Diálogo (abr. 1993)

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r e':'n los periooistas otra vez, era Achikawa y fue Achikawa tres veces más ":'~entras Sevtlla seguía al Cucho Santisteban español rumbo a la recep· Clon, lugar al cualllegc\ completamente ciego y sin lograr ver al culpable de ~u estado. Sólo oía _sus carcajadas. Eran carcajadas breves, muy breves, Y f~ándose b1en, teman algo de llanto. l'or fin Sevilla pudo llenar los papeles de regl;~memo y enterarse, por la tarjeta que le dieron, que estaba en elllotcl Resulenc~a Capllol, en la ;1\'enida José Antonio número 41 , y ~ue l_e tocaha la habitación 710. Lo último que vio escrito, en la parte tnfcnor ele la ta~¡eta, fue una insrripciún que decía "cn.RRt: I.A PUf.RTA Al. SAI.IR PUISANIKI f.l. 1\0TO" llH. 1'0'10".Se le hizo un mundo Jo del "botón de( pomo", ~11é diablos era el ..p01no", pero justo e n esr instante vio que un botones 1ha a mger su maleta y sintió terror por lo de las sábanas. Hasra el asce nsorllcg6 a tientas porque el jaJ>Onés lo volvió a fotografiar, quiso hacer lo mtsmo ron

c·l

venezolano

y con el crua10riano pero amhos lo

mandaron cortésmcnlc a la mierda y se metieron tambié n al ascensor donde, entre miradas)' hreves fr¡¡ses. de jaron establecido que formaban un dúo capu de llevarse muy hie n y que a Sevilla, con su cara de cojudo, no le qucdaha m;\s que juntarse con los otros. Todo esto se confirmó en la cena. l.a cena en realidad fue rápida porque los cinco ganadores del concurso trnían que cs1ar cansados del l'i~je y Cl<l preciso aros1arse 1emprano...~bf•ana, les anuncib el Curho Santistehan cspailol, empc1.amos con nuestros itinerarios madrileños, que durarán tres días. Empc1.1mos con el itinerarioaníslicoquecomprcndc la visita dell'alaciu Real y, a conlinuaci<í n, la visiladcl Musco<lcll'rado.

