Contratiempo 148 • Primavera/Verano 2020

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CHICAGO, ILLINOIS, PRIMAVERA 2020

NÚMERO 148


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PRIMAVERA 2020 • NÚMERO 148

usto en los momentos en los que comenzábamos a poner en marcha los planes que habías concretado para el ejemplar número 148, nos paró en seco la pandemia. En pocos días, se habíamos transformado nuestra realidad —-la de absolutamente todo ser humano, y a nivel global—- de la manera más inesperada e inusual. Nos encontramos ante el número 148 enfrentándonos a un mundo temeroso en el cual la posibilidad de una revista impresa quedaba temporalmente suspendida—- a la par de las reuniones, los conciertos, y los apretones de manos. Nos alentaba la esperanza de que volverían los abrazos y a la par compartiremos de nuevo ese pequeño placer —-que antes dábamos por hecho— de disfrutar de la belleza de cada palabra y página de un nuevo ejemplar de contratiempo; de disfrutar del aroma y el sonido del papel que se desliza al darle vuelta a las hojas. Entretanto, nos resignamos a reuniones virtuales y decidimos acompañar a nuestros lectores de manera digital. A partir del primero de abril, en la página web compartimos arte creado para días difíciles y sin precedentes: programas de radio, grabaciones de poemas, recuerdos de momentos literarios de contratiempos

pasados, ensayos fotográficos, imágenes gráficas. Aquí ofrecemos ese ejemplar 148 que solo existe de manera digital, memoria y bitácora del arte del confinamiento—- poemas, fotografías, ensayos y más—- plasmando en arte nuestros intentos de entender el momento y descubrir el encanto de lo que describiera Pablo Neruda en su poema “A callar”: un “minuto fragante, y sin prisas”. Más el 25 de mayo, en ocho minutos y cuarenta y seis segundos, los últimos respiros de George Floyd convulsionaron el país, ya que su asesinato descaraba de nuevo el racismo arraigado de nuestro país cuyos efectos son más letales que el mismo virus. Las últimas páginas de este ejemplar 148 se las dedicamos a la memoria del Sr. Floyd. Ya en el 149, les anticipamos que presentaremos una nueva etapa de la revista contratiempo en la que ofrecemos nuestra respuesta a este otro evento de impacto global en la descomunal primavera del año 2020. Consejo Editorial contratiempo

Todo va a estar bien - Así rezaba una línea del tema compuesto por la máxima estrella del rock jamaicano que se grabó a finales de los años 70. El eco de los pajarillos, con dulces y melódicas voces femeninas, alentaba a vislumbrar el nuevo día como una promesa de un nuevo y esperanzador comienzo. Por ahora la realidad se ha distorsionado. Mucho o poco cada quien lo percibirá a su manera. A pesar de todos nuestros errores como especie, ahí está el nuevo día. Habrá que buscar y rascar bien en el fondo de nuestra humanidad. Todo va a estar bien. CHema Skandal! - abril 2020


Índice

2 En estos tiempos Editorial

14 Encierro Roger Santiváñez

4 ¿Agoniza el abrazo? Jochy Herrera

16 Los virus y el efecto manada Federico Navarrete Linares

6 Podríamos ser los otros, pero somos nosotros. Leopoldo Bello 8 En la pandemia, la comunidad: Mi vecindario Diego Aguirre Fernández 9 De crónicas y pausas para reflexionar Andrea Ojeda 10 Coronavirus chilango coyoacano Josefina Flores Estrella 12 Estampas en tiempos de pandemia Roberto López Torres

18 Cuarentena: Memorias de un encierro obligado Gustavo Thomas 20 Ya son años buscando suelo: Crónica de un tránsito Álvaro Hernando Freile 23 Amaneciendo en tren Francisco Boza Pastrán 24 Para recordar a René Rodriguez Soriano Jochy Herrera & Gerardo Cárdenas 26 Colonia y cultura Cristian J. Roldán

28 La danza: Algunas reflexiones de Nejla Yatkin Nejla Yatkin 32 Poesía en Abril Mercedes Roffé Luis García Montero Ángela Hernández Núñez Héctor Hernández Montecinos Esther Abellán Rodes Alex Lima David Matuška Olzín Carlos Villacorta Gonzáles Nadia Escalante Andrade 48 Ganadores del Premio de Poesía Juana Goergen León Salvatierra Manuel Martínez Maldonado Ethel Barja

56 Nuevos autores en Chicago Miguel Marzana Eric Melecio Crystal Vance Guerra Fabio Andrés Duque Raúl Del Amo Suero 76 Un poema y conversación con Roberto Echavarren Miguel Marzana 82 Tres poetas de México: Alcántara, Favela Bustillo y Verdejo Juan Alcántara Tania Favela Bustillo Luis Verdejo 88 Fingir ceguera Consejo Editorial de contratiempo 91 Sábado de protesta en Chicago Carolina Sánchez

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¿Agoniza el abrazo? Jochy Herrera

Me desprendo del abrazo, salgo a la calle. En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna. La luna tiene dos noches de edad. Yo, una. Galeano

Silvano Ballone - Hamburg Ballet Danza dal tocco umano

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ue un pediatra eslovaco, en 1918, el primero en alertar a la ciencia sobre la importancia de los reflejos en el examen del recién nacido minutos luego de este haber arribado al mundo tras abandonar el útero materno. Se trataba de Ernst Moro, quien observó cómo gracias a los movimientos de abducción y aducción los neonatos son capaces de alzar las extremidades superiores en intento de abrazo luego de ser levantados y dejados caer levemente sobre una superficie plana por médicos o enfermeras, o, por igual, posterior al ruido producido por una palmada en su cabecera. Reacciones involuntarias dicen los psicoanalistas; instintos que facilitarían su protección acogidos en el regazo materno. Durante casi un siglo, la observación de aquel astuto galeno se ha conocido en el argot médico como “reflejo del sobresalto”, “reflejo del abrazo” o simplemente reflejo de Moro; los neonatólogos utilizan esta sencilla maniobra en el día a día a fin de confirmar el normal funcionamiento del sistema nervioso central del niño. Para quien suscribe, ello ha motivado la reflexión hacia la que este texto pretende aproximarnos: cuan íntimamente humano es el acto de abrazar y cuan inconcebible

Marteen Vanden Abeele -Tanztheater Wuppertal Pina Bausch

es la amenaza que sobre él ejerce el distanciamiento social en estos tiempos de pandemia. A través de las civilizaciones, el lenguaje corporal y las expresiones de contacto físico como el abrazarse, asumieron variadas representaciones dentro de las culturas de Oriente y Occidente: acto de celebración caballeresca durante el Medioevo; revelación divina entre los místicos; símbolo de reconciliación durante los conflictos bélicos, e incluso, felizmente, espejo del rechazo a la homofobia en la contemporaneidad, como han sugerido algunos sociólogos. En una de sus más importantes obras, “Zoon politikón”, Aristóteles expresó lo siguiente: “(…) es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza, un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es un ser inferior o un ser superior”. Dicho de otro modo: ente cívico, político (de polis), a diferencia del resto de los seres vivos, el Hombre porta en sí mismo la capacidad de organizar la vida en grupo, de crear espacios que le faciliten su relacionarse en público y en privado. Contrario a las bestias y los dioses, sólo puede lograr aquello en co-

munidad. Somos, en suma, individuos intrínseca y decididamente sociales. Necesitados, los unos a los otros para ser y existir como un Uno y como un Todo. La (apropiada) frase de moda que encomia la protección contra el malvado bicho que nos azota, la peyorativa y contradictoria “urgencia de distanciamiento social”, porta en sí misma entonces un potencial desafío a cada una de las ya mencionadas expresiones físicas comunes entre los humanos. Desde el mismo abrazo, el apretón de manos, el beso íntimo o social hasta el baile en pareja; se trata de actos que empiezan a parecer cosas de un pasado remoto al que distópicamente recurrimos aferrados a una extraña nostalgia de lo que P R I M A V Esido RA 2y 0 2tememos 0 hemos no ser jamás. Tal como establece el diccionario de la REA al definir el abrazo, este equivaldría a un acto inexistente de no ser por las acciones de carácter ajeno que lo identifican; ajenas porque como condición sine qua non él requiere de plural(es). De otro(s): Abrazar: ceñir, rodear, estrechar, incluir...


Mónika Despradel y Raúl Valdez, cortesía de la producción de “X Mandamientos”

Sin intención de conformar una escatología del intercambio físico-sentimental, son muchos los tipos de abrazos que pudiésemos enunciar aquí: el clásico y el visual; el abrazo de baile, el alejado, el asimétrico y el lateral. Sea a los cuatro vientos o en la intimidad, todos exteriorizan nuestros sentimientos, los de índole amorosa, filial o familiar. Existe, por ejemplo, el que justamente en “El libro de los abrazos” describe Eduardo Galeano en el epígrafe: aquel abrazo en el cual el sujeto abandona el lecho y parte tras las huellas del tiempo en busca de la inmensidad del existir simbolizada en los astros del firmamento. Conocemos incluso el abrazo sin brazos, como el del joven argentino Víctor Dell’ Aquila. Este último trata del gesto de un emocionado hincha quien, ante el triunfo de su equipo frente a Holanda en la copa mundial de fútbol 1978, se lanza a la cancha a P R Ide M A abrazar V E R A 2 0 2al 0 arquero a pesar de ser fífin sicamente incapaz de hacerlo resultado de una discapacidad: Dell’ Aquila había perdido accidentalmente ambos brazos cuando apenas era un pibe. Gracias al pullover que vestía, parecía tener unos brazos largos y lánguidos nacidos desde los hombros pero que el viento claramente revelaba estaban

“hechos” de tela. La imagen de aquel incidente recorrió el mundo gracias al lente de la fotografía, fijando para la eternidad el acto de un hombre que a pesar de no tener brazos, quiso abrazar. Hay acaso por ahí además abrazos traidores, hipócritas, como el ósculo de Judas y como el de la alevosa puñalada que, para ser mortal, requiere la cercanía. Pero esa es otra historia. Históricos, eso sí, han sido algunos otros que en la contemporaneidad sacudieron estipulaciones y normas: el atrevido abrazo de Michelle Obama a la intocable reina Isabel II durante el protocolo de la reunión del G20 aquel 2009; o, los que, en la rambla barcelonesa, dispuesto a darlo todo en contra la islamofobia, repartió un hombre a decenas de transeúntes hace un par de años. Ante los despechados ataques de la Yihad, este anónimo encomió a peatones de todo género y edades a que acogiesen sus ruegos plasmados en el cartel que orgullosamente mostraba: “Soy musulmán, no terrorista; reparto abrazos de amor y paz”. Están por supuesto los abrazos furtivos que compartidos en la pira de la pasión, transforman tal acto en armagedón de los cuerpos, como narró Cortázar una vez: “…porque nada creía que pudiera apenarte

en esa maravilla de caricias que nos volvía ovillo blanco y negro, lenta danza en que el uno pesaba sobre el otro para luego dejarse invadir por la presión liviana de unos muslos, de unos brazos, rotando blandamente y desligándose hasta otra vez ovillarse y repetir las caídas desde lo alto o lo hondo, jinete o potro, arquero o gacela, hipogrifos afrontados, delfines en mitad del salto”. Aunque la actual crisis provocada por la peste nos obligue a la lejanía física, no quepa duda: jamás desaparecerá el abrazo. Está inserto en las raíces neuronales que conducen nuestros instintos; en ese reflejo del recién nacido a través del cual sus células aprenden a secretar serotonina y neurotransmisores, combustible emocional que el contacto físico materno les induce y que llegada la adultez modulará sus expresiones corporales. Ya lo dijo con acostumbrada elegancia Antonio Gala: Que ningún juez declare mi inocencia,/ contratiempo porque, en este proceso a largo plazo/ buscaré solamente la sentencia a cadena perpetua de tu abrazo.

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Jochy Herrera es cardiólogo y ensayista, autor de Estrictamente corpóreo (Ediciones del Banco Central de la República Dominicana, 2019). Miembro del comité editorial de la revista Plenamar.do.


Podríamos ser los otros, pero somos nosotros Leopoldo Bello

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i Jean Paul Sartre soltó lo de “L’enfer c’est les autres” sería por algo, y de seguro a la salida de alguna encerrona, quizás de escribir una obra de teatro o algo así, no sé, me parece. “El infierno son los otros” y en tiempos de cuarentenas hay infiernos menos eternos para aquellos que nos gusta andar con ropa de casa. Distancia social, antiséptica amistad que ahora nos acompaña en nuestro diario andar (o quedar), primer síntoma de la probable distopía que se avecina, nuestra nueva dosis pre-apocalíptica de esta década, muy real y verdadera, sin viento en popa pero alborotando las mareas del tejido social. Distancia caballero, seis pies de proximidad con sus respectivos dos metros traducidos para el resto del mundo, prohibido bailar boleros hasta el año que viene. Con todo esto de la cuarentena y la nueva manera de vivir los espacios vitales, hay un revés que se nos cuela, y, para alivio de algunos, se nos cuela con contoneo de terciopelo. Para muchos, ataques de claustrofobia, asfixia por no poder salir a tomarse un cafecito con la comadre, depre por no poder darle un poco al cotilleo en la barbería, varias y varios por ahí que necesitan urgentemente un corte de pelo —dicen—, la presión de no poder estar cerca de quien se te antoje, de no poder besar esos labios prohibidos, de no poder soplarle al oído. Pero hay otra sección en este barco en el que viajamos todos, esa, que no le desagrada el contoneo aterciopelado del revés, la sección que nos hemos

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Daniel Ortega en 1981 y 2018

dado cuenta que todo este bugalú sin bululú de la pandemia ha sacado algo a flote: nos sentimos más ligeros sin compromisos sociales. Imagino que será un estado de alivio momentáneo, asumo que llegará el día en que rompamos en desespero, y postrados de hinojos rogaremos poder ir al bar de la esquina para zamparnos dos cervezas y un vasito de ron, rodeados de desconocidos, y abrazarlos a cada uno y celebrar a lo comercial de Quilmes que nuestro equipo favorito imaginario anotó un gol. Podrían haber amigos sí, pero para esta escena, más dramático y entretenido sería lleno de desconocidos. Se me ocurre decir que ese momento de súplica llegará. Pero, mientras a la “normalidad” le apetezca remar en nuestra dirección, me gustaría que nos entretengamos pensando en lo poderoso que es el tramado social: definitivamente nos define, la mirada del otro también nos dice quienes somos, el infierno son los otros, fina estampa caballero, caballero de fina estampa. Muy bonito todo, pero sí, la alerta de pandemia y su reclusión ha liberado a muchos de la culpa de sentirse terribles por gustar de la soledad, ha sido una tregua al autoflagelo por ser un poco antipáticos y pasar de reuniones, parrilladas, asados, happy hours, bautizos y baby showers. L´enfer c´est les autres, y hay quienes le gusta pintar el dedo mayor mientras lo dice: Normalmente fuera de pandemia ya se sentirían con la moral color de suelo pues nunca le respondes las llamadas al primo del amigo de tu tío, ese que vive en

esta ciudad desde hace mil años y siempre te llama desde el día de haberte mudado a Chicago, para invitarte a unas cervezas y hablar de béisbol. Es terrible hacerse el loco y apagar el ringer del teléfono, pero el juego de pelota nunca me ha parecido tan divertido. Ya saben, la mirada del otro, la vergüenza primigenia. Hay pieles públicas que cierta gente sabe llevar con elegancia y holgura; hay vestuarios que combinan con salones de cóctel como hay bluyines para la mañana y otros para la tarde, depende de lo largo, del día y la tela; hay gentes que le gusta echarse a la mar con flotadores, otros con gorro de baño o bikini de nado sincronizado; hay quienes saben llevar una gorra de capitán, no izar una vela y domesticar un gavilán. Hay de muchos sabores y pocos sentidos, sabedores consentidos, peleones reincidentes, pacifistas y pescadores. Gente que le gusta ir con la ropa de casa y fabricarse un apartamento con estas paredes: “Lo que llamamos nuestra intimidad no es sino nuestro imaginario mundo, el mundo de nuestras ideas”. Gracias, José Ortega y Gasset, todos esos muchachos te las deben. Podemos ser muchos, podríamos ser todos, podemos ser los unos y los otros, al mismo tiempo. Podemos ser el Mundo. Claro que sí. Unidos.

Leopoldo Bello es también Bumbac Joe, guionista de comics frustrado, DJ y compositor en sus noches libres. Leopoldo es miembro del consejo editorial de la revista contratiempo. PRIMAVERA 2020


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Foto: Solitude, de Francois Pinaud

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En la pandemia, la comunidad: Mi vecindario Diego Aguirre Fernández

Fotografía: Diego Aguirre

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n día caluroso, con la puerta abierta, llegó la vecina. Se asomó a la casa y ahí estábamos comiendo, cuando sorpresivamente ella comenta: ¨Sabían que Tin Tan vivió en su departamento¨. ¿Qué? Jejeje. Las interacciones en el barrio y en especial en el vecindario son continuas. Nos conocemos por nombre y de cuando en cuando quedamos en algún día tomar una cerveza, pero muy pocas veces sucede. Ahora durante este proceso de pandemia, y en especial en la Ciudad de México, hay una sensación de que el tsunami llegará y que va a ser fulminante, y aunque he de aclarar que la información que ha generado la Secretaría de Salud es valiosísima, clara, precisa y el mensaje es claro: ¨Quédate en casa¨, aún así hay una parte de la población que no se les ha permitido quedarse o no lo han decido. Nosotros sí, en casa desde hace ya quizá unos 15 días.

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Estamos encerrados y no pensamos salir, por nuestro bien y por el de la comunidad. Cuando nos planteamos el escenario de no tener dinero para pagar la renta, armé el grupo de Whatsapp, para hacer un frente común entre los vecinos, y en cosa de 10 minutos los tenía a todos. Fue muy rápido, creo que ya todos estaban esperando hablar de ello. A, aunque en el grupo no lo hablamos de manera directa hicimos la invitación a limpiar un pasillo común y de ahí hablar un poco, las lluvias llegaron y ese momento se pospuso por los siguientes 3 días. Suena el teléfono:, es el dueño de la vecindad. A, al final y para nuestra sorpresa él mismo propuso un plan de pagos;, en efecto, no nos condona la renta total, pero sí para el siguiente mes la mitad de lo que normalmente pagamos. E, en estos tiempos tan difíciles y los venideros, le agradecemos el esfuerzo. Al día siguiente

sí salimos los vecinos a limpiar el dicho pasillo donde Tin Tan y sus hermanos llegaron a jugar. De la escoba salieron los trapos, de ahí un vino tino y de ahí una de las pláticas más lindas que hemos tenido en mucho tiempo. E, el tema de organizamos para hacer frente común ante la dificultad de pagar la renta pasó a otro término, todos hablamos de cómo nos sentimos y cada quién puso a su disposición sus cosas, pertenencias o saberes. Al final en mi vecindario contamos juntos con auto, herramientas, clases de perreo, de guitarra, aceites esenciales y comida vegana. En efecto, la realidad está cambiando. Diego Aguirre es diseñador gráfico, actual diseñador de la revista contratiempo. www.holadiego.com PRIMAVERA 2020


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De crónicas y pausas para reflexionar Andrea Ojeda

Foto: Esmeralda Guerrero. Coyoacán, Ciudad de México.

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osefina Flores Estrella, alias Chepina o la Chepa, es una muy querida amiga en México con quien compartí la adolescencia y la vida universitaria, y el ser vecinas de una de las zonas más bellas de la Ciudad de México, el barrio de Coyoacán. Debo aquí hacer un paréntesis y explicar, para aquellos lectores que no conocen nuestra gran ciudad, que aunque la zona es bien conocida no se puede hablar de Coyoacán como de un típico barrio de esos que los turistas encuentran en las guías de viaje (como el barrio latino de Paris, o el barrio de Malasaña en Madrid); Coyoacán es enorme de tamaño (no se puede visitar todo en un día), pero bien concentrado en personalidad. Las crónicas “coyoacanenses” PRIMAVERA 2020

a las que se refiere Chepina en sus publicaciones de facebook, se llaman así porque es donde a ella le tocó estar confinada y desde donde ella puede ver y apreciar, desde una perspectiva macrocósmica, los sucesos que nos envuelven ahora, porque finalmente nuestro barrio no es más que una rebanada más del enorme pastel que es el otrora llamado Distrito Federal. Chepina y yo nos pusimos a escribir crónicas sobre la pandemia en facebook, prácticamente al mismo tiempo y sin habérnoslo propuesto. Pero mientras las mías las siento muy cargadas de interiorización y algo de pesadez emocional, las de ella son mucho más ligeras y divertidas, aunque no carentes de profunda sensi-

bilidad e inteligencia, al exponernos de manera franca no sólo las reflexiones que se hace uno en estos extraños momentos, sino también lo que representa la convivencia en el encierro forzado y las formas de sobrellevarlo. Leerla me ha enseñado varias cosas: una, que tenemos que leer y entender nuestra historia, y dos: que lo único que verdaderamente nos sostiene es nuestra (frecuentemente defectuosa pero siempre fiable) humanidad.

