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El Discurso de Angostura de 1819, una aproximación al pensamiento político de Bolívar, 200 años después Esteban Morales Estrada

El Discurso de Angostura de 1819, una aproximación al pensamiento político de Bolívar, doscientos años después

Esteban Morales Estrada

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Historiador y miembro de número del CHI

“Nuestra constitución moral no tenía todavía la consistencia necesaria para recibir el beneficio de un gobierno completamente representativo, y tan sublime cuanto que podía ser adaptado a una república de santos”.

“Que la historia nos sirva de guía”.

Simón Bolívar

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I

Simón Bolívar (1783-1830) es rutinariamente señalado como el padre de nuestra Independencia, reivindicando su calidad como militar y político, líder y caudillo. Pero, pese a sus capacidades indudables en esos campos, podemos afirmar que Bolívar es además un avezado y hábil escritor y polemista. Su Manifiesto de Cartagena (1812), la famosa Carta de Jamaica (1815), su muy interesante Discurso ante el Congreso de Angostura (1919) y su Discurso ante el Congreso Constituyente de Bolivia (1825) constituyen, según Jaime Jaramillo Uribe y Fernán González, el armazón más sólido para entender al libertador a nivel político, ya que “reflejan con mayor fidelidad el carácter de sus ideas”1. En el primer texto de 1812, Bolívar intenta hacer algo a lo que recurrirá constantemente: apelar a la historia como una maestra, como una guía, como una luz que ilumina el camino en medio del caos propio de todo proceso de cambio político permanente2, y la incertidumbre por el porvenir y el destino. Había caído la Primera República Venezolana y Bolívar recomendaba aprender de los errores políticos cometidos allí, de los que había sido testigo y actor de primera fila en medio del

1 Jaime Jaramillo Uribe, “Prólogo: El Pensamiento político de Bolívar: vicisitudes y paradojas”, en: Escritos políticos. Simón Bolívar (Bogotá: El Áncora Editores y Panamericana Editorial, 2007), 10. También ver: Fernán González, “El proyecto político de Bolívar: mito y realidad”, en: Para leer la política. Ensayos de historia política colombiana, T. 2 (Bogotá: Cinep, 1997), 25. 2 Dos novelas históricas muy interesantes y bien logradas que retratan los problemas inherentes y propios del proceso revolucionario son: Arturo Uslar Pietri, Lanzas Coloradas (Oveja Negra, 1984), que muestra el proceso de la independencia venezolana centrado en dos personajes: Presentación Campos, caracterizado como vigoroso, calculador, ventajoso, hercúleo, sin ideología; y el tímido, reflexivo, tibio y cobarde Fernando Fonta, que sí tiene una ideología respecto a la independencia pero siempre teme actuar y aplicarla en el mundo real. La novela constituye la antinomia entre el hombre de acción y el hombre de ideas. Por otro lado, e igual de interesante, Mariano Azuela, en Los de abajo (Oveja Negra, 1985), muestra las fricciones y contradicciones, así como los puntos de conexión, entre los relevantes y elevados ideales de la Revolución Mexicana y la acción revolucionaria cotidiana y mundana, sumado al asunto de la disputa entre campo y ciudad.

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torbellino de la época, pero adicionalmente pensaba que el futuro de la Nueva Granada y de Venezuela era indivisible, inseparable, como lo reafirmaría también en 1819.

La Nueva Granada ha visto sucumbir a Venezuela, por consiguiente, debe evitar los escollos que han destrozado a aquélla. A este efecto presento como una medida indispensable para la seguridad de la Nueva Granada, la reconquista de Caracas. A primera vista parecerá este proyecto inconducente, costoso y quizás impracticable: pero examinando atentamente con ojos previsivos, y meditación profunda, es imposible desconocer su necesidad, como dejar de ponerla en ejecución probada la utilidad3 .

Pero quizás sea la Carta de Jamaica de 1815 el texto más recordado de Bolívar. Allí trata de esbozar sus posturas sobre la situación política de América del Sur, para responder a un extranjero interesado en saber sobre dicho aspecto, pero también muestra rasgos importantes de su ideario en diversos ámbitos. Sin embargo, nos vamos a centrar, por asuntos del bicentenario (1819-2019), y particularmente de reivindicación, en el menos conocido Discurso ante el congreso de Angostura, pronunciado por Bolívar el 15 de febrero de 1819, hace poco más de dos siglos.