Empcz.1.remos a las once ele la mailana y terminaremos haria las seis de la larde". Murria y Scgo\'ia pusieron rara de ;¡burrimieruo y S..·villa no supo dónde meterse. En ruanto a mis ter Alfonl, lo único que dijo (en inglés, siempre) durante tO<Ia (;,comida fue que qm' rÍa m;Ís n·n·e1"1. Achikawa lo fotografió tre\ \'eres. la cuarta fotografía se qucdú en ..mirad pajarito'" porque un gesto de misrer Alford dtjú dí'finilivamcnlc csrahlccido que odiaha a muet"1<' a los japoneses. Arhikawa soltó una hre\'Ísima carcajada, tembló íntegro y prácticamente se metió la má<Juina al ruin. Al final allí e1 tínico sonricnle era Relaciones Ptíhliras que no rcsaha de darles instrucciones, <le traducirlas inmcdialamenlc al in~l{·s para Achikawa, qne por suerte hablaha mur hi<'n este idioma, y para miSicr Allorcl. Sevilla pudo r omprohar que cid in~l(·s <(Ue 1<" habían ense¡iadu en el Sallla María casi no le C]Uedaha una pak1hra. Al'trnninar la cmnida, a la cual sólo la perenne sonrisa delnue\'o SantiStl~han claha aiJ:,'llll:l unidad, quede) muy claramente establecido que el gmpo <k cinco se hahía dividido ya por lo menos en dos subgrupos: el de Murcia y Segovia, a quienes los otros tres les importahanlan poro romo d itinerario artístico, y d de misler Allf>rcf quien, llevado por su pearlhariK>riann odio a Adlikawa y su desinterés e ignorancia por torlo lo CJliC ontrría al sur del Río Grande !le mantuvo lid a su licl rompa1icra, la n·nw .1. t:lrerccrsuhgntposc \'CÍa n·nir. A prsarde la innmmnicariúnrasi total a(¡¡j,·cl dcllcnguaj<·, Se\'illa pareda ser el•ínicoraJial. de SOJKirtarcl aS<'din folográfico cid nipón )' ya una \'el. dur;mtc la rma k· hahía mosll"ulo el t.ahlcrito sali~nlc.' <~n la manchlml;t s;1licnte. que era su so nrisa. Claro que Arhikawa mmra llegaría a saber las t<'ITihll"s H')lt'rcusiom·s que. entre otras rosas, su hien intc.•ttcinnadu aunque.· implan·•hlr flash araharía por 1encr en el rstfunagn ele.· Scl'illa. El domingo, por t:jcmplo, ruando la \'isita a la iglesia de Santo Tomé c.·n Tokdo concluye', en d instante rn que CfllJ)('l.aha )¡¡misa ron St·\·illa sin misa ;u'm . la aplirarit)n rasi soslcuida del flash clrlanlc ck· la r;,r)¡;.ula fue rcalmcnt<.' inoportuna. Sc\'illó\ \'Uivi(J a ensuriarst•, pe ro Arhikawa ignoró JKir compkto qut• algo semtjame había ocurrido y en pan e por su culpa, adcnds. . También esa primt'ra noche il(nnró que St•villa, luego ele u· dos \'eres al h:1f10, se hahía acostado pensando en {•l. C:unhiú sus sáhanasl t~scmulill en el armario las del hotd, rci.<Í, 1wordú ;¡su lía Angélica y se mt·lití a la cama pensando en Arhikawa. Murria y St'gm·ia hahían hahl;ulo dt• putas, el sc1ior Alford lwhía en exceso, el cucargado cspa1iul tlel grupo mur ha sonrisa pero a él lo hahía pisado )' no le había petlitlu disculp:IS, lo ametlrcntaha lo ametlrenlaha ... Arhikawa na d que m;is dai10 podía causarle mn esos ~¡'¡hitos e inmotivados ataques de risa. cutre nashs y carr~jad:t~ pnlctiramcntc In t•mh('sl ía. pero algo de honrlad había t'l,l esas emhcst idas, algo para lo cual un rnront raha la palabra o es que aun _no sahfa lo que era... Arhikawa t'S pcli¡;rnso. Es japonés... Y entonces Sr\'llla recordó las pdíwbs de gu<'rra que hahía visto: sirmpn' h>SjaJKmeses t'rau malos y traidores)' t•n pll'na st·h·a tupida tr rlavahan un wdullo por la espalda al pobre artor secundario que se había qm·darlo rc1.1garlo unos 1netros, al íntimo amigo dt• f:rroll flinn, ron las justas no mala a Erroll flinn J o hn Wayne ~lontgomery C.liiT 1\urt l.1nraster Dan:~ A~tclrew... al pobre Allan L.1dd que había rltjado a Veroni<'~ Lake en ~llrlugan ..: F.~a noche se durmió pnr primera ,.el.en su \'ICb a las tres de la mana na, ¡ ignorando que era un bm·n fruto dt· 1<1do un rin~ ~IOrtt•amc~·ir;mo e ignor<~ndo también que algo t•n _las breves y dral~lat_lf~<. rarcapdas de Achikawa le hahían abienn el cammo de una snluana. mutil y. en su caso, totalmente innecesalia rd>elión. Todo qm·daha at'rn en una t-specie de simpá tica tiniebla que t.1mpoco el sut' rio que tum csa macl111gada logró

