Sant Jordi'10

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Col.lectiu SUMA

SANT JORDI 2010


Alfabetizaci贸n 1


Mi escuela Cuando era pequeña había en el pueblo una escuela para los niños ricos y para los pobres mucho trabajo, yo tenia 8 años y ya estaba cuidando niños, mas tarde con 12 años, iba al campo ha hacer “peanas” al maíz y al trigo, encontrándome pajaritos y conejos, con mi hermana comprábamos un huevo y patatas y nos hacíamos un “picadillo” siendo esa nuestra comida. Veníamos hartas de tanto andar pues los campos estaban muy lejos de casa y mi madre no quería que nos montáramos en la bicicleta con los chicos, por que decía que “fregaba el ajo con la tostada” Actualmente cuando explicas todo esto a tus nietos les parece imposible de creer. Ana Guirado

Mi tierra En Colombia, país de mi nacimiento, yo vivía en un pueblo muy humilde, se podían contar las viviendas que eran “boyos” de hojas de caña brava, cerca había un río que bajaba de un páramo cercano, el agua era muy helada y otras veces caliente y cuando podíamos nos bañábamos, también servia para lavar la ropa. Trabajábamos como pastores con las ovejas y vivíamos de la lana, carne, leche y queso. Cuando tenía sed escogía la oveja mas “lechuda” para ordeñarla llegando a beber 2 litros de leche. También era muy inventora de juegos. Hermencia Garzón


Aventura Yo iba a buscar agua para lavar y beber en la fuente del pueblo, estaba a cinco minutos de casa, utilizando un cántaro que cargaba para su transporte en el “cuadril” (cintura). Cuando era pequeña estaba cuidando el ganado y de repente se puso a llover, los animales salieron corriendo montaña abajo y yo pensé que estaba muy lejos

para

cementerio

volver, que

así

era

que

los

me

mas

fui

al

cercano,

metiéndome en un nicho vacío a dormir toda la noche, mis padres me encontraron a la mañana siguiente dormida dentro del nicho, seguramente si tuviera que pasarlo ahora otra vez, no lo haría. Mª Angeles Navarro

¡A lavar! Recuerdo cuando lavaba en un barreño, yendo a por el agua con un cántaro cargado en el “cuadril” (cintura), me mandaba mi madre recorriendo un largo camino, esa era mi distracción después del trabajo, de vuelta a casa ponía el agua en el barreño y se remojaba la ropa, frotándola con las manos y “picándola” con un utensilio de madera plano. El jabón se hacia en las casas con sosa cáustica y aceites utilizados, no teniendo nada que envidiar a los productos de hoy en día. Para secarla y blanquearla la extendíamos al sol. Carmén Vargas


Pluriempleo Con diez años guardaba “cochinos”, con once acompañaba a mi madre a buscar caracoles, luego los vendíamos por las casas y a veces los cambiábamos por otros productos, ya que éramos doce de familia y necesitábamos gran cantidad de comida. A los doce años hacia de “tranconera” en la recogidas de la oliva. Con quince años trabajé en el campo “escardando” maíz y remolacha. Otras veces hacia de niñera. Con

dieciocho

años

me

trasladé

a

Barcelona. A los veintiuno conocí a mi marido, casándome al cabo de nueve meses. Desde entonces trabajo en casa y todavía no he parado. Ignacia Guirado

Poca escuela Cuando tenia diez años iba a la escuela, pero mi hermano tuvo un hijo y no quedo mas remedio que dejarla, para cuidar de mi sobrino, ya que mi hermana trabajaba en un bar, teniendo que llevarlo y traerlo a la escuela, ocuparme de su higiene y demás cuidados, mientras mi madre cuidaba de todos mis hermanos. Recuerdo que la escuela era una planta baja, con mesas redondas y sillas de enea, mas duras que un palo, llevaba mis lapices en mi bolsa y todo lo recuerdo con ilusión. Si no hubiese tenido que cuidar de mi sobrino, seguro que ahora sabría leer y escribir. Aunque nunca es tarde y lo estoy aprendiendo actualmente. Francisca Hermoso


Recuerdos Siendo pequeña, iba al campo a coger almendras, olivas, cebada y patatas. Los domingos planchaba la ropa que era de hilo y algodón, ya que si no se hacia quedaba muy arrugada, las planchas eran de hierro y otras de hierro hueco para poner carbón en su interior. Lavábamos la ropa en el arroyo. Hacíamos

el

pan

a

mano

y

lo

cocinábamos en el horno de leña. Por las tardes vigilaba a los animales (cabra, vaca y cerdo). También

cuidaba

de

una

niña

pequeña. Iba a la fabrica a “partir” albaricoques. Por las noches y las verbenas íbamos a la iglesia También escuchábamos la radio, por que no había “Tele” y los domingos íbamos a misa. Ana Mª Sarabia

Ama de casa antes de hora De pequeña mi padre trabajaba en el campo, y no pude ir a la escuela porque no había.Llegaban los Reyes y a mi me traían una muñeca de cartón, yo la tiraba al agua, porque no me gustaba ya que quería jugar con los coches de mis hermanos pues lo pasaba muy bien con ellos. Fuimos al pueblo y mi padre montó una pescadería, pero yo como era la mayor me quedaba en casa para cuidar de todo, ropa, comida y familia.

Matilde Peralvo


Noviazgo De pequeña conocí a mi novio trabajando y fuimos al pueblo a comprar. Fuimos a trabajar en Junio a un pueblo de Sevilla a la Isla del Arroz para cogerlo y secarlo, entonces se hacia así. Mi novio se fue a la “mili” de marinero volviéndome yo a mi pueblo y cuando terminó intentamos casarnos, fuimos novios ocho años y después nos casamos en el pueblo. Tuvimos nuestra primera hija, a los dos años la segunda. Después vinimos a Barcelona y un poco más tarde nació nuestra tercera hija. Pasando aquí parte de nuestra vida, encontrándome ahora sola sin su compañía ya que después de 46 años se fue al Cielo. Maria Borrero

Vendiendo fruta Con once años, iba a trabajar ganando 11 pesetas, segando el trigo 8 horas, también iba con mi madre a comprar frutas y verduras al almacén, vendiéndolas después en la plaza, comprábamos uva, en el molino aceite por kilos y lo vendíamos por litros. Comíamos queso. Mi padre mataba el cerdo y teníamos comida para todo el año, así no pasamos hambre por estar en el cortijo y tener, cabras, ovejas, cerdos, caballos, etc., etc. Como éramos 8 hermanos, tenía mucho trabajo para lavar y planchar toda su ropa. Así fue mi infancia……. Rafaela Naranjo


Trabajo + trabajo Cuando tenia ocho años, vivíamos en un pueblo con una familia de “payeses”, yo le hacia compañía a la abuela de la familia, mientras ellos se iban a vender las verduras. Un día cuando la familia estaba fuera se me ocurrió llevarme una vaca a pastorear, ya que también tenían animales, haciéndolo un día tras otro, a cambio solo me compensaban con un plato de comida. Tenía once años cuando fui a trabajar a una fábrica de “palma” donde se hacían escobas, mi horario era de 8 de la mañana a 2 de la tarde, cobrando muy poco, pero lo necesitábamos para comer. A los trece años, llegue a Barcelona empezando a trabajar con una “estraperlista” que vendía garbanzos, patatas, etc., en La Torrasa y cuando venia la policía teníamos que salir corriendo, ya que te quitaban todo, me pagaba con comida y alguna pieza de ropa. A los quince años fui a trabajar a una fabrica de cáñamo y me pagaban 40 pesetas a la semana y estuve 3 años. Después me “eche” novio, me case y empecé a trabajar en casa, hasta el día de hoy, primero cuidando a mis hijos y en la actualidad a mis nietos.

María Belmonte


Asi empezó el amor José y yo nos conocimos en el campo, estaba cogiendo olivas y

labrando la tierra para

sembrar el trigo y la cebada. Cuando llegaron las fiestas él me vio y se acercó para hacerme una pregunta y ya no se fue. Estuvimos 5 años de novios en el pueblo. Sus padres y él vinieron a Barcelona, después lo hice yo y al poco tiempo se marchó a la “mili”, estando 2 años en la marina y como no sabia leer ni escribir cuando decía que me quería ponía “+O+O+O+O”. Después nos casamos y tuvimos 2 hijos. Poli Borrero

Infancia trabajadora De pequeña no podía jugar con

mis amigos, ni ir al colegio, ya que mi madre tuvo 5 hijos muy seguidos, así que yo me tenia que quedar en casa a cuidar de mis hermanos con 8 años. Mi madre me hacia lavar la ropa subida en un taburete, pues no llegaba al lavadero, se levaba con jabón que hacia mi madre, con sosa y aceite usado. Poca ropa podíamos comprar y estrenar (solo el hermano mayor tenia esta ventaja) ya que siempre utilizábamos la de un hermano a otro, remendándola para aprovecharla más. El sábado nos cambiábamos y se lavaba la ropa para el domingo, no como ahora que lo hacemos a diario. Valentina Sillero


Con las manos en la masa De pequeña cuando salía del colegio iba a aprender a coser, ya que en aquel tiempo era costumbre para que sirviera de ayuda para el día de mañana y a mi me fue muy bien para poder tirar la familia adelante. Mi marido era panadero, un oficio muy duro en aquellos tiempos. Al principio fue muy difícil ya que vinimos a vivir a Sant Boi, sin conocer a nadie y como se dice “con lo puesto”. En casa, nuestra cama nunca se hacia, cuando uno se acostaba el otro se levantaba, él en el obrador y yo tras el mostrador. Tuvimos cuatro hijos que casi vinieron al mundo en el mostrador de la panadería, aguantaba hasta el último momento por no poder disponer de dependientes que hicieran el trabajo. Con la perdida de una de nuestras hijas, el vecindario se volcó con nosotros y nos apoyo en todo momento. Hoy día y gracias al trabajo y continuidad en el negocio de nuestros hijos, podemos gozar de una buena vejez. Angelina Serra


Cenicienta De

pequeña

bastante

mal,

lo

pase

pues

mi

madre murió muy pronto y mi padre volvió a casarse. No olvido nunca que tuve una “madrastra” que no me quería tiempos

mucho. muy

Fueron duros

y

difíciles para una niña de mi edad: no pude ir al colegio ni jugar con las otras niñas de mi edad porque tenía que cuidar a mis hermanas ya que era la mayor. No fui todo lo feliz que hubiera querido, mi padre tuvo más hijos con su nueva esposa y yo continué haciendome cargo de todos los niños.. Lo pasado, pasado está, no deseo recordarlo pues ahora me encuentro muy bien con mi familia, principalmente con mis hijos y nietos. Ahora estoy aprendiendo lo que no pude en aquellos tiempos. Mª Dolores Villalta