1819 fue una fecha crucial en el desarrollo del proceso independentista, ya que fue el año en el que ocurren decisivos acontecimientos, como la Batalla de Boyacá, y para algunos autores es incluso el año de cierre de un gran ciclo o “época de revolución social”, de grandes cambios interconectados e influenciados mutuamente que abarcan el período de 1781 a 1819 y se mueven a escala interna y externa4, mientras que otros postulan que es vital estudiar “ciclos” inmersos en una “coyuntura histórica de medio siglo”, que iría de 1781 a 1830, pero resaltando la importancia de 1819 como un punto de quiebre, ya que marca el inicio de lo que

3 Simón Bolívar, “Manifiesto de Cartagena (1812)”, en: Escritos políticos. Simón Bolívar (Bogotá: El Áncora Editores y Panamericana Editorial, 2007), 28. 4 Francisco Posada, El movimiento revolucionario de los comuneros (Bogotá: Siglo Veintiuno Editores, 1975), 155.

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se ha conocido tradicionalmente como la Gran Colombia5. Pero más allá de estas interpretaciones, procederemos a analizar en detalle los aspectos más relevantes del discurso de Bolívar en 1819 para obtener una visión o más bien una fotografía de lo que pensaba para la fecha, y consignaba en este escrito, teniendo en cuenta siempre las recomendaciones de Quentin Skinner de ubicar un texto en su época, para poder interpretarlo de la mejor manera6 .

Para entender lo que Bolívar pronunció en 1819, debemos contar con la importante influencia del universo discursivo europeo-norteamericano en el Libertador, sus ideas ilustradas y el encanto que ejercieron en él pensadores como Rousseau (1712-1778) y Montesquieu (1689-1755). Según Jaramillo, la influencia de estos ilustrados se ve claramente en dos aspectos:

Del segundo [Montesquieu] obtuvo la idea de que las leyes de un país deben adaptarse a sus condiciones geográficas, a su clima y a sus riquezas naturales, lo mismo que a sus costumbres y a sus tradiciones, y del primero [Rousseau] sacó la tesis […] acerca de la función socializadora del Estado. El Estado no era sólido si no tenía como base una moral pública y privada rigurosa y puritana. […] De Rousseau, finalmente, le venía su admiración por las instituciones políticas de la antigüedad griega y romana…7

Es indudable, entonces, la influencia de la Ilustración en el pensamiento de Bolívar, que se ubica como un pensador central de la historia intelectual latinoamericana, que constituyó “sus lenguajes ideológicos a partir

5 Javier Ocampo López, “El movimiento ideológico de la Independencia en la Nueva Granada”, en: 1810. Antecedentes, desarrollo y consecuencias (Bogotá: Taurus, 2010), 159. 6 Este postulado se desarrolla de forma clara y fructífera en: Quentin Skinner, Maquiavelo (Madrid: Alianza Editorial, 2008). 7 Jaime Jaramillo Uribe, “Prólogo: El Pensamiento político de Bolívar: vicisitudes y paradojas”, 10-11. También ver, sobre la influencia central de Rousseau en Bolívar: Fernán González, “El proyecto político de Bolívar: mito y realidad”, 17-18.

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de los lenguajes europeos”8. Los debates europeos, así como los diversos autores del viejo continente, van a nutrir una trayectoria autónoma, pero con vínculos visibles y palpables. En el caso que nos interesa, no debemos olvidar que Bolívar provenía de la élite mantuana venezolana, y tuvo grandes oportunidades al viajar a Europa, leer a los teóricos de moda y ver la vida cotidiana allí de forma privilegiada y productiva. Es visible en el Discurso ante el congreso de Angostura, por ejemplo, un optimismo (que será matizado más adelante) frente a las posibilidades políticas de América, entendido como continente promisorio y con un destino brillante. Dicha expectativa “sobre el futuro del hombre, su perfectibilidad y la posibilidad de la felicidad” serán herencias ilustradas sin duda, así como la unión de las “explicaciones metafísicas” con una parte “práctica y empírica”9, que es inocultable en el Libertador, constituyéndose a la vez como militar-político y escritor-polemista. Sin olvidar la búsqueda de unos ideales sustentados en “la democracia como el gobierno del pueblo, con base en la constitución y las leyes y la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial”10 .

