Cuadernos de Lingüística de El Colegio de México

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Cuadernos ISSN: 2007-736X

de Lingüística de El Colegio de México ENERO-JUNIO 2016

C uadernos de Lingüística de El Colegio de México

VOLUMEN 3

C E N T RO D E E S T U D I O S LINGÜÍSTICOS Y LITERARIOS EL COLEGIO DE MÉXICO

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CUADERNOS  DE  LINGÜÍSTICA DE  EL  COLEGIO  DE  MÉXICO VOLUMEN 3

ENERO-JUNIO 2016

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CUADERNOS  DE  LINGÜÍSTICA DE  EL  COLEGIO  DE  MÉXICO DIRECCIÓN Y EDICIÓN Julia Pozas Loyo y Violeta Vázquez Rojas Maldonado COMISIÓN EDITORIAL Rebeca Barriga Villanueva, Sergio Bogard Sierra, Luz Fernández Gordillo, Graciela Fernández Ruiz, Josefina García Fajardo, Rodrigo Gutiérrez Bravo, Esther Herrera Zendejas, Luis Fernando Lara, Pedro Martín Butragueño, Alfonso Medina Urrea, Niktelol Palacios, María Pozzi, Carmen Delia Valadés, María Eugenia Vázquez Laslop, Danielle Zaslavsky Rabinovici CONSEJO ASESOR Conepción Company, Universidad Nacional Autónoma de México Lyle Campbell, University of Hawaii José Camacho, Rutgers University Violeta Demonte, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC Manuel Antonio Díaz-Campos, Indiana University Donka Farkas, University of California at Santa Cruz Pilar García Mouton, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC Heidi Harley, University of Arizona Esther Hernández, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC Martin Haspelmath, Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, Leipzig Brenda Laca, Université Paris 8 Joaquim Llisterri, Universitat Autònoma de Barcelona Adam Ledgeway, University of Cambridge Manuel Leonetti, Universidad de Alcalá Ricardo Maldonado, Universidad Nacional Autónma de México Azucena Palacios, Universidad Autónoma de Madrid Roger Wright, University of Liverpool Portada: Hacienda Pocceiná, fotografía de Santiago Arau Pontones. Cuadernos de Lingüística de El Colegio de México, Año 3, Número 1 -enero de 2016 - junio de 2016. Esta es una publicación semestral electrónica de difusión gratuita editada por El Colegio de México, Camino al Ajusco 20, Pedregal de Santa Teresa, Tlalpan. CP 10740, Distrito Federal. Contacto: cuadernosdelinguistica@colmex. mx. Editores responsables: Julia Pozas Loyo y Violeta Vázquez Rojas Maldonado. Reservas de Derechos al Uso ­Exclusivo No: 04-2013-091813014400-203, ISSN 2007-736X, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Composición tipográfica: El Atril Tipográfico, S.A. de C.V. Digitalización: Tania Ochoa. Arquitectura de la información. Coordinación de servicios de cómputo de El Colegio de México. Camino al Ajusco 20, Pedregal de Santa Teresa, Tlalpan. CP 10740, Distrito Federal. Última modificación: 19 de enero de 2016.


SUMARIO Artículos Igor Vinogradov Acerca de la semántica del completivo/incompletivo en las lenguas mayas 5 Boluwaji Oshodi Form and Function of the Yorùbá HTS (High Tone Syllable) Revisited: Evidence From Ìgbò Second Language Learners of Yorùbá 45 Alice Corr El cambio lingüístico y la interfaz sintaxis-pragmática: evidencias de las lenguas ibero-románicas 73 Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta Enseñanzas del cambio fracasado: trayectoria y estela de una perífrasis fugaz (infinitivo + tener) 119

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Notas Enrique Pato Un poco es igual a ‘mucho’. Sobre las formas un pocotón, un poconón y un pocotonón, un pocononón 183

Reseñas Herrera Zendejas, Esther (ed.). Entre cuerdas y velo: estudios fonológicos de lenguas otomangues y Herrera Zendejas, Esther (ed.). Tono, acento y estructuras métricas en lenguas mexicanas. (Hiroto Uchihara) Martín Butragueño, Pedro y Hernández, Esther (eds.). Variación y Diversidad Lingüística. Hacia una teoría convergente. (Violeta Vázquez Rojas Maldonado)

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ACERCA DE LA SEMÁNTICA DEL COMPLETIVO/INCOMPLETIVO EN LAS LENGUAS MAYAS Igor Vinogradov Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México happyjojik@gmail.com

The paper argues that completive and incompletive in Mayan languages are neither strictly aspectual nor strictly temporal categories; their meanings embrace several semantic domains. The term taxis is introduced. It is defined as a variety of tense that characterizes the event relative to some other event determined by the context without making reference to the moment of speech. It is proposed that the semantics of completive / incompletive is a combination of both taxis and aspectual meanings. Though the majority of Mayan languages apparently complies with this general semantic principle, there is significant variation within the family. This is, in the first place, the result of different internal structures of the verbal system and different sets of tense/aspect categories in particular languages. Keywords: Mayan languages, aspect, tense, completive, incompletive En este trabajo se argumenta que el completivo e incompletivo en las lenguas mayas no son categorías estrictamente aspectuales ni estrictamente temporales;

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sus significados abarcan varios dominios semánticos. Se introduce el término taxis que se define como una variedad de tiempo que caracteriza a un evento en relación a otro evento determinado por el contexto y sin hacer referencia al momento de habla. Se propone que la semántica del completivo/incompletivo consiste en la combinación de los significados de taxis y aspecto. Aunque la mayoría de las lenguas mayas parece seguir este principio semántico general, hay una variación muy significativa dentro de la familia que es, sobre todo, resultado de diferentes estructuras internas del sistema verbal y de la existencia de diferentes juegos de categorías de tiempo-aspecto en lenguas particulares. Palabras clave: lenguas mayas, aspecto, tiempo, completivo, incompletivo

1. Introducción Las categorías del completivo e incompletivo son comunmente empleadas en la descripción de todas las lenguas modernas de la familia maya, aunque en algunos trabajos a veces se puedan encontrar otros términos para denominarlas. En la bibliografía sobre las lenguas mayas, aparecen amplias descripciones sobre la morfología y sintaxis de estas categorías, en las que se analizan los juegos de sus marcadores, la distribución de sus alomorfos y sus interconexiones con otras categorías. Pero la semántica de las marcas del completivo e incompletivo, por el momento, está insuficientemente descrita. No hay respuestas satisfactorias a preguntas muy simples a primera vista, tales como ¿qué significa el completivo?, ¿qué significa el incompletivo?, ¿cuál es la diferencia semántica entre el completivo e incompletivo? Lo único que no provoca duda es que las dos categorías forman parte esencial de la gramática verbal y del sistema gra-


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matical de “tiempo-aspecto”,1 pero todavía no está claro si lo que expresan el completivo e incompletivo es tiempo, o aspecto, o ninguno de los dos, o tal vez ambos a la vez. Lo que presento en este artículo es solo un primer acercamiento al problema. El estudio por el momento abarca pocas lenguas de la familia y no las analiza en toda la profundidad requerida para un estudio semántico de elementos gramaticales con significados tan generalizados y poco transparentes. Al escoger las lenguas de los ejemplos, intento incluir todas las subramas; sin embargo no se considera una muestra estadísticamente significativa. Aun así, con los resultados del trabajo se llega a conclusiones preliminares que pueden ser importantes tanto para futuros estudios de las lenguas particulares, como para investigaciones semánticas desde una perspectiva diacrónica o comparativa. El presente estudio se basa en el análisis semántico de textos en lenguas mayas publicados en diferentes artículos y monografías, así como en colecciones de tradición oral. Algunos datos sobre la lengua q’eqchí’ fueron obtenidos mediante el trabajo con hablantes nativos. El artículo consta de seis secciones. La parte introductoria (§1) incluye comentarios breves acerca de la evolución de la terminología empleada en relación con las categorías del completivo e incompletivo y de las definiciones de estas categorías que se proporcionan en diferentes gramáticas. Las propiedades morfológicas y sintácticas de las marcas del completivo/ incompletivo en varias lenguas mayas se presentan en §2. En §3 se argu1

El término tradicional “tiempo-aspecto” no parece ser muy satisfactorio semánticamente, por las razones que voy a discutir a continuación. No obstante, a falta de alternativas mejores lo voy a utilizar en el presente trabajo.


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menta por qué el completivo y el incompletivo no se pueden considerar como categorías exclusivamente temporales, y tampoco como aspectuales. Se proponen diferentes soluciones al problema. Una de estas soluciones es emplear la noción de taxis que se discute en §4. En §5 se presenta un análisis comparativo que prueba las diferencias esenciales que se dan dentro de la familia lingüística entre la semántica del completivo y, en particular, el incompletivo. Las conclusiones se presentan en §6. 1.1 El problema terminológico Según las reconstrucciones históricas de Robertson (1992) y Houston et al. (2000), las categorías que actualmente se suelen llamar completivo e incompletivo existen en las lenguas mayas desde la proto-lengua. También existían en los tiempos coloniales cuando se escribieron las primeras gramáticas mayas.2 Los primeros autores describen “tiempos” en las lenguas mayas, del mismo modo que en las lenguas europeas. Lo mismo se encuentra en las primeras gramáticas científicas del siglo XIX y del inicio del siglo XX (véanse, por ejemplo, Stoll 1888 y Schuller 1925). Luego, se hizo evidente que las categorías verbales en las lenguas mayas difieren de sus “análogos” europeos, y no siempre expresan significados 2

Por el momento no está claro si el completivo e incompletivo se presentan en la lengua jeroglífica de inscripciones (maya clásico) o no. Kettunen & Helmke (2005: 19) notan que entre los investigadores del maya clásico no hay una única opinión acerca de las categorías de tiempo ni aspecto; compárense diferentes puntos de vista en Houston (1997) y Law (2014). Tradicionalmente se opina que el sistema verbal del maya clásico se funda en distinciones aspectuales (Lacadena & Davletshin 2013: 38).


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temporales. Al describir el sistema verbal maya, los autores más centrados en estudios comparativos empezaron a utilizar el término aspecto. Al parecer, el aspecto fue considerado un concepto lingüístico firmemente asociado con el tiempo; hasta entonces, no se había intentado analizar la semántica de las categorías verbales de manera más profunda. El hecho notorio de que en varias lenguas del mundo sí existen sistemas verbales evidentemente aspectuales sirvió como modelo para detectar sistemas de este tipo en las lenguas mayas también. Actualmente, los términos más usuales para designar las categorías bajo consideración son completivo e incompletivo; también se usan en el presente artículo. No obstante, en la bibliografía a veces se reemplazan por diferentes términos, tales como pretérito y presente (Lehmann 1990), pasado y presente habitual (Stewart 1979), pasado y progresivo (England 1983), perfectivo e imperfectivo (Vázquez 2011). El último par de términos tiene mayor importancia porque es de uso mucho más general en la lingüística, y, además, tipológicamente parecen ser los más similares a los del completivo/incompletivo en las lenguas mayas. Fuera de la tradición mayista, los términos completivo e incompletivo no son muy comunes y suelen utilizarse con significados muy particulares (véase la discusión en Watatani 1995: 16–18). Por ejemplo, Bybee et al. (1994: 54) usan el término completivo para denominar uno de los significados aspectuales elementales, a saber, “hacer algo completamente y hasta su terminación”, y esta concepción es mucho más reducida que la que se suele entender utilizando el término perfectivo. Welmers (1974: 345), al describir la lengua africana igbo, se refiere con incompletivo a una marca que combina los significados de acción habitual y de una acción que se está continuando independientemente del tiempo.


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Varios autores mencionan explícitamente la coincidencia terminológica que se da en varias lenguas mayas: “Los términos completivo e incompletivo son aproximadamente equivalentes al perfectivo e imperfectivo” (England 2009: 213). Sin embargo, igualar el completivo/incompletivo en las lenguas mayas con las categorías más reconocidas tipológicamente del perfectivo/imperfectivo no parece ser la mejor solución. Primero, porque tampoco hay uniformidad en lo que concierne a los significados del perfectivo/imperfectivo en las lenguas del mundo: los usos del perfectivo/imperfectivo “difieren aún entre las lenguas relacionadas genéticamente, y las diferencias están lejos de ser triviales” (Gvozdanović 2011: 785); segundo, porque, como mostraré a continuación, estas categorías en las lenguas mayas no son exclusivamente aspectuales, lo cual las distingue del estándar tipológico para el perfectivo/imperfectivo. 1.2 Definiciones posibles Las descripciones gramaticales de diferentes lenguas mayas definen las categorías del completivo e incompletivo de una manera superficial. Comúnmente, se menciona el concepto de “terminación” de una acción; por ejemplo, en acateco “el completivo es el aspecto que hace referencia a las acciones que ya se terminaron, ya sea de forma inmediata o en un período de tiempo mayor”, mientras que “el incompletivo es el aspecto que hace referencia a las acciones que no están terminadas” (Zavala 1992: 69–70). Para otras lenguas de la familia se proporcionan definiciones muy similares: en chol el completivo “indica que las acciones denotadas por predicados verbales se han terminado” (Vázquez 2011: 194);


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en tzeltal, “el aspecto completivo sirve para expresar eventos considerados como un todo acabado o completo” y “el aspecto incompletivo presenta los eventos como no terminados, es decir, en curso de realización o de vigencia, o como habituales” (Polian 2013: 154–160). Es importante notar que la noción de terminación por sí misma se puede referir tanto al aspecto verbal como también al tiempo, según la ubicación relativa del punto de referencia, o, en otras palabras, según el marco en que se observa la situación. Hay una tendencia a definir el incompletivo con base en una lista, a veces bastante larga, de significados elementales. Por ejemplo, Craig (1977: 60–63) indica seis usos elementales del incompletivo en el jacalteco (poptí’): 1) una acción que ocurre en el presente; 2) tiempo presente de narración; 3) presente habitual; 4) “presente pasado” para acciones que empezaron en el pasado pero todavía están ocurriendo; 5) expresiones de simultaneidad; y 6) construcciones futuras. Una lista, aunque menos extensa, también aparece en Dayley (1985: 80) para el incompletivo en tz’utujil: 1) aspecto habitual; 2) tiempo futuro inmediato; 3) pasado narrativo en discurso. Es importante señalar que para el completivo no se encuentran listas de significados elementales como estos. Este hecho puede servir como evidencia de la complejidad semántica del incompletivo, a diferencia del completivo. 2. Rasgos morfológicos y estructurales Antes de empezar a analizar la semántica del completivo y el incompletivo, hay que hacer un breve comentario sobre la morfología de estas cate-


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gorías en diferentes lenguas de la familia, así como sobre la estructura del sistema gramatical de tiempo-aspecto en general. Aunque el completivo/incompletivo se presentan en todas las lenguas de la familia, como fue notado en §1, su marcación morfológica varía considerablemente. Ni para el completivo ni para el incompletivo se reconstruye una protomarca común de la cual se deriven todas las marcas modernas en diferentes lenguas mayas. Al contrario, las marcas que existen hoy en día son evidencias de varios procesos de gramaticalización. En general, las marcas ocupan la posición inicial en el complejo verbal, y son elementos predicativos, partículas prepositivas, proclíticos o prefijos según la lengua particular. Solo dos lenguas mayas –huasteco y chontal– expresan distinciones gramaticales de tiempo-aspecto por medio de sufijos. Las lenguas de la rama yucatecana y chol tienen un sistema de doble marcación, en el que una categoría se marca por un sufijo y por un elemento prepositivo al mismo tiempo. En (1–3) se muestra el contraste entre las tres diferentes opciones para la estructura morfológica de esta categoría: (1) Sipakapense k-in-kom inc-1sg.abs-morir ‘moriré’ (Barrett 1999: 313, ej. 37) (2) Huasteco in utx-a-al 3erg decir-tr-inc ‘decía’ (Kondic 2012: 52, ej. 9)


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(3) Mopán walak u=su’t-ik u-bahil inc 3a=cambiar-inc 3poss-refl ‘se convierte’ (Ulrich & Ulrich 1986: 33)

La única lengua que no tiene marcas de completivo ni de incompletivo es el chortí’. No obstante, ello no significa que estas categorías no existen en chortí’. La dicotomía completivo/incompletivo es relevante en chortí’ solamente para verbos intransitivos y en el nivel morfosintáctico se manifiesta por el afijo pronominal, es decir, se expresa cumulativamente junto con persona y número del sujeto. En chortí’ hay dos paradigmas de marcadores pronominales absolutivos: el “juego B” se usa para expresar el completivo mientras que el “juego C” está reservado para los usos incompletivos. Compárese (4a-b). (4) Chortí’ a. sajmi ixin-en t=uy-otot in-k’ajti hoy ir-1sg.b.com prep=3poss-casa 1sg.a-pedir ‘Hoy fui a su casa a pedir [dinero]’ (Pérez 1996: 27) b. ejk’ar i<n>xin ta chonma’r mañana ir<1sg.c.inc> prep mercado ‘Mañana iré al mercado’ (Pérez 1996: 19)

Las categorías del completivo e incompletivo forman parte del sistema verbal de tiempo-aspecto. Estos sistemas también difieren mucho en


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las lenguas mayas, y esa diferencia no solo involucra rasgos morfológicos sino también el juego de categorías y de las marcas que las expresan. Hay lenguas con sistemas binarios de tiempo-aspecto, como las lenguas tzeltalanas, chontal y chortí’. En estas lenguas el sistema de tiempo-aspecto se representa por la oposición entre el completivo e incompletivo. Pero en la mayoría de las lenguas de la familia el sistema no se limita por dichas categorías. En huasteco, por ejemplo, el perfecto juega el papel del tercer miembro del paradigma de tiempo-aspecto (Watatani 1995: 47); en las lenguas q’anjob’alanas el lugar del tercer miembro lo ocupa el futuro o “potencial” (Zavala 1992: 71; Buenrostro 2013a: 119). Los paradigmas en las lenguas de la rama k’icheana normalmente incluyen el optativo y prohibitivo (“optativo negativo”), pero también pueden incluir el futuro (o “potencial”) y una categoría adicional del completivo que suelen llamar “completivo remoto”. En q’eqchí’ –que representa el caso extremo dentro de la rama k’icheana– el paradigma de tiempo-aspecto consta de seis miembros (Stewart 1979). Los sistemas de doble marcación morfológica se distinguen no solo por la estructura formal, sino también por el juego de categorías. Por ejemplo, en chol hay una categoría que Vázquez (2011: 200) llama “irrealis in the preterite”. Esta indica una acción en el pasado que estaba a punto de suceder pero por uno u otro motivo no sucedió. Para designar este significado Kuteva (1998) propuso el término “avertivo”. El sistema de tiempo-aspecto en las lenguas yucatecanas es mucho más amplio que el de chol. Sin entrar en detalles, solo menciono que entre los autores no hay unanimidad acerca de la cantidad de categorías que forman el sistema de tiempo-aspecto-modo en las lenguas de la rama


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yucatecana.3 Analizando el caso del maya yucateco, por ejemplo, Bohnemeyer (1998: 25) presenta una lista de 15 categorías, Briceño (2006: 30) enumera 17 marcas, mientras que Hofling (2006: 389–391) cita 19 marcadores. Entre estas categorías hay algunas que denotan varios matices modales, irreales o de distancia temporal. 3. La semántica: ¿Tiempo o aspecto? En esta sección voy a presentar los argumentos a favor de no considerar el completivo e incompletivo como categorías aspectuales (§3.1) y a favor de no considerarlos tampoco como categorías temporales (§3.2). Las posibles interpretaciones alternativas se enumeran en §3.3. 3.1 Interpretación aspectual Los usos del completivo e incompletivo en las lenguas mayas tienen peculiaridades muy importantes. El completivo casi no se usa en relación al tiempo futuro, mientras que el incompletivo casi no se usa en relación al tiempo pasado. Un evento futuro, aunque sea un evento puntual desde el punto de vista “aspectológico”, normalmente no puede llevar marca del completivo. Hasta donde sé, esto es cierto con algunas restricciones para todas las lenguas y se menciona en varias gramáticas; por ejemplo, Polian (2013: 156) nota que en tzeltal “el completivo en oraciones 3

Al hablar de sistemas verbales en las lenguas yucatecanas es necesario incluir también la noción de modo ya que varios significados modales se expresan dentro del mismo paradigma junto con significados temporales y aspectuales.


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independientes suele ser incompatible con una referencia explícitamente futura”. Según la lengua particular y el juego de marcas de tiempo-aspecto del que esa lengua dispone (véase §2), una acción puntual futura se indica con el incompletivo (5), con el potencial (6) o con alguna categoría modal (7). (5) Chontal ida kä=k’ux-e’-et aquí 1sg.a=comer-inc-2sg.b ‘Aquí te comeré’ (Knowles & Hernández 1989: 227) (6) Mam ok kb’-eel=a t-u’n n-maan=a, pot matar-pot=2sg 3sg.poss-por 1sg.poss-papá=1sg ‘Te va a matar mi papá’ (England & Ortiz 1985: 18, ej. 199) (7)

Yucateco eyaj xtúuchaj, je’ u=bis-ik-ech kisin=e’ eh mono aseg 3a=llevar-inc-2sg.b diablo=encl ‘Oye mono, te llevará el diablo’ (Andrade & Máas Collí 1999: 331)

El uso del completivo en (5)–(7) modificaría la lectura de estas oraciones; los eventos se entenderían como ya ocurridos. Un evento durativo o habitual –es decir, un evento que, aspectualmente, se espera encontrar marcado por el incompletivo– normalmente lleva la marca de completivo cuando se refiere al pasado (8)–(9).


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(8) Tzotzil te i-levan-at li ants=e s-junul ak’ubal allí com-abusar-pass def mujer=encl 3sg.poss-todo noche ‘La mujer fue abusada toda la noche’ (Laughlin 1977: 76) (9) Tzeltal ay yan-tik la s-maj-ik sok la exist otro-pl com 3sg.erg-golpear-pl y com x-chik’-ik 3sg.erg-quemar-pl ‘Otros lo golpeaban y lo quemaban’ (Relatos tzeltales 2002: 18)

Estas dos peculiaridades bien conocidas pero subestimadas no permiten analizar el completivo/incompletivo en términos meramente aspectuales. El aspecto verbal por definición no depende del tiempo, ya que describe nada más la estructura interna de una acción sin hacer ninguna referencia temporal. Es decir, si las categorías del completivo e incompletivo en las lenguas mayas fueran exclusivamente aspectuales, no habría restricciones temporales que limiten sus usos. 3.2 Interpretación temporal Dado que el completivo y el incompletivo están restringidos temporalmente, entonces ¿por qué no pueden considerarse categorías temporales? El problema es que dos de los rasgos mencionados arriba no son reglas estrictas, ya que hay algunos contextos muy especiales en los que pueden


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ser violadas: cuando el completivo se usa en relación al tiempo futuro o presente y cuando el incompletivo se usa en relación al tiempo pasado. Un caso común en el que un verbo que no se refiere al pasado aparece marcado por el completivo se atestigua en las cláusulas subordinadas de condición real (10–11). (10) Tzotzil ti_mi i-kuch  k-u’un=e, ta x-bat si com-acarrear 1sg.poss-causa=encl inc inc-irse k-al-be li a-tot 1sg.erg-hablar-appl def 2poss-padre ‘Si gano [lit. “acarrea mi causa”], voy a hablarle a tu padre’ (Laughlin 1977: 34) (11) Chol mi tsi’ k’el-e-yob ti mal mukonibäl iy-alobil, si com ver-com-pl prep adentro sepulcro 3poss-hijo mi’ chok-ob ochel lum inc tirar.inc-pl dir lodo ‘Si sus hijos miran adentro del sepulcro, tiran lodo adentro’ (Whittaker & Warkentin 1965: 117)

Aparte de las cláusulas condicionales, existen otros contextos que comparten este comportamiento. Por ejemplo, Polian (2013: 155) menciona que el empleo del completivo en tzeltal “subraya que el evento [futuro] es algo ya decidido, ineluctable, casi como si ya hubiera ocurri-


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do”. Además, el completivo se usa en las fórmulas de despedida y también “para destacar una secuencia de eventos”, cuando el completivo “permite resaltar el hecho de que los eventos no se empalman y que forman una secuencia: termina uno, empieza otro” (Polian 2013: 155). Refiriéndose a eventos pasados, las marcas del incompletivo pueden aparecer en discurso narrativo. Dentro de la familia maya, hay lenguas que emplean el incompletivo en narraciones más frecuentemente –como mam o uspanteko– y otras que lo emplean menos frecuentemente – como tzotzil o sakapulteko– (Vinogradov 2014a: 51–52). No obstante, los empleos del incompletivo para marcar un evento aspectualmente perfectivo que pertenece al pasado se encuentran en narraciones con mayor o menor frecuencia por todas partes (12–14). (12) Mam tzinxax n=jaa=tz t-jak’u-’n  xjaal aj luego inc=dir=dir 3sg.erg-jalar-tr persona dem t-k’uxb’il 3sg.poss-cuchillo ‘Luego la persona sacó su cuchillo’ (England & Ortiz 1985: 5, ej. 43) (13) Chol mu=x i-kaj i-pejk-an inc=ya 3a-empezar 3a-hablar-inc ‘Entonces empezó a hablar[le]’ (Whittaker & Warkentin 1965: 125)


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(14) Tzotzil ch-k’ot la ta mukenal inc-llegar quot prep cementerio ‘Dicen que llegó al cementerio’ (Laughlin 1977: 28)

Hay otros casos en los que el incompletivo es compatible con referencia al pasado. Por ejemplo, en tzotzil hay partículas especiales que autorizan el empleo del incompletivo en un contexto temporalmente impropio (Vinogradov 2014a: 44). 3.3 Alternativas posibles Es evidente pues, que el completivo y el incompletivo en las lenguas mayas no son categorías puramente aspectuales, ni tampoco son categorías puramente temporales. Entonces, ¿cómo se puede analizar su semántica? En general, hay dos opciones. Primero, se les puede considerar como aspectuales en unas circunstancias y como temporales en otras. Aceptando esta opción, hay que hacer una suposición de que existen algunas condiciones que determinan en cada contexto particular si el aspecto supera al tiempo o, por el contrario, el tiempo supera el aspecto. Segundo, se puede aceptar que no son aspectuales ni temporales, y entonces hay que entender cuál es el ámbito semántico cuyos significados realmente se expresan por estas categorías. La segunda alternativa implica al menos dos soluciones posibles: se puede analizar la semántica del completivo/incompletivo en términos modales o se puede emplear la noción de tiempo relativo o taxis.


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De hecho, la primera hipótesis no es tan innovadora porque la interconexión entre aspecto y tiempo se registra tipológicamente en varias lenguas del mundo (Dahl 1985: 79–83). Un ejemplo muy común es cuando el perfectivo aparece restringido por el tiempo pasado y resulta una categoría a la que se suele llamar aoristo (consúltense Comrie 1976: 71–73 y Dahl 1985: 80 para más detalles). No obstante, los rasgos semánticos del completivo maya no corresponden completamente con los del aoristo; como fue mostrado en §3.2 (ejemplos 10–11), el completivo en las l­enguas mayas no necesariamente se emplea con referencia al tiempo pasado. Otra posibilidad es interpretar el completivo/incompletivo como una distinción que se basa en propiedades modales y cuya semántica en realidad no tiene nada que ver con aspecto ni tiempo. DeChicchis (1996: 69) propone una interpretación modal del sistema de tiempo-aspecto en q’eqchí’, sugiriendo que “la mayoría de los hablantes sigue distinguiendo predicados según asertividad, predictibilidad y optatividad”. El sistema verbal en q’eqchí’ es muy amplio en comparación con otras lenguas de la familia (§2), y la presencia de categorías evidentemente modales (­potencial, optativo) puede favorecer considerablemente la interpretación modal. Para otras lenguas, no se han propuesto hipótesis parecidas, que yo sepa. Para las lenguas con distinción binaria entre el completivo e incompletivo, uno puede sugerir tratar estas categorías como la dicotomía realis/ irrealis que es común para las lenguas de América del Sur (Müller 2013: 135–141).4 La referencia al futuro que en las lenguas mayas ­comúnmente 4

Roberts (1990), Givón (1994) y otros autores consideran al irrealis como una categoría modal. No obstante, según las evidencias obtenidas mediante estudios tipológicos, el ámbito de irrealis en las lenguas del mundo es mucho más amplio que el dominio de modalidad, y por


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se expresa por el incompletivo sin tomar en cuenta los rasgos aspectuales de la acción, puede considerarse desde el punto de vista modal; véase Palmer (2001: 104–106). El incompletivo maya podría pues ser identificado con la modalidad irrealis: “[los] eventos futuros son frecuentemente clasificados como irrealis […] ya que no han ocurrido (todavía)” (Mithun 1995: 378). Esta propuesta se apoya también en otros estudios tipológicos; por ejemplo, Elliott (2000: 70) menciona, entre los objetivos frecuentes de marcación con irrealis, en primer lugar, a los eventos potenciales. Es notable que en segundo lugar se mencionan eventos condicionales que en las lenguas mayas también permiten el empleo del incompletivo. Si el incompletivo parece ser buen “candidato” para el irrealis, el completivo –siendo el otro miembro de la oposición– será el realis. Sin embargo, la dicotomía del completivo/incompletivo tiene una correspondencia con la del realis/irrealis en la mayoría de los contextos, pero no en todos. El mayor problema aparece con el significado progresivo, es decir, cuando una acción se está desarrollando en el presente. Este significado es considerado por Elliott (2000: 68) el empleo más básico de la categoría de realis: “un evento que se percibe como sucediendo o al menos como iniciado, prototípicamente se marcará por realis”. Pero en muchas lenguas mayas los eventos que están en progreso no llevan marca del completivo; al contrario, pueden ser marcados por el incompletivo (15–16) o por una marca especial del progresivo si este se representa como una categoría separada en la lengua particular (17). lo tanto la distinción realis/irrealis no necesariamente debe ser considerada como un subtipo de distinción modal (Plungian 2004: 16–17).


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(15) Ixil ni kuxh un-chuk un-b’ooj w-aq’on inc solo 1sg.a-buscar 1sg.poss-poco 1sg.poss-trabajo ‘Solo estoy buscando un poco de trabajo.’ (Ayres et al. 2001: 272) (16) Chontal u=yer-o mundo 3a=caer-inc mundo ‘El mundo está cayendo.’ (Knowles & Hernández 1989: 232) (17) Chuj lan honh-s-mil-an-cham heb’ winh ejersito prog 1pl.abs-3erg-matar-suf-morir 3pl clf:hombre ejército ‘Nos está matando el ejército.’ (Buenrostro 2013b: 41, ej. 44)

Así pues, el completivo no aparece en el contexto prototípico realis. La última opción es considerar el completivo/incompletivo maya como categorías que expresan significados del dominio semántico de tiempo relativo o taxis. Jakobson (1957: 135) fue el primer autor que introdujo el término taxis que “caracteriza el evento narrado en relación a otro evento narrado sin referencia al evento del habla”. Este término no fue admitido de modo general y “no ha jugado papel importante en la discusión sobre tiempo y aspecto” (Zeisler 2004: 46). A veces se emplea en descripciones de sistemas verbales en las lenguas eslavas, o para explicar las reglas de la coordinación de tiempos en las lenguas indoeuropeas (por ejemplo, consúltese Martínez 1995 para el caso del griego antiguo). En el mismo sentido, a veces se emplea el término ­tiempo


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relativo que revela adecuadamente la diferencia con el tiempo absoluto: Comrie (1985: 56) traza el límite entre tiempo relativo y tiempo absoluto de acuerdo con la disposición del punto de referencia que establece el marco para determinar la ubicación de la situación en la escala temporal. Para el tiempo absoluto es el momento del habla, mientras que para la taxis es un momento determinado por el contexto que no coincide necesariamente con el momento del habla. Los términos taxis y tiempo relativo parecen ser sinónimos. En lo sucesivo se emplea el término taxis para evitar confusión entre tiempo absoluto y tiempo relativo. Además, el término tiempo relativo parece ser confuso por sí mismo ya que la concepción del tiempo de todas formas presupone algo de relatividad. 4. El dominio semántico de taxis En §3.1 y §3.2 se mostró por qué no se puede describir la semántica del completivo/incompletivo en las lenguas mayas en términos aspectuales ni temporales. En §3.3 se plantearon las hipótesis acerca de cómo se podría analizar estas categorías. De las cuatro hipótesis mencionadas arriba la más acertada parece ser la última, que se basa en la noción de taxis. 4.1 Los significados de taxis: anterioridad, simultaneidad y posterioridad Dado que el completivo y el incompletivo se restringen temporalmente, el problema con la interpretación temporal del completivo/incompletivo aparece cuando uno se enfrenta con las excepciones de las reglas que predeterminan el empleo del incompletivo en relación al presente o


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futuro, y el empleo del completivo en relación al pasado. Efectivamente, la noción de taxis explica muy bien los casos excepcionales en los que el completivo sí se combina con la referencia temporal del presente/futuro y el incompletivo se combina con la referencia temporal del pasado; pero, el punto de referencia no debe ser el momento de habla como en el caso de tiempo absoluto, sino otro momento particular dado por el contexto. Este otro momento puede coincidir con el momento del habla o no. Voy a mostrar esta diferencia con el ejemplo de la oración condicional (10) que se repite a continuación. (10) Tzotzil ti_mi i-kuch  k-u’un=e, ta x-bat si com-acarrear 1sg.poss-causa=encl inc inc-irse k-al-be li a-tot 1sg.erg-hablar-appl def 2poss-padre ‘Si gano [lit. “acarrea mi causa”], voy a hablarle a tu padre’ (Laughlin 1977: 34)

Hablando de tiempo absoluto, la oración (10) pertenece al futuro, ya que ambos eventos al momento de hablar todavía no han sucedido y ni siquiera empezaron a suceder. Sin embargo, el primer evento (ganar) evidentemente precede al otro (hablar) por lo que hablando de taxis, lo que expresa la primera forma verbal marcada por el completivo es anterioridad en relación al otro evento mencionado en la cláusula principal. La relación temporal con el momento del habla en este caso no importa. Así pues, el completivo aquí tiene el significado de anterioridad, m ­ ientras


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que el incompletivo expresa simultaneidad o posterioridad; estos tres significados pertenecen al dominio semántico de taxis. De hecho, parece que precisamente la distinción entre anterioridad, por un lado, y simultaneidad o posterioridad, por otro lado, es lo que se sobreentiende bajo la noción de terminación que muy comúnmente se usa en diferentes gramáticas mayas cuando se trata del completivo/incompletivo (véase §1.2.). Normalmente, el punto de referencia temporal que es crucial para determinar el significado de la taxis coincide con el momento del habla, y en este caso no hay diferencia entre tiempo absoluto y taxis. Pero el punto de referencia puede ser trasladado hacia el futuro o, más comúnmente, hacia el pasado, como en el caso de subordinación condicional, y así se explican otras excepciones mencionadas en §4.2. El empleo del incompletivo en discurso narrativo se explica por el traslado del punto de referencia desde el momento en que se habla hacia el “tiempo narrativo” (el momento en que suceden los eventos narrados). Este traslado no lleva ninguna marca específica y se determina pragmáticamente por la situación de narración. Así pues, un evento narrado es simultáneo al punto referencia y por eso permite marcación incompletiva aunque sea anterior al momento del habla. En Vinogradov (2014a: 50) se hace notar que este fenómeno en las lenguas mayas es hasta cierto grado similar al así llamado “presente histórico” en las lenguas europeas. El empleo del completivo para marcar una secuencia de eventos en presente o futuro mencionado por Polian (2013: 155) no encuentra buena explicación si el completivo/incompletivo fueran categorías aspectuales, pero se explica muy bien tomando en cuenta la noción de taxis. Lo que es i­ ndicado por el completivo es la anterioridad de un evento en la secuencia en referencia a otro evento de la misma


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secuencia; el empleo del completivo en este caso subraya que “los eventos no se empalman […]: termina uno, empieza otro”. 4.2 Combinación semántica de taxis y aspecto A pesar del razonamiento presentado en §4.1, analizar los sistemas verbales mayas apoyándose solo en la noción de la taxis sería una simplificación injustificada. La razón de ello es una variación en la marcación: los casos descritos en §3.2 como excepciones de las reglas básicas de la incompatibilidad del completivo e incompletivo con referencia al futuro y al pasado respectivamente casi siempre tienen alternativas no excepcionales, esto es, cuando el completivo y el incompletivo son posibles en un mismo contexto. Esto no solo concierne a las narraciones en las que los marcadores gramaticales desempeñan funciones discursivas y se pueden desviar de sus significados primarios, sino también a otros contextos. Por ejemplo, las oraciones subordinadas de condición real presentadas en (10– 11) no necesariamente deben ser marcadas por el completivo; también se puede emplear el incompletivo sin visibles cambios semánticos (18–19). (18) K’iché’ we ka-q-aj ka-qa-tik ri q-ab’ix si inc-1pl.erg-querer inc-1pl.erg-sembrar def 1pl.poss-maíz nab’e ka-qa-josq’ij u-wach ri ulew primero inc-1pl.erg-limpiar 3sg.poss-superficie def tierra ‘Si queremos sembrar nuestro maíz, primero limpiamos el lugar.’ (Petrich 1998: 82)