La tabaquera Éramos muchos hermanos y también era una época en la que había mucha miseria. Con 12 años ayudaba a trabajar en el campo, en la recolección de nabos, remolachas y en todas las tareas

que se presentaban,

comiendo de lo que podíamos recolectar. Aquello si que era trabajo duro y no como ahora que se disponen de otros medios para hacerlo. Me case a los 18 años y mi marido se fue voluntario al ejército. Vivíamos en Cabeza de San Juan, Sevilla y después nos trasladamos a Rinconada, donde nacieron la mayoría de mis hijos. Fueron años muy difíciles, mi marido ganaba muy poco para mantener a toda la familia y decidió marcharse a trabajar a Francia. Yo trabajaba en una fábrica de puros con “las manillas” y en el secado del tabaco. Recuerdo una anécdota muy tierna de aquella época: con motivo de una visita de mi marido a una de mis hijas que vivía en Barcelona, coincidió que nos encontramos todos, porque yo también decidí visitarla con el resto de mis hijos. Antonia García


Tiempo para jugar y tiempo para trabajar

Cuando era pequeña me gustaba mucho jugar en la calle con mi amiga a las muñecas y a la cuerda. Ella tenía una muñeca de trapo. Pero no todo era jugar, también tenía mis obligaciones. Ayudaba a mi madre a lavar, mientras una lavaba, la otra tendía la ropa. Lavabamos en el arroyo. Llevabamos una panera con la ropa en la cabeza. También ayudaba en la recogida de las olivas. Como veís con tanto trabajo había poco tiempo para los juegos, por eso quizas, nos lo pasabamos tan bien los ratitos en que podíamos salir a la calle a jugar. Dolores Moreno


Alfabetizaci贸n 2


Infancia trabajadora Atraídos por las informaciones de que en Barcelona había trabajo y se podía vivir mejor que en el pueblo, nos trasladamos de Sevilla a Cornellá. Éramos los 6 hijos y mis padres. Yo me encargaba de cuidar a mis dos hermanos más pequeños tanto en Sevilla como cuando vivíamos en Cornellá. Yo tenía 7 años y mis hermanos 6 y 4. Mis padres enseguida se pusieron a trabajar, él de albañil y ella en una fábrica de vidrio. A los 8 años de edad me pusieron a servir en una casa. La señora me hizo el traje para la Primera Comunión. Fregaba el suelo de rodillas y cogí una enfermedad, me puse mala de las rodillas. Me llevaron al hospital y estuve 8 meses ingresada. A los 14 años entré a trabajar en una fábrica de tejidos. Hacía el turno de tarde, de 2 a 10 de la noche. Iba y venía en el carrilet. A mi hermano le tocó hacer la mili en Granada y allí conoció a Antonio y se hicieron amigos. En un permiso que tuvieron lo trajo a casa. Entonces ya vivíamos en Sant Boi. Antonio enseguida se enamoro de mí. Yo lo único que quería era salir de casa, porque mi madre me pegaba. A los 6 meses nos casamos. Encarna Fernández


La vida era muy dura Nací en una barraquita del Somorostro. Éramos 6 hermanos y 2 primos que abandonaron sus padres y los míos los recogieron. Al pequeño lo amamantó mi madre junto con mi hermano. Podíamos decir que éramos 8 hermanos porque nunca hubo diferencias entre nosotros. Cuando tenía 7 años le dieron a mi padre un piso en l’Hospitalet y allí nos trasladamos. Vivía también con nosotros mi abuelo. Enseguida empecé a trabajar en un taller a cambio de la comida. Mi trabajo era sobrehilar la ropa. De camino al trabajo íbamos picando a los timbres y luego salíamos corriendo. Éramos niñas y trabajadoras a la vez. A los 10 años entré a trabajar en una fábrica de vidrio de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Era un trabajo muy duro, al lado del horno acabando el trabajo que hacían los oficiales. Ganaba 200 pesetas. Lo que ganaba se lo entregaba a mi madre sin abrir el sobre. Mi madre me preparaba la fiambrera, que siempre eran patatas con un huevo. Yo lo tenía aborrecido. A los 14 años cambié de trabajo. Me puse a trabajar en Barcelona en un taller de vestidos de novia y trajes de primera comunión. Cuando tenía 17 años conocí a Jesús, que acababa de venir de la mili. Cuando salía con mi amiga él nos seguía y así empezamos a festejar. Yo tenía muchas ganas de salir de casa; vivíamos amontonadas 11 personas en un pisito de nada, así que a los 6 meses nos casamos y hasta hoy y que sigamos muchos años. Tenemos 3 hijos. Teresa Badenas


Mi vida laboral Recuerdo los años de adolescencia trabajando como un tiempo de penurias, de mucho esfuerzo, de muchos sinsabores y pocas compensaciones Tenía 14 años cuando empecé a trabajar en la fábrica de la Colonia Güell. Me encargaba de una máquina que tejía tela para sábanas. Me levantaba a las 3 de la madrugada para poder estar a las 5 en la fábrica. Íbamos andando, nos juntamos grupos de amigas para hacer el camino juntas. Atravesábamos todo el pueblo y en el psiquiátrico cogíamos la carretera hasta la Colonia. Recuerdo la gran nevada que hubo en el 62, que llegamos a la fábrica congeladas y mojadas, pero eso no era motivo para mandarnos a casa. Aunque se cortó la luz, igual tuvimos que fichar y estar allí. Para protegernos del frío nos metíamos periódicos en el pecho entre las ropas. Me gustaba el trabajo que hacía, pero el ruido que hacían las máquinas era insoportable. Entonces no se controlaban como ahora los decibelios. A las 9 teníamos 15 minutos de descanso para comernos el bocadillo y acabamos de trabajar a las 2, si no hacíamos horas. Quitando los encargados, todas éramos chicas. En aquella época los hombres eran muy machistas. No ganaba ni 20 duros haciendo horas y todo. Algunas estábamos aseguradas. En aquella el dinero no era para nosotras, el sobre siempre se lo dábamos a los padres. El día de mi boda fui a trabajar 4 horas, luego corriendo a la peluquería y después a la iglesia. ¡Qué tiempos! Estuve en la fábrica hasta los 22 años, cuando nació mi primera hija.

Manoli Agudo


Mi infancia en el pueblo Nosotros éramos siete hermanos y trabajábamos unos en el campo con mi padre y otros hacían de albañil. En el campo íbamos a recoger olivas y garbanzos y a segar. Cuando volvíamos del campo íbamos a lavar la ropa al río, la enjabonábamos y la extendíamos al sol para que quedara más limpia y blanca. En las casas no había agua corriente, así que también había que ir a la fuente a cogerla con unos cántaros que llevábamos en la cabeza. Cuando se acababan las faenas del campo y recogíamos algún dinero, venía una modista a casa y les hacía algún vestido a mis hermanas mayores y yo como era la más pequeña, heredaba la ropa de mis hermanas. Mi padre guardaba algún dinero en la cuadra y cuando enfermó mi madre, fue a sacarlo y se encontró que lo habían roído los ratones. Mi madre cogió una depresión muy grande. Cuando tenía 17 años me vine a Barcelona con mis hermanas y me casé con 20 años. Antonia Molina


La hermana mayor Los días de mi vida no han sido ni buenos ni malos. He trabajado toda la vida, primero para ayudar a mi familia que lo necesitaba mucho. Yo era la mayor y me encargaba de lavar la ropa de la casa. Mis padres tenían un bar y mi madre tenía mucho trabajo. Yo me quedaba en casa y cuidaba de mis hermanos pequeños. Teníamos una lavadora de turbina que solo lavaba, luego había que aclarar la ropa en la pila. Después comencé a trabajar en una fabrica de moldes de plástico en Cornellá. Estaba en la cadena de montaje. Trabajé allí hasta los 23 años que me casé. Compramos un local e instalamos un bar.

Antonia Doblás


Siempre trabajando Cuando estábamos en el pueblo recogíamos carbón y aceitunas. Las tareas de la casa eran muy duras: íbamos a la fuente a buscar agua con el cuadril en la cabeza y con la panera de ropa íbamos a lavar al río. A los 16 años emigré a Barcelona, porqué aquí estaba mi hermana. Me puse a trabajar en una casa sirviendo y cuidando a tres niños y dos abuelos porque los señores trabajaban. Estuve 3 años con esta familia que se portaron muy bien conmigo y guardo un buen recuerdo de ellos. Luego me fue a trabajar a otra casa en la que ganaba más. Era una señora mayor y muy rica que vivía n la calle Caspe, se llamaba Tecla Sala. En aquella casa el ambiente era muy diferente, de mucho lujo. Allí aprendí a servir mesas y a planchar. Las visitas que frecuentaban la casa eran de alto rango, entre ellos Don Juan de Borbón, padre del rey Don Juan Carlos, al cual tuve el honor de servir. De esta casa salí para casarme. María Moreno


Neolectores 1


Vestir a la moda Cuando yo era pequeña mi madre me hacia la ropa. En aquellos tiempos no teníamos mucho vestuario para elegir; tenía un vestido para las fiestas y los días de diario me ponía ropa más sencilla. Cuando me case y tuve hijos yo hacía lo mismo que aprendí viendo a mi madre: cosía los vestidos de mis hijas. Era muy pequeña y ya me pusieron a trabajar de aprendiza en una sastrería de caballeros. Pepi Rios

Semana Santa Nací en Morón de la Frontera y en mi pueblo la Semana Santa se celebraba mucho. Las procesiones eran un momento especial dentro de las actividades que se organizaban, tanto por el arte de las imágenes como por la devoción que veías en la gente que participaba. Las mujeres se ponían mantilla y peineta y estaban muy guapas. Cada procesión llevaba su banda de música que iba marcando el paso. El jueves santo salía de madrugada la procesión de nuestro Padre Jesús y no se recogía hasta las siete de la mañana. El viernes por la tarde salía la procesión de la virgen de los Dolores. En Semana Santa en la radio solo se escuchaba música clásica y saetas y se prohibían las fiestas y los bailes. En los cines solo ponían películas religiosas: Ben-Hur, Los diez mandamientos... Dolores García


Los juegos Cuando mi madre se iba a trabajar mi hermano que tenía 5 años cuidaba de mí que tenía 2 años. Mi madre guardaba debajo del colchón en una bolsa de tela billetes de la Republica, que había ahorrado con tanto sacrificio y que luego no servia para nada. Pues mi hermano que sabía donde estaba escondida

la

bolsa

la

sacaba

y

jugábamos

a

“estampitas” hasta que calculaba que era la hora de volver mi madre; entonces lo recogía todo y lo volvía a guardar en su sitio. También nos lo pasábamos la mar de bien jugando con el perro. Le hacíamos perrerías y él lo aguantaba todo, era muy bueno. Dolores Catalán

Noviazgo Estuvimos 8 años de novios. Cuando mi novio se fue a la mili, no pude ni darle un beso porqué en mi casa había mucha gente y no me dejaban salir. Cuando los chicos estaban en la mili las novias no podíamos ir al baile. Nos juntábamos en alguna casa las amigas que teníamos el novio en la mili y charlábamos y nos lo pasábamos bien. Cuando salía con mi novio al baile o al cine, una amiga de mi madre nos acompañaba porque los novios no podían salir solos. Cuando mi novio me acompañaba a casa después del baile, nos cogíamos de la mano y hablábamos un rato, pero si pasaba alguien teníamos que soltarnos las manos. A estos ratos le llamábamos cortejar. En aquella, nos casábamos vírgenes; me acuerdo que mi abuela decía que el capital que tenía que guardar la novia era “eso”. Josefa Hernández