II

El contexto del Congreso de Angostura en 1819 está marcado por la inestabilidad política y la anarquía en muchas regiones de Venezuela. La represión encabezada por Monteverde y la progresiva radicalización de la guerra entre las facciones imperantes hicieron de la situación una inmensa mezcla o conjunción de caos, violencia y guerra. La llamada

8 Carlos Altamirano, “Sobre la historia intelectual”, en: Utopías móviles: nuevos caminos para la historia intelectual en América Latina (Diente de León y Universidad de Antioquia, 2014), 24. 9 George Rudé, “Ilustración”, en: Europa en el siglo XVIII (Madrid: Alianza Editorial, 1978), 197. 10 Javier Ocampo López, “El movimiento ideológico de la Independencia en la Nueva Granada”, 156.

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guerra a muerte entre americanos y peninsulares, y las victorias iniciales de Bolívar y Santiago Mariño, en su lucha por contrarrestar la resistencia monárquica en ciudades como Caracas, Maturín o Cumaná dieron un segundo aire al movimiento patriota. Sin embargo, se confi guraron dos visiones divergentes, con sus respectivos bandos, entre Bolívar y Mariño; el primero se ubicó en la zona central de Venezuela, con un lazo dependiente del Congreso de la Nueva Granada y un liderazgo central marcado, en cabeza de Simón Bolívar, mientras que el segundo se instaló en la zona oriental y tenía una esencia federal en la organización política, con un papel central de Santiago Mariño en la conducción militar. Ambos proyectos fueron efímeros, debido a las fuertes resistencias de grandes sectores que apoyaban la monarquía, entre los que sobresalían los poderosos llaneros acaudillados bajo la dirección de José Tomás Boves, que desde el sur atacó los proyectos políticos arriba descritos. Poco a poco el bando patriota se desmorona en pedazos y la guerra aumenta en todas partes.

Es en el contexto anterior donde muchos se repliegan o huyen para evitar la persecución, aumentada luego del arribo de la famosa expedición de Reconquista bajo el mando de Pablo Morillo, que encuentra una Venezuela casi totalmente doblegada por el ya fallecido Boves, donde Bolívar escribe su carta de Jamaica fechada el 6 de septiembre de 1815 desde Kingston. La lucha continuó y Bolívar intentó infructuosamente tomar Caracas en 1816, mientras que otros, como Mariño, Arismendi, Piar y Páez combatían desde sus respectivas zonas de influencia como liderazgos en una nueva fase de lucha, aunque las rencillas internas aparecieron y produjeron el fusilamiento de Piar por su constante crítica al poder de Bolívar y su llamado para regularlo. Es a raíz de dicha acción que Bolívar obtiene la preponderancia indiscutida como líder militar superior, por el resto de la confrontación.

Pese a la constante lucha y a la inquebrantable perseverancia de los patriotas, el norte de Venezuela y Caracas permanecen bajo el poder de los realistas, mientras que el sur se constituye en el epicentro de

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los patriotas y su resistencia. En 1817 fracasó de nuevo Bolívar en la toma de Caracas; sin embargo, la potencialidad militar de los llaneros patriotas comandados por Páez dará un vuelco a la guerra, mientras que la llegada en 1818 de un importante número de ingleses, irlandeses y otros europeos marcarán el fortalecimiento de un ejército que se vuelve una aceitada máquina de guerra.

Es en este contexto descrito anteriormente donde se instaló el Segundo Congreso Constituyente de Venezuela, en la ciudad de Angostura, el 15 de febrero de 1819, hace poco más de dos siglos, y donde Bolívar presentó el discurso que analizaremos en sus principales aspectos y trazos a continuación11. Dicho escrito se constituye como una antesala poco reseñada del posterior Congreso de Cúcuta de 1821, en el cual la unión entre Nueva Granada y Venezuela se había consolidado y era algo palpable, cuyo territorio quedó organizado en siete departamentos (Orinoco, Venezuela, Zulia, Boyacá, Cundinamarca, Cauca y Magdalena), a su vez conformados por provincias12 .

