi vestido infantil todas expuestas. (Mi hermano) entraba al cuarto y me tocaba mientras yo fingía dormir, 31


bajando —suavemente— el pantalón de mi pijama, hurgando en mi ropa interior, forzando un dedo adentro, mientras yo quedaba quieta, sin moverme, nerviosa y excitada —a un mismo tiempo—. (Mi novio) supo de todos estos crímenes, pero no hizo caso alguno: me escuchaba atento y triste, y después poseía mi cuerpo ansioso/ frenético/ violento/ como si tratara de dar cumplimiento a aquello que los otros no pudieron.

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SENSEI Sensei, quiero hablar, pero no puedo, librarme de este nudo en la garganta que me anuda, me aprieta y me sofoca, dejándome frente a usted desamparada. Ahora, lloro, mis lágrimas caen como piedras en un río y las palabras que anoto en mi cuaderno se transforman en un cruel remolino de sonrisas. Estoy harta, hoy ya no puedo decirle que lo amo, Sensei. Lo sé bien: para usted el amor es una sarta de cursilerías por eso odio su cara, su cuerpo, su cabello, detesto cada una de las palabras de su aliento. Ya no lo quiero, Sensei. 33


A WOMAN’S PRIDE Arreglé mi cabello para ti: coloqué en mi cabeza una peineta. Imagínate qué cursi: yo, la feminista, siguiendo las tendencias de la prepa. Hoy me arrepiento. Maldita sociedad, maldita adolescencia. Arreglé mi cabello para ti, pero no te diste cuenta. Imagínate qué triste: yo, la mujer independiente, en pos de un amor secreto. Hoy me arrepiento. Maldita soledad, maldita adolescencia. Lo sé muy bien: para ti, el amor es un acto de cursilería. ¡Qué inocente! ¡Qué ridícula me vi!

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PAIN IN THE HAZE Do you recall a girl called Dolores Haze? She was abducted by aliens Her face on the milk carton everywhere And was a pity Because you took advantage from her Her tender age An age where young lads dance and sing everywhere everywhere The English language has a beautiful word for these girls: “starlets” But now Lolita is missing There is no future for her And I am exhausted When I found that miserable little brat, I will scream: “Why did you go and die on me?” THE END

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THE COT CAME —Well, goodnight.

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PADRES EN COITO Según la obra de Melanie Klein

La nena se orina en la cama. “Es rebeldía”, dice la abuela. “Una cochina”, dice su madre. “Tan sólo quiere un poquito de atención”, dice papá. La nena se orina en la escuela: se mea parada frente a sus compañeros. “Yo también puedo hacer de pie”, presume orgullosa a su audiencia. “Necesita llevarla al psicólogo”, recomienda, a su madre, una maestra. La nena se orina de noche porque sueña que un murciélago negro entra a su cuarto y, mientras duerme, le chupa la sangre. Mientras la nena vuelve a mojar la cama, en la habitación contigua, sus padres fornican animados sin prestar atención a su pequeña.

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EN LA TV, UNA PELÍCULA Un grupo de discapacitados mentales intenta (aprender a) jugar básquetbol, dirigidos por un exjugador cuarentón que aún vive con su madre (deprimido). El ato de adultos venidos a menos es hilarante: varios tienen Down, otros más, Asperger, y uno más se (auto)diagnostica hipocondriaco. El equipo me recuerda a Dinorah, cuando jugaba con otras mujeres, lanzando pases inútiles en las canchas del Deportivo Agustín Millán. Imagino que (hacia el final) la historia deberá tener algún tipo de moraleja. Para mí, todas las discapacidades mentales son genéticas y en unos años, los médicos (del futuro) las erradicarán por completo. El problema son las enfermedades mentales no heredadas, ¿seremos capaces de diagnosticarlas?

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EL JOVEN QUE QUIERE COGERSE A UNA NIÑA DE PRIMARIA «Si Dios no quisiera a los pedófilos, no hubiera hecho a los niños tan sexys», lee el joven en un foro de la DeepWeb mientras revisa en el catálogo virtual por novedades. «Horny Latinas» dice el topic al que da click. Están allí Gaby, Mercedes, Anita, Giselita, y, por supuesto, Irene, la nueva sensación de los foristas: «Al parecer, el que sale con la niña, en los videos, era su tío: un miembro del Ejército o de la Policía Federal que abusaba de la niña cuando estaba franco. Él mismo subió los videos desde varios cibercafés a sitios como 4chan, 8chan y Latin-chan. Fue arrestado en 2006. Era hija de su hermana». El joven da un trago a su bebida favorita, no despega ni un momento la vista de la pantalla: “Yo también hubiera querido una imouto”, piensa, con cierta nostalgia, utilizando la palabra japonesa para ‘hermanita pequeña’. Lo miro a mi lado, y pienso: “¿Qué podré hacer para ayudarlo?”

