Escénica N4. Revista del Colectivo de críticos independientes.

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ESCÉNICA

Revista del Colectivo de Críticos Independientes

COLECTIVOCRITICOS

Editorial

Durante diez años, como irreverentes constructores del panorama teatral El almacén nos deslumbró con espectáculos de calidad técnica, estética y una osada originalidad. Esa constancia y la calidad de los espectáculos crearon una corriente de público propia que aceptaba las reglas de su juego, su teatro, con el entusiasmo de un fan y con la certeza de salir de algún modo transformados en la percepción del mundo. Un teatro inteligente, con la mirada sesgada de la realidad enfocando siempre desde un lado por lo menos original y por lo más sorprendente.

Recuperando un poco de su historia, El almacén comienza a funcionar en una vieja casita de barrio (antes almacén), entregada a préstamo por la abuela Hebe de André Hübener, un bello regalo, cuando le preguntó qué quería hacer y él dijo “teatro”. Esta marca de origen, con o sin conciencia en ese momento, determinó el destino de una estética colectiva, donde los roles estaban muchas veces superpuestos o duplicados y para ello, los créditos de los espectáculos renunciaban a la identificación, se comunicaban por orden alfabético. Todos en el grupo que empezó esta aventura de André y la abuela, renunciaron desde el inicio a las limitaciones comerciales o compromisos de toda índole formando un auténtico TEATRO INDEPENDIENTE.

Delegaron el protagonismo individual, no se sometieron a las reglas no escritas de los favores e invitaciones a cambio de publicidad, y sobre todo a las normativas municipales, y ministeriales: hacían teatro en la más amplia de las acepciones, modelando y construyendo el espacio, difundiendo, actuando, realizando todos los rubros.

Espacio propio, textos propios, trabajo de equipo, y ¨naide es más que naide¨ permitieron a una generación de contemporáneos desplegar sus primeras herramientas profesionales en todos los rubros, y brillar en más de uno. Y durante diez años regalarnos un teatro que no se parecía a ningún otro. En una lista incompleta e insuficiente vimos: La langosta (2019); Claudia, la mujer que se casa (2019); La Chancha (2020), Galgos (2020); Casi maestra (2021); Guns (2022).

En esa especie de endogamia creativa comenzaron a desarrollar marcas estéticas muy identificables, gran ductilidad física, que debía contenerse en un espacio pequeño que nunca los limitó. El micro espacio que proyectaba la ilusión de un afuera macro. La música como parte central, casi un elemento más en las puestas con integrantes de gran virtuosismo vocal. La cercanía y la complicidad del público sin vulnerar especialmente la frontera ficcional. Pocas restricciones o límites para lo imaginativo (en Galgos, por ejemplo,

dos actores tomaban la actitud física de perros galgos aristócratas, pero jamás a partir de una simplificación mimética pueril, y aparecían la chicas súper poderosas del cómic)

Y un dato por demás original, la presencia de un afuera rural que iluminaba desde un cierto foco de extrañamiento al público capitalino. Esto último va de la mano con la dramaturgia de Leo Martínez Russo, teatrista casi siempre tras bambalinas, quién ha trabajado “adentro” y “afuera” ( de Montevideo, obviamente), recuperando cuestiones universales a partir de una supuesta inocencia y una verdadera sabiduría de quien vive en un contexto de proximidad interpersonal ( la vecindad o el pueblo), en contacto con las actividades primarias, y con cierto humor irónico respecto del de “adentro” que cree que sabe y observa con cierta condescendencia al paisano pueblerino o rural quien solo es ciudadano en épocas de elección.

Esta experiencia los fue preparando para la celebración de los diez años de existencia y la clausura de su espacio con el estreno del magnífico Ismael en la sala principal del Solís, que toma todas y cada una de esas cualidades y las potencia. Un espectáculo de belleza, inteligencia y profesionalismo que retoma la potencia de lo grupal, la musicalidad, la independencia de la Patria, de El almacén y de estos artistas que eclosionan en sus mejores cualidades y que abordaremos en los artículos que siguen.

Dos funciones. ¿Y ahora dónde los veremos? El lleno total del teatro no parece haber movido los hilos de productores y presupuestos para reponer un espectáculo que debería disfrutarse y analizarse por mucho más volumen de público.

Queda nuestro disgusto inscripto en las alas de los inmaculados cisnes tan ilustres como Júpiter, allí con Hebe, oronda de ver a la gurisada haciendo teatro.

Reproduzco, solo con finalidad humorística una anécdota personal. El almacén solo reservaba con transferencia anticipada y constancia por whatsapp. Llegado el día de la función recibo el mensaje que reproduzco textual:

5/3/2021. ¿Hola Gabi, como estas? Por motivos de fuerza mayor hemos cambiado el horario de Casi maestra, sería 6 y 7 a las 16:00 horas. Si el horario no les viene bien, podemos coordinar para realizar la devolución del dinero, o reagendar para el 27 o 28, horarios a confirmar. Les pedimos disculpas por las molestias.

Muchísimas gracias!

Los muy matreros le andaban huyendo a la autoridá, y entonces cambiaban los horarios para que las inspecciones no los agarraran. Además, tuve el honor casual de ser la festejada: “si viene la inspección estamos festejando tu cumple” me dijo André. Sí como no.

Gabriela Braselli

Profesora de Literarura

Investigadora y crítica teatral Co directora con María Esther Burgueño de la Escuela de espectadores de Montevideo fundada en 2006

Leonardo Flamia

Licenciado en Filosofía y docente de Matemáticas en educación media. Crítico teatral desde el año 2006 en medios como Guía del Ocio, semanario Voces y en La diaria. Colaborador de revista digital La senda.

María Esther Burgueño

Profesora de Literatura Maestranda en teatro por la Universidad de la República (UdelaR) Docente en el IPA, Universidad Católica y Universidad ORT Investigadora en teatro para la UdelaR Periodista en prensa escrita, radial y televisiva en el área de teatro Codirectora de la Escuela de Espectadores, filial Uruguay

Ana Laura Barrios

Licenciada en comunicación periodística Magister en Historia y Teoría del Teatro Crítica de teatro en Semanario Brecha desde 2009 Participa del podcast de teatro Violinistas del Titanic

Bernardo Borkenztein Javier Alfonso

Químico Farmacéutico y estudiante de humanidades Ejerce la crítica teatral desde 2005 en varios medios como Revista Dossier y Radio Cultura Ha sido miembro del Consejo Editor de la Revista ARIEL de filosofía.

Periodista y crítico de artes escénicas uruguayo Trabaja para el semanario Búsqueda desde el 2007 Fue conductor del programa radial El Iceberg en Radio Clásica de Radiodifusión Nacional del Uruguay

El Colectivo

“Cuando el teatro es necesario, no hay nada más necesario”
Peter Brook

Ismael, el hijo rechazado

Bernardo Borkenztain

“ Caminante, son tus huellas

El camino y nada más

Caminante, no hay camino

Se hace camino al andar…”

Antonio Machado

HACE ALGÚN TIEMPO, EN ESE LUGAR

El grupo teatral El Almacén Teatro ha tenido un impacto notable en el panorama teatral actual desde su ubicación prácticamente oculta en Villa Dolores. Sus espectáculos se distinguen por su originalidad y excelencia artística, tanto en los guiones como en las interpretaciones individuales y de conjunto.

Luego de eso, en la Sala Verdi tuvieron la posibilidad de ampliar su alcance y así decidieron tomar el control del Teatro Solís por solo un fin de semana; a pesar de haber duplicado las funciones, resultó que la capacidad era insuficiente.

Siempre se destaca como característica distintiva del grupo teatral el hecho de que, sin importar la composición del elenco en cada representaciónya sea numerosos (La Chancha), apenas más reducido (Claudia, la Mujer que se Casa), o incluso conformado solo por una pareja (Casi Maestra) - logran transmitir un ritmo y una fluidez impecables que han cautivado la fidelidad de un público ansioso por conocer su siguiente propuesta.

INTERTEXTO

Con un dúplex estable conformado por el dramaturgo Leonardo Martínez y el director André Hübener como piezas clave en el colectivo artístico, han desarrollado una estética propia que les permite crear un teatro profundamente político siguiendo los fundamentos del aristotelismo más puro. A diferencia de Brecht, no abordan temáticas ideológicas de manera didáctica, y es precisamente en esta singularidad donde radica su genialidad. Su conexión continua y creciente con su audiencia no pasa desapercibida.