Andrea Ojeda, chilanga coyoacanense (ahora en Chicago) y miembro del consejo editorial de contratiempo. contratiempo

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Coronavirus chilango coyoacano Josefina Flores Estrella

19 de marzo a las 09:18

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no de lo libros más bonitos, yo diría que incluso genial, de historia que he leído se llama Quién rompió las rejas de Monte Lupo. Lo escribió un italiano, Carlo Maria Cipolla. La historia es más o menos así. A finales del siglo XVI, la peste anda desatada por Italia; a pesar del cierre de fronteras, llega al Monte Lupo, un pueblo rabón, pobretón y aislado en las colinas de la Toscana. El pueblo tiene, obviamente, a su cura. En cuanto la peste aparece, azote divino, castigo de Dios, invitación a la penitencia; el cura hace lo que tenía que hacer, o sea, organiza sendas jornadas de penitencia pública, procesiones. Y ahí van todos a suplicar clemencia. Imprudentes, estaban en pleno escenario tres, les damos chance porque no tenían Twitter. El López Gatell de entonces, era el delegado de la oficina de Sanidad Pública de Florencia. Sí, siempre ha habido una parte de los gobiernos, por muy antipáticos que nos parezcan, que se encarga de cuidar la salud de sus gobernados. Bueno pues, este delegado, por cierto también un religioso, emprende tamaña pelea con el cura local, todo es más o menos como ahora: que salgan, que no salgan, que prohíbe eventos públicos, que Dios no lo quiera, que estás viendo lo que pasó en Venecia, que allá son una bola de inmora-

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les pecadores... Cualquier parecido con los debates actuales, ojo, no es coincidencia. Así se la pasan, el uno aferrado a sus ideas pidiendo perdones y el otro, y esto es lo interesante del libro, tratando de entender cuál es la dinámica del contagio. Un pre ilustrado buscando evidencias y datos contra un cura aferrado a sus imágenes y aglomeraciones suplicantes de misericordia. Un buen día el cura organiza otro de sus eventos masivos, la cuarentena es hacia afuera pero dentro del pueblo todos andan sueltos, así como las pelotitas de colores que todos hemos visto. A la procesión sigue tremenda pachanga, el reventón es algo común en tiempos de epidemia, curiosa dinámica, pedimos perdón por los pecados y luego volvemos a cometerlos, total ya sabemos cómo hacerle. Yo por eso soy atea, me olvido de la culpa, la penitencia y el perdón, más fácil. El caso es que después de las pachanga, en la euforia de la borrachera, un grupo de irresponsables decide ir a darle serenata a alguna guapetona de otro pueblo. Las rejas están cerradas, pero les vale y dan portazo y ahí se van a cantar y escupir bichos por todos lados. El libro está basado en un proceso judicial que abrieron para investigar quién demonios había incumplido con la jornada local de distanciamiento social impuesta por el gobierno de Florencia. El autor

no encontró el final del proceso y nunca sabremos quiénes fueron los vándalos malhechores que rompieron la cuarentena. ¿Moraleja? No hay cuarentena perfecta, aunque eso no es pretexto para andar del pingo al pango. Pachangas y borracheras deben ser intramuros. Divertido el libro y divertido el relato, claro siempre y cuando estés en la comodidad del tiempo de los microscopios, las vacunas y los antibiótico; cuando esa comodidad sufre, lecturas de este estilo me resultan incómodas. Pensamiento mágico dice Renato, la ciencia que tenían al alcance defendiéndose contra la ciencia que se va construyendo pian pianito, le digo yo. Regreso de pasear a Pimpa y me meto al Twitter ¿qué? ¿Amlo sacando estampitas? “Detente Coronavirus”. Hay que reconocer que el hombre sorprende todos los días. Pero me vi al cura partidario de concentraciones masivas. Esos “Detente” famosos también los usaban los cristeros, se los pegaban en el pecho en la esperanza de que pararan la bala. Súper útil defensa, todos conocemos las propiedades blindadas de la tela bordada. ¿Habrá algún “Detente” para que Amlo pare y se ponga en modo colaboro con mis colaboradores? Algo sí tengo claro, no se puede andar en la procesión aferrados a estampitas y controlar una epidemia.

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13 de abril a las 12:11

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ue el que esté libre de paranoia tire el jabón a ver si se atreve. Hago un recuento de todos los mecanismos de auto limpieza personal: lavarse las manos todo el tiempo ya es lo de menos, cantando o no, la onda es hacer espuma y cubrir toooooda la superficie de las manos y pasarse a las muñecas. Ya no me he puesto aretes, porque el bicho sobrevive en el metal quién sabe cuánto tiempo; el reloj ha perdido todo sentido y además tampoco quiero que se me moje la correa y se eche a perder; no sería buena idea quitárselo y ponérselo cada vez porque qué tal que… Estamos sumergidos en una temporalidad muy rara que se mide no por manecillas, sino por gráficas, números y “escenarios” que también tienen número. La incertidumbre se ha vuelto la medida del tiempo; no cuento tanto las horas como los días desde que algo pasó, tantos días desde que se fue mi hermano, tantos desde que saludé al vecino, tantos desde que me cruce muy de cerca con alguien en la calle. Si pasan catorce ya la hice y así le sigo. La necesidad de tener el control campea estos días; y si uno ya era medio controlador

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(eso dicen acá, pero es cuento) se vuelve aún más imperiosa. No soy la única, hablo con mi amiga de la vida. Hacemos videollamada; primero nos quejamos de la falta de peluqueros “mira esto” y nos mostramos las raíces desteñidas; hablamos mal de los gobiernos, sufrimos la distancia que separa familias y amistades y tocamos el tema de los hijos adolescentes que hacen lo que se les da su gana angustiándonos más de lo que merecemos. Luego me comenta que dice el ese lugar de control y prevención de las enfermedades en Estados Unidos que el bicho viaja en los zapatos y que hay que desinfectarlos. Chin, no lo he hecho; otros catorce días a partir de hoy que lo empiezo a hacer. Es cuento de nunca acabar. Luego están las patas de la Pimpa, ésa trae el zapato integrado y sus hábitos de higiene son más instintivos que racionales. No pues a buscar un video de cómo lavarle las patitas. Extraño mi modo algo más natural; yo sí fui la mamá que recogió paletas del piso, las embarró en el pantalón y se las regresó al chamaco; y dejo que la perra se suba a la cama. Me volví la señora preocupona o qué demonios precisamente porque está en el umbral del

peligro. Hacerse más viejo no está ni bien ni mal, pero que te caiga el veinte mirando unas gráficas y sabiéndote al límite del peligro, eso sí que no lo esperaba ni es agradable. A estas alturas de la gráfica es fácil perderse y perder las proporciones, hasta donde es prevención obvia, racional y lógica y dónde empiezan el miedo y la paranoia. Lo más curioso del asunto es tener la certeza total de que nadie nunca puede controlar absolutamente todo. Si en el ocio me pongo a contar cuántas veces me toque la nariz, cuantas el labio o el ojo, pierdo de calle y debería empezar la cuenta de catorce días otra y otra vez. ¿Qué será mejor, acumular controles sanitarios diversos, quedarse con los qué hay ahora? ¿Arriesgarse a que se roben los zapatos si los dejamos en la puerta? Dura batalla libran la paciencia y la paranoia estas catorcenas infinitas.

Josefina Flores Estrella, historiadora cincuentona, profesora en pausa, madre de familia, cronista espontánea.

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Estampas en tiempos de pandemia Roberto Lรณpez Torres

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Fotografías: Roberto López Torres

Roberto López Torres es un poeta prestado a la fotografía, al periodismo audiovisual, a la colección y venta de vinilos. Desde Quito - Ecuador, nos regala esta estampa en tiempos de pandemia.

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Encierro Roger Santiváñez

Y entonces miro las aguas parpadeantes, los charcos en el jardín, residuos de la lluvia de ayer que me dejó mojado, con ganas de perderme en la vastedad del universo fugaz donde tú quizá me aguardas para darme el beso del amor por el que tal vez muera, como una canción que se adormece en tus labios y me saca del encierro en que me encuentro, solo contigo en la oscuridad de una luz foránea, invisible a los ojos desnudos, en la aproximación de la ternura más sexy por ti conseguida, bañada en la purificación de los días venideros que no sabemos cuáles serán, pero podrían dibujarse en la premeditación hollada de la membrana más suave y blanda, distraída del tiempo que se consume sin ti y no se sabe para qué. [escrito durante el confinamiento de estos días]

Roger Santiváñez es fundador del movimiento Kloaka. Entre sus poemarios más importantes están El chico que se declaraba con la mirada (Asalto al Cielo/Editores, Lima, 1988), Symbol (Asalto al Cielo/Editores, Princeton, 1991), Cor Cordium

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Santiago Weksler estudió fotografía analógica en el Truman College de Chicago, donde se especializó en blanco y negro. Su trabajo ha sido publicado en diferentes revistas y diarios de Chicago: Contratiempo, Hoy, After Hours y Diálogo. PRIMAVERA 2020


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Fotografía: Santiago Weksler

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Foto: Creative Commons

Los virus y el efecto manada Federico Navarrete Linares

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a primera vez que leí la frase “herd immunity”, inmunidad de manada, fue en la boca de un científico inglés que causó un escándalo al justificar así la indiferencia del gobierno inglés al visible crecimiento de la epidemia de COVID-19 a fines de marzo. Cuando las aterradoras proyecciones de muertes que provocaría esa política se hicieron públicas, el gobierno abandonó su intención de dejar al virus infectar a la población para lograr la inmunización compartida, mientras obligaba a los vulnerables a guarecerse de la enfermedad. Incluso desmintió haber

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pensado jamás en esta inmunización ganaderil. Paradójicamente, o no, el primer ministro de Inglaterra cayó enfermo poco después, demostrando más allá de toda duda que él sí era parte de la manada. Y en efecto, inmunes o no, poderosos o vulnerables, todos somos una manada ahora. Una parvada (o cardumen) inconmensurable de virus nos invade y se propaga entre nosotros porque nuestros cuerpos viven cercanos unos a los otros, porque para ellos no somos más que una inmensa concentración de animales infectables. Así nos transforman en una población, no una

suma de individuos, sino un ente biológico que trasciende nuestra individualidad. Manada también han sido los gobiernos que han tenido que lidiar con el coronavirus, en fatal y predecible sucesión. Y aquí pienso en las famosos imágenes de los animales que siguen ciegamente el ejemplo de sus vecinos y congéneres, incluso para lanzarse por un precipicio, como los famosos lemmings. China tardó semanas en reconocer la gravedad del nuevo virus, pero luego implementó medidas de contención radicales y sin precedentes, forzando la cuarentena de la mayor parte

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de su población; al mismo tiempo desarrolló la estrategia de expansión hospitalaria y los protocolos médicos, así como los métodos de monitoreo poblacional que le permitieron aplacar el crecimiento exponencial de los contagios, “bajar la curva” y controlar la epidemia. A partir de entonces la mayor parte de los estados del mundo, han copiado e imitado el modelo chino. Desde Finlandia hasta Sudáfrica, desde India hasta México, desde Estados Unidos hasta Australia, desde El Salvador hasta Nueva Zelanda los confinamientos masivos que nos horrorizaron en febrero y se atribuyeron al carácter autoritario del régimen chino, se han normalizado como una estrategia inevitable, muchas veces sin consideración debida a las circunstancias particulares. En algunas como Sudáfrica y El Salvador, se imponen incluso de manera mucho más violenta. No es la primera vez que los estados nación actúan como una manada. En 1918 los gobiernos se copiaron declarando hostilidades a diestra y siniestra y estalló la Primera Guerra Mundial, a partir del atentado contra un príncipe austriaco. Después de la Gran Depresión de 1929, los estados se copiaron para cerrar sus fronteras y acaparar oro, haciendo mucho más brutal la contracción económica. En 2020 los estados se han copiado cerrándose y aislándose, poniéndose en cuarentena al igual que sus poblaciones, como una parvada de avestruces que entierran sus cabezas. El aislamiento desesperado de cada una de sus naciones ha dado un golpe casi mortal a la Unión Europea, incapaz de coordinar una reacción conjunta. En Estados Unidos, ante la criminal negligencia del gobierno federal, los estados individuales han tenido que protegerse y han protegido a sus poblaciones cada uno por su cuenta, poniendo en entredicho a la autoridad y al narcisismo presidencial. El efecto de manada se explica también en el comportamiento competitivo de nuestros “machos alfas”, los autócratas del siglo XXI, desde Xi Jingpin hasta Donald Trump, pasando por Vladimir Putin, Viktor Orban y Narendra Modi, Abdala Bukaram y Jair Bolsonaro. Todos han aprovechado la circunstancia para usurpar poderes y eliminar derechos y se han golpeado el pecho con gruñidos nacionalistas PRIMAVERA 2020

para demarcar sus territorios de dominio. Compararlos con gorilas sería un insulto a nuestro primos evolutivos. En todo caso, estos desplantes machistas se vuelven doblemente ridículos cuando vemos a las burocracias de cada país seguir el mismo modelo de manejo de la epidemia. ¡Qué lejos estamos del sueño cosmopolita de Kant, o de cualquier promesa de futuros mejores que nos habían hecho la ciencia, el capitalismo, el progreso, la democracia, etc., etc.! mayo de 2020, nuestros gobiernos juegan al “sálvese quien pueda” como ovejas asustadas, chocan entre sí, se pegan con rocas, pisotean a sus crías, y balan las mismas mentiras. Trágicamente, los pisoteados en esta estampida son los mismos de siempre: los pobres, los racializados, los “enfermos”. Pareciera que lo único que nos queda es jugar al comal le dijo a la olla (the pot calling the kettle black) en ejercicios, muchas veces vergonzantes, de a ti te fue (o te va a ir) peor que a mí; un Schadenfreude de la vergüenza. Estados Unidos, que tardó dos meses en tomarse en serio la epidemia y como resultado tiene ahora la cuarta parte de los casos y de los fallecimientos del mundo (1,245,000 el día 7 de mayo de 2020), denuncia la negligencia de China porque tardó tres semanas en reaccionar y logró detener su epidemia debajo de los 100,000 casos. Los estados europeos que reaccionaron de manera criminalmente lenta, insisten en que la epidemia tiene un ciclo natural mortífero, y no mencionan que China logró bajar la tasa de mortalidad del covid-19 de 7% a 1% en dos meses, mientras que la mortalidad en España e Italia subió a más de 10% en un periodo equivalente. El País y otros medios europeos parecen anhelar que la epidemia cobre dimensiones infernales en América Latina y en el “Tercer mundo” para no tener que verse en el espejo de la falla catastrófica de sus sistemas de salud y de sus gobiernos. Claro que se puede decir que China oculta casos y muertes, pero lo mismo se dice de Rusia, y de Estados Unidos, de España y de México y de cualquier gobierno. En esta época todos tenemos nuestros propios datos y sembrar la duda sobre las cifras de los otros es la mejor manera

de desviar la atención de las fallas en las cifras propias; o también la manera más eficaz que tiene la oposición en cada país para atacar al gobierno. Desde luego que la trágica mortandad en Europa y Estados Unidos se debe a las características de su población: los occidentales son más viejos, tienen más agravantes de salud, etc. Pero la población de estos países ya era así desde antes y la mayoría de sus gobiernos demostraron ser incapaces de proteger su salud en esta crisis debido a décadas de recortes en servicios públicos. Otro argumento es que las sociedades democráticas reaccionan más lentamente que las autoritarias y por eso no lograron proteger a sus poblaciones; pero en primer lugar hubo democracias que sí reaccionaron a tiempo y al final todos los gobiernos, hasta los más lentos de Europa, han adoptado las mismas medidas de control autoritario y lo han hecho con innecesarios despliegues de autoritarismo, a la Macron. Lo que “falló” en este caso no fue la democracia, sino el modelo económico imperante y su dogma ideológico de que la salud de la economía demandaba el sacrificio de la salud de las personas por medio de los recortes a los presupuestos de seguridad social. Ahora en mayo, se inicia una nueva ola de copia a tu vecino para terminar las cuarentenas y “salvar” las economías de cada país. Vemos los mismos argumentos y las mismas políticas repetirse de un gobierno a otro y también las mismas acusaciones entre vecinos. Pronto, me temo, nuestros gobernantes se copiaran también las maneras de justificar el aumento en el número de casos, aprenderán de otros cómo hacer invisibles a los muertos, aprovechando que serán personas confinadas, pobres, enfermas, de otras razas. Más allá de estas lógicas de manada en que parece atraparnos la necesidad de enfrentar la epidemia, nos toca y nos tocará a las ciudadanas de cada país juzgar las fallas, e incluso los aciertos, de nuestros gobernantes.

Federico Navarrete Linares (29 de octubre de 1964, Ciudad de México) es un historiador, antropólogo e investigador mexicano especialista en temas de historia de mesoamérica, la conquista de México y racismo en México. contratiempo

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Cuarentena: Memorias de un encierro obligado Gustavo Thomas

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n día después del año nuevo las autoridades chinas comenzaron a tomar medidas extremas para contener la expansión de un nuevo virus. Las zonas de mayor riesgo fueron cerradas completamente y todas las personas confinadas en sus casas con mínimo o nulo contacto con el exterior. En la mayoría del país ha habido acciones similares y otras menos drásticas pero que han paralizado el país entero por meses en la mayor parte de sus actividades económicas, sociales y culturales. Ha sido el Internet con su marabunta de noticias —reales y falsas— y sus comentarios —racionales y extremos— la única manera de comunicación entre nosotros. La maquinaria de seguridad y vigilancia del estado ha ampliado sus horizontes y ha creado nuevas formas

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de control buscando enemigos y amenazas aún dentro de los cuerpos de cada uno de nosotros. Pocos tienen la capacidad de rechazar y exponer su negación a cualquier medida que alega trabajar por la seguridad de toda la nación china. A tres meses del inicio de aquel encierro, la vida no ha retomado del todo su rumbo anterior, el virus es una continua amenaza a la salud, a la economía y a la estabilidad del estado chino y prácticamente de todos los países del mundo. El futuro incierto nos ofrece una sensación permanente de inseguridad. Cuarentena: Memorias de un encierro obligado es un documento impulsivo sobre estos tiempos que se viven en el encierro y la incertidumbre, un juego creativo donde he fotografiado y dado voz a mi otro yo,

aquél que no conoce razonamientos ni madurez, y que vive los días de epidemia como un animal en un encierro obligado. “Una visita” es la segunda fase de este proyecto continuo (como la misma epidemia), en este caso un documento mágico y surreal de tres artistas que se visitan cuando ya es posible moverse en su localidad y ver las condiciones en que los demás sufren estos tiempos. Aquí, fotografía, butoh, música y tango se mezclan en una fantasía de nuestro artístico inconsciente como si el encierro nunca fuera a terminar. Gustavo Thomas: Artista de butoh, fotógrafo, dramaturgo, poeta, director de teatro e investigador de artes escénicas. Practicante de Taijiquan y viajero compulsivo. Nacido en la ciudad de México, actualmente vive en Guangzhou, China. PRIMAVERA 2020


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Pรกgina oficial: www.gustavothomas.com Pรกgina del proyecto: https://gustavothomasteatr. wixsite.com/quarantine PRIMAVERA 2020

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Ya son años buscando suelo: Crónica de un tránsito Álvaro Hernando Freile

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ramos el páramo helado con las manos desnudas, en surcos estériles. Construimos también el muro con las manos francas, despojadas. Recibimos todo lo importante, de la vida y de la muerte, con las manos desvestidas. Suelo y tiempo son nuestras dos fronteras. No hay siquiera espacio para el ruido en la desnudez. Hay también un susurro que nos busca, una escucha hecha ceniza mojada tras el muro, bajo el jardín, junto al borde del abismo y del recuerdo. Mecemos la desnudez entre tanta espera inmarcesible, y si brota algo de ello siempre nos recuerda al yo -el único fruto engendrado sin agua, ni sustancia, ni tiempos-, y de esa cosecha y de esa música no puede uno sentirse dueño, con sus manos, heridas y desnudas. Así es la casa vacía que construyo cada noche sobre el colchón helado y vacío, con sus muros hechos de ti, con su forma siendo tú, con sus espacios imaginados y hechos de tu ausencia y mi locura. Esto me digo, cada noche, mirándome al espejo, en el esfuerzo de no perderme de mí mismo. Sé que lo normal es que uno entierre a los suyos en tierra cercana. Poder salir a la avenida, perderse por las calles, hasta el extrarradio, y alcanzar la puerta del cementerio. Abrir la reja y caminar con cuidado entre las lápidas, incluso perderse hasta llegar a lo que queda de los nuestros. Decirles, cada vez menos adiós, cada vez, más hola. Ese es el otro espejo que, de tanto en tanto, visitamos.

