CRÓNICA SONORA 10, Invierno 2023-2024, Especial de Viajes y Viejos

NÚM. 10

U N A R E V I S TA « I M P E R F E C TA »

INVIERNO 2023-2024

Si quieres ser parte de esta gloriosa galería ponle mil pesitos mexicanos o cien dolaritos gringos —as you prefer— y recibe los cuatro ejemplares que imprimimos al año, la colección completa y algunas piezas de la merch. cronicasonora@gmail.com

6621 93 49 47

Crónica Sonora

cronicasonora.com

Cronica_Sonora

cronicasonora

eñoras y señores, me complace «bienvenirlos» (así hablan los plebes) a la décima edición impresa de CRÓNICA SONORA, la única revista cultural y contracultural en el rancho. ¿Por qué contracultural? Porque la pluralidad de pensamiento no está de moda, tampoco el consenso, el disenso y la libertad de expresión.

Todas ellas causas que en esta empresa abrazamos, lo mismo que el placer por la lectura, el buen humor y la wasanga (para dilucidar este vocablo pregunte en su barrio favorito o a su ruco predilecto).

Y a propósito de enchiladas, quiero dejar en claro que esta edición la dedicamos a los viajes (geográficos y mentales) y a los viejos, entendiendo el término como lo hacía Piero al cantar viejo, mi querido viejo, pero también como doña Pancha, la veterana argüendera de mi cuadra: con soltura, por decirlo suave y pa’ que rime.

Concluyo esta carta agradeciendo la confianza de nuestros patrocinadores y el arrojo de nuestros benditos suscriptores. Con su empuje, los que hacemos esta revista, el portal web y las redes sociales, nos vemos impelidos a no arredrar, mucho menos cuando un año acaba (viejo) y otro inicia (nuevo).

Tengan, pues, una feliz lectura y un próspero 2024 :) Benjamín Alonso Rascón D I R E C T O R

C

O

L

A

B

O

Amílcar Peñuñuri Soto Hermosillo, 1969 / apcubs@gmail.com Creador del noticiario radiofónico Política y Rocanrol. Profesor investigador en la Universidad de Sonora. Batería en Suciedad Discriminada, quizá la primera banda punk en Sonora.

Ignacio Almada Bay Navojoa, 1949 / ialmada@colson.edu.mx Historiador. Profesor investigador en El Colegio de Sonora. Miembro de número de la Academia Mexicana de la Historia. Otrora miembro del comité editorial de nexos.

Juan Enrique Ramos Salas Torreón, 1952 / kmoton.ramos5@gmail.com Escritor multi-auto publicado. Originario de Torreón, casó con una sonorenses —el tontito— y vive en Hillo desde hace como cuarenta años.

Héctor Apolinar Iribe Ciudad Obregón, 1954 / iribeh8@gmail.com Periodista, escritor, ex funcionario público, ex activista, ex colaborador de Letras Libres.

R

A

D

O

R

E

S

Patricia Navarro Alvarado Cananea, 1958 / chintita65@gmail.com Licenciada en Químico Bióloga por la Universidad de Sonora, maestra en Ingeniería Energética por la Universidad Nacional Autónoma de México (cuya tesis le dirigió la Claudia de moda, doña Sheinbaum) y doctora en Ingeniería Energética por la Universidad Autónoma de Baja California.

Además, escribe y dibuja.

Jorge Guevara Encinas Huatabampo, 1957 / COGUEN@hotmail.com Arquitecto por la Universidad Nacional Autónoma de México, dibujante del contexto y aspirante a juglar.

Elisa Macías Madrid Hermosillo, 1959 / elisssama@hotmail.com Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad de Sonora, institución de la que se jubiló recién, después de conducir el programa radiofónico Transversales: Saber sin Fronteras.

Crónica Sonora es una publicación independiente realizada en Hermosillo, Sonora, México. Las imágenes utilizadas tienen un fin didáctico y no lucrativo. El contenido de los textos es responsabilidad de sus autores. Se autoriza la reproducción y difusión por cualquier medio, haciendo referencia a la fuente. Tiraje: mil ejemplares.

INVIERNO 2023 |

3

o lecciones lapidarias para una critica desde la izquierda no electorera ,

Por Amílcar Peñúñuri

No, con el primero de los títulos no estoy hablando del churro de cine de finales de los ochenta estelarizado por Sylvester Stallone, sino por el tango que armó la siempre entrecomillada “izquierda” mexicana, que vio en la elección de Javier Milei como presidente de Argentina, el despertar de un planeta de zombis gracias a una repentina mutación fascista volcados a las urnas para elegir a alguien tan poco racional y presentable como el tipo que prometió dolarizar (cash) la economía sudamericana.

La mañana siguiente a la elección del ultraderechista Milei, y todavía un mes después, se ha dejado ver mucho análisis a bote pronto desde la desenfocada óptica mexicana, culpando de falta de juicio al pueblo argentino, exponiendo sentimientos de misericordia o de burla por lo que se vendrá —y ya comenzó—, pero de nula compasión por la inaguantable situación económica y social a la que los llevó esa misma izquierda electorera en el poder.

Claro, no estaban solos, también contribuyó el macrismo, los famosos pactos de impunidad entre la siempre sonriente clase política, la misma que hizo que el pueblo sabio e inteligente argentino se fuera derechito a los brazos de un vociferante y “ambicioso vulgar”, parafraseando al más célebre de los matinales mexicanos ante la sorpresa por lo que debería ser la políticamente correcta geopolítica hemisférica.

