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PUNTO DE VISTA
Fotografía: Marco Iacobucci Epp / Shutterstock.com
Por FRANCISCO JAUREGUI
EL PAPA HA MUERTO, LA IGLESIA VIVE
La partida del papa Francisco al encuentro con el Señor ha dejado consternado a todo el mundo. No solo católicos, sino líderes de otras religiones o denominaciones y representantes de los diversos países han expresado su pesar y dolor por este sensible acontecimiento. Todos los medios de comunicación social, en sus diversas plataformas, han publicado o difundido esta noticia y aún continúan informando las actividades protocolares que siguen después de su proceso.
Entre muchas de las cualidades del papa, como buen latinoamericano, destacó su sencillez y humildad, que practicó desde los inicios de su gestión, en vida y después de su muerte. Renuncio a muchas costumbres o privilegios de algunos de sus antecesores, que mantenían por tradición de la Iglesia. Dando testimonio al nombre que adoptó para su misión: “Francisco”, en memoria a San Francisco de Asís, ejemplo de dichas virtudes. No eligió un nombre tradicional de ninguno de los 265 papas que le antecedieron.
Durante sus doce años de pontificado realizó 47 viajes, visitando 66 países, destacando los países con minoría católica como Egipto, Emiratos Árabes y algunos países asiáticos, donde por primera vez llegaba una autoridad de su investidura. Participó en eventos de importancia para la iglesia universal, con sectores de la población o temas donde se sintió más comprometido, como las Jornadas Mundiales de la Juventud y del Medio Ambiente; y, encuentros Mundiales de las Familias o Congresos Eucarísticos internacionales, entre otros. Por ejemplo, desde su primer viaje a Brasil se identificó con los jóvenes, a quienes tuvieron presentes durante su pontificado.

Desde que asumió su cargo, propició un cambio de actitud en los miembros de la Iglesia. “Quiero, dijo en uno de sus primeros mensajes, lío en las Diócesis, que salgan, quiero que la Iglesia salga a las Calles” Haciendo un llamado para que las puertas de las parroquias permanezcan abiertas. Igualmente, enfrentó y resolvió problemas heredados, como los escándalos de abuso sexual a niños por parte de algunos sacerdotes o laicos comprometidos en la Iglesia. Unos, luego de las investigaciones, fueron sancionados o retirados de sus cargos; y, otros pasaron a manos de la justicia, disolviendo las organizaciones que representaban, como el caso de la organización religiosa en el Perú “Sodalicios”. También, fue un defensor de la dignidad humana y los sectores más vulnerables como los niños, “abuelitos” -como llamaba a las personas de la tercera edad- y los inmigrantes, entre otros. No se mantuvo en silencio y siempre dijo la verdad. Así fueron sus duras críticas al presidente Trump ante las masivas deportaciones, manifestando que la expulsión forzada de personas solo por su estatus ilegal era privar su dignidad, haciendo un preludio de que su gestión “terminará mal”. Como inmigrante y porque Dios así lo quiere, invitó a líderes de todos los países a “acoger al extranjero” que huyen de los conflictos, de la pobreza y desastres climáticos.
Para Francisco la Iglesia es de todos, no se tiene porque excluir a nadie. Nos recordaba que Jesús no vino a curar a los sanos sino a los pecadores. Dispuso algunos cambios en la tradición de la iglesia, cómo la bendición a los homosexuales y la participación de la mujer religiosa en algunos cargos administrativos en el Vaticano que solo estaban reservados a los presbíteros. Ello generó un ambiente tenso al interior de la Iglesia, evidenciándose una vez más la confrontación entre las corrientes tradicionales y modernas, que el papa supo manejar para mantener la armonía. Estando próxima la elección del nuevo papa, algunos medios han anunciado “que la iglesia tiembla” otros esperan que se cumplan las predicciones de Nostradamus. Disculpen, pero demuestran su falta de información y el desconocimiento de algunos
principios bíblicos. La Iglesia Católica fue instituida por Cristo en la última cena, quien designó a Pedro como primer papa. Igualmente el Espíritu Santo, en Pentecostés, fue quien envió a los apóstoles a cumplir su misión por todo el mundo. El nuevo papa, como Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, seguirá conduciendo la Iglesia Católica y guiará a más de 1,400 millones de miembros, preservando la doctrina, interpretando el Evangelio y manteniendo la cohesión interna de la Iglesia.
Han transcurrido más de dos mil años, que a pesar de las traiciones y los cismas -extremismos-, de algunos de sus miembros, la Iglesia Católica se mantiene firme por la fuerza del Espíritu Santo. Los principios de la Biblia son verdades de Dios que no se pueden cambiar o adaptar al mundo, es todo lo contrario. Algunos cambios en la tradición de la iglesia, que es el otro pilar del catolicismo, fueron recogidos en el Concilio Vaticano II y que hoy están vigentes. La iglesia vive y seguirá viviendo, independientemente de los valores cuantitativos, por la presencia de Dios en las almas de sus fieles hasta la segunda venida de Cristo. Nuestra tarea, como miembros de la Iglesia, es estar preparados y vivir este año jubilar de la Esperanza, declarado por el papa Francisco, para aumentar nuestra fe y ser católicos comprometidos. Y digamos como el “oren por mí que yo estoy orando por ustedes” para mantener la cohesión de la Iglesia.