Por ejemplo, en la obra Casi Maestra, al crear una atmósfera claustrofóbica de manera delicada al abordar la violencia contra las mujeres se logra que el espectador se identifique más profundamente ante la dura realidad de un ser humano que sufre agresiones recurrentes sin tomar acción debido al conflicto entre el miedo y el amor. Está representación resultan más impactante que un enfoque teatral centrado en declaraciones o folletos. Cualquier individuo que salga de este espectáculo sin experimentar una movilización seguramente carecerá de verdadera humanidad en su interior.

En otro escenario, se busca concienciar sobre la interacción entre las personas y la burocracia, así como abordar de manera conjunta la violencia doméstica y contra los animales (La Chancha), todo ello desde un enfoque humorístico.

En la obra Claudia: La Mujer que se casa, se pueden ver interacciones similares entre un grupo de amigas a medida que se revelan detalles tanto de lo que se dice como de lo que se esconde durante una despedida de soltera donde las inhibiciones desaparecen por completo. Cabe mencionar que Ana Fernández incluye en esta pieza a un encantador anciano dedicado a la cartomancia quien reaparece en esta representación como un tributo intertextual bajo el nombre de “Tata Melcho” como una suerte de guiño intertextual.

DONDE HOY LOS BOSQUES SE VISTEN DE ESPINOS

La onomástica en una obra nunca es inocente, si está bien escrita, al menos, e Ismael es un nombre demasiado cargado de simbolismo como para no dedicarle un instante. Por un lado, está el icónico inicio de Moby Dick, la novela de Melville, publicada treinta y siete años antes que la de Acevedo Díaz que sirve de hipotexto a esta obra musical: “Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo.”

Por el otro lado, el personaje bíblico, primero en llevar ese nombre en nuestra cultura, lleva el peso de llamarse “Dios ha escuchado” pero es desterrado con su madre al desierto por los celos de la esposa de Abraham, de quien es su primogénito. Con esta pesada carga simbólica de expulsión e instinto nómade, nace este personaje que se inscribe en la línea de los gauchos “matreros”, que no se sujetan a la ley del patrón, una suerte de hipóstasis de la del estado, que en esa época brillaba por su ausencia en la protección de los individuos desprotegidos, en especial los “mal entretenidos” o que no se avenían a trabajar en condiciones de semi

esclavitud, eternamente endeudados en la tienda de la estancia y soportando el poder absoluto de un terrateniente con veleidades de Señor Feudal, con el derecho de jus primae noctis incluido.

En estas circunstancias difíciles y llenas de desafíos inesperados, el personaje principal se encuentra en una situación complicada al enamorarse de la misma mujer (nieta de los estancieros españoles) que el mayordomo de la estancia (español también) y ser correspondido por ella. Esto lleva a un enfrentamiento violento que resulta en su victoria, pero lo convierte en un fugitivo obligado a refugiarse en la naturaleza para escapar del castigo reservado para aquellos que no respetan las normas sociales establecidas por la sociedad jerárquica en la que el que tiene vale más que el que no.

No le queda más remedio que unirse a otros renegados, criollos e indios, a los que una oportuna rebelión contra el gobierno español convierte primero en milicianos, dándoles una causa que dé sentido a sus vidas y un propósito, pero, sobre todo, pertenencia a un grupo que lo valora y protege.

El paso de renegado a soldado no es menor, porque pasa a ser clara una cosa: tiene los mismos derechos que cualquiera, y si es necesario pelear para poder disfrutarlos, siempre es un destino mejor que vivir bajo la bota de los terratenientes y sus mayordomos españoles. Respecto de los que no son españoles, sería mucho tiempo después y bajo la misma bandera tricolor, pero resignificada, que los pobres lucharían por la dignidad de sus vidas.

SE OYÓ LA VOZ DE UN POETA GRITAR

La obra es un musical, que se divide en dos niveles ficcionales definidos por lo espacial, lo temporal y lo temático.

En primer plano, dos políticos de diferentes partidos negocian como en un juego de estrategia, proponiendo intercambio de poder, riqueza y sexo por un voto que permita resolver un derecho que solamente Uruguay no reconoce en el continente: el voto consular.

Al llegar la senadora a la residencia de descanso de su colega, lo encuentra leyendo “Ismael”, con el fin de conquistar a una correligionaria, que no tiene pudor en develar, mientras se queja de lo aburrido del libro (tenemos la convicción de que jamás nadie habrá dicho otra cosa del mismo).

La actriz Soledad Gilmet es portadora de la voz narrativa que sirve como hilo conductor entre la ficción y la metaficción, pero a su vez es el corifeo que dirige acciones y predice destinos de los personajes. Sin olvidar que también se integra al coro, en especial con un personaje central, la mujer dragón “Sinforosa”, en el magistral cuadro “Hembras”.

En contraescena, los diecisiete actores despliegan un talento de actuación, baile y canto en los diferentes cuadros que estilizan visualmente las anécdotas de la epopeya de Ismael el matrero. La música en vivo de siete músicos da una ambientación tan perfecta que el grupo ha publicado en las plataformas un “audiolibro” con estas canciones, y recomendamos escucharlo.

Mientras en el musical meta ficcional vemos la lucha de los desvalidos por tener una identidad y una causa que les sea propia, por la que vivir y por la cual morir con honor, en el plano frontal (primer nivel de ficción) vemos al poder corrupto que, dos siglos después, dispone y negocia con los derechos y las vidas de quienes debería proteger con total prescindencia de sus voces y deseos. Sea por defenderlos o por mantenerlos funcionales a sus poderes, ambos senadores se arrogan ser la voz de quienes no han consultado nunca.

GOLPE A GOLPE, VERSO A VERSO

Para que este plan alcance la excelencia que despliega, , se han unido no solo la pareja aparentemente infalible de Leonardo Martínez y André Hübener, sino también todo el elenco del grupo en un nivel de integración y actuaciones individuales que combinan la intensidad dramática con toques de humor y narración fluidos y sin soluciones de continuidad.

Es imprescindible destacar el poder escénico de Soledad Gilmet en su triple rol de actriz, narradora y corifeo, en el que es su último trabajo antes de haber pasado a integrar el elenco de la Comedia Nacional.

Por último y debido exclusivamente a limitaciones de espacio debemos resaltar la labor de uno de los actores más destacados en la escena independiente reciente: Luis “Pato” Pazos en el papel de Ismael/Perico el Bailarín. El talento de Pazos como músico, cantante y actor es excepcional, pero si además le agregamos que posee un carisma extraordinario, adquiere esa cualidad elusiva que define a los protagonistas por antonomasia. Estrellas, dirían en el teatro comercial.

Cuando entra en escena le alcanza con una sonrisa o su corporalidad para adueñarse del enorme escenario del Solís, e incluso llegar a conquistar –en sentido literal – el espacio de la platea, invadiendo al público y lograr que el apático espectador montevideano rompa a cantar y hacer palmas.

Como si fuera poco, tiene además otra característica, y es la de poder integrarse en un coro con el resto del elenco sin robar el protagonismo, lo que para las personas con esa fuerza escénica no es un talento común.

Cuestionando un lugar común, si los artistas actúan como viven, Pazos debe ser un ser humano maravilloso. Pero esto es una petición de principio…

CUANDO DE NADA NOS SIRVE REZAR

El teatro de El Almacén representó siempre lo mejor del teatro político, denunciando los males de nuestra sociedad (la “polis”, en el sentido aristotélico de la palabra “político”) pero sin caer en el panfleto ni la arenga.

Con las armas nobles de textos poderosos y grandes actores bien dirigidos, ha logrado denunciar la victoria de género en Casi Maestra, las dinámicas perversas de los diferentes niveles de organización moderna: los grupos de amigas en Claudia, la mujer que se casa, las jerarquías laborales en La Langosta o las de los vecinos en Guns

Siempre con el uso bien dosificado del humor que sirve de claroscuro con la intensidad dramática de los conflictos, estos artistas se han vuelto imprescindibles para la escena montevideana por su valor en los dos sentidos del término: el de ser valiosos y el de ser valientes.

Ismael no es la excepción, en un mundo que ha renunciado a la lógica y pone las autopercepciones por delante de la realidad que perciben, aquí no dudan en llamar cobarde al cobarde o malvado al malvado, por más que esos ejemplares siempre se auto perciben valientes y buenos.