4

|

10

Es de suponer que es más fácil, como siempre ocurre con la —de nuevo entrecomillada— “izquierda” electorera de la región, aplazar la autocrítica de los males del kirchnerismo o de otro incapaz presidente de la región. Es mejor sacar a los monstruos a pueblear, culpar a los famosos poderes fácticos, al manoseado George Soros, responsabilizar al mal humor social que dejó la pandemia, al infaltable deep state, entre otros lugares comunes, algunos con cierta razón, pero otros sólo para darse el “auto espaldarazo” de consuelo, para dejar de lado el cúmulo de errores cometidos, mientras de nueva cuenta se jugará con la apuesta permanente al traspaso del carisma, el cruce de dedos para que las fábulas que se cuentan día a día en el discurso oficial sean eternas o tengan el mismo efecto, pero lo más probable es que suceda como con el amigo que todos conocemos, que suelta predeciblemente en la siempre tolerable sobremesa de su cumple, los mismos chistes y anécdotas de siempre.

Sí, la verdad, dan pavor los posibles retrocesos en el orden social que intenta llevar a cabo Milei. Duele lo que sufrirán los argentinos con las políticas de shock económico que implementará de la mano del FMI y el capital concentrado global: la pulverización aún más de las pensiones de los jubilados, la indefensión de los sectores más desprotegidos, el ataque frontal a la clase obrera, la marginación aún mayor de la gente de las villas y los barrios más miserables de las grandes ciudades.

Insulta a todas y todos, el lenguaje de odio y discriminación hacia formas diversas de pensamiento y de posicionarse ante la vida, pero no nos cuestionamos qué tan mal lo hicieron para arrebatarle a la justicia social —como el caso de otros populismos pro-capitalistas— las banderas de búsqueda de bienestar y justicia social, ostentando esa representación, sin máscara alguna, una derecha fascista. Sí, fascista — no hay otro nombre posible— pero ¡no qué va, no!, esa explicación para nuestra “izquierda”, implica “darle armas al enemigo”. Pues, si no se han dado cuenta, el enemigo ha vencido y tiene todo el arsenal y capital político, pero terqueamos con la misma opereta.

No parece haber de otra, o morirán con sus dogmas a cuestas o sólo nos quedaremos en el nivel de análisis de

los espacios del populismo mediático mexicano, al que le encanta hablar de enanos enemigos antes de cuestionar al poder mismo, del gusto que le suscitó a Ricardo Salinas el triunfo de Milei, el mismo mega millonario que, imitando a Milei, llamó a sus benefactores “zurdos de mierda” —léase el gobierno en turno que le generó ganancias exorbitantes con los depósitos en sus bancos del dinero destinado para los más pobres—, aunque parece que con “Lord Ricardo Salinas” nadie se ve aludido por el respeto que todavía le tienen, y porque en los hechos, tenemos un gobierno en lo político y en lo económico, totalmente “ambidiestro”. Pero también parece más importante, más allá de la aplazada autocrítica, magnificar los tuits de un Claudio X González y a cuanto enemigo que la 4T y sus voceros han sobrevalorado, inflado, agigantado sólo por la necesidad sacada del “manual básico del populista ilustrado”, de tener —como dice la lección número tres, apartado segundo— un enemigo a quien combatir cada mañana.

Y las razones de la derrota desde una perspectiva latinoamericana, ¿para cuándo? ¿Para cuándo la crítica al creciente militarismo azteca que, en su corrosiva versión albiceleste, defenderá y empoderará aún más Milei? Parece que para cuando sea demasiado tarde y controlen más de la mitad de los recursos públicos y el poder político nacional. Mientras tanto, hay que festinar que “no estamos frente a la tragedia ajena” y exhibir a los “mileistas” mexicanos, como si eso nos llevara a algún lado o le importara al grueso de la población que, por fortuna y por diversas razones, no vive los errores de la irresponsabilidad de la clase política argentina, pero tampoco en ningún paraíso tabasqueño.

Que la “izquierda mexicana” señale a los argentinos como tontos e irresponsables y “autosaboteadores” de su futuro no sirve para entender los errores del hoy, pero parece que —como rezaba el antiguo comercial de la casi desaparecida Sección Amarilla— sí funciona, y funciona muy bien para reafirmar el destino manifiesto que se han imaginado como parte de su ególatra trastorno colectivo de personalidad, al rumiar que su reinado será para siempre.

El peronismo se creyó invencible, pero al finalizar el humo de la batalla electoral terminaron como la conocida canción de Los Yonics —esos filósofos de la vida cotidiana—, escenificando tiernamente “la viva imagen de la derrota”.

INVIERNO 2023 |

5

ste es un punto de llegada y un punto de partida para Jorge Luis, tanto en los planos personales como familiares de las opciones vitales, intelectuales y sociales.

Dotado del don de gentes y de una sonrisa con los que se granjea las simpatías de quienes lo tratan, se abrió camino desde Etchojoa a Navojoa, Hermosillo y la ciudad de México para estudiar preparatoria, Derecho y Ciencia Política en la Universidad de Sonora y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Apoyado en la memoria y el presente ha escrito recuerdos y muestra una selección de ellos en 10 capítulos que suman 400 páginas. La memoria es dúctil, plástica, cambiante, escurridiza, selectiva y engañosa. El presente es el molde de la memoria. Así, la historia es el estudio del pasado desde el presente.