Retomando los trabajos arriba citados junto a otros, y antes de empezar con el análisis del Discurso debemos hacer dos breves aclaraciones o acotaciones que permiten dilucidar mejor el proceso en cuestión. En primer lugar, debe tenerse en cuenta que el Congreso de Angostura se da en medio de la construcción incierta de un nuevo orden político, sobre las bases de un viejo y jerarquizado orden colonial, donde “la herencia hispánica tuvo gran peso en el desarrollo constitucional y legal del país por cuanto legó un sistema de creencias que orientó el diseño de las reglas de juego mediante las que se organizó tortuosamente la república”, y adicionalmente “la endémica debilidad del Estado repu-

11 La información de Venezuela fue sintetizada con base en: Carole Leal Curiel y Fernando Falcón Veloz, “Las tres independencias de Venezuela: entre la lealtad y la libertad (1808-1830)”, en: Las independencias hispanoamericanas. Interpretaciones 200 años después (Bogotá: Editorial Norma, 2010), 75-87. 12 Armando Martínez Garnica, “La vida política”, en: Colombia. Crisis imperial e Independencia 1808-1830 (Lima: Fundación MAPFRE Y Santillana Ediciones, 2010), 63.

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blicano nunca pudo poner límites estrictos a la revuelta porque pasó de los extremos democráticos de los liberales radicales a los muy represivos de los conservadores, cuando se asentaron en el poder”13. Cobran entonces relevancia las palabras de Hobsbawm, que advertía en un interesante ensayo de 1995 que “los Estados que surgieron de las guerras de independencia en América Latina no fueron naciones, o Estados-naciones, en un sentido realista, ni fueron el resultado de movimientos de liberación nacional”14, con lo que queda más que claro la difícil tarea de construcción de una república desde cero, luego de un largo período colonial.

En segundo lugar, podemos acercarnos a Bolívar, siguiendo a Jaramillo Uribe y a Fernán González, de muchas maneras para dilucidar su pensamiento político, yendo más allá de las simplistas apologías políticas, que recorren el espectro ideológico completo, y que van desde el Bolívar conservador, hasta el Bolívar precursor de las ideas de izquierda, por medio de diversas construcciones historiográficas15. Jaramillo propone anteponer el Bolívar ideólogo, ilustrado, teórico, con el Bolívar gobernante, como forma de construir una dicotomía entre la idea y la praxis política cotidiana y pragmática16; por otro lado González propone dejar atrás las visiones bipartidistas y con intencionalidades tergiversadoras o parciales, así como las individualistas y heroicas (estériles por simplistas y anti-históricas), para analizar la documentación producida por

13 Salomón Kalmanovitz, “Consecuencias económicas de la Independencia de Colombia”, Revista de economía institucional Vol. 10, n.° 19 (2008), 229. 14 Eric Hobsbawm, “Nacionalismo y nacionalidad en América Latina”, en: ¡Viva la Revolución! (Bogotá: Crítica, 2018), 452. 15 Para observar algunas visiones sobre Bolívar (Álvaro Gómez, Mario Laserna, Indalecio Liévano, Germán Arciniegas, Antonio García, Anatoli Shulgoski), ver: Fernán González, “El proyecto político de Bolívar: mito y realidad”, 13-24. Ver adicionalmente: José Abelardo Díaz Jaramillo, “La independencia y los héroes en los discursos de la izquierda colombiana. Reivindicación, adaptaciones y lecturas disidentes”, Análisis Político n.° 71 (2011): 29-46. 16 Fernán González, “El proyecto político de Bolívar: mito y realidad”, 25.

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el mismo Bolívar en su contexto particular, y con sus preocupaciones específicas17 .

Sobra decir que intentamos seguir dichas recomendaciones, dejando claro que más allá del héroe militar, Bolívar fue un político sagaz, con claros y oscuros, y con una relevancia fundamental en nuestra conformación político-social. Que sea esta una oportunidad para analizar uno de sus productos políticos menos trabajados, o conocidos en menor medida, a poco más de dos siglos de su redacción. Que sea el mismo Simón Bolívar, ese de los cuadros, las estatuas, las imágenes; ese que reivindican los conservadores y los guerrilleros, ese ser humano reflexivo y brillante, el que nos guíe y nos ilustre en este camino interpretativo.

