20 minute read

Taller Nacional Vilcabamba 2020

Taller Social Nacional Vilcabamba 2020

Laura Condea, Carlomagno Paladinesb, Cristian Vegac, José Córdovad , Adriana Vivancoe, Daniel Cabreraf, Rosa Espinosag, Paola Paredesh

Advertisement

aLoja-Ecuador, laura_conde@hotmail.es, bLoja-Ecuador, cpaladines97@gmail.com, cLoja-Ecuador, vegacristhian@rocketmail.com, dLoja-Ecuador, j053cordova@gmail.com, eLoja-Ecuador, adrivs787@gmail.com fCelica-Ecuador, daniel7cabrera@hotmail.com, gLoja-Ecuador, rositaespinosa1999@gmail.com, hLoja-Ecuador, paonaara@gmail.com

Resumen

El presente artículo es una narración de las experiencias de un equipo de estudiantes embarcados en la gran tarea de reunir a un variado grupo de personas de todo el país en un recóndito y desconocido paraje de nuestra propia tierra. El Taller Social Nacional Vilcabamba 2020 fue un evento desarrollado a lo largo de una semana en el barrio Tumianuma, sin embargo, el proceso de ideación, planificación, organización y desarrollo va mucho más allá de ese lapso. La experiencia de vinculación, convivencia, aprendizaje y prácticas abarcó un año completo de arduo trabajo para lograr dar un pequeño, pero no por ello poco importante paso hacia el desarrollo de una comunidad.

Palabras clave: Comunidad, estudiantes, vinculación, ONEA, Tumianuma.

177

Abstract

The present article is a narration of a student team’s experiences shipped on the great work of reunite a group of diverse people around the country in a recondite and unknown place of our own country. The Taller Social Nacional Vilcabamba 2020 was an event developed along a week in the neighborhood of Tumianuma, however, the process of ideation, planning, organization and developing go long ago that time. The bounding experience, coexistence, learning and practices embrace a whole year of hard work for get in a little, but not for that less important step towards the development of a community.

Key words: Comunity, students, vinculation, ONEA, Tumianuma.

1. Introducción

Todo estudiante universitario llega a un punto en su carrera en el que toma conciencia de que la Academia no brinda más que ciertas herramientas que se quedan cortas a la hora de enfrentarse con la realidad. La necesidad de relacionarse socialmente más allá de los límites del contexto inmediato, da como resultado la formación de grupos de personas con intereses, objetivos y metas en común, y este es precisamente el caso de la Organización Nacional de Estudiantes de Arquitectura (ONEA), que surgió hace ya más de una década con el objetivo de formar una red a nivel nacional de apoyo mutuo e intercambio de experiencias.

Es así como en distintos tiempos y de diversas formas, un grupo de ocho estudiantes de la titulación de Arquitectura de la Universidad Técnica Particular de Loja se encontraron formando parte de dicha organización y en el marco de ésta, un ambicioso proyecto que empezó a gestarse en enero de 2019.

Durante una de las reuniones consultivas realizadas por la organización, en la ciudad de Guayaquil, la Junta Directiva de ONEA 2019, decide

178

convocar a las diversas sedes a un proceso de postulación para llevar a cabo el I Taller Social Nacional en Ecuador, teniendo como precedentes, los Talleres Sociales Latinoamericanos que organiza a nivel regional la CLEA (Coordinadora Latinoamericana de Estudiantes de Arquitectura), la misma que abarca a ONEA. Se decide por tanto, tomar como referente este modelo de evento internacional para desarrollarlo a escala más pequeña por primera vez en Ecuador.

Es ahí donde los representantes de ONEA UTPL de aquel año deciden lanzarse como postulantes, teniendo como contrincante a la sede ONEA ULEAM (Universidad Laica Eloy Alfaro de Manta). El objetivo primordial era lograr enfocar las fuerzas que indudablemente se reunirían para dicho evento en nuestra ciudad, para apoyar a alguna comunidad desatendida, con ciertas soluciones que podían aportarse a través de la Academia.