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Lo normal es roca madre a la que volvemos para encontrarnos. Volví a España hace unos meses. Pasé unos años en otras tierras. Cuando me fui hace siete años, para asentarme por un tiempo en tierras americanas, me llevé un puñado de recuerdos conmigo, todos libros, señas de identidad. Mi roca. No quería olvidarme de quién soy, ni de quienes me regalaron esos libros, ni de los que los han leído, ni de quienes no lo han hecho. Metí el resto de mi piedra, todos mis libros, en decenas de cajas. Tengo miles. Siempre me preguntan si los he leído todos. Es una pregunta falsa en sí misma. Deberían de preguntarnos si conocemos a todos nuestros libros. Yo les contestaría que este Libro del desasosiego, de Pessoa, es lo que me queda de mis ansias de escribir; que ese libro de Sampedro es lo que queda de mi padre; que esa compilación de libros de Herman Hesse es lo que hay de los amigos de la infancia, que son, pero ya no están; que aquí, en definitiva, la roca inamovible es libro, bajo y dentro del que yacen las pérdidas y la memoria. Ya sé que lo normal es ponerse nostálgico frente a las lápidas de los antepasados, que es ahí donde uno debería ir a hablar con ellos, pero yo prefiero los libros. Miren en sus estanterías. Seguro que tienen más libros escritos por gente muerta que viva. Nadie se pone triste ante la colección de cómics de Will Eisner y, sin embargo, ahí está, cadáver. Nada nos une a este hombre muerto, salvo sus libros. Lo mismo me pasa con Cervantes,

Maya Angelou, Dickinson o Apiano. Con mil más. Cada vez que me preguntan si he leído este o aquel libro, contesto con un sí, lo conozco, y me vienen a la mente los rasgos de la persona que lo escribió. Si no sé, por desconocimiento u olvido, cómo era su cara, en cuanto puedo investigo para satisfacer esta curiosidad. Acercarse a un libro es, para mí, una danza del vino. Me acerco y pienso, despacio, como quien pisa la uva, que ya no queda nadie. Sí, como quien pisa uva con el pie descalzo y sabe que ese mosto le pertenecerá para siempre. Pasa el tiempo y ese mosto se hace vino, y el sabor le permanece en la garganta. Y el vino se hace cada vez menos joven y menos reservado. Pero siempre se recuerda que ya no queda nadie. Nos dicen que permanecen en sus libros, pero es la gran mentira, porque en sus libros permanecemos nosotros. De ellos queda el recuerdo. Y, quizá, el recuerdo sea como ese sabor a vino, entre dulce y amargo, sobre un pan azucarado, en aquellas meriendas de tardes de infancia. La vida queda en las piedras del cementerio, debidamente empaquetada para su envío al más allá, devolviéndonos el recuerdo como acuse de recibo. En mi caso, mis muertos me acompañan en mis libros. Son la roca. Son el suelo. No pude llevarme en mi antiexilio todos los libros que hubiera deseado. Los guardé en cajas. Más de cincuenta. Es tiempo de abrirlas. Y las abro como quien busca su identidad en la visita a esas lápiPRIMAVERA 2020


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Ilustraciones: John Cruz

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das del cementerio en las que los suyos ya han tallado el apellido. Cambiar de país es un artificio. Sustituir todo por fe. Poner lo imprescindible en un equipaje y desplazarse miles de kilómetros, sin saber si uno va a volver, es ejercer la poda. Vuelves a tu tierra y estás cambiado. Tanto que no te sirven los mapas para alcanzar a pisar suelo. Menos aún para enraizar. Y vuelves, con esperanza, a las cajas de libros que dejaste ahí, llenas de recuerdos, de conocidos, de hombres muertos que te dicen quién eres. Quién deberías ser. Abres la primera caja, en la que escribiste un Mis libros favoritos de poesía, y comienza el terremoto. El primer libro te sorprende, el segundo no te gusta, el tercero lo ves infantil, el cuarto sí, te abraza, conoces ese rostro. Y así hasta que vacías la caja. Mis libros favoritos de poesía, unos cuarenta, no han soportado demasiado bien el paso del tiempo. Y uno duda. Duda ya de si aquel día de mudanza fue tan duro que, por acabar antes, rotuló aquellas palabras en rojo sobre el cartón, como el que echa un puñado de tierra sobre un féretro antes de salir danzando del cementerio. Al día siguiente abres la segunda caja, Buena literatura, y de nuevo los sobresaltos. Algunos libros conocidos, muy buenos, muy sólidos. Otros que hacen sentir algo de rubor. Muchos que no te dicen nada. Continuas en estos días de encierro, caja tras caja, recordando las calles de las ciudades que te hicieron sentir renovado, a las que, puede, no vuelvas. Recuerdas tu antigua casa con jardín, mientras las calles están desiertas por orden policial. Recuerdas a los amigos con los que no puedes verte, porque están en otro continente, y a los amigos a los que tampoco puedes abrazar porque están al otro lado de tu puerta. Las puertas no se pueden traspasar estos días. Los pasos se dan en el aire.

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Llegas a la caja en la que escribiste Mis libros más preciados. Y buscas rostros conocidos que te miren y te vean transparente. Y que te orienten. Y que te digan “tú eres este y este es tu camino”. Y empiezan a salir hombres muertos que te cuentan sus historias: los Cuentos, de Italo Calvino, las palabras de Los renglones torcidos de Dios, la leyendas de Becquer, Galdós, Stevenson, Goethe, Asimov, Quevedo, Lorca, Benavente y… ninguna mujer. ¿Dónde están las mujeres que me hicieron? Me cuestiono. Echo de menos algunos libros que he ido valorando con el tiempo y que no encuentro en estas cajas. ¿Cómo puede ser? ¡Yo estaba en esas cajas! ¡Mi razón, mi ser, mi suelo! Mistral, Rosalía de Castro, Alda Lara, Gloria Fuertes, Sexton, Yourcenar, Clara Janés, Noemia de Sousa. Lo que uno recuerda, lo que uno espera encontrar dentro de esas cajas, su suelo sobre el que pisa firme, se desdibuja. Todo se convierte en duda. Así, lo que para la mayoría es la piedra sobre la que talla el tiempo la memoria, el recuerdo, la lápida, no es para mí sino duda. Si esto es lo que encuentro en las cajas en las que encerré mis bienes más preciados, qué habrá ocurrido con todo aquello que creía en mí, de mí, expuesto al tiempo y libre de fluir, sin contenedor que lo retenga. La duda. Si recuerdo el olor de la madre, no siento certeza de ternura, sino que dudo

de haber sido hijo. Si recuerdo el agua de la lluvia golpeándome la ropa empapada, dudo del chaparrón y de la noche de verano en que las gotas cantaban morse. Así, lo que fue un amor, pudo haber sido un dolor. Lo que fue un olor quizá fuera, a pesar de toda la esencia, el color del olvido. Lo que fue una rosa, resultó azalea. Yo creí, convencido. Pero no. Y así hasta lo infinito. He vuelto a una tierra que era mía, en la que reposan los huesos de mis antepasados, y no estoy seguro de cuál es el suelo que piso. El tránsito es una sensación de salto, ascendente o descendente, en la que el suelo es un pretérito o una meta. Uno sabe que está en tránsito porque anda buscando suelo. Yo pensé que el mío estaba en esos libros, punto de apoyo sobre los que impulsarse y vadear las cosas de la vida que a uno se le antojan indigeribles. Pero parece que el suelo, en este ir y venir, a muchos se le vuelve remiso. Cualquier día abro una de las cuarenta cajas de libros que me esperan en el almacén, para acabar encontrando en alguna de ellas mi cadáver.

Álvaro Hernando (Madrid, Esp., 1971) Ganador del concurso de Poesía en Abril 2018. Es maestro y Antropólogo especializado en lingüística. Cuenta, entre sus publicaciones con los poemarios: Mantras para Bailar (2016) y Ex-Clavo (2018). En el 2019 publicó la edición bilingüe de Chicago Express. El artista John Cruz creció en el pequeño pueblo tejano de New Braunfels. Tiene un B.F.A. de Texas State University y vive y trabaja en Austin. Se inspira en sus viajes y la cultura pop. Ha incursionado en varios estilos, incluido el arte pop, pero su obra reciente es de sensibilidad abstracta y alude a situaciones y objetos cotidianos, en un intento de encontrar un hilo conector con el que todos nos podamos identificar. PRIMAVERA 2020


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Amaneciendo en tren Francisco Boza Pastrán

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a ensoñación nos libera, nos ayuda a re-inventarnos, como el silencio a ver más de cerca la realidad. Así es la fotografía de Francisco Boza, fotografía presencial, de la que se aferra a ser observada sin ambages, pero celebrando la micropoesía del prisma. Siempre con una interrogante que inquieta pero que reconforta. Esta, una entrega desde Milán que se agradece en Chicago, una chica que sueña viajando, nos regala mañanas mientras nos toca ventanas estáticas a diario. Hay trenes que nos traen de vuelta, a lo cómodo, a lo de ayer, pero hay trenes favoritos que nunca regresan.

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Francisco Boza Pastrán (Caracas, Venezuela. 1976). Licenciado en Letras en La Universidad Católica Andrés Bello. Guionista de telenovelas, director y editor de documentales. Fotógrafo residiendo actualmente en Milán, Italia. contratiempo

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Para recordar a René Rodriguez Soriano Jochy Herrera & Gerardo Cárdenas

René anda por ahí

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omo recordarás René, tú y yo nos encontramos cara a cara por primera vez en el hospitalario hogar de José Rafael en la Florida, territorio que te acogió tras el inicio de tu periplo diaspórico y que hiciste nueva nación dentro del complejo mundo Dominicanamerican. ¿Veinte años, veintitrés? No recuerdo. Esa noche hablamos de música y de letras. De Aute, Piglia, y del movimiento literario de Chicago desde donde yo venía. Todo aquello en staccato, porque la algarabía de la fiesta no permitía otra cosa. Ya yo sabía de ti, por supuesto, sobre todo porque durante mis visitas al país en los noventa tardíos Enriquillo se había encargado de contármelo todo. Que andaba por ahí un grandulón montañés de blando corazón quien, en el cuadrilátero de la página, saltaba con inverosímil destreza del cuento al poema como si cualquier cosa. Quien, eso sí, ni vivía en París ni mucho menos se llamaba Julio. Tras aquel encuentro, tu Mediaisla se hizo territorio fértil para mis garabatos, y fue así, gracias al febril pálpito de autor publicado en medio digital que te hice llegar a los ojos de los quijotescos compueblanos de Chicago. No te quepa duda, te quisieron todos y cada uno de los escrito-

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res de esa comarca: los chilangos y otras etnias mexicanas; los boricuas expats; uno que otro chicocubano buena gente; ese único hondureño apellidado Leyva quizás más que muchos; y por supuesto, los tres compatriotas que echaron a Pedro entre el pozo: Moira, tu hermano Rey y yo. Alegres contigo como si acaso nos hubieras reunido en un gran salón comandado por Borges y el maestro Barthes en anticipo al diálogo eterno del poema, te quisimos tanto como Cortázar quiso a Glenda. Celebrando tu risa corta, tu marcha casi insonora hacia los muchos podios de esos festivales otoñales y primaverales de Contratiempo, pretendimos junto a ti resolver el álgebra del misterio de las letras. Así te hiciste hijo de mi Chicago literario una tras otra vez. En las madrugadas que más tarde nos regalabas en cada visita, batallando contra el frío óseo a fuerza de tequila, veías cómo por tu culpa nacían y fallecían memorias de muchachas idas que, mirándonos a los ojos, preguntaban el porqué de tanta lágrima. Julia, eterna conspiradora contra la seguridad de todos los estados emocionales, por supuesto no estaba. Había partido a manos del desamor. Te confieso René, que no quiero abrazar

la melancolía. Recuerdo cómo una vez juraste que aquello no era más que un ridículo y solitario espectáculo. Cómo confesaste también no temer a la memoria porque conocías a profundidad el vértigo de caer hacia el olvido. Mas, ¿acaso has olvidado que aquellos ceremoniales fueron imperecederos encuentros donde en éxtasis total arrancábamos fechas a los calendarios? ¿donde rescatábamos frágiles mariposas atrapadas en un cartón pretendiendo resguardar la vida, esa que hoy fútilmente queremos devolverte? Te fuiste, René, y apenas queda un hálito en mi voz para llamarte. Debo preguntarte porqué nunca dijiste cuán fácil era todo en el amor; cuán clara estaba revelada la respuesta en este verso que tantas veces leímos anticipando el inexorable crepúsculo: …para saberte a ti sin desperdicios,/ no hay que esperar a que des la vuelta;/no hay que acudir al braille ni al botánico,/ sólo apagar la luz y desnudarte.

Jochy Herrera es cardiólogo y ensayista, autor de Estrictamente corpóreo (Ediciones del Banco Central de la República Dominicana, 2019). Miembro del comité editorial de la revista Plenamar.do. PRIMAVERA 2020


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Capitán de mediaisla

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ernos, nos vimos poco. La nuestra fue una de esas amistades epistolares, de esas que estaban en vías de extinción hasta que, irónicamente, fue el coronavirus quien las reanimó. El mismo coronavirus, el mismo desgraciado, hijoputa bicho de mierda que ayer se llevó a René Rodríguez Soriano en Houston. Hace 3 meses habíamos conversado por correo electrónico. En ese momento pasaba yo por la etapa más abúlica del writers block y, sinceramente, comenzaba a preguntar si algún día volvería a escribir. René no me regañó, sino que me alentó, me echó porras y me ofreció lo que siempre me ofrecía, un espacio en mediaisla, su revista/sitio Web en donde tantos hemos publicado. Como si de arrancarme una muela con pinzas se tratase, escribí un texto, ni siquiera recuerdo sobre qué y se lo mandé y, por supuesto, lo publicó. ¡Bendito René! Dos semanas después me llegó No les guardo rencor, papá, su última novela. Me pidió que le avisara tan pronto lo tuviese en manos y que le diese mi opinión. Fue la última vez que conversamos. Aquí tengo PRIMAVERA 2020

la novela, en la mesita de noche, y se ha vuelto un imperativo. René fue uno de los primeros participantes en Poesía en Abril, esa locura, ese sueño hecho realidad de cada mes de abril en Chicago, en que a través de contratiempo y DePaul University llevábamos poetas de toda América Latina y España, a leer en nuestro idioma en la Ciudad de los Vientos, que en pleno abril a veces los recibía con cachetadas de viento helado de los Grandes Lagos y ráfagas de nieve. Así nos conocimos en persona. En 2015 se me ocurrió armar una antología sobre la narrativa breve en español de Estados Unidos. Logré congregar a 25 autores, de muy diversas trayectorias, voces y geografías para presentar un panorama amplio de la literatura escrita en el segundo idioma de los Estados Unidos. Antes de la tormenta que significó la llegada de Trump al poder, ya se hacía urgente algo así. René fue de los primeros en responder a mi convocatoria. Pocos fueron tan entusiastas defensores y promotores de la lengua española como él. Fue, desde Houston, uno de esos faros que no dejó de alumbrar, hasta el último día. Eran tan inciertos los encuentros, tan

relámpagos, tan luz, se lee muy al principio de Helga, el cuento con el que participó en la antología Diáspora. Narrativa breve en español de Estados Unidos que publicó Vaso Roto en 2017. Y esa frase me hace pensar en esos pocos encuentros y muchos correos con René: relámpagos, luz. René participaba en miles de proyectos, en incontables publicaciones, en quiénsabecuántos encuentros literarios. Su vida era la literatura: escribirla, promoverla, difundirla, buscarla, amarla, compartirla, invitarla. Su muerte adquiere otra dimensión por el contexto de la malhadada epidemia que nos ha hecho pararlo todo. Precisamente porque hemos parado es que debemos darnos un tiempo para leer y honrar la obra de quienes, como René, dieron su vida a la palabra. René, tenías razón: no puedo dejar de escribir. Tú me sacudiste de un marasmo, y yo daré, ya doy, los siguientes pasos desde el encierro forzado por el virus, el virus que no debió de hacerte esto. Eras el capitán de una mediaisla, ahora lo eres de algo inmensamente mayor. Gerardo Cárdenas es escritor, periodista y comunicador mexicano contratiempo

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Colonia y cultura Cristian J. Roldán

“Desde la época de los españoles hemos evadido el problema del colonialismo, y buscamos una válvula de escape. Mientras evadamos el problema del colonialismo vamos a estar buscando currar con remiendos.” “Una de las primeras que noté al regresar fue la gentrificación.” Oscar López Rivera

Colonia y Cultura

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Cristian J. Roldán, nacido en Puerto Rico, reside en Chicago desde el 2015 donde cursó su maestría en educación del arte en The School of the Arts Institute of Chicago (SAIC). Su trabajo está influenciado por la identidad cultural de la diáspora puertorriqueña y latinoamericana en los Estados Unidos, reflejando similitudes, valores y contradicciones.