III

El discurso de Bolívar arranca con las protocolarias palabras de apertura. Sin embargo, muy pronto asistimos a su propio análisis retrospectivo de la convulsa época que le ha tocado torear, declarándose como una víctima más de los acontecimientos, o “un vil juguete del huracán revolucionario que me arrebataba como una débil paja”, con lo que busca legitimar su papel de instrumento de la historia, o su supuesto papel secundario en medio de un proceso dirigido por las grandes fuerzas de la historia, que arrastraron a Venezuela por varios años a una guerra sin cuartel y que a su vez lo eximen de responsabilidades en cierta manera, ya que no es más que un débil barco en una gran tempestad histórica, un “instrumento de los grandes móviles que han obrado”, que prefiere el título de Buen Ciudadano, más que los rimbombantes de Pacificador o Libertador18, mostrando una supuesta humildad frente a los incontrola-

17 Jaime Jaramillo Uribe, “Prólogo: El Pensamiento político de Bolívar: vicisitudes y paradojas”, 9. 18 Para todas las citas anteriores ver: Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”,

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bles e implacables acontecimientos de una revolución, entendida como una especie de avalancha o terremoto político-social. Más adelante, Bolívar se muestra como una especie de líder militar y político que está en un puesto de mando solo por los múltiples avatares que lo han ubicado en ese lugar, advirtiendo que hay muchos “hijos” de Venezuela que son capaces “de mandar a hombres libres”, y que lo ideal es su rotación en la dirigencia, ya que “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo”19 .

Sin embargo, y avanzando un poco, lo más interesante del discurso, son las sugerencias que da al Congreso de Angostura para que ejecute de la mejor manera sus funciones de “crear un cuerpo político”, que presenta grandes problemas y desafíos a quien pretenda regularlo. En primer lugar, Bolívar piensa que un problema central es que “no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles. Americanos por nacimiento y europeos por derechos”20, con lo que se constituye una mixtura problemática y dicotómica de no-lugar. Ni somos de allá completamente, ni somos de acá enteramente21, por el contrario, para Bolívar hay una mezcla compleja y ambivalente que se superpone al proceso de consolidación política y hace del caso de América uno inédito y único, ya que los que nos gobernaban estaban al otro lado del mar y eran ajenos a sus posesiones, con lo que el poder del monarca no se materializó concretamente con su presencia, sino a través de múltiples emisarios, con lo que se consolidó como un poder distante y

en: Escritos políticos. Simón Bolívar (Bogotá: El Áncora Editores y Panamericana Editorial, 2007), 64. 19 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 65. 20 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 66. 21 Más adelante, Bolívar va a agregar el componente africano al coctel social, dejando claro que la misma España era una mezcla de africanos e ibéricos, refiriéndose a los moros sin duda, incluidos también en la sangre de nuestros conquistadores de alguna forma, con lo que concluye que es imposible determinar “a qué familia humana pertenecemos” los americanos.

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casi fantasmal, que sin embargo regulaba las realidades, precariamente, pero constantemente sin duda, razón por la que, según Bolívar, “estábamos abstraídos, ausentes del universo en cuanto a lo relativo a la ciencia del gobierno”22, con lo que no tuvo en cuenta, ya que generaliza para dar más coherencia a su argumentación, los poderes locales ejercidos por muchos criollos en espacios como los cabildos o las milicias23 .

