Contratiempo 13 - Mayo 2004

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correctos”, y al mismo tiempo evitando ofender la sensibilidad mexicana? Lo lograron al hacer la política a un lado y dejándola detrás de los orígenes, el desarrollo y las consecuencias de la Guerra por la Independencia de Texas. Sin la política, el resultado de la película es una versión light de la “historia” y de lo “políticamente correcto”. Consecuentemente, el mensaje no se aparta por mucho de la narrativa dominante del “nacimiento de Texas”: el valor de los luchadores por la libertad que sacrificaron sus vidas para que Texas fuera libre. Por otra parte, se aparta ligeramente de la narrativa dominante al incluir luchadores por la libertad tejanos y al humanizar un poco a los soldados del ejército mexicano. Al hacer a un lado la política, la película no clarifica para nada el porqué la gente (texanos, tejanos y mexicanos) peleaba por otra cosa que no fuera la vaga noción de la “libertad” y “por Texas”. Para obtener ganancias a través de la captura del surgimiento del patriotismo pos 9/11, la película emplea la fórmula de otras películas taquilleras que capturaron el sentimiento de batallas campales, como Braveheart, Gladiator, Pearl Harbor y Master and Commander. El significado del sacrificio y la camaradería lo sacaron de películas como Black Hawk Down y Saving Private Ryan. Y parte del “surgimiento del patriotismo” viene de la reciente oleada de películas “revanchistas”, como Walking Tall, Kill Bill (Vol. I y II), Man of Fire y The Punisher, entre otras. El Álamo forma parte de esta oleada de películas revanchistas al encauzarse en la sentencia “recuerden el Álamo”. Los hechos históricos relacionados con la Independencia de Texas, incluyendo el papel del Álamo, son bien conocidos. En el caso del Álamo, si hay algunas disputas en los hechos son menores. Un ejemplo sería el caso del coronel William Travis que supuestamente trazó una raya en el suelo con su espada y democráticamente le dijo a los combatientes en las barricadas que si querían, ellos podían cruzar la raya y salvar sus vidas, pero si decidían quedarse, pelearían hasta el fin y serían recordados por la historia. Otro ejemplo sería el caso de David Crockett, mejor conocido como “el rey de la frontera salvaje”. Un lado dice que murió peleando hasta el último respiro, rendido (y después ejecutado por el pelón del ejército mexicano). Por el otro lado, se argumenta que

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David Crockett fue capturado debajo de la cama; se encontraba escondido, como dijeron los soldados mexicanos. Ahora bien, lo que se disputa es cómo se interpretan, se malinterpretan o se omiten los hechos al escribir la historia. Uno de los componentes de la gran narrativa de la historia de Texas ha sido la interpretación de la “historia erróneamente”, especialmente su “nacimiento” en 1836. De acuerdo a la narrativa dominante –los “padres fundadores”: Houston, Crockett, Travis, Bowie y Sthephen Austin, y el resto de “luchadores por la libertad”– decidieron romper con México porque se les negó una representación mayor en la legislatura de Coahuila. Al no tener “representación” –uno de los derechos sagrados de la gente libre– llamaron a la Independencia de Texas de México. El general José López de Santa Anna se rehusó a ceder la Independencia a Texas y en su lugar, encabezó un gran ejército para aplacar la rebelión. La primer batalla independentista se libró en el Álamo donde el numeroso ejército mexicano mató a todos los combatientes texanos. Esta narrativa histórica oculta los motivos reales detrás de la rebelión de los “luchadores por la libertad”. En primer lugar muchos de los rebeldes, si no la mayoría, no tenían autorización para estar en Texas. Segundo, aunque fueron los primeros indocumentados en Texas, ellos no llegaron a trabajar sino que querían que otros trabajaran para ellos. También apoyaban la expansión de la esclavitud sureña dentro de Texas y se beneficiaban de la especulación de la tierra. Por su parte el gobierno mexicano prohibía la esclavitud y buscaba controlar el flujo de ilegales sureños estadunidenses en Texas. Los “texanos” comenzaron la guerra por la Independencia y la obtuvieron en 1836, y se incorporaron a Estados Unidos como un estado esclavista en 1845. (El gobierno mexicano siguió considerando a Texas como parte de México hasta 1848.) Éste fue el primer paso para despojar a México de más territorio, “la guerra de agresión de 1847”. De todos los lugares estadounidenses, la actitud anti-mexicana más ardiente y retórica se encuentra en Texas y sus orígenes se encuentran en el movimiento sureño estadounidense para “liberar” Texas de México. Uno de los “padres fundadores”, Stephen Austin, definió la

Escena de El Álamo, 2004

“Independencia de Texas” nada menos que como “una guerra de barbarismo y de principios despóticos, realizados por los ‘perros callejeros’ de los indios-españoles y la raza negra en contra de la civilización y la raza anglo-americana”. En otras palabras, los mexicanos eran los agresores y ésta era una batalla entre la “civilización y la barbarie” y entre una “raza superior” y otra “inferior”. Esta dicotomía de “nosotros” contra “ellos” rápidamente se robusteció entre los anglos y los mexicanos en Texas y lo hizo al privilegiar los principios primordiales de los primeros sobre lo que constituye la comunidad de Texas, de las prácticas culturales a la experiencia histórica. Esto convirtió a los mexicanos en los “otros”. De igual manera sucedió con los demás grupos que no cabían dentro de la gran narrativa de la historia de Texas: Negros e indígenas nativos. El Álamo no se convirtió en un santuario de la Independencia de Texas hasta el comienzo del siglo XX cuando los promotores de San Antonio y una organización de mujeres nativistas, las “Hijas de la República de Texas” usaron el sitio de los “héroes caídos” (Crockett, Travis y Bowie) para atraer turismo y, consecuentemente, dinero. En la actualidad, miles de personas, la mayoría turistas, visitan el santuario todos los días y la identidad de San Antonio, una ciudad predominantemente mexicana,

gira en torno al Álamo. La gran narrativa de Texas, seguida con atención por El Álamo, no es homogénea, al menos no con los mexicanos porque el hilo de esa narrativa es antimexicana. Sin los mexicanos, esa narrativa no tiene peso, ni histórico ni ideológico. Un amigo tejano me contó una anécdota. Él asistió a una escuela pública mexicana en un barrio al oeste de San Antonio. La maestra anglosajona pasó una gran parte de la clase hablando sobre la Batalla del Álamo y sus muchos héroes. Al terminar de exponer, preguntó a la clase si tenían preguntas. Mi amigo levantó la mano y preguntó: “pero maestra, ¿quién ganó en el Álamo?” A lo que ella titubeó por unos instantes y luego respondió: “Bien, los mexicanos ganaron”. Y de repente toda la clase comenzó a celebrar y a aplaudir.

Juan Mora es profesor de historia en la Universidad DePaul. Es autor del libro The Making of the Mexican Border. Traducción: José Gúzmán


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