Editorial
QUERIDOS MISIONEROS CLARETIANOS DE MÉXICO El cuarto domingo de cuaresma leímos la parábola del Hijo Pródigo (Lc 15, 11-32). Algunos autores, como Henry Nowen, renombran esta parábola como “El Padre Misericordioso”. Este pasaje, según el autor citado, concentra la sabiduría divina del Evangelio, porque estamos llamados, como el hijo, a encontrarnos con el rostro y el amor infinito de nuestro Padre. En una ocasión afortunada los ojos de Henry se cruzaron con el cuadro de Rembrant “El regreso del hijo pródigo”. El cuadro causó tal impacto en él, nos cuenta, que se vio obligado a viajar a Petersburgo, Rusia. Viajó para contemplar la pintura original; pasó horas sentado contemplándola en silencio. Todo lo escudriñó, de manera especial fijo su mirada en la figura del hijo postrado en el regazo paterno. A primera vista, por la ropa andrajosa del joven, sus pies casi descalzos y la cabeza rapada, pareciera una narrativa triste y desafortunada. Aunque, si lo contemplamos con el corazón es evidente la atmósfera de ternura. La cabezarapada del joven asemeja la de un niño recién nacido en el regazo acogedor y tierno. En su autobiografía Claret ora así “¡Oh Dios míos y Padre mío!, haz que te conozca y te haga conocer; que te ame y te haga amar, que te sirva y te haga servir, que te alabe y te haga alabar por todas las creaturas. Dame Padre mío, que todos los pecadores se conviertan, que todos los justos perseveren en gracia y todos consigamos la eterna gloria. Amén. (Aut 233). Estoy a unos meses por concluir mi servicio como provincial en México. Esta editorial me permite agradecer a cada misionero por su confianza. Durante seis años, como hermano, he caminado con ustedes buscando el rostro amoroso del Padre. He sido afortunado, he encontrado este rostro especialmente en los más heridos de nuestra Querida Provincia. Nuestra misión en la Iglesia, después de conocer, amar, servir y alabar al Padre, consiste en hacer que otros lo conozcan, lo amen, lo sirvan y lo alaben. ¡Qué misión tan grandiosa heredamos de Claret! Su sueño misionero sigue vivo en nosotros. No perdamos el tiempo en discusiones y en cosas vanas. P. Enrique Mascorro López, cmf Superior Provincial
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