Negación y Romantizacion

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Foto de Enki Andrews, Moving Nature Dreams en Lincoln Park, presentado por el Chicago Park District. contratiempo

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La danza: Algunas reflexiones de Nejla Yatkin Nejla Yatkin

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e hice artista porque el danza artística en particular ofrecía muchas de las cosas que quería en mi vida: Creatividad, cooperación, optimismo, humildad, gracia. La danza es y nos permite ser seres vulnerables, iguales, experimentados, curiosos y bellos, siempre en proceso. Nunca dejas de aprender. La danza también fomenta el diálogo, y la disciplina, la fuerza y la resistencia. Enseña paciencia, y lo que realmente me hizo comprender todo esto es que enseña empatía. La danza nos mueve a querer conocer al Otro. La danza también está conectada con el individuo y hace que el aprendizaje sea muy personal. No vivimos como inquilinos en un cráneo irrelevante para nuestra existencia, sino que vivimos en un cuerpo, y nuestro cuerpo es esencial para nuestra conciencia, para nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. El cerebro no sólo reside en el cráneo, sino que está distribuido por todo nuestro cuerpo y sistema nervioso, y la forma en que las hormonas y los químicos y la vitalidad de nuestro cuerpo fluyen es esencial para el mundo que nos rodea y la visión del yo. Que vivamos en un cuerpo no es algo incidental; es fundamental. Nuestra PRIMAVERA 2020

conciencia está íntimamente conectada con nuestra fisicalidad. La actividad física cambia la conciencia. La danza libera la vitalidad de nuestro cuerpo en relación con nuestra conciencia. Y es así que la naturaleza me inspira. La exploración de la naturaleza en el arte puede tomar formas interminables, porque nos proporciona una gran riqueza de fenómenos inspiradores. La naturaleza está tanto a nuestro alrededor como en lo más profundo de nuestro ser. Somos inseparables de la naturaleza; dependemos del aire que respiramos y la comida que comemos. La tierra sostiene nuestra fuerza vital. Sin la tierra, sin la naturaleza, ¿qué seríamos? La naturaleza me habla en movimiento. Veo patrones de movimiento a mi alrededor como círculos, ondas, curvas, espirales, líneas y mucho más, y estos patrones naturales son los que informan mi práctica en los parques de Chicago. Bailo la danza de la naturaleza en la naturaleza y con la naturaleza para celebrar el aire, las plantas, el sol, la tierra y las aguas. A lo largo de toda una vida de coreografía, enseñanza y baile he experimentado de primera mano que más allá del valor de entretenimiento, la danza es beneficiosa para el desarrollo humano. La danza

y el movimiento creativo en un entorno positivo como el de los parques agudizan los sentidos, mejoran la inteligencia social, desafían el cuerpo y la mente y, en consecuencia, revitalizan nuestro desarrollo cognitivo, físico y social. La danza ofrece una solución integral e intuitiva a las prácticas y hábitos perjudiciales que la sociedad moderna refuerza. Al principio de mi carrera como coreógrafa/bailarina quería saber todo sobre este arte, así que desplegué mis alas y aprendí una variedad de estilos. Hoy en día, el baile y la creación son como una meditación, donde uno no se encuentra con un “saber” sino con un “no saber” una visión del misterio de la existencia que se vive más que se aprende. Cuando creo, dejo que mi cuerpo explore el misterio del ser, y me esfuerzo por dar forma a lo que mi espíritu evoca en su meditación de movimiento. Hoy siento que me atrae el poder de las conexiones humanas y su canalización a través del cuerpo en movimiento. Actualmente, mis consideraciones temáticas de compromiso y empatía con la comunidad me han hecho centrarme en sitios, en actuaciones específicas para diversas culturas alrededor del mundo. Creo que la contratiempo

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“For people with Wings” de Nejla Yatkin

danza no sólo debe ir a todas partes y ser interpretada en cualquier lugar, sino que debe esforzarse por facultar a la gente para despertar su mediación interior. Como dijo el difunto Alvin Ailey: “La danza viene del pueblo y debe ser devuelta al pueblo” Cada vez más gente se siente alienada y desfasada de sus cuerpos, sus sentidos y su entorno físico. Aunque los expertos a menudo aseguran que estos sentimientos de alienación se deben al declive de los lazos religiosos y nacionales, la pérdida del contacto con el cuerpo es un factor mucho más importante. Los humanos vivieron por millones de años sin religiones ni naciones; entonces, es posible vivir feliz en el siglo XXI, pero no si se está desconectado del cuerpo. Si no te sientes en casa en tu cuerpo nunca te sentirás en casa en el mundo. Por eso yo, a través del compromiso activo y presentaciones gratuitas, quiero que la gente se sienta conectada y en casa en sus cuerpos y en el mundo. Como nos obliga el mantra: “Piensa globalmente; actúa localmente”, estoy viajando a comunidades en diferentes ciudades interna-

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cionales, y uniendo a miembros y líderes de la comunidad en una práctica artística interdisciplinaria que utiliza la danza y el movimiento como pieza central para enriquecer la interacción arquitectónica del comportamiento social de la gente con su entorno, y lo hago a través de presentaciones de danza en colaboración, talleres experimentales, interactividad, improvisaciones, conversaciones y diálogo. He construido puentes entre diferentes mundos de Oriente y Occidente, entre Tradición y Modernidad, entre Viejo y Nuevo Mundo, fusionándolos en un mundo propio. También trato de tender puentes entre los mundos del estilo y la estética. Me gusta centrarme en las similitudes en lugar de las diferencias. Hoy en día está etiquetado y encasillado porque creemos que eso nos ayudará a entender, pero, ¿realmente es así? Siento que al contrario, limita nuestra comprensión del arte. Las etiquetas y las casillas no nos dejan espacio para respirar; crean límites y limitaciones y a veces sofocan el arte. Muchos maestros Zen, por ejemplo,

insisten en mantener lo que llaman una mente de “no saber”, una mente de principiante, abierta, y no una que quiere categorizar y etiquetar las cosas. Si se clasifica y etiqueta, se terminará conociendo sólo las categorías y etiquetas, y no la cosa en sí que se clasifica y etiqueta. Una vez pensamos que “sabemos”, cerramos nuestras mentes a otras posibilidades, en lugar de esperar a ver qué nos trae la experiencia. Bailar, entonces, se trata de abrirse a las posibilidades. Muestras de baile alrededor del mundo. Nejla Yatkin es coreógrafa y bailarina premiada y aclamada por la crítica, y ha sido nominada para los premios Drama Desk, el premio a la coreografía sobresaliente Chita Rivera, el premio 3Arts y el premio de coreografía Princess Grace. Nejla aporta una perspectiva luminosa y transcultural a sus creaciones. Se centra regularmente en el papel que la memoria y la historia sirven para construir la identidad, causar y resolver conflictos, y la posibilidad de transformar las tensiones culturales en profundos y auténticos momentos de conexión humana. Traducción: Moira Pujols PRIMAVERA 2020


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Foto de Enki Andrews, Moving Nature Dreams en Lincoln Park, presentado por el Chicago Park District

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Poesía en Abril

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uestra sección de poesía dedicada a Poesía en Abril queda registrada con poemas de excelentes autores que lamentablemente no pudieron acompañarnos este año. Tal vez percibimos todo suspendido

las posibilidades del lenguaje se abren a una lectura clara, que además atrapa con la sensación del poema que urge salir. Esther Abellán Rodes y David Matuška Olzín, ambos integrantes del proyecto artístico multidisciplinario Matuška Project, conectan la poesía con la oralidad y la catarsis que se busca en el perfor-

desde nuestras pantallas en estos tiempos de pandemia, tal vez nos

mance. Ángela Hernández pone un grito en el instante preciso.

quedamos en casa, a ratos con la sensación de estar enjaulados y

El escritor Rey Andújar, nos dice “Dice Hernández, la poeta, Ojo

sin la presencia de muchos; se canceló todo, casi todo y en todos

móvil. Terco sobre el día vulnerable. Ventolera. Festín de insinuacio-

lados, excepto los poemas. Aquí en Chicago nos quedamos con la

nes. Cosas de acá y de allá. De acá y de allá claro porque estamos

poesía, por sobre el virus y el toque de queda. Sobre los hombros de la ciudad, aún soplan los versos que llegaron desde lejos, y por eso les damos gracias a todos los poetas y a todos los que hacen posible el festival. Poemas En el cuenco de los poemas XV y XVIII de Mercedes Roffé, se vislumbra la gestación en la palabra dentro del poema y cómo esta mueve la reflexión entre lo real y lo imaginario. Luis García Montero nos entrega poemas que Jochy Herrera llama “textos en los que aquel sentimiento se hace epopeya de toda una vida: La inmortalidad, confesión y testamento que a través del abrazo eterniza los accidentes del sentir, y En cada lealtad hay un rumor de transparencia, cuyos versos no son más que el filtro a través del cual el espejo dibuja el destino del vivir.”

sufriendo en Santo Domingo tanto o más como se sufre en el Bronx.” Alex Lima nos invita a regresar a las raíces del continente, proponiendo una lírica que desde ahí pueda contrastar temas como el desarraigo, la nostalgia, los objetos simples, la cultura del jazz o el romanticismo. Carlos Villacorta, convierte la experiencia poética en algo que se ha de encender en el legado y el quehacer poético que parte de la memoria siempre presente. Los dos poemas de Nadia Escalante se mueven con la contundencia de la imagen, imágenes que no son fáciles, puesto que además evocan sensaciones. La poeta Silvia Goldman en su apreciación de los poemas de Nadia nos dice “Parece que cuando el poema recuerda lo hace trayendo el escenario entero y posible de una intimidad, de un vínculo entrañable del que nos volvemos cómplices en la lectura… Parece que el poema es una mano, que cada poema es una mano, y se extiende.”

En los poemas de Héctor Hernández Montecinos la contemplación y dilogía en las metáforas llevan por senderos en los que

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Introducción y coordinación por Miguel Marzana

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Mercedes Roffé

XV.

XVIII.

en sueños contempla la maniobra incierta de algo / alguien más allá de lo humano o aún por serlo

vasijas de la nada somos –dijo– derramándose por lo oscuro

funámbulo transitando de puntillas esa cuerda dudosa de lo real a lo irreal no es que dude es que derrama desde lo alto una tinta salobre –esquirlas de lo azul alboreado herido de púrpura vitrificado pero volvamos al soñador del sueño en su apaciguado relente

vejigas de la nada derramando –dijo– orines, óxidos, rubíes centellas –dijo– que en su caída ( nuestra ) encuentran su hybris su obsesión añil dignificado somos –dijo– por el alado vuelo del alma entre ser y no ser

¿lo empujará? ¿lo hará caer? ¿hacia qué lado? ¿acaso hay lado posible en el fortuito territorio del sueño? y sin embargo cae el equilibrista no el soñador ni pájaro ni dios ni hombre o aún por serlo

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Luis García Montero

La inmortalidad Nunca he tenido dioses y tampoco sentí la despiadada voluntad de los héroes. Durante mucho tiempo estuvo libre la silla de mi juez y no esperé juicio en el que rendir cuentas de mis días. Decidido a vivir, busqué la sombra capaz de recogerme en los veranos y la hoguera dispuesta a llevarse el invierno por delante. Pasé noches de guardia y de silencio, no tuve prisa, dejé cruzar la rueda de los años. Estaba convencido de que existir no tiene trascendencia, porque la luz es siempre fugitiva sobre la oscuridad, un resplandor en medio del vacío. Y de pronto en el bosque se encendieron los árboles de las miradas insistentes, el mar tuvo labios de arena igual que las palabras dichas en un rincón, el viento abrió sus manos y los hoteles sus habitaciones. Parecía la tierra más desnuda, porque la noche fue, como el vacío, un resplandor oscuro en medio de la luz.

La copa de cristal que pusiste al revés sobre la mesa, guarda un tiempo de oro detenido. Me basta con la vida para justificarme. Y cuando me convoquen a declarar mis actos, aunque sólo me escuche una silla vacía, será firme mi voz. No por lo que la muerte me prometa, sino por todo aquello que no podrá quitarme

En cada lealtad hay un rumor de transparencia Yo he querido un respeto de cristal. Que la lluvia viniese sobre mí con sus alas de tarde, que la noche difícil se moviera como un vaso de agua en nuestra mano, que las enamoradas buscasen un espejo donde sentir los labios, y que la historia con su tacón injusto no pisara mi vida, porque la lluvia y yo y las enamoradas del espejo no somos partidarios de los cristales rotos.

Entonces comprendí que la inmortalidad puede cobrarse por adelantado. Una inmortalidad que no reside en plazas con estatua, en nubes religiosas o en la plastificada vanidad literaria, llena de halagos homicidas y murmullos de cóctel. Es otra mi razón. Que no me lea quien no haya visto nunca conmoverse la tierra en medio de un abrazo.

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Ángela Hernández Núñez

Lo que tengo es un pulmón cerrado como piedra Ojo móvil. Terco sobre el día vulnerable Ventolera. Festín de insinuaciones. Cosas de acá, de allá Lo que tengo es un dedo de Dios. Empuja sobre un mismo punto de mi carne. Exige la respuesta para la cual no hizo mis sentidos Lo que tengo es el punzón de siempre, de antes tajando la neblina en mis cavilaciones Un vestigio con forma de serpiente. Necedad de furia, bailoteo. Frío de ser Lo que tengo es la consciente impotencia felina Oscuridad de las sacerdotisas. Clara interrogación sobre enigmas y decantaciones. Un inútil pedestal por hombros. Navegando entre cálices, espadas Lo que tengo es el vivo de los barrios La culebrilla feliz de los mercados míseros. Boca del alma rota por el vino. El tempranero empeño de quien trueca la eternidad por alimentos Sueños de perseguidos. Asediada Decapitados. Torturada. Suelo sobre el cuerpo sin apoyo. Dictadura del símbolo, cara y cruz Lo que tengo es el extremo de los centros El comienzo. El paso y lo que pasa luego.

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Héctor Hernández Montecinos

La mente es sueño (el tiempo no existe) Para no tener que escribir yo sueño como al cerrar los ojos tendido en mi cama como al abrirlos en el túnel del metro. Soñar con la profundidad de que todo no existe ni siquiera ustedes que ahora me oyen o creen hacerlo mientras yo los contemplo desnudos y hago memoria de unas fotografías mentales que perecieron en un incendio también mental. En el principio la luz era agua seca cayendo desde el cielo e iluminando la sequedad de los desiertos y los huesos convertidos en leyendas. Seguiré soñando creeré en las montañas de esos mapas en blanco creeré en esos mares que son silencio en estado líquido creeré en esta mano que escribe bajo mis ojos que no tienen donde ir lo que significa que están muertos. Este poema va y viene como la tinta con que es escrito antes de congelarse bajo la lluvia o derretirse sobre las piedras mayas que he soñado en estos momentos para probar la falta de gravedad de las palabras aunque nadie haya leído el Popol Vuh en el espacio o tal vez sí pues es más barato enseñar que la Tierra es cuadrada y que las personas de otros países se llaman extranjeros. La mera neta del planeta es que no pensando en que la ebriedad no es un estado sino un pequeño pueblito donde se inventó el alcohol y todos sus sinónimos y donde hay una doble casa que es morada rodeada de aves que sólo descansan sobre el horizonte lleno de jirafas que recuerdan armadillos que andan en círculos y tigres que sueñan con la nieve que nunca han visto. No hay un circo allí pero sí una mala noche de ese alguien que duerme en mí mientras escribo y murmura que le reventarán los ojos con una espada ardiente y que la maldición egipcia de la ceguera paulatina se extenderá hasta la eternidad. La R es un puente un intento de llenar el vacío que es la boca del cielo.

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Esther Abellán Rodes

Sobre eso que llaman poesía Sobre eso que llaman poesía solo saben los que cabalgan sobre ella, los que habitan la mirada de otra forma y escogen el instante preciso en el que hay que gritar. Jamás habitaremos el presente, porque el lenguaje de los perros siempre acompasa la vida, porque el murmullo de las palomas siempre inventa nuevas rutas que nos dejan sin respiración. Entonces vendrá la quietud de la huida, y de nuevo la revolución de los dedos sobre el papel.

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Alex Lima

Híbrida (el tiempo no existe) ¿Por qué insistimos en regresar a Ítaca? Por qué no regresar a Huancayo o a Gonzanamá para volver a ser lo que siempre fuimos. Acaso es imprescindible invocar a Penélope con su cabello suelto al aire —imagen congelada en secuencia tipo manga con banda sonora amenazante— amago de semblanza petrarquista con su perfil sin rostro, con su cuerpo ultra-cosificado. Acaso los poetas de otras latitudes invocan a Mama Ocllo o a Sensemayá, la culebra. ¿Por qué insistir en volver a una isla en la que nunca estuvimos? Regresemos acaso al lago, a la barra de oro, a captar el sonido de una lágrima que se derrama desde lo más alto del continente y aterriza en onda expansiva como un do-sostenido de John Coltrane que rompe el silencio de los siglos.

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David Matuška Olzín

Praga– Smíchov Cariño/cariño Querida/querido Amada/amado Amor mío/amor mío Nomía/nomío La vida, el camino, el amor, la muerte Praga-Smíchov Nublado y lluvia Tres desayunos en el mismo aposento Olía a melocotón Se respiraba con ímpetu Los corazones latían con frenesí Y para beber no hubo más que lágrimas Llueve luz, pero la tierra se la tragará Nada es posible Andrajos húmedos son nuestra recompensa Y el río sigue fluyendo Me dueles Y todo desluce y pierde su garbo La vida, el camino, un poema, la muerte A tu lado me acuesto hoy sin ti y sin mí y que el viento termine el verso.

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Carlos Villacorta Gonzáles

Palabras para definir el miedo (Más allá de las Columnas de Hércules) Cuatro poetas queman sus libros en medio de la noche de sus páginas incendiarias sonríe un cráneo de fuego que silencioso deja ver que nuestra historia es la de aquellos que mueren sin que nadie los entierre. Porque Nadie nos ha dicho que hemos ganado una guerra Nadie nos ha gritado en la calle por el color de nuestro cuerpo Nadie me ha abrazado y sonriéndome ha cerrado el portón donde bailan los otros Nadie ha enterrado a nadie en el amplio territorio nacional —mi país es sagrado— porque sobre esos cementerios ahora se yerguen los centros comerciales insignes tumbas del capitalismo —a mí me habían dicho no le tengas miedo a los muertos que ya nada pueden hacerte los muertos que tienen un único nombre plural— En una habitación de la ciudad, otro poeta se amordaza contra su lecho, enciende en su cuerpo los versos que tatuó el sol y el pequeño barrio limeño es una supernova su cuerpo una bomba las estrellas que verás no son aquellas de las que hablaba Mallarmé de ahí no nacerá ningún universo ningún lenguaje sagrado un único agujero negro sobre el cual armar los cimientos del delicioso edificio de departamentos. —a mí me habían dicho el mundo se abrirá como una rosa con solo mirarlo pero yo solo he sabido pulverizarla Alejandra— No muy lejos, Victoria se incendia desde lo profundo a los que no saben de su amor a los que no saben cuántas veces nuestro país ha sido consagrado al golpe y al atropello de sus innumerables ciudadanos donde la muerte ha desordenado los miembros del cuerpo nacional —en alguna fosa o huaca los muertos hablan con los muertos— —en alguna fosa o huaca insignes tumbas del capitalismo—

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Más allá, en las fronteras de un país, miles de mujeres son enterradas boca abajo de los pies de los hombres que no las aman ellas las Mujeres-Lázaro las que no conocen palabra bendita porque no hay palabra bendita que las pueda resucitar solo saben que el morir es un arte terrible que los hombres han enseñado extremadamente bien. —a mí me habían dicho no tengas miedo— Pero escuché su voz y tuve miedo porque su sonrisa era la que imprime el odio como fuego sobre la piel. Y he llamado, he llamado he llamado hacia Nunca misteriosa raza de Caín Y solo he visto en aquellas sombras la respuesta que encadena siete veces nuestra lengua. Porque Nadie nos ha dicho que hemos perdido una guerra y que cualquier regreso no durará diez años Nadie nos ha abrazado ni abrigado por el color de nuestros huesos Nadie te ha besado y sonriéndote te ha limpiado de la frente Tu bendita frente la ceniza y el polvo que traes del desierto insignes tumbas del capitalismo. ¿Cómo comenzar, hermanos, este oscuro arco iris de fuego frente al cráneo sonriente que ya ha consumido las páginas de la Historia aquellos versos que llamas Poesía? En el viaje hacia el abismo donde proyectamos la memoria Arder sea y no otro nuestro significado.

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Nadia Escalante Andrade

Lluvia oscura de verano ¿Recuerdas el sonido de las tejas cuando caía la lluvia? Estábamos juntas. Comíamos sandía sin escucharnos masticar, el agua de la fruta manchaba de rojo nuestras manos. Te dije que saliéramos al patio a enjuagar de nuestras uñas los restos de sandía. Vibraba la rudeza de la lluvia por las cornisas y las plantas, ningún sonido ajeno quebrantaba su estrépito. Cualquier nube se enredaba en tus ojos negros, y ese patio en que la lluvia descubría el calor de la tierra se fue oscureciendo como tu rostro. Te lavaste las manos como una matarife después de su hazaña, sin decir nada; sólo el agua repetía tu vaivén y el rojo desteñido desaparecía lentamente sobre el piso. Me limpiaste el rostro con las manos húmedas, yo masticaba todavía una semilla negra. Sentí el fresco de tus uñas entre el cerco de mis dientes. Quitaste la semilla de mi lengua con la cautelosa violencia con que se desgrana la fruta. El roce de tus manos guiaba mis mejillas, y tus labios, mi aliento, llevabas mi tiempo en la boca como se pierde el agua dentro del agua

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Desvelo I Cubre la mesa con el mantel y la hendidura permanece. Debajo del encaje que estira sobre la madera, se intuye el pequeño vacío entre las tablas. El frío talla grietas en el tacto, reseca la flexibilidad de los objetos; la casa se parece más al polvo, a nublarse. El resabio del los días húmedos se arrincona en una gotera solitaria que a veces suena, impredecible, en la cocina. La muchacha gira dos pulseras por la mesa, busca cercar en circunferencias confiables algo en su respiración que quiere surgir, escaparse, abrir una grieta del entrecejo al estómago, de una puerta a otras puertas, de la tierra que tiembla al tejado que resiste la inmovilidad paralela de las paredes. II Alisa las arrugas del mantel como certezas de ángulos deformes; las líneas se obstinan en su voluntad de surco, de contraída superficie que intenta replegarse en una irregular sensación de estancamiento. En algunos tramos el encaje se descose tras segundos, terceros remiendos; hay huellas más pequeñas, cicatrices de manchas antiguas en los hilos más delgados. No hay un centro en esta mesa, no se encuentra; no hay un centro en esta casa, las grietas por donde el frío visita la materia se bifurcan en líneas que unas a otras se repelen. III Bajo la luz nebulosa de la lámpara la muchacha abraza la mesa de cedro. Hay algo de árbol ahí que permanece, de crecimiento humilde, de tronco fiel a los círculos del tiempo, de raíz que busca un camino entre las piedras.

