Manuel Méndez Ballester POR ANGELlNA MORFI
anuel Méndez Ballester. La fuerza de este nombre
M quizás surja de la combinación de sus vocales rotundas y vibrantes con las consonantes aliteradas que le imprimen sonoridad y ritmo vigoroso. ¿O es acaso quien entraña ese nombre el que le marca la energia vital que percibimos? El nombre y el hombre nos remite a una amorosa y constante vocación de hacer por la patria. Su fecunda e ingente labor que ha abarcado diferentes áreas culturales nos permite apreciar a un inteligente observador de la vida, señor de una conciencia libre y vigilante cuyo sentido del deber lo ha conducido a entablar un prolongado diálogo con sus coetáneos a través de varias décadas. Caracteriza su obra el empeño de horadar la realidad y penetrar en las rafees de nuestros males sociales, de desenmascarar las sombras de nuestro carácter colectivo o el individualismo que asfixia el espiritu solidario que podria redundar en logros de provecho común. Asi también nuestra disposición a repetir errores seculares por ser esclavos de hábitos mentales que alimentan los que nos sojuzgan sin omitir como igualmente condenable nuestra complaciente inercia y evasión al compromiso. Para transmitimos su mensaje o más bien sus múltiples mensajes, lo mismo acude a la columna periodfstica como a una novela con fondo histórico como Isla Cerrera y el drama La Invasión, o nos traslada a la zona rural para que observemos procesos irreversibles dentro de la estructura económica agraria basada en el monocultivo de la caña. Y es de alH "donde ni en las tabaquerias, ni en los cafetales, ni en las extensas llanuras de caña habia justicia, ni caridad, ni piedad, como si aquellos seres estuvieran abandonados de la mano de Dios" que nos trae el mensaje más doloroso de su obra dramática. No es el aleteo agónico insalvable del hacendado en El clamor de los surcos, sino el hálito de vida amarga y deseperada que deriva de la injusticia social en Tiempo Muerto.
Manuel Mindez Ballester. Foto
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Como autor omnisciente, Méndez Ballester, ausculta diversos estratos sociales, y en las residencia de la clase media acomodada muestra las debilidades, el divino "dolce far niente" de la burguesia criolla, su ridiculo mimetismo extranjerizante como puede observarse en Arriba las mujeres y Bienvenido. Don Goyito. En ésta se observa su capacidad histriónica admirable. Bien lo ha bautizado Antonio Malina Rodrfguez como el humorista de hoy.
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