También tiene el valor de denunciar el cinismo de esos políticos que se auto perciben, a su vez, como corruptos y venales cuando realmente lo son. Lo pero es que esa es la parte más realista de la obra, pintando a los gobernantes de nuestro país bajo una luz que los hace verosímiles y hasta nos hace recordar a los que realmente tienen el poder. Obviamente, no digo que todos, digo que algunos.

En fin, solo resta esperar con ansias la reposición de esta maravilla fugaz que solamente deslumbró un fin de semana.

¡Larga vida al teatro independiente! ¡Larga vida a El Almacén!

CINEMATOGRÁFICO

Entre la épica y el musical

María Esther Burgueño

El grupo de teatro El Almacén funcionó durante diez años de manera casi clandestina. Esa era su manera de cumplir el sueño con el que nacieron: ser independientes. Se reunieron después del egreso de la EMAD y pensaron en un tipo de teatro que abandonaba los paradigmas dominantes de la actuación, la producción y los nexos con el teatro nacional.

En la casa familiar de un integrante, en Villa Dolores, en Manuel Alonso y 4 de julio funcionó el proyecto que se convirtió en uno de los secretos más conocidos de la cartelera teatral. Con André Hübener y Leonardo Martínez Russo como cabezas del proyecto surgió una lista de éxitos que conmovieron nuestra escena: Schmürz. El hombreque quedó ido, Hyde. La niña que quería morir, Claudia la mujer que se casa, La Chancha, La langosta, Casi maestra, Guns, Galgos.

En 2024 y con su sala inaugural desaparecida deciden celebrar los diez años de propuesta

independiente en un espacio de gala. Así nace el proyecto de Ismael: un musical tupamaro. Título provocativo y llamador. Porque la idea de “musical” está atravesada por la noción de megaespectáculo o de brillos técnicos de escenarios complejos y temas comerciales y porque no parece haber nada más reñido con el espíritu montaraz del gaucho tupamaro (i) que andar cantando y bailoteando en escena.

UN TEXTO ABRUMADOR QUE SE PONE PLUMAS DE PELÍCULA.

Ya que la idea es reafirmar la independencia Hübener y Martínez se preguntan porqué no tomar un relato que tenga ese tema. Y así llegan, casi azarosamente, al ciclo novelesco de Eduardo Acevedo Díaz conocido como Tetralogía histórica o trilogía histórica según la impronta del catalogador de turno.(ii) Wikipedia se inclina por lo segundo. El escritor y académico Hugo Burel, quien ocupa el sillón de Acevedo Díaz en la Academia habla sobre esta cuestión en su discurso de aceptación del

nombramiento (iii) inclinándose por lo tetralógico. Habla allí de la condición de novela romántica, escrita en el exilio que, junto con Facundo de Sarmiento, es el hecho inaugural de las literaturas rioplatenses. Habla también de la creación en base a “cuadros históricos” y señala un dato interesante: que Ismael será un personaje recurrente en la narrativa de Acevedo Díaz.(iv) Con ello escapa de la individualidad para insertarse en la tipología: es el gaucho rebelde arquetípico. Burel señala la impronta cinematográfica de la novela (v). Esto nos deposita nuevamente en los planes de la dupla creativa para este espectáculo. Según contaron en charlas dictadas en la Escuela de Espectadores (vi) buscaban una obra contundente, que tuviera un despliegue de energía casi “a lo Hollywood”. El propio texto confirma estos dichos. Y cito:

SINFORA. ¿Qué tal?

SENADORA. Podría ser una película de Hollywood.

SENADOR. Coincido plenamente, en esta oportunidad, con la mirada crítica de la senadora. (vii) (el resaltado es nuestro)

¿Por qué es necesario buscar ese impacto visual?

Porque la novela resulta aburrida al lector de hoy, con sus excesos descriptivo, con su retórica de época y es muy difícil que el espectador dedicado se atreva a leerla nuevamente antes del estreno.

Doy fe. También ese hecho es tenido en cuenta en la creación y la situación que lo confirma es de por sí, muy graciosa.

La pieza se articula sobre una doble estructura espacio- temporal.

a) El pasado, 1811, la campaña en armas, el gauchaje insurrecto a punto de dar el Grito de Asencio. Las sombras tutelares de Artigas, Rivera, Venancio Benavídes y hasta Perico el bailarín, ordenan el devenir de la lucha de un grupo de indios, gauchos, mestizos, que tienen el instinto de recuperar su territorio y su dignidad.

b) El presente – 2024- en que dos senadores, un hombre y una mujer, se encuentran en un balneario para intentar llegar a un acuerdo sobre el tema del voto epistolar. El senador se encuentra perturbado por la obligación de leer Ismael de Acevedo Díaz, no por un deber cultural, sino para “hacer buena letra” con una correligionaria.

SENADORA. ¿Qué lee?

SENADOR. Acevedo Díaz. Ismael.(viii) (escena 1)

Y en la escena 3:

SENADORA. ¿Cómo va la novela?

SENADOR. No me ha enganchado.

SENADORA. ¿Y por qué no la deja y vamos a nuestro asunto? Esa ley tiene que aprobarse.

SENADOR. ¿Sabe qué pasa? La semana que viene inauguro una biblioteca en Mercedes, mi pueblo.

SENADORA. No es necesario leer una novela para inaugurar una biblioteca.

SENADOR. Es que a la inauguración va a ir la edila nueva, que es profesora de Literatura, especializada en Acevedo Díaz.

Leonardo Martínez comentaba que había leído, en sus tiempos de liceal, El combate de la tapera de Acevedo Díaz y que recordaba su vinculación con las patriadas y el tema de las “mujeres dragón”. Eso lo llevó a pensar en el autor. Pero en el momento de buscar la novela tropezó, como nosotros, con lo arduo del lenguaje y actuó en pro de otro asunto: la obra.

ALERTA: FELIZMENTE SPOILER.

Hay un personaje que articula los dos tiempos a que aludíamos: Sinforosa En la novela ella es una “cruda amazona del escuadrón volante” (ix) . Una de las mujeres dragones que animará uno de los mejores cuadros del musical. El personaje en la puesta se multiplica: es el nexo, es la Sargento, es una más del grupo de coreutas. Pero además Sinforosa, asumiendo el rol de narradora, trata de vencer la resistencia al texto del Senador (que se suma a las que ya mencionamos) y argumenta ante la afirmación del parlamentario:

SENADOR. Es que la novela es un bodrio.

SENADORA. Un folletín.

SINFORA. Les prometo que se pone apasionante. Episodio del toro.

En la voz de Sinfora se traduce la selección de episodios de los autores y adaptadores que integrarán los cuadros del musical: Episodio del toro, episodio del yaguareté, saltéese unos capítulos, compiten Almagro e Ismael por ser el más rudo baqueano, se pica el melodrama, ahora Ismael se une a la rebelión ¿se entiende?

PROGRAMA DE LUJO

Así nos enteramos de que la comedia musical comprende 16 cuadros Al público se le reparte un extraordinario programa que es, a la vez, un audio libro Contiene todo el texto, ilustraciones para cada sección de Marcelo Mattos, los créditos completos y un código QR que nos lleva a todas las canciones y músicas de la obra a través de YouTube. Creo que nunca recibí en Uruguay un programa de esta categoría y utilidad Para proporcionar al público lo mejor, El almacén había repuesto en la Sala Delmira Agustini del Teatro Solís Casi maestra, una obra notable con Camila Vives y Mariana Escobar También en esto fueron independientes y autoválidos

En el audio libro y en el programa menor está reproducida una quijada de caballo que alude al retorno al pasado, a lo fósil, pero que, para sorpresa de todos es uno de los instrumentos de que se vale la Banda para musicalizar el espectáculo desde el foso. El maestro Juan Frache dirige y musicaliza las canciones de cada cuadro, las que compuso junto a Sebastián Torres y que, usando como fondo la pared que cierra el escenario, se muestran con gran belleza por el efecto de la luz y por la mano de Agustín Banchero, el querido cineasta nacional que aporta los efectos audiovisuales.

