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DE FELIS CATUS A XENOPUS LAEVIS: BODEGONES Y XENOBOTS
Las primeras pinturas que podrían ser consideradas “naturalezas muertas” nos remiten al siglo XV antes de nuestra era, en Egipto, aunque se trataba de decoraciones funerarias y no de “bodegones” en el sentido moderno del término. De hecho, la más famosa proviene de la llamada Tumba de Menna y representaba objetos inanimados, como una especie de viñetas de la vida cotidiana.
Canónicamente, se considera que una naturaleza muerta es un arreglo de objetos inanimados. La noción de “arreglo” remite al elemento central: la composición, es decir, la manera en la que estas representaciones de objetos están situadas en el espacio delimitado por el marco del cuadro. Ocasionalmente, entre estos objetos inanimados -y ya dentro de la evolución del género- se incluía también la representación de algún ser vivo. Aclaremos: en muchos bodegones hay seres vivos, pero no se les representa así, sino como trofeos de caza o alimentos. Lo que se agregó fue, entonces, la representación de un ser vivo mientras está vivo.
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Tal es el caso de “El espíritu de la casa. Naturaleza muerta con gato”, del pintor alemán August Macke (1867-1914). Destacado integrante del grupo de artistas de vanguardia llamado Der blaue Reiter (El Jinete Azul), Macke incluye en este cuadro a un pequeño y alegre gato. Se cuenta que la idea no fue del pintor sino de su madre, quien se acercó al cuadro presuntamente terminado y comentó que “le faltaba vida” (una observación un tanto peculiar tratándose de una naturaleza muerta..). Para remediarlo, Macke pensó entonces en incluir no una vida sino 7 (lo mismo en alemán que en español) o 9 (en inglés), y tal cual quedó en este bodegón finalmente terminado en 1910. El gato aportó ese caudal de vida que se resume en la metáfora del título: “el espíritu de la casa”.
Y como diría la madre de Macke, siempre podemos afirmar que la vida falta en alguna parte. ¿Por qué no considerarla? No las siete o nueve del gato, tal vez, pero... ¿podría haber vida en un robot? En un estudio de la Universidad de Vermont, los xenobots han sido considerados como “una forma de vida completamente nueva”. Su nombre proviene -lo mismo que en el cuadro de Macke- de la inclusión de un ser vivo: la rana africana con garras o Xenopus laevis. Y es gracias a las células madre de esta aguerrida rana africana que contamos ahora con lo que Joshua Bongard -investigador de la Universidad de Vermont- ha llamado “máquinas vivientes novedosas”. Una hermosa manera en que la ciencia y el arte nos maravillan actuando siempre en las fronteras, en los límites entre zonas que se ven redefinidas a partir de la imaginación y la investigación.

•Título original: Der Geist des Hauses: Stilleben mit Katze •Museo: Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich (Alemania) •Técnica: Óleo (69 x 74 cm.)
Ángel Ortuño
Ha publicado poco más de una docena de libros de versos en México, Puerto Rico y España. Sus poemas han sido traducidos al francés, inglés y alemán. Su libro más reciente se titula “Gas lacrimógeno y otras cosas que no son poemas” (Universidad de Guanajuato, 2018)