El presente condiciona la percepción del pasado.

El autor advierte a los lectores que este libro es fruto de “un ejercicio libre de memoria” que “puede ser sesgado o parcial”, pero que contribuye “a la reconstrucción de la memoria colectiva.” (pp. 53-54). Su recuento registra una considerable densidad de vínculos sociales propia de una continuidad transgeneracional.

a los padres, las vecinas y vecinos, los practicantes de los oficios o menesteres –presentando un censo de cada oficio, aquí está una de las riquezas del libro por ser éste un directorio de ocupaciones y un álbum de familias, que lo llevará a ser consultado por las presentes y futuras generaciones-, y también reparando en las gentes de las orillas, los forasteros, los que van y vienen, los que aparecen y desaparecen, porque Etchojoa como todas es una comunidad restringida, que distingue entre los fundadores y quienes

Por Ignacio Almada

la ventana para aliviar el hueco de la ausencia. Pues nunca hay una despedida sin equipaje ni golosinas familiares, sin ancestros y sin difuntos. Y parte de los que retornan de paso lo hacen para mantener o recobrar la identidad del hogar común, dejando atrás penas y borrascas.

En estas páginas, las gentes de Etchojoa son desgranadas por las sociabilidades: el parentesco, el compadrazgo, la escuela, los oficios, los deportes, los juegos de mesa, las fiestas religiosas y profanas.

El autor se permite hacer guiños sólo a su amigo Fernando Robles, autor de la ilustración que abre el libro, luego de la hermosa portada que recrea la plaza del pueblo; y a su hermano Mario Humberto, un archivo local móvil, generoso y accesible.

La inocencia infantil se prolonga en un ambiente lúdico. En cuanto a su vida, Jorge Luis señala las iniciaciones: cuando leyó el primer libro, cuando vio la primera película, cuando bebió los primeros tragos de alcohol, cuando fumó el primer cigarrillo, cuando salió a dar la vuelta a la cuadra con una muchacha.

Estos ritos de iniciación no incluyen aprender a manejar vehículos de motor ni a cambiar llantas en la carretera, los que entonces eran obligados.

Hoy tengo el gusto de presentar el libro autobiográfico de Jorge Luis Ibarra Mendivil, quien es el primero de los A lo largo de estas páginas, integrantes de su generación que publica las memorias Jorge Luis realiza un de la infancia y primera juventud, hilvanadas en las inventario de Etchojoa, con décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Su capacidad de observación hincapié en sus gentes, sobre todo de las familias y las redes de parentesco, incluyendo también las casas, las cuadras, las calles, los barrios, los lugares de recreo y de convivio, y los límites del asentamiento, privilegiando la mirada como modo de conocimiento. El autor subraya que ha visto lo que describe.

Jorge Luis se detiene morosamente en las gentes empezando por su familia nuclear, por sus primas y primos –éstos son tan importantes que un subtítulo del libro podría ser “Jorge Luis y sus primos”-, tías y tíos, que complementan o suplen 6

|

10

van llegando en oleadas o en cuentagotas y en los forasteros que arriban vendiendo mercancías o alimentos y se quedan de por vida, asimilándose, o los forasterosviajeros que llegan y se van en caravanas artísticas o en circos, como las húngaras que leen la suerte y los húngaros que provocan suspicacia.

Jorge Luis también alude a los hijos del pueblo que saliendo a estudiar o trabajar se convierten en hijos ilustres de la localidad, donde sus seres queridos celebran su retorno con fiestas que tiran la casa por

y de recolección de datos se exhibe en listados a guisa de inventarios de las carretas emblemáticas de Etchojoa, las marcas de los refrescos en boga, las tiendas y comercios que son también centros de reunión cotidiana, las plantas del monte, las palabras tomadas del vocabulario mayo usadas comúnmente, el impacto de las crecientes del río, y los efectos de la presa Adolfo Ruiz Cortines en los cultivos alrededor de Etchojoa.

La trascendencia de la educación pública (pp. 166-182) es valorada por el autor como un instrumento de nivelación social, y de convivencia de niñas y niños de diferentes

niveles socioeconómicos. Al respecto hace una serie de observaciones que incluyen la incongruencia en el trato áspero dado a los niños de la otra banda del río que hablan mayo y se les dificultaba la dicción y la escritura en español y la “cultura” compartida entre indígenas, mestizos y blancos, retóricamente alabada; el uso de los castigos físicos; el significativo papel de las historietas en la edad de cursar la primaria y la secundaria; el pegue con las muchachas; y el impacto del movimiento del 67.

El mercado es percibido como centro de reunión, de sociabilidad, de lugar donde se trenzan y compiten las ramificaciones familiares en las diversas tiendas, donde se compran y se intercambian las cartitas para álbumes de próceres o de jugadores del béisbol; donde hay mesas de futbolito que producen los característicos ruidos al vibrar las varillas que sostienen jugadores de madera que disputan la bola para tirar a gol y el golpe de la bola al chocar con la madera atrás de la portería.

fiesta patronal de la Santísima Trinidad en julio; el capítulo “VII. El intenso, rico y entretenido verano” para huir de los adultos a escondidas y escapar a darse chapuzones en los canales y bombas; y el capítulo “VIII. Visitantes temporales: raros, simpáticos y excéntricos”, unas observaciones misceláneas al Otro y a los otros.