Lo anterior lleva, en un segundo lugar, a las prevenciones de Bolívar, que a grandes rasgos consisten en que es muy peligroso dar libertades muy grandes a individuos que han estado encadenados y subyugados por tres siglos a las decisiones de la metrópoli, porque la libertad es un excelente y magnífico ideal, pero es “de difícil digestión” para pueblos poco ilustrados y poco acostumbrados a tomar decisiones. Lo anterior aun hoy, a doscientos años de distancia y guardando obvias proporciones, cobra relevancia en la compra de votos o los “errores” de las mayorías, donde el problema no reside en el sistema democrático en sí, sino en los individuos que no están a la altura de las decisiones políticas, y en prácticas ancestrales de caudillismo, amiguismo, nepotismo y padrinazgo. Las palabras de Bolívar están cargadas de realismo, cuando manifiesta que “son los pueblos más bien que los gobiernos los que arrastran tras de sí la tiranía”24, y lo que es más revelador es que, según la perspectiva de Bolívar, es más fácil sacudirse la opresión, que mantener la libertad a lo largo del tiempo, por lo que según su visión la independencia sería solo un primer paso en un largo camino de consolidación de las conquistas ganadas con tanta perseverancia y esfuerzo, ya que la historia militar gloriosa y heroica de Venezuela, recordaba para Bolívar, el “heroísmo republicano entre los antiguos [ya que] ha

22 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 67. 23 Hay que tener en cuenta que Bolívar está construyendo en sus escritos un discurso donde se legitima la separación de España y se intenta consolidar una nueva estructura política, un orden republicano, razón por la que tiende a dividir la realidad en blanco y negro, sin buscar matices, al igual que lo hace en su célebre carta de Jamaica, documento fundamental de la leyenda negra sobre España y su poder sobre América. 24 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 69.

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entrado en el gran cuadro de los sacrificios hechos sobre el altar de la libertad”25 .

En tercer lugar, el caraqueño comienza a exponer su ideario político en torno a la “adopción de nuevos principios”, buscando aterrizar conceptos y perspectivas expuestas con antelación en lo que tiene que ver con construir un nuevo organismo político, que, si bien se veía condicionado por un largo pasado colonial, tenía abierto todo el futuro. Los puntos centrales de ese ideario fueron: una crítica frontal al federalismo como sistema disperso e inaplicable a las realidades de Venezuela, retomando las ideas de Montesquieu de que cada pueblo debe crear normas acordes a su realidad, y dejar de mirar a Inglaterra o EE.UU. como referentes de manera acrítica, razón por la que es indispensable una “república indivisible y central”, suprimiendo la ilusa y errónea idea de que “las bendiciones de que gozan [los norteamericanos] son debidas exclusivamente a la forma de gobierno y no al carácter y costumbres de los ciudadanos”26; otro factor de vital importancia fue la definición de los marcos y límites del concepto de libertad, ya que si bien, según Bolívar, los hombres nacen con “derechos iguales a los bienes de la sociedad” por el solo hecho de ser hombres, hay una desigualdad “natural”, por lo que el camino correcto se constituye por medio de la consolidación de una especie de libertad limitada opuesta a los graves abismos de una libertad absoluta que desencadenaría fuerzas incontrolables, que siguiendo los argumentos anteriores, conducirían de nuevo a la esclavitud de los americanos, por medio de la consolidación y cohesión de nuevas tiranías, que aprovecharían los vestigios de la servidumbre y el despotismo heredados del período colonial; o desembocaría en una anarquía permanente y destructora de todo reducto de orden. Es importante entonces la aparición en el discurso de Bolívar de una distinción fundamental entre ciudadanos pasivos y activos, evitando o más bien “poniendo un dique a la licencia popular, evitando la concurrencia tumultuaria y ciega que

25 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 91. 26 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 72.

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en todos tiempos ha impreso el desacierto en las elecciones”27 .

Si el principio de la igualdad política es generalmente reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace a los hombres desiguales, en genio, temperamento, fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia porque colocan al individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los servicios, las virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente llamada política y social28 .

Aparece en la cita anterior, una síntesis perfecta y desglosada para entender los matices, prevenciones y características del concepto de libertad en Bolívar, entendido desde el ámbito o el ángulo ambiguo que busca ensalzar a la vez que limitar ese ideal. La sociedad es “heterogénea”, y es el Estado y las leyes que emanan de él los encargados de garantizar un equilibrio igualitario sólido, pero “ficticio”, entre individuos disímiles naturalmente, que intente buscar “la seguridad y la estabilidad” de las nacientes repúblicas, conformadas en medio de un caos militar y sociopolítico. Bolívar continúa su argumentación y retoma una postura bastante conocida desde el pragmatismo anglosajón, que consiste en afirmar que “el sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”29, reconociendo de entrada la posible perfectibilidad de lo que tiene que ver con el manejo del Estado, desplazando su interés a buscar la mejor fórmula y no la más infalible. Se busca el mal menor, sin dejar de reconocer el mal en sí.