Empieza de esta forma la búsqueda del lugar idóneo para acoger a un grupo estimado de cien estudiantes de arquitectura que podían aportar con sus conocimientos y acciones al desarrollo del área que se elija cuna del proyecto. La travesía empieza en la parroquia Vilcabamba por dos razones primordiales: la primera, el reconocimiento del que goza la zona a nivel nacional, que lograría atraer a los estudiantes de todos los rincones del país, y la segunda, por las condiciones climáticas que posibilitaban un campamento que era la modalidad establecida desde el principio.

La parroquia de forma generalizada era aún un área muy amplia para explorar. Después de algunos viajes de reconocimiento acudimos a un mapa para meditar sobre las posibilidades y tomar decisiones. Es así como terminamos en Tumianuma, el más lejano de los barrios que conforman la parroquia Vilcabamba (17 km desde el centro de la misma). Desde el primer arribo inició la conexión con el sitio y su gente, que iríamos conociendo de a poco durante el año que teníamos por delante.

Constatadas en primera instancia las condiciones físicas del lugar, se decidió iniciar una exploración más a fondo, con el objetivo de determinar la

179

viabilidad del proyecto en base a experiencias y socializaciones. El proceso inició de manera informal; un poco por la belleza del sitio y otro tanto por la calidez de su gente, las conversaciones con los moradores surgían de manera natural a lo largo de numerosas visitas en las que poco a poco nos fuimos haciendo conocidos. Nuestra inmersión paulatina en el diario vivir de la gente nos permitió el reconocimiento de las formas de habitar el espacio. Las costumbres, necesidades y la vida en comunidad hicieron definitiva la decisión de plantear a Tumianuma como la sede oficial del evento en el proceso de postulación.

A lo largo de varios meses se presentaron informes semanales de los avances en cuanto a la planificación previa del evento. Ambas sedes daban lo mejor de sí para ser elegidas al final de la contienda. A finales del mes de septiembre la junta directiva y los miembros de la organización en base a un informe final de la primera etapa, eligieron a Loja como sede oficial del evento.

Superada esa primera etapa, se intensificó el proceso de socializaciones con la comunidad para dar forma a las posibles propuestas. Se empezaron a llevar a cabo sesiones con los principales representantes de la comunidad. Una vez aclarados los alcances que teníamos y los lineamientos de nuestras propuestas, se plantearon proyectos de carácter urbano a escala barrial. Se identificó un importante déficit en áreas públicas que brindaran comodidad en el desarrollo de las diferentes actividades comunitarias de la población.

Entre conversaciones, reuniones y nuevas amistades, recorrimos innumerables veces el barrio y sus alrededores, identificando falencias, potencialidades, necesidades y costumbres, enmarcadas por paisajes increíbles e importantes recursos naturales. Preciosas montañas dominan el horizonte de Tumianuma, especialmente una, la más cercana, donde se observa a lo lejos una cruz que se ilumina en la noche. Y el río Piscobamba, privilegiado por encontrarse aún fuera del alcance de la contaminación de las grandes urbes.

180

En ese contexto, las costumbres de la gente giraban en torno a una vida comunitaria. Muchas de las familias de Tumianuma están emparentadas, y sin lugar a duda todos son conocidos y amigos, una característica fuertemente arraigada en las poblaciones rurales de nuestro país. Cada fin de semana las canchas deportivas son el punto de encuentro, y en los días calurosos, desde el más pequeño hasta el más grande goza de un baño refrescante en las orillas del río Piscobamba. Las fiestas religiosas de Tumianuma son también una parte fundamental de su cultura. Aparte de todos los eventos que se realizan en torno a la “plaza central”, se realiza una procesión a la montaña para realizar una misa en la cima junto a la cruz luminosa.

Estas condiciones naturales y sociales determinaron la propuesta de cuatro zonas de intervención. Cuatro proyectos fueron surgiendo entre lluvias de ideas de nuestro equipo y la comunidad, en innumerables viajes hacia esa maravillosa tierra.

A la par de las socializaciones, se llevaba a cabo planificación de logística que implicaba también a muchos actores. Al ser un evento organizado por y para estudiantes se buscaba disminuir los costos para los participantes, sin por ello restarle calidad a la experiencia. Se contactó a importantes profesionales en el campo de la arquitectura, con experiencia en cuanto a trabajo con comunidades, construcción y dirección de proyectos. El estudio BE Arq. de la ciudad de Loja, el estudio Natura Futura de Babahoyo, el colectivo La Mitad más Uno de Costa Rica y el arquitecto Nicolás Van Drunen, fueron los profesionales que apoyaron con sus conocimientos, experiencia y presencia en el TSN sin ningún interés más que el de aportar tanto a la Academia como a la comunidad.