Hoy cuando el país se debate por una transición inconclusa y la opción autoritaria luce atractiva, cabe la siguiente reflexión.

la certidumbre financiera, la seguridad dentro y fuera de las casas, logros atribuidos al modelo económico del desarrollo estabilizador.

Así, la disidencia en la comunidad sólo cristalizó en 1949 con los “pepinos” que siguen a Jacinto López, pero años después se diluye frustrada por el fraude electoral.

Por otra parte, la desgracia emblemática de su generación es el accidente automovilístico ocurrido la noche del 25 de diciembre de 1970 donde pierden la vida cuatro jóvenes de Etchojoa y uno de Huatabampo –del que se omite el nombre- que se hallaba de visita en la casa de la novia en Etchojoa, tronchando las expectativas de sus familias y golpeando de manera atroz a los seres queridos que les rodeaban (pp. 218-219). Hasta el día de hoy los accidentes de carretera son de las principales causas de defunción de la población de Sonora entre los 16 y los 50 años. Todas las políticas públicas implementadas han fracasado para disminuir la ingesta de alcohol al manejar.

A nuestra generación le toca abatir esta forma prematura de morir.

Destaco por su prosa fluida y la riqueza del El paso del tiempo contenido, los capítulos seguramente ofrecerá otros donde el cronista le gana prismas y perspectivas para al politólogo, el capítulo interpretar las dos décadas, “V. El espacio social” de 1950 a 1970, objeto de que presta atención a las la memoria de Jorge Luis. cantinas y billares, pero Ojalá que las reflexiones que también a los talleres Jorge Luis haga a partir de Jorge Luis Ibarra Mendívil Infancia de agua, tierra y sol. y peluquerías como la circulación de su libro le La vida en Etchojoa a mediados del siglo XX. focos de sociabilidad, la animen a establecer un premio Sociedad Mutualista como Imagen Digital del Noroeste, Hermosillo, Sonora, México, febrero de 2023. o una beca que estimule el organización y como rescate de la memoria de espacio de usos múltiples estos años o su estudio. Por y el cine como conexión con el mundo El autor omite el registro de la codicia, lo pronto, Jorge Luis Ibarra Mendívil, exterior, las noticias y las modas, en las envidias, los ajustes de cuentas, la esquivando los obstáculos que aparecieron ausencia de la televisión, y el posterior puja por salir en el periódico, el apego al en el camino, convencido de que “no basta impacto en el autor de la película poder. Jorge Luis da prioridad a mirar y con volver para que todo recomience Cinema Paradiso que valora como parte examinar las virtudes y la fortuna de los como antes”, ofrece este puente entre la de su vida; el capítulo “VI. Los ciclos del lugareños. De manera inadvertida o no, memoria y la percepción de la realidad, tiempo circular” que repasa el tránsito este libro es un elogio a los años que van donde Etchojoa queda como una tierra de las estaciones a lo largo de los ciclos de 1950 a 1968 por la cohesión social, encantada, donde hogares y tiendas agrícolas y las festividades sociales que los avances en la educación y la salud conectan “a una antigua y casi olvidada van del Día de Muertos en noviembre a la pública, la difusión de las tecnologías, plenitud, la de cuando todos vivían.”

1 Hartog, p. 30.

2 Enrique Vila Matas, El País, 11 de septiembre de 2023. Mi glosario de términos proviene de Francois Hartog, Memoria de Ulises. Relatos sobre la

frontera en la antigua Grecia, Buenos Aires, FCE, 1999, pp. 29-33; Marcus Mcgee, “Crónica de San Lorenzo”, nexos, julio 2023, pp. 74-79.

INVIERNO 2023 |

7

Por Juan Enrique Ramos Salas

uando supe que pasaría dos días y tres noches en la ciudad de Estocolmo, Suecia, en el corazón de la península escandinava, lo primero que hice fue hablarle por celular a mi amiga la escultora Monik Ejerhed, — única persona de origen sueco que vive en Hermosillo desde hace más de veinte años—, para comentarle que iría a su tierra natal y preguntarle si se le ofrecía algo, a lo que contestó que si podría llevarle un regalito a su prima Kristna, que vive allá en la capital de ese país nórdico, construida desde el siglo XII sobre un archipiélago con la friolera de catorce islas.

Después recordé que mi ex-roomie chihuahuense, radicado hoy en Monterrey, el ingeniero industrial, piloto aviador y actor, Francisco Licona, me platicó no hace mucho que su hijo David vive en Estocolmo desde hace 15 años, donde estudió su Maestría y desde hace rato es socio de una exitosa cadena de taquerías llamadas La Neta, así que enseguida le llamé para que me pasara el contacto de su hijo empresario y músico baterista, a fin de conocerlo, comer en el restaurante que nos sugiriera e invitar ahí a Kristna, para entregarle el regalo que le enviaba su prima Monik desde Hermosillo.

Y, por último, para completar la tercia de actividades a realizar en esa ciudad que también es puerto de la poderosa Liga Hanseática, ubicado casi en el mero centro del mar Báltico,...

