Ficciones narrativas de Emilio S. Belaval Por CONCHA
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Q cuentos de Emilio S. Belaval, tendrá antes que leer los ensayos Los problemas de la cultura puerUIEN INTENTE COMPRENDER EL SENTIDO
DE LOS
torriqttelia. 1 Allí están las ideas que se vuelven personajes y palabras en el desarrollo de los cuentos, y en parte en su teatro. Mas a mi ver, es en los cuentos donde encontramos íntegro a Belaval: el hombre, el artista; ]a riqueza expresiva que es su poder verbal; su imaginación vivísima; la gracia, la ironía; el panorama de nuestra problemática con recursos audaces de estilo que entonces fueron incomprendidos por la crítica y le atrajeron juicios negativos. No atinaron a ver el significado de la distorsión, la comicidad, el intenso dramatismo en la evocación de nuestra historia, que son la sustancia de estas ficciones narrativas. II
Los Cuentos de la Universidad 2 son de ayer con mucho de hoy. Como presagio de este libro Belaval había publicado Cuentos para colegiales (1918-1923), indicio del cuentista en formación en el cual no podemos detenernos en este rápido examen. Se escribieron los Cuentos de la Universidad de 1923 a 1929, cuando Belaval tenía veinte años, y era estudiante de Derecho en la Universidad de Puerto Rico. Es el narrador-personaje dentro de los cuentos, interviniendo en el curso de ellos con 1. Revista Ateneo Puertorriquerl0. Vol. 1, Números 2 y 3, San Juan de Puerto Rico, 1935.
2. Los Cuentos de la Universidad. San luan de Puerto Rico, Biblioteca de Autores Puertorriqueños, 1935. Segunda edición. 1945.
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personales reflexiones que nos hacen sonreír o inquietarnos ante la revelación del efecto que nuestra particular circunstancia histórica, tuvo ~n los sentimientos y actitudes de la juventud universitaria de entonces. Estos cuentos continúan actua· les hoy, porque nuestra problemática no ha cam· biado esencialmente, y por la novedad en estructura y estilo. Me dijo Be]aval en una conversación, que además de La Casa de la Troya de Pérez Lugín, lo indujeron a escribir 10 que me parece originalidad única en su instante en nuestra Isla, la lectura del libro Tlle Goose Step de Upton Sinclair, Los estudiantes de Nico]ás Garín, y The Plastic Age de Percival Evans, que ]e sugirió algunos rasgos para su estudiante Tony Pérez. Añadió que, con el esperpento de Valle Inclán, le interesó -según sus palabras- .el dis]ocamiento de las estructuras lógicas en las greguerías de Gómez de la Serna». La originalidad de este libro empieza por la estructura. Once de los capítulos presentan un personaje central diferente y con él, otros que van a la peña de amigos, a la hospedería de más calidad, la de doña Mariquita Samín y Samán y a otras hospederías humildes donde viven los estudiantes pobres; a los cafetines; a todos los rincones de la Villa universitaria incluyendo la Plaza del Mercado. La peña de estudiantes ha bosquejado -nos dice el cronista- «una estética, una erótica, una épica, para aquella universidad que no se parecía a ninguno de ellos». Sentían un malestar difuso ante el «niño flan» Tony Pérez, Bety Mendoza y aquéllos que los emulaban. El primer cuento, Lohengrín ha perdido su cisne es el retrato de Alfredo Guillén, a veces aspirando a que su alma sea tan pura como el cáballero Lohengrín y a veces dominado por «melancolía carnal en lucha con sus huesos espirituales JO. Era el