Instituciones tanto públicas como privadas permitieron financiar nuestro ambicioso proyecto sin fines de lucro y obtener así interesantes resultados. Entre papeleos y solicitudes transcurrieron los meses previos al evento. Mientras más cerca se veía, estábamos más emocionados y nerviosos. Una vez lanzado oficialmente el evento no había vuelta atrás. Las con-

181

tingencias se convirtieron en el pan de cada día; solucionar imprevistos y problemas era un proceso más complejo conforme pasaba el tiempo.

Para el mes de enero, a un año de haber empezado la travesía, habíamos agotado los cupos ofertados para el taller. El trabajo del equipo se intensificaba con cada día que pasaba. Nos alistábamos a recibir a un grupo de más de cien estudiantes y una docena de profesionales con la enorme responsabilidad de garantizar una experiencia completa, tanto en el ámbito social como académico. Con un inoportuno feriado de carnaval inició la semana en la que arribarían a nuestra ciudad todos los actores del proyecto y se enfrentarían a la gente y el sitio que iban a ser su hogar durante los siguientes ocho intensos días de trabajo y convivencia.

2. Desarrollo

2.1. Loja

El 28 de febrero de 2020, estudiantes de arquitectura de todo el país y el norte de Perú, fueron recibidos por el equipo logístico (Protocolos), quienes garantizaron la llegada y movilización de los participantes a sus destinos de estancia durante el primer día que se desarrollaría dentro de la ciudad. El evento comenzó en las instalaciones del Municipio de Loja, donde el alcalde Ing. Jorge Bailón firmó el convenio con la Universidad Católica de Cuenca para que estudiantes de arquitectura de esta institución asistan al Taller Social Nacional. Posteriormente el equipo logístico recibió a los participantes en las instalaciones de la Universidad Técnica Particular de Loja, en la que se desarrolló el evento de inauguración del Taller. Durante la mañana se impartieron charlas magistrales por parte de los arquitectos talleristas donde se expusieron interesantes experiencias en torno a los ejes fundamentales del TSN: - Vinculación con la comunidad - Materiales sostenibles - Espacio público

182

Al término de las mismas, los estudiantes dispusieron de tiempo para conocer la ciudad antes de dirigirse al Colegio de Arquitectos para mantener la primera reunión con su tallerista a cargo. Los equipos ya estaban previamente organizados; cada equipo constaba de un tallerista a cargo, un tutor junior, dos protocolos y aproximadamente 25 participantes. En este primer acercamiento se reconoció de manera indirecta aún, el punto de intervención designado. Se empezaron a discutir estrategias para el proceso de diseño a desarrollarse el día siguiente. El día finalizó con un conversatorio dirigido por el arquitecto José Luis Morocho bajo el tema “Los arquis, su vida y su consejo”. En un marco un poco más informal, entre bromas y risas, empezamos a conocer un poco más a los profesionales con quienes aprenderíamos a convivir el resto de la semana.

Para finalizar el primer día, se llevó a cabo una cena de bienvenida en la que arrancaron las relaciones sociales más allá del ámbito profesional. Éste era precisamente uno de los objetivos primordiales del evento que a pesar de toda la planificación que había detrás, recién estaba empezando.

2.2. Tumianuma

El sábado inició con la travesía hasta Tumianuma, donde nos recibió la gente con una mezcla de emoción y curiosidad. Se utilizaron las instalaciones con las que contaba la comunidad para el emplazamiento del campamento y los talleres de diseño y construcción. La escuela del barrio, que por fortuna consta de instalaciones básicas como baños, duchas y cocina, permitieron establecer el campamento, mientras que la casa comunal y la “plaza central” fueron las que acogieron el taller de diseño y construcción respectivamente. Durante toda la tarde y noche los estudiantes desarrollaron el taller de diseño entre maquetas y bocetos de propuestas con la supervisión y guía de los talleristas y tutores junior. Para la madrugada del domingo los equipos de trabajo definieron sus estrategias y diseños con base en ciertas condicionantes de contexto en primer lugar, límite de materiales suministrados por el Municipio de Loja y presupuesto adicional asignado para el desarrollo de cada proyecto.