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(19) Tzotzil ti _mi ch-a-k’an=e che’e, ch-a-j-timan si inc-2erg-desear=encl entonces inc-2abs-1erg-atar komel li’ ta y-ok te’=e dir:quedarse aquí prep 3poss-pie árbol=encl ‘Entonces, si quieres, te dejo atado aquí debajo del árbol.’ (Laughlin 1977: 66)

Los “contraejemplos” (18–19) son buenos argumentos a favor de no considerar el completivo/incompletivo como categorías exclusivamente de la taxis. Otro contexto en que el completivo parece ser intercambiable con el incompletivo sin afectar los rasgos semánticos es un evento habitual en el pasado que ya no es actual en el presente, es decir, un evento habitual que fue sustituido por otro evento; compárese (9) y (20). (20) Tzeltal a. ta jujun sab ya x-bajt ta a’tel prep cada mañana inc inc-irse prep trabajo ‘Cada mañana se iba al trabajo’ (Pérez et al. 1994: 289) b. ya y-al-ik ta namey te ya x-k’opoj inc 3erg-decir-pl prep antes rel inc inc-hablar te ts’i’=e def perro=encl ‘Dicen que el perro antiguamente hablaba’ (Alarcón et al. 1997: 227)


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Este rasgo no es característico solo del tzeltal. Lo mismo sucede, por ejemplo, en chol (21). (21) Chol a. tyi i-pejtyälel k’iñ che’ mi’ i-k’oty-el tyi prep 3poss-todo día conj inc 3a-llegar-inc prep iy-otyoty=i 3poss-casa=encl ‘Siempre que regresaba a su casa […]’ (Relatos choles 2002: 46, 48) b. kabäl kixtyañuj-ob tyi lak-lumal mi’ mucho persona-pl prep 1pl.incl.poss-pueblo inc i-k’uxb-iñ-oñ 3a-amar-inc-1b ‘Muchas personas del pueblo me querían’ (Relatos choles 2002: 42)

La interpretación del completivo/incompletivo como taxis implica el criterio de ubicación del punto de referencia en la escala temporal que por sí mismo es muy vago. En la mayoría de los casos la lengua no dispone de ninguna marca especial para indicar este punto. Por consecuencia, casi nunca se puede confirmar con exactitud que el momento de referencia coincide con uno u otro evento. Pero aun así, los ejemplos de ausencia de contraposición entre el completivo y el incompletivo (18–21) hacen claro que no siempre es correcto analizar el completivo como una categoría de taxis que expresa anterioridad ni el incompletivo como una categoría de taxis que expresa simultaneidad o posterioridad. Se


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s­ upone que, aparte de los significados del dominio semántico de taxis, dichas categorías expresan significados aspectuales. En algunos contextos prevalece la semántica de taxis y en los otros la de aspecto. Pero cuáles son los contextos del primer tipo y cuáles son los del segundo, no está claro. Las categorías que abarcan dominios de tiempo y de taxis a la vez son muy bien conocidas en lenguas europeas. Un ejemplo posible se presenta en el así llamado “futuro en el pasado” que manifiesta el conjunto del significado temporal de pasado y el significado de posterioridad que pertenece al dominio de taxis. En español, por ejemplo, así es el significado gramatical de la forma irías en la oración Ayer me dijiste que irías al mercado que, aparte de expresar la información sobre persona, número y modo, indica cumulativamente el tiempo pasado y la taxis de posterioridad. Con respecto a la taxis, irías se opone a ibas que expresa simultaneidad en el pasado y a habías ido que expresa anterioridad. La combinación de aspecto y taxis no es tan común tipológicamente, aunque se encuentran algunos ejemplos. Comrie (1976: 78–81) describe un sistema combinado de taxis (en su terminología tiempo relativo) y aspecto en el árabe que es de sumo interés a la luz de los datos de las lenguas mayas. El tradicionalmente llamado “imperfectivo” en el árabe en general se interpreta con referencia al presente o futuro (y los rasgos aspectuales del evento no importan), mientras que el tradicionalmente llamado “perfectivo” normalmente tiene referencia estricta al pasado. No obstante, al igual que en las lenguas mayas, las cláusulas subordinadas de condición o de tiempo permiten el empleo del completivo aun cuando se refieren al futuro. Y cuando por el contexto es evidente que se trata del pasado, el “imperfectivo” puede llevar significado aspectual indicando la


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duración o habitualidad del evento. Así pues, la estructura y semántica del sistema verbal en el árabe efectivamente es muy parecida a lo que se presenta en las lenguas mayas con sistemas verbales binarios que involucran la dicotomía completivo/incompletivo. El árabe puede servir como buena evidencia de que sí existen sistemas verbales cuyos miembros reúnen significados de los dominios semánticos de aspecto y taxis. 5. Un bosquejo comparativo Como lo hemos visto en §2, los rasgos morfológicos de tiempo-aspecto varían mucho enre las lenguas de la familia. Lo mismo sucede con la estructura general del sistema verbal. Dada la variación morfológica y morfosintáctica, uno puede dudar también de la semántica de las categorías de tiempo-aspecto, en tanto que es poco probable que sea la misma en diferentes lenguas mayas. En §4.2 se describió la posibilidad de analizar la semántica del completivo/incompletivo como combinación de significados de taxis y aspecto. Este análisis es conveniente para las lenguas con oposición binaria entre el completivo e incompletivo, como en chontal o tzeltal, por ejemplo, y posiblemente pueda aplicarse al huasteco, chol o k’iché’, lenguas en donde el sistema de tiempo-aspecto no se limita al completivo e incompletivo, pero en las que los demás miembros del paradigma –perfecto, progresivo y optativo, respectivamente– con sus significados muy particulares no intervienen en el ámbito semántico del completivo/incompletivo. Pero, por ejemplo, en las lenguas con la categoría del “futuro” o “potencial” la situación ya es diferente porque el significado de taxis


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­ osterior ya no pertenece al ámbito del incompletivo, y posiblemente no p se interpreta del todo como un significado de taxis, sino como tiempo futuro o modo potencial. Esto concierne también a las lenguas con paradigmas de tiempo-aspecto más amplios. Stewart (1979: 187), al describir el sistema verbal en q’eqchí’, hace una observación muy importante que en cierta medida puede ser aplicada para otras lenguas mayas: “Un ‘afijo de tiempo/aspecto’ puede expresar modo y también puede ser más ‘temporal’ que ‘aspectual’, o al revés”. Así pues, para entender la semántica del completivo/incompletivo no es suficiente suponer que indican una combinación de aspecto y taxis; según las lenguas particulares es muy probable que a veces haya que considerar también los ámbitos de modalidad, irrealidad, o distancia temporal. Además, es interesante notar que a veces al analizar una categoría puede ser útil proponer la ausencia de uno u otro significado –véase el análisis del completivo en el maya yucateco propuesto por Bohnemeyer (1998: 327) que dice que el completivo (en su terminología: perfectivo), a diferencia de otras categorías, no lleva ningún significado modal y por lo tanto no se usa en relación al tiempo futuro. En Vinogradov (2014b: 72) se hace notar que “la semántica del incompletivo varía considerablemente según la lengua particular dentro de la familia maya”, y para definirla es necesario tomar en cuenta la semántica de otras marcas que, juntas, constituyen el paradigma de tiempo-aspecto. Lo mismo es correcto para el completivo, aunque la variación semántica del completivo no es tan esencial porque no depende tanto de otras categorías con significados temporales y/o aspectuales que ­existen en la lengua. Según el estudio de Vinogradov (2014b), se desta-


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can los siguientes tipos semánticos generales del incompletivo dentro de la familia (Tabla 1). Tabla 1: Tipos semánticos del incompletivo en las lenguas mayas CONSTITUYENTES SEMÁNTICOS

EJEMPLOS DE LENGUAS

1.

Habitual + Progresivo + Futuro/Posterioridad

chontal, tseltal, huasteco

2a.

Habitual + Progresivo

q’eqchí’, chuj, mam

2b.

Habitual + Futuro/Posterioridad

chol

3.

Habitual

yucateco, mopán, itzá’

A continuación estos tipos se ilustran con ejemplos de tres lenguas: chontal, q’eqchí ’ y maya yucateco. El chontal presenta un ­incompletivo semánticamente muy amplio que incluye el aspecto habitual (22a), el aspecto progresivo (16, 22b) y el significado de posterioridad (5, 22c) que pertenece al dominio de taxis. (22) Chontal a. lo ke u=pojl-en=ba mäx ts’ita’ dem rel 3a=conseguir-inc=encl muy poco ‘Lo que conseguía era muy poquito’ (Keller & Luciano 2001: 60, ej. 3) b. u=chän-i-job u=chikt-an um=p’e noj k’ak’ 3a-ver-com-pl 3a-reflejar-inc uno=clf grande fuego ‘Vieron que alumbraba un gran fuego’ (Keller & Luciano 2001: 69, ej. 132)


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c. ka’_jini kä=kol-an kä=juntuma=la täkä así 1pl.a=quedarse-inc 1pl.poss=solo=incl también ‘Así nos quedaremos solos también’ (Keller & Luciano 2001: 61, ej. 13)

El chontal marca el incompletivo por medio de flexión sufijal (§2). Hay varios alomorfos del incompletivo –en (22) solo se presentan -en y -an– y su distribución se determina por la clase léxico-sintáctica del verbo; es decir, por la transitividad, agentividad, etc. Para una descripción detallada, consúltese Osorio May (2005). El q’eqchí’ dispone de una marca especial para indicar la posterioridad (futuro o potencialidad), y por lo tanto el incompletivo se limita a los significados de habitual (23a) y progresivo (23b), aparentemente combinándolos con el significado de simultaneidad.5 (23) Q’eqchí’ a. rajlal kutan na-qa-tiw keenq’ r-ik’in ik’ cada día inc-1pl.erg-comer frijol 3sg.poss-con chile ‘Cada día comemos frijol con chile’ b. eb’ li kok’ xul nak-e’-b’ichank ut pl def pequeño animal inc-3pl.abs-cantar y 5

Los ejemplos del q’eqchí’ provienen del trabajo de campo con hablantes nativos realizado en diciembre del 2014. Expreso mi gratitud a la Fundación de Investigaciones Lingüísticas Fundamentales por haber apoyado mi proyecto de investigación. Cordialmente agradezco a Guillermo Saquil y Alejandro Quib por haberme compartido la riqueza del idioma q’eqchí’.


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eb’ li wakax nak-e’x-toq’i li ichaj pl def vaca inc-3pl.erg-masticar def hierba ‘Los pájaros cantaban, y las vacas masticaban el pasto’

El incompletivo en q’eqchí’ tiene tres alomorfos: n-, na- y nak-, y su distribución depende de la marca personal que los sigue. En (23a) antes del prefijo ergativo de la primera persona plural qa- se utiliza el prefijo na-, mientras que en (23b) en ambos casos se presenta la forma completa nak-. Finalmente, el incompletivo estrecho que no se extiende fuera de la combinación de los significados de habitual y simultaneidad se encuentra en las lenguas mayas de la rama yucatecana (24). (24) Yucateco sáansamal k=u ts’on-ik kéej diariamente inc=3a cazar-inc venado ‘Todos los días cazaba venados’ (Andrade & Máas Collí 1999: 51)

En (24) se nota la doble marcación del incompletivo en el yucateco conforme a lo que fue dicho en §2. El incompletivo se indica por el elemento prepositivo auxiliar k que lleva la marca de persona enclitizada y al mismo tiempo por el sufijo verbal -ik. Así pues, parece que casi siempre se puede interpretar el incomple­ tivo maya en términos de aspecto y taxis, solo que en diferentes lenguas se expresan diferentes significados de estos dominios semánticos y operan diferentes reglas, de preferencia de un dominio al otro en contextos


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­ articulares. No obstante, otras categorías de tiempo-aspecto pueden p requerir el empleo de otros términos para su análisis semántico. En ello se manifiesta la tendencia más o menos general en las lenguas mayas de combinar varios significados de tiempo, aspecto, taxis, distancia temporal y modo, no solo en el marco del paradigma verbal en general, sino también en el marco de las categorías particulares que constituyen este paradigma. 6. Conclusiones Por el momento está claro que el completivo/incompletivo no indican solo tiempo y tampoco solo aspecto. La igualación de la oposición completivo/incompletivo con la del perfectivo/imperfectivo –dos categorías aspectuales registradas en varias lenguas del mundo– únicamente puede complicar más el problema semántico ya que los significados que se expresan por el completivo/incompletivo evidentemente no son los mismos que se sobreentienden tipológicamente cuando se trata de la dicotomía perfectivo/imperfectivo. En este artículo fueron analizadas varias propuestas para la descripción de la semántica del completivo/incompletivo: como un conjunto de tiempo y aspecto, como categorías modales, en términos de la oposición realis/irrealis y en términos de taxis o tiempo relativo. No se logró optar por alguna de estas alternativas que sirviera indiscutiblemente para todas las lenguas de la familia, aunque la combinación de aspecto y taxis parece ser la hipótesis más probable. Zeisler (2004: 47) en su libro sobre los sistemas de tiempo-aspecto en las lenguas de Tíbet menciona que “muy


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a menudo no le hacen caso al papel que juega la taxis en otras lenguas [no indo-europeas]”, y probablemente, esto también puede ser el caso de las lenguas mayas. Como se mostró en §5, diferentes lenguas mayas tienen diferentes sistemas de tiempo-aspecto, tanto en lo que concierne a la morfología y morfosintaxis como al juego de categorías. No es sorprendente que el completivo/incompletivo también difiera semánticamente según la lengua particular. Por lo tanto, se necesita analizar la semántica del completivo/incompletivo por separado en cada lengua de la familia, y un análisis comparativo como el que se da en el presente trabajo por el momento solo puede servir como punto de partida para investigaciones más profundas. Otro punto relevante para la presente discusión es el desarrollo diacrónico de la semántica del completivo/incompletivo. Si aún aceptamos la propuesta de que el completivo e incompletivo representan los dominios de aspecto y taxis al mismo tiempo, hay que definir los contextos en los que la taxis es más significativa que el aspecto y los contextos en los que el aspecto es más significativo que la taxis. En el árabe –una lengua con sistema verbal muy parecido a los sistemas mayas en lo que concierne a la combinación de aspecto y taxis (véase §4.2)– según Comrie (1976: 80), “el grado en el que el aspecto o taxis es predominante parece haber cambiado en el transcurso del desarrollo”. Hasta el momento desde el punto de vista diacrónico, no se puede postular ninguna hipótesis acerca del caso de las lenguas mayas, ya que no hay estudios semánticos del completivo/incompletivo ni de otras categorías verbales. Ello podría servir como un tema interesante para trabajos futuros.


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Abreviaturas 1, 2, 3 – primera, segunda y tercera persona; a – juego “A” de marcas pronominales; abs – absolutivo; appl – aplicativo; aseg – asegurativo; b – juego “B” de marcas pronominales; c – juego “C” de marcas pronominales; clf – clasificador; com – completivo; conj – conjunción; def – artículo definido; dem – demostrativo; dir – direccional; encl – enclítico; erg – ergativo; exist – existencial; inc – incompletivo; incl – inclusivo; pass – pasivo; pl – plural; poss – posesivo; pot – potencial; prep – preposición; prog – progresivo; quot – citativo; refl – reflexivo; rel – relativizador; sg – singular; suf – sufijo; tr – sufijo transitivizador. Referencias Alarcón Estrada, Verónica & Esponda Jimeno, Víctor & Gómez Gómez, Antonio & Pérez López, Enrique (eds.). 1997. Cuentos y relatos indígenas, vol. VI. México D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México. Andrade, Manuel & Máas Collí, Hilaria (eds.). 1999. Cuentos mayas yucatecos, vol. 1. Mérida: Universidad Autónoma de Yucatán. Ayres, Glenn & Colby, Benjamin & Colby, Lore & Ko’v, Xhas. 2001. El hombre que fue al inframundo porque se preocupó demasiado por la pobreza: Texto Ixil de Nebaj. Tlalocan XIII. 267–312. Barrett, Edward Rush. 1999. A grammar of Sipakapense Maya. Austin: University of Texas. (Tesis doctoral.)


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FORM AND FUNCTION OF THE YORÙBÁ HTS (HIGH TONE SYLLABLE) REVISITED: EVIDENCE FROM ÌGBÒ SECOND LANGUAGE LEARNERS OF YORÙBÁ Boluwaji Oshodi Adekunle Ajasin University Akungba-Akoko, Nigeria bolu_oshodi@yahoo.com

The HTS (High Tone Syllable), a v-shaped element that occurs between the subject noun phrase and the verb phrase in declarative sentences, remains unarguably a most controversial element in the grammar of Yorùbá language, as scholars have expressed contradictory opinions on its precise form and function. This study examines the HTS from the standpoint of second language acquisition with data collected through oral production from three Igbo native speakers (one child and two adults) who were Yorùbá L2 learners. It was discovered that the element has the unvarying form o with a high tone (ó ) and it usually and persistently occurs before verbs, and also appears to indicate tense and aspect in their interlanguage. The study concludes that, though the actual syntactic function of the HTS still remains controversial, evidence from Igbo L2 Yorùbá learners supports the fact that the element functions more like a tense and aspectual marker which indicates past/present actions in the language, as suggested by Awóbùlúyì (1992). Keywords: High-Tone Syllable, second language acquisition, Yorùbá, Ìgbò, tense and aspect. CUADERNOS DE LINGÜÍSTICA, VOL. 3, NÚM. 1, 2016

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La sílaba de tono alto (HTS por sus siglas en inglés), un elemento en forma de vocal que aparece entre la frase nominal sujeto y la frase verbal en oraciones decla­rativas, es sin duda un elemento muy controvertido de la gramática del yoruba, dado que los estudiosos de la lengua han expresado opiniones contradictorias acerca de su significado y función precisos. Este estudio examina la HTS desde el punto de vista de la adquisición de segunda lengua, con datos de producción oral recolectados de tres hablantes nativos de igbo (dos adultos y un niño), aprendices de yoruba como segunda lengua. Se descubrió que el elemento tiene la forma invariable o con tono alto (ó ) y que se coloca usualmente antes de los verbos, al parecer indicando tiempo y aspecto en su interlengua. El estudio concluye que, aunque la función sintáctica precisa de la HTS permanece en discusión, la evidencia recolectada a partir de hablantes nativos de igbo que adquieren el yoruba como segunda lengua apoya la hipótesis de que el elemento funciona como un marcador de tiempo y aspecto que indica acciones pasadas y presentes, como propone Awóbùlúyì (1992). Palabras clave: sílaba de tono alto (HTS), adquisición de segunda lengua, yoruba, igbo, tiempo y aspecto.

1. Introduction Language acquisition is a branch of psycholinguistics that has become increasingly relevant in the field of linguistics, as it has helped explain some knotty issues, like what happens to learners in the course of acquiring a language –either first or second, and the underlying competence displayed by second language (L2) learners in the process of L2 acquisition, which is usually triggered by the residual knowledge of the first language (Long 2003; Slabakova 2009). It is also relevant in explaining the mental phenomenon involved in the preference of a particular lexical item over another in certain contexts by learners, and why learners (L1


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or L2) arrange lexical items in a regular and specific pattern. Thus, language acquisition, particularly second language acquisition, can throw light on why second language learners would arrange lexical items differently from native speakers, and why such learners would use a particular lexical item in a context in which it does not occur in the speech of a native speaker. The present study attempts to unravel the mystery surrounding the form and function of a controversial grammatical element in standard Yorùbá with evidence gathered from L2 learners of the language. The data revealed interesting facts, some of which substantiate existing claims on the element, while new facts were also uncovered. These findings help to make significant generalizations concerning the status and function of this element in Yorùbá. 2. Previous Studies on the High Tone Syllable The High Tone Syllable (HTS henceforth) is a v-shaped element which occurs between the subject noun phrase (NP) and the verb in declarative sentence in Yorùbá. It is undoubtedly a controversial element in the grammar of the language, since various scholars have assigned to it conflicting forms and functions. For instance, Bámgbós�é (1967: 33-34) and Courtenay (1968: 70-74) call it a concord marker, Fresco (1970: 65) believes it is a subject marker, Stahlke (1974: 170) analyses it as a subject concord prefix, Bámgbós�é (1990) refers to it as a pronoun, Déchaine (1993: 84) says it is an agreement marker, Bisang & Sonaiya (1999) consider it a validator of actualized predicates, while Awóbùlúyì (1978, 1992, and 2001), Adés�uyan (2006:1-9) and Olúmúyìwá (2009: 129-137)


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all ­believe it is a preverbal element that marks past or present actions. Among all the analyses of the functions of HTS, the two most popular ones are the one that regard it as a pronoun and the one that considers it as a pre-verbal element that marks tense and aspect. Here are some examples of the HTS in standard Yorùbá with its contexts of occurrence: (1) Dàda á

mu

omi → Dàdá mu omi

Dàda hts drink water ‘Dàda drank water’

(2) Ayò ó� mu omi → Ayò� ó  mu omi Òjó hts drink water

‘Titi drank water’

(3) Dàda ni

ó

mu

omi

Dàda foc hts drink water

‘It was Dàda who drank water’

(4) Òjó ati

Dàda ni

ó

mu omi

Òjó and Dàda foc

‘It was Òjó and Dàda who drank water’

(5) Ó mu omi 3.sg drink water

‘He/she drank water’

hts drink water


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Bámgbós�é (1990) and O�ladeji (2003) refer to the HTS (ó ) in (3), (4) and (5) as pronouns. The one in (3) and (4) is tagged a resumptive pronoun, while the example in (5) is glossed as a 3.sg short subject pronoun. However, Awóbùlúyì (1992; 2005; 2006) expresses a contrary view and claims that the HTS is not a pronoun but a preverbal ­marker of past/present action. Awóbùlúyì (1992) proposed the form o with a high tone (ó ) as the underlying form for the HTS in standard Yorùbá. He also claims that the HTS usually assimilates to the form of the last vowel of the preceding NP. His claim was borne out of the fact that the form ó with a high tone is found in several Yorùbá dialects in similar positions with a similar function, e.g. Òn`dó (Adés�uyan 2006), Èkìtì (Olúmúyìwá 2009), Ò�wò� (Oshodi 2013). Thus, examples (1) and (2) would be derived as shown in (6) and (7) below: Underlying form  Assimilation  Deletion/Tone transfer (Surface form) (6) Dàda ó mu omi → Dàda á mu omi → Dàdá mu omi Dada hts drink water ‘Dada drank water’ (7) Ayò� ó mu omi → Ayò� ó� mu omi → (a)*Ayó� mu omi. (b) Ayò� ọ́ mu omi Ayò� hts drink water ‘Ayò� drank water’

In (6), the form ó occurs as the underlying form, then it is assimilated to the form of the last vowel of the preceding NP, and at the ­surface


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level the HTS is deleted and its tone gets transferred to the last vowel of the preceding NP. In (7), we observe that, after assimilation, the HTS is retained at the surface level in the correct form in (b). This is a result of a rule in Yorùbá where anytime the noun of the NP has two or more syllables, and the last two syllables occur in a sequence of mid and low tones –like the example Ayò�–, the low tone on the last vowel of the NP is retained and the assimilated form of the HTS is also retained. The asterisked form is thus ungrammatical in standard Yorùbá. However, Olúmúyìwá (2009) observed that in similar examples in the Èkìtì dialect, the HTS is deleted and its tone gets transferred to the last vowel of the preceding NP. Thus, the asterisked form, which is ungrammatical in standard Yorùbá, would be grammatical and acceptable in Èkìtì. This is another fact that validates Awóbùlúyì’s claim. Furthermore, Awóbùlúyì (1992; 2001) argues that the first overt elem­ ent in (5), i.e. ó, which Bámgbós�é (1990) and O�ladeji (2003) call a 3.sg pronoun is the same HTS which occurs underlyingly in (6) and (7). Awóbùlúyì claimed that the 3.sg pronoun in Yorùbá is always covert in the kind of construction exemplified in (5) (see Awóbùlúyì 2001 for a detailed discussion on this claim). It is interesting to note that, in spite of his persistent position on the HTS, Awóbùlúyì (1992) opined that a perfect solution may never be found to the problem of the HTS in Yorùbá, based on the polarized opinion on its actual form and function, and to date, the controversy continues.


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3. The Present Study There has been no previous attempt to examine the HTS from the second language learner’s perspective. However, studies have shown that second language learners have a way of obeying the rules of the L2 to the letter, even rules which native speakers would normally disobey and ignore (White & Juffs 1998; Hoover & Dwivedi 1998; Clahsen & Felser, 2006). We believe that data from L2 learners would help explain some controversial issues in such language, even those that arise among native speakers. This is the approach that the present study adopts when focus­ ing on the occurrence and function of the HTS; thus, we examine data from the interlanguage grammars1 of some Ìgbò L2 speakers of Yorùbá. 3.1 General Objective of the Study This study tries to ascertain the status of the HTS in Yorùbá in terms of its actual form and function. It attempts to see the form that the second language learners of Yorùbá (Ìgbò L1 speakers in this case) would use to represent the HTS in obligatory contexts, as well as the function that they would assign to the element in such contexts in their interlan1  The

interlanguage grammar according to Selinker (1972) refers to intermediate states or intermediate grammars of a L2 learner’s language as it moves towards the target language. It is a product of a creative process driven by inner forces and interaction, influenced by L1 and input from the target language. The interlanguage grammar has some peculiar characteristics, the most prominent one being its frequent changes. It is also governed by some innate rules as well as the structure of the L1.


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guage grammar. It focuses on the contexts of occurrence of the HTS in Yorùbá sentences, and in the function it performs in each of the contexts in which it was used by the Ìgbò L2 Yorùbá learners. 3.2 Sampling The subjects for this study were three native speakers of Ìgbò2 (a child and two adults), who were second language learners of Yorùbá. The first subject (Uche) was a ten-year-old boy whose parents are of Ìgbò extraction. He was born and raised in a small village in Imo State, one of the five states which make up the South-East (Ìgbò region) in Nigeria. His parents moved to Ibadan (a town in the Southwestern part of Nigeria), where Yorùbá is the lingua franca, when he was five years old. Prior to this time, Uche had never had any encounter with Yorùbá native speakers and the only language he spoke according to his parents was Ìgbò. He was enrolled in a public primary school where all the teaching took place in Yorùbá, and the students also communicate among them in Yorùbá, but the parents still used Ìgbò when talking to him at home. At the time of data collection, Uche had spent five years in Ibadan and had been exposed to Yorùbá language for five years, both formally and informally. The second subject (Pius) was a 49-year-old trader also of Ìgbò extraction. He was equally born and raised in a small village in Imo State in Nigeria. He moved to Ibadan when he was 8 years old to join his uncle, 2

Igbo is a language classified under the Niger-Congo language family sub-classified under the west Benue-Congo of the YEAI group. The language does not have a HTS of the type we find in Yorùbá.


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who was a trader. Prior to that time, he had never had contact with any Yorùbá native speakers and the only language he spoke was Ìgbò. He had completed six years of elementary education, as well as five years of secondary school in Ibadan. After his secondary education, he concentrated fully on his business as a trader in Ibadan, where his uncle opened a shop for him in one of the main markets. At the point of data collection, Pius had been exposed to Yorùbá language for over forty years, both formally and informally, and he considered himself a competent speaker of Yorùbá language. The third subject (Nneka) was a 26-year-old trader married to Pius, the second subject described above. She is from the same village as Pius. She moved to Ibadan at the age of 22 (four years before the collecting of the data) and prior to that time she had never had any encounter with a Yorùbá native speaker: the only language she spoke was Ìgbò. She ­joined her husband in running his business as soon as she came to Ibadan and had been constantly interacting with Yorùbá speakers. This implies that she had been exposed to Yorùbá informally for four years when ­these data were collected. 3.3. Research Questions This study is guided by two overarching questions: i. ii.

What is the exact form and function of the Yorùbá HTS, as reflected in the interlanguage grammar of Ìgbò L2 learners of Yorùbá? Do Ìgbò L2 learners of Yorùbá employ the HTS in the same context as


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L1 (native) Yorùbá speakers?

Answers to these two questions would be provided with data from the three Ìgbò native speakers, who were L2 Yorùbá and whose linguistic and social backgrounds were given above. The age differences among the subjects, and the fact that their exposure to Yorùbá language varied in length, source and modes, adds validity to the results. 3.4 Instrument This study examined a set of spontaneous production data collected from three Ìgbò second language learners of Yorùbá. The data were collected for a period of three months at regular intervals. The three subjects were interviewed separately four times in a week, and twelve times each for the entire three-month period; each of these was recorded as a file. The data were collected through various interviews and discussions under naturalistic settings, i.e. they took place in informal conditions where the subjects had the opportunity to express themselves naturally in the target language (Yorùbá). There was a particular context in which Pius and Nneka were recorded during business transactions with their ­customers who were native Yorùbá speakers. During the discussion and interview sessions, family members, friends of the subjects who are native speakers of Yorùbá, as well as the researcher, participated in the discussions. They were given the opportunity to discuss issues of interest and were also allowed to dictate the tune of the discussions. The focus was on the HTS, its form and contexts of occurrence as well the function assigned to it by the three subjects in their interlanguage grammar. The


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results were analyzed based on accuracy3 and inaccuracy of suppliance of the HTS in obligatory contexts. 3.5 Findings The result of this study concerns the form and function assigned to the established v-shaped element (HTS) which occurs between the subject NP and the verb in declarative sentences in Yorùbá in obligatory contexts,4 as supplied by the Ìgbò subjects. We do not focus on the comparison of results, rate or level of accuracy among the three subjects, but on the correct and incorrect suppliance of the HTS in comparison with their suppliance in established contexts of occurrence as used by Yorùbá native speakers. Thus, the use of statistical measurement is not relevant in the analysis of results. In all, the three subjects displayed good knowledge of the element in their individual speeches. Table 1 shows a summary of the number of occurrence of the elements in their files.

3

Accuracy as used in this study was analyzed and viewed from two angles: (a) it refers to any context in which adult Yorùbá native speakers would not normally use the HTS, and (b) it was also regarded as an acceptable form when the context of use as well the function assigned to it by the L2 subjects is in line with the underlying form proposed by Awóbùlúyì (1992). 4  Obligatory contexts refer to any context in which adult native speakers of Yorùbá would normally and consistently use the HTS.


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Table 1: Suppliance of the HTS in oral production among the three subjects Subjects

Accurate A  %

Accurate B  %

Inaccurate %

Total

Uche Pius Nneka

258 53.3 424 61 127 29.9

192 39.7 261 37.6 243 57.2

34 7 10 1.4 55 12.9

484 695 425

Note. Accurate a= accurate suppliance of the HTS as judged by adult Yorùbá native speakers. Accurate b= accurate suppliance of the HTS following the underlying form proposed by Awóbùlúyì (1992). inaccurate= suppliance of the HTS in wrong contexts.

From the results presented in Table 1, which show the accurate and inaccurate suppliance of the HTS among the three subjects, it was discovered that the accurate suppliance of the HTS by the subjects far outnumbered the inaccurate suppliance. For example, Uche had 53.3% for Accurate a, 39.7% for Accurate b and only 7% for inaccurate suppliance. Pius had 61% for Accurate a, 37.6% for Accurate b and 1.4% for inaccurate suppliance, while Nneka had 29.9% for Accurate a, 57.2% Accurate b and 12.9% for inaccurate suppliance of the HTS. Furthermore, it was discovered that the suppliance for Accurate a –which is the form that adult native speakers of Yorùbá would use in all contexts– had a higher number of suppliance than Accurate b (i.e. the position of the underlying form proposed by Awóbùlúyì, 1992) in the results of two of the subjects (Uche and Pius), while the third subject (Nneka) had a higher number of suppliance in Accurate b than Accurate a. The reason for the disparity between the results of Nneka and the other two subjects may be due to the fact that she had the least ­exposure to Yorùbá


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at the time of data collection. It was also observed that Pius had a higher rate of suppliance for Accurate a than Accurate b. This is likely due to his more that forty years of exposure to Yorùbá. The only context of inaccurate suppli­ance for all the subjects, as observed in the data, was when the HTS was used alongside the continuous marker n´ in certain contexts (see examples in Section 4). 4. Discussion Based on previous studies on the HTS among Yorùbá native speakers, there are restrictions on the position in which the HTS can occur. For example, the HTS is believed not to co-occur with the negative marker kò (see Adéwo�lé 1999). However, a lot of facts revealed in this new study contradict some established generalizations about the HTS regard­ ing its position of occurrence, particularly when it is considered from the angle and position of the underlying form proposed by Awóbùlúyì (1992; 2001; 2006) in standard Yorùbá. Below are examples of such uses (the asterisks indicate inaccurate suppliance): (8) Wàhálà ó pò� ni o�jà Onitsha stress hts plenty at market Onitsha ‘There is too much stress at Onitsha market’ (9) *S�é è�yin ó ń lo� sí Àkùngba lóní? qm you.pl hts cont go to Akungba today (‘Are you(pl) going to Akungba today?’)

(Pius)

(Uche)


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(10) Tis�à ó nà mi teacher hts beat me ‘The teacher beat me’

(Uche)

(11) S�é ìyàwo mi ó wà ni shop? qm wife my hts be at shop ‘Is my wife at the shop?’

(Pius)

(12) Èmí kò lo� ìyàwó mi àti ó�mò� mi ni ó lo� I neg go wife my and child my foc hts go ‘I did not go it was my wife who went (there)’

(Pius)

(13) Nneka ó wà ni’le Nneka hts be at-home ‘Nneka is at home’

(Pius)

(14) Ó�ré� mi ó fun mi jẹ friend my hts give me eat ‘My friend shared it with me’

(Uche)

(15) Èmí ni ó tà a fún ùn I foc hts sell it give 3.sg ‘It was I who sold it to him’

(Nneka)

(16) *Ebi ó ń pà ó�mò� mi ní ò�jo� náà hunger hts cont kill child my on day the (‘My baby was hungry on that day’)

(Nneka)


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(17) Èló ni ó�kò� mi ó pè e fún e�? how.much be husband my hts call it give you ‘What price did my husband give you?’