El elenco confirma lo que ya sabemos en cuanto a talento. Pero además revela una capacidad de trabajo enorme Nos contaba Leonardo Martínez que hace más de dos años que ensayan el espectáculo y que hacían jornadas en el interior, particularmente en Fray Bentos donde Martínez tiene su otro polo creativo, donde se concentraban lejos de sus familias y otros asuntos Una anécdota curiosa es que la primera convocada para el papel de Sinforosa fue Mané Pérez Pero cuando su don de cantar y actuar hacía las delicias de todo, ganó el concurso de ingreso a la Comedia Nacional. Luego tomó esa responsabilidad Soledad Gilmet, otra intérprete todo terreno A ella fue a quien vimos en la obra Pero Soledad acaba de ingresar a la Comedia Nacional y para un reestreno no estará. Imagino que muchas actrices querrán ser el reemplazo por aquello de no hay dos sin tres

ENTRE LA CARICATURA Y EL CINE

Como cuenta Sinforosa Ismael Velarde aparece en la novela recién en el capítulo VIII. Se lo describe como un gaucho joven. Representaba apenas veintidós años, y solo un bozo ligero sombreaba su labio grueso y encendido. El cabello castaño y ensortijado, caíale sobre los hombros en forma de melena.

Recién en el Capítulo X se revela su nombre y su condición: Ismael Velarde era un gauchito sin hogar. Pero está adornado de todas las virtudes que se requieren de un matrero: la intuición, la fuerza, el conocimiento del terreno, el instinto, el don del canto. Ha aparecido el protagonista.

Digo aquí, y me propongo recordarlo, que Luis “Pato” Pazos es un actor singular dentro de nuestros escenarios. No solamente es muy bueno, es diferente. Tiene una plasticidad corporal que impacta. Recuerdo a los que vieron Extractos de Leonardo Martínez y con Renata Denevi, su personaje del Genio que vendía publicidad, bailaba break dance, tocaba la guitarra y cantaba. Recién acaba de bajarse del escenario de Filtro de y por María Goiricelaya donde hizo cerca de 30 personajes sin parar un segundo. Y creo que en Pazos resumo el carisma del grupo encarnado en una persona. Él es Ismael, pero también el Perico el Bailarín. Acevedo Díaz dice hablando de Pedro José Viera: Cuando Perico, como le llamaban los paisanos, cogía sus zancos e iniciaba sus vueltas y quiebros en el patio con pasmosa destreza, era ésta la señal de «armarse el baile». El carismático brasilero que peleaba por el gusto de pelear y que era inspiración para la paisanada ocupa en la obra el episodio 7, llamado “El ombú” donde ingresa Perico y se adueña de las acciones con su baile hipnótico. Cuenta André Hübener que cuando Pazos se enteró de esta habilidad se ofreció inmediatamente para practicar en zancos. Finalmente, no lo hizo, pero si ingresó con una energía inmensa cantando “Ah que beleza” y saltando desde el escenario a la platea con movimientos de Capoeira, contagiando al público con palmas y cantos. Cuando la escena termina se juega con el momento de impersonación: Perico. ¿Eu? Não, não. Ismael. Eu não sou. Eu sou Esmael. Luego vuelve a su personaje.

Hay un recorte de la luz sobre el vestuario en negro

delelencoquepermiteverlosyvolveraverlosen sussombraschinescas,ensusimágenes agrandadasporelclaroscuro Vistasdesdelaplatea lasfigurasquebailanpericón,queseciñenenel amorcomosiunamujerfueraunaguitarra,que combatencuerpoacuerpoysedegüellan,que reptanporelpaisaje,tienenlaentidadquese buscabadeunapelículaconhistoriasdeamor contrariadas,pérdidas,enfrentamientosentreel muchachitoyelotro,guerraslibertarias,festejos aguardentosos:“Chupen,chupen”

Yenunnivelmáscercanolasimágenesme recordabanalasdeInodoroPereyra,el“renegau”,la historietadeFontanarrosaquedesde1972fundóla figuradeestegauchopampeano Lalíneaquedefine loscontornos,lasmáscarasquelosactoreseligieron parasupersonaje,losapliquesdecabelloode utileríaenlascabezasmellevarongozosamente hastaallí

Solounacosahaceruidoenmipercepcióndel Ismaelmusical:¿Cómoesposiblequeeseesfuerzo descomunalquedeancladoendosfuncionesy media?(incluyendounadeextensióncultural) ¿CómolosdosteatrosSolísdesbordantesque aplaudieronhastadejarlasmanosrojasnotiene másoportunidades?Esunaapuestacostosa,hubo gentequecedióestudiosdegrabaciónylugaresde ensayoparaqueestafiestafueraposible Alguien tienequeavisarlesalosprogramadoresdesalas quecuentencontodoloqueestapuestademanda quetienequevolverparahacerunatemporada larga,paraquemuchospuedantransitareste espectáculo Quedamosesperando

(i)AcevedoDíazhabladeltupamaroenlanovelaIsmael:agréguesetodoestoalaeducaciónimpuestapor elsistema,yseinferiráporquélostupamaros,aunabrigandolosinstintosenérgicosdeunarazaqueva alejándosedíaadíaporhechosquenotrasciendendesufuenteoriginaria,yfavoreciendosus propensionesderebelióncontralacostumbreenlavidadeldespoblado,veíanseenelcasodesofocar esosarranquesvirilesydeadormecerlosanhelosvagosydesconocidoshaciaunaexistencianueva,queel misterioyelpeligrohacíanmásadorable.(https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ismael-0/html/ff1b1f38-82b1-11df-acc7-002185ce6064_3.html#I_17_)

(ii)Ismael(1888)eslaprimeranoveladeunaseriehistóricaqueescribióEduardoAcevedo Díaz(1851-1921)yqueconstituyelaepopeyaenprosadeunpuebloenluchaporsuindependencia.Ensu trilogía,Ismael,NativayGritodegloria,serecogenlosepisodiosmás sobresalientesdelavidauruguayadesdeellevantamientocriollocontralosespañoleshasta labatalladeSarandíen1825.

(iii)http://www.academiadeletras.gub.uy/innovaportal/file/126628/1/revista_anl_13_2017_a16.pd (iv)PorsupuestoqueelpersonajedeIsmaelhabrádeaparecerenotrasnovelasdelatetralogíayello confirmasuvalorinicialenelterrenodelaficción.Ibídem

(v)Siseanalizancondetención,muchospasajesnarrativosdeAcevedoDíaztienenunaimprontade montajefílmico,deprimerosplanosypanorámicas,demovimientosdecámaracuandoestaaúnnohabía sidoinventada.Ibídem

(vi)EscueladeespectadoresUruguay,@espectadoresuy

(vii)LacitaprovienedeltextocedidoporloscreadoresparasuusodidácticoalaEscuelade Espectadores

(viii)EstaytodaslasreferenciasaltextoprovienendeltextocitadoenlanotaVI

(ix)www.cervantesvirtual.com/obra-visor/ismael--0/html/ff1b1f38-82b1-11dfacc7002185ce6064_4.html#I_22_

Un western oriental

En 1968, cuando se cumplían ochenta años de la primera edición de Ismael, el periodista y crítico literario Ruben Cotelo escribía: “A ese pueblo postrado y desanimado había que mostrarle no todo el pasado, sino ciertos fragmentos bien elegidos y desplegados en una suerte de western estimulante y dinámico, heroico, muy heroico”. Y como un western estimulante y heroico parece que el equipo de El Almacén entendió a la novela de Eduardo Acevedo Díaz publicada en 1888 si seguimos algunas palabras de Leonardo Martínez, responsable de la versión teatral de la novela. En una entrevista concedida a Macarena Langleib para La Diaria Martínez confiesa que Ismael surge de una pregunta que el director André Hübener le planteó al colectivo: “¿qué haríamos si fuéramos Hollywood, si tuviéramos esa capacidad de producción casi ilimitada”. Y Martínez propuso Ismael, que “tiene el condimento hollywoodense del muchachito y la muchachita, que además atraviesa lo épico, las batallas de la revolución, de la lucha en contra de la opresión española, la lucha por la independencia”. Pero si la primera intuición de Martínez se condice con la potencialidad de “western” que contenía Ismael, veremos además cómo la obra articula un relato en el que también late la pregunta sobre nuestro origen, y sobre cómo nos vinculamos en la actualidad con los diversos relatos sobre nuestro origen.