8

|

10

...decidí buscar a Greta Thunberg, la joven activista ecológica, pues la admiro desde que supe que a sus 16 años de edad convocó a una huelga escolar mundial para protestar por el desastre ambiental que tenemos en el planeta y... ...como nadie le hizo caso, se atrevió a empezar sola sentándose cada viernes en la mañana a las afueras del parlamento sueco, con un cartulina donde escribió su ya mundialmente famosa consigna y proclama: SKOLSTREJK FöR KLIMATET, FRIDAYS FOR FUTURE. Siempre he admirado a las personas que cumplen su palabra y hacen realidad sus sueños aun si nadie los apoya en el principio, algo parecido a lo que está haciendo el Benji — bien consideradas las dimensiones, claro—, con este proyecto editorial CRÓNICA SONORA, que ya va para diez años y es momento que apoyemos muchas más personas porque es un elemento necesario para una sociedad más culta, libre y democrática, un medio que no dependa del gobierno o de algún partido político.

Texto y fotos de Juan Enrique Ramos

C

Llegamos a Estocolmo un jueves por la tarde y gracias al ya popular GPS encontramos de volada el hotel donde habíamos reservado. Como yo sabía que Greta suspendía sus actividades escolares todos los viernes en la mañana, al día siguiente, luego de recibir las precisas indicaciones de mi hijo para llegar al parlamento así como de investigar a medias si ella aún se ponía en huelga los viernes y dónde lo hacía, muy tempranito subí solo al metro en la estación más cercana al hotel donde estábamos y me fui hacia el centro antiguo de la ciudad capital, ubicado justo a tres paradas, con el impulso y la alegría que dan la aventura y el proceder heurístico (sabes a dónde vas, pero no tienes la menor idea por dónde). Pero, como preguntando se llega a Roma —y a cualquier parte—, luego de caminar unos dos kilómetros y de interrogar en el recorrido a tres personas, entre ellas a un policía que dijo que la celebridad ecológica ya no se ponía en ningún lado pues ya no la dejaban, fui acercándome hasta que reconocí su cuerpo y su cara entre un grupo de jóvenes y un puñado de reporteros que la rodeaban.

Luego de ver cómo la entrevistaban me fui acercando a ella hasta que me tocó el turno de saludarla: levanté y extendí mi brazo izquierdo con el puño cerrado y, después de sorprenderse con el gesto un poco, hizo ella lo mismo hasta que suavemente tocáronse nuestros nudillos.

Entonces le pregunté si había alguna persona de su movimiento en México, a lo que contestó que había muchos activistas climáticos en nuestro remoto país. Después le comenté que un policía me había dicho que ya ella no se colocaba en las

rapidísimo, afirmó que aún faltaba mucho por hacer, así que decidí cortar la entrevista y solo le pregunté si me permitiría tomarnos una selphie, a lo que dijo que sí y pa´pronto extendí el brazo y con mi cel obtuve la prueba de que no fue puro invento lo que estoy contando.

Eran como la once de la mañana, así que muy contento me fui a localizar La Neta de David Licona. En el trayecto pasé por los jardines del rey y su palacio, compré unos souvenires — otra vez con la duda de si hay que incluir la e en el plural de los galicismos—, entré en un museo gratuito sobre los orígenes de la ciudad, hurgué el edificio de la Ópera, no me metí en el Palacio Municipal donde cada año entregan los premios Nobel y en mediodía atestigüé el cambio de guardia real ecuestre.

Llegué a la taquería como a las 12:30 pm y estaba a reventar de comensales. Me acerqué al bar y le pregunté a la bar tender costarricense cuál era la cheve que más vendían y, luego que me contestó que la que se llama igual que el mar que colinda con el costado sur mexicano, con gran gusto le pedí una —y me dio otra, heladísima—.

Una o dos más me tomé hasta que llegó David y luego mi hijo con su familia; después llegaron Kristna, la prima de Monik, y Jörgen, esposo de aquélla, de modo que para las tres de la tarde nos despedimos de los trabajadores de La Neta, puros latines (uno de Piedras Negras, otro de la CdMx y la chica del Bar, que era mitad tica y mitad sueca) y del empresario mexicano y baterista experto en platillos metálicos, David Licona: habíamos ya degustado de varias gringas y de la convivencia.

afueras del parlamento, que no la dejaban por que la habían por fin corrido, a lo que le dio cero importancia y contestó que sobre su movimiento cualquiera podía afirmar lo que quisiera; le pregunté entonces si estaba ya cansada y, enseguida,

Finalmente, después de una muy grata caminata con Kristna y Jörgen —amabilísimas personas—, por algunos de los islotes del archipiélago, tomamos café y nos despedimos felices por lo logrado, conocido y hablado, todos súper contentos por los encuentros extraordinarios del primer tipo que habíamos vivido y que nadie sabe si repetiremos.

INVIERNO 2023 |

9

PRI MERA PA RT E

Retrato del tío Pedro de autor desconocido Álbum familiar

Por Elisa Macías

10

|

10

unque no era la hora de visita a los enfermos, caminé deprisa de mi trabajo al Hospital General, tenía la improbable creencia de poder ver a mi tío Pedro que estaba internado. Cuando entré al viejo edificio vi a lo lejos a mi hermana, ella me saludó con su mirada triste, al acercarnos me dijo que hacía unas horas había muerto, que me fuera y que ella arreglaría los trámites. Me regresé imaginando sus últimos momentos la noche anterior y me sentí mal porque no pude verlo.

Días antes había llegado, de repente, a la casa de mi mamá, una mujer joven que no conocíamos. Dijo llamarse Dalia y en su corta visita nos platicó que se acordaba muy bien de la noche en que Pedrito —así lo llamó— le dio una estrella brillante de hojalata.