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(Nneka)

(18) *Ò�ré� mi ó ń gbé ní Ìkàre� friend my hts cont live in Ìkàré� (‘My friend lives in Ìkàré�’) (Pius) (19) *S�é ò�ga ó ń bò� ní’bàdàn ní ò�túnla? qm boss hts cont come to-Ibadan in three-days-time (‘Is the boss coming to Ibadan in three days’ time?’) (Nneka) (20) Mò ó sò� fún àwo�n customers tí ó wá rà ó�jà pe I hts tell give they customers rel hts come buy market that ó�jà ó ti wo�n market hts rel expensive ‘I told my customers who came that goods are now expensive’ (Pius) (21) Òún ó wà nílé ní ò�jo� náà 3.sg hts be at-home on day the ‘He was at home on that particular day’ (22) Bàbá mi ni ó rà ìwe fún mi father my foc hts buy book give me ‘It was my father who bought books for me’

(Pius)

(Uche)


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(23) Awá ó wà ni East nígbà náà we hts be in East at-time the ‘We were in the East (Ìgbòland) during that time’

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(Pius)

(24) Omo náà ó sáré wọ̀le omo náà ó sá pàmọ child the hts run-race enter-house child the hts run hide ‘The boy ran into the house and hid himself ’ (Uche) (25) Bàbá mi ó wà ni ìlú wa father my hts be at town our ‘My father is our town’

(Nneka)

A look at examples (8)-(25) shows that they all assigned the form [o] with a high tone (ó ) as the form of the HTS in all contexts of suppli­ance. In example (24), a Yorùbá native speaker would deliberately omit the second NP, i.e. ọmọ náà, which would make that NP position vacant. By contrast, the Ìgbò subject, a second language speaker of Yorùbá, used the NP overtly in the same position, which confirms that some innate language mechanism must be fundamentally responsible for this, and that the NP is underlyingly present. Another important revelation is that the HTS was consistently used between the subject NP and the verb in all instances, even in contexts where Yorùbá native speakers would not use it overtly. This was shown in (20), (21) and (23), where the HTS was used immediately after pronouns. Example (21) is particularly interest­ing because the HTS was used after the third person singular pronoun òun. Though this is an unusual occurrence, it appears to corroborate the claim


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of Awóbùlúyì (1992) that the HTS is not a pronoun and that, in constructions where the HTS is the first overt element in standard Yorùbá (see example 5 above), the subject NP is always truly covert. Furthermore, the Ìgbò subjects also used the HTS immediately after the focus marker ni and the relative marker tí as shown in (12), (15), (20) and (22) just like Yorùbá native speakers. However, the use of the HTS between the subject NP and the continuous marker (i.e. after the subject NP and before the continuous marker [ń] in a sentence) is an unusual occurrence of the HTS, which was neither expected nor predicted. This is the only case regarded as inaccurate suppliance in this study (see examples 9, 16, 18 and 19) and this is why the sentences were asterisked (*). In standard Yorùbá, the HTS can co-occur with the continuous marker ń only in certain contexts, thus example (26) below is grammatical: (26) Ó ń gbé ní Ìkàré� hts cont live in Ìkàré� ‘He/she lives in Ìkàré�’

It should be noted that the HTS can only co-occur with the continuous marker in (26) because the subject NP is covert. Once the subject NP shows up, the HTS would have to be removed or else the construction would become ungrammatical. Consider (27) below: (27) Ò�ré� mi ń gbé ní Ìkàré� friend my cont live in Ìkàré� ‘My friend lives in Ìkàré�’


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If (27) is compared with (18) above, it becomes obvious why (18) is considered ungrammatical. On the other hand, the use of an overt subject in this position by the Ìgbò subjects strongly supports the claim by Awóbùlúyì that the subject NP is truly covert but underlyingly present; this must have triggered its overt use by the Ìgbò subjects in that particular position. However, this usage (i.e. the occurrence of the HTS between the subject NP and the continuous marker) is a notable occurrence because there was no instance where the HTS was used alongside other aspectual markers (e.g. the future marker á and the negative marker kò) by any of the Ìgbò subjects. Thus, its use with the continuous marker in this context may suggest something different about its function, contrary to the claim made by Awóbùlúyì. It may suggest that its function may be underlyingly restricted within the NP and not the VP. Recall that Awóbùlúyì argued that the HTS usually assimilates to the last vowel of the preceding NP (see example 6 above). Yet, he claims that the element is a tense/aspectual marker that would have to occur under Inflection, which is still related to the verb. Taiwo (2006), observed that if the HTS were a tense/aspectual marker in standard Yorùbá, it would be difficult to explain its relationship with the preceding NP, since it assimilates to its last vowel. This argument is in line with reseachers like Fresco (1970), who refers to the HTS as a subject concord marker, Stahlke (1974), who calls it a subject concord prefix, Bámgbóṣé (1967), and Courtenay (1968), who refer to it as a concord marker. All these functions are restricted to the NP, which means that the function of the HTS according these writers relates more to the subject NP, the one that usually precedes the HTS in declarative sentences in Yorùbá.


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Since the claim of Awóbùlúyì regarding the underlying form of HTS was also corroborated in this study, the function assigned to it by the Ìgbò subjects would be subject to syntactic analysis. If the two views (i.e. the one which claims the HTS is a preverbal element a tense/aspectual marker which marks past/present tense and the one which claims it is a concord marker which agrees with the preceding NP) are considered from the theoretical framework of the Government and Binding Theory (Chomsky 1981), and the Minimalist Programme (Chomsky 1998), the occurrence of the HTS under the representation of both claims could be given as in (28a) and (28b) from example (25) above. The tree diagrams below would represent the grammatical function assigned to the HTS, depending on the particular function assigned to it in the context. In (28a), TNS-ASP stands for tense/aspectual marker, while SCM stands for subject concord marker in (28b). Bàbá mi ó wà ní ìlu wa (example 25) (28) a. IP DP N D

I’

I VP

V’ (TNS-ASP) V PP P NP N D Bàbá mi

ó

wà ní ìlu wa


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In (28a), the HTS was placed under Inflection, where it was analyzed as the tense marker in the sentence. The sentence in (28a) has only one interpretation. It shows the present state of being of the subject NP bàbá mi which reflects simple present tense. b. IP DP

I’

N D SCM I VP

V’ (TNS-ASP) V PP P NP N D

Baba mi ó

wà ní ìlu wa

In (28b), the HTS was placed under the DP, where it was analyzed as the subject concord marker that agrees with the preceding NP bàbá mi; the sentence still expresses the simple present tense. According to Awóbùlúyì (2005), the analysis in (28b), which regards the HTS a subject concord marker, would run into difficulties when certain constructions in standard Yorùbá are considered. For example in focus construction: (29) Àwa ni ó lo� We foc hts go ‘It was we that went (there)’


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(30) Òjó àti Dàda ni ó lọ Òjó and Dàda foc hts go ‘It was Òjó and Dada that went (there)’

In (29) and (30), the subject NPs (àwa and Òjó and Dàda) are plural and, going by concord rule, the concord or agreement marker should also be plural. Thus, if the HTS truly functions as a concord or agreement marker it should not occur in that position in (29) and (30), since the HTS denotes singularity. Example (12) by one of the subjects also confirms this. Also, the occurrence of the HTS in some Yorùbá dialects like Ò�wò� further confirms that the HTS appears not to function as a pronoun and neither as a subject concord marker. According to Oshodi (2013), the HTS ó occurs overtly between the subject NP and the verb in declarative sentences, only in contexts which could express either present or past actions in Ò�wò�; any attempt to assimilate the HTS to the last vowel of the preceding NP, like it happens in standard Yorùbá, would result in either ungrammaticality or ambiguity. Consider the examples below: (31) O�è � ó yò�n stew hts sweet ‘The stew is delicious’ (32) Ejin ó rò� rain hts fall ‘It rained’


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If the assimilation and deletion processes (i.e. when the HTS is deleted and its tone gets transferred to the last vowel of the preceding NP) are applied to Ọ̀wọ̀, this would result in ungrammaticality in (31) and ambiguity in (32) as shown in (33) and (34), respectively: (33) *O�bé� yò�n (‘stew sweet’) (34) Ejín rò� rain fall ‘It is raining’ or ‘It rained’

What we discovered from the examples in Òw � ò� dialect is that anytime the HTS occurs overtly in a declarative sentence, the sentence usually expresses present or past action, which suggests that it appears to function as a tense and aspect marker. 5. Conclusion The results of this study revealed some facts about the form and function of the HTS, which also directly answer the two research questions proposed in §3.3. First and foremost, it was demonstrated that all the Ìgbò subjects used the form ó, which is the form proposed by ­Awóbùlúyì as the underlying form of the HTS. The form is also attested in some dialects of standard Yorùbá, like Ò�wò� and Ifọ́n (Awóbùlúyì 1992), Èkìtì (Olúmúyìwá 2009), Ònd ̀ ó (Adesuyan 2007) and Ò�wò� (Oshodi 2013).


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This would support the claim of Awóbùlúyì (1992; 2001) that the underlying form of the HTS is ó. It is surprising that the Ìgbò subjects used the HTS (i.e. the form ó ) in positions in which speakers of the above Yorùbá dialects normally use them, first, because they do not speak any of these dialects, and even more so, because the Ibadan dialect which they speak does not employ that form of the HTS in the underlying positions identified above. The occurrence of the HTS as employed by the Ìgbò L2 subjects showed that they used it to express past/present actions, which also supports the claim of Awóbùlúyì. However, the use of the element with the continuous marker ń in certain contexts in which it does not seem to express past or present action may be seen as evidence to support the claim of Fresco (1970), Stahlke (1974), Bámgbóṣé (1967) and Courtenay (1968), according to which the element is a subject marker and that its function is related to the NP. Nonetheless, a look at the instances where the HTS was used with the continuous marker by the Ìgbò subjects revealed that the claim that its function is related to the NP cannot be fully supported. For example, (16) and (18) still express past and present actions, respectively. (8) and (19) are questions (where the sentences have the question marker ṣé in initial position) and thus are deriv­ ed sentences, which means that the original arrangement of the basic sentences had been altered. What this confirms is that the HTS tends to function as a tense and aspectual marker in declarative sentences, as well as in some derived sentences of the Ìgbò subjects, thus supporting the claim by Awóbùlúyì that the element expresses past/present actions. The linguistic ability displayed by the Ìgbò subjects in using the HTS in Yorùbá definitely goes beyond input. This ability appears to have been


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triggered by some language related innate features, i.e. UG, as suggested by White (2007). This is similar to what Ayoun (2005) discovered with some L2 learners of French, whose use of tense and aspect revealed some qualities and abilities which go beyond linguistic input. This results led her to conclude that their performance could be linked to the concept of UG, just like the case for L1 acquisition. In sum, apart from revealing some facts about the form and function of the HTS, this study also confirms the claim in Second Language Acquisition that a thorough and careful study of the speech pattern of L2 learners (interlanguage) can help to throw more light on the structure of the target L1 in certain instances. This is because L2 learners have the tendency to obey the rules of the target language to the letter, including rules that native speakers would normally take for granted. This was clearly revealed in the way the HTS was used by the Ìgbò L2 speakers of Yorùbá. Also, the occurrence of the HTS in the interlanguage grammar of the Ìgbò native speakers suggests that the concept of UG may actually be involved in L2 acquisition, as claimed by White (2010). This is because the Ìgbò native speakers came to the Yorùbá L2 learning context with zero knowledge of Yorùbá language, and thus their ability to acquire and use the controversial HTS –particularly the underlying form proposed by Awóbùlúyì (1992)– in correct contexts cannot be attributed to input. One good reason for arguing this is that the Ibadan dialect of  Yorùbá does not use the ó form of the HTS overtly in certain contexts in which the subjects used them; therefore, they must have acquired the knowledge through innate means. This could also be substantiated with the fact that both Nneka and Uche –who had between four and five years


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of exposure to Yorùbá when the data were collected– and Pius –who had over forty years of exposure– still exhibited similar linguistic tendencies in their use of the HTS. Though facts concerning the form and particularly the function of the HTS were revealed in this study, the controversy surrounding its precise function in standard Yorùbá as observed by Awóbùlúyì (1992) is still far from over, as contradictory facts still showed up in the data examined. References Adés�uyan, A. 2006. Mó�́fíìmù Ó gé�gé� bí ò�rò� asáájú ìs�e: È�rí láti inú È�kaÈdè On`dó. Láàńgbàsà Jó�nà Is�é� Akadá ní Èdè Yorùbá 12. 1–9. Adéwo�lé, Lawrence Olufemi. 1999. Negation in Ife: A Yorùbá dialect. Journal of Asian and African Studies 58. 397–403. Awóbùlúyì, Oladele. 1978. Essentials of Yoruba Grammar. Ibadan: Oxford University Press. Awóbùlúyì, Oladele. 1992. Aspects of contemporary Standard Yorùbá in dialectological perspective. In Ìshọ̀lá, Akínwùnmì (ed.), New Findings in Yorùbá Studies, 1–79. Yaba, Lagos: J. F. Odúnjo� Memorial Lectures Organizing Committee. Awóbùlúyì, Oladele. 2001. Aro�pò-Orúko� kúkúrú E�ni ke�ta E�yo� Asolùwà. Yorùbá: Journal of the Yorùbá Association of Nigeria 2(1). 1–8. Awóbùlúyì, Oladele. 2006. Ó kìí s�e aró�pò-orúko nínú èdè Yorùbá. Yorùbá: A Journal of the Yorùbá Studies Association of Nigeria 3(3). 1–14. Ayoun, Dalila. 2005. The acquisition of tense and aspect in L2 French from a Universal Grammar perspective. In Ayoun, Dalila & S­ alaberry,


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EL CAMBIO LINGÜÍSTICO Y LA INTERFAZ SINTAXIS-PRAGMÁTICA: EVIDENCIAS DE LAS LENGUAS IBERO-ROMÁNICAS Alice Corr University of Cambridge avc25@cam.ac.uk

This article analyses the function and distribution of the so-called “overt subject expletive” ello/ele/ell in certain non-standard Ibero-Romance varieties. ­Novel empirical facts are presented to illustrate the phenomenon’s heterogeneous characterization, the present-day variation of which is argued to be explained by the different degrees of change undergone by the expletive element in each Ibero-Romance variety. The pragmatic import of today’s Iberian expletive resembles the semantic value of the oldest and most commonly attested examples of the phenomenon in the historical corpora used. This observation serves as the point of departure for the diachronic reconstruction of the element’s development from its proposed origin in epistemic contexts to the present day, where the alleged Iberian expletive exhibits both expletive and pragmatic characteristics even within the same variety. Keywords: syntax-pragmatics interface, language change, overt expletive subjects, pragmaticization, Ibero-Romance languages En este artículo se analiza la función y distribución del llamado “sujeto expletivo visible” ello/ele/ell en ciertas variedades ibero-románicas no estándares. Se CUADERNOS DE LINGÜÍSTICA, VOL. 3, NÚM. 1, 2016

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presentan nuevos datos empíricos con el fin de demostrar la caracterización heterogénea del fenómeno, cuya variación actual, según se argumenta, se ve explicada por los distintos grados de cambio sufridos por el elemento expletivo en cada variedad ibero-románica. La contribución pragmática del expletivo ibérico actual semeja el valor semántico de las pruebas empíricas más antiguas y más frecuentes del elemento en los corpus históricos consultados, observación que sirve de punto de partida para reconstruir la trayectoria diacrónica del elemento desde su propuesto origen en contextos impersonales y epistémicos hasta la actualidad, en que el presunto expletivo ibérico demuestra características tanto expletivas como pragmáticas incluso dentro de la misma variedad. Palabras clave: interfaz sintaxis-pragmática, cambio lingüístico, sujetos expletivos visibles, pragmatización, lenguas ibero-románicas

1. Introducción Es un truismo que el presente informa al pasado, y, al revés, que el pasado informa al presente; sin embargo, este tópico constituye la heurística que conduce el presente trabajo. Investigamos la presunta existencia de un sujeto expletivo visible en ciertas variedades ibero-románicas no estándar, defendiendo la hipótesis de que la caracterización y variación actual de dicho fenómeno se entiende mejor en términos de su desarrollo diacrónico. Este, a su vez, se ve explicado por las peculiaridades de la distribución y función del elemento como hoy se constata. Asumimos que el cambio lingüístico puede interpretarse principalmente en términos de la adquisición del lenguaje, en el sentido de que los inputs lingüísticos vienen infradeterminados respecto a su valor paramétrico, convirtiéndose en una gramática interna basada en generalizaciones abducidas (Andersen 1973) por los niños al exponerse al entorno lingüís-


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tico.1 Estos no tienen acceso directo a las gramáticas internas subyacentes a las hablas de las que derivan su input lingüístico (Andersen 1973; Lightfoot 1979; Chomsky 1986), pues los niños forman a través de inferencias abductivas sus generalizaciones sobre los datos superficiales y visibles que les son directamente accesibles, de modo que la ambigüedad de los datos empíricos (y superficiales) sea condición necesaria para que se produzca el cambio lingüístico (Roberts 1993; 2007). Según los planteamientos generativistas (Chomsky 1981; 1986), los cambios incrementales en la parametrización que tengan lugar en el tiempo mediante el reanálisis del input lingüístico, pueden llevar a cambios “catastróficos” (Lightfoot 1997) dentro de una lengua a lo largo de los años. Desde esta óptica, el cambio gradual es mera apariencia, el resultado de varios reanálisis discretos que se acumulan con el tiempo, produciendo así el efecto del desarrollo diacrónico gradiente. La presente investigación se centra en un subtipo del cambio lingüístico, a saber, la pragmatización, por medio de la cual un elemento lingüístico pasa por los mismos mecanismos genéricos que cualquier otro proceso de cambio diacrónico, diferenciándose en que dicho elemento adquiere valor pragmático en su papel funcional-interpretativo. En concreto, consideramos aquí que los procesos de la pragmatización y gramaticalización proceden de la misma manera (viz. ambos suponen el reanálisis de los patrones sintácticos que subyacen a los datos empíricos), aunque sus resultados reales sean diferentes y si bien al final los mecanis1

Para una crítica del uso del término “abducción” tal como se aplica en Andersen (1973) y trabajos posteriores, véanse Deutscher (2002) y Walkden (2011).


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mos exactos implicados en los dos procesos (p.e. la adquisición contra la pérdida de determinados rasgos formales) resulten distintos. En este artículo los consideraremos a la par, a fin de examinar sus consecuencias para el fenómeno del supuesto expletivo ibérico. No obstante, hay que resaltar las diferencias importantes que existen entre los dos. Así pues, este trabajo tiene un doble objetivo: aportar nuevos datos sobre los llamados sujetos expletivos visibles en las lenguas ibero-románicas y ofrecer una narrativa alternativa de su desarrollo histórico, conforme a lo cual un elemento gramatical, a saber, el pronombre referencial ello, adquiere propiedades epistémicas mediante un proceso diacrónico de pragmatización. Concretamente, planteamos la hipótesis de que el uso no referencial de ello como “reserva-espacio” –es decir, su uso “expletivo”– tiene su origen en la construcción epistémica y referencial ello es verdad cuando esta se halla en yuxtaposición con otra cláusula independiente seleccionada por el complementante que. Dicho brevemente, esta relación paratáctica se ve reanalizada como una subordinada y el pronombre ello va incorporando los matices subjetivos-epistémicos del contexto en que se encuentra, a través de un proceso de inferencia pragmática. Al asumir una semántica epistémica con independencia del contexto original, el pronombre ello, ya sin valor referencial, puede difundirse en nuevos entornos mediante el mecanismo productivo de la analogía. En las páginas que siguen, se presentará primero una sinopsis teórica del fenómeno bajo investigación (§2), luego se expondrán los datos empíricos actuales junto con su caracterización formal (§3), y, finalmente, se abordará someramente la reseña histórica del presunto expletivo ibérico desde su origen epistémico, tal como se propone aquí (§4), has-


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ta su extensión a otros contextos, así como la diversificación de sus funciones que se observan hoy en día (§5). 2. Antecedentes teóricos El fenómeno de los supuestos sujetos expletivos en las lenguas ibero-románicas ha sido objeto de interés para los lingüistas generativistas, debido al reto que parece suponer para la siguiente implicación universal: según la teoría generativa (Chomsky 1957 y siguientes), existen predicciones tipológicas muy fuertes respecto al parámetro de sujeto nulo y la realización visible de los sujetos expletivos (Rizzi 1982; 1986). Concretamente, se entiende que la presencia de los sujetos nulos referenciales supone la posibilidad de los sujetos expletivos nulos. Así pues, observamos que los sujetos expletivos son obligatorios en las lenguas que no permiten los sujetos referenciales nulos (el inglés y el francés, por ejemplo). Al contrario, las lenguas de sujeto nulo como el español, el portugués europeo o el catalán no admiten la realización abierta del sujeto expletivo y de ahí el contraste de gramaticalidad entre los ejemplos del español (a) y del inglés (b) en las siguientes construcciones:2 (1) 2

a. (*Ello) nieva todos los días en el invierno. b. *(It) snows everyday in winter.

Hemos omitido aquí discusión de otras posibilidades paramétricas respecto a los sujetos nulos, por ejemplo las lenguas “semi” pro-drop, como el alemán (Biberauer 2009) o las lenguas de sujeto nulo “parcial” como el finlandés (Holmberg & Nikanne 2002; Holmberg, Nayudu & Sheehan 2009).


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(2)

a. (*Ello) es evidente que el gobierno nuestro es corrupto. b. *(It) is evident that this government of ours is corrupt.

(3)

a. ¡(*Ello) hay una mosca en mi plato! b. *(There) is a fly on my plate!

En la gramática generativa, se entiende por sujeto expletivo los pronombres impersonales y no referenciales que carecen de valor semántico alguno,3 los cuales aparecen en la posición canónica del sujeto, supuestamente para compensar la falta de sujeto argumental dentro de la estructura de la oración.4 Por eso, la observación del elemento pronominal ello, ell, ele (en adelante, se utilizará la etiqueta ello para referir a este fenómeno de manera genérica) en posición y función aparentemente expletiva en algunos dialectos ibero-románicos no estándar, como se ilustra en los ejemplos (4–6), plantea una situación problemática para nuestra comprensión

3

Tampoco tienen estatus argumental, es decir, que el verbo no les asigna un papel temático (excepto el expletivo de los predicados meteorológicos, el cual se considera un elemento cuasi-argumental debido a su capacidad de ligar un PRO en un adjunto (los ejemplos a seguir provienen de Fernández Soriano y Táboas 1999: 1746): (i) Siempre llueve antes de [PRO nevar]. (ii) A veces nieva sin [PRO hacer frío]. (iii) Siempre oscurece después de [PRO llover]. 4  De ahí la postulación del Principio de Proyección Extendida (PPE) de Chomsky (1982), requisito que exige un sujeto preverbal en el especificador de T (EspecST), el núcleo flexivo de la jerarquía oracional.


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actual del parámetro de sujeto nulo y su tipología (Biberauer et al. 2009; Camacho 2013a): (4) Español dominicano (no estándar) ¡Ello hay un búho en el techo! (5) Catalán balear (no estándar) Ell sembla que en Joan está malalt, pobret! ‘(ello) parece que Juan está mal, el pobrecito’ (6) Portugués europeo (no estándar) Ele já está nevando nesta altura do ano, que estranho! ‘(ello) ya está nevando a estas alturas del año, ¡que raro!’

Estudios anteriores (Silva-Villar 1998; Carrilho 2005; 2008; Hinzelin & Kaiser 2006; 2007; Martínez-Sanz 2011; Camacho 2013b; Muñoz Pérez 2014, etc.) tienden a asumir una caracterización homogénea del fenómeno en todas las variedades ibero-románicas.5 Aunque en ocasiones se propone que ello se halla en el ST (Muñoz Pérez 2014), por lo general se asume que el elemento está situado en el SC: o en una sola proyección (Hinzelin 2009) o en múltiples proyecciones (Silva-Villar 1998; Carrilho 2005), o incluso en ninguna proyección concreta (Bartra-Kaufmann 2011). En cambio, este artículo propone que se trata de un fenómeno 5

Para un resumen breve pero informativo de las posiciones teóricas tomadas por los varios autores que han trabajo sobre el fenómeno de ello, véase Camacho (2013b: §3).


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heterogéneo dentro de la familia lingüística ibero-románica. 6 Se verá que el ello contemporáneo asume propiedades tanto expletivas como pragmáticas incluso dentro de la misma variedad. A lo largo de este artículo, veremos cómo la distribución estructural heterogénea que se observa entre las variedades en las que ello se usa y de hecho instancia las distintas etapas de pragmatización alcanzadas por ello en cada variedad. Así, la distribución y función actual de ello se entiende mejor en términos de su desarrollo diacrónico. Resaltamos la importancia de examinar el estatus sintáctico de ello como supuesto sujeto expletivo tanto desde la perspectiva sincrónica como la diacrónica, ya que en ambos casos hace falta entender cómo puede surgir un sujeto expletivo en una lengua de sujeto nulo, en primer lugar. 3. Datos empíricos sincrónicos El análisis que se presenta aquí se sustenta en datos recogidos de hablantes nativos de las lenguas ibero-románicas, así como varias fuentes textua6

En el sentido de que lo que se dice de una variedad respecto a la distribución y función de ello no se aplica necesariamente a la caracterización de ello en otras variedades. Por ejemplo, la presencia de ello en oraciones subordinadas en una determinada variedad no supone su atestación ni su gramaticalidad en otra variedad parecida. Notamos abajo, por ejemplo, algunos contrastes entre los datos del portugués europeo dialectal recopilados en Carrilho (2005) y los obtenidos a través de entrevistas con hablantes nativos en el presente trabajo. En los trabajos anteriores, existe una tendencia hacia la aplicación (explícita o implícita) de una caracterización descriptiva y/o teórica de un conjunto de datos a todas las variedades íbero-románicas en que se da el fenómeno de ello. En contraste, aquí resaltamos que tal posición es insostenible y que, en su lugar, resulta más aconsejable evaluar caso por caso el estatus de ello en cada variedad para así lograr una caracterización más fiel a los hechos empíricos.


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les, la mayoría de las cuales están disponibles en la red.7 Adoptamos una perspectiva cartográfica (Rizzi 1997; 2004; Cinque 1999; Cinque & Rizzi 2010), marco teórico que mapea la relación entre la interpretación semántico-pragmática de una oración y su representación sintáctica, conforme a una jerarquía funcional universal, dentro de la cual se postula una correspondencia uno-a-uno (idealizada) entre interpretación y proyección funcional. Así pues, los hablantes de las variedades ibero-románicas estándar rechazaron el uso de ello como se ha reportado en, entre otros, ­Uriagereka (1995; 2004; 2005), Silva-Villar (1998), Carrilho (2005; 2008), Kaiser (2006), Hinzelin & Kaiser (2006; 2007), Martínez-Sanz (2007; 2011), Martínez-Sanz & Toribio (2008), Bullock & Toribio (2009), Hinzelin (2009), Bartra-Kaufmann (2011), Kaiser, Oliviéri & Palasis (2013), Camacho (2013a; 2013b) y Muñoz Pérez (2014). No obstante, el fenómeno de ello se observa sobre todo en Hispanoamérica, mayormente en el habla no estándar de la República Dominicana y otros países caribeños, así como en algunas variedades no estándar de la Península Ibérica. Además, se ha verificado la existencia de ello en todas variedades ibero-románicas mayoritarias (es decir, el castellano europeo y el latinoamericano; el catalán; y el portugués brasileño y el europeo) en los textos modernos e históricos, variación que se ejemplifica parcialmente en (7–11):

7  Los

datos fueron recopilados de las siguientes fuentes auténticas (lista no exhaustiva): foros y periódicos on-line, blogs y otras formas de medios sociales, corpus basados en Internet, documentos en línea y fuera de línea y textos literarios. Cuando no se consigne la fuente, se trata de ejemplos obtenidos directamente de mis informantes.


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(7) Español puertorriqueño Si ello hay bomba se la activo (2005, Alexis y Fido, No lo dejes que se apague, canción) (8)

Español dominicano Ello hay uno por ahí que se cree que la suya va de cabeza pal top 3… (2012, foro Internet)

(9)

Gallego Entón, el sera verdade que o centro fala e a periferia non responde? ‘Entonces, (el) será verdad que el centro habla y la periferia no responde?’ (Google, 2008, Iglesias, Novos retos para a propiedade intelectual)

(10) Español mexicano (siglo xix) Ello es cierto que malos maestros pueden dar buenas lecciones. (CdE, 1802, Fernández de Lizardi, Periquillo Sarniento) (11) Catalán (siglo xix) Ell es veritat que permeté fos saciát de oprobis, burlas y escarnis. ‘(Ell) es verdad que permitió saciarse de oprobios, burlas y escarnios.’ (Google, 1834, Josep Antoni Arnautó, Manual de piadosas meditacions en catalá)

Aun así, tras realizar entrevistas con hablantes de varios países y regiones, solo recibimos confirmación positiva de ello en las siguientes variedades ibero-románicas: el catalán balear, el español dominicano (de la


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región del Cibao) y el portugués europeo de Trás-os-Montes. Por ello, en lo sucesivo, se hace uso de los juicios de gramaticalidad obtenidos de las hablas de dichos entrevistados. Hemos de resaltar que los datos que resumimos abajo reflejan solo los obtenidos en la presente investigación, por lo que no siempre encuadran con las observaciones sobre ello de otros autores (de ahí la afirmación de que se trata de un fenómeno heterogéneo).8 Así pues, según las pruebas empíricas recogidas durante la reunión de datos de esta investigación, verificamos que ello aparece en una serie de construcciones típicamente expletivas (§3.1) a la vez que manifiesta diversas propiedades relacionadas con el discurso (§3.2). Las evidencias presentadas a continuación indican que el ello actual no debe considerarse problemático para nuestro entendimiento del parámetro de sujeto nulo ni tampoco para su tipología.

8

A título de ejemplo, notamos que el ejemplo (28), cuya exposición se adelanta aquí en (iv), contrasta con los datos de Carrilho (2005) respecto a las interrogativas-qu: (iv) *Ele que raios fazes aqui?! (‘¿¡(ello) qué rayos haces aquí?!’) (v) Ele que raio de gente come estes bolos? – Ninguém. ‘(ello) quién rayos come estos pasteles? – Nadie.’ (Carrilho 2005: 172) Como supondría una tarea enorme la de delimitar la gran cantidad de variación que existe entre los dialectos ibero-románicos no estándar en los que se encuentra el fenómeno de ello, nos limitamos aquí a exponer los datos empíricos obtenidos a lo largo de la presente investigación. Para obtener un panorama más complejo de la gran variación observada en la distribución y función de ello, sugerimos que el lector se dirija a otros trabajos sobre el fenómeno, sobre todo los de Carrilho (2005; 2008), Silva-Villar (1998), y Hinzelin & Kaiser (2006; 2007).


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3.1 Características expletivas ello se da en las construcciones impersonales existenciales (12), de extraposición (13) y atmosféricas (14) en todas las variedades ibero-románicas aquí investigadas: (12) Español dominicano Ello hay un tro de vaina buena y un tro de vaina mala. (13) Portugués europeo (Trás-os-Montes) Ele é sabido o Mário gosta de dançar. ‘(ello) es sabido que a Mario le gusta bailar.’ (14) Catalán balear Ell farà més fred que mai aquest hivern. ‘(ello) hará más frío que nunca este invierno.’

Aparece también en construcciones con verbo inacusativo, en las cuales ello ocupa una posición pre-verbal (15); de pasivo (16); de se-impersonal (17) y en las oraciones copulativas (18): (15) Portugués europeo (Câmara de Lobos, Funchal) Ele vem o dinheiro aí mas para donde é que vai o dinheiro? Ninguém vê. ‘(ello) viene el dinero de allí pero ¿a dónde va el dinero? Nadie lo ve.’ (Cordial-Sin CLC02)


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(16) Español dominicano Ayer hubo un motín. Ello fueron detenidos dos estudiantes. (17) Portugués europeo (Ribeiras, Horta) Estando fraca, a gente já vai experimentando, ele vão-se habituando àquilo. ‘Siendo débil, la gente ya va experimentando, (ello) se va acostumbrando a aquello’ (Cordial-Sin PIC16) (18) Portugués europeo (Unhais da Serra, Castelo Branco) Ele era umas dores de cólica enorme. ‘(ello) eran unos calambres horribles!’ (Cordial-Sin UNS44)

El uso de ello se da con verbos modales de ascenso (véase Cinque 2004; 2006), solo en el caso de que su complementante no finito sea impersonal: (19) Portugués europeo (Trás-os-Montes) Ele deve ser tarde já. ‘(ello) debe de ser tarde ya’ (20) Portugués europeo (Trás-os-Montes) *Ele deve acompanhá-lo para casa. (‘(ello) debe acompañarlo hasta su casa’)

La presencia (o imposibilidad) de ello en estos casos parece venir determinada por el verbo más bajo, lo cual sugiere que la selección y el


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posterior uso de ello sí se rige por factores gramaticales, viz. las propiedades temáticas del predicado más bajo. Las observaciones de esta sección se resumen en la siguiente tabla: Tabla 1. Características ‘expletivas’ de ello Construcción Existencial De extraposición Atmosférica Con verbos inacusativos Pasiva Se-impersonal Copulativa Con verbos de ascenso

Atestación de ello ü ü ü ü ü ü ü ü

3.2 Características pragmáticas A pesar de su apariencia expletiva, se verifica que el elemento ello posee varias características relacionadas con el discurso. A saber, el uso de ello nunca es obligatorio (aunque sí ocasiona un cambio de interpretación), exhibe una asimetría entre oración raíz y subordinada, y se ve asociado con un determinado valor pragmático-semántico. El expletivo ibérico se manifiesta, pues, en contextos relacionados con la aserción, concretamente en las cláusulas principales (según lo ilustrado arriba) y los complementantes subordinados de verba dicendi (cf. ­Hooper & Thompson 1973; Aelbrecht et al. 2012):9 9

Según los juicios de gramaticalidad de los hablantes nativos. No encontramos ejemplos


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(21) Español dominicano Dicen que ello hará mucho frío en este diciembre. (22) Portugués europeo (Trás-os-Montes) Acho que ele há uma aranha no banho! ‘¡Creo que (ello) hay una araña en el baño!’

En las estructuras condicionales, observamos un contraste entre las llamadas condicionales premisa (“premise conditionals”) y las condicionales evento (“event conditionals”): (23) Portugués europeo (Alentejo), condicional premisa pois que prêstimo teem agora as talhas, se êle não há já vinhas? ‘Pues para qué sirven las tallas si (ello) ya no hay viñas?’ (Ribeiro 1927: 28, apud Carrilho 2005: 212) (24) Portugués europeo (Trás-os-Montes), condicional evento *Vamos ter que esperar, que não sabemos se ele é fácil chegar à noite. (‘Habrá que esperar, que no sabemos si (ello) es fácil llegar por la noche’) de ello en las cláusulas subordinadas en los datos de habla natural del español dominicano. Aunque para nuestros informantes el uso de ello en cláusulas subordinadas solo se daba en contextos relacionados con la aserción, Silva-Villar (1998) sostiene que ello es imposible en todo contexto subordinado en las lenguas ibero-románicas del oeste, hallazgo que apoya la hipótesis sostenida aquí de que se trata de un fenómeno raíz. Por el contrario, Carrilho (2005: 211–213) ofrece algunos ejemplos recogidos de dialectos del portugués europeo no estándar en que se halla ello en contextos subordinados no relacionados con la aserción. Dejamos para una investigación futura la tarea de determinar de manera más precisa las clases verbales que pueden seleccionar un complementante subordinado con ello en las lenguas ibero-románicas.


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Según Haegeman (2003 y trabajos posteriores), la diferencia de gramaticalidad entre (23) y (24) está relacionada con la complexidad del sistema-C, y más concretamente con la presencia y la ausencia de la proyección de Fuerza en los respectivos complementos dependientes. Desde esta perspectiva, el nudo SFuerza codifica la fuerza ilocutiva de aserción, de ahí que el uso de ello –permitido en oraciones condicionales premisa (23), cláusulas que tienen una estructura más periférica, pero no en las evento (24), las cuales están más estrechamente integradas con el núcleo sintáctico de la oración– se ve motivado por factores pragmático-discursivos, y no por la necesidad de llenar la posición del sujeto en el Espec de ST. Es decir, la gramaticalidad de ello en las condicionales premisa y la imposibilidad de su uso en las condicionales evento sugiere que ello se halla en la proyección adicional de la primera, a saber, el nudo SFuerza, en lugar de una posición más baja, como la asociada con la PPE (véase la nota 4). Asimismo, la gramaticalidad de ello en las oraciones interrogativas viene determinada por la fuerza ilocutiva de la construcción en lugar del tipo de oración.10 En el español dominicano y el portugués europeo, se admiten las preguntas polares (interrogativas sí/no) solo en el caso de que i) el elemento ello surja en posición inicial de la oración (es decir, queda prohibido invertir sujeto y verbo), y, al menos en el portugués europeo, ii) el interlocutor espere confirmación afirmativa respecto a su solicitud por parte del oyente (o sea, no se trate de una pregunta verdadera): 10

Cf. Coniglio & Zegrean (2012) para la distinción conceptual/estructural entre el tipo de oración y la fuerza ilocutiva.


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(25) Portugués europeo (Trás-os-Montes) Ele há carne para comer esta noite? ±‘¿( ello) hay carne para comer esta noche, verdad?’ (26) *Há ele carne para comer esta noite?

Observamos que (25) presenta la estructura de una oración interrogativa, mientras que su fuerza ilocutiva tiene un valor más similar de el de una aserción. A la inversa, todas las demás oraciones interrogativas son infelices con ello, incluidas las interrogativas-qu (27), así como las preguntas retóricas (28):11 (27) Español dominicano *¿Ello por qué vino sin su novia? (28) Portugués europeo *Ele que raios fazes aqui?! (‘¿¡(ello) qué rayos haces aquí?!’)

Como puede observarse en el contraste entre los ejemplos (25) y (26), el ello portugués suele ocupar una posición periférica, incluso inicial, de la oración. En el catalán balear, su posición inicial es obligatoria en todos los contextos, correspondiendo a una proyección muy alta en el sistema 11  En

el catalán balear, el uso de ello en oraciones interrogativas queda prohibido en todos los casos.


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de C extendido (a partir de Rizzi 1997), concretamente SFuerza. Así, se verifica que el ello catalán precede los SDs focalizados (29) y los constituyentes-qu en estructuras exclamativas (30): (29) Catalán balear Ell flors creixen al sostre, que estrany! ‘(ello) flores crecen en el techo, ¡qué raro!’ (30) Catalán balear Ell què maca que us ha quedat la foto! ‘(ello) qué bonita que os ha quedado la foto!’

Sin embargo, no puede preceder ni constituyentes-qu en las interrogativas (31) ni el complementante, por ejemplo en los imperativos de subjuntivo (32): (31) Catalán balear *Ell quin temps fa avui? (‘¿(ello) qué tiempo hace hoy?’) (32) Catalán balear *Ell que siguis feliç! (‘¡(ello) que seas feliz!’)