RELATOS

Eduardo Acevedo Díaz nació en 1851, poco antes del fin de la Guerra Grande. Su abuelo materno, el general Antonio Díaz, participó de las guerras de la independencia y apoyó al gobierno de Oribe en el Cerrito. Según cuenta Cotelo, el abuelo de Acevedo Díaz redactó unas memorias que le sirvieron al nieto para su ciclo de novelas históricas al que pertenece Ismael. La generación de Acevedo Díaz nace en un territorio que todavía estaba en discusión como entidad política independiente, y es parte de su tarea construir una mitología que dé sustento a esa nacionalidad precaria, generada casi accidentalmente. Francisco Bauzá escribió la Historia de la dominación española en el Uruguay en 1880, Carlos María Ramírez su Artigas en 1884 y Juan Zorrilla de San Martín había publicado La leyenda patria en 1879. En 1884 el dictador Máximo Santos le encarga a Juan Manuel Blanes su famoso retrato de Artigas en la puerta de la ciudadela. Esa pintura que le pone rostro a un caudillo que había muerto en 1850 en Paraguay estigmatizado bajo la “leyenda negra” y que por supuesto no tenía nada que ver con un país llamado Urguay. En ese contexto intelectual es que se construye un relato sobre nuestro origen que todavía se enseña en las escuelas, y al que Acevedo Díaz aporta su ciclo de novelas históricas iniciada con Ismael en 1888.

Acevedo Díaz forma parte, entonces, de un proyecto generacional de construcción de nuestra nacionalidad, y ese proyecto lo lleva incluso a abandonar el partido al que pertenece por herencia familiar Si bien participó de los alzamientos de Timoteo Aparicio y en el de Aparicio Saravia de 1897, hacia 1903 encabezó a un sector del Partido Nacional que votó a José Batlle y Ordoñez como presidente, lo que le costó la expulsión del partido Más allá de consideraciones coyunturales, la presidencia de Batlle terminó de afirmar una fisonomía determinada a nuestro país que permanece hasta el presente.

Ochenta años después de publicada Ismael, cuando Alberto Methol Ferré escribe El Uruguay como problema el proceso político fundacional ya tenía décadas de ser releído en clave crítica Es en ese momento en el que Cotelo señala que al pueblo postrado y desanimado de fines del siglo XIX había que mostrarle “fragmentos bien elegidos” de nuestro pasado, ya que “No se podía ni debía contar la historia exactamente tal como fue, mucho menos revelar la verdad del federalismo artiguista, y el texto exacto de las leyes del 25 de agosto, el origen mediatizado del Estado Oriental bajo la protectora mano de Su Majestad británica” Esos son años en que el relato sobre nuestro origen se cuestiona y en donde “la verdad sobre el federalismo artiguista” genera movimientos políticos antagónicos La crisis política y económica desemboca en un Palacio Legislativo invadido por militares, en persecución política, golpe de Estado y exilio de miles de personas

EL ALMACEN FEDERAL

El Almacén es un colectivo teatral que hace una década empezó a construir una estética muy vinculada al espacio en donde investigaban y presentaban su trabajo La independencia en su caso nunca fue una declaración, sino una práctica que fue generando, además de una estética propia, un público y una forma particular de vincularse con el resto del medio teatral montevideano Hace algunos años Leonardo Martínez, oriundo de Fray Bentos, nos contaba que venía a Montevideo desde 2009, pero recién en 2013 alguien de la capital le preguntó si tenía donde quedarse cuando venía Esa persona fue André Hübener “Ese gesto me hizo sentir muy cercano -contaba Martínezen el sentido de que es lo que pasa cuando vas para nuestros lares, no se nos ocurre no preguntarte eso Y yo he venido mucho a Montevideo y nunca había un anfitrión claro” El vínculo naturalmente se trasladó al trabajo escénico, y Martínez fue el responsable de la dramaturgia del primer espectáculo de El Almacén: Schmürz. El hombre que quedó ido, estrenado en 2014. Pero Martínez también siguió trabajando en el Litoral uruguayo, en grupos de Paysandú, Fray Bentos o Carmelo, y mediante diversas formas de intercambio y de articular presentaciones en festivales surgió lo que llamaron Liga de Artes Escénicas del Litoral Fueron muchos los espectáculos en que Imagina de Paysandú, La Caja de Carmelo, Teatro Sin Fogón de Fray Bentos o El Almacén se vincularon creativamente, estableciendo un intercambio que conformó un “federalismo” más ideológico que territorial.

Un factor clave para que el trabajo de la Liga fuera conocido en Montevideo fue la Sala Verdi, que generó espacios para que los espectáculos del Litoral se presentaran, y también para que El Almacén adaptara su estética a espacios mayores y se ampliara el público que pudiera disfrutar de sus trabajos. Con el tiempo la idea de una coproducción de la Liga con la Verdi fue tomando forma, y se cristalizó en Galgos, espectáculo estrenado en años de pandemia, en donde un personaje central era Venancio Benavides Y justo Venancio Benavides es el nombre de quien, junto a Pedro José Viera, encabezara el alzamiento conocido como Grito de Asencio que en febrero de 1811 daba inicio a la “revolución oriental” Un Grito de Asencio que transcurrió en localidades que hoy integran nuestro Litoral y que es el puntapié para el “federalismo artiguista” y otros sucesos históricos que se ficcionan en la novela de Acevedo Díaz de nombre Ismael

Finalmente, para festejar los diez años de su primer espectáculo, El Almacén amplió su espacio de trabajo y llevó la novela de Acevedo Díaz al principal escenario de nuestra ciudad: el Teatro Solís.

ANTROPOFAGIA ESCÉNICA

Oswald de Andrade convocaba hace un siglo a una práctica artística antropófaga, que “digiriera” los elementos de la cultura europea y los devolviera como productos brasileros, no como copias Si bien el enfoque aquí es distinto, no se me ocurre otra forma para denominar lo que El Almacén hizo con Ismael. Lo cierto es que se reconoce la anécdota, el contexto y las implicancias políticas de la novela, pero la forma en que esta es traducida al escenario tiene la impronta estética, y también política, del colectivo

El espectáculo comienza en un presente indefinido, un presente en el que un senador recibe a una colega que espera convencerlo de votar un proyecto de Ley vinculado al voto de

uruguayos que viven en el exterior La discusión, más centrada en intereses políticoelectorales que en lo que implica la Ley, se alterna con comentarios que el senador realiza de la novela que está leyendo, Ismael Y si la ambivalencia del senador puede hacernos pensar en el Acevedo Díaz que siendo blanco apoyó a Batlle y Ordoñez, la peculiar forma en que entabla su diálogo lo aleja de nuestros preconceptos sobre los “dotores” montevideanos Pronto sabremos que el senador es de Mercedes, ciudad donde se origina la revuelta oriental y que pertenece al área de influencia del Litoral de nuestro país

El diálogo de los senadores permite al colectivo artístico comentar los hechos de la novela desde el presente, y enfocar algunos sucesos desde perspectivas distintas. Eso es un primer punto que enriquece la lectura, porque abre las interpretaciones de los hechos de Ismael, no las clausuran. Pero además aparece implícita una crítica a la forma en que se resuelven algunas discusiones parlamentarias, ese ámbito en que hoy día se sustituye el enfrentamiento que antaño se resolvía con “lanzas”

Pero el centro del espectáculo son las escenas de Ismael que aparecen entre los diálogos de los políticos Y esas escenas aparecen bajo un concepto plástico que impresiona. Se suceden cuadros que traducen al escenario las peripecias de Ismael apelando a multiplicidad de recursos, entre los que se destaca la composición plástica que se genera mediante el diseño de luces y el vestuario, o la organicidad con que la música ejecutada en vivo y el movimiento coreográfico se entretejen El diseño sonoro es clave, y propone sonoridades que nos ubican en los diversos contextos culturales enfrentados, el rural “oriental”, el español o el “brasilero” (por supuesto que hay recursos utilizados de forma anacrónica, pero la función es lo central aquí) El movimiento del elenco parece señalar también, a modo de tragedia griega, la

transición de la historia colectiva a la individual a partir de la “singularización” de algunas situaciones en personajes individuales Hasta el ambiguo concepto “oriental” aparece con variedad de matices en la elaboración plástica

Respecto a las actuaciones, es claro que las de Leonardo Martínez como el senador y la de Sofía Espinosa como la senadora tienen un rol clave, y se destacan También Soledad Gilmet aporta una individuación relevante desde su Sinfora que narra y contextualiza los hechos históricos Pero es imposible no destacar a Luis Pazos, un actor que despliega infinidad de recursos para conectar a sus personajes con la platea Hay un momento particular en que todo el Teatro Solís queda pendiente de sus movimientos, y la platea sigue al actor como si de un encantador se tratara.