Crianza de los hijos Me casé en mi pueblo, Peraleda, a los 23 años

y

tuve a mi primer niño a los 18 meses. Hemos tenido 4 hijos y los crié con muchos apuros. Para vestirlos compraba retales de tela y mi madre cortaba las camisas y los pantalones y yo los cosía. Estábamos bastante mal de pelas y así estuvimos hasta los 40 años. Mi marido enfermó y estuvo 4 meses en la cama, así que tuve que ponerme yo a trabajar pintando en las casas para que mis hijos no se acostaran sin comer. Mientras yo trabajaba los hijos me los atendía mi madre. Era una madre y una abuela maravillosa. Y cariñosa; la echamos mucho de menos. La escuela la teníamos muy cerca de casa, así que cuando salían se iban a casa de la abuela. En aquella, atendía la casa, los hijos y mi enfermo, además del trabajo que hacía fuera de casa. No tenía ni noche ni día. Éramos pobres pero no había otros niños tan limpios y tan guapos como los míos. Isabel Gala

Los juegos y las salidas De mis años de niña, recuerdo que jugábamos a los cromos y a María Cristina que es como llamábamos a las muñecas de papel recortables que las íbamos cambiando de ropa. Los domingos dábamos paseos y comíamos altramuces. Los días de feria nos íbamos a casa de mi tía y en Semana Santa nos íbamos a Algeciras. Aunque era pequeña recuerdo que ayudaba a las labores de casa fregando el suelo de rodillas y lavando la ropa a mano. Ana María Ruiz


Comienza la vida laboral Tenía 10 años cuando fui a trabajar por las tardes a una casa cuidando dos niñas. Me busco el trabajo mi madre porque los señores tenían una tienda y necesitaban una chica para sacar a las niñas a tomar el sol. Las cambiaba de ropa y las llevaba al parque. Les gustaba correr y yo me ponía mala porqué las perdía de vista y me preocupaba

hasta

que

las

volvía

a

encontrar. No me hacían caso de nada. Lo que más me gustaba es que mientras los niños jugaban, las criadas, que todas éramos niñas un poco mayores que las que cuidábamos, nos juntábamos y hablábamos de

nuestras cosas y nos

reíamos mucho. Julia Hernández

La feria En mi pueblo la feria se celebra el 15 de agosto en honor de la Virgen de la Consolación. Me lo pasaba muy bien. Por la mañana nos íbamos a la feria y nos montábamos en los cacharritos. Era muy divertido. Cuando ya éramos jóvenes por la mañana íbamos al Matiné y luego, después de la siesta íbamos otra vez a la feria. Solo tenía un vestido para el verano y otro para cuando llegaba el frío; me los hacía la modista. Josefa Gordón


Boda de mi tío Sebastian (Córdoba 1958) Entonces las relaciones no eran como ahora, los novios nunca estaban solos, siempre iban acompañados de alguna persona, pero ellos se apañaban para darse algún besito. Entonces el matrimonio era para siempre, no había divorcio. El vestido de la novia era un traje de chaqueta oscuro, para poder usarlo en otras ocasiones. A veces, alguna hermana o prima que se hubiera casado antes le dejaba un vestido blanco de novia. Lo normal era invitar solo a los familiares más allegados. El banquete se hacía en casa, se cocinaban pollos, tortillas, embutidos de la matanza, olivas de las que se aliñaban en casa y dulces caseros. Después de casados los novios se iban a vivir a una casa alquilada o a una habitación con derecho a cocina. Antonia Muñoz

Ganarse el pan Como todos los niños y niñas de los pueblos, empecé a trabajar a edad temprana. Mi trabajo consistía en aclarar las plantas de la maíz y segar las habas. También en verano ayudaba en todos los trabajos del campo y en invierno las olivas. Como trabajaba no podía ir a

la

escuela. Era la mayor de 6 hermanos, así que también me tocaba ayudar a mi madre en las faenas de la casa: lavar, planchar y cuando fui un poco mayor aprendí a coser, primero las camisas para mi padre y mis hermanos y después la ropa para mí. Siempre me ha gustado coser, a mi marido también le hacía la ropa y a mis hijas hasta que prefirieron la ropa comprada hecha. Me case con 18 años en el pueblo. Trabajamos los dos cogiendo algodón para poder ahorrar para el viaje de él a Barcelona. A los seis meses ya pude venir yo también.

Josefa García


Neolectores 2 (15.30h)


La escuela Empecé a ir a la escuela cuando tenía unos 6 años. Empecé en el Colegio Llobregat, que estaba situado en la Fuente de la Mina. Después me pasé al Colegio Juan Bardina, donde antes estaba el Colegio Nacional. Allí estuve hasta los 14 años. Estuve primero con una profesora que se llamaba Doña Flores. Estábamos dos años y después nos pasaban con Doña Amparo, que estábamos dos años más. Y los últimos tres años con Doña María. Me acuerdo que teníamos un libro allí que tenía temas de Historia y Geografía. Se escribía con una pluma y un tintero que había en medio de cada mesa. Después los viernes primeros de cada mes íbamos a comulgar. Los domingos teníamos que ir a misa, pues el lunes la profesora nos hacía hacer una redacción con lo que el sacerdote había explicado en el Evangelio y si no habías ido te castigaba. Así que tenías que ir a misa todos los domingos. Por las tardes nos quedábamos una hora y nos enseñaban como hacer vainica o punto de incrustación. Hacíamos pañuelos para el día de la madre. Fuensanta Domínguez De La Rubia


Los juegos infantiles Los juegos infantiles de cuando yo era pequeña eran muy diferentes de los de ahora pues entonces no había nada electrónico, sólo se jugaba con un juguete que a veces te construías tú mismo. Por ejemplo, se jugaba saltando con una cuerda a la comba o también se jugaba al charranco. Los niños lo hacían con las canicas y el trompo. Después todos juntos jugábamos al escondite, al diábolo y al aro. Así que eran juegos muy diferentes a los de hoy. Fuensanta Domínguez de la Rubia

Conservar los alimentos Desde hace muchos años los hombres se dieron cuenta que los alimentos con el hielo se conservaban mejor, así que no hace demasiado tiempo inventaron un motor que condensa el aire, y sale tan frío que no solo conserva los alimentos, sino que puede también fabricar hielo. Primero fueron las neveras y hoy tenemos los frigoríficos que son muy útiles para conservar frescos los alimentos Paula Delgado


Semana Santa en Baterno La cuaresma comienza el día después del miércoles de ceniza. Los viernes se hace abstinencia, que quiere decir que no se puede comer carne. Las comidas más tradicionales para estos días son los potajes, el bacalao en escabeche, tortillas, buñuelos de bacalao; para postre el arroz con leche y las torrijas. Los viernes de cuaresma también se reza el vía crucis en la iglesia. Los actos religiosos más importantes son los del jueves, viernes y sábado santos. El jueves santo comienza el triduo de los oficios religiosos. Se celebra el lavatorio de pies, recordando como Jesús en la última cena hizo lo mismo con sus discípulos. El viernes santo se conmemora la muerte en cruz de Jesús y el entierro. Se cantan saetas a Jesús y a la virgen dee los Dolores. El sábado santo por la noche se celebra la fiesta de la pascua conmemorando la resurrección de Jesús. Paula Delgado


Al calor del brasero No se como se calentaban antiguamente en el resto de España; yo soy extremeña y explico como nos las ingeniábamos en nuestra tierra para contrarrestar los fríos del invierno. En los años de la posguerra las casas se calentaban con leña que encendíamos en la chimenea. También se utilizaba para calentar el brasero con el picón que se hacía de la madera que se cogía en el campo. El brasero se ponía en la mesa camilla y aquel calor tan fuerte provocaba que salieran cabrillas que son unas manchas rojas en las piernas. Toda la familia nos sentábamos alrededor de la mesa camilla y así estábamos calentitos. Isabel Correyero

La salud Cuando yo era pequeña no había Seguridad Social, solo los que tenían dinero podían tener una sanidad buena Para los pobres había lo que llamaban Beneficencia, que solo servía para que te visitara el médico; te decía lo que tenias y los medicamentos que tenias que tomar pero no subvencionaban nada. A veces cuando era muy grave la enfermedad, el alcalde del pueblo te daba un papel firmado por él para que fueras a pedir de puerta en puerta, pero como había tanta necesidad, costaba mucho conseguir algún dinero, así que si cogías una enfermedad grave, lo más probable era acabar en el cementerio. Manuela Nogales


A la hora de comer Se guisaba con leña. La

cocina

tenía

chimenea. Se ponía unas estrebe con un anafe, que no sé si alguien sabe lo que es el

anafe. Era de chapa y la comida se

preparaba más arriba y las estrebes más pegadas al suelo. La pared de la chimenea se ponía muy negra, pero cada semana se le daba cal y se pintaba. La candela se hacía con leña más finita y los troncos más gordos encima. Con una cerilla se daba fuego a unos papeles y cuando se pasaba un poco el humo, se ponía la sartén o la olla, según lo que se fuera a guisar. En el pueblo el cocido se hacía cada día para cenar, porque los hombres venían del campo. Al mediodía se hacía sopa y patatas fritas, pimientos fritos, magro con tomate, pisto, cazuela de fideos, guiso de arroz, estofado de patatas con un poquito de bacalao, unas habas y unas alcachofas. Hacíamos también picadillo con patatas cocidas, huevos cocidos, atún, olivas y se le picaba también naranja, pimiento y cebolla. Entonces todo estaba muy bueno. Cuando había dinero para comprarlo comíamos pescado. Eran unos tiempos muy difíciles y ahora como estamos hartos de todo no nos apetece nada. Catalina Muñoz


¡¡¡Vivan los novios!!! Los noviazgos de entonces son cosa de risa hoy que han cambiado tanto las cosas. Antes al novia se le veía en el paseo los domingos un ratito por la tarde; antes que se fuera el sol había que estar en casa. Si por la noche iba el novio a hacer la visita a la novia, una hora aproximadamente, la madre de la novia, allí sin moverse, que no daba ni un cerrar de ojos, no fueran a darse un beso. Lo más gracioso es que entre la silla del novio y la de la novia tenía que haber una losa por medio, que no fueran a tocarse el codo. Si el novio al sentarse arrimaba su silla a la de la novia ¡no le caía nada a la novia después! Todo era pecado, todo lo que hacías con el novio, así que nada de nada, y los que lo hacían no se sabía tanto como ahora. Yo quisiera tener veinte años y lo pasado, pasado, pero eso no puede ser.