183

El domingo en la mañana se dieron a conocer las propuestas de proyecto, tanto a los otros equipos de trabajo como a la comunidad. Se buscaba una coordinación entre todas las partes implicadas para lograr un desarrollo integral del proceso de diseño y construcción participativos.

El lunes iniciaron las obras con el apoyo de un equipo de profesionales facilitado por la Prefectura de Loja: dos maestros albañiles, dos maestros carpinteros y un transportista que se sumaron al trabajo de los participantes. En este punto, el relato de la construcción del proyecto arquitectónico es el ya conocido: limpieza, replanteo, excavación, cimentación, estructura, detalles etc. Sin embargo, lo más destacable es el aspecto humano en el desarrollo de este proceso. Ese momento en el que “Don Manuel” se acercaba a preguntar qué estábamos haciendo y decía que ahora podría sentarse a ver el vóley del fin de semana bajo una agradable sombra. O “Jorge” y “Camila” que asustados llegaron al Sauce a preguntar si nos íbamos a llevar la “rodadera” y aliviados regresaron a sus casas al decirles que solo íbamos a arreglarla, pintarla y reubicarla. Durante el intenso calor del medio día no podremos olvidar cómo nos revivían las naranjas que “Doña Meche” que traía en un saco al hombro.

Para el desarrollo de los proyectos se planteó el fortalecimiento y la identificación del espacio que incluyera las relaciones sociales y geográficas existentes, además de involucrar a los estudiantes con prácticas técnicas y artesanales de fabricación con madera, bambú, tensores e impermeabilizantes.

Haciendo uso de las carpas proporcionadas por la Prefectura de Loja se montaron los talleres de fabricación al frente de la casa comunal, de tal manera que cuando concluyan las labores diarias se pueda almacenar las herramientas y materiales dentro de la instalación suministrada por la comunidad.

Los participantes eran los encargados de fabricar y montar los elementos arquitectónicos y estructurales in situ. La mayoría de los estudiantes

184

tenía poca experiencia con el uso de herramientas manuales y eléctricas, sin embargo a lo largo de la semana aprendieron de la mano de maestros albañiles y carpinteros la manera correcta de usarlas.

En el transcurso de la semana los proyectos fueron tomando forma. Los equipos trabajaban intensamente, a veces hasta la noche e incluso madrugada con el objetivo de tener un resultado terminado para el final de la semana. Cada día que pasaba al mismo tiempo los visitantes se encariñaban más con el sitio y su gente. Sin embargo, como en toda obra no faltaron los inconvenientes, imprevistos y giros; incluso esto se convirtió en parte del aprendizaje inherente a los errores.

Al término de la semana el ánimo de los participantes iba en ascenso, sacando energía de donde no había, estaban motivados con sus intervenciones pues eran sus diseños y sus aportaciones las que se estaban materializando. Como consecuencia de ese proceso de diseño participativo tanto los estudiantes como la comunidad se apropiaron de los proyectos desde su origen hasta su culminación favorable el viernes, cumpliendo de esta manera con el calendario previsto.

3. Resultados

Luego del arduo trabajo de los nueve días del taller se obtuvieron cuatro proyectos de escala barrial.

185

3.1. Tumi-estancia

Los protagonistas de este proyecto fueron veinte estudiantes, dos talleristas, un tutor junior y habitantes de la comunidad que trabajaron en conjunto para desarrollar el proyecto “Tumi Estancia”. El diseño fue concebido luego de haber levantado información de las necesidades del sector y leer su contexto. Se resuelve con un sistema estructural a manera de sánduche, el mismo que permite el ensamblaje sencillo partiendo de la cimentación, conformado principalmente por seis módulos, a manera de columna vertebral que se enlazan por su cubierta, brindando un espacio abierto-cubierto.

“Tumi-Estancia” emerge imponente en el borde de la cancha de vóley, situada en el parque central de la comunidad, materializada principalmente con madera, respetando el entorno natural en la que está emplazada, con una dimensión total de 1.5x7.5 metros, permite la versatilidad de espacio para actividades como: descanso, ventas, bingos, programas sociales, fiestas de la comunidad, feria local, entre otros.