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Semblanzas Poesía en Abril

Mercedes Roffé fue invitada a Poesía en Abril 2020 como poeta homenajeada. Roffé es una de las voces de la poesía argentina actual de mayor reconocimiento internacional. Libros suyos se publicaron inicialmente en España y Latinoamérica, Italia, Quebec, Rumania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Entre algunas de las obras que ha publicado están: La ópera fantasma (Vaso Roto, 2012), Carcaj : Vislumbres (Vaso Roto, 2014). En 2012, la editorial Amargord reedita su Canto errante seguido de Memorial de agravios (Colección Transatlántica) y publica La interrogación incesante (1996-2012), una compilación de las entrevistas a la autora entre esas fechas, Floating Lanterns publicado en Inglaterra por: Shearsman Books, Diario ínfimo (Ediciones La Isla de Siltolá). También en 2016, sus Definiciones mayas se incluyeron entre los 100 mejores libros publicados en español en los últimos 25 años. En 2017 se publican tres antologías de su obra: El Michaux (Tintas) y otros poemas (Puebla, BUAP), Todo alumbra (Quito, El Ángel) y El desierto y el oro (Sgo. de Chile, RIL/Aérea). Desde 1998 dirige Ediciones Pen Press. Entre otras distinciones, recibió las becas John S. Guggenheim (2001) y Civitella Ranieri (2012). Desde 1995 vive en Nueva York. Luis García Montero (Granada, 1958) Fue invitado a Poesía en Abril 2020 como poeta homenajeado. Es poeta, crítico literario, ensayista y catedrático de

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Literatura Española en la Universidad de Granada. Pertenece a la generación de los ochenta o postnovísimos dentro de la corriente denominada poesía de la experiencia. Es director del Instituto Cervantes desde el año 2018. De su extensa obra poética, entre sus últimas publicaciones están: La intimidad de la serpiente, Barcelona, Tusquets, 2003, Premio Nacional de la Crítica 2003. Infancia; Málaga, Colección Castillo del Inglés, 2006. Vista cansada, Madrid, Visor, 2008. Canciones, edición de Juan Carlos Abril, Valencia, Pre-Textos, 2009. Un invierno propio, Madrid, Visor, 2011. Balada en la muerte de la poesía, Madrid, Visor, 2016. En narrativa y ensayo: Una forma de resistencia, Madrid, Alfaguara, 2012. No me cuentes tu vida, Barcelona, Planeta, 2012 (Reflexión a través de tres generaciones sobre la historia reciente de España.) Alguien dice tu nombre, Madrid, Alfaguara, 2013 Un lector llamado Federico García Lorca, Madrid, Taurus, 2016. Las palabras rotas, Madrid, Alfaguara, 2019. Ángela Hernández Núñez (Mayo 6, 1954) es escritora, educadora y feminista. Núñez nació en Jarabacoa en la República Dominicana y estudió ingeniería química en la Universidad Autónoma de Santo Domingo . Fue directora del Centro Nacional de Ayuda y Estudio de la Mujer y miembro del Capítulo Dominicana de Crítica para América Latina. Fue miembro activo del Círculo de Mujeres

Poetas y miembro fundador del Grupo de Mujeres Creadoras. Recibió el Premio Nacional de Literatura Dominicana por su cuento Piedra de sacrificio. Ángela Hernández Núñez ha escrito más de quince títulos, entre los que se destacan los poemarios, novelas y libros de cuentos: Telar de rebeldía (Telar de desafío), poemas, Edades del asombro, Mudanza de los Sentidos, Piedra de Sacrificio, el libro Alicornio y Secta del Crisantemo, entre otros. Algunos de sus libros han sido traducidos a más de cinco idiomas y ha sido merecedora de múltiples reconocimientos. Héctor Hernández Montecinos es licenciado en Letras. Estudios doctorales en Filosofía mención Estética y Teoría del Arte (Universidad de Chile), y en Literatura (P. Universidad Católica de Chile). A los 19 años recibió el Premio Mustakis a Jóvenes Talentos. A los 29, el Premio Pablo Neruda por su destacada trayectoria tanto en Chile como en el extranjero. Ha sido becario del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Fundación Andes, FONCA (México), AECID (España) y Conicyt. Es el compilador de los dos tomos de 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana (2010 y 2017) y Halo: 19 poetas chilenos nacidos en los 90 (2014). Fue publicado en Cuerpo plural. Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea (2010) de Pre-Textos y El Canon Abierto. Última poesía en

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español (2015) de Visor, entre otras. Su proyecto de poesía-novelas, Arquitectura de la Mentalidad, está conformado por La Divina Revelación (1999-2011), Debajo de la Lengua (2007-2009) y OIIII (2012- 2019). RIL editores publicó sus novelas-ensayo sobre el quehacer poético: Buenas noches luciérnagas (Chile, 2017; España, 2018) y Los nombres propios (Chile, 2018; España, 2019). Sobre el poeta Raúl Zurita ha editado la muestra Verás (Ediciones Biblioteca Nacional, 2017) y Un mar de piedras (Fondo de Cultura Económica, 2018), una edición de sus entrevistas entre 1979 y el 2017.

antologías dentro y fuera de los Estados Unidos. Entre su producción académica se destaca su investigación sobre Juan Bautista Aguirre: Conciencia lírica de la nación ecuatoriana (2017), los “Desplazamientos en la trilogía de Jorge Eduardo Benavides” (Lima, 2018) Alex Lima también ha servido como editor de Hybrido magazine, como colaborador de The Americas Poetry Festival of New York y como Director Ejecutivo de Latino Arts Council of Long Island, lugar donde reside y ejerce como profesor adjunto de español en Suffolk County Community College.

Esther Abellán Rodes Nacida en Villena (Alicante). Es poeta y actriz. Autora de varios poemarios, cuentos y textos teatrales, así como adaptaciones y dramaturgias propias y de otros autores. Fundadora de “El Mundo de Calíope”, asociación cultural dedicada al teatro, recitales de poesía, performances y talleres para público infantil y adulto. Ha sido codirectora, guionista y presentadora del programa radiofónico de poesía “Conectados en la noche”. Redactora de la revista cultural LOBLANC.

David Matuška Olzín (1976, Karviná, República Checa). Fundador de Matuška Project, compañía que se dedica a la creación, producción y realización de espectáculos que fusionan poesía, música, artes visuales y artes escénicas. Poeta, músico, compositor, filólogo, traductor/intérprete y profesor de idiomas. Desde 1996 se dedica a la creación multidisciplinaria, con espectáculos basados en poemas propios y de otros autores. Ha actuado en República Checa, España , Polonia y Eslovenia. Tiene varios poemarios publicados para adultos y niños, además de los CDs bilingües: Matuška Project, Soñé, Fronteras/ Hranice, Patrik, y el cortometraje: Fronteras, poema en movimiento. Autor de la obra multidisciplinar Patrik (2019), becada por Factoría Cultural en Murcia.

Alex Lima (Guayaquil, Ecuador, 1975). Es autor de cinco libros de poesía: Inverano (2008), Bilocaciones (2011), Alba (Artepoética, 2015), Híbrida cíclica (El Ángel, 2017) y Mesa de contentos (Valparaíso USA, 2019). Sus poemas se han publicado en revistas y

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Carlos Villacorta Gonzáles (Lima, 1976) es escritor y profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Maine. Ha publicado los poemarios El grito (2001), Tríptico (2003), Ciudad Satélite (2007), y Materia Oscura (2017), y la novela Alicia, esto es el capitalismo (2014). Ha coeditado la antología Cuentos de Ida y Vuelta: 17 narradores peruanos en Estados Unidos (Perú, 2019), y Los relojes se han roto: Antología de poesía peruana de los noventa (México, 2005). Sus cuentos y poemas se han publicado en español, inglés y francés. El 2018, publicó su investigación Poéticas de la ciudad: Lima en la poesía peruana. Página web: https://elsilenciodeulises.wordpress.com/ Nadia Escalante Andrade nació en Mérida, Yucatán. Ha vivido en su ciudad natal, Xalapa y la Ciudad de México. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana y la maestría en Cultura y Literatura contemporáneas de Hispanoamérica en la Universidad Modelo. Adentro no se abre el silencio, su primer libro, fue publicado en la colección La Ceibita de la revista Tierra Adentro en 2010. Le siguió Octubre. Hay un cielo que baja y es el cielo (Textofilia, 2014) que fue merecedor del Premio Internacional de Poesía Ciudad de Mérida 2013. Sopa de tortuga falsa (Montea, 2019) es su libro más reciente.

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GANADORES DEL PREMIO DE POESÍA JUANA GOERGEN

Ganadores del Premio de Poesía Juana Goergen

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l Festival Internacional de Poesía en Abril y sus organizadores DePaul University y contratiempo, anunciaron los resultados de la versión inaugural del Premio de Poesía Juana Goergen 2020 al mejor poema en español escrito en Estados Unidos. Agradecemos infinitamente la participación de todos los concursantes. La tarea del jurado fue muy difícil, dada la excelente calidad de los poemas presentados. El jurado estuvo compuesto por la poeta, acadé-

mica y gestora cultural puertorriqueña Juana Goergen, el poeta, académico y editor chileno Héctor Hernández Montecinos y el poeta y maestro español Álvaro Hernando, Premio Poesía en Abril 2018. Los tres siguientes poemas ganaron el primer, segundo y tercer lugar, respectivamente.

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León Salvatierra

Enseñando al inmigrante a hablar inglés They didn’t have much trouble

POEMA GANADOR PREMIO DE POESÍA JUANA GOERGEN

teaching the ape to write poems —James Tate

“Un poema conmovedor, cercano a nuestras experiencias, fuerte en la metáfora y en el lenguaje poético y certero, muy certero” y “…hay una visión

La Sra. Doolittle no tuvo mucha dificultad enseñando al inmigrante a hablar inglés Primero, lo hizo limpiarse la cera de los oídos antes de repetir la contracción “I’m”

de mundo, un acercamiento al detalle que somos los humanos. Ironías y absurdos que hemos normalizado como un estado natural de las cosas” Enseñando al inmigrante a hablar inglés

cien veces a la perfección Durante horas lo puso de pie frente a la tele simulando gestos de estrellas americanas Entonces le enseñó la R americana imitando el sonido americano de un perro: “ruff-ruff” y le empujaba la lengua hacia atrás con el dedo índice incluso mientras abría la boca para devorar una hamburguesa Finalmente, clavó el himno de la bandera estrellada en su pecho Cuando él habló, la Sra. Doolittle le dio una palmadita en el hombro mientras estaba sentado en el sofá y susurró en su oído limpio: “¡Vaya! Suenas como un americano ahora: ¿Por qué no intentas decirlo?”

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GANADORES DEL PREMIO DE POESÍA JUANA GOERGEN

Manuel Martínez Maldonado

El viaje termina en la Isla 1. Jack Kerouac y Neal Cassady iban drogados e ilusionados a Denver, y veían el paisaje a través de un cristal bondadoso que dejaba ver al negro, al latino, a las putas y a los niños escuálidos, como bañados en el agua perfumada de su benevolencia. Flotaban ante sus ojos como partículas en el humor acuoso de sus borracheras. Vagaban por las planicies del mediano oeste como hidalgos desplazados de los campos de Castilla. La noche los seguía a donde fueran: a California, México, Nueva Orleans. Muchas veces los perseguía la policía. En cada ciudad una mujer esperaba con sus hijos a que volvieran. Iban y venían sin que les importara porque sembraban la alegría de su poesía con amor curtido por su simple ternura. Conscientes que, al fin, el sentido de la tierra, promete frutos y permite un ángelus lleno de claveles, lirios y rosas.

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2. Yo pienso en un viaje por la Panamericana que cruza 18 países, pero evita el Caribe. No puedo cabalgar en mi rocín por ella para llegar a mi casa sin escudero. Cuando llegue dejaré los últimos vestigios de los sueños esfumados entre las crestas de las palmas, bajo las flores marchitas del flamboyán. Tomaré cócteles de antigua colonia, reviviré historias de Quijote y Sancho, sacaré los poemas de Jack y Neal de mi memoria. Hemos enterrado a tantos en el simple ataúd de la idea de la guerra,

MENCIÓN HONROSA SEGUNDO LUGAR De “El viaje termina en la isla” el jurado señala: “La urgencia de la necesidad de solidaridad humana sin sentimentalismo en el poema conmueve. La crítica social a la marginación, el lenguaje y la construcción del poema convence”

en la ruta de terremotos y huracanes sin tregua. Nos tortura el convexo grito del indio y la vibración vital del esclavo. Nos sorprende el equinoccio como un país sometido mientras flotamos en el Caribe, en el hueco oscuro de la galaxia de un mar hirviente de ignorancia. Esperamos sin sentido a que algo nos rescate del abismo, de la ruina, del olvido.

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Ethel Barja

errancia La poesía es un caracol nocturno en un rectángulo de agua. José Lezama Lima el más allá besa a cuentagotas y deja para mañana una sed púrpura en el pecho

de los músculos gustativos que los gramáticos confunden con raíces tu deseo es nostalgia anticipada

la travesía es inversa y plural desciende no abstrae exhuma

de un cuerpo y su lugar deseo de ti mismo y de tu más allá inmediato

MENCIÓN HONROSA TERCER LUGAR A criterio del jurado, “errancia”, “consigue trascender la voz del ‘yo’ para analizar con ojos particulares el mundo de lo que no es sencillo nombrar ni describir…. Por otro lado, el poema está repleto de pequeñas imágenes surrealistas que lo convierten en un mensaje genuino y original.”

del volumen de las cosas de una extraña geografía

animal mío

de mundo accidental

el musgo crece en tus fronteras acoges el peligro su filtración diaria el agua y sus enfermedades

la errancia no es una línea para la infante ortografía es la vía que se abre cuando la vacilación

caracol de aguas salvajes incandescente pasadizo tu piel está

perfora la oscuridad y bullen las esferas en la encía germinal

dentro y fuera ahora que los soles te habita la marea las capas freáticas los glaciares en tu espiral macera el susurro

renunciaron a su andar elíptico y constante duda tu miocardio te vacía te lleva hacia ti

los instantes tempranos

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GANADORES DEL PREMIO DE POESÍA JUANA GOERGEN

Semblanzas Ganadores del Premio de Poesía Juana Goergen

León Salvatierra, ganador del Premio de Poesía Juana Goergen, es autor del poemario Al Norte publicado por la Universidad Autónoma de Nicaragua (Editorial Universitaria, León, 2012). En 2014, recibió un doctorado en Lenguas y Literaturas Hispanas de la Universidad de California, Berkeley. Sus poemas se han publicado en Poetry Magazine, Notre Dame Review y The Wandering Song. Este año se graduará del programa MFA (Poesía) de la Universidad de California, Davis.

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Manuel Martínez Maldonado recibió el primer premio de poesía José Gautier Benítez, Facultad de Estudios Generales (1955), primeras menciones Festival de Poesía, Ateneo Puertorriqueño (1956; 1982). Finalista Premio de Poesía Gastón Baquero (1999) Nacional de Novela 2013 Instituto de Cultura Puertorriqueña: “El imperialista ausente” (2014), y es autor de seis poemarios y seis novelas.

Ethel Barja Cuyutupa es autora de Trofeo imaginado entre dientes (2011), Gravitaciones (2013), Insomnio vocal (2016), Travesía invertebrada/Rambling Journey seguido de/followed by Wandeo (2019) por el que recibió el Premio Cartografía Poética 2019 (Perú) organizado por Lumpérica Cartonera. Ha publicado en las revistas Lucerna, Los Bárbaros, Lateinamerika Nachrichten, alba.lateinamerika lesen, etc. Es magister en Literatura Hispánica por la Universidad de Illinois en Chicago. Actualmente estudia un doctorado en Estudios Hispánicos en Brown University. contratiempo

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EMERGENTES

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EMERGENTES

Nuevos autores en Chicago Miguel Marzana “Soy un idealista. No sé dónde voy, pero estoy en el camino.” Carl Sandburg

Ilustraciones: Marisol C. Guzmán (1987) Licenciada en Artes Visuales por la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Fue becaria del Programa Jóvenes Creadores del FONCA en la especialidad de Gráfica (2016-2017). Actualmente, cursa la Maestría en Producción Artística en Cuernavaca, Morelos y desarrolla proyectos de dibujo e ilustración con el proyecto Mediosoleado. IG & FB : @mediosoleado mediosoleado@gmail.com

E

n Chicago la poesía marca el ritmo de la literatura por sobre otros géneros, pero en la oscilación de la palabra que sondea con destellos, hay también un espacio que está reservado para el cuento. En la búsqueda de una palabra que pueda significar y que pueda acoger a esta generación de nuevos escritores pensamos en distintos términos; por ejemplo, el diccionario define la palabra novel a lo que proviene de la inexperiencia, es por eso que al preparar

esta entrega de autores más bien jóvenes de Chicago repensamos lo que las palabras novel, nuevo y joven puedan tramitar en nuestras orejas y el entendimiento. En esta entrega de voces nuevas que quieren ser escuchadas o se deben escuchar, les presentamos dos poemas y dos cuentos a cargo de Miguel Méndez y Eric Melecio; además de tres poemas por Crystal Vance Guerra y un cuento y dos poemas por Fabio Andrés Duque.

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Miguel Méndez

La blanquita (¿Qué barrio?) Hasta la loma se escuchaba tu nombre dicho por las balas del Javi, del Ratón y el Rica Yo un morrito desde la loma desde la loma yo un morrito Me asomo al abismo pendiente de techos de corcholata el viento se lleva el cartón Desde la loma yo un morrito El Canelo me lame el rostro Desde la loma no se divisa el porvenir Los Malillas Los Apaches La Mica 13 no atrapan la posteridad Se les escapa de las manos se desliza entre sus yemas se van en una baica seguido no regresan La loma nace al amanecer oníricos los cantos también las alegrías Perro azul retozando en las gobernadoras En la loma yo un niño de cinco años abrazo al Canelo

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EMERGENTES

Miguel Méndez

El hastío

Ya estoy hasta la madre”, te dices mientras te rascas la cabeza con brusquedad. Buscas entre los papeles, “veinte pinches años de tu vida”, repites y la mirada se te pierde entre todo el papeleo desorganizado del escritorio. “Pinches Godínez de mierda”. Se te viene a la mente lo distante; eres tú corriendo detrás de Sofía y la quieres alcanzar y ella se sonroja y te sonríe, esa sonrisa de tulipanes, y la alcanzas, y tus labios chocan con los de ellas, y sus lenguas hacen remolinos y se te para. Recuerdas que te la llevaste a tu casa y fuiste el primero. Ella fue tu primera. Pero te quedaste con Valeria. Cuando llegas a tu casa, Valeria no te recibe con un beso, te recibe con reproches, que los niños no tienen esto, que no tienen aquello, que se portaron mal, que ya está harta, etc., etc. Te quedas callado y te consumes en tus pesares. “González, te busca el pelón” “¿Cuál pinche pelón, Gutiérrez?” “Éste” se agarra la entrepierna. Y tú que pensabas que las burlas se habían terminado desde la prepa. En ese entonces, fue que dejaste de ver a Sofía; que dejaste de leer, que dejaste de escribir poesía, y de escribir tus cuentos, te alejaste de ti. Vuelves, ves el trabajo incompleto y el Excel marca números que ya no recuerdas, que no comprendes y los papeles, los malditos papeles y el caos, de tu hogar, de tu cubículo, de tu vida. “Oyes, te acuerdas de mí” te dijo. El otro día mientras te comías tu tamal y el champurrado estaba calientito y la mañana fresca, y ella, ella seguía igual de hermosa, más madura, pero seguía hermosa, y tú, pinche gordo, demacrado y triste. Te dijo que te miraba bien, “miente, le doy lástima”, pensabas. Te contó de su familia, sus hijos ya eran profesionales, tus hijos aún son pequeños. Estás seguro que no vivirás para verlos adultos; ni siquiera te

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los quieres imaginar. Sabes que lo más seguro serán como tú. Te sonrió; todavía eran tulipanes, como esos de principio de marzo, te quiso abrazar, le enseñaste las manos sucias, se marchó. La última vez que verías a Sofía. Te regresa el golpe del escritorio, es el jefe. Te viene a gritar como siempre. Agachas la cabeza, y con todas las fuerzas de veinte años acumulados, te levantas y azotas las manos, lo volteas a ver, le clavas los ojos y decidido das un largo suspiro “sabe algo don Gonzalo, chingue a su puta madre” Un silencio en la oficina, en tu cubículo, en tu vida, en el momento y se va. Ahora estás sentado en un cuarto, y detrás de una puerta están todos los supervisores planeando qué hacer contigo. Estás rezando que te despidan. Se abre la puerta y logras verlos ahí con sus trajes, sus corbatas de diseñador chino, sus antenas, sus alas, sus cientos de ojos y un enorme pedazo de mierda en el centro de la mesa. Te despiden. Sales de la oficina y a tu alrededor los coprófagos se acicalan las alas, se acomodan las antenas. Te sientas en el parque y mientras que al crepúsculo se lo devora la noche, parece que comienzas a divisar la esperanza a lo lejos. Miguel Méndez nació en El Paso, Texas y creció en Cd. Juárez, México. Más tarde, su familia se mudó a Chicago. Méndez asistió a Northeastern Illinois University y obtuvo una licenciatura en español con enfoque en literatura latinoamericana y una especialización en estudios latinoamericanos. Acaba de terminar una maestría en letras hispánicas en la Universidad Loyola de Chicago y su interés de investigación se centra en la escritura creativa de inmigrantes mexicanos en Chicago. Es un poeta y escritor activo y ha participado en varios eventos de poesía en la ciudad.