Catalina Muñoz


Cuando era niña Cuando yo era una niña no había planchas eléctricas. Entonces había planchas de hierro. En casa teníamos una cocina de carbón, la poníamos encima y se calentaba. Pero después sacaron otra que se abría y se les ponía carbón dentro. Y esta plancha tenía una chimenea por donde salía el humo. ******* Antes no se divorciaba nadie que yo recuerde porque aparte que las mujeres no trabajaban, y no tenían donde ir, estaba mal visto de cara a la gente. Así que no había más remedio que aguantar. ****** Antiguamente cuando fallecía algún familiar te tenías que vestir de luto. Recuerdo cuando tenía cinco años más o menos, que se murió mi abuelo materno, y mi madre me puso un vestido blanco y negro y unos calcetines negros. A ella siempre la he visto de negro. Lola Rosas


Como trabajábamos en el campo Se sembraban las patatas, las judías, cebollas, ajos, pepinos,

trigo,

pimientos,

tomates, cebada, garbanzos, … y no sólo se sembraba sino que después venía lo peor porque había que

regar,

excavar

y

recoger. No se acababa nunca, era muy pesado. ¡Siempre había trabajo en el campo! En la casa, cuando volvíamos del campo, nos poníamos a arreglar a los animales, y de noche mi madre se ponía a coser y remendar los calcetines y pantalones de mi padre y de mi hermano. Echaba unos pedazos que parecía una modista de bien que lo hacía, no es porque yo lo diga es que lo hacía muy bien. También hacía visos para ella y para mi y camisas para mi padre y mi hermano. Compraba la ropa para hacerlas, una tela que le decían cresantén y que ahora le dicen raso. Todo lo cosía a mano porque no teníamos máquina de coser. Se me olvidaba contar que mi madre por las noches hacía calcetines de lana para mi padre y mi hermano. Podría contar muchas cosas más, aventuras… experiencias…, pero de momento lo dejo aquí. Angelita Hoyos


Ausencia de infancia Mi juventud no fue muy buena porque empecé muy pronto a trabajar y no tuve ninguna oportunidad de aprender casi nada. Tenía que estar con mis padres trabajando para poder comer toda la familia además vivíamos en un cortijo lejos del pueblo y no podía ir al colegio. Éramos tres hermanos y todos trabajábamos en el campo junto con mis padres. Aquella vida era muy dura y más para los niños que no tuvimos infancia, solo trabajo. Solo bajábamos al pueblo para comprar el pan y los alimentos que no producíamos nosotros. El 21 de setiembre era la fiesta del pueblo y era otra ocasión para bajar al pueblo a divertirnos. Los toros se corrían en la fiesta del 15 de agosto. Yo disfrutaba mucho. A los 13 años empecé a trabajar de peón de albañil en el pueblo y a los 15 ya emigré a Sant Boi, llegue el 19 de mayo del 59. Vine aquí porque ya estaba mi padre y mi hermano. Después trabajé en la Feria de Muestras y estuve 2 años de ayudante. Luego ya comencé en una fabrica de cuadros eléctricos y allí estuve hasta el año 69 y después en la Bra hasta que la cerraron. Feliciano Marcos


Lavar la ropa En 1940 yo tenía 15 años, lavaba la ropa de toda la familia en verano. El olor de los campos y la buena temperatura hacía que este trabajo fuera agradable, pero en invieron era muy duro, en casa no había agua por lo que había que ir al arroyo a buscarla y siempre tenía hielo. La ropa blanca la lavaba con una pastilla de jabón verde, que nos daban con la cartilla de racionamiento. Después de lavarla la ponía en un cesto de mimbre y le echaba un cubo de agua caliente con ceniza y al día siguiente la aclaraba y la tendía por el campo. Cuando se secaba estaba blanca como la nieve. La ropa de color, sobretodo la negra la lavaba con un jabón especial, por los arroyos crecían unos arbustos que les cortábamos los troncos a trozos, luego los hervíamos

y

dejaban

un

agua

jabonosa que dejaba la ropa limpia de verdad. ¡¡¡Aquella vida era muy dura, pero estamos aquí!!! Hortensia Pérez

Semana Santa La semana santa en el pueblo en los años 40 era lo más austera que os podáis imaginar. No había de nada, solo cantos de iglesia, era la posguerra. La comida muy pobre, estábamos desando que llegara el viernes santo para ver la procesión. Las mujeres de la vida no podían trabajar, así que todo el mundo a comer bacalao Hortensia Pérez


La dictadura Ninguna dictadura es buena. El sinónimo de dictadura es represión y el antónimo es

democracia. En una dictadura hay

una persona que manda e impone sus ideas y el resto de la gente tiene que acatar sus ordenes a la fuerza, aunque no este conforme con ellas. Sin embargo en la democracia el lider es elegido por el pueblo a través del voto. Victoriana Rodríguez

Costureras Antes no se compraba la ropa hecha, te la hacía la modista o

costurera a la

medida. Teníamos la ropa para cada día y guardábamos la más nueva para los domingos. La ropa interior se hacía en casa, las madres enseñaban a las hijas a coser y también

había

talleres

donde

te

enseñaban costura. Con la industrialización, llego también la ropa hecha en fábricas, lo que llamamos “pret a porter” que quiere decir listo para llevar. Al hacer la ropa de manera artesanal cada prenda era única y exclusiva y la calidad era superior a la que se elabora industrialmente. Victoriana Rodríguez


Tiempo de recogimiento Nací en Huescar de Granada y allí por los años 40 y 50, en tiempo de cuaresma iban al pueblo los misioneros para hacer charlas sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Ya de buena mañana, a las 6, recorrían las calles del pueblo cantando el rosario, con un frío que pelaba ¡pero había que ir sin falta! También se rezaba el jueves santo el calvario y se hacía la procesión llevando los pasos en hombros. Yo tenía 8 o 10 años. No me gustaba mucho la Semana Santa, pero entonces era obligado participar en todos los actos religiosos. En Semana Santa no se podía cantar, ayunábamos los viernes y no se podía comer carne. Eran típicos de estas fechas los platos de potaje y el arroz con leche. Fidela Berruezo


La fiesta del pueblo Mi pueblito se llama Mosoucos y está en la provincia de Lugo. Allí la fiesta mayor es en honor del patrón Santiago como en la mayoría de pueblos gallegos. Lo primero que se hacía el día de la fiesta era ir a misa; ese día había muchos curas porque venían de las parroquias vecinas. Al acabar la misa había procesión alrededor de la iglesia. La hora de la comida era esperada ansiosamente porque ese día era comida de fiesta. No me acuerdo muy bien de lo que se comía porque era muy pequeña, pero recuerdo la alegría de todos en la casa alrededor de la mesa. Por la tarde había baile hasta la madrugada. Se organizaba en un campo delante de la iglesia. El día de la fiesta siempre estrenábamos ropa que nos hacía mi madre. Éramos 7 hermanos. La pobre mujer se las ingeniaba para poder hacer algo nuevo para cada uno, una ropa la teñia, otra nos la hacía con tela de las sabanas, el caso es que todos íbamos tan guapos a la fiesta. A los 6 años me llevaron a otro pueblo a cuidar ovejas, así que no pude ir a la escuela. Magdalena Carballedo


Neolectores 2 (18.00h)


¡Que tiempos! Con 11 años, ahora pienso que era una niña aunque recuerdo que me consideraba una mujer, ya estaba sirviendo y fregando

los

suelos de rodillas porque no se conocía la fregona. La comida la hacia la señora de la casa, se cocinaba con leña, se ponía unas patas metálicas para aguantar la sartén o el puchero en la chimenea, y de vez en cuando yo las abrillantaba con una brocha y cal. Los platos los fregaba en dos barreños, uno con jabón y el otro con agua para aclarar, a las ollas se les daba con ceniza para que brillaran y también a las cucharas de alpaca, que eran las buenas de entonces.

Para lavar la ropa pequeña se hacía en la pila, pero cuando se juntaba bastante ropa iba con otras mujeres al río en una borriquilla. Recuerdo que la primera vez que le puse los aparejos no los apreté bien y se dieron la vuelta. Las otras mujeres me ayudaron a ponerlos bien y a cargar la ropa de nuevo. El río estaba lejos y nos estábamos todo el día lavando de rodillas con una losa de madera donde lavábamos o en una piedra grande y lisa. Las primeras ropas que lavábamoslas traíamos secas porque las poníamos en los matorrales para que se secara. Amparo Sánchez


Los primeros pisos Me han pedido que escriba vivencias que nosotros hayamos experimentado, así que yo voy a explicar como era la vida cuando vivíamos a las afueras del pueblo, a tres quilómetros, en una barriada de pisos que nos la construyó el gobierno y que tuvimos que ir pagando poco a poco. Estos pisos no tenían agua corriente ni lavabos, teníamos que salir al corral a hacer las necesidades, hiciera frio o calor. Para lavarnos nos teníamos que calentar el agua y con un cazo nos la íbamos echando por encima para aclararnos el cuerpo. Teníamos que traer el agua de la fuente y llenábamos una tinaja grande que teníamos en casa y de ahí íbamos sacando para beber y guisar. Los cántaros con los que traíamos el agua los dejábamos llenos para ir echando en una palancana que teníamos con un palanganero con un agujero y cuando terminábamos esa agua la recogíamos y luego regábamos las plantas. Para lavar la ropa teníamos que ir al río. A la ropa blanca le dábamos una enjabonada y la poníamos donde hubiese césped, para que se secara al sol, y así se ponía muy blanca. Esa ropa la íbamos regando con agua y jabón para que no se secara del todo y así ayudar a que se fuera blanqueando con el sol. El jabón lo hacíamos en casa con el aceite y grasas sobrantes que no servían para otra cosa. Lo hacíamos con sosa y agua, lo mezclábamos todo y lo poníamos en unos moldes y cuando se secaba lo contábamos en trozos y estaba listo para utilizarlo. Elena Rubio


La gavilla de leña Cuando yo tenía 6 o 7 años ya iba a por al campo a por leña, me la traía con una gavilla a la espalda y otra pequeñita a rastras, porque no podían ser muy grandes. Iba por las mañanas y por las tardes, la leña no podía faltar porque tenía qué estar todo el día la chimenea encendida por qué teníamos qué hacer la comida. Cuando venía de traer leña tenía que ir a por agua a la fuente porque en casa no teníamos agua corriente. También trabajé haciendo trilla, recogiendo patatas y olivas, bueno, todo lo del campo porque aquellos tiempos eran muy malos y nosotros éramos cinco hermanos, yo era el segundo. Menos mal que a mi padre le daban comida en la fábrica de harinas. Yo me pasaba por la fábrica y me daba un poco, lo demás lo guardaba para mis hermanos. Mi hermana mayor tenía que ayudar en casa a mi madre, Hemos

tenido

pendientes

que

siempre

estar de

la

cosas de la casa y por eso no hemos podido ir ninguno al colegio.