Ismael es un enorme espectáculo que demuestra la gran capacidad artística de un colectivo que generó una estética definida en un espacio reducido, pero que es capaz de aprovechar cada centímetro cuadrado de espacios de mayores dimensiones manteniendo su personalidad artística y su capacidad de sorprender a la platea Ismael tiene mucho para aportar a nuestra escena todavía, esperemos que la puedan seguir contando

PAISANO. ¿Quién vive?

ISMAEL. Tupamaro.

PAISANO. Ayéguese, hermano. ¿lo trujieron mal?

ISMAEL. Quemándome los lomos. suerte que le criaron alas al alazán.

PAISANO. Alazán tostao, primero muerto que aplastao.

LIENZOS

Rebeldes con causa

Ana Laura Barrios

El colectivo El Almacén teatro se propuso un gran montaje para celebrar sus diez años: la puesta en escena de Ismael en versión teatral de Leonardo Martínez Russo (inspirada en la novela histórica de Eduardo Acevedo Díaz escrita en 1888) y dirección de André Hübener. Cuando hablamos de diez años es un montón de tiempo que ha pasado para una compañía rigurosamente independiente (autodefinida como un espacio creativo independiente autogestionado). Y es inevitable mirar para atrás y encontrar recuerdos siempre atravesados por la sorpresa que generaron sus montajes anteriores, en aquella entrañable esquina de Manuel Alonso y 4 de julio (la casa-esquina de Villa Dolores que albergaba las puestas del colectivo, hasta hace poco, y pertenecía originalmente a los bisabuelos de Hübener, quienes llegaron a Uruguay escapando del genocidio armenio y tuvieron allí un almacén de barrio) Por aquellas puestas pasaron muchos actores de sobrado talento, hoy con destacados trabajos en la escena local. Y el Almacén teatro cuenta con el sello artístico de la dupla

Martínez- Hübener quienes han sido en su mayoría responsables de los textos y la dirección de las puestas que el grupo ha llevado adelante.

La mayoría de propuestas lograban un lenguaje donde la música y la iluminación, además de un código de actuación atravesado por la parodia y el absurdo, eran protagonistas. Ambos elementos siempre destacaban dentro de la narración y el grupo contó además con artistas ¨globales¨ con un desempeño físico y vocal que deslumbraban en su ejecución (recuerdo en varias oportunidades el destacado trabajo vocal de las actrices Lucía Bonnefon, Camila Vives y Marita Escobar) En ese sentido la propuesta de Ismael se convirtió en un llamador para el público, el de siempre y el nuevo: por el conocido talento que el grupo tiene y su trayectoria de una década, por el desafío de llevar adelante un contenido sobre una novela histórica escrita hace ya mucho tiempo y por la sorpresa (y la curiosidad) de poder ver a El Almacén teatro (hito en el circuito alternativo) en la sala

principal del Solís, nuestro escenario más importante. Más allá de algunas propuestas anteriores en Sala Verdi (La Chancha, Galgos, Claudia, la mujer que se casa) o la Zavala Muniz y la sala Delmira (La Chancha, Casi Maestra) los montajes de este grupo artístico destacaban por realizarse en un espacio pequeño, fuera del circuito céntrico, para pocas personas y hasta con muy poca difusión (era clave en su dinámica el boca a boca). En este sentido en la difusión de la pieza Guns que se presentó en el Festival alemán ¡Adelante! en 2024 el grupo afirmó: ¨ El Almacén confiesa que entiende la creación artística sin apoyo económico del Estado y por fuera de cualquier formato institucional; intenta así generar un terreno más abierto de libertad creativa; y su investigación se define en la constante búsqueda de un sentido al propio hacer teatral, y bajo un supuesto que defienden, ante todo: hacer teatro con amigos.¨

Pero Ismael llegó por dos funciones al escenario principal del Solís. Y aquella presentación fue un magistral ejercicio de teatro musical (¿podría llamarse tal vez opereta? El grupo lo denominó ¨musical tupamaro¨), un montaje de grandes dimensiones con un elenco con 18 actores en escena y una orquesta en vivo de siete músicos con dirección musical de Juan Frache y música original de Frache y Sebastián Torres.

Al entrar a la sala recibimos un hermoso audiolibro que contiene las escenas-episodios, un acertado material que queda para ampliar la información de lo allí visto luego de la obra, y para transitar en conjunto el contenido de este texto que no deja de ser complejo para digerir al instante (hoy las canciones pueden escucharse en youtube). Cuando comienza la obra, lo que allí vemos parece ser algo bien distante de aquellos montajes íntimos en la sala propia de El Almacén, pero poco a poco varias imágenes nos rememoran lenguajes, personajes y varios guiños a obras anteriores (como la estética de Galgos o personajes como ¨La vieja del Paraguay¨ que recuerda a ¨la vieja¨ del universo de La Langosta)

Un grupo de actores vestidos de negro comienzan a desplegar todo su talento corporal para montar escenas coreográficas y de lucha. El color negro del vestuario les da neutralidad, atemporalidad, posibilidades lúdicas de transformación y sentido de conjunto (en un excelente concepto de vestuario a cargo de Paula Kryger y Mariana Pereira). Ante nosotros un gran coro que desarrolla un relato épico, sobre nuestra gesta fundante. A su vez ese vestuario permite componer cuadros con las siluetas en la proyección de luces y sombras que generan un trabajo visual y plástico con la pantalla de fondo (inspirado según cuenta Hübener en conversación con la Escuela de espectadores en el trabajo del director estadounidense Robert Wilson) composición visual (la destacada iluminación está a cargo de Ivana Domínguez) que se apoya en la caracterización del maquillaje, en un estilo clown blanco con ribetes guerreros en los rostros.

El dispositivo demuestra el trabajo colectivo, que coloca en un plano horizontal a todos los elementos tanto técnicos como actorales, tanto texto como dirección. Para Bob Wilson en su teatro todo era música, y algo similar a ese concepto transpira Ismael: hay una gran composición para trabajar sobre un texto que de base no es fácil (el original que narra la vida de un hombre de campo y de las costumbres de la llanura uruguaya, y sigue sus peripecias como matrero, trabaja sobre el lenguaje gauchesco y los lunfardos) y para que el público pueda seguir y acompañar este

ejercicio el montaje incorpora subtítulos en simultáneo. Los dispositivos de Bob Wilson son catalogados bajo el concepto de teatro de imágenes o visual, donde la palabra queda en segundo plano. No es el caso de esta puesta, que si bien lo toma como referencia en su creación pictórica, utiliza los recursos visuales (a cargo de Agustín Banchero) para reforzar el relato. No es poco decir que este proyecto demandó un trabajo de investigación del equipo que llevó por lo menos dos años. Ese resultado se ve en la escena, y resulta un tanto injusto y hasta inverosímil, que un trabajo creativo de estas dimensiones sobre un material que involucra nuestra historia haya tenido tan solo dos funciones. Ojalá el destino acompañe a este montaje a seguir su camino, con largo aliento, como el trabajo artísitico que está involucrado en llevarlo adelante se merece.

Es un aporte dramatúrgico interesante, el que busca desarrollar Martínez Russo, al conectar el texto histórico con una anécdota más contemporánea que coloca a dos senadores (interpretados por Leonardo Martínez Russo y Sofía Espinosa) que podrían ser de dos partidos reconocibles en nuestro medio político (aunque no explicitado) a discutir la aprobación de una ley de voto consular.

Batallas dialógicas actuales se van tejiendo en paralelo con el recuerdo de las luchas en ¨el tiempo de las lanzas¨. Un personaje articula el relato: la Sínfora (interpretada con gran presencia escénica por Soledad Gilmet) narra mientras explica situaciones y va presentando personajes y es un nexo entre el presente y el relato épico que se evoca. En el devenir de la historia se va tejiendo este ¨musical tupamaro¨, que cuenta la vida de Ismael, el criollo rebelde que se enfrenta a los españoles: un fuera de la ley que se convierte en héroe. El protagónico en este caso es de Luis¨Pato¨ Pazos, un actor que cuenta con un talento corporal y musical que hace que caracterice a un Ismael fuera de serie, que quedará en la memoria de todos quienes hayamos tenido la suerte de presenciar el montaje.