Explicó que era un rehilete de regalo para que jugara su hijo Diego, a quien ella había dejado como todas las noches, en la cama de la casa de su vecina para llegar puntual al lugar de trabajo, un conjunto de apretujados espacios básicos destinados al intercambio de cuerpos en el negocio al que llaman, no sin controversia, el oficio más antiguo del mundo, sitio que yo imaginaba impregnado de olor a cigarros, alcohol, y otras excrecencias.

Con su cara triste platicó que todo el día anduvo pensando en él, que estaba preocupada porque había enfermado, y que si moría ella pensaba mucho en quién iba a pagar el cajón y el entierro. Dijo que primero creyó que le tocaba esa responsabilidad a la patrona del sitio donde ambos laboraban.

Luego pensó que no, que le tocaba pagar a los familiares que ella sabía que tenía porque él un día le platicó que no era solo, que tenía una hermana, y que el otro hermano, que se llamaba Jorge, ya había muerto. También dijo que le mencionó los nombres de todos los sobrinos, pero esos no se los grabó porque tenía muy mala memoria.

«A Pedrito se lo llevó la Cruz Roja, ya tenía la tos muy fuerte y escupía sangre, se retorcía del dolor y lo dejaron internado en el hospital». Ya habían pasado tres días. La dueña del congal, “así dice Pedrito”, explicó entre sonrisitas, tuvo que quedarse algunas noches al pendiente del negocio porque siempre se necesita que alguien esté ahí, «por el movimiento».

Pero de que le hace falta Pedrito a la doña, eso que ni qué, continuó. Él era velador, pero si se necesitaba cambiar un billete, sacar un borracho pesado, traer unos cigarros o cualquier otro mandado, de dos zancadas él iba y venía a donde hubiera qué ir. «Ojalá y Dios quiera que salga de esta, yo lo estimo mucho porque a mí me oye cuando le cuento todo lo que traigo atravesado», nos contó con una voz emocionada.

Dijo que ella tenía guardada la taza para el café de mi tío Pedro y un libro que no sabía de qué se trataba. Se fue apurando el paso, y yo quedé pensando en mi tío, agradecida con la chica de que nos hubiera traído noticias suyas, sorprendida de que aquel hombre tan solitario, que siempre rehuyó la vida en familia, a quien no se le había conocido pareja, que nunca tuvo casa ni hijos, que dormía en los talleres donde trabajaba o se le hiciera noche, impresionada de que tuviera una vida en la que cabía una mujer joven que lo apreciaba como si fuera su familia.

Por Patty Navarro

Texto y dibujo por Patricia Navarro

olía sentarme enfrente de mi padre, mientras él se alistaba para ir al trabajo.

Me gustaba ver su ritual. Salía del baño cambiado, se sentaba a la orilla de la cama, se ponía sus calcetines de lana bien acomodaditos para que no le lastimaran. Los jalaba hasta las piernas, los hacía para los lados hasta que quedaba satisfecho. Luego se ponía sus botas de seguridad y de lluvia.

Esa noche hacía mucho frío y viento, además de que llovía a cántaros. Tomó su chaleco café de estambre, se puso encima una chaqueta para finalmente abrigarse con el capote negro, lo abrochó todo. Se dirigió a la cocina y de la mesa tomó la lonchera negra, con la marca de su dedo despintada de tantos años de uso.

Me voy Lupe, le decía a mi mamá, y ella invariablemente respondía: dios que te bendiga. Se ponía su casco, salía y en cuanto cerraba la puerta yo recorría las ventanas, hasta quedar en la de la cocina para verlo subir por la cañada a la luz del foco que él mismo colocó en la esquina de la casa.

Pude ver cómo el capote se mojaba y le escurría agua. Lo único que se movía era la esquina final donde no tenía botón y los cántaros seguían rebotando en su casco, en sus hombros. Y ahí estaba yo, fascinada con la figura de ese hombre fuerte y valeroso que caminaba con firmeza y ligereza en esa noche lluviosa y fría.

INVIERNO 2023 |

11

e estacioné en sentido contrario en una calle donde hacerlo no causa extrañeza a los vecinos, acostumbrados a ver a los conductores realizar esta acción con frecuencia; confieso esto con la intención de ser un severo autocrítico de mi actitud anómala y carente de urbanidad.

Sobre la banqueta de enfrente estaba sentado muy relajadamente —lo que se ve a través de su evidente madurez física—, don Eladio Beltrán con actitud de expresión amable. Don Layo me inspiró en la aventura de sentarme sobre un tronco que tiene como banca y comenzar una charla, así de imprevista.

Después de decirme que era músico, tocaba con la conocida banda de música “Los Jocobi”, me cuestionó si creía en la existencia de agentes infrecuentes, o en las imaginaciones de la mente. Sorprendido le pedí que me explicara la referencia. Me narró con lujo de detalle que él es ejidatario, tiene su parcela en la comunidad del Riito —así se escribe, con un extraño diptongo de vocales repetidas—, comunidad que está al margen izquierdo, al norte de la carretera a Yavaros, en el primer reductor de velocidad o “tope”, saliendo de Huatabampo.

Me contó que un buen día muy temprano hacía maniobras sobre una noria para controlar el agua con la que regaba sus sembradíos, ahí un mezquite servía de apalancamiento a través de una polea para extraer agua del pozo, de repente vio a un hombre con un gran mazo de zacate verde sobre su espalda mismo que descargó sobre la tierra. El aparecido hombre le pidió agua; él, atento y sorprendido por el aspecto del sujeto, intentó traerle agua potable de su vehículo, pero el semejante impidió el acto pidiendo que le diera del agua que fluía del pozo, aun su turbio aspecto provocado por el movimiento de tierra. El semblante de su cara afilada y el sombrero de ala ancha a la usanza de los campesinos zacatecanos le producían desconcierto.