Tomás Fernández

Vivencias del pasado Voy a explicar como fué mi infancia. La idea me surgió a través de la visita que hicimos al museo de las aguas. Quede


impresionada al ver la cantidad de agua que sale por segundo y que se reparte pada todo el Baix Llobregat, me hizo recordar el problema que teníamos en cada casa para obtener agua dulce. En el pueblo donde me crié el agua corriente era salada y solo se podía utilizar para fregar; el agua para beber, cocinar y poder asearnos, la teníamos que ir a buscar a las fuentes públicas, con cubos, barreños y cántaros, cualquier envase era bueno para poder acumular el aguan en casa. Las fuentes estaban repartidas por barrios y las abrían durante tres horas al DIA, las colas que se formaban eran impresionantes y allí pasaba de todo, discusiones y hasta peleas para poder colarse, en fin, esto eran cosas del directo. El colegio lo tuve que dejar con diez años, pues en casa éramos siete hermanos y teníamos que cuidar a los más pequeños. Me puse a trabajar con doce años cuidando niños, no me pagaban mucho, pero me daban de comer, en aquellos tiempos se consideraba bastante. En casa solo trabajaba mi padre y para llenar todas estas bocas tenía que multiplicarse, bueno eso de llenar es un decir, pero en fin, algo entraba. La manera de divertirnos en aquella época, era un poco de todo, recuerdo que tenía una muñeca de dos caras que por un lado dormía y por el otro estaba despierta, en fin que tenía 2 x 1 y cómo era de trapo jamás se estropeaba. También jugaba a las canicas y a saltar la cuerda, teníamos tirachinas y siempre íbamos lisiadas de las pedradas que nos dábamos. Eran juegos de niños, un poco salvajes, eso sí es verdad. Todo esto lo hemos superado y aquí estamos, vivas y coleando pero con algunas señales del pasado. Luisa Valera


Buscando agua En mi pueblo solo había una fuente que estaba en el centro

del

pueblo

y

todos íbamos a por agua para el uso diario pero no para beber. Para beber y guisar

íbamos a un

pozo

que estaba

lejos,

a una hora o más, íbamos en

una burra que era de mi tía. En el pozo había una carrucha con una soga. Con un cubo sacábamos el agua y llenábamos los cántaros. El otro pozo, estaba un poco más cerca, a una media hora o más, allí íbamos andando con el cántaro en la cadera, era muy peligroso pues estaba en una cueva de una profundidad de dos metros. Allí se metía una mujer para llenar los cántaros, los ataba a la soga y desde arriba íbamos tirando con cuidado para que el cántaro no diera en las piedras. Paula Sánchez

Recuerdos de la escuela


Fui a una escuela que solo tenía un aula, allí estábamos todas las niñas, pequeñas, medianas y mayores, divididas por grupos. Por la mañana estudiábamos lo que tocara, a media mañana tomábamos aquella leche que nos mandaban los americanos; como venía en polvo, dos de las mayores la preparábamos y después de tomarla, teníamos recreo que lo hacíamos en otra aula. Como no había mucho espacio para correr, hacíamos unos días gimnasia otros cantábamos o contábamos cuentos con algo de mímica. La verdad es que lo pasábamos muy bien. Por las tardes hacíamos labores, aprendíamos a coser y a bordar. Mi maestra era Doña Anita, una excelente educadora, yo la quería mucho y aprendí mucho de ella. Os contaré algo que pasó cerca de las navidades, creo que fue el año 56 o 57. Donde yo vivía, para ir a la escuela, tenía que cruzar una especie de ronda y allí nos encontrábamos unas cuantas niñas con Doña Anita, que era guapa y que siempre llevaba una falda estrecha y camisa blanca. Cómo iba diciendo, íbamos juntas a la escuela en Almería, mi tierra, allí hace mucho viento y en el suelo había un remolino de papeles. Una niña se encontró unos billetes de 100 pesetas y otra uno de 400 pesetas que en aquellos tiempos era un dineral. Nuestra escuela era de niñas humildes con pocos recursos. Doña Anita con ese dinero que nos cayó del cielo, compró tela blanca para hacer batas para las niñas que no tenían y figuritas para el belén que tampoco teníamos. Fueron unas Navidades muy bonitas.

Milagros Vallecillos

Mis recuerdos del ayer, que van conmigo en mi presente.


Me gusta recordar cuando yo era pequeña. Vivía con mis padres y mis cuatro hermanos. Yo era la más pequeña. Éramos una familia, pobre pero yo tenía mucha ilusión. Me gustaban mucho las fiestas de Navidad. Mi. madre cada año por esas fechas hacía unos dulces, que en mi tierra, Málaga, se llamaban borrachuelos, supongo que porqué le echaba a la masa anís. A mi madre le gustaba hacer muchos y luego los repartía entre los vecinos. Le salían tan buenos que

yo no me cansaba de

comerlos, y es que me sabían a gloria vendita. Después, nos poníamos a cantar villancicos. Mi madre sabía muchos y los cantaba muy bien. Además, tocábamos la zambomba y el almirez. Pasados unos días llegaban los Reyes Magos y yo siempre soñaba con los regalos que me traerían. Lo que recuerdo es que nunca faltaba un rosón, que eso precisamente no era lo que quería. Mi madre me decía que pusiese los zapatos en el pollete de la ventana, con una copita de anís y un vaso de agua. A la mañana siguiente me levantaba corriendo a ver si me habían traído algo. Recuerdo que un año me trajeron un regalo. Eran unos cuentos muy bonitos. Me puse muy contenta cuando los vi. Había muchos cuentos: el gato con botas, el sastrecillo valiente, la cenicienta, la bella durmiente, la ratita presumida y muchos más. Yo los leía y no me cansaba nunca. Además tenían unos dibujos preciosos.

Ana Granados


CASTELLANO 1 CASTELLANO 2 CASTELLANO 3


CASTELLANO 1 Somos las mujeres de castellano 1. Nos reunimos los lunes, miércoles y jueves de 15.30 a 15.00. Hablamos solo un poquito de castellano y casi todas nosotras fuimos a la escuela algún tiempo Algunas solo fuimos un año mientras que otras hemos llegado al instituto. Con la ayuda de Hayat, hija de Yamina del grupo de castellano 2, Maryam, Helga y Laura, voluntarias del Col·lectiu Suma, y nuestras compañeras de castellano 3, Naima, Maouida y Ouazna, hemos escrito los siguientes textos sobre nuestra vida.

Mi escuela estaba muy lejos Soy de una ciudad que se llama Nador, en Marruecos, y llevo en España un año y cuatro meses. Cuando tenía 7 años fui a la escuela durante un año. La escuela estaba muy lejos de mi casa y la carretera que iba a la escuela era una autopista. Los coches pasaban muy rápido, había muchos accidentes y morían muchos niños. Por eso mis padres no me dejaban ir a al escuela, porque tenían miedo que me pasara algo. Ahora estoy en la Fundación Marianao para aprender castellano, para encontrar nuevas amigas, para mejorar mi vida y para ayudar a mi marido. Yamina Zizaoui

Vengo a clase solo cuando puedo Soy de Marruecos y estudio en la Fundación Marianao. Vengo a clase solo cuando puedo porqué vivo en Sant Boi y trabajo en una en Mongat, y cada día tengo tres horas de viaje de ida y tres de vuelta. Cuando llegué no sabía nada de castellano i tampoco había ido mucho tiempo a la escuela en Marruecos, pero con las clases y el trabajo he mejorado mucho. Fátima el Fatmi


Fui seis años a la escuela Soy Hasna y soy de Rachidia. Rachidia es una ciudad grande del Oeste de Marruecos que no tiene mar pero tiene montañas. Mi casa de Marruecos era muy grande, Vivíamos mi padre, mi madre y cinco hermanos. Mi padre trabajaba de paleta y mi madre cuidaba la casa. Hace dos años y medio vinimos toda la familia a Sant Boi y medio año después, en las vacaciones de Agosto, me casé con mi novio en Marruecos. Mi marido vive en Marruecos y yo vivo aquí. Él no puede venir porque yo todavía no tengo trabajo para que el pueda venir por reagrupación familiar. Hasna Belkasmi

Era un poco difícil para mí ir a la escuela Soy de Marruecos. Cuando era pequeña era un poco difícil para mí ir a la escuela porque estuve enferma y ninguna escuela aceptaba mi enfermedad. Además la gente se comportaba mal conmigo y me miraban de manera extraña. Con estas condiciones me quedé en casa ayudando a mi madre a cocinar y a fregar. Ahora vivo en España castellano,

y

estudio con

toda

libertad, gracias a Díos y a mis profesoras.

Fátima Zahra Beenlouald


He estudiado en Nador Vivía en Nador, Marruecos. He estudiado en Nador y Oujda. He estudiado árabe, amazig, francés y alemán. Ahora vivo en España. Llegué hace un año con mi marido y mi hijo, y luego he tenido otro hijo aquí, que ahora tiene cuatro meses. Espero aprender a hablar bien. Doy las gracias a todos los que trabajan en la Fundación Mariano. Fatiha Belgharbi

Me siento triste por no haber ido a la escuela Soy de Marruecos. Cuando era pequeña mi madre quiso que yo fuera a la escuela pero yo no quise. Ahora me siento triste por no haber ido. Se que es culpa mía no saber leer y escribir mi lengua, pero ahora estoy aprendiendo a leer y escribir castellano

en la

Fundación Marianao. Llevo mucho tiempo en Sant Boi y ya hablo bastante bien castellano. Laziza Butziri

Antes no sabía ni hablar ni escribir castellano Me llamo Malika i soy de Marruecos. Vivía en Fez. Llegué a España con mi marido y llevo aquí cuatro años. Estoy viniendo a clase des de hace un año y medio. Antes no sabía ni hablar ni escribir castellano, pero ahora he aprendido. Cada día estoy mejorando porqué tengo mucho interés en aprender y no falto a ninguna clase. Malika Doukrane


No estudié muchos años Cuando tenía siete años iba al colegio para aprender el árabe, pero no estudié muchos años porqué el colegio estaba muy lejos. Después del colegio aprendí a coser y trabajaba en mi casa cosiendo. Después de casarme mi vida cambió para mejor. Ahora estoy en España con mi familia. Mouna Loukili

Hace dos semanas que he venido de Marruecos Me llamo Hanae y tengo 23 años. Soy de Marruecos. De una ciudad que

se llama

Tánger, que es mi ciudad natal. Tánger es una

ciudad grande y antigua del norte de Marruecos. Es una ciudad con dos mares: el Atlántico y el Mediterráneo. Por eso vienen muchos turistas. Ahora vivo en España, des de hace un par de semanas. Sant Boi es un pueblo más tranquilo que Tánger. Llevo un año casada y todavía no tengo hijos. Estoy estudiando castellano en la Fundación Marianao. En España hay cosas muy diferentes que en Marruecos. De momento, la mayor diferencia y lo que me está costando más es el idioma

Hanae El Messari


Soy de la India Me llamo Swati y tengo 21 años. Como que hace solo un mes que estoy en España he escrito mi texto en inglés y Laura lo ha traducido al castellano. Os voy a hablar de la India. La India es un país muy variado. La gente habla muchas lenguas como el hindi, punjabi, tamil, marathi… y el inglés. Yo hablo hindi, punjabi e inglés. Hay muchos templos. La India es un país con muchas religiones. La capital de la India es Delhi. El animal nacional es el tigre, la flor nacional es el loto y el fruto nacional es el mango. La moneda de la India es la rupia i el río más importante es el Ganges. La India es un país democrático. El gobierno se establece por el voto de la gente del pueblo. Hay muchos edificios históricos en la India y muchos templos. Hay también muchos parques nacionales. En la India se celebran muchas festividades, cada una con su tradición y sus emociones. Cada festividad se celebra con mucha alegría y felicidad. La India, para mi, es un país muy, muy bonito. Swati Kumar Lamba