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SABRINA, TERCERA TEMPORADA Sabrina, la bruja adolescente, se convierte en la Reina del Hades, su trabajo consiste en arrastrar a las almas humanas al Infierno.

La primera es de un viejo ajedrecista que vendió su alma al Diablo para llegar a convertirse en el mejor jugador del mundo. “Yo vendí la mía sólo por cinco novelas”, pienso, “tiene razón mi mujer: lo hice por poco”. El segundo es un vendedor de helados que ha hecho un trato con Satán y a cambio de su alma le da al demonio almas inocentes, incontaminadas, puras. “Maldito pederasta”, pienso, “¿qué dirá Ángel Ortuño de los goces de su Señor Obscuro?”

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JAMÓN JAMÓN “Dame tetita”, dice el muchacho tomando el joven seno de su novia. Y una novísima Penélope Cruz, casi adolescente, se saca la teta turgente: una mama de dieciocho años de edad hecha y derecha: una teta colmada y nutricia de la que el muchacho en ascuas se alimenta. “Cuánto tiempo ha pasado desde que vi, por primera vez, esta película”, me digo, mentalmente, “qué joven y guapa me parece, ahora, esta actriz”. No puedo dejar de pensar en que el guion de esta película fue escrito por Cuca Canals, la misma autora de La teta y la luna (1994). Comparte en público tu obsesión y te diré quién eres. Muchas gracias, Dr. Freud.

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GFRIEND @ WATERPARK Los poemas existen —también— para lo bello: por ejemplo, describir a un grupo de cantantes —jovencísimas— que visten blusa blanca y minifalda escolar —bajo la lluvia— mientras cantan y bailan —para sus fans— sobre un escenario al aire libre —que las moja— porque el productor de aquel evento no notó las condiciones climáticas —de aquel día— y comprometió un concierto a cielo libre —para ellas— el mismo cielo que —ahora— se cae como una cortina náutica —sobre ellas— aplastando sus peinados transparentando sus blusas chorreando sus cabelleras esas tristes siluetas que —ahora— miro en un video de youtube con fecha 160702 —hace tres años— cuando aún no las conocía Kim Ye-won (Umji) Jung Eun-bi (Eunha) Jung Ye-rin (Yerin) Kim So-jung (Sowon) Choi Yu-na (Yuju) Hwang Eun-bi (SinB) YEO-JA CHIN-GU ♡ 42


LOLITAS’ PARADE (2015)


Porque siempre habrá una niña lívida en bosque secreto de sus erecciones. —Margo Glantz


LOLITAS’ PARADE I En mi habitación, tengo un listado de «lolitas», niñas prepubescentes, jovencitas, mujeres castas de las que me enamoré antes de tiempo: Cristina (mi primer amor), Susana (la niña de la que me enamoré en la primaria), Alida (de quien me enamoré en la secundaria), y Viridiana (la niña con la que me obsesioné por algún tiempo). Luego vienen todas las teens con quienes intenté acostarme (sin resultado): André —catorce años—, Dinorah —dieciséis—, Sonia —quince años cumplidos—, Valeria —dieciséis—. En medio de ellas, cientos de amores platónicos fulgurantes iluminaron mi vida cuando más necesité: Serena de Sailor Moon, Sakura de Card Captor Sakura… II Fuera de mi habitación, no tengo techo: soy inmaduro, emocional, con sobrepeso, divorciado, sin hijos y sin familia.

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Idaly y yo íbamos a tener una niña llamada Karine Sophie, pero abortamos. Nuestra relación tóxica llegó a un final y la promesa de esa vida no pudo constituirse (para ninguno de los dos). Luego, escribí sobre ello y el testimonio de mi pérdida se convirtió en un best seller. Pese a los éxitos, el vacío dejado por aquella promesa seguía aún latente en mí. Después de un tiempo, entendí que escribir más sobre ello no me iba a traer ninguna cura. Por eso, me casé e intenté formar una familia, pero las cosas no sucedieron tal y como yo lo había previsto. Por un tiempo, me alejé de todas las niñas. Me recluí. Medité mi vida y mis errores. En soledad, aprendí que no soy una buena persona. Muchas gracias, Pichon-Rivière. III Antes de Lolita, estuvo Pepita, y antes de ella, Beatriz, Laura, Lesbia y Mirra: mujeres prepubescentes, ninfetas, nínfulas: criaturas míticas que embrujan a los viajeros, y que, emulando a las hijas de Lot, les dan de beber hasta embriagarlos. Por la noche, los súcubos vienen hasta mí —hasta mi cama—: buscando mi pecho, mi calor, mis manos, los cuerpos desnudos, las miradas tristes, los sexos abiertos, la ansiedad al límite. Y yo las recibo/ las cuido/ las amo: 46


curo sus heridas, sus promesas rotas, escucho sus penas/ les doy esperanza. Pero, al amanecer, ya no hay demonios. Sólo queda la falta de placer y la resaca. Antes de Lolita, estuvo Pepita. Pero, ¿y después?, ¿quién vendrá a llenarnos el sexo/ el cuerpo/ y las manos?