aclarar. En una playa desconocida estaban Ar hikawa, él. Y Salvador Escalante. Una muchacha para Salvador Escalante apareCIO en la playa (una playaqtieSe\'illa murió sin saber cuál era), y caSI lo ec~ma P<;rd~r todo porque Sevilla fue el primero en divisarla•. a lo leJOS, Y?'uso sen~larsel,, a Salvador Escalante pero Achikawa se le m terpuso . No p~ulo \erla y la muchacha se esfumó, dejándo los a los tres echados 1ranqmlamcnte e~ la arena. Achikawa se metió al mar y Se,·illa siguió conversando con su amtgo horas y horas." Mira, le d ijo Salvador Escalame: sei1alando a Aclukawa que por fin regresaba hacia do nde estahan ellos. _<Te has fiJMlo en el cue rpo del japonés?" Se lo estuvo d escrihiendo m ¡entras el o1ro. se acercaha lentamente. Después continuaron con\'crsa y co mersa Yhab1a mucha paz en esa playa bordeada de árbole s frondosos que anuncmban una sel\'a tupida. • 'd E.•taba despierto cuando llamaro n a ¿c~pcrtarlo yrap1 amente proce· dió al cambio de sábanas. Luego se VISI 10 y to mo el desay~no que le trajeron a la habitación. Estaba terminando cuando apare no Aclukawa con su cámara fotográfica. Se mató ele risa ele vrrlo sentad• Lo desayunan· do, quizá por lo de la ser.·illcla incrusrada como haber~ en el cuel!o de la camisa. Lo cieno es que tamhié n Se\'illa le respond10 con alcgna •. se le asonuí el tableriln denlal en la manclflltlla saliente al \'er a Acluka"'a saliendo del mar... "Vaya con el j apo nés para chato y ch ueco. T iene las rodillas a la ahura de los to billos y los muslos a la altura d e las rothllas, el torso es desproporcio nadamentc grande y ni hablar de la cabewta cuadrada que lo coro na 10dn. De(;¡ cintura para arriba parece eno rme y sin embargo el re sultado es chiC]uitito ..." En el hall del ho tel esperaba el Cucho Santisteban. Sevilla y Achikawa fueron los primeros en b;~jar. Murcia y Segovia se. hicieron esperar sus buenos minutos, pero el más lardó n de todos fue miSter Alfo rd qu¡en, en ve1.de aparecer en el asce nsor, entró porla puerta principal diciendo que tenía el reloj un poco atrasado y que había estado en la cafetería de la esquina. Olía a cerve1.a, cosa 'l" e Sevilla enco ntró deplorable en un invitado, y que aumentó rn algo el mal humor del Jefe de Grupo, m al humo r debido al cambio de funciones. a \'erse tran.• fo rmado de especia· lisia en relacio nes pllhliras e n una especie de guía turística. Algo en el clima dt• esa ma1iana de finales de octubre sorv rendió a Sevilla mientras se dirigían almicrohl1s. Era algo agradahle, casi cómooo y cstaha esperando que influyera hcnefiriosamente sobre su malestar estomacal, cuando un porraw de la nostalgia lo trasladó a las soleadas veredas de lluancayo y a los fríos espacios serranos donde no cae el sol. Igualito... l.a ,·isila al l'alario Real transcurrió apacible mente y les tomó el resto de la mailana. Un guía les habló de la magnificencia ele sus pinturas y de sus tapices y de sus cerámicas y e tcétera, etcé tera, traduciendo al inglés y t<Klo, J>Cro se estrelló conlra la silenciosa y ahsoluta indiferencia d e Scgnvia y de Murcia, y contra la tardía e ine<pt'rada obstinación de mis ter Alfnnl, quien tkdarl>ron una solemnidad intcrnnnpida por un cervecero eructo, que no estaba dispuesto a ahandonar el palacio hasta que no le mostraran las hahilar iont•s prh·adas de los reyes. Se puso insopo rtable el gringo, ¡;riló que había trampa t'nla \'isita. a Arhikawa le elijo sol! ofa bitc/1 JKirquc soltl> tn·s rarrajadas al hilo, y só lo los argumentos muy sabios del Jefe dt• Grupo (argu mentos en los que de rada tres palabras dos eran "rcneza"). lograron wmencerln de que las \·isitas a esas habitacio nes estahau realmente prohibidas)' <¡uc p era h ora de marcharse. Se\'illa se había manlenidn peg;1tli1o al guía para no pe rd er u n solo de talle de la rultura de es<' St'lior, hasta que el sol que peuetraha po r un gran ventanal le pmduJO po r segunda \'CZ un l'ferto de lo más e xtra1\n. Calentaba igualito al de 1!ua1~rayo )'. por más qut' him po r concentrarse en las palabras que 1ha <hnt•nclo l'l ~1ía, d esde es<' momento las cerámicas y las ~lfomhras, sol~rc todo, por ratllos pertenecían all'alario Real)' por ratitos t'llas estaba \'lt'lldo expuestas sohre la \'CI'eda en la Feria Dominical de Hua~Kayo. L~• peor fue cuando \·io una \'as\ja ele barro un instante en un e~p~1o pero era el enorme n orero de po rcelana sob re esa consola en la part•d de enfren!e. Por snerte el estómago no lo había fastidiado .' El ahmll'rl.o st que Ir caró pésimo y. ruando les ohsequiaronlos planos de las t1cs plantas dt•l Museo dt'll'radn, lo p rimero que hizo fueubicar~n cada_una clt: ellas la r~dondelua qu e si¡::nificaba SF.R\'ICIOS L\VAROS y w.c. l'ubilr oo' lt•s . . d~o que era imposible verlo tocto en una tal·d e, que d llrlatwu.< .ca a uno p 1a \'!S llar las salas c¡ue dcsraha, pero que él les recomendaba \'er st~br<'. todo los cuadros de los pimores esp;ui o les más famoso s. Les menrH~no al Greco, a Vd;Í7.qur7., a Murillo y a C o\'a, pero mister Alford ya lmb~a tcrmmacto ~on la sala níunero ¡ y se perdió en busca d e la rafetena. Murna Ir d.iJO que Rubei'S · elesnuc1as , . aSe<>m·ia " • Jl'111tal • 1a mt~eres y se .uemn a rsrnnd1das en busca de Ruhet•s Se,·' lla se f ue en b usca d e1 •1 ceo,\ l'IMqur1., Mun llo )' Goya, seguido p or Arhikawa muerto de risa con las fotos que ara baba cte cm regarle. Eran las del almuerzo (la cá mara de Aclukawa era un~ de esas que te entrega la foto un ratito des ués) a Se\'llla le cayeron pesnno ni más ni menos qu• s'1,. 1 .· p 'y · . . ' ' o \tel<~aempezarcon t00a ~sa rm~nlona llp!ca, con todo ~se aceite)' L'\rdísimo acle más. Aun hab1a sol y se filtraba por algunas ,.~ntatias, al extremo de que

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