Acabo de tener a mi bebé Me llamo Hannan y soy de Marruecos, de una ciudad llamanda Nador. Estoy casada desde hace dos años Llevo nueve meses en España. En Marruecos había estudiado árabe y francés, pero no estudié español. Cuando llegué a España hace menos de un año no entendía nada, ni podía decir nada. He estado estudiando todo este tiempo en la Fundación Marianao y he aprendido mucho. Acabo de tener a mi bebé, Abdessalam. Tiene solo una semana. Ahora no puedo venir a clase porque mi bebé es demasiado pequeño y necesita muchos cuidados Hanan Assbaay


CASTELLANO 2 Nos reunimos los lunes, martes y jueves de 15.30 a 17.00h. Tenemos dificultades para hablar el castellano y algunas de nosotras nunca fuimos a la escuela en Marruecos. Los lunes y jueves practicamos castellano y los martes estamos aprendiendo a leer y escribir. Con la ayuda de Samira, voluntaria del Col·lectiu Suma, hemos hablado de las diferencias que encontramos entre la vida familiar que teníamos en Marruecos y la que tenemos aquí. Nosotras nos hemos expresado en árabe o amazig i Samira ha traducido nuestras opiniones al castellano. A continuación os presentamos algunas de las conclusiones de nuestra charla. • El estar alejadas de nuestros familiares más próximos (padres, hermanos, hermanas, hijos, hijas) deja un impacto en nuestra vida. Siempre vivimos con la ilusión de reencontrarnos con ellos. • Sentimos que la relación matrimonial es diferente en España en tanto que el marido abandona de alguna manera la autoridad que tenía sobre la mujer. Las mujeres sentimos que en España nuestra

libertad

para llevar a cabo actos sociales no es tan limitada como en Marruecos, que siempre hacía falta la presencia de un acompañante • El trabajo fuera de casa de las mujeres se ha vuelto necesario para satisfacer las necesidades de la economía familiar y cubrir los gastos que el marido, con su sueldo, no puede. Eso ha modificado en


bastante medida los papeles de la mujer y del marido en el hogar familiar • En este país nos hemos visto forzosas a compartir la responsabilidad de la gestión familiar, como es pagar recibos al banco, ir a comprar, etc., lo que hace necesario tener un conocimiento del funcionamiento de la sociedad española. • La vida en Marruecos era insegura debido a que el trabajo del hombre no es estable y eso perjudica la economía de la familia. Aquí, antes de la crisis, el trabajo era seguro y estable. Pero ahora con la perdida de los puestos de trabajo la situación es muy difícil, sobretodo el pago del alquiler. Nadia Oumarir

Rehma el Azazi Fàtima el Randoussi Saadia Bennaoui Habiba Majaiti Mimouna el Kandouss Rabia Luquili Jamila Hassaoui Naziha Doudouh Hakima El Asri Yamina Agnaou Jamila el Addouti Fàtima Limi


CASTELLANO 3 La vida antes era muy difícil. La vida en Marruecos antes en los pueblos era muy difícil, porque no había agua en el grifo, ni luz. Tampoco había electrodomésticos: lavadoras, nevera, horno. Se tenía que lavar la ropa a mano y costaba mucho. Antes la mujer tenía muchos hijos y por eso se trabajaba mucho en casa. No se podía salir a la calle sin un hombre y siempre se tenia que llevar le pañuelo. La mujer tenía muy difícil estudiar e ir al colegio. Ahora las cosas en Marruecos han cambiado mucho y en las ciudades la vida es más fácil porqué hay electricidad y electrodomésticos, y la mujer va a trabajar fuera de casa igual que el hombre. Ouazna EL Yacoubi

En cada país las mujeres tienen sus costumbres En cada país las mujeres tienen sus costumbres. En Marruecos las mujeres, especialmente

las

de

pueblo. hacen todo tipo de trabajo: comida,

preparan las

la

conservas,


van al río a lavar la ropa y a traer agua porqué no tienen agua en casa y trabajan con sus maridos en el campo y en la ganadería (limpiando la granja, ordeñando las vacas, cuidando los animales). La mayoría de ellas no van al colegio porque está muy lejos y se casan muy jóvenes por obligación de los padres. Esta vida es muy dura pero ahora está cambiando mucho. Naima Dahaoui Las fiestas religiosas Me llamo Maouida y tengo 23 años. Estoy casada y en pocos días, si Dios quiere, voy a dar a luz a mi hija. Cuando

era

pequeña,

en

Marruecos,

recuerdo

especialmente cuando celebrábamos las fiestas religiosas. En la fiesta todos los niños llevaban ropa nueva y las niñas también, además las niñas se ponían henna en las manos y en los pies. Toda la familia se reunía y visitaba a los amigos y todo el mundo estaba feliz. La fiestas religiosas más importantes son la fiesta del Fin del Rabadán, la Fiesta del Cordero y la fiesta del aniversario del profeta Mahoma, aunque esta última hay gente que la celebra y gente que no.

Maouida Hendi


Mis estudios en Marruecos Cuando vivía en Marruecos empecé a los 6 años a ir al colegio. Estuve estudiando seis años de primaria y nunca repetí ningún curso. Aprendí dos idiomas: nuestro árabe y el francés. Cada fin de año cada clase celebraba una fiesta. El último día de curso se hacía competición de matemáticas y de otras asignaturas. En cada escuela seleccionaban los mejores alumnos para competir. El ganador recibe regalos. Al acabar el curso nos dieron las notas y me fui a secundaria, que en mi país son tres años. Hice nuevos amigas y amigos. Fue muy diferente que en la primaria. Los alumnos teníamos un examen final que se hacia en el último trimestre. Yo lo aprobé y meses después me vine a España. Sara el Kandoussi Nací en Ucrania Me llamo Irina. Tengo 46 años y nací en Ucrania. Tengo una familia: un marido y dos hijos, un hijo y una hija. Mi hijo tiene veinte años y hace deporte, y mi hija tiene diecisiete años y estudia ESO. Me gusta mucho vivir en España. Vivo en España porqué creo que hay mas salidas y más oportunidades para mis hijos. También me gusta mucho tener cerca la playa. Irina


Catalรกn Oral


Grupo de catalán Oral Somos un grupo muy majo que asistimos a las clases de catalán oral. Ya llevamos mucho tiempo en Cataluña (desde los años sesenta y setenta), entendemos el catalán, pero nos cuesta hablarlo Nos incorporamos al Col·lectiu Suma en diciembre del 2009.Hacemos las clases los lunes de 18.00 a 19.00, con la ayuda de Helga. Para el libro de Sant Jordi 2010 hemos preparado un texto conjunto. Hemos escogido una serie de temas que hacen referencia a cómo vivíamos ayer y en el texto hemos incorporado las aportaciones de todas las integrantes del grupo.

La infancia Cuando éramos pequeñas la comida era siempre la misma. Cocinábamos con carbón y con leña. Nos alumbrábamos con carburo, que era un aparato pequeño donde se echaba petróleo y tenía una mecha. No teníamos cuarto de baño para bañarnos. En inviernos nos bañábamos en un cubo delante de la chimenea y en verano en el patio. Las necesidades las hacíamos en el campo, o en el estercolero. No teníamos agua corriente, y teníamos que ir a buscar agua para las necesidades de la casa. El jabón lo hacían las madres Como que no teníamos juguetes nos hacíamos pelotas de papel. Para Reyes teníamos algunos caramelos y una muñeca de trapo, que nos hacían nuestras hermanas mayores o nuestra madre de ropa que le sobraba de los vestidos que nos cosían. La comunión la hacíamos en grupo en le colegio con la bata del colegio y no celebrábamos nada. Íbamos con las estampas a casa de las vecinas y nos daban un real o una peseta. A los ocho y nueve años ya trabajábamos cuidando niños. También trabajábamos en el campo y cuidando animales. Teníamos que


hacer todas las faenas de la casa, y llevar el agua para el gasto de toda la casa. Las hermanas mayores no podíamos ir a la escuela porque teníamos que quedarnos cuidando de los hermanos pequeños. Cuando teníamos 11 años la madre nos explicaba lo que era la regla i nos daba un paño y unos imperdibles.

El noviazgo En aquella época cuándo salíamos lo hacíamos con nuestras amigas. Salíamos cuando nos dejaban nuestros padres, ya que el trabajo era lo primero. Cuando llegaba la edad en que nos gustaba algún chico teníamos que esperar algún tiempo, que nos fuera detrás, hasta que se declaraba. Así pasaba bastante tiempo. Cuando lo hacía no salíamos solos. Salíamos con las amigas, a escondidas de nuestros padres. Pasado un tiempo el novio iba a hablar y a conocer a nuestros padres. En mucho casos ya se conocían porqué eran del mismo pueblo. El padre era el que daba su aprobación, si el chico le gustaba para su hija. Cuando tenían que ir al cine o al baile, o bien iban con la hermana de la novia, con alguna amiga e incluso la madre. Nunca iban solos. Cuando empezaba la relación el novio respetaba a la novia y no mantenían relaciones sexuales hasta que no se casaban. Cuando teníamos alguna ocasión de estar solos y nos íbamos un beso o nos acercábamos siempre era con temor a que nos vieran. Nuestra madre siempre decía que teníamos que llegar vírgenes al matrimonio. Por aquella época la chica que se quedaba embarazada era la vergüenza de la familia y lo pasaba muy mal.


Los padres acostumbraban a ser muy severos, más con las hijas que con los hijos varones. Cuando el novio iba a buscar a la novia a casa se tenía que esperar a que esta acabara sus tareas. El padre era el que tenía la última palabra. Los padres tampoco veían bien la diferencia de edad. No querían que el chico fuera muy mayor. Cuando el novio estaba haciendo la mili, la novia no salía ni al cine, ni al baile. Solo salía con amigas o hermanas para ir a misa, porqué si salía par distraerse la criticaban. Para trabajar no nos decían nada. Teníamos

que entregar la semanada en

casa. No nos

dejaban quedarnos con nada de dinero.

Mª Carmen Peña Aurora Osorio Antonia Montaño Antonia Diestro Teresa Rubio Mª Carmen Diaz Elia Amaya Mª Dolores Garcia Paqui Belvis Rosario Aguilera Rosario Sillero Salud Ordoñez Antonia Yébenes Manuela Nogales Lola Rosas Inés Dàbila


Voluntarias


Mis recuerdos más lejanos El primer recuerdo del que tengo memoria, no se bien si es realmente un recuerdo o es que se lo he oído contar a mis padres muchas veces. Mis padres tenían una casa de comidas en Madrid y a la hora de la venta, me ponían en mi sillita encima de la mesa de la cocina, que era muy grande y es donde se iban poniendo los platos que pedían los camareros. Me veo allí chupando media naranja y riendo de las gracias que todos me hacían. Mi padre tenía una moto, una Roa, y era el medio de transporte que utilizaba para ir a buscar el pan, la carne… Eran años de estraperlo y a veces tenía que ir muy lejos para conseguir la materia prima para la cocina. Mi madre sufría por si le cogía la Guardia Civil y le quitaban la mercancía. Había mucha escasez. La moto no era solo para trabajar, mi padre era un enamorado de la moto y del campo, los ríos, las montañas. En verano

le

encantaba llevarnos al Jarama a bañarnos. En el sidecar iba mi madre y mi hermano y yo delante de mi padre encima del depósito de la gasolina. Nos bañábamos mi padre, mi hermano y yo; mi madre era de secano, jamás le llamó la atención eso de bañarse fuera de la bañera, nunca se puso un traje de baño. Estuviéramos haciendo lo que estuviéramos haciendo, cuando mi hermano y yo sentíamos el motor de la moto salíamos corriendo, esperábamos impacientes a que mi padre vaciara las alforjas y luego nos llevaba a dar una vuelta. ¡Nos encantaba!