En cuarto lugar, podemos señalar, retomando la obsesión de Bolívar por obtener aprendizajes de la historia griega o de las grandes potencias de su época, que hay varios aspectos que bien vale la pena analizar. Para Bolívar, los ideales tienen dos caras como una moneda, uno positivo y otro negativo, por lo que se hace necesario buscar un punto medio que

27 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 88. 28 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 74. 29 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 75.

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permita la aplicabilidad a los países recién venidos al mundo, construidos sobre frágiles y ambiguas bases en la América española. Es entonces aquí que el caraqueño vuelve a esbozar uno de los principios rectores y fundamentales en este discurso: lo que importa no es la norma, es la sociedad que sigue o no la misma.

Para probar lo anterior, Bolívar recurre al laboratorio de la historia, y ésta es su argumento central, entendida como Magistra Vitae, como una escuela, como una maestra de la vida, de la cual podemos sacar enseñanzas permanentes30. De Solón, volviendo a la clásica y remota Atenas de la antigüedad, aprende a analizar y a “reconocer la insuficiencia de la democracia absoluta, para regir ninguna especie de sociedad”, y como “a veces son los hombres, no los principios los que forman los gobiernos”, menciona a Licurgo (Esparta) como un gran legislador, Pisistrato y Pericles como males necesarios, volviendo a la caótica Atenas, y Epaminondas como líder en Tebas. Pero Roma es, según Bolívar, el mejor ejemplo de cómo un pueblo logró su grandeza, demostrando lo importantes que son “las virtudes políticas”, frente a lo indiferentes, irrelevantes y superfluas que son “las instituciones”. Pero este análisis retrospectivo llega hasta Francia e Inglaterra, que tienen mucho que enseñar al mundo de comienzos del siglo XIX, ya que han “inundado al mundo con […] profusión de luces políticas”31 .

En definitiva, en este aspecto Bolívar invita a los miembros del Congreso de Angostura a tener presente que son los hombres los que forman las repúblicas, más allá de ideales y abstracciones filosóficas, discursivamente hermosas, pero imposibles de aplicar en una inmadura tierra recién libertada. Pasar de los discursos rimbombantes a la praxis política real es el llamado de un Bolívar temeroso, que tenía miedo, pavor a las utopías políticas desaforadas y prefería la búsqueda permanente de un

30 Ver: Reinhart Koselleck, “Historia Magistra Vitae”, en: Futuro Pasado (Barcelona: Paidós, 1993), 41-66. 31 Todas las citas anteriores: Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 76-77.

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realismo que trabajara con lo que existe y no con lo que se sueña. Pero, además, hace un llamado para “que no se pierdan, pues, las lecciones de la experiencia; y que las secuelas de Grecia, de Roma, de Francia, de Inglaterra y de América [del norte] nos instruyan en la difícil tarea de crear y conservar las naciones con leyes propias, justas, legítimas y sobre todo útiles”32, con lo que le da a la historia una categoría de faro, de guía, para afrontar el futuro, ante la inexistencia de una tradición propia a nivel de repúblicas. Los romanos y los ingleses, según Bolívar, llegan a ser los mejores ejemplos de lo que se debe hacer “para mandar y ser libres”, dejando atrás “brillantes formas de libertad”, y consolidando, por el contrario, “establecimientos sólidos”, razón por la cual recomienda el “estudio de la Constitución británica” para sacar provechosas lecciones, sin proponer “su imitación servil” 33 .

En quinto lugar, podemos analizar las consecuencias que para Bolívar tienen su admiración por Roma e Inglaterra. Bolívar propone un senado hereditario como equilibrio entre un pueblo que desconoce muchas veces sus propios intereses y un gobierno que tiene el poder a nivel factual. “Los senadores en Roma y los lores en Londres han sido las columnas más firmes sobre que se ha fundado el edificio de la libertad política y civil”34, con lo que vemos, en síntesis, la tentativa de establecer una especie de clase política o dirigente vitalicia, educada desde la más tierna infancia para ejercer los cargos legislativos de la mejor forma.