La diferencia en gramaticalidad de ello con los constituyentes-qu entre las frases exclamativas y las interrogativas podría indicar que el


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e­ lemento ello tenga propiedades pertenecientes al hablante del enunciado pero no al oyente, abstracciones discursivas que, según ciertos estudios recientes, podrían estar codificadas en distintas proyecciones funcionales de la periferia izquierda (cf. Speas & Tenny 2003; Giorgi 2010; Sigurðsson 2010 para la representación sintáctica de los referidos rasgos interpretativos en la periferia izquierda oracional). De igual forma, la prohibición sobre la apariencia de ello en (32) parece ser una restricción estructural en vez de semántico-pragmática, ya que otros tipos de construcción imperativa (p.ej. Ell anam al cinema!, ‘¡vamos al cine!’; Ell dóna’m el pa!, ‘¡pásame el pan!’) están permitidos en el catalán balear. En el caso del español dominicano, ello se da siempre como constituyente inicial de la oración (33), aunque, al someter el elemento a varios diagnósticos distribucionales, no puede anteceder a ningún constituyente periférico, como se ilustra en (34): (33) Español dominicano Ello nació un niño el otro día en el pueblo de la tía Maite, ¿no lo sabías? (34) Español dominicano *¡Ello qué bonita te ha quedado la foto!

En el portugués europeo, ello puede darse en dos proyecciones, alternando entre una alta en el sistema C (SEval, debajo de SFuerza pero ­encima de SEpis) y otra en el frontera ST/SC (SFinitud).12 En su posi12

Corr (2015: 211–212) aporta pruebas a favor del análisis de ello en SFinitud.


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ción periférica, ello puede seguir (35) pero no preceder al complementante (36): (35) Portugués europeo (Trás-os-Montes) Que ele no fondo não são pessoas más. ‘Que (ello) en el fondo no son malas personas.’ (36) Portugués europeo (Trás-os-Montes) *Ele que no fondo não são pessoas más.

Puede también anteceder los adverbios epistémicos (y aquí, irrealis):13 (37) Portugués europeo (Trás-os-Montes) Ele talvez haja melhores opções… ‘(ello) quizás haya mejores opciones…’

Así, la primera posición estructural de ello en el portugués europeo sería: (38) [SFuerza que [SEval ello [SEvid aparentemente [SEpis tal vez… Además, como también aparece abajo de constituyentes topicalizados (39) y focalizados (40), hace falta postular una segunda posición estructural para ello en la frontera ST/SC: 13

Cf. las cuarto proyecciones funcionales más altas de Cinque (1999): (vi) [MoodSpeech Act [MoodEvaluative [MoodEvidential [ModEpistemic…


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(39) Portugués europeo (Trás-os-Montes) As jarras, essas que repartem nas festas, ele há umas na despensa, verdade? ‘¿Las jarras, esas que reparten en las fiestas, (ello) hay unas en la despensa, verdad?’ (40) Portugués europeo (Trás-os-Montes) toda a noite ele choveu! ‘¡toda la noche (ello) llovió!’

Podría parecer que las diferencias respecto a la distribución de ello en la periferia izquierda corresponderían a diferencias en su interpretación, predicción que queda comprobada por los informantes nativos, quienes corroboraron las descripciones del valor semántico-­pragmático de ello tal como se sugiere en trabajos anteriores (Carrilho 2005; 2008; Hinzelin 2006; Hinzelin & Kaiser 2006; i.a.). Así que, en el catalán balear, el elemento ello posee un valor exclamatorio e intensificador (Veny 1989; Bartra-Kaufmann 2011; Nicolau Dols, c.p.), o sea un significado bastante general de interjección, o parecido. En el portugués europeo, sin embargo, el uso de ello asume una interpretación mucho más precisa: el compromiso por parte del interlocutor con la verdad de la proposición, así como una creencia en ella (cf. SEvaluación de Cinque 1999; Ambar 2003; Speas & Tenny 2003), es decir que posee un valor e­ pistémico, perspectiva compartida por Carrilho (2005).14 En el caso del español 14

Carrilho (2005; 2008) y Uriagereka (2005) se refieren al valor evidencial de ello, pero preferimos aquí emplear el término epistémico, ya que ello no codifica la fuente de información, sino la evaluación de la verdad del enunciado por parte del interlocutor (Aikhenvald 2004 trata la categoría gramatical de la evidencialidad).


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­ ominicano, disponemos de ejemplos de ello en los que desempeña un d papel claramente pragmático, como el (41) en que se utiliza ello para reforzar la interpretación contrastiva, así como usos en que la interpretación pragmática resulta menos obvia, como el (42): (41) Español dominicano Ello hay una parada frente a la Secretaría. (2006, conversación en que el interlocutor se corrige sobre la ubicación de la Secretaría) (42) Español dominicano Ello hay tres películas de un espía llamado Jason Bourne no sé como se llaman si alguien me da el nombre o sube se lo agradecería (2014, Facebook)

Sin embargo, teniendo presente que el uso de ello resulta productivo solo en un subconjunto de construcciones impersonales en el tiempo presente en contextos matriz (principalmente ello hay), y que exhibe una distribución oracional restringida, se puede asumir que ello sí goza de algún valor discursivo incluso en el español dominicano, de modo que la interpretación enfática de ello pueda entenderse en todos los casos como el refuerzo del compromiso con la verdad del enunciado por parte del interlocutor mediante la fortalecimiento de la fuerza asertiva de la oración. Es más, Henríquez-Ureña, escribiendo en la primera mitad del siglo xx, hace comentarios parecidos sobre el tema, afirmando que “es probable que ello tenga valor enfático […] y que agregue el matiz que darían fórmulas adverbiales como realmente, en verdad  ” (Henríquez-Ureña 1939: 228): en otras palabras, el uso de ello a principios del siglo xx


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da lugar a una interpretación epistémica. En suma, la impresión general que se retira del uso de ello en las lenguas ibero-románicas es que ello refuerza el valor asertivo de una oración,15 y que puede, por lo menos en ciertas variedades, conllevar una interpretación epistémica, señalando el compromiso del interlocutor con la verdad del enunciado. Las características “pragmáticas” de ello y la distribución del elemento por la periferia izquierda se resumen en la Tabla 2: Tabla 2. Características “pragmáticas” de ello según variedad Característica/ contexto gramatical Asimetría raíz/subordinada Posición periférica/inicial Interrogativas polares Interrogativas-qu Exclamativas-qu Imperativos de subjuntivo ¿Precede al complementante que? ¿Precede a un adverbio epistémico? ¿Precede a un constituyente focalizado? ¿Sigue a un constituyente focalizado? ¿Sigue a un constituyente topicalizado? Valor interpretativo

15

Español dominicano ü ü ü û û û û û û û û (ü)

Portugués europeo (ü) ü ü û û û û ü ü ü ü ü

Catalán balear ü ü û û ü û û ü ü û û ü

Otra posibilidad sería interpretar la codificación sintáctica de la aserción del hablante de su pos-

tura epistémica (viz. su creencia en la verdad de la proposición) como la atenuación de la fuerza asertiva (Munaro 2009: 153), pues es una verdad subjetiva, no objetiva, la que enfatiza el hablante.


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3.3 Repercusiones paramétricas Debido a las varias características pragmáticas manifestadas por ello, las cuales sitúan el elemento dentro de la categoría de fenómenos de cláusula principal (“main clause phenomena”, cf. Aelbrecht et al. 2012), este llamado expletivo “visible” no puede equipararse a los sujetos expletivos semánticamente vacíos como los observados en las lenguas de sujeto no nulo.16 En este sentido, el expletivo ibérico investigado aquí no plantea un serio desafío a la fuerte generalización empírica del parámetro de sujeto nulo respecto a la prohibición de los sujetos expletivos visibles. No obstante, si queremos considerar ello como un tipo de expletivo visible –propuesta que podría resultar razonable, dadas sus muchas características expletivas– habrá que reconsiderar la tipología de expletivos, ampliándola para así englobar el rango de los matices de los datos empíricos (Biberauer et al. 2009; Biberauer & Cognola 2014 tratan esta cuestión). 4. Origen de ello Ya hemos sugerido que la variación observada entre las variedades en las que el expletivo ibérico ello está hoy atestada, instancia las distintas etapas de pragmatización alcanzada por el elemento en cada variedad. Si conceptualizamos la gramaticalización, y por tanto la pragmatización, como el reanálisis hacia arriba de la estructura funcional en la línea de 16

Una vez más, le recordamos al lector que la presente discusión se limita a los datos empíricos recogidos durante la investigación aquí tratada.


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Roberts & Roussou (2003), entre otros, se puede decir que la gramaticalización/pragmatización se ve más avanzada en el catalán balear, donde ello lexicaliza una proyección alta en la periferia izquierda; menos avanzada en el español dominicano, donde permanece en una proyección relativamente baja (en la frontera ST/SC); mientras que el portugués europeo proporciona evidencias del cambio lingüístico en curso ya que ello parece ensamblarse en dos posiciones: una baja en la periferia izquierda (concretamente, SFinitiud) y otra más alta (SEvaluación).17 Ahora bien, las propiedades pragmáticas del expletivo ibérico ello plantean la cuestión de cómo este elemento puramente sintáctico llega a convertirse en un elemento pragmático-epistémico. Los trabajos anteriores que tratan su origen histórico (Henríquez-Ureña 1939; Bartra-Kaufmann 2011; Gupton & Lowman 2013) suponen que el fenómeno actual de ello deriva del uso expletivo del pronombre impersonal de la tercera persona del singular en una etapa previa de la lengua. No obstante, esta hipótesis no explica cómo podía surgir ello en una estructura expletiva en una lengua de sujeto nulo en primer lugar. Aquí, en cambio, proponemos que ello tiene un origen inesperado en construcciones epistémicas –concretamente, ello es verdad/cierto que– que se evidencian a partir del siglo xv. Se sugiere que estas construcciones se originan mediante el reanálisis de dos cláusulas independientes y yuxtapuestas (sc. ello es verdad, así como otra frase seleccionada por el complementante que) como una sola oración compleja y subordinada. Esto a su vez entraña la pér17

Estas posiciones periféricas se resumen así: (vii) [SFuerza elloBalCat [SEval elloEPalta … [SFin elloDomSp, elloEPbaja …


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dida de referencialidad del pronombre ello y su posterior adquisición de matices subjetivos-epistémicos por asociación con el entorno epistémico. En §4.1, ofrecemos algunas pruebas a favor del origen epistémico de ello, y en §4.2, describimos los cambios implicados en la evolución histórica de ello que avanzamos aquí. 4.1 ello: procedencia impersonal epistémica Primero, hemos de admitir que las evidencias diacrónicas de ello son pocas y bastante esparcidas. Los registros efectuados en los corpus históricos del portugués producen muy pocos ejemplos del mismo. No obstante, hay evidencias suficientes de ello en los corpus diacrónicos del español que hemos utilizado aquí,18 las cuales nos permiten reconstruir el desarrollo diacrónico de ello, por lo menos en la medida en que puede aplicarse a la historia del español. En los demás apartados de esta sección, se resumen los cambios que conlleva la hipótesis del origen epistémico de ello. El caso atestiguado más antiguo de una construcción con uso no referencial de ello en el conjunto de datos aquí investigados remonta al siglo xv: (43) La historia tripartita dize lo mismo: empero cuenta que jhesu cristo mismo hablo al emperador sea donde quiera sin mas escreuir otras 18

Principalmente, el Corpus de Español (CdE) de Mark Davies y el Corpus Diacrónico del Español (CORDE) de la Real Academia Española.


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o­ piniones; ello es verdad que aparecio el dicho señal: y que lo tuuo despues por bandera. (CORDE, 1498, Ampiés, Tratado de Roma)

Se puede contrastar el ejemplo arriba citado con el uso referencial de ello en un texto contemporáneo: (44) Pero, Rey mío, todo ello es bueno para poner debajo tus pies. (CdE, 1548, Mal Lara, Recibimiento)

Se verifica que la realización de ello en construcciones epistémicas es anterior a su ocurrencia en otros contextos impersonales: en los corpus, las estructuras ello es cierto/verdad que son atestadas a partir de los siglos xv–xvi, aunque las construcciones de extraposición impersonales analógicas (o sea, sin valor epistémico, por ejemplo ello es necesario/visto/fácil que) no aparecen sino hasta los siglos xvii–xviii. No nos resulta casual que el ello actual tenga un significado muy parecido a los ejemplos más antiguos y más asiduos de construcciones diacrónicas con ello. Además, podría esperarse que las construcciones formadas con ello reflejasen la frecuencia (o falta de ella) de sus contrapartes sin el presunto expletivo. Observamos que las estructuras existenciales con hay (pero sin ello) son mucho más frecuentes en los corpus que las estructuras epistémicas es verdad/cierto que. Por consiguiente, se podría predecir que la atestación de estructuras con ello se repetirían el mismo patrón observado en las oraciones homólogas sin ello. No obstante, sucede lo contrario con las construcciones ello: las estructuras ello es verdad/cierto que


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a­ parecen en los corpus con relativa frecuencia mientras que, por otra parte, se registran muy pocos ejemplos de la construcción existencial ello hay y las construcciones de extraposición con ello no epistémicas. Esta atestación desigual e inesperada puede explicarse si el fenómeno de ello se origina en el antedicho entorno epistémico, difundiéndose a otros contextos posteriormente. 4.2 Desarrollo histórico La hipótesis que presentamos es que la construcción ello es verdad que es una innovación que se deriva del reanálisis de dos cláusulas independientes: la cláusula matriz y referencial ello es verdad (una innovación en sí, compuesta por el sujeto referencial ello y el predicado es verdad ) y otra cláusula independiente seleccionada por el complementante que. La yuxtaposición de las dos frases establece un vínculo pragmático entre ellas, relación paratáctica que se ve reanalizada como una subordinada. Los cambios diacrónicos propuestos aquí se resumen en lo siguiente: (45) a. Existencia de dos estructuras distintas (ello con valor referencial): [elloref es verdad]; [es verdad que…] (*[elloref/no-ref es verdad que…]) b. Existencia de dos estructuras independientes [elloref es verdad], [que…] en yuxtaposición pragmática: [elloref es verdad] [que…]


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c. Reanálisis de la relación pragmática como relación subordinada: [ello es verdad] [que…]; [[ello es verdad][que…]] d. Existencia de tres estructuras distintas (ello sin función referencial en la construcción impersonal): [elloref es verdad]; [es verdad que…]; [ellono-ref es verdad que…]

En la primera fase, las dos construcciones –la construcción biclausal y impersonal es verdad que (46–47) y otra construcción epistémica y monoclausal en que ello tiene valor referencial (48)– se encuentran en distribución complementaria: (46) Es verdad que tienen algún indio, mas el negocio consiste en el christiano. (CdE, 1500, Colón) (47) Y si murió y padeció Cristo para enseñarnos lo que cuesta un pecado y lo que hemos de huirle, ¿de dónde coliges que murió para darnos licencia para hacer delictos? Que satisfizo por todos es verdad: ¿luego no tenemos que trabajar nosotros? (CdE, 1612, Quevedo, Los sueños) (48) Quisieron pues los sabios en la invención destas cosas de los infiernos apartar a los hombres de las maldades: lo cual si así fuese creído, como ello es verdad, en todas las edades hubiera habido pocos malos. (CdE, 1554, Pérez de Moya, Philosofía secreta de la gentilidad )

En esta primera fase, no se evidencian construcciones con ello no referencial. En la segunda fase, sin embargo, empezamos a observar cons-


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trucciones epistémicas ambiguas, en las que el estatus gramatical de ello no queda claro: (49) Un sabio dijo que la memoria es el pulso del amor, porque tanto más veloz, agudo y continuo anda el pensamiento revolviendo lo que ama, cuanto es más crecido su amor. Y así es ello verdad, que a poco amor hay poca memoria; y a mucho, mucha; y a ninguno, ninguna. (CORDE, 1595, de los Ángeles, Diálogos de la conquista del reino de Dios). (50) Y créame vuesa merced que esto es lo más acertado; que allí está el cocinero cojo que me adora, y todas las veces que entro a velle, que no son pocas, me hinche un gran plato de carne friática, que en her así, me la espeto como quien se sorbe un huevo; y él no hace sino reír de ver la gracia y liberalidad con que como, que es para dar mil gracias a Dios. Ello es verdad, que anoche uno destos señores pajes o pájaros, o qué son, me dijo que sorbiese una escudilla de caldo que traía en la mano, porque me daría la vida, después de Dios. (CORDE, 1614, Fernández de Avellaneda, Don Quixote)

En los ejemplos de arriba, resulta difícil precisar la referencia del pronombre ello ya que el contexto sintáctico parece ofrecer dos posibles interpretaciones: a saber, el pronombre ello se refiere a la oración anterior (p.ej. un sabio dijo…) o puede que carezca de valor referencial, en otras palabras, sería un sujeto impersonal. En el primer caso, la frase encabezada por el complementante que se encontraría en relación paratáctica con la cláusula asociada (p.ej. y así es ello verdad, que…), por contrario en el segundo


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quedaría en relación sintáctica y, como tal, dependiente. Es esta situación ambigua la que ofrece las condiciones adecuadas para el reanálisis de la relación pragmática, por lo que suponemos que en algún momento los hablantes reanalizan el vínculo pragmático y asociativo como uno subordinado, aunque en la superficie la oración no sufra alteración visible. Si queremos defender esta hipótesis, una pregunta inmediata es si el complementante que puede empezar una frase independiente en esta época.19 La respuesta parece ser afirmativa, a juzgar por las oraciones a seguir, en las cuales el elemento que se da en contextos autónomos (51) e incluso en oraciones matriz (52): (51) No hay que cansarte; que no quiero ser tu dama. (CdE, 1628, Ruiz de Alarcón y Mendoza, El desdichado en fingir) (52) Allí, digo, en el Cielo, se consumará del todo este Sacramento, no solo comunicando su espíritu y vida a las almas, sino su cuerpo, calidades espirituales y dotes gloriosas a los cuerpos de todos. Que esas esperanzas alentaban tanto al Apóstol en otra parte: Unde etiam expectamus Salvatorem Dominum nostrum Jesum Christum, qui reformavit corpus humilitatis nostrae configuratum corpori claritatis suae. (CdE, 1606, Paravicino y Arteaga, Oraciones evangélicas)

Por último, llegamos a un cierto punto alrededor del siglo xviii en que el uso de ello no solo deja de ser ambiguo, sino que siempre asume un 19

Frases independientes como estas se dan con menos frecuencia en el portugués y el catalán. Aun así, tales usos, y otros parecidos, sí se manifiestan (y resultan gramaticales).


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valor no referencial en estas construcciones, por lo cual podemos considerar que el proceso de reanálisis está acabado: (53) Ello es verdad que no tenemos relox; pero a fe que ha jurado el curo que el primer año santo que venga, tenemos que her unos riquísimos órganos. (CORDE, 1614, Fernández de Avellaneda, Don Quijote) (54) Ello es cierto que, por falta de gente, y por la decadencia de la agricultura y comercio, estaba España entonces precisada a surtirse del extranjero. (CORDE, 1777, Jovellanos, Carta a Rodríguez Campomanes) (55) Ello es verdad que las truchas no se pescan… (CORDE, 1841, Bretón de los Herreros, Dios los cría y ellos se juntan)

5. Extensión Proponemos que este uso no referencial de ello extiende a otros contextos a partir del siglo xvii por el proceso de analogía (cf. Harris & Campbell 1995; Hopper & Traugott 2003; Narrog & Heine 2011). Encontramos ejemplos de ello no referencial en construcciones impersonales extrapuestas (56–57) y con verbos de ascenso (58) que, contrario al contexto original, no son epistémicas: (56) Ello es regular que tengas, ayudada de mi hermana tu amiga y tu consejera, buena porción de mentiras y de embolismos dispuesta para el caso;


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pero ya conozco todas sus tretas y las tuyas. (CdE, 1786, Fernández de Moratín, El viejo y la niña) (57) En fin: ello es preciso que pueda haber cuestión, pues si ganamos, todo será pecado venial, y si perdemos, ya apelaremos para tribunal y jueces que nos sepan dar la razón. (CdE, 1833, Estébanez Calderón, Escenas andaluzas) (58) Ello parece que nuestros amigos los Franceses no son los más delicados del mundo sobre este artículo, cuando esta materia se toma por asunto de risa. (CdE, 1742, Feijoo, Cartas eruditas y curiosas)

Lo encontramos además en construcciones impersonales pero esta vez existenciales, concretamente con el verbo haber: (59) Ello hay virgen, hay clausura, hay un dios que visita a la doncella, sea por lo que fuere; que eso no nos toca a nosotros averiguarlo. (CORDE, 1758, Isla, Fray Gerundio de Campazas)

Es plausible que ello se extienda por analogía a construcciones existenciales con haber debido a su estatus impersonal, pero ¿por qué no se dan ejemplos de ello en otras estructuras analógicas, como las construcciones impersonales meteorológicas o las oraciones inacusativas, en el corpus histórico? Una explicación posible es un paralelismo que existe entre, por una parte, las estructuras extrapuestas y las existenciales con haber y, por la otra, las siguientes construcciones monoclausales


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y ­referenciales: ello/esto/eso es verdad/importante; ello/esto/eso parece; ello/ esto/eso hay. Tal analogía no puede aplicarse a las estructuras atmosféricas (*ello/esto/eso llueve) ni las inacusativas (*ello/esto/eso viene un chico). Por eso, sostenemos que ello no puede extenderse a otros contextos impersonales como los considerados en el §3.1 hasta que se estableciera en los entornos sintácticos más parecidos a la construcción original, es decir las estructuras de extraposición y las existenciales. ¿De dónde proviene la interpretación epistémica? En este análisis, asumimos que ello obtiene matices semánticos-pragmáticos por el proceso de la llamada “inferencia pragmática”, la cual genera significado a través del uso de una forma lingüística en un determinado contexto (Nicolle 2011). Así pues, el uso de la construcción impersonal es verdad que implica el compromiso con la verdad por parte del interlocutor. Es decir, a pesar de ser impersonal y no epistémica, el empleo de dicha frase produce una interpretación necesariamente epistémica, ya que al afirmar que algo es verdad se expresa que uno cree que este “algo” es verdad. Es esta yuxtaposición de ello con el contexto epistémico la que facilita el proceso de transferencia semántica de la interpretación epistémica; en otras palabras, debido a la influencia asociativa de su entorno semántico-pragmático, se da un proceso de subjetificación del elemento ello (cf. Traugott 1995; Langacker 2006), pues la actitud subjetiva del hablante se ve gramaticalizada en el pronombre ello. Desde la perspectiva generativa, este cambio se asocia con la presencia de rasgos de primera persona codificados en los extremos de la periferia izquierda de la arquitectura oracional (Speas & Tenny 2003; Giorgi 2010; Sigurðsson 2010). Por eso, preferimos hablar de la “­pragmatización” de


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ello en vez de su “gramaticalización”, ya que el elemento se desarrolla una interpretación pragmática (viz. el valor epistémico) durante el transcurso de las permutaciones arriba propuestas. Somos agnósticos respecto a los mecanismos sintácticos específicos que estén implicados en dicho proceso, pero notamos que puede suponer la adquisición de rasgos sintácticos (frente a su pérdida durante el proceso de gramaticalización, cf. Roberts & Roussou 2003), concretamente los relacionados con la deixis y los actos de habla. Sea cual sea la postura correcta respecto a lo anterior, para volver al tema que nos ocupa, hace falta preguntar si en verdad se puede observar esta presunta interpretación epistémica de ello en los datos históricos. Sobre este punto, notemos el uso de ello con valor pragmático-epistémico en el siguiente texto histórico: (60) Pero, ¡aquí está el busilis!: ¡Quántos gramáticos se encuentran que no llegan ni con cien leguas a la dignidad de estos y que les sobrepujan en muchos millares en lo que toca a arrogancia y amor propio! Ello es cierto y muy cierto que todos debieran ser doctos lo más que pudiesen […] (CdE, Forner, 1776, Los gramáticos: historia chinesca)

El análisis de ello como elemento epistémico-pragmático nos permite explicar algunos usos actuales de ello que de lo contrario hubiera sido sorprendentes o incluso inexplicables, como se ilustra en los siguientes ejemplos: (61) Español dominicano A: ¿Vienes a la fiesta esta noche? B: Ello. [=sí].


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(62) Portugués europeo (Outeiro, Braganza) Mas esse já conhecem, ele já? ‘Pero eso ya lo saben, no?’ (Cordial-Sin OUT40, apud Carrilho 2005: 134)

Estos ejemplos van más allá del sentido epistémico de ello, el cual va asumiendo matices interpretativos cada vez más amplios. En (61), la respuesta ello quiere decir ‘sí’, o sea que constituye una expresión afirmativa de la creencia del interlocutor. De manera similar, el hablante en (62), mediante el uso de ele já, crea la expectativa de que el oyente ratifique luego la proposición ya establecida (la cual queda establecida en primer lugar por la realización de la pregunta por parte del hablante). Se nota además que las preguntas etiqueta suelen comprender alguna expresión o algún matiz relacionado con el concepto de la verdad (cf. español ¿verdad?, alemán nicht wahr?, inglés right?, italiano (nev)vero? ). La comprobación de ello en los contextos arriba brevemente descritos constituiría una extensión lógica de la función de ello si de verdad este tiene –o en una etapa ha tenido– valor epistémico. 6. Comentarios finales A primera vista, el expletivo ibérico puede parecer problemático para nuestra concepción del parámetro de sujeto nulo, pues al aparecer en contextos expletivos prototípicos, motiva un análisis como elemento análogo al sujeto expletivo “verdadero” de las lenguas de sujeto no nulo como el inglés o el francés. No obstante, al examinar sus características sintácticas e interpretativas, resulta que el expletivo ibérico


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es de una naturaleza bien diferente a la de los expletivos puramente sintácticos, los cuales sirven de mecanismo de último recurso para llenar la posición canónica del sujeto. En cuanto a si debemos por tanto ampliar la tipología de expletivos para así incluir tales elementos situados en la interfaz sintáctico-pragmática, es una cuestión que dejamos zanjar a los demás. Si bien quedamos de acuerdo con los trabajos anteriores que proponen un análisis periférico para ello (o sea, que el elemento pertenece más al dominio-C que al dominio-T),20 pace la mayoría de estos estudios, sostenemos que ello no puede ocupar múltiples proyecciones funcionales sincrónicamente, sino que surge en (una o, en el caso del portugués europeo, dos) posiciones estructurales distintas según la variedad en cuestión. En concreto, se ha propuesto que ello ocupa una proyección alta en la periferia izquierda (SFuerza) en el catalán balear; una posición baja (SFinitud) en el español dominicano; y, por último, una posición alta (SEvaluación) y otra baja (SFinitud) en el portugués europeo. Aunque solo hemos podido esbozar a grandes rasgos un proceso histórico complicado, hemos pretendido demostrar que la variación actual es consecuencia de las distintas etapas de pragmatización alcanzadas por ello en las respectivas lenguas ibero-románicas que admiten su empleo. Las evidencias diacrónicas indican que el presunto expletivo ibérico se origina en contextos impersonales y epistémicos, hipótesis que explicaría el desarrollo del elemento desde sus inicios como sujeto pronominal 20

Cabe señalar que no siempre es nítida la frontera entre los dos dominios (y por lo tanto aún queda por determinar de manera definitiva).


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r­eferencial, pasando por su transformación en un marcador de valor epistémico-pragmático, y finalmente hasta su estado actual en que ello mantiene una caracterización diversa, los pormenores de la cual parecen siempre remontarse a la explicación que delineamos arriba.

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ENSEÑANZAS DEL CAMBIO FRACASADO: TRAYECTORIA Y ESTELA DE UNA PERÍFRASIS FUGAZ (INFINITIVO + TENER)* Álvaro S. Octavio de Toledo y Huerta Ludwig-Maximilians-Universität München Alvaro.Octavio@romanistik.uni-muenchen.de

Olvidaba / otra cosa: la música / frutal, el corazón / errante de los siglos, / suena para nosotros. / […] Quiero / todo aquello que ha sido / el instante, […] / lo que el tiempo / roe (no lo que el tiempo / purifica) José Hierro, “Interior” (Cuanto sé de mí), vv. 29–33, 47–53

Structures in which an infinitive precedes the auxiliary tener instantiate a very low-frequency, short-lived phenomenon in Spanish (15th–17th centuries). However, they are part of a broader constructional network that includes the so-called “analytical future” (cantarlo he) and, more generally, all periphrases exhibiting a * Esta investigación ha sido posible gracias al apoyo de los proyectos españoles de I+D “Procesos de gramaticalización en la historia del español (ProGramEs) IV” (FFI2012–31427) y “Diccionario histórico de las perífrasis verbales del español: gramática, pragmática y discurso (GRADIA)” (FFI2013–43092–P). CUADERNOS DE LINGÜÍSTICA, VOL. 3, NÚM. 1, 2016

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Á lvaro S. Octavi o de Toledo y H ue rta CLECM 3(1)-2016

focus fronted infinitive. Hence, an in-depth study of this apparently marginal phenomenon can shed light on the reasons behind the simultaneous loss of all the aforementioned structures by 1660. Furthermore, this single evolution exemplary shows how changes through syntactic extension come about and proceed, a process in which analogy seems to play a major role. Key words: historical syntax (Spanish), infinitival periphrases, mesoclisis, focus fronting, syntactic extension, actualization, analogy. Las estructuras con un infinitivo antepuesto al auxiliar tener constituyen un fenómeno de muy escasa frecuencia y corta vida en español (siglos XV–XVII). Se insertan, sin embargo, en un conjunto más amplio de construcciones que incluye al llamado “futuro analítico” (cantarlo he) y, en general, a las perífrasis en que el infinitivo asume la primera posición oracional merced a una focalización (fronting). Así, el estudio detallado de este fenómeno en apariencia marginal puede arrojar luz sobre el modo en que se produjo la pérdida simultánea de todas las estructuras mencionadas hacia 1660. Además, su historia muestra provechosamente el recorrido de un cambio por extensión sintáctica, proceso en el que parece desempeñar un papel crucial la analogía. Palabras clave: historia del español, perífrasis de infinitivo, mesoclisis, adelantamiento de foco (fronting), extension sintáctica, actualización, analogía.

1. Unos (pocos) datos, dos hipótesis y alguna laguna Fue el gran Wilhelm Meyer-Lübke, por cuanto se me alcanza, el primero en aludir a la existencia en español de una construcción “muy esporádica” en que un infinitivo se antepone directamente al auxiliar tener (1a).1 1  “Nur

vereinzelt trifft man entsprechend sp. morir tenia” (Meyer-Lübke 1899: §503, 540). El romanista suizo citaba por la Silva de romances viejos editada por Jacob Grimm (Viena, Jacobo Meyer, 1815), que sigue el Cancionero de romances de Amberes de 1555 (cf. Chico-


Enseña nz a s del cambi o f r aca s a d o

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El conocido romance en que la documentó (el del conde Alarcos) contiene un segundo ejemplo de esta construcción, esta vez con un clítico interpuesto entre auxiliado y auxiliar (1b). El mismo romance alberga, además, ejemplos de un esquema semejante a (1a), pero precedido de la preposición de, así como de otro esquema análogo al anterior con el auxiliar haber (1d).2 (1)

a. No me pesa de mi muerte porque yo morir tenía, / mas pésame de mis hijos, que pierden mi compañía (Alarcos, 172–173) b. Encomendaos a Dios, qu’esto hazerse tenía (Alarcos, 179) c. De morir tiene, el buen conde, por salvar la honra mía (Alarcos, 94) d. A morir habéis, condesa, enantes que venga el día (Alarcos, 167)

No muchos años después de Meyer-Lübke, Cirot (1911: 86) mencionaba un ejemplo de infinitivo + clítico + tener en el Guzmán de Alfarache (2a) que, según él, “est l’équivalent de ahorcaros hemos”. Keniston te 2000: 20–24). El texto figura igualmente, con idénticas lecturas, en la primera edición de ese cancionero (Amberes, Martín Nucio, s. a. [1547–1548]) y en el Cancionero de romances de Medina del Campo (Guillermo de Miles, 1550). 2  Los cancioneros citados en la nota anterior fueron realizados a partir de pliegos sueltos (cf. Higashi 2013): para el romance del conde Alarcos, los más tempranos (cf. Norton & Wilson 1969: 13–14) son sevillanos, de Jacobo Cromberger (1511–1515 y ca. 1520, el segundo con atribución de la obra a un tal Pedro de Riaño) y Juan Valera (1516–1517), localización geográfica que, como veremos, puede ser de importancia. En el pliego suelto impreso por Jorge Coci en Zaragoza (1520), el ejemplo (1d) lee A morir teneys y no, como la princeps sevillana, A morir habéis (cf. Thomas 1927: 11/19 y García Lorenzo 1972:181); los Cancioneros imprimen De morir habéis, lo que pone de manifiesto el paralelismo entre los esquemas de (1c) y (1d).


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(1937: 466–467) localizó tres casos más con el clítico (2c) y otros tres sin él (2d), mientras Yllera (1980: 116–117) encuentra ejemplos de uno y otro esquema en Diego de San Pedro (2e)3 y García de Diego (1951: 194) cita un caso en el Quijote de 1615, datos que sugieren que el periodo de vigencia del fenómeno se corresponde en buena medida con los límites del español (pre)clásico, esto es, con el periodo que transcurre de 1475 a 1650, aproximadamente (cf. Girón 2004).4 (2) a. ¡Ea, ladrón, decí la verdad, que ahorcaros tenemos aquí si luego no lo dais! (Guzmán, I, 1, 7, 210) b. no puedo más, seguirle tengo; somos de un mismo lugar (Quijote, II, 33, 906)

3  Además

de un ejemplo anónimo en verso presente en el Cancionero de Gallardo, que recoge composiciones del Cuatrocientos pero se copió ya a mediados del siglo XVI: “que a quien no diçe verdad / deçille tienen que miente” (87, 69v, 4–5, apud Cancionero Virtual ). 4  Los últimos casos en prosa son de entre 1647 y 1650, y el último ejemplo de época áurea se da en el verso de una comedia calderoniana de 1665. Las pervivencias posteriores en prosa, escasísimas, se deben –más allá de la preservación del aforismo religioso (de) morir tenemos– al arcaísmo deliberado que, en forma de imitación lingüística de rasgos tenidos por propios de la lengua antigua, conoció cierto éxito durante el siglo XIX (cf. Octavio de Toledo & Pons 2009), o bien a la mímesis del español de los vascohablantes, asunto sobre el que volveremos más adelante. En verso se encuentran, entre el último tercio del XVIII y mediados del XIX, algunos ejemplos de la secuencia que + infinitivo + tener motivados sin duda por razones métricas y de rima: “pues sólo que añadir tengo / que en su casa cada una / mucho mejor estaremos” (Ramón de la Cruz, Las resultas de los saraos, 1764); “de los moros amparóse / y por los moros mantuvo / a Tarifa; mas tornose / la suerte: capitulose, / y Arias que entregarse tuvo” (Zorrilla, Granada, 1852).


