CronicaPuebla030521

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LUNES, 3 MAYO 2021

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e las últimas noticias en los medios encontramos: dos candidatos a gubernaturas descalificados por no cumplir con requisitos meramente formales, lo que significa la falta de conocimiento de los simples trámites ante las instancias electorales; un diputado perseguido y próximamente desaforado por tendencias inapropiadas; otro gobernador del norte del país en vísperas del desafuero; el nuncio apostólico acudiendo a “tierra de nadie”, donde ni el gobierno entra, en Aguililla, Michoacán, invadido por el crimen organizado; notas internaciones diciendo que entre las ciudades más peligrosas en el mundo están Tijuana, Celaya, Irapuato; elecciones donde la mejor campaña publicitaria son vejaciones y desaprobaciones, entre unos y otros; la inflación en sus índices más altos de los últimos cinco años y, además, un estancamiento de la economía; una gran parte de la población desesperada por la falta de vacunas, otra acudiendo a Estados Unidos de América para inyectársela ante la impotencia de las instancias gubernamentales para distribuirla; otra más desesperanzada de la economía, la política y, en general, del devenir, y otra esperanzada en salir del país a como dé lugar. Todo ello no es sino una muestra más que contundente de un Estado roto. Con todas estas noticias, bien se puede preguntar: ¿acaso, se ha hecho tan mal las cosas en México que estamos en esas condiciones? Pareciera que todos los cambios y todas las transformaciones de los últimos años sólo han sido de utilidad para seguir igual o peor. ¿Qué ha sucedido con el Estado?, ¿qué

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Notas para una defensa de emergencia Silvino Vergara Nava

correo: consultas@ccapuebla.com

web: parmenasradio.org

El Estado roto ¿Por qué ninguna empresa del mundo elige al director ejecutivo por el método de una persona en voto? Si se hiciera así, la empresa se arriesgaría a la bancarrota Zhang Weiwei ha sucedido con el derecho?, ¿qué sucede con los Poderes de la Unión?, ¿dónde quedó la división de poderes?, ¿por qué tanta división en la población?, ¿para qué se promueve la división de la sociedad desde el poder?, y, sobre todo esto, ¿qué ha sucedido con la democracia? Dentro de las críticas que se hacen a los sistemas democráticos representativos, como el que tenemos en México, está la pregunta lapidaria de: “¿Por qué ninguna empresa del mundo elige al director ejecutivo por el método de una persona en voto? Si se hiciera así, la empresa se arriesgaría a la bancarrota. Deberíamos considerar cuál es la mejor manera de gobernar un país”, como dice la reseña. Todo lo que está sucediendo en el país es muestra de que nos hemos equivocado

en la implementación de un sistema democrático monopolizado por partidos políticos que no representan a la población, partidos cuya diferencia entre unos y otros no se visualiza; sistema en el que el ciudadanos están olvidados, salvo los días de las elecciones y, desde luego, en tiempos de campañas políticas. Estamos en un sistema dominado por partidos políticos que no tienen la capacidad de elegir, dentro de sus miembros, a los más preparados y capaces para ganar las elecciones; donde se ve la incapacidad de los organismos intermedios (esto es, universidades, institutos, sindicatos, organismos empresariales) para influir en las políticas públicas ni, menos aún, cualquier ciudadano, quedando éste fuera de toda consideración. Todo esto es una muestra

clara de ese Estado roto en el que nos encontramos. Muchas veces, las estructuras del propio Estado y sus organismos están para desgastar a cualquiera, pues son creadas como un fin en sí mismas y no como un medio. Por ello, no entienden razones ante la existencia de demandas y exigencias de la población para que sean eficaces en aquello por lo que han sido creadas, como ha sucedido con muchos de los organismos autónomos que hoy una oposición pretende proteger evitando su abolición, sin siquiera recordar que, aunque esos organismos, en su gran mayoría, nacieron y se desprendieron de los órganos centralizados con la finalidad de que fueran extremadamente técnicos y, con ello, eficaces en sus cometidos, no sucedió así. Lo mismo ha ocurrido con los denominados organismos desconcentrados, una mala copia de la organización administrativa de los Estados Unidos de América, que tampoco han funcionado, cuyos servicios no existen, que solamente son trampas procesales para los usuarios, exceso de corrupción, puestos técnicos utilizados por políticos ignorantes de la materia, etcétera. Verdaderamente, estamos ante un Estado roto, pues la oposición, por ser oposición, descalifica todo, y el poder, por ser el poder, descalifica a toda la oposición.


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