Manoli Prada


¡¡Un aplauso para todas ellas!! Aplausos al grupo coordinador del Col·lectiu Suma que con su esfuerzo y dedicación hacen posible que los objetivos que se han marcado sigan adelante.

Aplausos támbien ha Òmnia por dejarnos participar en el complicado mundo de la informàtica.

Peró el aplausos más fuerte va dedicados a

estas mujeres. No

importa de donde procedan, peró con su empeño y constancia hacen posible que esto siga adelante.

La voluntad y empeño que

ponen en querer aprender cosas que en su niñez no les fue posible hacer. Ponen todo su esfuerzo en recuperar un poco de lo perdido.

Y los voluntarios y voluntarias aportamos nuestro pequeño granito de arena pues se lo merecen. Mª Rosa Linares


Biure Vivi 4 años de mi niñez en un pueblo de 17 casa de la provincia de Tarragona llamado Biure. En aquel pueblo no había nada más que un día de fiesta, que era el día de san Miguel. El 8 de mayo se celebraba una romería en una montaña muy alta, desde donde se veia el mar que estaba a 60 kilometros . Los carros subían hasta media montaña y la otra mitad a pie hasta llegar a la ermita. Al lado de la imagen de san Miguel había una lampara con aceite y decían que si te lo ponías en las orejas curaba la sordera. Era tan famosa esta tradición que llegaba gente de los pueblos de alrededor. Después se celebraba la misa y se bajaba a media montaña donde habia una fuente con agua abundante y allí se comía, se bailaban sardanas y se hacían juegos. Por la tarde se bajaba al pueblo a seguir el baile. Total, un dia muy divertido Así pasé 11 años de mi vida perdidos en aquel pueblo Natàlia Solà


Abans Quan jo era petita una de les frases que recordo al meu pare dir més sovint començava amb la paraula “abans”. Eren frases com ara: abans això no passava, abans era diferent, abans no podíem estudiar, abans s’havia de treballar molt, ... I una miqueta vaig créixer sentint aquesta cantarella de fons, senzillament quan les coses eren diferents de com havien estat abans. Vaig aprendre a no fer cas d’aquests comentaris i quan una frase començava amb la paraula “abans” jo ja no hi parava atenció. Ha passat el temps i ara em trobo als meus 45 anys que la paraula “abans” torna a formar part de la meva vida, i hi forma part des de dues vessants completament diferents. D’una banda, com a voluntària del Col.lectiu Suma, em trobo molt sovint amb dones que m’expliquen com era la seva vida abans, com van emigrar del seu poble a Barcelona, com tiraven endavant, com vivien, quines dificultats tenien, com pujaven la família... i això m’ha anat generant un profund respecte per aquesta generació -la generació del meu pare i la meva mare- , que van passar una infància molt difícil, i que han viscut al llarg de la seva vida canvis radicals al seu voltant. Vam passar d’un govern autoritari a una democràcia, d’una economia de subsistència a la societat del benestar, d’una

societat patriarcal a un món

on la dona està

esdevenint protagonista, d’una societat uniforme a una societat plural, per citar només alguns aspectes. Aquest fet, el conviure dia a dia amb les dones del Suma, afegit al pas dels anys, m’ha portat a acostar-me a totes les històries que jo sentia de petita per part del meu pare i la meva mare i a valorar les seves vivències i la seva experiència d’una manera que no havia fet abans.


D’altra banda, com a mare de dues filles de 10 i 12 anys, em trobo a mi mateixa fent servir també la paraula “abans”, en el mateix sentit que ho havien fet els meus pares amb mi. Mai m’hagués pogut imaginar que des de la meva infantesa a la infància de les meves filles els canvis al meu voltant em portessin a dir frases com ara: abans no teníem tantes joguines, abans només teníem un canal de televisió, abans no hi havia ordinador ni internet, abans Sant Boi s’acabava al carrer Riera i a la Ronda sant Ramon, abans podíem jugar al carrer, etc. I me n’adono que les meves filles em fan la mateixa mirada que jo feia als meus pares quan sentia la paraula “abans”. Sempre hi haurà un “abans”, i serà diferent de ”l’ara” perquè la vida és canvi i transformació. Quan ets petit les històries d’abans et sonen a llegendes llunyanes que no tenen res a veure

amb

tu,

però

paradoxalment a mesura que et fas gran les vas sentint més properes, potser perquè tu mateixa ja tens el teu propi abans. Laura Vidal


¡Hola! Me llamo Angeles Samper, tengo 60 años, soy auxiliar de enfermería y trabajo aquí, en Sant Boi en el “CAP Camps Blancs” desde hace muchos años. Colaboro en el Col-lectiu Suma con el grupo neo-lectores 2, de las 3, 30, jueves, desde hace cinco años, antes lo hice en Cáritas, durante cuatro o cinco años. Considero que es muy gratificante sentarse cada tarde, delante de unas señoras que esperan de ti algo y, que no se dan cuenta que con su presencia ya lo han dado todo. Para mi, y lo digo de corazón, es una oportunidad y un reto día a día, conseguir transmitir algo que ellas quieren adquirir, quizá en alguna ocasión no lo logre pero, de lo que estoy convencida es que, ellas a mi me lo transmiten todo: cariño, respeto, admiración etc. Etc… Cada día me llevo una satisfacción que raramente se puede describir y pagar de mejor forma. Doy las gracias al Col-lectiu por darme la oportunidad de crecer como persona en la causa. Un cordial saludo a todas y todos. Mª Angeles Samper


Recuerdo.... ...mi primera entrada a la escuela del Ateneu Santboià con mucha emoción ya que era la manera de relacionarse con otros niños y niñas, aunque existiera en aquellos momentos la separación de sexos. Los que vivíamos en el barrio íbamos todos juntos y por el camino en la montañeta donde en la actualidad existen viviendas, recogíamos flores que llevábamos a las profesoras, (ya que no teníamos “profesores” que eran para los niños) y también de vez en cuando a los soldaditos del cuartel cuando estos salían de paseo y a “festejar con las mocitas y modistillas de San Baudilio” (nuestro querido Sant Boi). La escuela al ser muy antigua, ya que era la misma a la que habían acudido mis padres, tenía unas clases muy grandes con unas puertas, estilo vidriera, que recuerdo muy altas. La enseñanza en la actualidad a cambiado mucho, pues antes se tenia que aprender muchas cosas de memoria, teniendo muy pocos libros y material escolar comparado con ahora, como ejemplo teníamos el “libro verde” que era la enciclopedia que utilizábamos varios años, también teníamos uno de lectura, (todavía en mi poder) sin embargo mis padres todo y siendo el tipo de enseñanza mas antigua por pertenecer a la Republica del momento, tenían mas medios, como eran libros y profesores muy modernos para la época.


También recuerdo los cuadros de Franco, José Antonio y el Crucifijo que presidían todas las clases, teniendo que rezar cada día a la entrada a las mismas, el mes de Mayo o de Maria como se le denominaba, se tenía que llevar flores al altar instalado en cada clase al efecto. No podíamos expresarnos en nuestra lengua materna, el catalán, ya que estaba prohibido, siendo toda la enseñanza en castellano. Aunque eran tiempos difíciles, éramos felices, dentro de lo que teníamos y de las posibilidades de cada uno. Maria Dolors Duran

El cambio de los electrodomésticos Recuerdo

los

días

pasados

de

mi

infancia. Las cosas han ido cambiando desde que yo era pequeña hasta ahora Me acuerdo que teníamos una nevera de hielo de color verde, se ponía en el congelador unas barras largas de hielo para que así enfriase, los niños estábamos deseando que pasara el camión del hielo para jugar con él. La calefacción que teníamos era una estufa de petróleo, todos los sábados por la tarde íbamos con una garrafa de plástico a comprar el petróleo cerca de la plaza Cataluña, a mi me gustaba ir porque me gustaba la olor que hacia, aunque había una cola interminable, tenías que abrigarte bien porque hacia mucho frío. Para cocinar teníamos una cocina de butano, funcionaba con unas bombonas pequeñas de color verde o azul , todos los sábados por


la mañana íbamos a cambiar la bombona vacía por una llena. En esa época no teníamos calentador, calentábamos el agua con ollas para lavarnos. Tampoco teníamos lavadora, mi madre lavaba a mano la ropa en un lavadero, en el que yo también lavaba el pelo a mi muñeco. La televisión aún no había llegado a mi casa, solo había una televisión en el barrio la tenia el bar de la esquina, los domingos por la tarde el bar se llenaba de gente para ver Bonanza, me acuerdo que a veces me tomaba una Mirinda y comía cacahuetes. En casa lo que si teníamos era una radio, cada tarde mi madre escuchaba Elena Francis, un programa de consejos para la mujer y cuando empezaba a oscurecer mi padre ponía un programa de canciones dedicadas sobre todo para la gente que había emigrado a otros países, se llamaba “España para los españoles”. Por fin llegó la televisión a mi casa, me acuerdo que la compramos para ver el festival de Eurovisión, aquel año cantaba Massiel con la canción La,la,la. Pronto murió mi abuela y como estábamos de luto le pusimos una funda negra a la televisión y hasta dos meses después no la pudimos ver otra vez. Pasados uno o dos años empezamos a tener de todo, lavadora, estufa de butano, cocina con tres fuegos y horno, calentador de gas, un exprimidor de naranjas eléctrico, ya no encendíamos el fuego con cerillas teníamos un magiclic. Los Reyes Magos nos echaron a mi hermana y a mi un radio cassette, era muy divertido porque podíamos gravar canciones nuestras y escucharnos. Si miras hacia atrás, es cuando te das cuenta como va cambiando todo con el tiempo. Paqui Hernández