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c. ¿Con quién habla? […] Sabello tengo (Lozana, 42, 212–213) pues los pecados le mataron, aborrecellos tenemos (Ávila, Epistolario, 13, 179) Ha dicho dos veces, estando retirada en su cámara: “no piensen que ha de pasar así, que yo casarme tengo” (Bernardino de Mendoza, Carta [a Felipe II sobre Isabel de Inglaterra], 14.5.1579) d. conviene los corazones de aquellos que en arduo negocio proveer tienen estar desembargados de pasión (Lisandro y Roselia, I, 4, 146)5 No temas, Paulo, que llegar tienes a la presencia de César (Ambrosio de Morales, Discursos, III, 168r)6 ¡Desta vez pagar tienes! (Guzmán, I, 3, 8, 450) e. el día aplazado que los ensayos con obra esecutarse tenían (Arnalte, 699–700, 74) E como yo supiese que Lucenda a la fiesta venir tenía, grandes alteraciones al triste coraçón mío sobrevinieron (Arnalte, 702–703, 74) ¿quién pensar pudiera que así las fuerças de mi propósito enflaquecer tenían? (Arnalte, 1446–1447, 124)

Además de su escasez, en que insisten todos los autores citados, y de su aparición únicamente en un arco cronológico muy ceñido, llama la atención en esta perífrasis el dominio (prácticamente, la exclusividad) del esquema con el auxiliar pospuesto al auxiliado.7 Este hecho subraya 5

En esta obra se encuentran, además, los ejemplos citados más adelante bajo (6b) y (6d). por la princeps (Córdoba, Gabriel Ramos Bejarano, 1586), donde he comprobado el dato. 7  En todos los ejemplos recogidos por Yllera “aparece el auxiliar pospuesto” (Yllera 6  Cito


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la semejanza del esquema infinitivo + tener (especialmente el que contiene un clítico) con el llamado “futuro (o condicional) analítico”, cantarlo he / hía (en adelante, FCA), a cuya relativa abundancia hasta mediados del siglo XVII se contrapone la frecuencia históricamente muy baja del esquema haber + infinitivo (cf. ya Meyer-Lübke 1899: §319, 337). De hecho, la mayoría de los especialistas supone que cantarlo tengo surgió por la notable expansión contextual de tener a costa de haber a lo largo del siglo XV, que en último término habría afectado también al FCA, entre otras perífrasis;8 no falta, sin embargo, quien prefiere poner de relieve 1980: 116), como en todos los de Keniston “tener follows the infinitive” (Keniston 1937: 467), salvo en el siguiente, si no es error de copia (pues Valdés usa generalmente tener de + infinitivo): “No fío tanto en mi memoria que piense me tengo acordar de todos” (Valdés, Lengua, 95v). Otro ejemplo que hemos localizado en el CORDE bien podría ser un caso de omisión haplológica de la preposición de ante un auxiliar comenzado por [d-]: “E non es maravilla si un omne tiene grant cargo en un regno del qual tiene dar cuenta a Dios” (Antón de Zorita, Árbol de batallas, 1440–1460). 8  “[I]t is reasonable to conclude that tener did function as haber in analytic future / conditional constructions” (Anipa 2001: 158). “The identity in meaning of tener and haber during the sixtenth century made it easy for tener to replace haber in various auxiliary functions, both with a pure infinitive and with a preposition de” (Keniston 1937: 466). “Su creación [de cantarlo tengo] se explica por el auge que cobró tener en esos años [finales del XV] y durante el siglo XVI como sustituto de aver en sus diversos empleos. Apareció por analogía con aver e infinitivo, influenciada sin duda por la autonomía de los dos componentes del futuro y del condicional” (Yllera 1980: 116). Como puede verse en este último pasaje, la hipótesis de la sustitución léxica va de la mano de la concepción del futuro cantaré o el condicional cantaría también como secuencias analíticas, pues de lo contrario quedaría sin explicar la aparición de cantar {tengo / tenía}: “native speakers must have continued to conceive of the future as the infinitive + haber and therefore sometimes replaced haber with tener” (Anipa 2001: 158); cf. igualmente Anipa (2000). Para la sustitución de haber por tener en la historia del español, cf. sobre


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la afinidad de cantar(lo) tengo con {a / de}cantar(lo) tengo (cf. 1c), perífrasis documentada en la misma época (e incluso, como hemos visto, en los mismos textos que cantar (lo) tengo) y que puede explicarse fácilmente como la versión con anticipación del infinitivo del esquema tengo {a / de } cantar (lo).9 Surgen, así, dos posibles hipótesis evolutivas: una de mera sustitución léxica de haber por tener sobre el molde del FCA; y otra según la cual cantar (lo) tengo podría ser el resultado de una evolución propia (una gramaticalización, quizá) a partir de la perífrasis tener de + infinitivo (en la que, a su vez, tener venía reemplazando a haber desde fecha temprana: cf. Garachana 2011). Por lo demás, el estatuto diasistemático de los esquemas con infinitivo (+ clítico) + tener durante el tiempo en que estuvieron activos es asunto punto menos que desconocido: en vista de los ejemplos de (2), desde luego, no parece fácil defender, con Yllera (1980: 117), que “fue más una fórmula literaria que una construcción enraizada todo Seifert (1930), Pountain (1985), Garachana (1997; 2011), Delport (2004), Hernández (2006), Del Barrio (en prensa). Para los FCA, construcción que ha merecido mucha atención crítica, cf. principalmente Rossi (1975), Company (1985; 2006), Company & Medina (1999), Castillo (2002), Girón (2007), Bouzouita (2011; 2012), Octavio de Toledo (en prensa, a) y Batllori (en prensa). 9  Es la idea que parece latir tras este pasaje de la reseña crítica de Steven Dworkin al trabajo de Anipa (2001): “On the basis of a handful of examples […], Anipa claims that he has identified for the first time the use of tener in analytic future constructions, parallel to the analytic constructions involving infinitive + aver. As the author himself recognizes, this construction denotes obligation (which implies futurity) and it arose through analogy with the periphrasis infinitive + aver. Nevertheless, it is going too far to analyze it as a future tense. This verbal periphrasis is documented in fifteenth century literary texts and existed alongside tener a + infinitive and tener de + infinitive” (Dworkin 2004: 92).


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en el habla viva”, es decir, que cantar(lo) tengo estuviera exclusivamente asociado al ámbito de la distancia comunicativa (en términos de Koch & Oesterreicher 2011); su presencia en la Lozana andaluza,10 en cartas privadas o en entornos dialógicos del Quijote o el Guzmán sugiere, si acaso, lo contrario. A caracterizar sintácticamente los esquemas con tener y un infinitivo a lo largo de su historia y a afinar en lo posible su estatuto variativo dedicaremos las dos próxima secciones, en las que exponemos los datos que se derivan de un despojo exhaustivo de tales construcciones en el corpus CORDE.11 A partir del retrato que de ellos se desprenda trataremos de decantarnos, en la cuarta y última sección, por una de las dos hipótesis evolutivas esbozadas, o bien por una tercera que se antoje, quizá, aún más verosímil. 2. Características sintácticas de las secuencias con infinitivo + tener Se documenta desde los primeros monumentos literarios castellanos una construcción modal en que el infinitivo auxiliado, precedido del nexo característico de la perífrasis (preferentemente a en los primeros tiempos, 3a, y de más adelante, 3b–c: cf. Yllera 1980: 97–100), se antepone 10

Para esta obra como paradigma de la mímesis de lo oral, cf. Bustos (2001) y, particularmente sobre la cuestión de los futuros, Eberenz (1991). 11  He podido localizar en él 367 ejemplos (208 en prosa y 159 en verso), que constituyen el corpus de base de este estudio, aunque las cifras se referirán, salvo que se especifique lo contrario, tan solo a los ejemplos en prosa. Para el modo de recoger exhaustivamente secuencias de este tipo en el CORDE, cf. Octavio de Toledo (2002, en prensa, b).


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al verbo haber auxiliar: {a / de} cantar(lo) he. En este esquema con adelantamiento de un sintagma entero (y no meramente de un núcleo), el infinitivo puede acompañarse de clíticos (3b) o no (3a). Se trata, en cualquier caso, de una secuencia de ínfima frecuencia, especialmente si se compara con el esquema cantarlo {he / hía}, lo que conduce a pensar que era este último, en realidad, el que actuaba la mayoría de las veces como esquema inverso12 de haber de + infinitivo con los dos tiempos de mayor uso (el presente y el imperfecto), al menos cuando en la construcción participaban los pronombres (Octavio de Toledo, en prensa, a).13 12

El esquema inverso de una perífrasis es aquel que muestra la anteposición del sintagma que contiene la forma no personal: así, cantar(lo) debo es, por ejemplo, el esquema inverso de las secuencias debo cantar, debo cantarlo, débolo cantar y lo debo cantar, en que el auxiliar precede al auxiliado según el orden tipológicamente esperable en una lengua VO como el español (cf. por ejemplo Greenberg 1963: 111; Dryer 1992). 13  En ausencia de los clíticos, la situación era necesariamente más compleja, pues cantar + he estaba muy avanzado en su gramaticalización como futuro (cantaré) ya en época protorromance (cf. por todos Valesio 1968; Nocentini 2001; Bourova & Tasmowski 2007). La idea que recojo aquí, y sobre la que volveré algo más adelante (para los detalles, cf. Octavio de Toledo, en prensa, a), es que del mismo modo que he de cantar se impuso desde muy temprano a he cantar, al menos en Castilla (cf. Meyer-Lübke 1894: §319: 337; Yllera 1980: 92–95), el esquema inverso de esta perífrasis se formó principalmente, en cambio, sin nexo entre auxiliado y auxiliar, es decir, en la forma que manifiesta el FCA cuando intervienen los clíticos. Concibo, de ese modo, la secuencia modal con haber y un infinitivo como una “perífrasis desgajada” por el efecto simultáneo de la formación del futuro sintético y de la tendencia a la generalización del nexo entre sus dos componentes: un único resto de la antigua perífrasis sin nexo, cantarlo he, se especializó de forma supletiva como esquema inverso de he {a/ de} cantar + clítico para sus dos tiempos más característicos (presente e imperfecto), quizá precisamente porque los dos esquemas quedaban diferenciados de forma muy icónica por el carácter complementario de sus propiedades formales y distribucionales. Baste mencionar ahora, en todo


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(3)

a. si algunos de los reis mengua en algunas d’aquellas cosas que a complir an non son de culpar tanto como los otros omnes (GE1, XX, 46, 601) b. De pasarse habrá ya esta importunidad (Celestina, 1, 44) c. Lo quarto, deven criar las madres a sus fijos para tenerlos a su servicio más obligados; porque si los padres viven largos años, al fin de venir han a manos de sus hijos (Guevara, Reloj, II, 19, 513) porque la justicia, de trabajar ha el que la ha de administrar (Mejía, Silva, I, 32, 449)

El verbo tener accede a los entornos de (3) en el segundo cuarto del siglo XV, cuando el esquema tener de + infinitivo estaba ya firmemente asentado (Yllera 1980: 111–115; Garachana 2011; Garachana & Rosemeyer 2011). Los ejemplos, muy contados en los dos primeros tercios del siglo (todos los casos en 4a), proliferan hacia los últimos años del Cuatrocientos, tanto en manuscritos como en impresos (4b), y la construcción caso, que los ejemplos del tipo de (3a) que he podido localizar se encuentran en los primeros tiempos, al parecer, preferentemente insertos en oraciones subordinadas (una relativa, en 3a), entorno en que, como es sabido, no se localizan casos de FCA en los siglos XII–XIV (cf. sobre todo Castillo 2002; Company 2006; Bouzouita 2011). Por otro lado, el esquema inverso con presencia del nexo parece proporcionalmente más frecuente con tiempos distintos del presente o imperfecto, como el indefinido: “Lo que sant Millán dixo a veerlo ovieron” (Berceo, San Millán, 293a); “por ond a passar ovo” (Berceo, Santo Domingo, 220a); “non fue poridat lo que el obispo dixo del avenimiento de la hueste, pero a saber ovieron los altos ombres lo que Anfiarao dixiera” (GE2, Tebas, 286, 514); “quando vino la ora en que el sancto rey de finar ouo” (EE2, 1132, 772a). Ambos hechos, necesitados de ulterior comprobación, podrían venir en apoyo de la hipótesis recién esbozada.


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se hace presente en varias ocasiones en dos de las más influyentes obras del cambio de siglo, el Arnalte y Lucenda de Diego de San Pedro (cf. 2e) y el Amadís de Gaula impreso en Zaragoza por Jorge Coci en 1508 (4c). En este tiempo, la construcción, como puede verse, aflora tanto en el arranque de las oraciones principales como en diversas clases de subordinadas (relativas, sobre todo, pero también, en menor medida, completivas o prótasis condicionales), admite conjugarse tan solo en presente e imperfecto y carece de clíticos: hay que esperar al primer cuarto del Quinientos para encontrar ejemplos con pronombre (4d).14 (4) a. E veno adonjahu fijo de hagujd a bedsaba madre de salamon & dixole sy es paz la tu venjda & dixo paz es ¶ E dixole de fablar tengo yo contigo & dixole fabla (Biblia E3 [ms. de ca. 1425–1450], Re1 2:13– 14, fol. 191v–b, apud Biblia Medieval) ca si de velar tenedes o penitencia de complir, otra noche vernedes mejor guarnido de armas e de gente (Ejemplos muy notables, ca. 1450) Estime el que amare que non solament e a su coamante de dar tyene, mas a otras çyento ha de contentar (Alfonso Martínez de Toledo, Corbacho, 1438 [ms. de 1466]) 14

He aquí los otros dos casos tempranos que hemos localizado: “Nadie con mucho quereros / no cure de andar a caça / ni vos curés descenderos / que lo que cuesta dineros / de venderse tiene emplaça” (Per Álvarez de Ayllón, copla recogida en el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa [Valencia, 1519, fol. 24r] y en el Cancionero de galanes, 1520); “Señora, pues esperança tengo que mi mal ha de bivir e siempre contigo leal compañía de detenerme tiene y pues mi daño á de crescer con la ansia de mis males, no sé qué podía perder que la vida” (Polindo, 1526).


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b. pues que de fuerça aquellas nobles gentes y todos los que nascieron a morir tenian sin ser conoscidos en el mundo por los que oy son (Juan de Flores, Triunfo de amor, 1470–1492)

avré de ser perdonado si pareciere que siguo fablilla en la perfeción del triunfo que de escrivir tengo (Alonso de Palencia, Triunfo militar, 1459 [ed. de Sevilla,1490])

mas que me detengo en lo que escusar no se puede / a morir tiene este magnanimo rey (Gonzalo García de Santa María, trad. de fray Gauberto Fabricio de Vagad, Corónica de Aragón, 1499)

Señora, de hazer tengo vuestro mandado (Historia de la reina Sebilla, ca. 1500)

c. en él tengo yo aquella verdadera esperança que con razón de haver tengo (Amadís, 77, 1229)

pero dos cosas […] hazen que mi propósito mudado sea. La una es querer vosotros, señores, a quien yo de servir tengo, ser en su ayuda (Amadís, 68, 1035)

Dueña, vayamos ante el Rey, y dándovos por quita, seré yo libre para me bolver donde de ir tengo (Amadís, 15, 388)

d. E su fición de manifestarse tenía, que la divina Magestad permite que las cosas mal hechas y peor pensadas no sean de luenga durada (trad. castellana de Tirante el Blanco, 1511)

Con similares características, pero aún más escasa, surge en paralelo (esto es, a partir de 1425) una construcción sin preposición encabezante (5a), que parece ser la versión con tener del siempre muy escaso esquema


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infinitivo + haber (5b).15 El primer caso que implica a un clítico tarda de nuevo más de medio siglo en aparecer (5c). La diferencia más signifi15

Para otros ejemplos medievales de infinitivo + haber, cf. Yllera (1980: 93–95). En los casos más tempranos de (5a) pudiera sospecharse influjo oriental (conocido en Villena y consustancial a un cancionero bilingüe, castellano y catalán, como PN4), por cuanto el esquema sin preposición pudo tener más presencia hacia el tercio este peninsular (y quizá también en el tercio oeste) que en la Castilla central. Así lo sugieren no solo los casos de (5b), adscribibles a esa zona, sino también la frecuencia no despreciable con que aflora la perífrasis haber + infinitivo conjugada en presente entre los corresponsales orientales de don Juan Manuel o Fernando el Católico, o su presencia en copias con clara impronta oriental como el manuscrito del Leomarte o el antiquior de la prosificación de la Teseida boccacciana: “e nos no avemos ninguna cosa otorgar sines voluntad e sabiduria vuestra” (“De Jaime II a su cuñado Don Dionis, sobre la paz de Castilla” [Colección diplomática de D. Juan Manuel], 1300); “assi auemos enuiar a la frontera los ditos ordenes de nuestra tierra” (“Respuesta de Alfonso IV de Aragón a la carta de Don Juan Manuel”, íbid., 1330); “e que os hauemos fauorescer e ayudar con nuestra casa e stado” (“Fernando al rey de Nápoles” [Documentos sobre relaciones internacionales de los Reyes Católicos], 1482); “non nos hauemos poner en semejante satisfaccion de interesses” (“Fernando a la reina de Nápoles”, íbid., 1484); “E avras buscar otro amor de Nueuo & otra fe que le des” (Leomarte, CCV, 114r); “que a las fembras en su verdadero hábito acostumbrado avemos honrar” (Teseida, I, 17, 83; así el ms. A, optimus y antiquior; el otro testimonio conocido, un descriptus de principios del XVI, trae avemos de honrar). La antelación cronológica de los esquemas orientales con tener sería también esperable si, como sugiere Del Barrio (en prensa), la sustitución de haber por tener fue más rápida cuanto más al este de la Península. No es sencillo, claro está, comprobar fehacientemente tales hipótesis, pues el esquema de (5b) solo puede distinguirse del futuro sintético en ciertos casos: con tiempos distintos del presente o el imperfecto (“Ora, pues así lo quieres, seguir avré tu consejo”, Viraldo, I, 111; cf. también los ejemplos con el auxiliar en indefinido de la nota 13); con las formas largas del imperfecto (por oposición a las breves del tipo hía); con las formas largas habemos / habedes / habéis; cuando el auxiliar rige a dos o más auxiliados coordinados (operación que no está al alcance de los morfemas verbales del español: cf. el segundo caso de 5b); o con un infinitivo que cambia sistemáticamente su forma al integrarse como radical del futuro (cf. decir has frente a dirás). En todo caso, los ejemplos más tardíos de (5a) ya no pueden caracterizarse como orientales.


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cativa con la construcción de (4d) es que aquí todos los casos, sin excepción, se dan en subordinadas. (5)

a. El cual ovo tiempo de se tornar e librar de aquel peligro si a Casandra, su esposa, creer quisiera, que le declaró la muerte que padesçer tenía (Villena, Glosas a la Eneida [ca. 1428; ms. BNE MSS/10111, ca. 1450], 195r–a, apud BDH ) Pues morir tengo forçado / sin causa me matarás (Cancionero PN4 [ca. 1490], 24, 47v, vv. 6–7, apud Cancionero Virtual ) Un marinero le dixo dozientas millas de aquel puerto, mas por qué causa lo preguntava. “Por unos negocios que allí hazer tenía” –respondió don Polindo (Polindo, 1526) b. por tal que nos mejor podiessemos acordar lo que fazer aviemos (“De Jaime II a Don Juan Manuel, excitándole a mantener en paz Castilla” [Colección diplomática de D. Juan Manuel ], 1312) todos sus vasallos a quien mandar y governar havemos (Amadís, 114, 1513) c. Pues […] el día aplazado en que los ensayos con obras esecutarse tenían fuese venido, al rey supliqué que […] (Arnalte, 699–700, 74) pongan [los cardos] por liño en acequia larga por amor del regar donde regarse tienen (Gabriel Alonso de Herrera, Obra de agricultura, 1513)

Estas construcciones perifrásticas con tener, pues, tardaron en asociarse con los clíticos; pero, incluso cuando lo hicieron, no entraron de inmediato en competencia con el FCA, pues, amén de las diferencias


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morfológicas en el auxiliar de determinadas formas (todas las de imperfecto más la primera y segunda del plural en el presente), el FCA carecía de preposición nexual (a diferencia de 4d) y su nicho sintáctico característico eran las oraciones principales (a diferencia de 5c). En este sentido, los nuevos esquemas con tener y sin preposición reproducen la restricción que pesaba sobre los esquemas análogos con haber y un tiempo distinto del presente o el imperfecto (6a) o bien con una forma no acortada del imperfecto que, de ese modo, no coincide con la del “condicional analítico” (6b): estos solo figuran –siempre en muy escaso número– en subordinadas canónicas como las relativas y las prótasis condicionales durante la Edad Media y el primer siglo XVI.16 Solo después de 1525 encuentro ejemplos de esquemas con infinitivo + clítico + tener en oraciones principales: el más temprano que conozco es de la Lozana andaluza (6c, retomado de 2c). Simultáneamente comienzan a darse en las principales esquemas sin clíticos de infinitivo + haber (6d) e infinitivo + tener (6e). (6) a. E nos, todo el conçejo de Segovia, confirmamos e otorgamos esta carta e esta donacion a vos, don Garci Martinez, e a los que heredarlo ovieren por vos depues de vuestros dias (“Confirmación de donación” Documentos de Alfonso X dirigidos a Castilla la Vieja, 1270)17 16

Solo conozco un caso de ambigüedad con un FCA (o, dicho de otro modo, un caso de FCA dentro de una subordinada canónica), en el siguiente ejemplo amadisiano: “Éste es un cavallero que demandarte ha el mal que me heziste” (Amadís, 128, 1657). 17  Un ejemplo muy similar se encuentra en otro documento alfonsí algo anterior dirigido al obispo Martín de León: “e mando que todos aquellos que y quisieren venir que vengan salvos e seguros con todas sus mercaduras; e, dando sus derechos o darlos ovieren, defiendo


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ca bien entendieron que sy guiar se ouiesen por este caballero, que los meteria en lugar do las manos ouiesen mester (Libro del caballero Zifar; cit. en Yllera 1980: 96)18 b. E bien les dio a entender Ebtor que por la sangre delos mayores dela hueste se auja a cobrar la çibdat / sy cobrarla aujan (Leomarte, 105, 67r) ¿A dó iré con el cuerpo? Pues el alma que regirle había le desmamparó (Lisandro y Roselia, III, 8; cit. en Keniston 1937: 461) c. ¿Con quién habla? […] Sabello tengo (Lozana, 42, 212–213) d. ¿Así, doña puta, meter habías sin mi licencia en casa el paje del conde […]? (Lisandro y Roselia, I, 4, 133) e. Obedecer tenemos a los reyes, pero haziendo cosas de reyes (Bernardo Pérez de Chinchón, La lengua de Erasmo, 1533)

Con la emergencia del esquema con clítico(s) en el entorno propio del FCA, sin embargo, la construcción con tener varía de rumbo y emprende una rápida metamorfosis. En efecto, su asociación con los clíticos, esporádica hasta 1525, se triplica hasta alcanzar porcentajes parejos a los del esquema sin clíticos ya a mediados de siglo. En paralelo, la construcción con preposición entra en declive, especialmente cuando intervienen los clíticos, de manera que puede percibirse una clara diferenciación formal entre dos firmemientre que ninguno non sea osado delles façer fuerça nin tuerto” (“Carta Real” [1256], Documentos de Alfonso X dirigidos al Reino de León, apud CORDE). 18  La lectura es solo del ms. M, en el que se basa la ed. de Wagner que sigue Yllera; el ms. P, más tardío y con tendencia a la modernización lingüística (Lucía 2002), trae a guiar se oviessen, variante que demuestra, una vez más, hasta qué punto la perífrasis infinitivo + haber está emparentada con las modales con preposición.


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esquemas: el más tradicional, que carece de clíticos y se marca con la preposición, y el emergente, sin preposición y con algún clítico; este segundo se hará cada vez más presente, como muestra la Tabla 1, y cuadruplica su peso respecto del periodo anterior entre 1525 y 1585, al tiempo que se hunden con estrépito las frecuencias del esquema contrario. Tabla 1. Progresión de los esquemas con clíticos y sin preposición (prosa)19 Periodo

+Clítico

-Clítico

+Prep

-Prep

1425–1526

4 (17%)

19 (83%)

16 (70%)

7 (30%)

{-Cl, +Prep} vs. {+Cl, -Prep} 14 (61%) vs. 2 (9%)

1527–1584

23 (46%)

27 (54%)

9 (18%)

41 (82%)

4 (8%) vs. 18 (36%)

1585–1665

62 (46%)

73 (54%)

9 (7%)

126 (93%)

5 (4%) vs. 58 (43%)

19

Los porcentajes de la Tabla 1 son siempre sobre el total de construcciones en prosa (23 para el primer periodo, 50 para el segundo y 135 para el tercero). La evolución señalada es también apreciable en el verso, aunque con proporciones distintas, que merecen algún comentario. Por un lado, son menores las cifras alcanzadas por la construcción con clítico: hasta 1526, hay 1 caso con clíticos por 7 sin ellos (12.5% de presencia de clíticos); de 1527 a 1584, 8 con clíticos por 42 sin ellos (16% de presencia de clíticos); y entre 1585 y 1665, 49 con clíticos por 52 sin ellos (47% de presencia de clíticos). Es mayor, por contra, en los dos primeros periodos la tendencia a eliminar la preposición: en el primer periodo, 3 casos de 7 no la llevan (el 43%); en el segundo son 45 los ejemplos sin preposición sobre un total de 50 (el 90%); en el tercero, presentan elemento de enlace 14 casos de 101 (el 14%), de los cuales tres se construyen ya con el nexo que: “Que hablaros tengo” (Lope, El alcalde mayor, 1604–1612). En definitiva, las secuencias en verso tienden a ser más breves que las de la prosa, pues en un número de ocasiones apreciablemente más alto carecen bien del clítico, bien de la preposición o de ambos (el esquema {-Cl, -Prep}, por ejemplo, tiene una frecuencia global en verso de 87/159 casos, o el 55%, mientras en la prosa el peso de este mismo esquema desciende hasta el 44%, o 92/208 casos). Es posible que los condicionantes métricos llevaran a preferir secuencias más cortas que pudieran tener, así, un encaje más sencillo en su correspondiente verso.


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Por otro lado, desde las primeras apariciones del esquema con un infinitivo no precedido de preposición en oraciones principales (cf. 6c y 6e) la presencia del conjunto de esquemas en las oraciones subordinadas disminuye igualmente a gran velocidad, como muestra la Tabla 2: de un claro predominio de la inserción en subordinadas hasta 1526 (16 casos de 23 o un 70%) se pasa a una participación muy pequeña en estas oraciones durante el periodo siguiente (7/51, 14%) y a un porcentaje despreciable (inferior al 1%) desde 1586.20 Especialmente marcado es el aumento de la presencia en oraciones principales cuando intervienen los clíticos: después de 1526 no habrá ya ni un solo ejemplo de esquema con clíticos dentro de una subordinada, tendencia que de nuevo apunta hacia una rápida igualación distribucional con los FCA. De hecho, la proporción 20

La Tabla 2 distingue los contextos habitualmente considerados relevantes para la aparición de los FCA y de la enclisis de las formas pronominales con un verbo finito (cf. por ejemplo la nómina de contextos en Nieuwenhuijsen 2006). Solo se tienen en cuenta los casos en prosa, pues el verso puede suscitar con frecuencia un orden de palabras poco habitual. Hacia la izquierda de la tabla figuran los contextos de proclisis generalizada y hacia la derecha los de enclisis generalizada, con los entornos alternantes en el centro: R/Cn = esquema dentro de una oración relativa / condicional; Cp/Cs = esquema dentro de una oración completiva / causal “fuerte”; Cs’ = esquema inmediatamente tras un nexo causal “débil” o de justificación enunciativa (generalmente ca / que: cf. Iglesias 2000) que no inhibe necesariamente la enclisis; Cs’ + SX = como el caso anterior, pero con uno o varios sintagmas interpuestos entre el elemento causal “débil” y la perífrasis; Conx_ = esquema tras un conector o marcador discursivo inicial; Adv_= esquema tras un adjunto adverbial (adverbio o locución) inicial; Sj_= esquema en oración principal, inmediatamente tras un SN que funciona como sujeto (pronombre o SN topicalizable); Sub_ = esquema inmediatamente tras la pausa de una oración subordinada precedente; pero/y_ = esquema inmediatamente tras nexo coordinante adversativo o copulativo; Voc/#_= esquema tras un vocativo inicial o en el arranque absoluto del periodo.


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de casos que figuran en entornos que favorecen claramente la presencia de los FCA (los de las tres casillas más a la derecha en la Tabla 2) es tan solo del 17% (4/23) para el periodo inicial, pero asciende ya al 47% (24/51) en los años centrales del siglo XVI y alcanza el 72% (96/134) en el tramo final de la existencia de estos esquemas. Tabla 2. Distribución de los esquemas (de) + INF (+Cl) + tener según el entorno sintáctico Periodo

R/Cn

Cp/Cs

Cs’+SX

Cs’

Conx_

Adv_

Sj_

Sub_

pero/y_

Voc/#_

1425-1526

9/2

4/1

2

---

---

---

1

---

---

1/3

1527–1585

6/1

---

3

12

1

1

3

4

1/2

1/16

1586–1660

---

1/0

5

12

8

4

8

32

0/15

1/48

15/3

5/1

10

24

9

5

12

36

1/17

3/67

Total

Los procesos recién reseñados van de la mano de un importante aumento en las frecuencias globales de las secuencias (de) + INF (+Cl) + tener. Como muestra la Figura 1,21 los tres fenómenos comentados (aumento de la proporción de esquemas con clítico, arrinconamiento 21

La Figura1 ofrece cifras porcentuales correspondientes a cada valor parametrizado (presencia de al menos un clítico, presencia de la preposición ante el infinitivo, presencia en oraciones principales) para cada uno de los periodos cronológicos que se distinguen. La línea de mayor grosor en la zona inferior de la figura es una curva de frecuencias relativas del conjunto de esquemas, esto es, representa el porcentaje de casos sobre el total que se concentra en cada tramo temporal. Solo se han considerado, una vez más, los ejemplos localizados en la prosa.


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de los esquemas sin preposición y abandono de las oraciones subordinadas en favor de las principales) crecen con especial ímpetu en el segundo tercio del siglo XVI, al tiempo que la frecuencia global de la construcción también experimenta un notable avance.22 Resulta evidente, pues, que la tendencia a la consolidación, entre 1525 y 1560, de un esquema infinitivo + clítico + tener (cantarlo tengo) localizado casi exclusivamente en oraciones principales, esto es, de una construcción con tener enteramente correspondiente al FCA cantarlo he, fue precisamente el hecho que permitió su despegue cuantitativo. Las construcciones con tener y un infinitivo, pues, tuvieron éxito en la medida en que tendieron a converger, a partir del segundo cuarto del siglo XVI, con el FCA. Importa, con todo, hacer aquí dos precisiones adicionales, cuya relevancia trataremos de mostrar más adelante: si la pérdida de la preposición y el desalojo de los entornos subordinados se producen en un solo impulso de avance rapidísimo para alcanzar prontamente cotas muy altas que continuarán 22  Para

facilitar la comparación con los datos ofrecidos en las Tablas 1–2, dejamos aquí apuntado que la progresión de la construcción es prácticamente aritmética a lo largo de los tres periodos que estas distinguen: entre 1425 y 1485 la frecuencia se duplica respecto del tramo anterior, para duplicarse de nuevo en el último tramo (1586–1660). La Figura 1 permite apreciar con mayor detalle que los incrementos se concentran en el segundo cuarto del siglo XVI y el primer tercio del XVII. El cálculo de frecuencias relativas (porcentajes sobre el total para cada periodo) evita la deformación de los datos que pudiera producirse por las diferencias de volumen textual entre los diferentes periodos dentro del CORDE. El cálculo de frecuencias ponderadas (ajustadas en función de un factor multiplicador que tenga en cuenta dichas diferencias de volumen) arrojaría los mismos resultados, con unos 20 ejemplos para el primer periodo, unos 48 para el segundo y unos 99 para el tercero. Para estos métodos de cálculo y el tratamiento cuantitativo de los datos del CORDE, cf. Octavio de Toledo (en prensa, b).


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creciendo, ya más lentamente, hasta el final, el avance de los esquemas con clíticos frente a los que no los presentan, en cambio, venía dándose con vigor ya desde antes, en el tránsito del siglo XV al XVI, y se estancará a mediados del Quinientos para decrecer incluso en el ultimo tramo de vida de estos esquemas. 100 75 50 25 0

a. 1485

1485-1524

1525-1564

1565-1604

1605-1650

Esquemas con clítico

Esquemas sin preposición

Esquemas en principales

Frecuencia relativa

Figura 1. Valores porcentuales (para cada periodo) de varios parámetros combinados y frecuencia global relativa para los esquemas con infinitivo antepuesto a tener Mencionaremos, finalmente, otros dos rasgos (morfo)sintácticos compartidos por todas las secuencias con un infinitivo antepuesto al auxiliar tener. De un lado, estos esquemas nunca aparecen negados, esto es, se muestran, desde sus primeras documentaciones hasta las últimas, tan


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refractarios a la negación como lo son, conocidamente, los FCA. De otra parte, todos los ejemplos recuperados, tanto en prosa como en verso, manifiestan únicamente el empleo de dos tiempos verbales, el presente y el imperfecto del indicativo. Mientras que el primero de estos rasgos (la resistencia a la negación) bien puede considerarse heredado del modelo de origen (las perífrasis con un infinitivo antepuesto a haber, que, por lo que sabemos, tampoco aparecen nunca en entornos negativos), la segunda característica no puede hacerse remontar a esas construcciones (cf. ejemplos con diversos tiempos en 3b, 6a y la nota 13), sino que debe entenderse más bien en relación con la perífrasis hacia la que en último término acaba convergiendo, ya sea esta el FCA u otra de propiedades semejantes. Nos contentamos por el momento con mencionar aquí estos aspectos, que retomaremos igualmente en el apartado final. 3. Estatuto variativo de las secuencias con infinitivo + tener Durante el siglo XV, los primeros –y aún muy escasos– ejemplos de secuencias con un infinitivo antepuesto a tener afloran en textos que, como es característico de esa centuria, presentan un alto grado de elaboración intensiva en la dirección de la máxima distancia comunicativa (cf. Pons 2006). En la sintaxis, la gestación de la lengua elaborada cuatrocentista se manifiesta principalmente en la adopción de rasgos tenidos entonces por propios de la escrituralidad latina y adoptados ya directamente de esta, ya de la prosa toscana latinizante del Trecento, transmitida en no pocas ocasiones a través del oriente peninsular (cf. Pons, en prensa). Uno de esos rasgos es sin duda la colocación del verbo finito al fin


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de la oración, y en particular de las subordinadas canónicas.23 Esa tendencia estilística pudo favorecer la inserción en la escritura de secuencias con el auxiliado antepuesto al auxiliar, si bien preferentemente en subordinadas y en textos altamente elaborados: de ahí, posiblemente, la impresión de que esta perífrasis constituye (o al menos forma parte de) una “fórmula literaria”, en términos de Yllera (1980: 117). Merece la pena, sin embargo, detenerse en la distribución textual de estas secuencias durante los siglos XVI y XVII, es decir, en el tiempo de su mayor difusión. Para ello, he creído oportuno distinguir diez grupos textuales, reunidos en tres grandes bloques: tradiciones discursivas24 narrativas que ya presentaban la construcción (a/de +) infinitivo (+ clítico) + tener en el siglo XV (bloque I, grupos a–c); tradiciones discursivas no ficcionales (bloque II, grupos a–c);25 y nuevas tradiciones ficcionales características del periodo áureo (bloque III, grupos a–b), además de la prosa efímera y las colecciones de refranes (bloque III, grupos c–d), según se detalla a continuación:

23

En las relativas, especialmente, el orden que XV (donde X es cualquier constituyente o serie de constituyentes y V es el verbo finito) es muy dominante en el Cuatrocientos y mantiene gran vigor aún a lo largo del español clásico (Del Barrio 2010). 24  Empleo aquí la noción de tradición discursiva en el sentido de Kabatek (2005; 2007; 2011), si bien en este caso el empleo es perfectamente compatible con una concepción de las tradiciones discursivas más orientada a la correspondencia con las taxonomías de género, tipo y modalidad textual (cf. López Serena 2011). 25  También la prosa erudita presenta algún caso de infinitivo antepuesto a tener en el siglo XV, al menos si se considera dentro de este grupo (y no de la historiografía, según en buena medida se concebía en su tiempo) la labor de traducción y glosa de la Eneida por Villena.


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Ia. Ib. Ic. IIa. IIb. IIc.

Libros de caballerías y ficción caballeresca Novelas sentimentales (incluye las pastoriles, bizantinas y cortesanas) Historiografía (crónicas y relaciones) Prosa erudita, doctrinal, filosófica, religiosa y moral Textos técnicos (de medicina, arquitectura, arte militar, náutica, etc.) Textos jurídicos (ordenamientos y comentarios, ordenanzas y arbitrios, documentos legales públicos o privados, correspondencia oficial) IIIa. Otras obras de ficción (diálogo de ficción, picaresca, novela alegórica, narración breve: novella y cuento, etc.) IIIb. Teatro en prosa (incluye la Celestina y otras obras celestinescas) IIIc. Prosa de circunstancias (relaciones de actos ceremoniales, encomios, oratoria sagrada o profana, prosa periódica, etc.) IIId. Paremiología

Esta agrupación (tan arbitraria, por lo demás, como cualquier otra) se justifica principalmente por su rendimiento a la hora de dar cuenta de la distribución textual de otras perífrasis con el infinitivo antepuesto a un verbo de contenido modal y uno o más clíticos intermedios (lo que en adelante denominaré “tipo ICVm”). Como se aprecia en la Tabla 3, las perífrasis de esta índole con poder se concentran en masa en los textos narrativos que prolongan los usos escriturales del Cuatrocientos, lo que sugiere una mayor vinculación con los moldes sintácticos de la lengua elaborada, como el orden con verbo al final en entornos de subordinación; las perífrasis con deber, como era de esperar, tienen mucha más presencia que las demás en textos con un marcado carácter instruccional, como los jurídicos y técnicos; y los esquemas con querer son más abundantes que el resto en obras


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con un destacado componente monológico (las primeras novelas sentimentales, por ejemplo) o dialógico (grupos IIIa–b), pues suele ser la primera persona la preferida para expresar el deseo o voluntad. Tabla 3. Frecuencias relativas de aparición del tipo ICVm con cada predicado modal en los tres grandes bloques textuales. Siglo XVI (datos del CORDE) Poder

Querer

Deber

Grupo I

82% (489/596)

66% (189/287)

52% (45/87)

Grupo II

15% (90/596)

12% (35/287)

44% (38/87)

Grupo III

3% (17/596)

22% (63/287)

4% (4/87)

Si atendemos a la distribución textual de los esquemas con anteposición del infinitivo a tener durante el Siglo de Oro que muestra la Tabla 4,26 se observa fácilmente que el bloque I apenas da cuenta de un 17% de los ejemplos, y ello solo gracias a que entre los textos historiográficos se incluyen algunas relaciones particulares (de Alonso Borregán, Pedro Pizarro o la anónima de las Cerimonias y rictos… de los indios… de Mechuacán) que en absoluto pueden identificarse con la búsqueda deliberada de la distancia comunicativa y que aportan la mitad –es decir, ocho– de los ejemplos del grupo Ic;27 por otra parte, el grupo IIa es el 26

La Tabla 4 ofrece en su última fila las proporciones de uso que representa cada grupo textual sobre el total, destacando en negrita las dos cifras más altas. 27  Borregán y Pizarro, por ejemplo, forman parte del grupo de historiadores que Stoll (2014) denomina “semicultos”.