Pazos participó en los proyectos anteriores del colectivo Galgos y La Chancha e introduce, además de una composición entrañable de este matrero rebelde, los momentos de humor que van acompañando las situaciones y los personajes históricos (es un punto alto de la puesta su performance del personaje de Perico el bailarín, oriundo de Porto Alegre). Pasan por este relato personajes históricos como Fructuoso Rivera, Juan

Antonio Lavalleja, José Gervasio Artigas , el indio Tacuabé y se mencionan episodios como el Grito de Asencio y la Batalla de las Piedras, se relata el enfrentamiento entre tupamaros (sinónimo de criollos y rebeldes, forma despectiva de llamar a los gauchos rebeldes) y godos (opresores españoles, así llamados en la Banda Oriental) En un análisis literario sobre la novela de Acevedo Díaz el profesor y escritor Hugo Burel la define como el amanecer de la novela uruguaya y destaca la figura del autor como periodista y también combatiente político, que escribió este texto fundante desde el exilio Al respecto resume: Lo histórico integra esa ficción que está definida por el propio título de la obra: Ismael Su personaje central, Ismael Velarde, una creación novelística de cabo a rabo asume el estereotipo del gaucho pero sin dejar de ser individuo, es decir, asumiendo un espesor narrativo, una carnadura que Acevedo Díaz le confiere para que su periplo vital no vaya guiando por esos sinuosos itinerarios a campo abierto, descritos con minucia topográfica, botánica y zoológica como nadie lo ha hecho en nuestras letras (1) Recordamos que en 2020 la dupla Peveroni-Dodera trabajó sobre el cuento El combate de la tapera (1892) de Acevedo Diaz en el montaje El accidente Pesadillas patróticas y otras creencias

Del elenco, además de los ya mencionados, forman parte varios actores que han pasado durante estos diez años por proyectos de El Almacén y otros que se incorporan: Alfonso Balbis, Luche Bolten, Lucía Bonnefon, Javier Chávez, Ana Fernández Ferrín, Patricia Fry, Martín García, Carmen Laguzzi, Leonardo Martínez, Marcelo Mattos, Constanza Orellana, Bruno Travieso, Sebastián Torres y Camila Vives (en el rol de Felisa, hija de los estancieros españoles de quien Ismael se enamora) El conjunto de actores logra una unión en el escenario que da la fortaleza y el dinamismo que los códigos del musical requieren. La música es un elemento siempre incorporado en la forma de contar del grupo, pero no como forma narradora principal. Muchas veces trabajado desde las cualidades vocales de los actores, otras como interpretaciones musicales de instrumentos en vivo y también como la generación de universos donde lo sonoro era la forma principal de contar

Recordemoslapotenteoescenafinalconbanda derockenvivoenLaLangosta,porejemplo,ola presenciaenellivingfamiliardelmúsicoJorge Portilloqueinterpretabacomposicionesinéditas enlapuestadeSchmurz Elhombrequequedó ido

Otradelaslíneasdeinterésquerecurreen IsmaelesquenuevamenteMartínezRussopone elojoenabordarladicotomíacampo-cuidad, local-extranjero,ytambiénlasluchasconaquel consideradodelafueraqueactúacomo amenaza.Aquílosgodoscontraloscriollos,este relatoépicoyfundantequeseevoca,delamano delsenadorqueestáleyendolanovela(presente comoobjetoenelescenario).Asuvezen paraleloladiscusióncontemporáneaalgomás superfluadeloslegisladores,quediscutensobre siestábienonoquevotenlosuruguayosque vivenenelextranjero

Sehacenecesarioqueunmontajedeestas característicaspuedavolveraverseennuestros escenarios Porqueeltrabajodelosartistasaquí involucradosenunainvestigacióndedosaños, nopuedepasarporlastablassolodosdías. Porquedeloqueallíhablanyconloquedialogan siguesiendountemaquereverberayporque diezañosdetrabajoindependientesefestejana logrande,nosóloenunasaladelcircuito céntrico(contodaslasdificultadesquepueda significarenfrentarsealoinstitucional),sinojunto alpúblico.

(1)RevistadelaacademianacionaldeLetras.IsmaeldeAcevedoDíaz:Elamanecerdelanovela uruguaya.HugoBurel,Pág253.

MUSICAL Tupamaro superstar

Una supernova encendió el firmamento del teatro uruguayo el viernes primero y el sábado dos de agosto de dos mil veinticuatro Tras más de una década de camino entre las márgenes alternativas de su teatro camuflado en una esquina de Villa Dolores y las orillas del circuito oficial, con incursiones esporádicas en la escena teatral establecida, la compañía Teatro El Almacén desembarcó en el Teatro Solís con Ismael, toda una patriada, extraordinaria por donde se la mire A priori parecía una locura que un elenco que construyó su identidad en una sala de –como mucho– 25 metros cuadrados se propusiera montar una obra en el mayor escenario del teatro uruguayo Tenían en su haber montajes en espacios importantes como las salas Verdi y Zavala Muniz, es cierto, con títulos como Galgos, La Chancha y Casi Maestra

Pero lo que ahora se proponían era algo mucho más grande que todo lo que habían hecho antes: un musical con casi 30 intérpretes en escena, una banda de siete músicos, un gran despliegue de canto y baile, grandes decorados y piezas de utilería de gran porte, un ambicioso despliegue de vestuario, luces y proyecciones Lo que ahora se proponían era disruptivo también en lo conceptual: volver la mirada sobre un género literario muy poco transitado en la actualidad, como la literatura gauchesca, algo así como los cimientos de las letras uruguayas cuando el concepto de lo “uruguayo” aún era cemento fresco; volver la mirada sobre un autor como Eduardo Acevedo Díaz, que más allá de ser visitado en la enseñanza formal, no es un nombre atractivo para las generaciones jóvenes Ni ahora ni tampoco en las últimas décadas. Entonces, que un elenco joven como El Almacén ponga el foco en este mundo literario, que conecta con las raíces más profundas de la identidad nacional, es un gesto llamativo, sorprendente y extremadamente riesgoso Y que, con tan pocos recursos

económicos y materiales, hayan logrado un producto escénico tan rico, atractivo, provechoso y entretenido, es una verdadera hazaña, que es muy necesario ponderar y destacar

Una supernova. Eso fue Ismael. Fueron solo dos funciones Podrían haber sido más Mejor dicho, deberían haber sido más Un espectáculo con esta calidad superlativa merece una larga temporada. Fueron dos funciones a sala llena Unas mil ochocientas personas vieron esta maravilla Si lo medimos con la vara del teatro independiente, pongamos como regla la sala Uno del Circular, de unas 130 butacas, estos dos Solís llenos equivalen a unas 14 funciones en ese teatro Algo así como siete semanas en cartel Nada mal, por supuesto Pero después de verla uno sale con la sensación de que esta obra debería ser vista por decenas de miles.

Como cuando la Comedia Nacional pone en escena un tanque como Edipo o El público, con tres o cuatro funciones semanales durante uno o dos meses y baja de cartel con 15 o 20 mil entradas vendidas Uno sale con la sensación –también– de que estas dos funciones llenas son

inequívoco reflejo del prestigio que se ganó este grupo a lo largo de los años. Porque en esas dos únicas noches de agosto en que esta troupe brilló fuerte, en la platea estuvo una buena parte de la comunidad teatral. Nadie se lo quiso perder. Actores, directores, dramaturgos, diseñadores, gestores, productores, críticos, Gente de las letras, bailarines y coreógrafos, gente del audiovisual, gente de las artes visuales. Y estudiantes de teatro, por supuesto. Quedó demostrado que El Almacén es, tras más de una docena de creaciones, después tanto trabajo acumulado, todo un referente en las nuevas generaciones de teatreros. Como años atrás lo fueron Roberto Suárez, Mariana Percovich, Marianella Morena o Gabriel Calderón. De hecho, uno de los espectadores fue Roberto Suárez, un artista al que rara vez se lo ve en público salvo en sus propios espectáculos, que ocurren cada cuatro o cinco años con suerte.

Escrita por el fraybentino Leonardo Martínez Russo, baluarte dramatúrgico del grupo, con base en la novela publicada en 1888, y dirigida por André Hübener, fundador y gran figura directriz de la compañía, Ismael tiene una estructura de musical clásico. Es decir, se alternan en todo momento escenas convencionales, habladas, con pasajes musicales, ya sea instrumentales o canciones. Hablando de las canciones, hay dos decisiones acertadísimas, que permiten volver a apreciarlas en modo inmejorable después de ver el espectáculo: la banda sonora fue grabada previamente al estreno de la obra y está publicada en Spotify en forma íntegra y el programa de mano incluye un librillo de 36 páginas con el texto completo de la obra, o sea, parlamentos y canciones.

