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I Yo soy la felicidad de este mundo
Yo soy la felicidad de este mundo México | 2014 | 122 min. | A partir del 19 de mayo D: Julián Hernández. G: Julián Hernández, Ulises Pérez Mancilla y Sergio Loo. F en C: Alejandro Cantú. M: Arturo Villela Vega. E: Emiliano Arenales Osorio y Jacobo Hernández. Con: Hugo Catalán (Emiliano), Alan Ramírez (Octavio), Emilio von Sternerfels (Jazen), Gabino Rodríguez (Andrés), Gerardo del Razo (Jonás), Andrea Portal (Sunny). CP: Mil Nubes Cine, Ruta 66, FOPROCINE, IMCINE, CONACULTA. Prod: Roberto Fiesco, Hugo Espinosa e Iliana Reyes. Dist: Corazón Films.
En 2003, un extenso título (literalmente hablando) obtenía el Premio Teddy del Festival de Cine de Berlín. Extraído de un poema de Pier Paolo Pasolini, esta prosa acogía el retrato de un joven homosexual que vaga por las melancólicas calles de la Ciudad de México, definida como un lugar sórdido, guardiana del sufrimiento y artífice de los amores perdidos. El vacío emocional del ser humano se expresaba en una historia de encuentros y desencuentros, no fácil de digerir. No obstante, la sobria fotografía en blanco y negro (con reminiscencias del neorrealismo italiano) y la banda sonora con música popular, hicieron de Mil nubes de paz cercan el cielo, amor, jamás dejarás de ser amor una arriesgada y esplendida propuesta dentro del cine mexicano contemporáneo. Pasaron once años y la realización de otros trabajos como El cielo dividido (2006) y Rabioso sol, rabioso cielo (2009), considerados puntuales ejemplos del cine mexicano con temática homosexual, para que el director Julián Hernández presentara Yo soy la felicidad de este mundo, una elegía audiovisual dividida en tres actos que narra la psicosis amorosa de Emiliano, un director de cine. Él es configurado como un ser etéreo, interesado en los encuentros sexuales fortuitos hasta que se enamora (o eso se quiere pensar) de Octavio, un practicante de danza. Una relación que se romperá por la promiscuidad de Emiliano y por la sensibilidad de Octavio. Un idilio amoroso al cual Emiliano volverá a retornar cuando experimenta la otra cara de la moneda, al encontrar en un prostituto una sensación de empatía y obsesión. Hernández apuesta por la experimentación fílmica al relatar esta historia sin una estructura narrativa convencional e introduciendo un paréntesis en torno a un ménage à trois entre dos mu-
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PROGRAMA MENSUAL
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