Cabe mencionar que don Layo estaba inmerso en el charco de agua haciendo sus maniobras cuando arribó el hombre referido. Le advirtió que tuviera mucho cuidado porque el tronco del mezquite que utilizaba como polea le podía caer encima, cosa que —según su conocimiento de las leyes de la física— era muy improbable. Después de ofrecer llevarlo a su sitio, el hombre negó el acto amable de don Layo quien seguía sorprendido por lo verde del pasto que no existía en

12

|

10

la vegetación de la región, además de la facilidad con que cargaba el pesado bulto sobre sus extremidades superiores.

Retirose el hombre como había llegado, en total sigilo, casi desapareciendo de inmediato. Algunos días sucesivos, Layo, quien seguía con sus maniobras de riego, escucha un estridente llamado, una especie de chiflido que lo obliga a salir del pozo, enseguida mientras buscaba el origen del mismo surge otro más sólido y sordo, un sonido macizo que movió la tierra, entonces se percata que el tronco-polea cayó encima del espacio que ocupaba instantes antes de salir del agua…

El tronco que pudo sofocar su vida es el mismo que hace la función de banca sobre la cual estuve cómodamente sentado mientras escuchaba la misteriosa narrativa de don Layo.

Hoy, esta mañana, quedé meditando la mágica crónica de la cotidiana vida del personaje interlocutor de esta fantasía que vive en su mente. Seguramente volveré a tratar de llenar los vacíos que me dejó esta crónica. Es indudable que volveré a postrarme sobre la ergonométrica curvatura del referido tronco de mezquite, justo donde colgaba la polea que, a manera de banca, yace sobre la banqueta en confronta con la poltrona que mece a Layo y su extraordinaria quimera.

Quizá mañana, cuando vuelva a supervisar la obra que realizo por la sureña colonia del Rastro Viejo, justo en el inicio de la antigua laguna de Los Juris, descubra más misterios sobre la mágica mirada legendaria y lucida del octogenario y encantador sujeto con quien queda aún una plática sobre su experiencia melodiosa, cuando producía música de aliento con su afinado clarinete.

Seguro no me pierdo la siguiente crónica. Estacionaré lo más lejano posible y correctamente el auto con el propósito de ver la perspectiva a la distancia de la escena, el hombre postrado frente al tronco sobre la alta banqueta que resguardaba las antiguas avenidas del otrora caudaloso río Mayo, en una especie de pleitesía al que pudo ser su verdugo.

Encantado con la historia, tuve un gesto de correspondencia sumamente modesto —demasiado, enfatizaría—, pero muy significativo para mí, le regalé a don Layo una bolsa de dulces mandarinas que en plena temporada cuesta a diez pesos, él me obsequió una franca sonrisa que me sigue cautivando.

Texto y trazos por Jorge I. Guevara

Por Jorge I. Guevara Encinas

Por Héctor Apolinar

ocaron a la puerta de la casa.

—¿Quién? —preguntó.

—Yo —respondió una mujer del otro lado.

Abrió la puerta. Era Silvia, su jefa y dueña de la empresa en la que trabajaba.

—¡Ah! —dijo con sorpresa. —Hola, Silvia, qué gusto verte por aquí. Me sorprende tu visita a estas horas. ¿A qué se debe tu visita? —le preguntó extrañado ya que le pareció raro que lo visitara en su casa. Algo importante debía estar ocurriendo.

—¿Hay algo urgente?

—¿Me permites pasar? —dijo ella.

—Oh, sí, sí, claro, disculpa, pasa, pasa.

Silvia avanzó hacia la salita de la casa, con el paso firme que la caracterizaba. Era una mujer guapa que pasaba de los cuarenta y cinco años, divorciada hacía dos años, con una carrera profesional y empresarial sorprendente. Muy segura de sí. Irradiaba una seguridad que podía confundirse con cierta arrogancia, aunque se decía en la oficina que era por su exitosa carrera profesional.

—¿Quieres un café o algo? —preguntó él. —Apenas me estoy preparando para salir. Ya me bañé, ahorita me arreglo y me voy al trabajo. Me da tiempo.

—No vengo por asuntos de trabajo. Te acepto un café — respondió Silvia y tomó asiento en el desayunador.

—Sí, Silvia, ahorita lo preparo. Entonces, dime, ¿de qué se trata? Me dejas intrigado.

—Vine por ti —dijo ella tan segura de sí como siempre.

—¿Sí? ¿A dónde vamos?

—A ningún lado. Lo vamos a hacer aquí en tu casa.

—¿De qué hablas, Silvia? —respondió más extrañado.

—No te hagas el lindo y bonito. A poco crees que vine a tu casa, nada más porque salió el sol.

—No te entiendo, Silvia. ¿A qué te refieres?

—No te hagas el lindo y bonito y, además, ingenuo.

—Ya te lo dije, vengo por ti.

—Pues aquí estoy, Silvia. Tu dime a dónde vamos.

—Ay, lindo y bonito. ¿Te haces o eres?

—No —respondió. —Simplemente no te entiendo.

—Vine a acostarme contigo —dijo ella con firmeza.