186

Fig. 1. Tumi – Estancia. Talleristas: Arq. José Gómez; Arq. Christian Bravo. Tutor Junior: Raúl Redrován. Protocolos: Gabriela Curipoma, Fatina Mera. Participantes: Mirley Cruz, Marilyn Malpu, Renata Izquierdo, Tania Molina, Diego Tenecota, Luis Mendoza, Jennyfer Narváez, Milton Verdugo, Sandra Lema, Andrea Vélez, Juan Bedón, Carlos López, Danny De la Cadena, Anthony Lema, Melani Ortiz, Mildred Quiroz, Claudia Guachizaca, Estefano Barrera, Anthony Guerrero. Fotógrafo: Miguel Vázquez

3.2. La Frida

187

Este proyecto se implanta en una zona aledaña al río Piscobamba, un lugar donde se realizan actividades comunitarias los fines de semana. La idea base es brindar un espacio que permita el descanso y la recreación de los habitantes y visitantes de la zona, entendiendo las dinámicas preexistentes del contexto, analizando usuarios y paisaje.

El objeto se articula con el paisaje, siendo un potenciador del mismo, complementando lo existente sin competir con la naturaleza. Es una estructura en bambú que funciona siguiendo principios de tensión y gravedad. Trabaja gracias a una subestructura modular triangulada, que da forma al espacio. Se plantea un espacio central para fogata y redes colgantes periféricas para descanso, que permitan disfrutar de todas las sensaciones que posibilita la naturaleza, el paisaje y el río.

“La Frida” resalta un espacio que siempre estuvo ahí, un muelle que da la bienvenida al río, un recinto que estimula la interacción social entre los usuarios rescatando el principio básico de reunión de la humanidad, el fuego, y una estructura que enmarca escenarios de un paisaje que vale la pena contemplar. En este proyecto se utilizaron un total de 10 tablas, 5 listones, 5 vigas y 15 guadúas.

Fig. 2. La Frida. Talleristas: Arq. David Arias, Arq. Daniel Arias, Arq. Tatiane Corsi. Tutor Junior: Carlos Larios. Protocolos: Xavier Verdugo, Paula Armijos. Participantes:

188

Yessenia Ramos, Paola Nieto, José Aguirre, Gerardo Medina, Jessica Vivar, Ana Espinoza, Daniela Molina, Luis Solíz, Nadya Torres, Angie Cedeño, Marco Ayavaca, Omar Pardo, Lucía Andrade, Melany Andrade, Ana Areque, Leslye González, Andrés Criollo, Miriam Delgado. Fotógrafo Miguel Vázquez.

3.3. Parque infantil El Sauce

El entorno del Parque Infantil “El Sauce” es un espacio abierto, accesible y flexible; está rodeado por un exuberante paisaje montañoso. El área de proyecto está delimitada por una vía principal y un canal de borde en su límite frontal y posterior, y en sus costados el área comunal y viviendas. Esta superficie garantiza actividades lúdicas y fomenta las relaciones sociales de la población. Su interior es fragmentado por un canal artificial que caracteriza notablemente dos zonas: cancha y área infantil.

Partiendo de su estado actual, la intervención tuvo como objetivo reactivar el área lúdica del sector El Sauce, de donde adquiere su nombre; integrar las dos zonas por medio de la restauración y creación de mobiliario infantil. Se genera un espacio de sombra con una cubierta de caña guadua de ligera pendiente, cuyo diseño se inspira de los pórticos exteriores de las viviendas existentes en el sector; busca propiciar e integrar la transición de la cancha con el área lúdica infantil. En su materialidad destaca la estructura de bambú, con uniones empernadas, detalles de boca de

189

pescado y pico de flauta. En su cubierta se utiliza una delgada malla de sarán, proporcionando ligereza y una sombra geométrica; en cuanto a la cimentación fue construida de hormigón y acero. Además, se crea un espacio de estancia mediante dos módulos de bancas emplazados bajo la cubierta, los cuales cumplen también con la función de un juego infantil de escalada. Su materialidad consiste en tablones y listones de madera con uniones empernadas y atornilladas. Finalmente, el equipamiento de juegos fue restaurado, se realizó el cambio de ubicación de un juego con la intención de proporcionar seguridad, además se caracterizó cada uno mediante cambio de nivel. Todos los recorridos están adaptados para permitir la igualdad de accesibilidad peatonal al parque.