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Eric Melecio

Mi pavo real Mi pavo real baila con las gallinas enseña su tren mil ojos se abren y cierran Un pavo se confunde una gallina pica el piso Nadie lo pela Él sigue baila que baila en el gallinero Vive en el cielo salta de techo a techo solo aletea El perro lo espera abajo nunca aterriza nunca toca la tierra brinca salta trata de volar En la tarde sube su torre de maíz ¡grita por una hembra! las gallinas duermen el búho caza Nadie viene aun así canta y canta Pecho azul agua alas pastito verde desea el cielo Un día caluroso trata de volar al otro lado pone todo su corazón cae al suelo donde el perro lo espera

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Eric Melecio

El manga

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ngelina era una joven prometida a un joven de familia cercana. Nunca había tenido sentimientos de amor ni le interesaba casarse. Prefería leer manga en su colchón favorito, sin tener que darle la cara a nadie, especialmente cuando había tormenta y escuchaba el chisporrotear de la chimenea. Oír los pájaros cantando el próximo día. Algunas veces venía su tía a visitar a su madre. Angelina se quedaba callada mientras las diligentes voces del chisme desaparecían de su oído, pues ella se escapaba en el mundo de su manga. Sola, acostada en el colchón, sin molestias…en otro mundo. El manga era su paraíso. Angelina temía que todo eso se fuera acabar cuando tuviese un marido. Pues desde que terminó la high school, su papá ya le tenía uno. Había un contrato oral con aquella familia, la de Tauro. Aunque los años habían pasado, todos miraban el contrato como una broma, pero al fin PRIMAVERA 2020

acabó siendo cierto que se iban a casar. El prometido le llevaba a Angelina casi seis años. Angelina sólo lo recordaba porque una vez, siendo muy niña, habían ido de paseo al downtown con el resto de su familia. Tauro la llevaba de la mano para que no se perdiera. Eso era lo único que recordaba del prometido. Y también cuando ya iban a subirse a la Línea Azul y Tauro, necio, quiso subirse en el último vagón, y ella atrás de él. Pero su madre y su tía fueron la voz de la cordura. — ¿En ese vagón? —dijo la madre—. Ni lo mande Dios. —Dicen que muchos se mueren en el vagón final —dijo la tía—. Conocí a una muchacha que se murió porque de repente dio el enfrenón y se pegó en la cabeza. Ahí tú verás. —Mejor no te subas, hija —le había dicho su mamá—. Puros gérmenes y gente loca y pobre se sube a ese vagón de la CTA. Por fin, nadie se subió al tren y el niño

Tauro acabó dándole una patada a la tía en una pierna que todavía se le hincha hasta este día. En la tarde antes de la boda, Angelina se la pasó caminando en la yarda. Tenía arbolitos de fruta y unas azaleas. Pero lo que dominaba era el laberinto de hortensias, moradas, rosas, azules. Angelina las vio desde lejos y empezó a ver los colores de las hortensias, que se mezclaban unas con otras, hasta que todo se volvió una imagen borrosa de círculos fríos. Rompió ese éxtasis de colores cuando escuchó una voz detrás de ella, hablando en voz baja: —Hey, Angelita, ven a ver los arbustos. Era el yardero que murmuraba mientras jalaba la yerba mala. Le llamaban el Duende, un bigotudo que tenía más de veinte años manteniendo la yarda de la casa. Angelina tenía pobre la vista por leer tanto manga, pero buenos oídos para escuchar

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el menor detalle desde lejos. Siempre le gustaba escuchar al Duende, precisamente cuando él pensaba que nadie estaba cerca. Cantaba canciones que apenas sabía, y algunas veces renegaba sobre sus clientes: —El de los calzones todavía no me ha pagado —decía—. Le voy a quitar ese jarrón que le vi por allá, para que se le quite. Y porque era chaparro y el jardín estaba relleno con paredes de hortensias, Angelina nunca podía verlo. Esa tarde sólo lo vio desde lejos, sus pelos parados y en varias direcciones y una cabeza de calabaza. Sin pensar, Angelina se acercó y habló con el Duende. No le habló directamente, sólo aventó la pregunta sobre el porqué uno tiene que casarse. —Esta muchacha ya perdió su mente — murmuró el Duende mientras desenterraba algo con la pala—. ¿Y qué pensará hacer con su vida entonces? —Casarme —dijo Angelina—. Pero la vida no será igual. —Pues claro. ¿Crees que estoy feliz con mi esposa? La conocí de quince y ahora es como un oso, a diario me ataca con sus gritos. Así son los matrimonios y así es la vida. Dicen que todo requiere un sacrifi-

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cio. Para que un árbol crezca, tiene uno que mocharle un poco para que resalte el próximo año. Pero hoy en día, mi vieja no hace que me resalte nada. Este arbolito nuestro nunca nació. Pero Angelina todavía tenía muchas preguntas. Continúo su entrevista con el Duende. —¿Y qué es el amor? —le preguntó. —Cuando estaba enamorado, pensaba mucho en mi señora y en el futuro. Pensaba que era una diosa. Viví más tiempo feliz con ella en mi imaginación. Pero nos casamos, y los bailes y las cenas no fueron lo mismo. Muy amargada y seca. Hoy ni quiero llegar a la casa. —No me has respondido. —El amor dura dos acostadas, tal vez tres si es buena la segunda. —¿Qué se siente cuando alguien te rechaza? —El rechazo es algo tan bonito como el amor. Bonito en el sentido de que las dos cosas te hacen sentir como una mierda. —No te entiendo. —Mi vieja primero me rechazó porque era pobre, pues no tengo nada de feo. Sentí que tenía que superarme primero. Me sentí

bien después de poner este negocito de las yardas. El Duende empezó a toser incontroladamente. Angelina lo escuchaba toser. Tal vez era por los químicos, ese fertilizante y la tierra. Después de que se calmó su tos, Angelina siguió con sus preguntas. —¿Cuál es el chiste de vivir en un mundo lleno de sufrimiento entonces? —Quizás eso sea lo bonito del mundo. Sufrir. ¿Qué sabes tú, niña? Angelina trató de encontrar al Duende entre las hortensias. Encontrarlo y seguir hablando con él. Quería ver a esta persona que tenía tanta experiencia. Podía escuchar su voz, pero el Duende se perdía en el laberinto y ella tropezándose con las paredes de hortensias. Angelina se quedó en el laberinto toda la tarde. No dijo ni pensó nada. El Duende empezó a recoger sus herramientas y partió. Pasaron las horas y las luciérnagas prendieron sus luces. Angelina sólo reaccionó cuando los focos de atrás de la casa se encendieron automáticamente, aluzando todo el patio. Recibió un mensaje de texto de un nú-

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mero desconocido cuando ya estaba en su recamara. El mensaje decía “SEND NUDES”. Y luego recibió otro que decía “Get to know you a little more”. Los ignoró. No quiso pensar que era Tauro. Mejor pensó que había sido un borracho que jugaba con los números. Y mientras leía su manga sobre el colchón escuchó a su madre hablando con alguien por el teléfono. —No, no. Ahora te casas con ella porque te casas con ella. Es virgen. Nunca salió de su casa. Nunca ha andado de loca. Ni tiene amigas ni amigos. Todo esto, por ti. Y ahora ten palabra, Tauro. Era loca la idea de que se iba casar con Tauro. La boda ya estaba planeada. Su vestido ya lo había traído la costurera. El salón estaba listo. Los invitados seguramente planchaban sus ropas más elegantes. Angelina aceptó que tenía que pasar por esta vía de la vida como tuvo que pasar por la high school. Además, estaba muy involucrada en su manga para preocuparse. En la iglesia, toda la gente hablaba. Y todo lo escuchaba Angelina. “Ya se nos va casar la rarita”.

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“Y con el merito pley.” “Bien niña. Bien inocente.” Las familias celebraron el día de la boda en el jardín. Tauro y Angelina caminaban por el laberinto. A ratos él se distraía con la flora y la fauna. El olor, el color, con cada cosa. Observaba todo esto y concluyó que tenía belleza el jardín pero que el terreno necesitaba un cambio. Le dijo a Angelina: —Vamos a quitar todas estas flores y poner un corral. Lo llenaremos con dos caballos, una vaca y un toro semental. —¿Qué es eso, Tauro? Tauro se volteó y susurró: —Lo vas a descubrir. A Angelina le dio un escalofrío. No pensaba quitar nada de su jardín y se lo dijo a su nuevo marido. Pero Tauro se negó a mantener el jardín. En la noche de bodas, Angelina estuvo sentada en la esquina de la cama mirando el piso. Cuando Tauro quiso quitarle la ropa, ella empezó a bramar: “mmmmmm”. Tauro se alejó un poco. No sabía qué hacer y le llamó a la madre de su esposa. —¿Que está loquita? Nomás

empezó a bramar como vaca…y qué quiere que haga, señora…está bien, está bien… buenas noches. Tauro fue a la maleta de Angelina y sacó su manga. Se la dio y la apapachó, diciéndole que el toro se iba al otro cuarto a dormir. Y por el resto de la luna de miel, así se la pasaron, ella leyendo en un cuarto y Tauro en el otro. Y así ha sido el matrimonio de Angelina, ella lee en su colchón cada tarde mientras en la recamara matrimonial se escucha el bramido de un toro. La familia le pregunta a Angelina si tiene un matrimonio feliz. Ella responde que sí.

Eric Melecio recibió los premios de ficción (2015) y poesía (2018) en el departamento de inglés de Northeastern University. En el 2018 su cuento “El manga” ganó el primer lugar en el II concurso literario de St. Xavier University. Actualmente atiende Northwestern University donde estudia una maestría en creative writing. Sus obras aparecen en la revista SEEDS.

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Crystal Vance Guerra

Roatán, Honduras (El Caribe)

demasiada blanca por la playa

la caracola

demasiadas blancas por la playa

y su blanquita

demasiada blanca y blancas

cambio y venta

y biancas y britanies

dolor y dólares

y mike y john y steve

¿el sueño americano gringo?

playas blancas dicen

quemarse, coger, cocos y coca

pero siempre se tiñen

livin’ la vida loca más loca poco puede más

demasiados sueños color tierra por la playa

hamburguesas de diez dólares y las mujeres igual

demasiados sueños y noches sin sueño

carne

pesa el día y las pesadillas

carne y ‘caine

trabajo de cuerpo

sangre y zombie

cómo trabaja la mente

han olvidado vivir sin querer comérselo todo

cada momento de pausa una pausa y las palabras y las palmas resuenan

las playas se llenan de ceniza

las olas las marea con recuerdos a veces ni malos, sólo

las palmas susurran

siempre ya perversos

el cuento no cambia

por la historia por el presente

las blancas y los blancos por la playa no ganan su dinero con su sexo pero cómo gastan buscándolo buscándola la negrita la india la chela

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Crystal Vance Guerra

Chicago

arrójame a los vientos de otoño

tierra es nuestra

donde las hojas se incendien sin quemar la madera

no se sabe de los dioses de la llanura ni de por qué luego

dejando los árboles color carbón apagado

rugen los tornados

aquí los muros crecen y las casas decaen

en el D.F. dónde todo se tiñe de smog

aquí las palabras indígenas carecen de todo sentido

todavía siguen vivos los cuentos y los colibríes

sin origen las fantasmas que habitan estos lares

y aquí donde se ve verde y se ve azul

camino y trazo

se siente todo zombi

las ruinas del progreso de las luchas de miles por producir acero

sangre sacrificada para que solo se tumbaran las fábricas que al final siempre nos terminaban matando la dialéctica de la libertad: justicia dentro de lo desigual

paradoja queriendo ser navaja más pierde su filo de acero cada hilo que quiere cortar lo más difícil: seguir siendo creativo

busco motivo para seguir pintando con colores y no perderme en el plano cartesiano de una ciudad que se quemó y renació bajo la condena de ser perfecta los mitos de aquí no son tan antiguos casi todos empiezan así: el destino manifiesta que esta

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Crystal Vance Guerra

Bebé temblor

Bebé temblor, la ciudad decae a treinta años desde el último. La tercera siempre es la vencida. Edificios tlaquepaque, la tierra sigue en rebelión. Que se caigan las torres y las catedrales que nunca la supieron acurrucar.

Bebé temblor, me persigno ante el lago y nado hasta que me espanto y regreso. No me dan miedo las alturas solo las distancias y desde aquí ya no veo el smog de mi ciudad. Respiro aire, aire, aire,

Bebé temblor, camino y trazo las calles que apenas son.

y de vez en cuando humo. Sudo. ¿Serás otro reflejo de lo que pudiera haber hecho mejor?

Veo mi departamento antiguo: grietas, polvo, vacuo. La ventana por la cual tanto soñaba estrellada, pienso en la paciencia y cómo practicarla.

Bebé temblor, ciudad quebrada y sólo anticipo tus ondas oscilatorias, de vez en cuando trepidatorias.

Bebé temblor, tu existencia tambalea mi balance. Mujer volcán de madre,

Ombligos del universo México y tú bebé vibran en mi vientre

envuelvo mis manos con vendas antes de pisar el tatami. Me hinco, respiro, me levanto lista para pelear porque así es el mundo y así soy yo.

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Crystal Vance Guerra es historiadora, periodista y poeta. Escribe lo que vive. Llama casa a Chicago, Ciudad Nezahualcóyotl “Neza” y las Islas de la Bahía, Honduras. Además de lo literario, coordina proyectos de protección ecológica e imparte clases de defensa personal para mujeres. PRIMAVERA 2020


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Fabio Andrés Duque

Collage

Pan Tal vez el reconcomio

De la silueta que todavía de ti conservo,

la decadencia

a diario recorto con mis tijeras

la dejadez.

hilos de sangre de tu memoria

Que nos atrapen en estos hechos

de tu carne,

devenir de gusanos

de tus ramas secas.

conminados a rumiar letras

La flor conservo aplanada entre mis libros,

sorber café

todavía mis ansias tientan

y comer mierda

la costura de tus jeans,

bodrio suntuoso

que serpentea en el suelo abandonada.

y que venga la mano

La caravana de enanos en la cual me convertía

y nos comande

todavía grita sus hazañas,

y nos decida

hace fogatas en mis sueños

y no decidamos

y se regodea borracha

y nada cambie.

en las inmensas catacumbas

Tal vez el concurrir

horadadas por nuestras aguas

el laberinto

lúdicas, blasfemas y telúricas.

la certeza

En los caminos más abandonados

que trascendamos a la ceniza

veo tu pubis de giganta

feria de idiotas.

las curvas continuas,

copular ebrios

los árboles deslucidos del invierno

legar los cuerpos

semejan esa frondosidad hirsuta.

romper Las venas

Pero las tijeras se afilan a diario para el collage

vender las almas

y una caterva beoda de hormigas solícitas

auras podridas

acude ávida a lo que queda de tus despojos

o que venga el barranco

y tu cadáver seco

y nos espante

ya descansa,

y nos tape

con las piernas displicentes e imprecisas,

y no gritemos

en mi juicio.

y todo acabe.

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Fabio Andrés Duque

Espectro

U

na sombra inerte proyectada en la blancura musgosa era él, petrificado como en un cristal de ámbar donde no existía un solo movimiento. Súbitamente, del abandono inmóvil, la punta de sus dedos acariciaron un alga, una vibración repentina de todos sus sentidos lo estremeció y sintió la entraña de la laguna adentro de sus propias entrañas. Fue entonces que sus manos débiles se clavaron en el lodo y sus dos garras de nutria disecada se sacudieron convulsas. Su cabeza abandonó el sonido sordo del agua y la atmósfera de letargo cambió bruscamente a una exhalación rabiosa. La tos angustiada de ternero recién nacido estalló, y la muerte, ya casi presente en todas las partículas de su cuerpo, lo abandonó. Un calor palpitante hecho luz de sol lo despertó en un charco de sangre y barro. Horacio empezó a descubrir que tenía un nuevo y tortuoso día. Un sabor de alga salía todavía de su boca y confirmó que no estaba muerto. Lo estremecía la noche entre el dolor, el cansancio y la incertidumbre de seguir vivo y tener que hacerlo unas cuantas horas más. El caparazón petrificado de lodo y hojas que creció en su espalda de los tumbos que había dado saliendo de la laguna le brindaba la sensación protectora de seguir pegado al suelo y sentir que de cierta manera ya estaba muerto y enterrado. Horacio durmió el quieto cansancio de la noche escuchando los insectos y demás alimañas que taladraban sus oídos, confundidos de sueños estertóreos, fugaces y vagos. El miedo entumecido continuaba contundente a la mañana, cuando sintió que alguien arrancaba su rostro del barro. Afanoso, estallaba en sus oídos un ruido inefable y se entregó resignado. Fue arrastrado sobre la hierba mientras sus fuerzas eran tan solo el movimiento de sus ojos, daba manotazos al suelo por no sentir el

insistente y doloroso roce de las ramas y el suelo. Su cuerpo atravesó un templo quieto y apacible de espesura, un recinto fresco donde cúspides de árboles enormes convergían creando una cúpula cerrada y un suelo de arbustos húmedos en donde flotó impregnado de paz. Horacio sintió súbitamente la descarga de todo el peso de su cuerpo en un costal de fique, y durmió un sueño delirante y turbado de montones de tierra y barrancos que se derrumbaban y lo cubrían, entre treguas y respiros breves y sosegados de trinos y risas de niños. Despertó una tarde calurosa. Sus huesos húmedos recobraron algún movimiento y observó por las fisuras de la madera una cálida y húmeda luz. Giró levemente y con dolor la nuca, y a su lado sentado sobre un tronco, brotaron las palabras de una boca, y dos ojos anhelantes y cansados en un rostro rugoso, hirsuto y apesadumbrado lo miraban: − Mijo, ¿qué le pasó? Horacio miró al viejo con ojos taciturnos. Entreabrió su boca como si fuera a articular una voz y de nuevo se sumergió en el sopor. Ésas fueron las últimas palabras pronunciadas en todo el día selva adentro. Pasaron dos días y el frío de la madrugada, junto con el susurro cansado de los grillos, sacaron del letargo su cuerpo abatido y descaminado al muchacho. Abrió los ojos y una luz azulosa y tenue penetraba la casucha, montada sobre pilares de chonta, atravesados por todas las paredes con travesaños de guadua por donde penetraba la luz. Las sombras confusas y aquel sonido de sorber pausado del viejo tomando aguapanela, lo levitaron dulce e inconscientemente hasta la puerta. Su rostro al fin se asomó por el resquicio. El viejo, sin mirar siquiera, estiró una de sus manos, sumergiendo un pocillo plástico en la olla humeante y dando la vuelta lentamente lo

puso en la abertura por donde Horacio se asomaba a gatas. Las tejas de zinc vibraban como un enjambre de moscas metálicas. Una llovizna insulsa entrapaba todo y el horizonte que dejaba ver algunos arbustos que aparecieron entre la niebla y la oscuridad. Un perro famélico empapado emergió entre la hierba, pasó al frente de Horacio y erizó los pelos del espinazo, cruzó una mirada displicente y se zarandeó el agua rociando al muchacho que ya se hallaba sentado en una piedra del pequeño corredor de la casucha. El sorber pausado de los dos miserables semejaba una letanía extraña y vaga. −Allá no dejaron ni el nido de la perra, mijo –. Comentó el viejo casi susurrando y con el pocillo todavía cerca de los labios. El vapor brotaba de su boca al tiempo que hablaba. Horacio bajó la mirada y estiró la mano para acariciar al perro que gruñía nervioso mientras de lado mostraba uno de sus colmillos. El perro alzó una pata enseñando su panza destemplada, y displicente se entregó a la caricia. −El divino eccehomo mijo, así se ve usted; ¡Qué hijueputas! − Hubo un silencio breve −.Acá vienen de vez en cuando. Si no vieran que me da lo mismo si me matan, que no les sirvo ni pa machetiar. El viejo sacó un chicote de cigarrillo de un hueco en la pared, lo prendió con un leño humeante de la estufa y prosiguió: −Como me miran los miro y no me les escondo. Me hacen chistes pendejos y me les sonrío, se van después de dejarme la olla seca. El viejo se levantó encorvando la espalda y estirando los brazos se desperezó. Asemejaba un gallo apaleado, enjuto y alámbrico, mostrando una osamenta pétrea pegada más a la piel que a los músculos. Después de estirar trémulo todo su cuerpo, tomó un machete gastado que se colgó en la cintura.