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más ­numeroso, alimentado sobre todo por las obras de devoción, enseñanza cristiana e introspección ascética,28 entre las que destacan las del reformador trinitario Juan Bautista de la Concepción, quien reúne por sí solo, con 66 casos (30 con clítico y 36 sin él), un 35% de los ejemplos áureos; pero, aun prescindiendo por entero de su aportación, el grupo IIa seguiría siendo el más numeroso junto al IIIa, en el que el protagonismo corresponde claramente a la literatura picaresca del Seiscientos (un total de 26 casos, de los cuales ocho en el Guzmán, otros ocho en El guitón Onofre y aún ocho más en el Alonso, mozo de muchos amos), precedida en el XVI por algunos diálogos de ficción (los Coloquios de Palatino y Pinciano o el Capón, ambos con un caso); no son tampoco escasos los ejemplos de los grupos IIIb–d, igualmente alejados de la estilización propia de la prosa culta más elaborada. Las subordinadas se concentran particularmente en el bloque I (5/12 casos)29 y, dentro de este, principalmente en la ficción caballeresca. Esta distribución recuerda en buena medida, pues, la que puede establecerse para el tipo ICVm con deber, el predicado de entre los analizados que resulta más afín a tener, en vir28

De Francisco de Osuna a Juan de los Ángeles pasando por Luis de León, por ejemplo: “El un rico y el otro gastar tienen: el gasto manifiesta quién es cada uno (Francisco de Osuna, Quinta parte del Abecedario espiritual, 1540); “Y dice el que ama: grave cosa es esta; y dice el corazón: de llevarla tenemos” (Fray Luis de León, Exposición del Cantar de los Cantares, ca. 1561); “al fin no se puede estar siempre en lo alto de la contemplación; de bajarse tiene” (Fray Juan de los Ángeles, Consideraciones sobre el Cantar de los Cantares, 1607). 29  El bloque II presenta igual número de subordinadas, pero sobre un conjunto mucho mayor de datos: por 5 casos en subordinadas hay 25 ejemplos en principales en el grupo I, mientras en el bloque II los 5 casos en subordinadas se oponen a 96 ejemplos en oraciones principales.


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tud del contenido deóntico (y también, como veremos, de su comportamiento sintáctico), si bien tener aparece bastante menos relacionado con la prosa jurídica y técnica (grupos IIb–c) y, en cambio, muestra frecuencias nada despreciables en el siglo XVI dentro del grupo IIIb (literatura celestinesca y teatro en prosa), dato que sugiere, junto con su presencia destacada en la novela picaresca, una distribución igualmente afín a la de querer, esto es, con inserción abundante en la interacción dialogal.30 De todos modos, tener se alinea con esos dos predicados en la preferencia clara por las tradiciones discursivas cercanas a la inmediatez comunicativa o, en todo caso, no particularmente impregnadas por los procedimientos de elaboración característicos de la prosa más elaboradamente erudita y la ficción de estilo sublime.31

30  En

igual dirección apunta el hecho de que la mayoría de los ejemplos contenidos en las obras historiográficas de Ic (en concreto, 12/17 o un 71%) se encuentren en fragmentos de discurso directo; la tendencia a asociarse con la mímesis de la conversación es, como hemos comentado, propia del tipo ICVm con querer. Valgan estos ejemplos: “y el cristiano le dijo así: Morir tengo, cuando Dios quisiere” (Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, 1535–1557); “Respondiole Taríacuri: – […] ¿Qué es esta tizne? Póntela tú. […] Díjole Zurumban: – ¿Qué dices, señor? Ponértela tienes; yo te la pondré” (Relación de las cerimonias … de los indios … de Mechuacán, ca. 1541); “llorando […] de verle ansi, le dixo: […] rabian los bellacos de inuidia porque siruo a mi señora la virgen Maria, mas calla que no se yran con ella, pagarlo tienen” (Fray José de Sigüenza, Segunda parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, 1600). 31  De hecho, los escritores más cultos –en término de la época– parecen conscientes del estatuto variacional del esquema cantarlo tengo, que si encuentra cabida en el polifónico Quijote, por ejemplo, es exclusivamente en boca de Sancho (cf. 2b).


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Tabla 4. Reparto textual de los esquemas de anteposición del infinitivo al regente tener según el tipo de oración que los contiene. Siglos XVI–XVII Relativas Condicionales Otras Subord. Total Subord. Principales Total

Ia 3 0 1 4 7 12 6%

Ib 0 0 0 0 2 2 1%

Ic 1 0 0 1 16 17 9%

IIa 2 1 1 4 85 88 46%

IIb 1 0 0 1 10 11 6%

IIc 0 0 0 0 1 1 0.5%

IIIa 0 1 0 1 32 33 17.5%

IIIb IIIc–d 0 1 0 0 0 0 0 1 12 13 12 14 6% 8%

Que los esquemas con el infinitivo antepuesto a tener fueran más bien propios del diálogo informal (7a), la prédica familiar (7b) o la comunicación epistolar (7c), del refranero y la fraseología (7d) o los parlamentos cómicos en el teatro (7e), del medio manuscrito (siempre más proclive a albergar innovaciones) con preferencia sobre el impreso, no significa en absoluto que no alcanzaran, a pesar de su constante escasez, buena acogida entre varios de los más notables ingenios de la época, y particularmente del Barroco: con el importante precedente del Amadís y el Arnalte, al menos un ejemplo del fenómeno puede rastrearse en la prosa de Santa Teresa, Luis de Granada, Luis de León o Paravicino, de Mateo Alemán, Cervantes, Góngora y Quevedo, de Joan Timoneda, Vicente Espinel o María de Zayas (7f ), por citar solo parte de una selecta nómina. Si resulta evidente, por tanto, que estos esquemas tuvieron arraigo en la oralidad concepcional del Siglo de Oro, no lo es menos que su vinculación con la inmediatez comunicativa implica únicamente que estaban, quizá, diafásicamente connotados, pero de ningún modo diastráticamente estig-


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matizados: en definitiva, nada indica que, aun prodigándose cum grano salis, carecieran de cierto prestigio. (7)

a. – […] Escapóseme que, si no, yo le diera la salutación […]. –Yo os la daré a vos –dijo la vieja–; acabaros tengo antes que me acabéis (Gregorio González, El guitón Onofre, 1604) b. Pues concluigo que este nuestro cuerpo no es parte tan apartada que more en otro barrio o persona que no nos toca, que nuestro hermano es, nuestro compañero y amigo. Sentir tenemos tantas afrentas y penitencias como nos es fuerza darle cada día, dolernos tienen sus trabajos, pesarnos sus cargas ( Juan Bautista de la Concepción, La vida del justo como martirio, ca. 1610) c. Rocío es que viene de lo alto y recebirse tiene como agua lluvia (Luis de Granada, Epistolario, 1539) De procurar tengo se torne allá, que es mucho, para en esa tierra, haber de quien se fiar (Santa Teresa, Epistolario, “A María de San José”, enero de 1580) Suplico a vuesa merced reprenda esta sinrazón de manera que se cumpla lo que se pone, o se rompa todo, que yo comer tengo (Góngora, Epistolario, 6.4.1621) d. Ke keramos, ke no keramos, morir tenemos (Correas, Vocabulario de refranes, 1627) Tiene repartidas la necedad por los hombres estas infernales cláusulas: “¿Quién dijera?; no pensaba; no miré en ello […]; yo me lo pasaré; ríase de todo; no lo crea; salir tengo con la mía; no faltará, Dios lo ha de proveer […]” (Quevedo, La Hora de todos, 1634)


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e. Pagar tenéis el vino en alboroque / del famoso vestido que os han dado (Lope de Vega, El perro del hortelano, 1613) ¡Aparta!, / que donde se come y bebe / ir tengo, y donde se canta (Calderón, A María el corazón, 1664) f. no han de ser todos soldados, ni todos estudiantes, oficiales y sacerdotes; que servirse tienen las gentes de las gentes (Vicente Espinel, Marcos de Obregón, 1618) Ya estoy en este asiento: desengañar tengo a todas y guardarme de no ser engañada (María de Zayas, Desengaños amorosos, 1647)

No existen, por otra parte, indicios claros de que la construcción tuviera una adscripción dialectal concreta: en el siglo XVI la emplean el salmantino Sancho de Muñón tanto como el zaragozano Jerónimo Jiménez de Urrea, el navarro Malón de Echaide lo mismo que el vallisoletano Arce de Otálora o el valenciano Rodríguez Florián. Llama la atención, eso sí, la abundancia de ejemplos en autores nacidos al sur de los sistemas Central e Ibérico, en Castilla la Nueva y Andalucía: de un total de 57 autores que emplean estas estructuras entre 1526 y 1660, 15 (el 26%) son andaluces, otros 12 castellanos nuevos (siete de Toledo y Ciudad Real, incluyendo a Juan Bautista de la Concepción –quien, al igual que Juan de Ávila, era nativo de Almodóvar del Campo– y otros cinco de Guadalajara o Cuenca) y 6 más madrileños, de forma que entre todos suman el 56% (32/57) del conjunto. Con todo, dos de los escritores que mayor uso hacen de estas secuencias son un riojano (Gregorio González, el autor de El guitón Onofre, con 8 ejemplos) y un segoviano (Jerónimo Alcalá Yáñez, padre del Alonso, mozo de muchos amos, que ofrece otros 8


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casos). La vitalidad meridional de estas secuencias, pues, no parece indicadora de dialectalismo, sino que más bien apunta al carácter de innovación (pre)clásica con amplia aceptación, a pesar de su escasez, durante el Siglo de Oro, pues arraiga bien entre hablantes de territorios que, como Andalucía Occidental o el Arzobispado de Toledo, mantienen dinámicas demográficas positivas durante los dos primeros tercios del Quinientos.32 4. Trayectoria y estela de las construcciones con infinitivo antepuesto a tener ¿Cómo dar cuenta cabalmente de la génesis y evolución de cantar(lo) tengo, esa rara perífrasis fugaz –casi un bólido, por seguir el símil astronó32

En la acertada formulación de Pérez (1989: 12), “en el siglo XVI […] el centro de gravedad del país se desplaza lentamente de norte a sur”. Se explica así, probablemente, la presencia de estas secuencias ya en impresos sevillanos de los albores del siglo XVI, como la Crónica sarracina (impresa por Ungut y Polono en 1499) o los pliegos sueltos del citado romance del conde Alarcos. Después del segundo tercio del siglo XVII, la anticipación del infinitivo a tener se produce ya con la perífrasis tener que + inf, y los ejemplos en prosa muestran una clara asignación dialectal al espacio lingüístico vasco, en particular a hablantes de éuscaro con un imperfecto dominio del español, como muestran los siguientes pasajes (con lo que la imitación lingüística pueda tener de más o menos burda): “hombre Juancho castigar tienes, palabras falsos” (Memorial al Presidente de Castilla, 1717); “Llevar hacemos un cañón grandísimo para el Ejército Real, y muy pronto, pues, oír tienes sus disparos” (Galdós, Zumalacárregui, 1898); “–¿Cuántos hijos hay en la casa? –¡Siete, pues! –Muchos son para gente pobre. –¡Dios envía, pues! ¡Lo que te manda Dios, que coger tienes!” (Eusebio Blasco, Páginas íntimas, 1885–1901); “[DON JESUSITO] –Pero lo estupendo, lo maravilloso… es ¡que no tiene novia! [SANTI] –Que elegirme tengo” (Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, El caserío. Comedia lírica en tres actos, 1926).


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mico– en que cenit y nadir prácticamente se dan la mano, por cuanto su momento de apogeo es inmediatamente previo a su desaparición? Desde luego, no puede pensarse que se trate de un esquema explicable a partir de una perífrasis con tener y el infinitivo, pues, a diferencia de lo que ocurre con el “futuro analítico” cantarlo he, falta aquí una pieza clave, aun cuando su frecuencia fuera relativamente residual: el esquema “recto” complementario con el auxiliar antepuesto al auxiliado –esto es, *(lo) tengo cantar, cf. (lo) he cantar– respecto del que cantar(lo) tengo representaría una alternativa con adelantamiento del infinitivo.33 Además, no puede ser casual que, frente a lo que ocurre con todos los esquemas análogos en que participan verbos de contenido modal (querer, deber, poder o incluso ser y haber en combinación con de y un infinitivo), con tener precedido de un infinitivo solo se documenten (como con los FCA) dos tiempos en la flexion del auxiliar, el presente y el imperfecto de indicativo, restricción morfosintáctica que, naturalmente, no afecta en absoluto 33  No

parecen haber existido tampoco ni la configuración *lo cantar tengo (cf. lo cantar puedo, suficientemente documentada tras un nexo, pero *lo decir he, con un infinitivo cuya combinación con el auxiliar pospuesto no sea ambigua con el futuro “sintético”: cf. la nota 15) ni la del tipo *téngolo cantar (cf. puédolo cantar y helo de cantar, pero *helo cantar), lo que muestra que cantarlo tengo comparte propiedades distribucionales con los FCA, pero no con el resto de estructuras con anteposición del infinitivo a un verbo modal. Como hemos mencionado, los dos únicos casos localizados de (lo) tengo cantar (cf. la nota 7) son algo dudosos; en cambio, secuencias formalmente equiparables a las de aparecen abundantemente cuando entre auxiliar y auxiliado interviene la preposición, condición bajo la que también es posible, claro está, que el clítico se posponga al verbo finito: “E pues la çibdat es tomada, non faze menester el rreal, ante se tiene de desfazer e el canpo quedará como de ante” (Vicente Ferrer, Sermones, 1411–1412); “y tiénese de repartir [sc. el salario del corregidor] por la Villa sola, sobre los pecheros della” (Libro de acuerdos del concejo madrileño, 1486–1492).


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a tener de + infinitivo, ni tampoco, por ejemplo, al esquema con un participio antepuesto a tener (dicho tuvo / tiene, etc.). Resulta claro, pues, que cantarlo tengo surge mediante un proceso de sustitución léxica directa de haber por tener en los FCA, del mismo modo que –como han mostrado Garachana (2011) y Garachana & Rosemeyer (2011)– tener de + infinitivo no representa un proceso de gramaticalización autónomo, sino un reemplazo léxico a partir de la secuencia análoga y preexistente haber de + infinitivo. En este último caso, y siempre según los autores citados, la extensión de tener “progresa a través del léxico”, es decir, tener va combinándose con un número cada vez mayor de predicados auxiliados, empezando por los no estativos y extendiéndose más tarde a los estativos.34 El caso que aquí nos ocupa muestra un proceso distinto, pero igualmente característico de los cambios analógicos con repercusión sintáctica (cf. De Smet 2012): la “copia léxica” o “calco gramatical” (Garachana & Rosemeyer 2001: 41) se produce con arreglo a un continuo de contextos sintácticos emparentados mediante relaciones de contigüidad formal a los que el auxiliar novedoso o sustituto va accediendo ordenada y progresivamente, es decir, asume la forma de una cadena de actualizaciones, en sentido muy próximo al de Timberlake (1977).35 34

Esta clase de extensión guiada por las propiedades aspectuales del verbo auxiliado no es en absoluto extraña en la evolución de las perífrasis del español: un proceso similar se da con la progresiva ampliación de posibilidades combinatorias de haber + participio, como ha mostrado fehacientemente Rodríguez Molina (2004), o con la progresión de estar + participio en detrimento de ser + participio (Sánchez Marco 2012). 35  Cada actualización manifiesta, en principio, “the gradual mapping out of the consequences of the reanalysis” (Timberlake 1977: 141). Puesto que se trata en este caso de un cambio analógico, motivado por la proximidad semántica de los auxiliares haber y tener, conviene


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En un momento temprano de la competencia (y, por tanto, de la confluencia) de haber y tener, este último predicado accede a la perífrasis con de ante un infinitivo (Garachana 2011).36 Pasa cerca de un siglo, en cambio, hasta que documentamos la extensión de tener a las construcciones con un infinitivo antepuesto (4a–c, 5a), que con haber se daban desde tiempo atrás (3, 5b). Esta extensión calca las restricciones de la construcción original, pues la secuencia infinitivo + tener, al igual que su antecesora infinitivo + haber, solo aparece en subordinadas y nunca lleva, durante el siglo XV, un clítico intermedio entre auxiliado y auxiliar, manteniéndose así una neta diferenciación sintáctica entre estos esquemas y el “futuro analítico”, en el que la mesoclisis es constitutiva y cuyo nicho característico son las oraciones principales. La perífrasis en que el bloque [de + infinitivo] se antepone a tener puede aparecer en principales, pero es igualmente refractaria a los clíticos intermedios durante el siglo XV. La “copia sintáctica” de los clíticos intermedios, inhibida durante cerca de otro siglo, constituye un eslabón crucial en la cadena de extensiones por la que tener va sustituyendo a haber en entornos perifrásticos, pues sitúa a estas construcciones en la órbita de los FCA, tanto más cuanto que muestran asimismo idéntico comportamiento en la restricción de la flexión temporal al presente e imperfecto. Y, en efecto, la c­ onfluencia con sustituir en esta definición el término reanálisis por el de cambio (analógico), en la línea de las propuestas de De Smet (2013) y Fischer (2008; 2013). 36  Según Garachana & Rosemeyer (2011: 39–40), esta sustitución se encontraba ya avanzada en el siglo XIV, de modo que “la construcción perifrástica evoluciona a un ritmo más rápido que tener como verbo transitivo”, pues este predicado seguía siendo “ante todo un exponente de la posesión prototípica”.


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los FCA transformará muy rápidamente las propiedades de los esquemas con tener, a los que aquellos arrastran con gravedad incontrastable (principalmente, sin duda, en razón de su mayor masa, o sea, de su frecuencia muy superior) hacia su propia configuración formal. A partir del primer cuarto del siglo XVI, el gran crecimiento en frecuencia de cantar(lo) tengo coincide, como ya hemos señalado, con la tendencia al abandono casi absoluto de la construcción con preposición (de cantar(lo) tengo), con la preferencia muy acentuada por la aparición en oraciones principales y con la proliferación de esquemas con clítico, es decir, con el fomento, principalmente, de las secuencias cantarlo {tengo / tenía}, enteramente análogas a cantarlo {he / hía}. Ahora bien: los FCA experimentaron un fuerte descenso en frecuencias a lo largo del siglo XVI, sobre todo a partir de mediados de esa centuria (Figura 2).37 ¿Cómo explicar, entonces, que cantar(lo) tengo siguiera 37

Los datos de la Figura 2 proceden de un corpus de 88 obras de entre 1450 y 1660 cuyo detalle puede encontrarse en Octavio de Toledo (en prensa, a). Las cifras que se ofrecen aquí son absolutas (sobre un total de 656 casos registrados, el 88% de ellos con el auxiliar en presente), pero el corpus fue especialmente diseñado para lograr un equilibrio aproximado tanto en número de textos como en volumen textual entre los periodos de treinta años que se representan. Al parecer, el principal competidor del FCA no fue tanto la proclisis en los entornos típicos de estas formas cuanto la solución enclítica del tipo cantarelo, como explico igualmente en Octavio de Toledo (en prensa, a): así, por ejemplo, en Lisandro y Roselia (una obra celestinesca de 1542) compiten 16 FCA (13 con flexion de presente, 3 con flexión de imperfecto) con 24 formas (22 futuros y 2 condicionales) en que el clítico sigue a una solución “sintética”, de modo que la ventaja de cantarelo frente a cantarlo he es ya de 3:2 o del 60% frente al 40% de la suma de ambos esquemas; este reparto es típico para las décadas centrales del Quinientos y se ajusta asimismo a comentarios metalingüísticos como el de Juan de Valdés, que recomienda, como es sabido, ayudarate frente a ayudarte ha (Anipa 2001: 146).


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en cambio progresando, e incluso experimentara un crecimiento importante en el último medio siglo de su existencia, entre 1600 y 1650? La respuesta más probable es que, desde mediados del Quinientos, cantar(lo) tengo tendió a converger con una perífrasis de contenido deóntico semejante, cantar(lo) debo. Existía para ello, una vez más, un doble apoyo formal y contextual, pues la anteposición de un infinitivo a deber se produjo característicamente en oraciones principales y seleccionaba prácticamente en exclusividad la flexión de presente o imperfecto de indicativo en el auxiliar, en contraste evidente con otras perífrasis modales, especialmente cantar(lo) puedo (Tabla 5).38 Además, como muestra de nuevo la Tabla 5 y corrobora la Figura 3, los esquemas con anteposición del infinitivo a deber eran particularmente refractarios a la copresencia de la negación, una propiedad característica igualmente de los FCA y reproducida 38

Los datos de la Tabla 5 reflejan los resultados del despojo exhaustivo del CORDE para las secuencias del tipo cantarlo {debo / quiero / puedo}, resultados que, una vez más, expongo con el detalle necesario en Octavio de Toledo (en prensa, a). Todas las cifras de la Tabla 5 son porcentuales, y están calculadas ora para los siglos XII–XVIII (Frec1), ora con exclusión de los siglos XV–XVI (Frec2), de forma que pueda apreciarse el efecto de los usos propios de estas dos últimas centurias sobre el conjunto; los dos últimos parámetros solo pueden calcularse de forma homogénea entre los siglos XII y XVI (Frec3), y las cifras que se ofrecen corresponden a ese periodo. El tipo ICVm-E es aquel en que la secuencia se halla en una oración principal, pero no en el arranque del periodo (la posición V1 o primera posición sintáctica interna a la oración). Una flecha indica semejanza entre los datos de querer y los del predicado al que dicha flecha se orienta, mientras que a falta de esta, debe interpretarse que los datos de querer asumen valores intermedios entre los de poder y los de deber. En negritas, finalmente, aparece el valor más elevado para cada parámetro. Puede observarse que, con carácter general, el comportamiento de querer es intemedio entre el de poder y el de deber, y que las estructuras con este último auxiliar se encuentran mucho más próximas al comportamiento sintáctico de los FCA.


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asimismo por cantar(lo) tengo; en las escasas ocasiones en que cantarlo debo aparecía en una subordinada, se trataba generalmente de una relativa, preferencia compartida con (de) cantar(lo) tengo (cf. la Tabla 2); y, finalmente, la configuración proclítica tras un complementante (lo cantar debo) es prácticamente inexistente (cf. *lo cantar tengo). Total FCA

Futuros

Condicionales

1530-1560

1560-1590

250 200 150 100 50 0

1500-1530

1590-1620

1620-1650

Figura 2. Descenso y pérdida del tipo FCA durante el español clásico Tabla 5. Valores porcentuales globales para la anteposición del infinitivo acompañado de clítico (ICVm) con tres predicados modales respecto de distintos parámetros sintácticos Parámetro 1.  Presencia en oraciones principales (Frec1) Presencia en oraciones principales (Frec2) Presencia en subordinadas: peso de las relativas (Frec1) Presencia del tipo ICVm–E (Frec1) Presencia del tipo ICVm–E (Frec2) Asociación con presente e imperfecto de indicativo (Frec1) Asociación con presente e imperfecto de indicativo (Frec2) Frecuencia de los esquemas negados (Frec3) Frecuencia del tipo CIVm (Frec3)

Inf + poder 12 15.5 54 39 5 34.5 30 46.5 10

Inf + querer 29 41.5 55 9 0 44 54 31 12

Inf + deber 56 88 75 10 0 79 92 15 5


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70 60 50

Inf + poder

40

Inf + querer

30

Inf + deber

20 10 0

XII-XIV

XV

XVI-XVII

Figura 3. Porcentaje de construcciones negadas con cada verbo auxiliar en tres periodos cronológicos sucesivos Por otro lado, cantar(lo) debo exhibía, al igual que cantar(lo) tengo, una versión productiva tanto de la construcción con clítico como del esquema sin él, a diferencia del FCA, cuya contrapartida {cantar / decir} he resultaba marginal: este paralelismo paradigmático pudo favorecer la convergencia de los esquemas con deber y tener. Finalmente, dicha confluencia debió apoyarse no poco en la identidad de constelaciones discursivas en que aparecían preferentemente las secuencias: como muestran las Tablas 3–4, ambas estructuras cundieron particularmente en la prosa doctrinal de carácter religioso (grupo textual IIa) y en los pasajes dialogados de las obras de ficción (grupos IIIa–b), que constituían también un ámbito textual favorecedor de los FCA, pero no, por ejemplo, de las perífrasis con anteposición del infinitivo a poder. Puesto que cantar(lo) tengo muestra asimismo una presencia importante en el grupo textual III, es posible pensar en una confluencia complementaria con las perífrasis con querer, muy presentes en dicho grupo (cf. de nuevo la Tabla 3) y que a lo largo del periodo (pre)clásico


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habían aproximado progresivamente su distribución a la de las perífrasis con deber, alejándose en cambio de los esquemas con poder (Figura 4).39 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Inf + poder Inf + querer Inf + deber XIII-XIV

XV

XVI

XVII

XVIII-XIX

Figura 4. Contribución proporcional de cada esquema al conjunto de casos de ICVm–R para cada periodo, en % ajustado en función de la frecuencia relativa de cada esquema en cada lapso temporal En todo caso, la convergencia final con otros modelos perifrásticos análogos explica no solo la supervivencia y relativo éxito de los esquemas con tener durante la primera mitad del siglo XVII a pesar de la decadencia de los FCA, sino también el fin e incluso la posterior inversión de la tendencia a marginar el esquema sin clítico cantar tengo (cf. de nuevo la Figura 1), puesto que tanto cantar debo como cantar quiero coexistían 39  El

entorno ICVm-R es el contrario del ICVm-E, es decir, aquel en que la secuencia ocupa el arranque o posición primera de una oración principal o, dicho de otro modo, el característico de los FCA en todo tiempo (de ahí las siglas R para “regular” y E para “excepcional”). Por lo demás, las perífrasis con querer, como muestra la Tabla 5, eran también muy poco ­propensas a aparecer negadas y seleccionaban con clara preferencia los tiempos presente e imperfecto de indicativo en el auxiliar.


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armónicamente con las correspondientes construcciones mesoclíticas. En definitiva, pues, la aparición de cantarlo tengo supone un proceso de sustitución léxica, pero preludiado necesariamente por otra serie de extensiones de tener en detrimento de haber, mientras que su evolución posterior sugiere que a la atracción por parte de los FCA le sigue, en último término, un distanciamiento por aproximación analógica a otras perífrasis modales. La siguiente tabla pretende resumir la trayectoria completa de las estructuras (de) cantar(lo) tengo desde sus primeras documentaciones hacia 1425 hasta su extinción a mediados del siglo XVII. Tabla 6. Fases del continuo sintáctico de sustitución analógica de haber por tener en las perífrasis con infinitivo (1–4) y posterior convergencia con otros esquemas modales (fase 5) Fase 1 Periodo s. XIV Esquema tengo de Inf Analogía con he de Inf

2 1425–1490 (de) Inf tengo (de) Inf he

3 1490–1525 (de) Inf (Cl) tengo de Inf Cl he + FCA

4 1525–1575 Inf Cl tengo FCA

5 1575–1660 Inf (Cl) tengo Inf (Cl) {debo / quiero}

Así las cosas, no es suficiente con mencionar el modelo de los FCA para dar cuenta de la aparición de cantarlo tengo, ni tampoco basta esta estructura para explicar la evolución ulterior del esquema. Resulta necesario ubicar la innovación cantarlo tengo en un continuo de reemplazos léxicos progresivos producidos por analogías sucesivas, y ello no solo para entender plenamente la relación que cantarlo tengo establece con el conjunto de construcciones con un infinitivo y ese mismo auxiliar (cantar tengo, de cantar(lo) tengo, y, en último término, tengo de cantar(lo)), sino también para


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explicar las características formales de la evolución misma. ¿Por qué, por ejemplo, la aparición de los esquemas con anteposición del infinitivo (fase 2) viene asociada ya a la selección exclusiva del presente y el imperfecto si, en cambio, la influencia de los FCA –de los que es propio este fenómeno– no es determinante hasta un momento posterior? A nuestro juicio, este hecho se explica mejor si se tiene en cuenta que la selección restrictiva de propiedades parece ser una característica de la evolución a lo largo de continuos de extensión sintáctica. Un caso que hemos analizado recientemente, el de la aparición del artículo el delante de oraciones completivas encabezadas por un complementante que (Octavio de Toledo 2014), muestra cómo, al extenderse dicho elemento a tal clase de completivas desde el entorno afín de las oraciones de infinitivo ante las que ya figuraba (el decir él eso → el que diga él eso), se producen simultáneamente otros dos cambios que suponen restricciones sintácticas firmes en la construcción emergente: por un lado, solo el artículo puede aparecer ante que, y no los demostrativos o posesivos, a diferencia de lo que ocurre en las completivas de infinitivo (cf. {ese / tu / un} fruncir los ojos delicadamente y *{ese / tu / un} que frunzas los ojos); por otra parte, no es posible que el artículo ante que vaya precedido de una preposición, frente a lo que ocurre con los infinitivos (cf. bastará con abrir las compuertas y bastará el que abras las compuertas, pero *bastará con el que abras las compuertas). La extensión de un elemento (léxico o gramatical) a un nuevo entorno sintáctico, pues, no supone necesariamente una mera reproducción de la estructura precedente, sino que puede implicar una adaptación selectiva que impone sus propias restricciones a la nueva construcción. En el mismo sentido, parece posible que la fase 2, aun entrañando una copia léxica (tener sustituye


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a haber en un esquema al que hasta entonces no había tenido acceso), no diera lugar a una “copia idéntica” sino, más bien, a una “copia (proto)típica” que acentuó, hasta convertirlas en restricciones absolutas, tendencias preexistentes: del mismo modo que, en la época de su extensión ante que (segunda mitad del siglo XVI), el artículo era ya muy mayoritario frente a otros elementos prenominales ante las oraciones de infinitivo y estas –al menos cuando aparecían con sintagmas construidos como complementos de un verbo– no solían ir precedidas de preposiciones, las perífrasis deónticas muestran desde los orígenes, y posiblemente en razón de su misma naturaleza, un alto grado de asociación con el presente e imperfecto y no suelen aparecer negadas,40 restricciones tendenciales que el proceso de extensión transforma en reglas estructurales. 40

Para las características típicas de las oraciones de infinitivo con argumentos expresos en la segunda mitad del siglo XVI, cf. sobre todo Lapesa (1984), Mensching (1998), Meinschaefer (2008), Torres (2009) y Octavio de Toledo (2014). En cuanto a la relación de las perífrasis deónticas con la negación, debe considerarse que existe, en cualquier lengua, una asimetría semántica considerable entre la versión afirmativa y la negada de una oración cuyo verbo principal es un predicado deóntico obligativo. En una oración afirmativa, el predicado obligativo expresa la existencia de una fuerza que se impone sobre el destinatario, constriñéndolo a emprender un determinado curso de acción; cuando se niega un deóntico de esta clase, se afirma la inexistencia o la inaplicabilidad de dicha fuerza, pero no se pone en cuestión la capacidad, la voluntad o el grado de compromiso del destinatario de cara a la realización del evento. Así, una obligativa afirmativa supone un estímulo fuerte para la ejecución del evento en cuestión, mientras que la negación de la predicación obligativa representa solo un obstáculo débil, a diferencia de lo que ocurre con otros predicados modales (cf. no tengo que hacerlo, pero lo haré y ? no puedo hacerlo, pero lo haré). Dicho de otro modo, la fuerza modal deóntica de un predicado obligativo se expresa característicamente en la oración afirmativa. Al rechazar la negación, pues, los esquemas obligativos con anteposición del infinitivo se asocian a la


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Más allá de ilustrar algunos efectos típicos de los procesos de cambio sintáctico por extensión,41 asunto no excesivamente explorado hasta la fecha, el surgimiento de cantar(lo) tengo invita a reflexionar sobre las causas últimas que pueden inducir dichas extensiones a lo largo de un continuo construccional. En Octavio de Toledo (2014) hemos sugerido que la frecuencia de un esquema puede desempeñar un papel en la aparición de otros formalmente afines,42 dando así lugar a una evolución expresión exclusiva de esta modalidad fuerte. Por otro lado, es característica de los predicados deónticos su aparición con tiempos verbales aspectualmente no delimitados, como el presente o el imperfecto, ya que la combinación con los tiempos télicos proyecta la obligación sobre un evento ya cumplido, lo que igualmente menoscaba su fuerza modal, pues la imposición de una fuerza externa es actuante principalmente en coincidencia con el origen de la enunciación en que se sitúan los interlocutores, mientras que en combinación con un pretérito, por ejemplo, la interpretación se torna preferentemente contrafactual o epistémica (cf. Juan debe hacerlo así y Juan debió hacerlo así ). 41  Dichos cambios pueden ser procesos de gramaticalización en los que varía la naturaleza sintáctica de alguna de las piezas de la construcción (o de la construcción en su conjunto) o bien cambios analógicos que no alteran el valor gramatical de la construcción o sus piezas integrantes: el caso de cantar(lo) tengo es del segundo tipo, pero el de la extensión del artículo a las completivas con que es, en cambio, un ejemplo de gramaticalización, por cuanto el artículo ante que se convierte en una marca de rección (cf. Fanego 2004; Octavio de Toledo 2014) que compite con otras marcas semejantes, como las preposicionales, y las excluye: así, en “Yo me alegro el que V. m. esté desfrutando de la salud que le deseamos” (Martierena, Cartas, apud Ramírez Luengo 2013: 115), la pieza el (que de ningún modo puede ya llamarse artículo) se integra claramente en el mismo paradigma que una preposición de régimen como de, exigida generalmente por alegrarse. 42  Además, el incremento en frecuencias también puede favorecer la extensión semántica a nuevos valores de un esquema que permanece formalmente inalterado, como hemos tratado de probar en Octavio de Toledo (2008) para el caso de la génesis de un valor adversativo exclusivo del nexo complejo sino es a partir del anterior valor exceptivo. En estas páginas nos


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“­inducida” o “parasítica” (cf. para este ultimo término Octavio de Toledo, en prensa, b) en la que una construcción A relativamente abundante en una sincronía dada y formalmente más evolucionada (en términos de su posición relativa a lo largo de un continuo sintáctico) que otra construcción B diacrónicamente emparentada acaba atrayendo hacia sí a dicha construcción B, la cual aumenta de frecuencia al tiempo que reproduce las propiedades formales y/o funcionales de A. Sin embargo, B no tiende a sustituir rápidamente o “fagocitar” (cf. de nuevo Octavio de Toledo, en prensa, b) a A, sino que mantiene frecuencias globales modestas y, por lo común, tiende a desaparecer si A entra en declive, a menos que, como parece ocurrir en el caso de cantar (lo) tengo, exista otra construcción análoga con la que pueda establecer nuevamente una relación parasítica, posiblemente con un ligero ajuste de sus propiedades (manifestado, en el ejemplo que aquí tratamos, por la tendencia a recuperar el esquema sin clítico cantar tengo, que bajo la influencia de los FCA estaba cayendo en desuso y retoma vigencia al amparo del nuevo vínculo con las perífrasis de infinitivo + {deber / querer }). Que la frecuencia misma de un esquema pueda suscitar cambios formales en otro esquema afín es cosa que no debe sorprender si se acepta que los hablantes tienden a reproducir con mayor frecuencia aquellos esquemas a los que se encuentran expuestos más habitualmente en un momento dado, esto es, si se reconoce el papel en el cambio lingüístico de los mecanismos de replicación

ceñiremos, no obstante, a la discusión de continuos sintácticos en que pueden apreciarse alteraciones formales o combinatorias, esto es, actualizaciones sucesivas.