14

|

10

—¿Ya entendiste? ¿Ahora sí es suficiente claro?

Diego Acosta se quedó estupefacto.

Puso una cara larga y en blanco, sorprendido y al mismo tiempo asombrado.

Las dos expresiones al mismo tiempo. La boca se le congeló. Intentó decir algo, pero las palabras no salieron.

—Si…Si…Silvia. Te soy franco. Me sorprendes.

Te respeto y aprecio mucho. Nunca he pensado en eso, porque además ya sabes que soy de la tercera edad y tú eres joven.

Para tener relaciones sexuales contigo tendría que tomar Viagra. Me da pena decirlo, pero es cierto.

—Pues tómalo —dijo ella, en voz baja, pero con firmeza. — Tómalo ahora —subió el tono— para qué le das vueltas. Ya sé que eres de la tercera edad, ¿crees que no me doy cuenta? Te la has pasado coqueteándome en el trabajo y ahora te echas para atrás.

—¿¡Yo!? ¿Coqueteándote? Nunca, Silvia. Como te digo, te respeto y estimo mucho, pero nada más allá.

—Ah, como de que no —respondió Silvia. —Tu actuación en la oficina, siempre atento conmigo, cumpliendo a tiempo mis encargos, haciendo los envíos, las transferencias que te pedía.

—Pero no era por ese motivo, Silvia. ¿Cómo crees? Es parte de mi trabajo.

—No te hagas Diego. Me tratabas de cautivar, de conquistar y pues, aquí estoy. Lo lograste.

—Silvia, por favor, me malinterpretas…

—A ver Diego. La verdad. ¿Te gusto?

—Eres muy guapa, y lo sabes. ¿Cómo crees que no me vas a gustar? Pero nunca he dado un paso adelante para andar contigo. Que me gustes es una cosa distinta a que te pretenda.

—Ve por el viagra, por favor, Diego. Y no sigamos con esto.

—¿Estás segura de lo que dices, Silvia? ¿No te confundes?

—Dijo Diego, mientras caminaba hacia el baño donde tenía un frasco con viagra. Pensó que habían caducado, pero al verlo vio que estaban vigentes. Tomó una pastilla.

Se vio al espejito del lavabo y pensó:

—Esto será desastroso. Me acabo de levantar y estoy choqueado por la visita de Silvia.

Regresó al desayunador. Silvia se levantó de la silla y dio unos pasos hacia él.

—Ok, dijo, ella. ¿Lo tomaste?

—Sí.

—Muy bien. Mira Diego, ahora te voy a dar un viagra que traigo pero que es de otra marca. Dicen que es muy bueno, que multiplica los efectos del viagra. Te lo voy a dar para que te haga efecto rápido. Acércate. Cierra los ojos y abre un poco la boca.

Silvia unió su cuerpo firme al de él. Acercó su boca y le dio un beso, apretándolo a su cuerpo. El beso fue largo. Él sintió que sus labios recibían pequeñas descargas eléctricas que recorrían sus labios, y luego percibió que a su paladar entró una capsula que no pudo detener. Se la tomó. Poco después sintió que su cuerpo despertaba de un antiguo letargo, como el Popocatépetl cuando echa lava y fumarolas. Tomó a Silvia de la cintura y la apretó a un más. Ahora él la besó intensamente.

—Vamos a tu recámara… —dijo ella. Caminaron por un pasillo y entraron por una puerta a la derecha. A ver la recámara en completo desorden, con ropa sucia por aquí

y por allá, y un cierto olor, ella sintió que la recorría un escalofrío de la cabeza a los pies. Diego lo percibió.

—¿Qué pasa, Silvia?

—Nada —respondió. —De repente sentí un ligero mareo.

—¿Así tienes tu recámara, Diego?

—No siempre, Silvia. Está desordenada porque en toda la semana no ha venido la señora que me ayuda. Me llamó para decirme que había ocurrido algo en Caborca. No sé, que mataron a un pariente o algo así, y que por eso no podía venir, pero no, Silvia. Es inusual, te lo juro.

—¿Y no pudiste arreglarlo tu? —dijo ella en un tono de amable reclamo. En realidad, el mareo fue una baja de energía, de ánimo.

El deseo de estar con Diego, de hacer el amor con él, se escabulló y no supo por dónde. Fue algo que ella no pudo detener.

—Sabes Diego, discúlpame. Me voy a casa. Me siento mal.

—Sí, cómo tu digas.

—Y hoy no vayas a la oficina —dijo, mientras caminaba hacia la salida.

—Estás despedido.

—¿Por qué, Silvia? Regresa. No es justo. No puedes hacer eso.

—¡Te voy a demandar! —le gritó y cerró la puerta tras de sí.

Desfallecido, él se echó pesadamente sobre el sofá, pensando: un día más sobre la tierra.

Esta bebida espiritual fue creada a partir de dos cosechas de la sierra sonorense:

E L AG AVE AN G UST IF OLIA Y L A M AN Z ANA

De esta mezcla resulta un sabor único, añejo.

Además, el envasar la manzana reporta una complejidad extra al de por sí elaborado proceso de creación de un destilado como el bacanora.

Cien por cien artesanal, DOS VIEJOS ES DE EDICIÓN LIMITADA y su nombre es un homenaje a nuestros ancestros, apasionados de la vida serrana, los señores Gilberto Rivera y Humberto Apodaca. bacanoradosviejos bacanoradosviejos@gmail.com