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−Alístese pa irse mijo. Más tarde vengo y le regalo pa que se vaya. Por ahora escóndase ahí con Káiser. Ese sabe cuándo andan por ahí y no ladra, tan sólo se para con la cola entre las patas y gruñe como reverbero. Descolgó también una mochila tejida de hilo, mugrosa y remendada de donde sacó un pequeño radio-transistor. Lo acercó a su oído y manipulándolo se fue buscando con sus dedos, entre la estática cacofónica, silbidos y tartamudeos producidos por la cajita. Dando brincos, bajando por un sendero angosto e irregular, el viejo desapareció entre la manigua. Un rugido abigarrado fue colmando el mutismo nativo de la selva a lo lejos. El canto rítmico de los pájaros y el sonido de roce de las ramas con el viento se desvanecían con esta alteración extraña y creciente. El viejo apareció empujando una piedra enenre que se derrumbaba a veces y enredaba entre los líquenes y helechos hasta aterrizar en uno de sus lados o en alguna oquedad del camino, en donde el anciano, con todas sus venas exaltadas hacía emprender otra vez su rodar tortuoso. Finalmente y no con poco esfuerzo, dejó la roca en el filo de la casucha después de sortear la última pendiente. El rumor somnoliento en la choza se extinguió cuando los goznes de la puerta oxidada chillaron ahogados. Horacio ya se había incorporado y el viejo apenas lo distinguió entre el polvo fragmentado flotando que reflejaba la luz adentro de la casa. El resuello de mula que traía se fue apaciguando mientras se descolgaba la mochila atosigada de la que sacó un envoltorio de papel periódico que tiró a los pies del muchacho. Horacio lo observó indiferente y se recostó con los ojos bien abiertos. Del paquete, el viejo sustrajo una guayabera amarillenta en donde las huellas de sudor se hacían evidentes en las axilas y el cuello; PRIMAVERA 2020

asimilaban manchas de óxido, un pantalón de terlenka de un naranja ridículo para unos pantalones y unos zapatos sin uso de los cuales se observaba el paso del tiempo sobre la elasticidad del cuero. Del papel periódico dio cuenta envolviendo varios aguacates enormes y brillantes que sacó solemne de un rincón oscuro del piso de tierra. El viejo prendió un montoncillo de hilachos de leña que sacó de un lado del fogón. Con soplos insistentes logró agrandar una candelada de la cual elevó su cara satisfecha y anhelante. Se incorporó del suelo de donde sonrió apartándose. Puso una olla irregular y negra en donde tiró una masa disforme de grasa que se derritió sin obstinación. Asentó con reverencia dos trozos de carne que hicieron saltar la humareda hasta tocar el techo de la choza. El aroma a carne sacudió el anhelo de los tres seres que observaban embelesados el fuego. Unas arepas acartonadas de maíz pilado sirvieron para acompañar los trozos de carne de la que dejaban caer algunas veces de sus manos engrasadas los nervios y cartílagos más duros, que el perro engullía del piso casi sin masticar. De una tinaja plástica enorme, Horacio sacaba el agua que se echaba con un totumo, costras de tierra y sangre caían de todo su cuerpo. Temblaba con insistencia mientras se arrancaba las pústulas más sucias. Sus dedos aparentaban flores moradas a punto de abrir y los surcos en carne viva de su espalda lucían una membrana pálida y húmeda. Al cabo de unos minutos se acercó a un claro de la choza en donde la luz del sol golpeaba serena. Se agachó sobre un morro de tierra y allí se quedó tiritando, arropado por un precario paño alcanzado por el viejo. Horacio partió dos días después al cabo de mirar insistentemente las paredes de aquella casucha. Ya el viejo había

partido sin siquiera avisar su ausencia. El muchacho estaba solo ante sus pobres y precarias circunstancias. Se instaló en los zapatos enormes y caminó decidido adentro de la casucha, haciendo y deshaciendo sus pasos en el piso polvoriento. Luego se terció la misma bolsa sucia y decrépita dejada por el viejo. En la bolsa esculcó y encontró dos mil pesos enrollados entre papel celofán, cuatro mangos verdes, una totuma con agua y un poncho de un blanco impecable con líneas grises. El vómito amarillo y lechoso que se quedó lamiendo el perro fue el último signo de ansiedad dejado displicentemente por Horacio. Emprendió el camino receloso y extrañado de la ausencia del viejo. Ya caídas las horas más oscuras de la tarde, tomó un sendero fangoso marcado de herraduras resquebrajadas por donde encontró el portal del cementerio. Dos puertas metálicas de barras gruesas, oxidadas, retorcidas y a medio abrir. Horacio irrumpió solemne en un suelo rucio de bruma espectral que invadía toda la inmediación de las tumbas, de las cuales algunas evidenciaban huesos desperdigados hasta el punto de ya estar enrevesados con otros ajenos. Ya jadeante, Horacio subió hasta el límite más alto de la montaña hecho de árboles de matarraton abrazados por alambres de púas. Caminó fatigado mientras observaba el surco oscuro y gélido del sendero, mientras el eco del berrido lejano en el motor un jeep Willys se oía adentrándose en la montaña. Fabio Andrés Duque. Nació en Cartago Valle Colombia en 1974. Luego de vivir 20 años en Bogotá, emigró a Chicago, donde se ha dedicado a la literatura y a la creación de algunos textos en prosa, poemas y asistir a talleres de creación literaria. Actualmente estudia Lenguas y Culturas Latinoamericanas en la Universidad de Northeastern en Chicago. contratiempo

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Lírica de filigrana: Raúl del Amo

L

írica de filigrana bien craneal, milimétrica pero de risa relajada, con la letra de Raúl del Amo pareciera que todo es casual, que salió en la fragua de unos vinos, noche de fiesta eterna y algo de speed, pero no, todo está fríamente calculado. Después de haber bebido largas horas

de García Lorca, el resultado de domar su cerebro resonante en algún piso de Cuenca cuando la vida se quería evadir de Madrid, la ciudad que el destino le ha puesto de grillete, esa que ha sido su centro de conspiración en contra de la Cayetanía, tan rampantes en estos tiempos. Hay verbos de lucha, existen verbos reinvindicadores, se cuajan verbos de guerra y se paren verbos de paz, Raúl del Amo Suero los pone a bailar todos juntos cada vez que le saca un beso a su guitarra.

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PRIMAVERA 2020


POESÍA

Raúl Del Amo Suero

La Madre Todo Descálzate y entra, procura un silbido de silencio, que el abuelo duerme quizás mañana pasearé contigo y si me dices que si como en los sueños que tuve de chico

Las noches en que no lloran los niños

Recita un poema a la puerta de mi cuarto callando el roncar de los coches que no me veas mirarte con cariño para que no me ruborice el beso de las buenas noches

Porque si fueras la Madre todo, me nombraría hijo de la tierra te escribiría las canciones que aun no existen, te salvaría de la guerra

Porque a la casa llegó el invierno eterno cuando las plazas se quedaron sin palomas, como fantasmas que se agarran de la mano dura el paseo en el recuerdo de vecinas que se asoman

La primavera duró una semana y estás sola pero yo contigo, me duele el abrazo de aquella mañana que nunca llegó, el tiempo de la uva, tiempo de espalda y cosecha, Francia se quedó pequeña, pequeña ante tus pies Y la carretera es estrecha, el contrabando en el arcén es reprimido, reprimido por la ley

Oh Mama Cándida vuelve, a retomarte en tu presencia, que aunque muerta me resultas familiar se hace la ciencia una forma de pensar Oh Mama Cándida te asemejas a la suerte por eso me reciclo a tu favor hasta que llegue la muerte por mayor o por error las cosas que creo buenas para mi gente son incesantes, son el presente hay que forjar un futuro con las palabras que nos quedan metías en los dientes PRIMAVERA 2020

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Oh Mama Cándida vuelve aunque muerta me resultas familiar

Dame vino y un poquito de qué hablar y salvemos de este viaje la palabra las cenizas de los tiempos que vendrán se las ha llevado el aire que nos ha lavao esta mañana al despertar

Me salpicó un aire de normalidad y me dije apágate el televisor me eché en la busca de una calle y de una flor… parece que el viento se esconde cuando sopla a mi favor, parece que el viento se esconde cuando sopla a tu favor

Dícese que bajo las uñas anida el tiempo perdido, la desidia y el aburrimiento… miento pero hoy el entretenimiento es grátis como el silencio como un menú de raíces, como un océano de sensaciones rotas cuando me miré por dentro.

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PRIMAVERA 2020


POESÍA

Raúl Del Amo Suero

Ruta de Carretera Fiebre, arena y sal, el rico duerme y el pobre se va a cruzar el mas soñando que en tarifa encontrará la libertad. Cruel televisión!

Dónde estás? Tal vez aún no te he conocido y se que no es tarde para darme libertad. Sale el sol y se va, tú vienes con la lluvia no sé dónde estás tal vez aún no te he conocido y sé que ha de llover. Por mucho que cantemos, por mucho que bailemos; taconeando el cielo del frío de las personas, se ha convertido en hielo y no se rompe! Quizás no vengas hoy, quizás no vengas nunca, quizás no te apetezca, quizás no vuelvas hoy…quizás nunca te fueras!

Por mucho que deleite en tu memoria a paseantes, por mucho que consiga que el invierno pase antes, por mucho que destine, un rumbo y suene de tu parte, por mucho que lo intente no llego sin soltar lastre.

Decido dar un salto directo a ninguna parte, me tiro de mi nube y caigo en una mierda, piso el suelo otra vez, también en esta tierra que sigue sin llover, porque te irás al norte aunque sueñas con volver…me a ver.

Tacto de alquitrán qui tranqui, reuniones en Hong Kong que huyen mal, el rico se hace rico, el pobre se hace pobre d una forma brutal. Si lloviera al fin, si no existe un domingo sin ti, si el frío fuera frío y el hambre fuera hambre para todos igual.

Ruta de carretera a dedo hasta Antequera en busca de un refugio donde salvar la ausencia antes de que la pierda. Luces de carretera a dedo hasta la frontera, en busca de un refugio donde salvar la ausencia, ojo! se hunde la patera, quizás no vuelvas hoy, quizás nunca te fueras, quizás no vuelvas hoy, quizás tal vez he de olvidarte

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antes de conocerte para sentirte cerca, quizás no vuelas hoy…

Quizás nunca te fueras!!!

Tu postura de rebelde te hará un poco más veloz, no falte la duda en la carretera, que no falte la risa en el viaje más largo, cualquiera que no falte que se monte a la patera, ojo! Cualquiera que no falte que se monte en su zapato, aunque tardemos un año en llegar hasta los prados, no me recoge nadie!

Mejor me muero y me callo.

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PRIMAVERA 2020


POESÍA

Raúl Del Amo Suero

En Alguna Calle Hoy creo que los sentimientos puros, se fueron con el invierno a un refugio mas seguro. Hoy pienso decir las cosas muy claras como el agua de los montes, si es que este año no se acaba. Córtate el pelo, córtate el sueldo y también empleo, cortas de todo menos las cuerdas que manipulan nuestros deseos. ¡Pura poesía! ¿Y qué culpa que tenemos por sentirnos tan humanos? ¡No nos vendamos por menos!

Hoy quiero ver que cruzas el aire, cerca del suelo y usando un detalle. Hoy quiero ver que buscas algún valle, algún destello en alguna calle. Hoy quiero escribirte con tinta sincera, sintiendo el arte a nuestra manera que los gobiernos se vistan de cera, pausando el ego de las fronteras.

Poquito a poco, si dices que no al destino se van perdiendo las migas que echaste por el camino. Desde muy alto, hasta un oasis de Calle Amparo se va entonando un son de protesta por los derechos que nos robaron. Ya no me abstengo en decirlo, por si acaso, se va calentando el hielo del fondo de nuestro vaso. ¡Irreverente! ¡Insoportable! Tan inconsciente, que vengo aquí con nuestras canciones a pervertiros la mente.

Hoy quiero ver que cruzas el aire...

Hoy quiero ver un mundo solidario, pienso en global y actúo en el barrio. Hoy quiero verte luchar a diario no deseando lo innecesario. Hoy quiero encontrarnos en un viaje infinito, regocijarnos lejos del grito. Hoy quiero verte a mitad de camino con la guitarra y un “trato” de vino. PRIMAVERA 2020

Raúl Del Amo Suero (Alcalá de Henares, España. 1979) Poeta y cantautor con cuatro trabajos discográficos en sus espaldas, Sístole y Diástole, Dangerous: Peligro de Abducción, Desechos de Autor y Las Flores del Ahora. De largo kilometraje en escenarios españoles y europeos, con multitud de colaboraciones para otros artistas. Lleva comandando su proyecto musical El Sombrero del Abuelo desde los tempranos 2000. contratiempo

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Un poema y conversación con Roberto Echavarren Miguel Marzana

R

oberto Echavarren es poeta, narrador, ensayista y traductor. Dirige la editorial La Flauta Mágica, especializada en ediciones críticas bilingües de poesía y el rescate de obras poéticas imprescindibles escritas en español. En una conversación, después de una lectura durante el festival

internacional Poesía en abril, Roberto Echavarren nos platicó acerca de su obra y sus proyectos en el ya extinto Café La Catrina, en el barrio de Pilsen, el 14 de abril del 2017. En los siguientes extractos de la conversación, Roberto nos cuenta de su acercamiento a la poesía y del contexto en el que desarrolla su narrativa; nos habla además de los poemarios El monte nativo, El expreso entre el sueño y la vigilia, Medusario, Las noches rusas, Arte Andrógino y otras obras importantes que quedan para la lectura y el estudio de la literatura.

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PRIMAVERA 2020


POESÍA

Hola Roberto, primero que nada bienvenido a Chicago. Te quiero pedir que nos digas de dónde eres y que nos cuentes un poco sobre tu obra y tu poesía.

que y quiere decir a la vez cerro o montaña, y nativo porque, bueno

Bueno, soy uruguayo como tú sabes , y empecé a escribir poesía

no fueron traídas de afuera después del descubrimiento y por eso es

desde la secundaria, osea que empecé escribiendo poesía. Me doc-

algo como entrañable. En inglés ese título “The Native Mount” no

toré en las Universidad de París, estudié en Alemania, etc. y terminé

tenía fuerza y por eso le pusimos The Virgin Mount y con ese título va

enseñando 18 años en la Universidad de Nueva York. Ese tiempo me

a salir ahora el próximo otoño de acá . Por otra parte hay una tercera

resultó en parte gratificante porque creo que cuando uno enseña,

veta digamos en mi trabajo que tiene que ver con la narrativa; esta

el que más aprende es el que enseña; los estudiantes son los que se

es la crónica. Yo viajé a Rusia a principios de los 2000 y entrevisté a

olvidan enseguida. Pero me sentía muy frustrado en términos de mi

una serie de sobrevivientes del sitio de Leningrado, y combatientes

tiempo uno no puede ser narrador de domingo, pues al domingo

en el frente ruso durante la segunda guerra mundial, era gente toda

siguiente ya te olvidaste hasta el nombre de los personajes. Entonces

muy mayor, y ahora pienso yo que ya muchos ya están muertos, no

esta dedicación completa que te exige la narrativa la pude solo lograr

sé si queda alguno vivo todavía, era gente muy mayor tendrían 80,

cuando me retiré de la universidad y empecé a escribir novela, mi

90 años cuando los entrevisté esto junto con otros elementos ensa-

primera novela es Ave rock que es una biografía ficcionalizada de Jim

yísticos que tienen que ver con la situación política y la la historia

Morrison. Después escribí otra novela que se llama El diablo en el

política de Rusia; hice un libro que se llama: Las Noches Rusas; esa

pelo que es sobre la prostitución masculina en Montevideo , la ter-

es mi obra principal, tiene 800 páginas en español y fue traducida

cera novela Las aventuras de la negra Lola, es sobre el mundo de los

íntegramente al inglés también bajo mi supervisión, o sea una serie

negros en Uruguay, ese libro esta basado, en un personaje real que es

de traductores lo hizo y yo después controlé y rehice el material y en

la cantante Lágrima Ríos; que cuando yo escribí la novela se acababa

inglés son 4 libros, que ahora estamos gestionando con un agente la

de morir, es una novela bastante juguetona, no muy larga. Después

publicación de esta obra en inglés.

escribí 3 novelas cortas que salen ahora juntas en Penguin Random

es una palabra corriente en el Río de la Plata es el monte nativo es donde crecen las especies locales privativas, las que estaban ahí que

El ensayo, bueno, tengo los ensayos más típicamente literarios,

House, en mayo. El conjunto se llama Archipiélago porque ocurre en

de crítica literaria y también tengo otros libros que tienen que ver

tres islas diferentes, una es El pintor de creta la segunda es El surfista

con el género, el género sexual ¿no? y con digamos cuestiones donde

de Bali y la tercera es El fotógrafo de Manhattan, entonces como se

me meto en ciertos autores para establecer elementos ambiguos en

trata de 3 islas el conjunto se llama Archipiélago.

cuanto al género no? Entonces en ese sentido tengo 2 libros prin-

Por otro lado la poesía la he continuado y he publicado más en

cipales Arte Andrógino ese libro es una investigación acerca de la ima-

realidad estos últimos años, ahora tengo este libro: Entre el Sueño y

gen en relación al género y a la ambigüación de esa imagen a través

la Vigilia que obtuvo un premio y está en edición bilingüe de hecho

del estilo callejero. Tengo otro libro que se llama Fuera de género,

vine a EE.UU. para presentarlo. También está este poema largo que

criaturas de la invención erótica y ahí recorro una serie de autores que

se llama El Monte Nativo que está traducido al inglés, acabamos de

son por ej. Lautreamont, Juan Carlos Onetti, el narrador uruguayo,

terminar, el monte nativo, viste que en español monte significa bos-

Vladimir Navocob, en Lolita García Lorca, Marosa di Giorgio y bue-

PRIMAVERA 2020

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no por otro lado está toda la linea que llamaríamos neobarroca, yo,

también en gran parte el adquirir conciencia de los momentos

mis afinidades selectivas fueron Nestor Perlonguer, poeta que murió

culminantes de nuestra tradición y esos momentos en el español son

en el año 92, argentino y Jose Coser, entre otros; entonces armamos

dos: es el barroco y el modernismo, entonces creo que el neobarroco

este libro que se llama Medusario, Muestra de poesía latinoamericana,

trata justamente de llegar a ese punto no sé, como cuando uno hace

latinoamericana porque incluye también el Brasil, hay tres poetas

un postre uno dice a un punto caramelo, es decir ver cuales son los

de Brasil, uno es Haroldo de Campos con quien fuimos amigos del

puntos caramelo en la tradición y en cierto modo reapropiárselos y

grupo “Noigandres” que empezó como poesía concreta y terminó

reelabolarlos adquiriendo una conciencia a partir de ahí.

como neobarroco sobre todo en su libro galaxias, Wilson Bueno, que fue asesinado hace poco tiempo, que escribió un libro en “portuñol” mezclando el portugués y el español, y Pablo Leminski que

¿Hay algún poema , obra o autor incrustado en alguna de tus obras o tus proyectos y en qué sentido?