Otro aspecto en el que Bolívar reconoce explícitamente la influencia de Inglaterra es la del fortalecimiento de la idea de un “presidente, nombrado por el pueblo o sus representantes” que se haga cargo de un ejecutivo central, fuerte y sólido, para llegar a la “felicidad nacional”, pero con un papel preponderante de la constitución y de sus ministros, con el objetivo de ejercer mejor el poder y el control de los asuntos de la política. En síntesis, según el caraqueño, en un sistema republicano el

32 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 77-78. 33 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 78. 34 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 79.

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ejecutivo debe tener una fuerza imponente en un sentido hobbesiano porque “todo conspira contra él”, y “si no se ponen al alcance del ejecutivo todos los medios que una justa atribución le señala, cae inevitablemente en la nulidad o en su propio abuso; quiero decir, en la muerte del Gobierno, cuyos herederos son la anarquía, la usurpación y la tiranía”35 .

En definitiva, frente a ese miedo por los “ensayos de quiméricas instituciones”36, Bolívar opta por proponer ante el Congreso de Angostura la consolidación de un “espíritu nacional”, basado en dos pilares que son antagónicos y deben moderarse entre sí, “moderar la voluntad general” y adicionalmente “limitar la autoridad pública”37, lo que consiste básicamente en moderar el poder del gobierno, sin caer en la anarquía y los tumultos del pueblo. Y es que es palpable en Bolívar el miedo al pueblo sin control, a las masas sin reflexión, a las caóticas implicaciones, según su perspectiva, de dar mucho poder a la plebe. Y fue ese aspecto el que admiró de Inglaterra, por ejemplo, esa capacidad de hacer los cambios, pero dosificados; juntar los derechos con las tradiciones; el poder ciudadano con la aristocracia. En últimas, había que establecer un orden en medio del torbellino de la revolución política, y como nos advierte Jaime Jaramillo Uribe:

En una palabra, nunca abandonó la idea de que era un mantuano, adjetivo con el cual se distinguía a los ricos caraqueños por ser sus mujeres las únicas que legalmente podían usar en público un manto o pañolón de seda muy costoso. Además, en su actividad política y en sus relaciones personales siempre se apoyó y buscó la colaboración de la clase dominante de la época: Mosqueras y Arboledas de Popayán; Vergaras, Parises y Restrepos de Santa Fe; Briseños y Mendozas de Venezuela. A esto no solamente lo inclinaba su conciencia de clase, sino también su realismo político, pues solo en esa casta de blancos con poder económico podía encontrar los dirigentes y colaboradores que exigía la

35 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 83. 36 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 85. 37 Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 86.

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El Discruso de Angostura de 1819

conducción de la guerra y la organización del nuevo Estado independiente38 .

A manera de conclusión, podemos decir que tratamos de reivindicar el discurso ante el Congreso de Angostura como una pieza bicentenaria que nos ayuda a entender los ejes del ideario político de Bolívar. Para el caraqueño, la moralidad, la educación, el trabajo, el realismo, la unión de Venezuela y la Nueva Granada y otros elementos fueron fundamentales para iniciar la construcción de un nuevo proyecto político. Esperamos haber señalado algunos aspectos importantes del discurso, y creemos que es estudiándolo como se conmemora de la manera más eficiente, entendiendo el decisivo papel de Bolívar en lo que tiene que ver con la creación de nuestras repúblicas y sus múltiples realidades políticas.

Al finalizar el discurso, el caraqueño saca a relucir su capacidad romántica y sus grandes esperanzas en la tierra que años después le haría tanta oposición. Esa “vasta región” debía “servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana; […] enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro; […] distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la vida de los hombres dolientes”39. La liberación de estos territorios del yugo de España fue su gran proyecto vital, estructurar una nueva e inédita realidad política en los países recién surgidos fue su permanente preocupación, y a ello dedicó grandes piezas ensayísticas como la que acabamos de trabajar.

38Jaime Jaramillo Uribe, “Prólogo: El Pensamiento político de Bolívar: vicisitudes y paradojas”, 15. 39Simón Bolívar, “Discurso de Angostura (1819)”, 93.

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Esteban Morales

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