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o priming (cf. Jäger & Rosenbach 2008; Mackenzie 2012 y, para el español, Sánchez Marco 2012; Octavio de Toledo, en prensa, b).43 Pero no acaban aquí las útiles enseñanzas que pueden extraerse de la observación de un cambio como el que afecta a los esquemas con el infinitivo antepuesto a tener. En un trabajo sumamente sugerente, Postma (2010) ha mostrado cómo la acción de un fenómeno emergente que no llega a asentarse (un cambio fracasado) puede no obstante resultar crucial en la activación de otra evolución afín de mayor alcance. En su corto recorrido, pues, estos cambios fugaces pueden iluminar con su estela aspectos importantes de la historia de fenómenos mucho más duraderos, conocidos y, por eso mismo, atendidos preferentemente por los estudiosos. Así, esta perífrasis con tener ofrece claves interesantes para un mejor conocimiento de su “hermana mayor”, la estructura cantarlo he. En efecto, la mera posibilidad de una sustitución léxica de haber por tener en el FCA a finales del siglo XV muestra que los hablantes percibían aún en los segmentos flexionados de los FCA (incluidas las secuencias reducidas, como hemos44 o hías) auténticos auxiliares, certificando de este modo la veracidad lingüística del punto de partida del análisis gramaticográfico de Nebrija, quien argumentó precisamente con los FCA para tratar de demostrar que los futuros eran en realidad tiempos compuestos o “por rodeo” a partir del infinitivo y el auxiliar haber (cf. Girón 1997; Girón 2005). La naturaleza del FCA, por tanto, no parece haber sido, para los hablantes de fines 43

En último término, las causas generales de esta clase de cambios se relacionan, como era de esperar, con las del cambio por analogía: para el español, cf. sobre todo Elvira (2009; 2015). 44  Frente a habemos, todavía general en el castellano del ocaso medieval en cualquier entorno distinto de los FCA: cf. Bustos & Moreno (1992) y Rodríguez Molina (2012).


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del XV y principios del XVI, sustancialmente distinta de la de cualquier otra perífrasis con anteposición del infinitivo a un auxiliar modal e intromisión del pronombre átono, como cantarlo {tengo / debo / quiero / puedo}. La aparición de cantarlo tengo apuntala, pues, la idea de que los FCA son perífrasis, y lo singular tanto en ellos como en los esquemas mesoclíticos con otras perífrasis modales no es la posición del clítico, sino, si acaso, la del infinitivo (Octavio de Toledo, en prensa, a). Viene a reforzar esta idea el hecho de que todas las construcciones citadas experimentaron un hundimiento común en una misma época, las décadas centrales del siglo XVII. Que los FCA, que para esas fechas ya llevaban tiempo abandonándose (en favor de alternativas como cantarelo),45 desaparecieran definitivamente hacia 1660 no causa mayor dificultad, pero ¿por qué una construcción como cantar(lo) tengo, que en el siglo XVII se iba desligando del modelo en declive de cantarlo he para seguir más bien la senda de cantar(lo) {debo / quiero} y parecía, así, estar experimentando de nuevo un auge en frecuencias, iba a desaparecer de la noche a la mañana, precipitándose sin transición de un relativo éxito a un rotundo olvido? Sin duda, porque tanto cantar(lo) tengo como los FCA y demás perífrasis con infinitivo antepuesto se vieron arrumbadas por un cambio gramatical que las afectaba a todas por igual y, al tiempo, las sobrepasaba: la pérdida de la flexibilidad medieval, prolongada con menor intensidad duran45

Hubo otras estructuras que compitieron con los FCA en el Siglo de Oro. Cada vez fue más frecuente, por ejemplo, que el auxiliar haber pudiese aparecer en primera posición oracional, también con la perífrasis haber de + infinitivo, que cuando se asociaba a un clítico daba lugar a un esquema inevitablemente asociado a los FCA: “Señora, ¿hate de amanecer ahí? Despacio lo tomas” (Lisandro y Roselia, IV, 1, 289).


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te el periodo clásico, para situar al frente de la oración (cf. ing. fronting), es decir, en posición inicial un constituyente marcado como “foco débil” (cf. Batllori & Hernanz, en prensa) con un valor enfático relacionado con el emisor (admiración, sorpresa, (des)aprobación, corroboración, etc.: cf. Remberger 2014), y por lo tanto intrínsecamente asociado a la asertividad y la polaridad positiva (lo que explica, naturalmente, la aversión de estas estructuras hacia la negación).46 Así, los FCA y cantar(lo) tengo desaparecen al unísono, a pesar de su distinta tendencia evolutiva durante el siglo XVII, porque la gramática del español dejó de autorizar, en las décadas centrales de ese siglo, la posición inicial del infinitivo, como la de otros elementos marcados con un foco de esa índole. He desarrollado esta argumentación con mayor detalle en otro lugar (Octavio de Toledo, en prensa, a): me importa aquí, sobre todo, subrayar que es precisamente la comparación de estas dos estructuras entre sí y con el grupo perifrástico más amplio de los verbos de contenido modal la que permite llegar a esta conclusión: la observación de los FCA en exclusiva difícilmente habría permitido formular tal hipótesis. Finalmente, es tentador pensar que la evolución de cantar(lo) tengo podría incluso proporcionar indicios para la reconstrucción lingüística de un proceso históricamente no observable, por cuanto acontecido en algún tiempo entre el latín tardío y la aparición de los romances tem46

Para la marcación de los focos en la estructura informativa medieval, cf. sobre todo Fernández-Ordóñez (2009), Mackenzie (2010), Sitaridou (2011; 2012), Sitaridou & Eide (2014). Para la pérdida de las posibilidades de adelantamiento de constituyentes propias de la configuración informativa medieval en el tránsito al español clásico, cf. además Poole (2011), Rodríguez Molina (2010), Rodríguez Molina (2014), Fischer (2014), Batllori (en prensa).


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pranos que hasta ahora no nos ha sido posible establecer con precisión: la génesis y desarrollo inicial de los FCA como estructura. En las perífrasis con adelantamiento del infinitivo a querer o deber observamos una tendencia, creciente con el paso del tiempo y desconocida en el esquema “recto” con el auxiliar antepuesto, a fijar unos rasgos formales, distribucionales e incluso semánticos muy concretos: selección casi exclusiva del presente e imperfecto, preferencia muy marcada por la aparición en el arranque de las oraciones principales, rechazo de la negación. Puesto que son esos, precisamente, los rasgos más destacados de los FCA, cabe especular con la idea de que estos se forjaron de modo similar, mediante una especialización progresiva en unos rasgos a los que se inclina ya característicamente la configuración de partida (cualquier esquema con adelantamiento del infinitivo), especialización que en último término conduce al esquema hacia una distinción máximamente icónica del resto de secuencias de su propio grupo perifrástico, individualizándolo y abriendo la vía a una difusión autónoma que no es ya necesariamente solidaria con la de las otras construcciones con las que comparte el regente. En ese estadio (semejante a la fase 2 en la Tabla 6), los FCA pudieron verse atraídos analógicamente por otra construcción emparentada, la del futuro y condicional “sintéticos”, bajo cuya gravitación habrían adquirido, al menos, las formas reducidas de la flexión. No es poca, pues, la luz que la observación de una estructura tan infrecuente como cantar(lo) tengo, rápidamente corroída y disuelta por el hundimiento de la configuración gramatical que la sustentaba junto a otras de su especie, puede arrojar sobre el modo en que evolucionan las perífrasis, en particular, y cualquier fenómeno sujeto a los efectos de la ­analogía


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a lo largo de un continuo construccional, en un plano más general. Además de advertirnos de los peligros de invocar, tras cada cambio gramatical que tiene como resultado una modificación estructural, la presencia de un proceso de gramaticalización (no la hay, como hemos visto, en este caso), la historia de cantar(lo) tengo muestra, entre otras cosas, que, al menos en la sintaxis, las relaciones analógicas no consisten meramente en vínculos abstractos de semejanza entre estructuras, sino que estas establecen mutuo contacto en el seno de constelaciones discursivas concretas, cuya identificación y rastreo constituye también una tarea irrenunciable del investigador diacrónico. Tampoco rechazará este –y menos ahora que un rápido y abundante acceso a los datos lo facilita– la oportunidad de analizar, junto a los grandes procesos evolutivos, aquellos otros cambios tenidos por triviales o insignificantes, pues, como se ve, unos y otros sostienen de consuno la delicada tela de la gramática en cualquier época dada, y por cualquiera de ellos es dable acceder a los misterios del haz de relaciones en que se insertan.


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ejemplos procedentes de fuentes no recogidas en esta nómina han sido tomados directamente del Corpus Diacrónico del Español (CORDE [en línea ], <www.rae.es>) y se citan con indicación del autor, la obra y el año de composición que se les atribuye en ese corpus; en caso de discrepancia importante con la fecha del primer testimonio conservado, ofrezco detalles sobre este entre corchetes.


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UN POCO ES IGUAL A ‘MUCHO’. SOBRE LAS FORMAS UN POCOTÓN, UN POCONÓN Y UN POCOTONÓN, UN POCONONÓN Enrique Pato Université de Montréal enrique.pato-maldonado@umontreal.ca

This short article describes, through examples drawn from various sources, four Spanish grammatical forms from several Latin American countries: pocotón, poconón, pocotonón y pocononón. These adverbial pseudo partitives locutions serve to express quantification and emphasis, and its semantic value is similar to ‘much/ very much’, ‘loads of ’ in General Spanish. Key Words: Spanish grammar, American Spanish, quantification, pocotón, poconón, pocotonón, pocononón En este breve artículo se describe, a través de ejemplos obtenidos de diversas fuentes, cuatro formas gramaticales propias del español de varios países hispanoamericanos: pocotón, poconón, pocotonón y pocononón. Estas locuciones adverbiales pseudopartitivas sirven para expresar cuantificación y énfasis, y su valor semántico es similar al de ‘mucho/ muchísimo’, ‘un montón’ del español general. Palabras clave: gramática española, español de América, cuantificación, pocotón, poconón, pocotonón, pocononón

CUADERNOS DE LINGÜÍSTICA, VOL. 3, NÚM. 1, 2016

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Enri que Pato

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1. Introducción Tal y como indica la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009: 1491), en el español coloquial de “muchos países hispanohablantes se utiliza a veces un poco en el sentido de ‘mucho’ o de ‘bastante’ en expresiones eufemísticas”, como por ejemplo en Es un poco tonto o Está un poco borracho. Además, continúa la NGLE, en el habla coloquial de los países del Caribe continental y en Perú se emplean las variantes un pocotón, un poconón y un pocotonón. El objetivo de esta nota léxico-gramatical es ofrecer una primera descripción de estas expresiones cuantificativas y ampliar, en su debida forma, la extensión geográfica y la documentación de dichos formas y usos ofrecida por la gramática académica. 2. Las formas un pocotón, un poconón, un pocotonón y un pocononón La forma (un) pocotón (de) tiene el significado de ‘gran cantidad de algo’ y, según el Diccionario de la lengua española (RAE 2014), se emplea solo en Venezuela. El Diccionario de americanismos (ASALE 2010), en cambio, amplía la información geográfica a Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú, como una forma del habla culta, pero también espontánea y popular; y así es posible registrarla en textos literarios (cf. 1a), en la prensa escrita (cf. 1b–c) y en diferentes recursos en línea (cf. 1d):


U n p o c o es i g ua l a ‘much o’

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(1) a. El hombre del Chirimoyo era físicamente menos potente que el ex-guardia civil pero lo superaba en tretas. De arranque le echó un pocotón de polvo de ají en los ojos que llevaba preparado (La tía Julia y el escribidor, Mario Vargas Llosa, 1977, Perú) b. Importarán un pocotón de acero y cemento (titular de noticia, ÚltimasNoticias.com, 06–11–2012, Venezuela) c. Aparece muerto un pocotón de pescados en playas de Naiguatá (titular de noticia, ElPropio.com, 20–01–2014, Venezuela) d. para apartar un cupo en un colegio hay que pagar un pocotón de dinero (“¡Estoy perdida!”, Ellas.pa, 07–02–2014, Panamá)

Esta locución ha sido ampliamente documentada en Colombia (Malaret 1946; Tobón Betancourt 1962; Di Filippo 1964; Neves 1975; Diccionario Sopena 1982; Acuña 1983; Haensch & Werner 1993; Boyd-Bowman 1994), Panamá (Malaret 1946; Isaza Calderón & Alfaro 1968; Pereira de Padilla 1974; Neves 1975; Revilla 1976), Perú (Malaret 1946) y Puerto Rico (Malaret 1946; Neves 1975). Por otro lado, se ha señalado que en Panamá, Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú se suele emplear con el significado de ‘masa o montón de gente’. En realidad, este significado es el resultado contextual de la aparición de pocotón junto a sustantivos [+humanos]. En los siguientes casos, por ejemplo, aparece precediendo a los sustantivos plurales educadores (cf. 2a) y amigos (cf. 2b): (2)

a. ella sabe muy bien que el tío acomodó a un pocotón de Educadores, aún sin méritos en la papa y luego se le voltearon (“Incidencias y confidencias”, ElSiglo.com, 23–01–2013, Panamá)


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b. Más de 900 millones de usuarios en todo el mundo convierten a Facebook en una jungla virtual en donde encontramos todo tipo de fauna silvestre, pero siempre hay perfiles claramente diferenciados, entre los cuales podrás meter a un pocotón de tus amigos (“Los 10 especímenes más comunes de Facebook”, PlanetaUrbe.com, 25–10–2013, Venezuela)

Por lo que respecta a (un) poconón (de), cuyo significado es el de ‘gran cantidad de personas o cosas’ (cf. 3a personas y 3b–c papelitos, emisoras), el Diccionario de americanismos (ASALE 2010) señala que dicha forma se emplea en Guatemala, Nicaragua y Colombia. Presentaría, por tanto, una distribución geográfica menor que la de pocotón: (3)

a. Yo aspiro a que con nuestro nuevo alcalde y con un poconón de personas que conozco yo, que están muy metidos dentro de la política, al menos me escuche (Habla culta de Bogotá, M41, Colombia) b. Yo te mando un poconón de papelitos, ¿no?, allá te llega una tarjetica donde dice… ah, como esta, precisamente vengo de la… de la tipografía, me entregaron un poco de papelería (Habla culta de Bogotá, M41, Colombia) c. ¿Y supites [sic] que Chávez está cerrando un poconón de emisoras? –Qué pesar… Ya los locutores venezolanos no pueden decir: “Volvemos después de comerciales”, porque tal vez no vuelvan (“No nos consta”, El Espectador, 08–08–2009, Colombia)

La forma (un) poconotón (de) que aparece en la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009: 1491) no figura en el Diccionario de


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americanismos (ASALE 2010) y su documentación se torna muy complicada, ya que –en verdad– el aumentativo de pocotón suele ser pocotonón (y no poconotón). Aunque la forma reduplicada pocotonón tampoco figura en el Diccionario de americanismos (ASALE 2010), es posible registrarla como sustantivo, precedido del artículo indefinido como cuantificador de grado del predicado verbal (cf. 4a), o de un demostrativo (cf. 4b –en donde el resto del complemento aparece elidido–), y también como construcción cuantificativa (cf. 4c): (4)

a. Cuando la veas le dices que la extraño mucho y la quiero un pocotonón (“Tizziana”, ForoUnivisión.com, 28–08–2008, Venezuela) b.  Sumen todos los muchachos que han soñado graduarse en una Universidad del país y también sumen absolutamente todos los tecnológicos y en los últimos diez años son un pocotonón y de ese pocotonón el cinco por ciento ha logrado el objetivo de consolidar una carrera (“Capriles llamó a mandatarios regionales a trabajar en conjunto para potenciar el sector vivienda”, NoticieroVenevisión. com, 17–09–2012, Venezuela) c. ¡Acabo de ver que me perdí un pocotonón de páginas de este hilo! Ando leyendo retrasadamente y voy por la 33 (“Foro”, Noticierodigital.com, 12–04–2013, Venezuela)

Por último, aunque tampoco aparece recogida en la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009), ni en el Diccionario de americanismos (ASALE 2010), resulta interesante señalar que también es posible documentar la forma (un) pocononón (de), esto es el ­aumentativo del


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aumentativo poconón. En principio, esta variante fue descrita solo para los departamentos del interior de Colombia (cf. Tobón Betancourt 1962), pero hoy en día es posible registrarla en otras partes del país. Su comportamiento gramatical es similar al del resto de las formas analizadas previamente, incluida la cuantificación de grado de un predicado verbal (cf. 5c): (5)

a. no es mito urbano, no es lo mismo ir a 150 en una moto de 153 kilos (motogp) y que tiene un pocononón de plata encima en investigación y desarrollo, que en una moto que puede pesar lo mismo pero vale muchisisisisimo menos (“Honda CBR250 R”. MoterosColombia.com, 24–10–2013, Colombia) b. la historia lo recordará como el mejor presidente para chuzar, intimidar, robar, hacer cortinas de humo, defender delincuentes y otro pocononón de virtudes (“Uribe, inmortalizado”, Uribestiario.com, 01–08–2010, Colombia) c. ¿Cómo te gustan los chicos? P[ue]s que sean distintos, no sé, inteligentes, que me hagan reír muchisisimo, y que me quieran un pocononón (“Vanessa Olivero”, Ask.fm, 2013, Colombia)

Además de estas cuatro formas descritas, en las variedades americanas existen las formas pocote, con el significado de ‘porción grande de algo’ (ASALE 2010), y pocotote (cf. Di Filippo 1964), con el aumentativo -ote nuevamente agregado para denotar tamaño. Tampoco figuran en la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009). Se documentan, sobre todo, en Colombia (cf. 6a–b) y en Venezuela (cf. 6c) como cuantificador de grado de un predicado verbal:


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(6) a. ¿Cuál es el número perfecto de horas para dormir? Un pocotote (“Álvaro F. Molina”, Ask.fm, 2015, Colombia) b. Bueno, necesito un pocotote de ayuda. ¿Cómo tengo que alimentarme para bajar de peso? Tengo 26 años. Estoy trotando todos los días (40 min.) y entreno pesas (1 h.) (“¡Bajar de peso manteniendo los músculos! ¿Cómo?”, Postubo.com, 20–02–2011, Colombia) c. Útiles escolares aumentaron un pocotote (titular de prensa, VenezuelaReal.com, 15–08–2008, Venezuela)

3. Valor semántico general Del mismo modo que en español general el cuantificador un poco (de) equivale a ‘mucho’, en los casos que hemos presentado de (un) poconón (de), (un) pocotón (de), (un) pocotonón (de) y (un) pocononón (de) el sufijo aumentativo -ón adquiere el valor del superlativo -ísimo y puede equivaler a ‘muchísimo’ (cf. Sedano & Guirado 2009: 69, para el caso de Venezuela). Estas cuatro locuciones adverbiales sirven para indicar, entre otros valores, ‘cantidad superior a la normal’ (mucha gente), cantidad ‘entre mediana y grande de una cosa’ (mucho tiempo) y un ‘montón de algo’ (mucha plata) (cf., por ejemplo, Pereira de Padilla 1974; Neves 1975; Navarro Carrasco 2011: 232 y 237; RAE/ASALE 2009: 1491), tal y como muestran los siguientes ejemplos de (7). En un caso se evalúa el número de personas (cf. 7a un pocotón de gente) y en los otros dos la cantidad de tiempo (cf. 7b un poconón de tiempo) y de dinero (cf. 7c un pocotón de plata):


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a. ¿Sabías que tenemos una red en telecomunicaciones a nivel mundial sorprendentemente sorprendente? Te pueden ver en cualquier parte del mundo a través de un aparatito así de chiquitiiito y puedes navegar por el mundo sin necesidad de agua, y conocer un pocotón de gente importante que no te importa, ¿no dices nada? Di algo por dios, que me muero de la angustia, necesito hablar con alguien y al único que creo haber visto eres tú… (Jesús Rubio, Secuela y otras obras de teatro breve, 2007, Venezuela) b. En Colombia no es fácil que haya paz. Tal vez el Gobierno colombiano pueda hacer la paz. Si aquí se pusieran de acuerdo los de nuestro país para hacer la paz, la harían. Claro, duraría un poconón de tiempo, trámites de allá y de acá, y ahí habría paz. Lo que pasa es que a los Estados Unidos no les conviene que haya esa paz, porque entonces van a ponerse de acuerdo la guerrilla y el Gobierno y van a montar un poder de acá, y eso no les sirve; no podrían seguir sacando el petróleo y la cocaína (Guillermo González Uribe, Los niños de la guerra, 2002, Colombia) c. Hombre, 10 millones de dólares por temporada es un pocotón de plata, claro él no se va a llevar ese dinero limpio, porque el tío Sam se llevará más de la mitad (“Noble causa”, LaPrensa.com, 20–01– 2014, Nicaragua)

El siguiente ejemplo (cf. 8) muestra claramente el sentido general de un pocotón de gente con el valor de ‘una gran cantidad de personas’. Además, al igual que sucede con los cuantificadores débiles (bastante, demasiado, mucho, harto y poco), por su naturaleza semántica estas expresiones


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adverbiales presentan un valor evaluativo, generalmente positivo (cf. Sánchez López 1999: 1099–1100; Sedano & Guirado 2009: 87, para el caso de un poco de), con las que se proporciona el número estimado correspondiente a un cómputo. Acuña (1983), por su parte, había señalado un matiz similar de ‘cantidad limitada pero muy importante’ para esta locución. (8)

Un pocotón de gente se ha movilizado en el terminal. Aunque aún no se tiene la cifra exacta, la directora del Instituto Autónomo Municipal para la Administración y Gestión del Terminal Terrestre de Pasajeros […], aseguró que en el terminal porteño se ha movilizado una gran cantidad de personas durante la temporada de Semana Santa 2015 (“Un pocotón de gente se ha movilizado en el terminal”, Notitarde.com, 04–04–2015, Venezuela)

Con todo, en términos generales las formas un pocotón y un poconón equivaldrían a un montón (‘mucho, muchísimo’), lo mismo que sus aumentativos un pocotonón y un pocononón (‘muchísimo’). En español existen otras expresiones lexicalizadas, o en vía de lexicalizarse, con el mismo significado, como los grupos nominales de sentido cuantitativo una barbaridad, una burrada, una enormidad, un pelo, una pila, un porrón, un puñado, un saco, una sarta, un sinfín, etc. (cf. RAE/ASALE 2009: 55, 1093 y 1449). Como señala la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ ASALE 2009: 824), parece que “los nombres que se admiten en los grupos nominales cuantificativos que pueden modificar a los verbos están mucho más restringidos que los que cuantifican a los nombres”.


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4. Algunas cuestiones gramaticales Como acabamos de mostrar, estas expresiones cuantitativas evaluativas están en relación semántica y sintáctica con la expresión pseudopartitiva un poco de (cf. RAE/ASALE 2009: 1455; Sedano & Guirado 2009), de manera que: (9) a. Se demoró un poco de días → Se demoró muchos días. b. Se demoró un pocotón de días → Se demoró muchos/ muchísimos días.

Los tipos de sustantivos que aparecen en los ejemplos presentados, y en los documentados en la revisión efectuada en los corpus lingüísticos disponibles (CREA, CORPES, Corpus del español, PRESEEA y en Google) son en su mayoría nombres concretos, en singular y plural, que se pueden contar o enumerar (dinero, plata, acero; gente, personas, mujeres, amigos; euros, emisoras, páginas, pescados, papelitos), pocas veces aparecen nombres abstractos (felicidad, ayuda), a diferencia de los que sucede con un poco de. Estas formas cuantifican, por tanto, individuos (“entidades individuales”), materias y sustancias. Por otro lado, la sintaxis de estas expresiones es similar a la de los cuantificadores un poco de/ algo de. En efecto, el grupo nominal suele estar precedido en la mayoría de los casos por el artículo indefinido (un), aunque también es posible registrar el artículo definido (el) con sustantivos en plural (cf. 10 mujeres, euros y japoneses), sin necesidad de estar inducido por modificadores restrictivos (RAE/ASALE 2009: 825):


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(10) a. Así están las cosas en nuestro país, muchos a diario se van para el otro lado y nos están dejando solos con el pocotón de mujeres, así que se lo aguanta o no hay boda (“Guacamaya para cada una”, ElSiglo. com, 12–01–2015, Panamá) b. Claro con el pocotón de euros que les dio Venezuela a través de Telesur, me imagino que ahora se dará la gran vida a costillas de las necesidades de nuestro país (“Maradona visita al Papa”, ElUniversal.com, 01–09–2014, Venezuela) c. Ja, ja, mira el poconón de japoneses comentando acá (“Álex Cabrera le regala la camisa a su hijo”, Youtube.com, 09–12–2014, Venezuela)

Además, en ciertos contextos enfáticos estas formas pueden ir precedidas de qué y aparecer sin determinante, como en los ejemplos de (11). En realidad, estos casos se asemejan a los grupos nominales exclamativos con la estructura <qué de + sustantivo contable> (¡Qué de gente!). En ellos se pone de manifiesto su número elevado (de dinero en 11a, de agua en 11b y de preguntas en 11c) y al mismo tiempo se expresa cierta reacción emotiva de sorpresa. En el último caso (cf. 11d) el complemento aparece elidido y se omite la preposición de. Un ejemplo como qué pocotón de gente equivaldría a cuánta gente (cf. RAE/ASALE 2009: 804 y 1642). (11) a. muchos pasan un calvario cuando los dejan tirados por cualquier hotel en Panamá, además que cuando hacen envíos de maletas a sus familiares les cobran qué pocotón de dinero y a lo último les roban (“Trafican con nicas a Panamá”, ElNuevoDiario.com, 11–11–2013, Nicaragua)


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b. Qué pocotón de agua cae del cielo (“Tinomatik”, Twitter.com, 09–12–2012, Panamá) c. Ja, ja, qué pocotón de preguntas, bueno intentaré responderlas todas (espero no se caiga el foro luego de responder) (“Tomate un descanso y responde”, WowColombia.com, 03–11–2012, Colombia) d. ¿Cuántos juegos han terminado en el PS3? –Si te cuento no akabo [sic], qué pocotón (“Topic 53951”, PS3pirata.com, 22–01–2012, Guatemala)

Aunque en las construcciones pseudopartitivas, en general, los cuantificadores comparativos no son aceptados (*Has de beber más de leche), sí lo son cuando aparecen en frases de medida (Has de beber un poco más de leche), porque el sustantivo admite un tipo de gradación (RAE/ASALE 2009: 1449). Las formas en estudio también admiten la presencia del modificador más tras el cuantificador y permiten los dos órdenes sintácticos (muchos más años ~ muchos años más; un pocotón más de gente ~ un pocotón de más gente) sin diferencia apreciable de significación (cf. 12b– c). Estos grupos segmentados, con el cuantificador comparativo en su interior, se denominan grupos diferenciales discontinuos (cf. RAE/ASALE 2009: 3379): (12) a. se quedaron atrapados en el ascensor. La experiencia para él fue superchistosa porque estaban ahí todos los ‘miletos’, Mayra y un ‘pocotón’ más de gente (“El Ascensor y la historia del ángel lunar”, ElComercio.com, 28–03–2013, Ecuador)


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b. Si a esa dupla le sumas un reparto compuesto por Bruce Willis, Jessica Alba, Mickey Rourke, Joseph Gordon Levitt, la super sexy [sic] Eva Green y un pocotón más de estrellas, ciertamente tendrá una joya de culto como película (“Se pasaron con el último tráiler de Sin City 2”, LatinOL.com, 12–06–2014, Panamá) c. En el catolicismo aún hay cristianos que deben salir de ese sistema religioso, los que insistan en quedarse estarían practicando un cristianismo apóstata, principalmente que falsamente afirma una Salvación basada en obras y un pocotón de más doctrinas que anulan el poder redentor de Cristo (“¿Los protestantes son cristianos?”, ReligionenLibertad.com, 08–04–2015)

En español estándar actual no es posible la concordancia ni de género ni de número entre poco y el sustantivo cuantificado que le sigue; se dice un poco de vino, un poco de agua, un poco de tranquilidad. Sin embargo, como indica la Nueva gramática de la lengua española (RAE/ASALE 2009: 1452–1453) las construcciones concordadas (una poca de miel, unos pocos de días, unas pocas de veces) se emplean en “algunas variedades del español contemporáneo”, especialmente en el habla popular y rural y en la norma andaluza y americana (México, Centroamérica y Caribe). Además, la concordancia femenina de los cuantificadores evaluativos con nombres masculinos de materia y abstractos (mucha vientu, poca dinero, cuanta vino, harta pan) fue señala por Penny (1969), para el habla del valle del Pas en Cantabria, y examinada en detalle por Fernández-Ordóñez (2015). Por lo que respecta a las formas en estudio, no ha sido posible documentar, hasta la fecha, la construcción concordada en género femenino (?una


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pocotona de, ?una poconona de), pero empieza a aparecer la concordancia en número plural unos pocotones de (cf. 13a) y unos poconones de (cf. 13b). En otros casos se mantiene la forma en singular pero se emplea el artícu­ lo definido –como vimos en los ejemplos de (10)– en plural (cf. 13c): (13) a. Hay que valorar la vida, ahora lo entiendo todo, gracias por c o m prendernos, town. En verdad, de corazón, ¡te queremos mucho! Un suscriptor más, me eché unos pocotones de lágrimas, ¡gracias town! (“Alejandro Domínguez”, Youtube.com, 2014, Venezuela) b. [Titular] Antes de unos poconones de foticos (“Ricardo Giraldo”, OnInstagram.com, 25–07–2014, Colombia) c. Disculpen mi gran ignorancia en el tema, ya que nunca he usado Steam… ¿Cualquiera de las cosas que se compran ahí, son full? Es decir, por ejemplo, el paquete de Assassin´s Creed incluye un pocotón de cosas. ¿Esas son completas, los juegos completos, los pocotón de gigas que pesan cada uno? (Teamhardware.com, 16–07–2012, Venezuela)

Las formas en estudio parece que tampoco admiten adjetivos calificativos (?un buen pocotón de dinero, ?un interesante poconón de gente), con los que se aludiría al número o cantidad y no a la calidad del sustantivo cuantificado. Por otro lado, el complemento preposicional no aparece separado del sustantivo ni en dislocación a la izquierda o topicalizada (?de dinero un pocotón, ?de gente un poconón). Por último, con los siguientes ejemplos literarios podemos recordar que en estas expresiones cuantificativas con un pocotón de (cf. 14a) y un poconón de (14b) siempre hay un sustantivo escueto (sin determinante)


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tras la preposición de (*de la gente), y que estas formas modifican sustantivos tanto en singular como en plural (cf. los casos de 2, 3 y 10). En estos ejemplos de (14) se trata del sustantivo colectivo gente, uno de los más empleados en este tipo de construcciones, tal y como también señalan Sedano y Guirado (2009: 86) para un poco de. (14) a. Y Paulina que no paraba de hablar. Para colmo de males lo hacía en ese tono desatado entre maternal y seductor que era casi ya una institución entre los dos. Mentaba los coros del par de letras que había conseguido entender, recordaba la trifulca insensata que se había armado y la alarma dichosa que parecía repercutir en un pocotón de gente que, a la salida, sacudía al aire casetes DAT igual que hinchas sus trapos de estadio ( Juan Álvarez, C.M. no récord, 2011, Colombia) b. A mí me decían que pilas, que la guerrilla, pero yo no les tenía miedo, no sentía nada, porque decían la guerrilla y yo los consideraba como animales, porque ellos no me decían que eran personas. ­Cuando miré un poconón de gente allá pregunté: «¿Esa es una guerrilla?». Me respondieron que sí. Los miré en el otro cerro y ­entonces dije: «Pero si es gente, son seres humanos, ¿por qué uno les va a tener miedo?». Y ya empezaron a disparamos, y no paraban (Guillermo González Uribe, Los niños de la guerra, 2002, Colombia)

5. Consideraciones finales Las formas gramaticales en estudio deben considerarse construcciones pseudopartitivas y cuantificativas equivalentes a un poco de + nombre


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(Tengo un poco de trabajo que hacer, ‘mucho trabajo’, cf. Sedano & Guirado 2009 para el caso de Venezuela), propias del registro formal e informal de ciertos países hispanoamericanos: Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Puerto Rico. Estas expresiones cuantificativas sirven para “acotar” un grupo nominal y son empleadas por los hablantes de las normas caribeña, centroamericana y andina para enfatizar una cantidad grande de algo (representada por un sustantivo), con el mismo valor semántico con el que en español general se emplean los cuantificadores mucho/ bastante (un pocotón de dinero/ mucho~muchísimo~bastante dinero), tantos (un poconón de personas/ tantas~tantísimas personas) y unos cuantos (unos poconones de foticos/ unas cuantas fotitos) (cf. Kany 1976: 184–185; Sedano & Guirado 2009: 81) y algunas expresiones lexicalizadas del tipo una barbaridad, entre otras más. Este uso pudo haberse iniciado, como sugieren Sedano y Guirado (2009: 85) para el caso de un poco de, en la modificación a sustantivos pluralia tantum (Siente un poco de celos), luego pasaría a nombres contables plurales (Compré un poco de libros), para extenderse finalmente a sustantivos no contables singulares (Vino un poco de gente). Con todo, la variación documentada nos muestra una vez más que el español de América todavía guarda usos sintácticos y léxicos que merece la pena dar a conocer a los hablantes de otras variedades americanas y europeas, y que su descripción solo puede servir para enriquecer y completar la gramática de la lengua española en su conjunto. Esta primera descripción requiere un análisis formal y semántico más detallado, labor que se llevará a cabo en un futuro trabajo.


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Referencias Acuña, Luis Alberto. 1983. Diccionario de bogotanismos. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). 2010. Diccionario de americanismos. Lima: Santillana. Boyd-Bowman, Peter. 1994. Léxico hispanoamericano del siglo XX. Madison, WI: The Hispanic Seminary of Medieval Studies. CREA, Corpus de referencia del español actual. Madrid: RAE. CORPES, Corpus del Español del Siglo XXI. Madrid: RAE. Corpus del español. 100 million words, 1200s–1900s. Provo, UT: Brigham Young University. Di Filippo, Mario Alario. 1964. Lexicón de colombianismos. Cartagena: Editora Bolívar. Fernández-Ordóñez, Inés. 2015. Mucha trabajo: sincretismo femenino en los cuantificadores evaluativos de Cantabria. En Studium grammaticae. Homenaje al profesor José A. Martínez, 337–49. Oviedo: Universidad de Oviedo. Haensch, Gunter & Werner, Reinhold. 1993. Nuevo diccionario de ­americanismos. Tomo I: Nuevo diccionario de colombianismos. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. Isaza Calderón, Baltasar & Alfaro, Ricardo J. 1968. Panameñismos. Panamá: Impresora Panamá. Kany, Charles E. 1976. Sintaxis hispanoamericana. Madrid: Gredos. Malaret, Augusto. 1946. Diccionario de Americanismos. Buenos Aires: Emecé.


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Navarro Carrasco, Ana Isabel. 2011. América y la Academia: americanismos que faltan en el DRAE-01. Revista de Investigación Lingüística 14. 215–45. Neves, Alfredo N. 1975. Diccionario de Americanismos. Buenos Aries: Sopena. Penny, Ralph. 1969. El habla pasiega. Ensayo de dialectología montañesa. London: Tamesis. Pereira de Padilla, Joaquina. 1974. El léxico en la región occidental de Panamá, provincias de Chiriquí y Bocas del Toro. Panamá: Litho-Impresora Panamá. PRESEEA, Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y de América. Alcalá de Henares: Universidad de Alcalá. Real Academia Española (RAE). 2014. Diccionario de la lengua española. Madrid: Espasa. Real Academia Española & Asociación de Academias de la Lengua Española, 2009. Nueva gramática de la lengua española. Madrid: Espasa. Revilla, Ángel. 1976. Panameñismos. Panamá: S/E. Sánchez López, Cristina. 1999. Los cuantificadores: clases de cuantificadores y estructuras cuantitativas. En Bosque, Ignacio & Demonte, Violeta (eds.), Gramática descriptiva de la lengua española, vol. 1, 1025–1128. Madrid: Espasa-Calpe. Sedano, Mercedes & Guirado, Krístel. 2009. Compré un poco de libros: ¿un uso característico del español de Venezuela?. Verba 36. 67–87. Tobón Betancourt, Julio. 1962. Colombianismos y otras voces de uso general. Medellín: Imprenta Departamental. VVAA. 1982. Americanismos: Diccionario ilustrado Sopena. Barcelona: Sopena.