Ser dona Aquest any les dones del Col·lectiu Suma han escollit com a tema per redactar “com era la vida abans”, tema diria jo, prou interessant com per fer reflexions sobre els canvis “petits” al llarg d’aquests anys, així doncs aprofitaré la conjuntura per donar la meva pròpia opinió. Em dic Helga, sóc, amb molt d’orgull, la “noia de pràctiques del Suma”, mare, estudiant, treballadora, persona.... sóc dona, i ser dona no és un fet de risc social en sí, sinó que el problema esta en les interpretacions que s’han fet al llarg de la història sobre els rols de gènere i sobre l’organització de l’estructura social. Aquestes interpretacions s’han enquistat en la ment de la població com a normes socials no escrites, i en d’altres casos escrites, convertint-se en dogmes absurds que han deixat a la dona com a un ésser magnífic i extraordinari però dins de les parets de casa seva. Si ve les dones són diferents respecte dels homes a molts nivells, sobretot fisiològics i psicològics, això no ha de ser un motiu d’esbiaix social, sinó al contrari, un enriquiment social. Que hi ha de més enriquidor que veure el món amb diferents ulls?. Reconeixent aquesta evident diferència entre els sexes podem afirmar també que la balança s’ha decantat sempre en favor dels homes en quant a drets i llibertats; dret a votar, estudiar, treballar, ser propietaris, decidir sobre els altres, ocupar càrrecs importants, anar al llit amb qui vulguin i com vulguin,..., i tot i així el món sembla un desgavell. Les dones cada cop més estan presents en l’esfera pública de la societat, sobretot després de la seva incursió al món laboral remunerat. Però això no ha estat d’un dia per l’altre i som conscients que hi ha hagut fortes lluites de poder per part de


col·lectius, com les feministes, que no han deixat mai de cridar i reivindicar per la llibertat d’expressió femenina i la equiparació de drets. Encara no hi ha una igualtat total i en som conscients. Sinó que li diguin a Maragall, a Pujol, a Aznar, a Zapatero, que els semblaria si demà ells estiguessin a casa cuidant dels seus fills/es i treballant a mitja jornada, i les seves dones “governant el país” o intentant fer-ho. Segurament dirien que sí perquè són gent que ha de quedar bé davant l’opinió pública, però la realitat és que ho dirien també perquè saben que no acabaria passant a dia d’avui. Les dones estan en l’esfera pública si, però segueixen sent dones, en la seva majoria, les que segueixen cuidant els fills/es de les dones treballadores. Majoritàriament perquè elles mateixes ho prefereixen, sobretot quan els seus fills/es són nadons. Qui millor que una dona per entendre que li passa a un nadó quan plora, no? Quina sort poder ser mares! I quina sort tenir “poders” que ens ajudin a descodificar el plor d’un nen/a no?! Només cal fer una ullada a les escoles bressol i a les escoles infantils per veure quin perfil de professionals de l’educació hi ha: dones. Això és discriminació cap als homes o naturalesa humana? Perquè si un home té instints “maternals” no pot exercir amb tanta comoditat de mestre d’educació infantil sense que s’especuli sobre les seves intencions afectives amb els nens? Es increïble que en certs moments de la història, la dona hagués estat tant reprimida i privada de drets. Tant evocada a un sistema familiar absorbent i a una pressió social tant forta en quant a la manera de viure la seva sexualitat, salut, vida laboral,..., justificat des de l’argument que aquestes eren persones més dòcils i sensibles i per això havien de tenir cura dels afers domèstics i les responsabilitats dels fills/es i parents dependents.


Què passa amb les dones que no tenen instints maternals? Perquè tothom en coneixem. Que passa amb les dones que tot i tenir-los també tenen altres aspiracions?. Sembla que només hi hagi dos camins a triar, o tres: 1. Ser la millor mare, esposa i amant 2.Ser la millor professional i renunciar a ser mares 3. Ser la millor mare, professional, amant, confident i estar estressada.

Actualment, des de les polítiques de conciliació, sembla que és un tema que preocupa a la societat i als homes que s’encarreguen de prendre les decisions sobre les lleis que han de aportar canvis en aquest sentit. Espero que algun dia puguem ser totes nosaltres dones que no hagin de renunciar a res pel fet de voler realitzar-nos al nivell que sigui. Però això ha d’anar acompanyat d’una transformació social que comença per la consciència individual de les persones com a individus. Crec que les dones no volem ser homes amb ovaris sinó persones amb drets i amb lleis i polítiques, que des de la diferència de sexe, no incentivin les diferències de gènere. Aquest és un treball que hem de fer tots junts, i si cal, en un primer moment utilitzant recursos com la discriminació positiva, per acabar amb els dogmes enquistats en les nostres societats i ments. Acabar amb els abusos, la violència i els prejudicis que tenim tant dones, sobre nosaltres mateixes, com els homes sobre aquestes i ells mateixos. No s’ha de culpabilitzar ni responsabilitzar als homes d’aquesta disparitat sexual, sinó recalcar que som tots i totes els promotors dels canvis socials. Que des de els drets humans hem de poder


canviar el món on vivim per fer-lo més just des de les diferencies que no des de les desigualtats. Diferencies sempre n’hi ha hagut i n’hi hauran, però aquestes no han de servir per discriminar o estigmatitzar sinó al contrari, per enriquir i tolerar. A banda de tot, haig de dir que m’agrada ser dona, sentir-me una dona competent, lliure encara que a vegades no sigui del tot real, i a,b força per poder canviar aquests rols de gènere encara que sembli impossible. Tant de bo algun dia no importi ser home, dona, nen, nena, vell, vella, per a poder fer tot allò que ens vingui en gana, respectant sempre els drets dels altres, i sense que hi hagi un xiuxiueig social al darrera que condemni el que està fora de l’habitual. Perquè si creiem tant en l’avenç de la humanitat, i hem estat capaços de crear màquines que pensin i treballin per nosaltres

hauríem

de

poder

crear

cervells i consciències que pensin per ells mateixos i siguin més tolerants, oberts, generosos i sobretot lliures. Helga


Anexos


La primavera L’estació més bonica de l’any, tot reviu! Les persones ens sentim més optimistes. quan estem en primavera.

La Diada de Sant Jordi escau molt bé dins la primavera. Ella ens fa sentir l’alegria de sortir al carrer.

Veure els nois i no tan nois amb la rosa a la mà, i les noies amb el llibre pel seu pormès. Amb les paradetes de llibres i roses dóna gust sortir al carrer.

Això és la primavera! Visca la primavera!

Carme Guasch


2009 Ya redoblan las campanas de la iglesia de mi pueblo. 25 de diciembre, el niño ya está naciendo. Tocaremos la zambomba, castañuelas y panderos. La escudella ya está hecha y las piernas de cordero. Este año es especial, ya tenemos otro nieto ¡Qué alegría tan grande! La mesa ya está al completo. Pero tú siempre te acuerdas de aquellos que ya se fueron y que de lo dieron todo y que tanto te quisieron. No quiero ponerme triste, quiero que estemos contentos. Pronto vendrá la familia que es lo más grande que tengo. Me voy a poner bien guapa, que se ponga guapo el abuelo. Este año es especial con el pequeño lucero.

Rosario López Perea Noviembre’09


EL ENGAÑO Súbete a mi barca niña que te llevo mar adentro vamos a correr los mares y yo te amaré en silencio. Que pronto me di yo cuenta que tú me estabas mintiendo que tus palabras no eran sanas y tus sentimientos menos. No sigas mintiéndome más llévame otra vez a puerto que quiero correr los campos esos campos de mi pueblo al lado de mi familia que son lo que yo más quiero. Tu eres muy poca cosa te merece mi desprecio has dañado mi corazón tu no tienes sentimientos. El amor es otra cosa y tu de eso no entiendes. Yo no subiré a tu barca no me amarás en silencio no me dirás que me quieres no me llevarás mar adentro que yo me voy a mi casa con los míos y a mi pueblo.

Rosario López Perea Octubre’09


La primavera es vida ¡Primavera hermosa! Tu manto da vida. Salimos del invierno, llega la alegria Primavera preciosa! Brilla el sol, luce el cuerpo y llenaté de energia ¡Primavera bonita! Arboles floridos, campos perfumados y mujeres hermosas. ¡Primavera bella! El campo se alfombra de muchos olores tus perfumes aroman nuestros corazones ¡Primavera guapa! Trinan los pájaros alegres, nacen las crias y los amores... abril y mayo los mejores

Catalina Muñoz Manuela Nogales Isabel Carreyero Hortensia Pérez Magdalena Carballedo Paula Delgado Angelita Hoyos Victoria Rodríguez Fuensanta Domínguez Lola Rosas Feliciano Marcos


El planeta se enfurece Que triste está la tierra, no deja de llorar, por tantas injusticias que en el planeta se dan

Ya no aguanta más ha empezado a explotar. Primero fueros los tsunamis, después los terremotos y ahora los volcanes, no sabemos que va a pasar.

Los mares llorando están, pues todo lo estamos destruyendo y no se puede aguantar.

Los ríos se secan, los peces se mueren ¿Qué estamos haciendo?, Pues no cuidamos de nada y todo nos da igual.

Vamos a la playa, la basura en la arena está. ¡Qué más nos da!, ya la quitarán.


Las bolsas de plástico al mar se van. Las pobres tortugas, creyendo que es un manjar, se las comen y lo que no saben es que se van a atragantar.

¡Que triste! No cuidamos de nuestro planeta, que parece que se nos vaya a acabar. Con lo linda que es la naturaleza, con sus nubes, montañas, ríos, mares i estrellas…

Que triste que la mano del hombre la destruya sin pensar.

Paquita Romero


Sant Jordi Es un día de cultura, de ilusión, de amor. Todas las calles llenas de flores. Todas las personas llevan un rosa en la mano para sus seres queridos, a la esposa, a la madre. A cualquier persona que tu quieres, se la entregas con mucha alegría y amor. Yo este día voy a Barcelona, a la Ramblas. Es un espectáculo ver tanta floristería, tantas flores. Por todas partes encuentras todo lo que buscas, de todos los autores. La gente compra y todos van con los libros y las rosa en la mano, con ilusión, deseando llegar a casa a regalársela a su familia que los reciben con mucha ilusión. Este día también lo han copiado en otros países y también tiene mucho éxito. En otros países tienen otras clases de flores pero cómo las Ramblas ninguna. Cómo la plaza Catalunya con su fuente, sus plantas de todos los colores ¡ parece un sueño! Las rosas son tan bonitas que no me lo puedo creer cuando bajo por las Ramblas y ya las empiezo a oler.

Esperanza Pérez


El día de Sant Jordi es un día señalado, se venden y regalan flores por las calles y el mercado.

Se regalan muchas rosas y libros también, rosas para ella y libros para él.

Angelita Hoyos

Será amarga mi pena Dos veces he de morir

En mis noches de soledad

Una cuando me toque

Y oscura mi vida

Y otra cuando me quede sin tí

Si tus ojos no me miran

No podré soportarlo

Pero duerme amor,

Vivir sin tu corazón

Eso no pasará

Ni tampoco aguantarlo

Reposa en mi corazón,

El vivir sin tu amor

Nuestro amor no acabarà. Enriqueta Muñoz


Elena Elena, que guapa eres, Que carita tan linda tienes. Tus ojos son dos luceros que en tu cara resplandecen.

Cumples 18 años, ya eres mayor de edad, aprovecha la fiesta a tope que nunca la olvidarás. Aquí me tienes a mí Eres buena persona

para todo lo que quieras.

y así tiene que ser siempre.

Lo mismo te hago un arroz

Escucha siempre a tus padres

que te quiso unas lentejas.

que son los que más te quieren. Me voy haciendo viejecita También tienes a tu hermana

y mi pelo está muy blanco,

que te quiere con locura.

es la edad de la experiencia

Tú le cuentas tus cosillas

y de lo mucho que he pasado.

y ellas siempre te escucha.

Pero estoy muy contenta de teneros a mi lado, pues los años corren mucho y hay que aprovecharlos.

Rosario López (Agüeli)



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