En este proyecto se utilizaron un total de 26 tablas, 24 listones, 5 vigas y 30 guadúas.

Fig. 3. Parque infantil El Sauce. Tallerista: Arq. Nicolás Van Drunen. Tutor Junior: Teresa Monserrate. Protocolos: Silvana Vélez, Javier Sanmartín. Participantes: Kevin López, Evelyn Flores, Jennifer Serrano, Samia Tamba, Juana Faicán, Amanda Merchán, Andrea Flores, Stephanie Quintuña, Miriam Beltrán, Yoselyn Albán, Javier Crisanto, Ana Loyola, Paula Crespo, Cinthya Satama, Angie Larrea, Luis Barragán. Fotógrafo: Fabricio Sánchez.

190

3.4. Mirador el Tuno

El proyecto nace de la necesidad de incentivar el turismo comunitario una vez identificado el potencial paisajístico del barrio Tumianuma. La montaña que domina las visuales del sector fue elegida punto de intervención. Se buscaba emplazar un proyecto que se adapte a las condiciones naturales sin generar un impacto negativo.

Por medio de tres plataformas prefabricadas modulares, el proyecto se emplaza en el sitio con un sistema de pilares de madera que abrazan las vigas principales de los módulos. Estos pilares se apoyan sobre la tierra y son cimentados por medio de compactación de piedras, lastre y tierra en su contorno. El emplazamiento se guía por las condiciones naturales del sitio, dejando que los arbustos y las irregularidades marquen la posición de cada una de las plataformas. Aprovechando de igual manera la pendiente negativa existente, las plataformas crean un graderío que sirve también para direccionar la vista principalmente hacia el río.

Al no utilizar elementos adicionales, las condiciones para aprovechar el espacio son determinadas por los usuarios que después de una caminata fuerte llegan al mirador. Se convierte también en un punto de meditación ya que los sonidos predominantes vienen del caudal del río y de las aves que rodean la zona.

191

Para los moradores de Tumianuma, este punto tiene gran importancia, la cruz que se levanta la utilizan en sus fiestas y peregrinaciones. Las plataformas permiten un mayor disfrute y comodidad cuando realizan estas actividades. Por último, el mirador permite una conexión visual a las demás intervenciones del Taller, generando una red que invita sus usuarios a visitar los demás proyectos.

En este proyecto se utilizaron un total de 65 tablas, 25 listones y 10 vigas.

Fig. 4. Mirador el Tuno. Tallerista: Arq. César Guzmán. Tutor junior: Carlos Ruales. Protocolos: Fernanda Granda, Alfredo Guallpa. Participantes: Carolina Yanza, Mitchell Gonzáles, Ximena Reyes, Sebastián Cárdenas, Jonathan Urgilés, Daniel Ávila, Joel Ayala, Daniela Cárdenas, María Gavilanes, Mateo Yanchapaxi, Irwin Zúñíga, Katherine Núñez, Andrés Venegas, Johana Cando, David Aguirre, Patricio Duarte, Jhonatan Jiménez, Joffre Tenemaza, Emily Hernánez. Fotógrafa: Viviana Sinailin.

4. Conclusiones

Más allá de las aulas nos aguarda una compleja realidad. Experiencias de convivencia directa con todos los actores implicados en un proyecto enriquecen y fortalecen los conocimientos teóricos que puede aportarnos la Academia. El acercamiento al usuario real de un proyecto urbano arquitectónico permite conocer más a fondo la realidad, entender las formas de vida, de ocupación de los espacios, y plantear soluciones coherentes al contexto en todas las instancias.

192

Pero más allá de los resultados físicos que se pueda obtener de un proyecto en el que convergen tantos actores, están las vivencias que nos marcan de manera integral. En el marco del I Taller Social Nacional Vilcabamba 2020 no solo se obtuvieron cuatro proyectos a escala barrial. Se formaron lazos de fraternidad entre compañeros y amigos que se consolidaron a lo largo del proceso. Aprendimos, a través de la convivencia, que solo somos fuertes si nos unimos por una misma causa.

193