La versión de Martínez interpone un hilo narrativo conductor: dos legisladores, varón y mujer, se encuentran para conversar sobre un inminente proyecto de ley sobre voto extranjero a tratarse en el Parlamento Queda claro que la negociación tiene como trasfondo la cuestión de género que se observa en los diálogos y que retoma con la presencia del ojo femenino en el Episodio "Hembras" El Senador (varón, presumiblemente de derecha, interpretado por Leonardo Martínez Russo, el director de la obra) recibe a la Senadora (mujer, presumiblemente de izquierda, interpretada por Sofia Espinosa) en su casa de vacaciones y le cuenta que está leyendo Ismael

Desde el vamos aparece el coro, un coro que acompañará todo el relato con sus comentarios y posicionamientos, y que está dividido en dos partes: Imperialistas y Revolucionarios: una grieta primigenia, fundada hace bastante más que 200 años en la lucha entre la colonia monárquica y los criollos independentistas y que se presenta casi como una caricatura de tantas otras grietas políticas, ideológicas, filosóficas, religiosas, económicas, sociales y culturales que siguieron dividiendo las naciones latinoamericanas durante las siguientes décadas y los siguientes siglos

De inmediato comienza la representación de la novela, dividida en 16 cuadros claramente delimitados a través de las canciones Escena a escena, cuadro a cuadro, se van presentando los personajes y los mundos que habitan y dan vida a esta narración, cuyas coordenadas reproducen las circunstancias reales, acontecidas en el territorio oriental en la primera mitad del siglo XIX: El jinete, La res, El español y la culebra y Esta guerra será a muerte, sin algunos de los nombres de los capítulos Desde el vamos, Ismael es presentado como un héroe de leyenda, capaz de enfrentarse victorioso a un toro para salvar a una mujer llamada Felisa, de quien se enamora ipso facto, y capaz de vencer a un temible felino salvaje en un combate cuerpo a cuerpo Con su protagonista convertido a la fuerza en matrero, la peripecia de Ismael comienza a galopar el escenario del Solís

Y con las pinceladas precisas tomadas de la novela, El Almacén avanza a paso firme en su retrato de este universo oriental bicentenario El héroe incorrecto y humano, el tupamaro, que forzado por las circunstancias, se unirá a la revolución libertadora y hará todo lo que tenga que hacer para salvar su vida, su honor y su amor

Nos denominan “matreros”, “desertores”, “contrabandistas” / La hermandad españolista nos persigue con esmero / Pero igual que el tero-tero, nuestra guarida es secreta / En el monte al que se meta a perseguirnos sin tregua / le despenamos la yegua y le callamos la jeta Somos los matreros, matreros, matreros

MUSICAL CRIOLLO

La banda sonora de Ismael es interpretada en vivo por un septeto de notables intérpretes, la mayor parte oriundos del departamento de San José, dirigido por Juan Frache, quien conforma junto a Sebastián Torres la inspiradísima dupla de compositores de la banda sonora original. Frache está a cargo de la guitarra y Torres, del bajo. Con los siete músicos ubicados junto al escenario, frente a la primera fila de espectadores, en una especie de foso a nivel de platea, la puesta en escena adquiere un formato de ópera rock. Siguiendo la tradición de la ópera, retomada en el siglo XX por los musicales, a lo largo de la quincena de canciones se reconocen algunas células melódicas y rítmicas que se reiteran como un leitmotiv, recurso que refuerza la coherencia narrativa del relato.

El bajo y la batería como bases instrumentales remiten a la ópera rock, ese formato icónico en la historia del espectáculo, que cuenta con hitos como Jesucristo Superstar, Tommy y The Wall. Aquí, La Tabaré y La BCG son quizá los dos grupos con mayor bagaje en este territorio que fusiona el teatro y la música en vivo, con antecedentes más o menos cercanos como La Micción, de La Tabaré con la Comedia Nacional, La Divina comedia humana, de la Compañía Teatral BCG, La euforia de los derrotados, de la Comedia Nacional con dirección de Tabaré Rivero, y Una noche en el tablado, dirigida recientemente por Jorge Esmoris. La banda combina el sonido eminentemente rockero de la tríada batería-bajo-guitarra con tímbricas que multiplican la musicalidad de la banda, como el piano, la flauta y el violín, y le permiten interpretar con eficacia varios géneros folclóricos como la milonga, la huella y la chacarera, y otros más ciudadanos como el tango y el candombe. Completan la banda Martín Sorriba (teclados), Inés Dabarca (flauta traversa), Ignacio Mendiberry (viola), Fabricio Bonilla (batería) y Mariana “Marita” Escobar (voces y percusión).

Mención aparte merece Marita, a cargo de la voz solista en varias canciones. Ya había demostrado sus virtudes como cantante en obras de El Almacén como Casi maestra Y aquí confirma que es una excelente cantante. La música es aquí protagonista y vector narrativo: cuando irrumpe en el relato un personaje proveniente de Brasil, la banda interpreta música brasileña, en uno de los momentos más divertidos de la obra, cuando Luis “Pato” Pazos rompe la cuarta pared y se pasea por la platea. La banda sonora asume el protagonismo cuando, en el intervalo, con el telón bajo, interpreta un tema instrumental, para total deleite de la platea.

PATO MATRERO

Otra mención especial merece Pazos por su enorme actuación protagónica. Es un actor que siempre combina un rico y sutil despliegue corporal y gestual. Ya lo hizo en obras como Dados tirados y Extractos. Y lo vuelve a hacer aquí, asumiendo con gran prestancia un protagonismo que no es para nada abrumador. Porque esta puesta en escena comandada por Hübener distribuye la acción escénica entre buena parte del elenco. En este cuerpo de teatro –así se puede definir a este virtuoso elenco independiente- también se destacan intérpretes como Luche Bolten, Sofía Espinosa, Alfonso Balbis, Javier Chávez y Camila Vives. Los abundantes cuadros colectivos presentan también un importante peso específico de la danza como recurso expresivo y narrativo. Las danzas folclóricas como símbolo del orden social decimonónico. La escena de batalla representada con el pericón es un tremendo hallazgo de El Almacén, una genialidad, un deleite para los sentidos. De esas escenas que quedan para siempre en el mejor recuerdo. Y que hacen que 2024 sea el año de Ismael, una maravilla que merece volver al Solís y luego, por supuesto, como su protagonista, cabalgar todo el país.

Texto: Leonardo Martínez Russo

Dirección: André Hübener

Asistencia de Dirección: Florencia Colucci, Nelson Núñez, Mariel Lazzo y Melina Muñoz

Elenco: Alfonso Balbis - Luche Bolten - Lucía Bonnefon - Javier Chávez - Sofía Espinosa - Ana Fernández - Patricia Fry - Martín García - Soledad Gilmet - Carmen Laguzzi, Leonardo Martínez, Leonardo Martínez Russo, Marcelo Mattos, Constanza Orellana, Luis Pazos, Bruno Travieso, Sebastián Torres y Camila Vives.

Composición Musical: Juan Frache

Música Original: Juan Frache y Sebastián Torres

Guitarra: Juan Frache

Bajo: Sebastián Torres

Teclados: Martín Sorriba

ESCÉNICA

Revista del Colectivo de Críticos Independientes

CCI, Uruguay, 2024

Flauta traversa: Inés Dabarca

Viola: Ignacio Mendiberry

Batería: Fabricio Bonilla

Voces y Percusión: Mariana Escobar

Diseño de Espacio: Ivana Domínguez y Mariana Pereira

Diseño de Iluminación: Ivana Domínguez

Concepto de Vestuario: Paula Kryger y Mariana Pereira

Diseño de Vestuario y caracterización: Paula Kryger

Realización de posticería y caracterización: Fiorella Mornelli

Realización de sombreros: María Ingrid Gimena

Realización de títere: Camila Grill y Martín García

Audiovisual: Agustín Banchero

Diseño Gráfico: Marcelo Mattos

Producción Ejecutiva: Lucía Etcheverry

Gestión de prensa: Lic. Beatriz Benech

Producción General: El Almacén

Fotos de difusión: Santiago Bouzas

Estreno: Viernes 2 de agosto de 2024, Teatro Solís, Montevideo.

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