«Es propio de los errores o desviaciones doctrinales de los tiempos modernos en materia religiosa el ser fundamentales y de una cierta universalidad. En otras épocas el error se circunscribía a uno u otro dogma, por ejemplo, sobre la divinidad de Jesucristo, sobre la existencia del pecado original, sobre la presencia real de Cristo en el Sacramento del Altar, o sobre la admisión de los santos a la visión clara de Dios antes del fin del mundo y del juicio universal.
Pero en nuestros tiempos el error suele ser mucho más profundo y polifacético».