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No soy un psicópata sexual y criminal que se toma libertades indecentes con niñita[s]. —Vladimir Nabokov


CONDENAR LA MIRADA Debo aprender a no ver a las chicas a los senos, a evitar derramarme entre sus piernas, a escapar de la sarta de artimañas que utilizan para atrapar en sus redes a hombres —patéticos— como yo. La falda escolar que se muestra frente a mí forma un trapecio equilátero perfecto (la tela color azul marino, un poco desgastada por el uso y las lavadas), debajo de ella se trasluce un triángulo isósceles agudo, con su ángulo obtuso redondeado (pantaletas de algodón más desgastadas que la falda cubiertas por pequeñas bolitas de algodón —casi pelusa—). (Finjo escribir). La dueña de la falda no hace caso a mi mirada, revisa, de pie, su celular, mientras subimos/ apretados/ en combi/ hacia la Viguri.

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MUJERES DE CHILPANCINGO Señoras gordas nalgonas que ocupan, de un sentón, el asiento en la combi. Niñas preciosas, tostadas por el sol, que pasan frente a mis ojos, haciendo caso omiso a mi mirada. Muchachitas con tetitas florecientes caminando por la calle sin prestar atención a sus botones. Colegialas con falditas tan pequeñas que les dan arriba de la rodilla. Un par de shorts muy justos, /el calzón apretado/ formando una elipse vertical que se dirige hacia abajo, marcando el culo grande/ culo redondo/ los muslos anchos/ turgentes/ las patitas. Unos leggins verdes/ la blusa de algodón recién lavada/ los tirantes de la prenda que desnudan los brazos: esa piel morena/ esa piel guerrera/ esa piel de fuego/ que quisiera para mí.

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CARNE FIESTAS Urge vendo uniforme colegiala video porno pedofilia * las niñitas van creciendo de cadera / de estatura /de muslitos yo las miro al salir de su salón en el patio de la escuela mientras buscan un lugar para comer en el receso sentándose en el piso en posición de flor de loto sus calcetas completamente blancas cubriéndose las ingles con la tela de sus faldas.

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NIÑA DE KÍNDER Las pantaletas blancas, blanquísimas, debajo de esa falda escolar llena de tablas despiertan mi curiosidad (y me desborda). Un mar de leche apenas quieto que fluye incesante entre sus piernas, el triángulo perfecto que se forma entre los muslos y la tela. Color blanco / suave satín, con un toque, en la base, de mostaza.

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NIÑITAS ARRECHAS Niñitas arrechas recién fuera de la alberca quitándose —sin pudor— los trajes de baño, poniéndose calzones de algodón en tonos blancos. [Para sorpresa y estupor de los turistas.] En mi cuarto de hotel escribo, más tarde, un poema: Calzoncito lindo, calzoncito fresco, calzoncito perfumado para mí.

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EL AUTOR Christian Emmanuel Hernández Esquivel (Toluca, México, 1980). Licenciado en Letras Latinoamericanas y Maestro en Psicología por la Universidad Autónoma del Estado de México. Miembro fundador del Taller de Narrativa del Centro Toluqueño de Escritores, coordinado por Eduardo Osorio. Ha colaborado en revistas como La Colmena, Marabunta, La Luna y Letralia. En 2015, publicó su primer libro de poemas: Moratoria (Diablura Ediciones). En 2018, publicó su primer libro trilingüe de poemas: Amor Koi Love (Ediciones Hernández Mancilla). En 2019, editó y publicó Ensayo sobre pedofilia (Editorial Académica Española), y publicó su primer libro de cuentos Eternos juegos de amor (Trajín literario). Escribe el blog www.hernandezesquivel.blogspot.com

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Historia Sello fundado en enero 2019 en la Ciudad de México, que se mudó a Querétaro en 2020. Misión Ofrecer servicios editoriales integrales para escritores e instituciones, que se ajusten a sus perfiles y necesidades y materialicen sus potenciales. Visión Posicionarnos como una empresa líder en su ramo, ganando y dando prestigio a nuestros clientes en el mundo editorial. Estilo Lo que nos hace únicos es la personalización de los servicios enfocados en cada cliente, para que los lectores reciban un producto con calidad y belleza. ¿Quieres publicar tu libro?

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Pain in the Haze Fue editado en febrero de 2021, en la ciudad de Querétaro, México, con Arno Pro, bajo el cuidado editorial del autor. Se promoción es a través de medios digitales.


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