también escribió el poema inmenso que se llama Catatao, esos son

El sueño de Juana Inés de La Cruz, que en mi opinión es el mejor

los tres brasileños; hay argentinos como Perlonguer, hubo chilenos

poema de la lengua y prácticamente el único poema filosófico y al

como Zurita, hubo mexicanos como David Huerta, y en conjunto

decir poema filosófico no digo que la poesía filosofa, la poesía siem-

creo que son como 18, 20 poetas. De hecho hice una nueva muestra

pre filosofa puedo decir, pero en este caso además un poema que

que se llama Indios del espíritu, pero que solamente se refiere a Brasil,

se hace cargo de la tradición filosófica, es la irrupción del descubri-

Argentina, Chile y Uruguay, que salió hace tres años…

miento de los filósofos escépticos griegos, en el barroco, eso repercutió directamente en Juana Inés, en Descartes, en Montaigne en

Roberto, ¿crees que hay un movimiento literario específico en este momento, que se desarrolla o tiene que ver más que nada con lo generacional? Estoy en contra de lo de las generaciones, esta idea es muchas veces como caprichosa ¿no? A mi me parece que hay momentos poéticos, digamos que a ese momento se le llamaría neobarroco en este caso; como hubo romanticismo, como hubo modernismo, pero no es… digo, los modernistas no son solo una generación, es todo un movimiento que abarca gente un poco mayor un poco más joven, en fin, además yo preferiría llamar modernismo no sólo a lo que corrientemente se llama modernismo sino a lo que se denomina modernismo y vanguardia. Por ejemplo en inglés a partir de finales

Pascal en la filosofía del barroco. Todos conocen “Hombres Necios” o los sonetos, pero este es el poema realmente que la gente no le entiende porque de alguna manera se ha perdido el hilo de cuales son las tradiciones filosóficas y cual es la crisis que se maneja ahí, Juana Inés liquida a Aristoteles ,y liquida a Platón y entonces, bueno no te puedo explicar ahora toda la estructura del poema, pero bueno, este libro es un análisis detallado de eso, porque prácticamente no hay un análisis de ese tipo en relación al sueño y creo que es un deber que había que cumplir por que realmente es una manera de ponerse a tono con el logro de ese poema, entonces he seguido trabajando poesía no sólo en relación a lo que yo escribo sino en relación a todo esto que te cuento.

del siglo XIX hasta la 2da guerra mundial todo es modernismo, es decir , no sé desde Ezra Pound incluso antes hasta Virginia Wolf, hasta Joyce, todo es modernismo. No importa qué diferencia de edad hay entre ellos, pero es un momento literario que se llama en inglés modernismo. Barroco lo mismo, no importa si Sor Juana Inés de la Cruz fuera 30 años menor que Góngora pero todo eso corresponde a ese momento barroco. Entonces el neobarroco es justamente

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Miguel Marzana. Poeta y escritor. Es autor del poemario Descomposiciones aceite de un cielo. publicado en C.D.Mx. en el año 2019. Actualmente estudia en la Escuela Graham de la Universidad de Chicago, es coordinador del taller de poesía y creación literaria de la revista Contratiempo, y es miembro de su consejo editorial. Su obra ha sido publicada en varias antologías y revistas impresas y virtuales dentro y fuera de los EE. UU. parte de su obra ha sido traducida al inglés, quechua y catalán, vive en Chicago.

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POESÍA

Roberto Echavarren

El monte nativo de Roberto Echavarren es un poema multívoco de largo aliento,

El MONTE NATIVO Fragmetos

que se abre a la posibilidad de ver o pensar un lugar que mana de sí, y que de alguna forma se autogenera “El infinito dentro del mundo muere con nosotros, un reservorio nos alberga y nos disuelve, el mar detrás

En el cine del universo

del nombre en sí y no en otra cosa.”

esa curiosidad vacante no pide necesariamente encarnarse del todo, nos deja esperar una dimensión más vasta, un estrato trascendental aunque inmanente, que precede tanto lo virtual como lo actual, un irracional caos

En el conjunto de poemas que se presentan a ratos como un río de caracoles o pájaros, tratando de explicar eso que es singular en su carácter; los versos, las metáforas y las escenas, se trasponen unas a otras y permiten el encuentro de contrapuntos, como yerbas, árboles y flores en el monte, para de esta forma hacer o constituir el poema más grande

en el fondo de todo. Mucho ingresa de lo invisible, un arrebato de fosfenos genera un efecto paralelo que emana un atractivo original, un efecto ilusorio de parecido, un reconocimiento sin par, sacándonos del hábito nos enchufa al movimiento, porque quiere ver más de lo que anticipa, aparición no subjetivada todavía, construida sobre una disparidad de puntos de vista coexistentes.

Una hojita lanceolada: su tamaño hace pensar en un juguete, una maqueta, un vehículo de aprendizaje. El autito descascarado avanza

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por una pista de zinc. Las cosas dañadas, el modelo infantil de las cosas,

una versión de tamaño reducido

en colisiones innumerables. Un campo de inmanencia recorrido en bici, casi un baile, un corte expresivo superior de clave vibrante y metálico. La hojita lanceolada sobre la mesa, bajo la luz de la lámpara es casi dorada. El infinito dentro del mundo muere con nosotros, un reservorio nos alberga y nos disuelve, el mar detrás del nombre en sí y no en otra cosa. Y cuando se hace silencio en el oído queda el chisporroteo rotundo del silencio.

Las aves vuelan, algunas plumas caen, sirven para los bailes. La oruga “gato peludo” entre las glicinas, el viento a quemarropa sobre la duna, constante e inconstante la mar constante. Una zona clara, una zona oscura en el mismo paquete, en la misma tela

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POESÍA

encerrada en el cráneo al fin de febrero, las moscas creen que están en verano.

Al caer las fichas

se oye un campaneo regular, la corriente desprende la choza, vuelan las garzas. Si ajustamos el lente veremos los pormenores de la ribera, un arco iris completo, cada extremo donde se posa. Muslos de pachoulí el bailarín pasa en equilibrio hojas de bambú en el pecho en la boca peces de coral. El caos sigue allí, renace a cada anochecer. Quien estuvo en el campo sabe cómo todo no cesa de crecer. Una flauta de madera avanza la noche de verano, ganancia creciente, de madera trabajada a cuchillo.

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TIEMPO EXTRA

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INVIERNO 2020


POESÍA

Tres poetas de México: Alcántara, Favela Bustillo y Verdejo Juan Alcántara

E

n la poesía mexicana actual existe algo que podríamos llamar –con simpatía– la Escuela Gola, es decir, una onda que viene desde los días en que el gran poeta argentino Hugo Gola trabajó, enseñó y publicó revistas de poesía en México. De aquella Escuela provienen los tres poetas que aquí presentamos: Tania Favela, Juan Alcántara y Luis Verdejo. Los tres tienen sus propios estilos –como queda claro aquí en sus poemas– desde el coloquialismo desgarrado y testimonial de Verdejo, hasta la fineza de Alcántara pasando por la reflexión cuasi metafísica de Favela; los tres, en torno a la situación -y/o su atmósfera- que nos rodea en estos raros días de confinamiento y coronavirus. Los tres autores trabajan con solvencia y calidad. He aquí el material.

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Juan Alcántara

buenos y malos pensamientos “la impaciencia

En rada, pp. 34-46

por ver nacer los brotes” basura sin doblez, tenaz hojas secas afligen

¡fueguinos!

crujen sólo quedan los crujidos de las bolsas toneladas de alimentos que no pueden ser tocados embarques de remedios que podrían pero

ya no esa humareda sacrificio sacrilegio

marañas escudriñadas por si sacar todo lo muerto

de plástico “beban agua, hermanitas”

la fotografía de una biblioteca bombardeada vista de elegantes conocedores

mismo como tal en pensamientos cesantes

aun quede un vacío torcedura que vuelva

de papel los mojones, las mojoneras

la tierra estricta donde el pasto ha cesado agua que se va sin que se sepa

recta forma ramaje ondulado

zonas en que las plantas se implantan ejercicios de estado, controles de jardinería

dos pasos de escobas acumulando

los jardines estacionados de Babilonia

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Juan Alcántara es traductor, poeta y ensayista. Magíster en Letras Modernas y doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana (México). Es coordinador del seminario de poesía y poética moderna y contemporánea de la Universidad Iberoamericana y académico de la misma institución. Ha sido colaborador en revistas como Poesía y Poética y El poeta y su trabajo. Ha publicado en poesía El amor en el mundo (1997), Los héroes (2001), Encuentros con mujeres (2002), Las flores (2006), El amor en el mundo seguido de El ramo roto (2010), Botella: poemas 2000-2003, El río (notas y poemas) (2013), La posteridad (2018), entre otros.

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POESÍA

sin título

Tania Favela Bustillo

a barlovento — a sotavento aún — dices y suena el viento entre esas letras inoídas como el pájaro que aquí trina alejado de toda bulla, de toda ebullición humana que anuncia o no un “estado de cosas” inentendidas sin lengua para descifrar la realidad esa, esta realidad impensada, muda, mutua, silenciosa sanciona desde lo ínfimo desde esa media vida, “entre lo inanimado y lo animado” y la fortaleza de eso y el escudo de ese luchar contra lo invisible — el enemigo no se ve — dicen algunos y el viento lo lleva y el viento lo trae tan diminuto frágil, sensitivo, insensible también ante los más sensibles — los olvidados de su propia sensibilidad — arrojados a descifrar esa lengua sin lengua código exacto de material genético: ácido ribonucleico y proteínas con medidas increíbles minúsculas — la milmillonésima parte de un metro — así de pequeñita la amenaza se alza, ciega ante los ciegos vibrando imperceptible bajo “la amplia atadura de la línea oscura más abajo del horizonte” ¿quién se estremece quién se agazapa ante la visión de un “piano apolillado cayendo en ruinas”? y sin embargo el leve espacio de los pares que separa (y el canto de pájaros y niños) volverá con humildad infinita incontaminado

PRIMAVERA 2020

(con Marilyn Contardi, José Ignacio Padilla y Cesar Moro)

Tania Favela Bustillo (Ciudad de México, 1970) es poeta y ensayista. Ha publicado los libros de poemas Materia del Camino (Compañía, México, 2006), Pequeños Resquicios (Textofilia, México, 2013) y La marcha hacia ninguna parte (Komorebi, Chile, 2018). Recientemente publicó los libros de ensayo El lugar es el poema: aproximaciones a la poesía de José Watanabe (APJ, Lima, 2018) y Remar a contracorriente. Cinco poéticas: Hugo Gola, Miguel Casado, Olvido García Valdés, Roger Santiváñez, Gloria Gervitz (Libros de la resistencia, Madrid, 2019). contratiempo

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Luis Verdejo

Guerra (en tono giocoso – coloquial tijuanense) (viernes / sábado santo) ah, que desvergue en la CLÍNICA 1 en el suelo del corazón, hacer el sprint veloz uy, el tono canallesco del hombre etiquísimo hasta el fémur ah, ni modo: ya no hay tubos de striptease, porque hay un putero de pacientes ah, no le hagas al Santo, no le hagas al Fantomas, ni al monje zen un poco de vino pa alegrar el corazón a como están las cosas: ya nadie se cree sabio y todos son científicos a como están las cosas: la madurez del reino se soba en las mil bocas de espaldas inútiles a como están las cosas, la profesión de pordiosero se incrementará ah, las abdominales están bien bravas y la maratonista dijo que se volvió una fiera ah, le mandaron un Cristo crucificado que acabó con cierta peste, en cierto país, en cierta época: rézale ah, cazar mariposas nocturnas hacen moverse las caderas y las nalgas pucha: abrir la ventana a la gordura verde: aquí todo es brecha, todo es fractura encontrar la palabra mañana que sea la mañana. sí, los pájaros invadieron la ciudad sí, los otorrinos invadieron la ciudad sí, los colmilludos invadieron la ciudad ay, ay, hay un contagiadero y un chingo de pacientes lo triste es que se fueron los viejitos y nos quedamos acéfalos: no hay Doctores internos ni internistas aaah, sácale los piojos a la ética, chaparrito abusón desinfecta el perejil échale toda la carne al asador ah, pasan los días y la CLÍNICA 1 sigue nadando de pechito después de todo: hay que pagar la renta, el gas y los nopales después de todo: no es violentamente seguro que esto termine pronto después de todo: los terratenientes siguen acaparando tierras y las inclemencias del tiempo nada les daña después de todo: lo que importa es promover el turismo sexual después de todo, que se traguen la tráquea sabrosa de la avestruz

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PRIMAVERA 2020


POESÍA

uy, uy: está cabrón: uno positivo, cuatro sospechosos el positivo se siente Pájaro - Basquiat ay, no le hagas al Cantinflas, no le hagas al Chaplin, no le hagas al Bruce Lee pucha: qué culero que esté todo tan culero: si te balean enfrente del hospital: So sorry: no te dan cama ah, tarde platónica, opacidad en el rescate intuitivo córtale la uñas al caimán ay canijo: ponte el paliacate: lávate las ingles al salir sí, que todos los hombres estén sanos sí, que todos los hombres sean felices sí, que todos los hombres vivan en paz ah, escaramuzas con el duende “dueño” de LA OBRA ah, canto chato de bloques de un barroco violento, paratáctico, oscuro a lo beatnik ahora desinfecta el alquitrán, lánzate por las chelas ah jíjoles, en pocos días estaremos en pleno pico de la curva y después el calvario uy, se retuerce la ciudad, se salen sus cosas por los bordes, la cadena insospechada continúa ah, las calles del contagio en la fogata del ocaso remoto: una temporada en el infierno del pánico: cada ruido choca en el aire duro y es un golpe de pulmón a pulmón hipocondríaco se sueña con membranas tersas, dolorosas, acezantes, redondas son pardas guardas rojizas deshaciéndose como mazapanes al sacarlas de la boca ah, sístoles y diástoles sordos: nada se oye dentro: son los 600 muertos al día in the land of Dante ay, primavera bruta: el petirrojo, rojísimo, está caliente abruma esto cual “ruleta rusa” uy uy, exclamó la doctora: hoy que salí del hospital, en la noche, sentí que iba saliendo de una guerra

PRIMAVERA 2020

Luis Verdejo. Nació en Tijuana, B. C. en 1967. Estudió Literatura Latinoamericana y Artes Visuales. Pinta y hace escultura en cerámica. En 2008 publicó el libro Poemas de la mano izquierda y en 2017 Poemas del a musa negra en la Ed. Textofilia. En 2018 publicó el libro El rumor de lo real, Conversaciones con Hugo Gola, en la Ed. Matadero.

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LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

Fingir ceguera Consejo Editorial de contratiempo

Ilustración: Diego Aguirre

L

a labor de contratiempo conlleva difundir y promo-

afroamericanos muertos -o apresados injustificadamente- a manos

ver ideas y pensamiento críticos, dar voz a lo que

de la policía estadounidense.

afecta, hiere o conmueve a nuestras comunidades, enriquecer a través de la colaboración y las experien-

Los miembros de la revista contratiempo condenamos vehementemente los recientes asesinatos de Ahmaud Arbery, Breonna

cias compartidas: en suma, aprender del otro. Nuestras páginas

Taylor, George Floyd y tantos más; muertes que reflejan de manera

buscan abrir Chicago a la diversidad y a la inclusión, sabiendo

categórica el profundo abismo que existe entre lo que debería ser

que aprendemos de nuestras diferencias y que este aprendizaje

el modelo de nación que pretende ser este país, y la racista realidad

lleva a la unión y la paz.

que es su cotidianidad. Nuestra labor nos obliga a recordar que

Por años hemos sido testigos del racismo institucional hacia

cada vez que somos testigos impasibles, nos quedamos cortos de

la población afroamericana y la gente de color en general en

lo que aspiramos: de que el sufrimiento de nuestros hermanos sea

este país. Por años hemos sido testigos, y a veces víctimas, de la

nuestro sufrimiento; su dolor, nuestro dolor; su causa, nuestra

violencia hacia estas comunidades, violencia que ha sido acarreada

causa; y su grito, nuestro grito.

desde que arribaron los primeros barcos con personas esclavizadas de África en 1619, y continúa hoy mismo con los innumerables

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No volteemos la cara; hagamos frente a la injusticia. #BlackLivesMatter #Solidaridad PRIMAVERA 2020


LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

Las vidas negras importan

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LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

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PRIMAVERA 2020


LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

Sábado de protesta en Chicago Carolina Sánchez

N

os hemos quedado sin palabras al ver el nombre de George Floyd añadido a lo que es ya una letanía demasiado larga, interminable. ¿Cuántos nombres más tendremos que sumarle a esa triste lista? Le

agradecemos infinitamente a la fotógrafa Carolina Sánchez que nos permita compartir sus fotografías de la protesta en Chicago el 30 de mayo del 2020. #blacklivesmatter #lasvidasnegrasimportan

PRIMAVERA 2020

Carolina Sánchez, después de haber estudiado música por ocho años, Carolina Sánchez empezó a participar en la comunidad musical en Chicago y ahora ya lleva diez años documentando la escena. Su pasión por la fotografía la inspiró su padre, ya que lo escuchaba contar historias de sus labores en el cuarto oscuro de El Imparcial, donde revelaba imagenes para después insertarlas en artículos. Además de dedicarse a la fotografía musical, Caro realiza retratos fotográficos y documenta otros proyectos, y le encanta cuando le llegan nuevas oportunidades. contratiempo

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LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

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LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

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LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

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LAS VIDAS NEGRAS IMPORTAN

Foto por: Niko Auer

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PRIMAVERA 2020


CONSEJO EDITORIAL Esmeralda M. Guerrero, Catalina María Johnson, Stephanie Manríquez, Miguel Marzana, Andrea Ojeda, Silvia Goldman y Leopoldo Bello COLABORADORES Jochy Herrera, Josefina Flores Estrella, Roberto López Torres, Roger Santiváñez, Santiago Weksler, Federico Navarrete Linares, Gustavo Thomas, Álvaro Hernando Freile, Francisco Boza Pastrán, Gerardo Cárdenas, Cristian Roldán, Nejla Yatkin, Mercedes Roffe, Luis García Montero, Ángela Hernández Núñez, Hector Hernández Montecinos, Esther Abellán Rodes, Alex Lima, David Matuška Olzín, Carlos Villacorta Gonzáles, Nadia Escalante Andrade, León Salvatierra, Manuel Martínez Maldonado, Ethel Barja Cuyutupa, Miguel Méndez, Eric Melecio, Crystal Vance Guerra, Fabio Andrés Duque, Raúl del Amo, Roberto Echavarren, Juan Alcántara, Tania Favela Bustillo, Luis Verdejo, Carolina Sánchez TRADUCCIÓN Moira Pujols ILUSTRADORES Diego Aguirre, Marisol C. Guzmán, John Cruz DISEÑO Diego Aguirre Fernández IMPRESIÓN Topweb, LLC DISTRIBUCIÓN Chronicle Media, LLC ENVÍO DE TEXTO E IMÁGENES info@contratiempo.net SOBRE LA REVISTA, PUBLICIDAD O SUSCRIPCIONES: info@contratiempo.net VISÍTANOS contratiempo.net | issuu.com/contratiempo | facebook.com/contratiempo Instagram @contratiempochicago DIRECTORA EJECUTIVA CONTRATIEMPO NFP Moira Pujols mpujols@contratiempo.net PRODUCTORA DE CONTRATIEMPO RADIO Stephanie Manríquez PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL Charly García PASANTE SITIO WEB Joel Rondón Pujols © contratiempo nfp (312) 427 5450 La revista contratiempo es una publicación gratuita que se imprime y distribuye trimestralmente a la comunidad hispanohablante de Chicago contratiempo.net contratiempo nfp, a 501(c)3 non-profit organization and publisher of revista contratiempo, is grateful for the support of The Field Foundation of Illinois, the Robert McCormick Foundation, the Academy of American Poets, the Community of Literary Magazines & Presses, National Book Foundation, The Walder Foundation, Chicago Park District, Illinois Humanities, institutional and corporate donors, as well as the contributions of writers, artists and volunteers who make our programs possible on the page, the airwaves and the stage.


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Este proyecto está patrocinado por el Media & Storytelling Program, una iniciativa de la Field Foundation of Illinois financiada por la MacArthur Foundation y la subvencion de Democracy Program de la Robert R. McCormick Foundation proporciona un importante apoyo adicional a Lumpen Radio para este programa.


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