Herrera Zendejas, Esther (ed.), 2010. Entre cuerdas y velo: estudios fonológicos de lenguas otomangues. México: El Colegio de México, 121 pp. y Herrera Zendejas, Esther (ed.), 2015. Tono, acento y estructuras métricas en lenguas mexicanas. México: El Colegio de México, 314 pp. Estos dos volúmenes, editados por Esther Herrera Zendejas, sobre los sistemas fónicos de las lenguas indígenas mexicanas, dan cuenta del alto grado de diversidad de los idiomas que se hablan en este territorio, y son prueba de la calidad de las investigaciones sobre fonética y fonología que se hacen en México. En ambos volúmenes se tratan los rasgos fónicos translingüísticamente peculiares en las lenguas indígenas de México, entre las que destacan la complejidad de la laringización y de la nasalización, el sistema tonal y acentual, y las interacciones entre estos fenómenos. En este sentido, los estudios que componen estos volúmenes contribuyen notablemente a los estudios tipológicos y teóricos sobre los sistemas fónicos de las lenguas humanas. A continuación, se presenta un recuento de los principales aportes de estos textos.

CUADERNOS DE LINGÜÍSTICA, VOL. 3, NÚM. 1, 2016

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1. Entre cuerdas y velo: estudios fonológicos de lenguas otomangues En este volumen se aborda la laringización y la nasalización en lenguas otomangues, que son únicas entre las lenguas del mundo por su alto grado de complejidad, que abarca elementos tales como la existencia de dos grados de laringización (zapoteco, amuzgo), la nasalización (chinanteco, chatino) y su interacción con el acento y el tono. El volumen se compone de cuatro contribuciones, las cuales comento brevemente a continuación. El primer capítulo corre a cargo de Michael Knapp y se titula “La nasalidad en mazahua: diacronía y sincronía”. En él se trata el fenómeno de la nasalidad en mazahua, tanto vocálica como consonántica, desde una perspectiva diacrónica y sincrónica. El mazahua tiene vocales nasales y consonantes pre-nasalizadas y, por supuesto, consonantes nasales, cuya distribución es compleja. En cuanto a las vocales orales, destaca que no todas tienen su equivalente nasalizada y, en algunos contextos, el contraste oral-nasal se neutraliza. Las consonantes nasales exhiben también una distribución complicada, incluyendo la nasalización de las glotalizadas sonoras, que resulta en la distribución complementaria entre las consonantes sonoras glotalizadas y las nasales glotalizadas. La segunda contribución se titula “En torno a la voz no-modal y la nasalización vocálica en el amuzgo”. En él, Esther Herrera discute la interacción entre los tipos de fonación y la nasalización con el tono en amuzgo. En el amuzgo, las vocales pueden tener contrastes entre tres tipos de fonación (modal, respirada y laringizada), nasalización y tono (bajo, medio y alto). Dos descubrimientos importantes de este trabajo


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son el análisis de la laringización como un tipo de fonación y no como una secuencia de una vocal más un saltillo débil, como había sido analizada anteriormente, y el contraste oral-nasal solo en las vocales bajas, lo cual es esperable. En “Temporalidad laríngea en las nasales y obstruyentes del ixcateco”, Rafael Alarcón revisa el sistema consonántico del ixcateco, una lengua popolocana. Argumenta que las consonantes aspiradas, laringizadas y pre-nasalizadas son unidades y no secuencias, como se había asumido anteriormente, con base en su estructura silábica y la duración fonética. Alarcón también arguye que las obstruyentes pre-nasalizadas son, de hecho, nasales postoclusivas, con base en el hecho de que la laringización se ancla en la porción nasal y no en la porción obstruyente. Finalmente, la contribución de Francisco Arellanes, “Dos ‘grados’ de laringización con pertinencia fonológica en el zapoteco de San Pablo Güilá”, sugiere que el zapoteco central es excepcional en las lenguas del mundo porque contrasta dos grados de larningización: débil (laringizada, creaky) y fuerte (glotalizada, rearticulada). Este trabajo llena un hueco en el campo, pues hasta el momento no contábamos con una investigación sobre este aspecto, especialmente desde una perspectiva fonética, y, por lo tanto, es bienvenido. Según Arellanes, la laringización se puede manifestar en cuatro diferentes realizaciones: voz tensa, voz laringizada, cierre glotal breve y cierre glotal largo. Las realizaciones fonéticas dependen del grado de laringización y del tono, así como de los estilos de habla. Arellanes también reporta que, como se espera, la laringización está más marcada para el tono bajo y descendente que para el tono alto y descendente.


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Un tópico importante a lo largo de este volumen es el estatus de las vocales y consonantes glotalizadas y nasalizadas, esto es, si se trata de unidades o secuencias. Me refiero, en particular al estatus de las consonantes pre-nasalizadas en amuzgo y otomí, las vocales laringizadas en amuzgo y zapoteco y las consonantes glotalizadas en ixcateco. A través de los diferentes artículos, los autores muestran persuasivamente que estos sonidos son unidades y no secuencias, con base en su distribución fonotáctica y en la evidencia acústica.

2. Tono, acento y estructuras métricas en lenguas mexicanas En este volumen se reportan las complicadas interacciones entre el tono y el acento y otros rasgos que se encuentran en algunas lenguas mexicanas (yutoaztecas, mayas y otomangues), así como las características y los correlatos del acento y la estructura melódica de cada lengua. Las lenguas indígenas mexicanas poseen una gran diversidad en este aspecto y son especialmente complicadas tipológicamente, debido a la coexistencia del acento, el tono, la duración (de vocales o consonantes) y otros rasgos, como la fonación y la nasalización. El trabajo de Larry Hyman “Towards a canonical typology of prosodic systems”, trata de responder a la pregunta de cómo clasificar los sistemas prosódicos, específicamente, cómo clasificar las lenguas tono-acentuales, representadas por mi lengua nativa, el japonés de Tokio. Las lenguas tono-acentuales comparten rasgos tanto con las lenguas tonales, como el mandarín o el zapoteco, como con las lenguas acentuales, como


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el inglés o el español. Así, al igual que las lenguas acentuales, en una lengua tono-acentual, una palabra puede cargar un solo tono-acento, independientemente de qué tan larga sea, como por ejemplo mekishikodaigakuindáigaku ‘El Colegio de México’. Por otro lado, en las lenguas tono-acentuales, el acento se realiza únicamente mediante la tonía, o F0; otros rasgos como la duración de la vocal o la intensidad no se utilizan para indicar el acento. En este aspecto, las lenguas tono-acentuales se asemejan más a las lenguas tonales. Antes de este trabajo de Hyman, los estudios sobre la tipología de los sistemas prosódicos, como el de Troubetzkoy (1969)1 y Beckman (1986)2, clasificaban las lenguas tono-acentuales como un subtipo de lenguas acentuales. Es decir, primero las lenguas se clasifican entre lenguas tonales y acentuales y después las lenguas acentuales se dividen en las lenguas (estrés-)acentuales, como el español y las lenguas tono-acentuales, como el japonés. Hyman se acerca a esta cuestión empleando un método de tipología más reciente, a saber, la tipología canónica, desarrollada principalmente por Greville Corbett y sus colegas, incluyendo a Enrique Palancar. Hyman enumera dos rasgos definitorios para acento y siete rasgos canónicos para el tono. Además, argumenta que no hay lenguas tono-acentuales canónicas, sino que se trata de lenguas que tienen algunos rasgos de acento y algunos de tono. Cabe destacar que este trabajo ha tenido una gran influencia en los estudios tipológicos de los sistemas prosódicos. 1

Principles of Phonology, Berkeley & Los Angeles, CA: University of California Press (Traducción de Christiane A. M. Baltaxe). 2  Stress and Non-Stress Accent. Dordrecht: Foris.


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“El sistema acentual del proto-tepimano” es un trabajo muy detallado en el que Leopoldo Valiñas reconstruye el sistema acentual del proto-tepimano, así como los desarrollos diacrónicos que siguieron estas lenguas. Las lenguas tepimanas y las lenguas yuto-aztecanas en general exhiben patrones acentuales complicados debido a su interacción con el peso de la sílaba. Valiñas reconstruye el mismo sistema acentual tanto para el proto-tepimano como para el proto-yuto-azteca; esta reconstrucción contradice los estudios previos, pero explica mejor la historia de estas lenguas. Valiñas además arguye que tuvieron lugar algunos cambios fonológicos, como la debucalización del núcleo laringizado, la extrametricalización de la mora final y un cambio en el parámetro de direccionalidad de construcción de constituyentes –que pasó a ser de derecha a izquierda– y estos provocaron cambios en el sistema acentual. Esta propuesta también explica los patrones de acento de las lenguas tepimanas modernas. Verónica Reyes Taboada, en “Acento y longitud vocálica en el tepehuano del sureste”, trata la interacción entre el acento y longitud vocálica en tepehuano, una lengua yuto-aztecana, donde la duración de la vocal es contrastiva. Su aportación reside en mostrar que la sílaba pesada atrae el acento y que los principales correlatos son tanto la tonía, como la longitud vocálica. La interacción entre el acento y la longitud vocálica en esta lengua es muy compleja: el acento es atraído por la sílaba pesada, la cual incluye la sílaba con una vocal larga; una vocal larga se acorta cuando está en una sílaba átona y la vocal corta átona se pierde. En “Estructura acentual del náhuatl de Cuentepec, Morelos”, Eduardo Patricio Velázquez Patiño examina los correlatos acústicos del acen-


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to en náhuatl de Cuentepec, Morelos. Encuentra tres: la intensidad, la duración silábica y la duración vocálica. Además, propone que el único correlato inequívoco es un mayor o menor ascenso de la frecuencia fundamental. El uso de la frecuencia fundamental para la realización del acento es lo que se predice para esta lengua, en la que la duración de la vocal es contrastiva, pero no así el tono. El autor explica también que el sistema prosódico de esta variante del náhuatl tiene un sistema ligado, insensible a la cantidad, y trocaico. La contribución de Martín Sobrino, titulada “Acento y estructura métrica de palabras bisilábicas en el maya yucateco”, investiga los correlatos del acento en el maya yucateco, así como la estructura métrica de esta lengua. El autor explica que los correlatos del acento en esta lengua son la duración vocálica y la tonía, lo que es sorprendente, ya que ambos son contrastivos en esta lengua. Sobrino también sugiere que la estructura métrica básica de esta lengua es yámbica (ligero–pesado), aunque el acento es atraído por las sílabas pesadas, lo que parece deberse al llamado “principio del acento en la sílaba pesada”. Francisco Arellanes Arellanes es el autor del capítulo “Rasgos laríngeos y estructura métrica en el zapoteco de San Pablo Güilá: del contraste pleno a la atenuación y la neutralización”. Como se discute en el capítulo titulado “Dos ‘grados’ de laringización con pertinencia fonológica en el zapoteco de San Pablo Güilá” por el mismo autor en el volumen Entre cuerdas y velo: estudios fonológicos de lenguas otomangues, las lenguas zapotecas centrales son excepcionales en el hecho de tener dos grados de laringización. Arellanes muestra que la vocal modal y la vocal débilmente laringizada se neutralizan en la posición átona, y la vocal fuertemente


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laringizada se debilita en una vocal débilmente laringizada. Al ser lenguas tonales, en las lenguas otomangues el acento se manifiesta con rasgos no tonales, como la duración de la vocal, la simplificación y la neutralización de diptongos, tonos o tipos de fonación (cf. Alarcón Montero, en este volumen). El siguiente trabajo es “Morfología prosódica en el zapoteco de Quiaviní”, de Mario E. Chávez-Peón. En él, el autor establece que la palabra prosódica mínima consiste en un pie bimoraico. Así mismo, propone que, en palabras bisilábicas o más largas, la última sílaba de la base es prominente, es decir, es una lengua de pies trocaicos moraicos. La prominencia en esta lengua se manifiesta mediante la duración y en el hecho de que en la sílaba tónica hay más posibilidades de contrastes de consonantes, tonos y tipos de fonación. Chávez además advierte que existe una diferencia entre sílabas pretónicas y postónicas, la cual reside en el hecho de que las sílabas postónicas son más prominentes. Como las sílabas que forman parte de un pie son más prominentes translingüísticamente, el autor argumenta que las sílabas postónicas forman parte de un pie, y por lo tanto la unidad rítmica es trocaica. Me pregunto si es posible un análisis donde todos los afijos o clíticos sean extramétricos, y, si tal análisis fuese posible, cuál sería su consecuencia. En el trabajo de Alonso Guerrero titulado “Patrones tonales y acento en otomí” se examinan los patrones tonales y los correlatos del acento en otomí, una lengua otopameana. En otomí, como en zapoteco, el acento cae en la primera sílaba del radical (trocaico) y sus correlatos son la intensidad y la longitud en las sílabas tónicas, y no la tonía. Es lo que esperamos para una lengua tonal. El acento se realiza también según la


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posición de más contraste, es decir, el tono ascendente solo puede aparecer en la sílaba tónica. El autor concluye que el otomí se acerca más a una lengua tono-acentual, como el japonés de Tokio. La contribución de Michael Knapp, “Fenómenos tono-acentuales en mazahua”, revisa la historia de los estudios del tono y el acento en mazahua, remontándose al estudio de Eunice Pike en 19513. Las principales aportaciones de este trabajo son los siguientes: en primer lugar, se confirma la existencia del tono ascendente en algunas variantes; en segundo lugar, se muestra que las raíces con cierre glotal (CV’V) o con aspiración (CVhV) tienen comportamientos diferentes. El resultado de este análisis es que la aspiración es fonémica, pero el cierre glotal no lo es. Knapp también explica que la estructura melódica básica de la base en esta lengua es trocaica. Es interesante que haya dos tipos de compuestos (los compuestos integrados/léxicos y los compuestos frásticos) en los que, según sea el caso, los patrones prosódicos son diferentes. Me pregunto si esta distinción entre dos tipos de compuestos es puramente fonológica o si tiene correlatos morfosintácticos o semánticos. A continuación, aparece el trabajo “Estructuras métricas y tono en ocuilteco”, de Esther Herrera, el cual da cuenta del complejo sistema tonal de esta lengua que solo tiene dos tonos, alto y ascendente, y en la que todos los prefijos se asignan al tono bajo. Únicamente la sílaba tónica puede tener el contraste entre el tono alto y ascendente y, por lo tanto, hay procesos tonales complicados que simplifican los tonos de ­contorno 3

Tonemic-intonemic correlation in Mazahua (Otomí). International Journal of American Linguistics 17(1). 37–41.


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en las sílabas átonas. El sistema tonal de ocuilteco se acerca más un sistema “word-tone”, que se encuentra en lenguas como el tibetano de Lhasa, donde la unidad portadora del tono no es la mora ni la sílaba, sino la palabra. Los datos comprueban que los patrones tonales en la palabra entera son demasiado limitados. Finalmente, el trabajo de Rafael Alarcón titulado “Correlatos fonéticos del acento en ixcateco” presenta los correlatos fonéticos del acento en ixcateco, una lengua popolocana del tronco otomangue. Como es una lengua tonal, Alarcón supone que la tonía no se utiliza como correlato fonético para esta lengua y sugiere que son la duración y la intensidad las pistas acústicas de la prominencia. Al considerar la Figura 1 que se presenta en dicho trabajo, surge la interrogante acerca de si la vocal átona es sorda, como pasa en las lenguas zapotecanas, lo que resultaría en la pérdida de las vocales átonas. El autor también sugiere que de los tres tonos, bajo, medio y alto, el bajo es más inestable. En este sentido, es pertinente preguntarse si este es el tono no marcado y si su inestabilidad se debe a este hecho. Para concluir, quisiera esbozar a continuación algunas de las aportaciones generales del volumen. Destaca, en primer lugar, que todas las lenguas que se examinan en este libro tienen el acento fijo, es decir, el acento es predecible según las reglas acentuales. El acento está gobernado únicamente por factores fonológicos en las lenguas yutoaztecas (tepimano, náhuatl) y en el maya yucateco, mientras que en las lenguas otomangues (zapoteco, otomí, mazahua, ocuilteco e ixcateco) está gobernado por factores morfológicos, tales como la distinción entre radicales y sufijos.


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Entre las lenguas que se tratan, el maya yucateco (maya), el zapoteco de San Pablo Güilá y de San Lucas Quiaviní, el otomí, el mazahua, el ocuilteco y el ixcateco (otomangues) son tonales. Por su parte, en tepimano, náhuatl (yuto-aztecas) y maya yucateco (maya) la duración de la vocal es contrastiva. Transligüísticamente, el acento puede tener uno o hasta tres correlatos acústicos: la frecuencia fundamental (tonía), la duración o la intensidad. La predicción de los autores es que los correlatos del acento no pueden ser los que ya son contrastivos en cada una de las lenguas estudiadas, es decir, si la lengua es tonal, el correlato del acento no puede ser la tonía, mientras que si la lengua tiene contraste de duración de la vocal, el correlato del acento no puede ser la duración. Esta predicción se confirma en la mayoría de los casos: en zapoteco o ixcateco, que son tonales, la duración, y no la tonía, se usa para la realización del acento; en ocuilteco, que también es tonal, el acento se realiza en el hecho que la sílaba tónica tiene más prominencia tonal; en náhuatl, donde la duración vocálica es contrastiva, el primer correlato del acento es la tonía. Sin embargo, los autores encuentran datos que contradicen esta predicción. Por ejemplo, en maya yucateco, donde el tono y la duración son contrastivos, ambos se utilizan como correlatos del acento. En tepehuano, donde la duración vocálica es contrastiva, la tonía y la duración son correlatos del acento. En cuanto a la estructura melódica, las lenguas del mundo se clasifican en aquellas que tienen un patrón trocaico (fuerte–débil) o aquellas con acento yámbico (débil–fuerte). Entre las lenguas estudiadas en este volumen, el náhuatl, el mazahua, el otomí y el ixcateco tienen un patrón trocaico, mientras que el tepimano, el yucateco y el ocuilteco tienen un


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patrón yámbico. Lo que es interesante es que en algunas lenguas el patrón muestra cambios diacrónicos, o bien los dos patrones coexisten en una lengua. Por ejemplo, el mazahua y el ocuilteco son lenguas de la misma familia (i.e. otopameana), pero sus patrones son diferentes. Así mismo, como se explica en el trabajo de Valiñas, las lenguas tepimanas asignaban el acento de izquierda a derecha, pero en el transcurso del tiempo se cambió la dirección de derecha a izquierda. En zapoteco, las raíces con la forma CVCV tienen un patrón trocaico; en ellas la segunda sílaba se elide en muchas de las variantes. Por otro lado, como se asienta en la contribución de Arellanes en este volumen, los compuestos muestran un patrón yámbico, en el que el último miembro de los compuestos recibe el acento. Una pregunta natural que surge es cómo es posible la coexistencia de tantos cambios. Hiroto Uchihara Instituto de Investigaciones Filológicas, UNAM uchihara@buffalo.edu


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Martín Butragueño, Pedro & Hernández, Esther (eds.), 2015. Variación y Diversidad Lingüística. Hacia una teoría convergente. México: El Colegio de México, 464 pp. Variación y Diversidad Lingüística. Hacia una teoría convergente es el resultado de un intercambio académico entre investigadores de dos instituciones: El Colegio de México y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de España. En él se reúnen ocho trabajos en torno al tema de la variación y la diversidad lingüísticas, entendiendo por lo primero la existencia de estructuras y patrones alternativos para un mismo contexto al interior de una lengua y por lo segundo la existencia de estructuras y patrones alternativos en lenguas distintas. Esta distinción, por cierto, será sometida a discusión, pero por lo pronto se presenta como un contraste posible que le da título al volumen. La variación lingüística es ubicua, evidente e innegable. Toca todos los niveles de la lengua y se explica por factores tan diversos, que, si uno se trata de concentrar en ella, corre el riesgo de perderse en el vértigo de su inevitabilidad, al grado de llegar a preguntarse si hay acaso algo que en la lengua no varíe, si existe algún núcleo estable –aunque sea idealizado– a partir del cual se puedan establecer comparaciones, en fin: si es posible ponerle límites –como si eso fuera necesario. En este libro, ocho


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autores toman ese toro por los cuernos y muestran que no solo es posible y deseable enfocar fenómenos lingüísticos desde el punto de vista de la variación, sino que en hacerlo reside precisamente el genio de una teoría general del lenguaje de base realista. En este volumen, el tema de la variación, en ambas dimensiones (inter- e intra- lingüística) se aborda desde perspectivas muy diversas. Así, por ejemplo, encontramos, desde luego, variación entre las estructuras de lenguas distintas y variación entre las estructuras, rasgos y patrones manifiestos en hablantes de la misma lengua –que posiblemente pertenecen a distintos estratos sociales, áreas geográficas o puntos temporales. Pero además se incluyen también explicaciones muy atractivas de la existencia de estructuras distintas empleadas posiblemente por un mismo hablante, simplemente porque la lengua misma permite las alternancias. Es el caso de la concordancia en las construcciones partitivas y pseudo-partitivas: casi puedo apostar que, como consignan Demonte y Pérez-Jiménez, cualquier lector aceptaría como gramaticales estructuras del tipo: El resto de los corredores no llegó a la meta / El resto de los corredores no llegaron a la meta, donde la concordancia entre el sujeto y el verbo puede ser tanto en singular como en plural. El lector hablante de maya Yucateco, podría reconocer que algunas cláusulas de propósito en esta lengua se introducen sin subordinante, pero en cuanto aparece una negación es necesario introducir un complementante explícito, como describe Gutiérrez Bravo en su contribución al volumen. Estos ejemplos me sirven para mostrar que el libro aborda la variación desde arenas que han sido clásicas en su estudio (variación diacrónica, diatópica) pero también desde ámbitos mucho menos comunes (­teoría


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fonológica, interfaz semántica/sintaxis o la relación entre prosodia y pragmática). Lo característico de los trabajos que conforman el volumen es que los autores invariablemente buscan en los datos una respuesta a interrogantes teóricas generales. No dan, pues, solo cuenta de la variación por consignar un dato curioso aislado, sino que persiguen los hechos hasta dar con la consecuencia teórica de interés en su disciplina. Esto es quizás lo que más me llama la atención de este libro, y la excusa sobre la que basaré mi breves reseña de los contenidos de cada artículo. El artículo de Violeta Demonte e Isabel Pérez Jiménez, “Construcciones partitivas y pseudo partitivas en español, concordancia híbrida y variación en la interficie sintaxis-semántica”, nos presenta ante un caso de variación regido por factores intrínsecos al sistema de lengua. Se trata del patrón de concordancia híbrida de número que disparan las construcciones partitivas (como La mayoría de los asistentes era afroamericana / La mayoría de los asistentes eran afroamericanos) y pseudo-partitivas (como Un centenar de artistas se ofrecieron a actuar gratis / Un centenar de artistas se ofreció a actuar gratis). Las autoras analizan varios posibles factores determinantes de estos patrones de concordancia en un corpus extenso (por ejemplo, la posición del sujeto respecto al verbo, la presencia de adjetivos, etc.), de los cuales solo los siguientes parecen ser significativos: (i) la categoría de la cabeza: si la cabeza de la construcción partitiva es cuantificacional o sustantiva, y (ii) si la frase nominal hace referencia a grupos o a sus átomos o particiones. Cuando la cabeza es cuantificacional, la concordancia es siempre singular (Ninguno de los corredores reportó / *reportaron problemas), mientras que si es un sustantivo (la mayoría, la mitad, una tercera parte), la concordancia tiende a ser plural. En las construcciones pseudo-partitivas,


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los sustantivos numerales colectivos (centenar) y multiplicativos (el doble) tienden a concordar en plural, mientras que los que denotan contenedores (caja de galletas) y medidas fijas (kilo) concuerdan en singular. Ahora bien, los casos que permiten la concordancia tanto plural como singular no lo hacen aleatoriamente, sino que ahí la alternancia se explica por un factor semántico: la referencia a un grupo como entidad impone la concordancia singular, mientras que la referencia a los sub-átomos (o particiones) de la pluralidad se correlaciona con la concordancia plural. El lector encontrará una explicación sintáctica de estos hechos en términos de la distinción entre distintos tipos de rasgos de concordancia: unos semánticos (rasgos index) y otros morfológicos (rasgos concord). Otro caso de variación sintáctica es el que presenta Gutiérrez-Bravo, en “Los límites del análisis cartográfico. El caso de las cláusulas de propósito en el Maya Yucateco”. A diferencia de las cláusulas completivas y relativas del maya, las cláusulas de propósito (CPR) en esta lengua no pueden introducirse por un complementante fonéticamente nulo. Esto se aprecia en el hecho de que, aunque en su forma afirmativa las CPR pueden introducirse sin subordinador explícito, cuando aparecen negadas requieren de un complementante. El autor presenta este hecho como evidencia en contra de la hipótesis fuerte de la teoría cartográfica en sintaxis (Rizzi 1997; Cinque 1999), según la cual todas las cláusulas de todas las lenguas constan de las mismas proyecciones funcionales, y solo varían en el hecho de que en algunos núcleos se expresan de manera encubierta o fonéticamente nula. El análisis de las cláusulas de propósito del maya yucateco muestra que para este tipo de cláusulas subordinadas (a diferencia de las relativas y las de complemento), no hay c­ omplementantes


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nulos disponibles y, por lo tanto, su estructura no corresponde a la de una Frase Complementante, sino a una proyección menor. Así, pues, estos datos del maya yucateco y el contraste entre diferentes tipos de cláusulas subordinadas abren la posibilidad, a decir del autor, de que “incluso dentro de una misma lengua no todas las cláusulas tienen ni el mismo patrón oracional ni el mismo conjunto de frases funcionales” (p.125). Continuando en la línea de los artículos que tratan la variación de estructuras, esta vez a partir de la comparación entre lenguas distintas, está el trabajo de Esther Herrera, “De la simplicidad a la complejidad en los inicios silábicos: el caso de tres lenguas mexicanas”. El artículo se basa en datos provenientes del amuzgo, el mazahua y el tsotsil para poner a prueba dos teorías sobre la estructura de la sílaba: por un lado, la teoría que predice el acomodo de los segmentos con base en la escala de sonoridad y, por otro, la teoría que propone una organización jerárquica en la que el tamaño de la sílaba está determinado por un principio de binariedad. En amuzgo se permiten inicios silábicos de más de dos segmentos sin que su ordenamiento obedezca a la escala de sonoridad, pero los puntos de articulación involucrados en el inicio silábico es máximo de dos. Se argumenta, así, que la teoría de la escala de sonoridad no puede explicar el acomodo de los segmentos del inicio de la sílaba en amuzgo, y este argumento se verá reforzado con datos del tsotsil. La comparación entre las posibles estructuras de inicio de estas tres lenguas aporta evidencia de que la binariedad opera en el nivel melódico de las representaciones segmentales, impidiendo de que estén involucrados más de dos puntos de articulación en este ámbito. En conclusión, la comparación de las estructuras de los inicios silábicos en lenguas distintas permite probar los


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alcances explicativos de dos teorías. Los datos del amuzgo, el mazahua y el tsotsil llevan a descartar a una de ellas como explicación y, en cambio, permiten reformular los dominios posibles del principio de binariedad. Pedro Martín Butragueño, en “Acercamiento a la prosodia de los actos de habla expresivos. Datos del español de México”, nos ofrece un estudio en un ámbito poco explorado, como lo es el de la prosodia asociada a actos de habla particulares. Se analiza la relación entre prosodia y actos expresivos bajo el aparato de la Teoría de la Optimidad en términos de jerarquías de restricciones de alineamiento prosódico, de asociación entre patrones tonales y unidades portadoras de tono con restricciones de fidelidad, de buena formación y de fraseo. El autor avanza algunas hipótesis sobre las posibilidades prosódicas de los actos expresivos, como el hecho de que la expresividad en general está asociada a determinados parámetros prosódicos, mientras que los tipos expresivos específicos se asocian a ciertos parámetros pragmáticos. La riqueza de datos y detalles del artículo me hacen imposible resumir en unas líneas sus contribuciones centrales, así que me limito a destacar el interés que reviste el estudio de la pragmática en relación con la prosodia. Es un hecho que los hablantes reconocen la emotividad, las actitudes y las intenciones del interlocutor con base en patrones entonacionales específicos, y cualquier estudio que arroje luz sobre los universales que rigen la asociación entre pragmática y prosodia, así como la posible variación entre lenguas o entre dialectos con respecto a estos patrones, es un aporte invaluable a nuestra comprensión general del lenguaje. Los otros trabajos en este libro describen fenómenos de variación en ejes más clásicos, relacionados uno con el eje diatópico, otros con el diacrónico. Pilar García Mouton en su artículo “Reflexiones metodológicas


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sobre lengua y espacio” explica la metodología de la geografía lingüística, cuyo objetivo es la publicación de atlas que permitan visualizar y comparar un fenómeno lingüístico en una determinada área. Nos presenta un recorrido histórico en la producción de atlas que revela cómo los métodos para el diseño de mapas y la recopilación de datos para los atlas lingüísticos ha cambiado notablemente con los años. Por ejemplo, si bien anteriormente se prefería aplicar encuestas a hablantes rurales de variantes conservadoras, en los últimos años la preferencia se ha volcado hacia el hablante común, lo cual implica considerar condiciones reales y corrientes como los movimientos de población y las situaciones de contacto. Además, los nuevos atlas no le conceden importancia primordial o única al eje diatópico, sino que lo combinan con otros ejes. El Atlas Lingüístico de la Península Ibérica contiene información sobre fonética, morfología, sintaxis y léxico. El reto de su edición consiste en respetar los principios metodológicos originales y a la vez combinarlos con las posibilidades que brindan las tecnologías digitales nuevas, que permiten acceder remotamente a los datos, realizar búsquedas cruzadas, disponer tanto de las transcripciones originales como de una transcripción actual unificada, y tener acceso a las anotaciones y la información etnográfica (dibujos, planos y fotografías) recabados durante las encuestas. La conclusión de estas reflexiones plantea a la geolingüística como una metodología que se adapta a nuevas investigaciones, pero sigue vinculándose con los atlas anteriores, que no pierden su validez como registros de variación lingüística en un momento determinado del tiempo. Dejé para el final los dos estudios diacrónicos del libro. En el capítulo “La variación de luego y su evolución histórica”, Esther Hernández


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describe la variación que ha sufrido este adverbio, tanto en variedades peninsulares como americanas, en sus dimensiones fonológica (lugo, logo, luego), morfológica (aluego, luego), sintáctica (luego de, luego que, luego de que), y la variación léxico-sintáctica, que ha dado lugar a locuciones adverbiales (como desde luego), conjuntivas (luego como), interjectivas (hasta luego) y nuevos lexemas derivados (lueguito). Respecto a la variación semántica, en la que se concentra más a detalle, se consigna que en América y algunas partes del occidente de España, luego mantiene el sentido de ‘inmediatamente’, además del de ‘después’, que es el que tiene en español peninsular. Para explicar esta variación, la autora propone que el significado de los adverbios de tiempo no es estable, sino que depende del concepto de tiempo del hablante o la comunidad que lo maneja. Por esta razón, se incluye a luego dentro de los adverbios deícticos. La descripción histórica de Hernández da testimonio de un cambio que involucra variación en múltiples niveles, típica de procesos de gramaticalización: variación fonética, morfológica, léxica y semántica –del significado locativo del latín ‘en lugar oportuno’ hacia un significado temporal, ‘sin dilación’ (ya presente en latín, pero generalizado más adelante). También se ha documentado como adverbio para “ordenar” el discurso, según la gramática de Nebrija, lo que explica su transferencia del espacio-tiempo hacia el espacio discursivo, como indicador de sucesión. En resumen, la diversidad de construcciones en las que aparece luego se explica por su evolución semántica de expresión espacial a temporal, y de ahí a marcador de sucesión discursiva, en un proceso histórico típico de la gramaticalización y pragmaticalización al que también se añade la variación entre la norma peninsular y las otras normas hispánicas.


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En “Cambio semántico y reestructuración del sistema de los determinantes definidos”, Julia Pozas Loyo apoya, con base en datos diacrónicos, un análisis según el cual el artículo indefinido un contrasta con el determinante indefinido algún en que este último implica no-especificidad epistémica, mientras que el primero puede emplearse tanto con sentido específico como no específico. El contraste, sin embargo, no se extiende a sus contrapartes plurales, pues los datos de Pozas Loyo nos muestran que, desde el siglo XVII, los determinantes plurales unos y algunos no se oponen en términos de especificidad. Más bien, su oposición reside en que unos se ha gramaticalizado en un artículo y, por lo tanto, ha perdido su fuerza cuantificacional, mientras que algunos, que se mantiene como un cuantificador, puede aparecer en construcciones partitivas. Además del interés de las afirmaciones centrales, este capítulo es de un gran valor metodológico, pues la autora hace explícitas las decisiones que debe tomar para considerar si la referencia de una frase nominal es específica o no lo es, con las limitaciones que implica el obtener los datos de un corpus (a diferencia, por ejemplo, de los juicios que se pueden obtener de un hablante). El trabajo presenta un buen modelo de cómo los datos diacrónicos pueden confirmar los análisis semánticos sincrónicos (como, en este caso, la propuesta de Menéndez-Benito y Alonso-Ovalle sobre la no-especificidad de algún), así como orientar análisis sobre contrastes que en sincronía no se tenían hasta la fecha muy claros (como el contraste actual entre unos y algunos). En suma, no solo los temas tratados son valiosos como estudios de caso particulares, sino que emplean la descripción de fenómenos puntuales como base para evaluar teorías y metodologías sobre el estudio del


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lenguaje en general. La variación es la fibra que las hilvana, pero esta se enfoca desde múltiples áreas y con distintos fines. Esta tendencia culmina con lo que considero la parte más disfrutable del libro, que es una discusión tipo panel en la que participan Esther Hernández, Pedro Martín Butragueño, Rebeca Barriga, Violeta Demonte, Pilar García Mouton, Rodrigo Gutiérrez Bravo, Esther Herrera, Isabel Pérez-Jiménez y Julia Pozas Loyo. En ella, cada uno de los participantes, desde su disciplina y áreas de interés específicas, contesta a preguntas como ¿Qué es la variación lingüística? ¿Cuáles son los conceptos clave de la variación (para cada ámbito de estudio)? ¿Qué es diversidad? ¿Hay universales lingüísticos? ¿Se puede comparar la variación entre lenguas con la variación al interior de las lenguas? ¿Cómo se manifiesta la variación en los distintos niveles lingüísticos? ¿Cuáles son los métodos para su estudio? ¿Cuál es el papel de los corpus en el estudio de la variación? ¿Se pueden tender puentes entre la variación y la teoría formal? Considero a esta parte del libro “interactiva” no solo porque es el producto de un ingenioso intercambio entre los panelistas, sino porque también es la que anima al lector a plantearse esas mismas preguntas y considerar posibles respuestas. En las respuestas de los autores atestiguamos una diversidad de opiniones y enfoques. Hay quienes, por ejemplo, conciben la distinción entre variación inter-lingüística y variación intra-lingüística como una diferencia prácticamente de grado –donde la variación entre lenguas es simplemente más notoria porque involucra más parámetros, pero no por que sea de una naturaleza distinta a la variación dialectal–, y que en el fondo ambas están regidas por los mismos principios. Algunos


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conciben la variación como indisociablemente ligada al cambio; otros afirman que se puede tener una sin tener el otro –es decir, que no toda variación implica cambio, aunque todo cambio implica variación. Las preguntas sobre variación van inevitablemente ligadas a la pregunta sobre la existencia de universales. Martín Butragueño propone replantear esta pregunta, de manera que no se dirija a la presencia de hechos invariables en las lenguas (o entre las lenguas), los cuales serán difíciles de encontrar en términos absolutos, sino enfocarla en la universalidad de los procesos y las propiedades del cambio. Me llama particularmente la atención –porque me tranquiliza, pensando en el vértigo del que hablaba al inicio de esta reseña– la siguiente afirmación de Violeta Demonte: “estudiar la variación desde distintos ángulos permite comprobar que las lenguas son más similares unas de otras de lo que parece” (p. 406). En fin, el lector encontrará en esta discusión la confirmación de que la preocupación central de los autores es teórica en el mejor sentido del término: que apuntan a la formulación crítica de una teoría general del lenguaje, desde un punto de vista realista y novedoso, sin ataduras a principios preconvenidos, sino desde la perspectiva creativa y fresca que aporta el estudiar a la lengua desde su naturaleza más primordial y evidente: su permanente y omnipresente variación. Violeta Vázquez Rojas Maldonado El Colegio de México vazquezrojas@colmex.mx



Cuadernos ISSN: 2007-736X

de Lingüística de El Colegio de México ENERO-JUNIO 2016

C uadernos de Lingüística de El Colegio de México

VOLUMEN 3

C E N T RO D E E S T U D I O S LINGÜÍSTICOS Y LITERARIOS EL COLEGIO DE MÉXICO

NÚMERO 1


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