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Reabren sitio para ver a los amantes

Reyna Paz Avendaño

Ni tan necesaria, hormona del amor

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A lo largo de las últimas décadas, se ha descrito que la oxitocina es una sustancia relacionada con el apego emocional, así como para facilitar el parto y estimular la secreción de leche para amamantar, por lo que se ha ganado el título de “la hormona del amor”.

No obstante, científicos de la Universidad de California en San Francisco presentaron un estudio en el cual señalan que la eliminación del receptor de oxitocina no interfiere con la monogamia ni con el parto, al menos en los ratones de pradera, famosos por su fidelidad de pareja.

El equipo encontró que estos roedores se reproducían sin receptores para la oxitocina y mantenía su comportamiento monógamo de apareamiento, apego y crianza; las hembras dieron a luz y produjeron leche, aunque en menor cantidad que las que sí tenían los receptores.

“Este estudio nos dice que la oxitocina es probablemente sólo una parte de un programa genético mucho más complejo”, señaló Devanand Manoli, autor principal del artículo.

El coautor Nirao Shah, de la escuela de Medicina de Stanford, agregó:

“Si podemos hallar la vía clave que media el comportamiento de apego y vinculación, tendremos un objetivo eminentemente farmacológico para aliviar los síntomas del autismo, la esquizofrenia y muchos otros trastornos psiquiátricos”.

Palabra de mujer

@rgolmedo rgolmedo51@gmail.com rociog@prodigy.net.mx

“Los amantes de Tlatelolco” forman parte de un conjunto funerario de 54 individuos que se puede observar en esa zona arqueológica de la Ciudad de México. Fueron hallados en la década de los 60 del siglo pasado.

Los restos óseos pertenecen a dos personas abrazadas, un hombre y una mujer, quienes murieron en 1473, cuando Tlatelolco enfrentó una guerra con su ciudad hermana Tenochtitlan.

El arqueólogo Salvador Guilliem Arroyo explica que, tras un conflicto entre Axayácatl, gobernante de Tenochtitlan, y su cuñado Moquíhuix, gobernante de Tlatelolco y esposo de su hermana, el primero ordenó a sus guerreros matar a todos los tlatelolcas, con lo queTlatelolco se convirtió en pueblo tributario de Tenochtitlan.

En 1968, tras la matanza de estudiantes, por orden presidencial fueron cubiertos los restos, que antes podían ser observados a través de un andador, y fue hasta la década de los 80 que se retomaron las excavaciones.

Hombres y mujeres hemos sentido en alguna etapa de nuestras vidas eso que se llama amor romántico.

Algunas relaciones de amor nos ayudan a crecer; otras, todo lo contrario, se convierten en tóxicas y dañinas. Esto sin duda puede presentarse también en las relaciones de “amistad”.

Aprender a detectarlo no es cosa fácil; se requiere de mucha templanza, se requiere de valor y también de dignidad femenina.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que 3 de cada 10 ado- rociogarciaolmedo.blogspot.mx lescentes denuncian violencia en el noviazgo.

En México, la Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo (Envin) reflejó que el 76% de adolescentes entre 15 y 17 años ha sufrido violencia psicológica, 17% sexual y 15% física.

Diversas conductas de abuso viven las adolescentes, formas con apariencia de amor, cariño y afecto; la mayoría de las veces son confundidas como si fuesen expresiones de amor e interés.

La situación de vulnerabilidad en las chicas avanza incluso sin darse cuenta. Puede iniciar desde lo que hoy las jóvenes y los jóvenes adolescentes llaman “quedante” que es una relación previa: se gustan, pero no llegan aún a ser novios.

El maltratador desde entonces puede presentar comportamientos restrictivos, controladores: censura su manera de vestir o sus amistades y va socavando su capacidad de decisión y autonomía (Yugueros, 2014), llegando a desarrollar conductas violentas qu,e si no se detienen, pueden llegar a la violencia extrema: el feminicidio.

Los datos reflejan que la violencia en el noviazgo, como sucede con otros tipos y modalidades de violencia contra las mu- jeres, va al alza, por ello debemos reconocerla, abordarla y enfrentarla, para erradicarla.

Mucho que hacer aún para llegar a relaciones sanas, incluso con vínculos emocionales que pueden perdurar más allá del período que dure la relación, sea de “quedantes” o de noviazgo.

Reconocer la realidad que están viviendo ahora mismo más de 7 de cada diez adolescentes, que pueden ser nuestras hijas o nuestras nietas, nos permitirá prevenir esas relaciones que se vuelven hostiles y que no pueden llamarse de amor.

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