
2 minute read
ENERGuMENOS, POR FAVOR, DEJEN EN PAZ AL FuTBOL
Me sabe mal manejarme con estos términos cuando me refiero al fútbol, créanme, pero es la realidad. Hablo, una vez más, del fútbol base. Todos los fines de semana vemos vídeos que recorren las redes sociales en los que observamos a padres, madres y demás familiares liar unas zapatiestas dignas de ser denunciadas. Por compromiso con el deporte, así lo llevamos haciendo desde que comenzamos con esta responsabilidad de plasmar la información de la comarca. El hombre ha hecho y sigue haciendo méritos más que suficientes como para reprobar muchísimas actitudes, y en su momento tuve esperanza de la llegada de la mujer, en el sentido de implicarse en la actividad de su hijo, ir a ver los partidos y disfrutar del fútbol. Me equivoqué al mil por mil. Por supuesto, estoy generalizando, ya que hay muchísimas personas, sean hombres o mujeres, que proponen respeto a la hora de estar en la grada. Por desgracia, ha llegado la igualdad al mundo del fútbol. Y lo ha hecho de una forma fea y desagradable, es decir, una mujer grita igual que el hombre, insulta igual que el hombre, amenaza igual que el hombre y agita a las masas igual que el hombre. Yo, que pensaba que la parte femenina aportaría más sentido común, paz y sosiego, y resulta que se han puesto a la misma altura del hombre y se ha sumado a la ola de violencia verbal y física que cada fin de semana se dan cita en los campos de fútbol. Sin la más mínima educación, ni saber estar ni prudencia, los familiares de esas criaturas, insultan a todo lo que se mueve y les da exactamente igual la referencia que son para sus hijos.

Advertisement

El fútbol base no me gusta. Se ha creado una tensión alrededor que se busca la victoria como principal objetivo; no se educa a los chavales y aún menos se puede hacer carrera de sus familias. El fútbol ahora mismo es un caballo desbocado, sin visos de que se aplaque ni frene el ímpetu. Voces, faltas de respeto y ofensas. El árbitro jamás pita bien si la decisión es en contra. Pero ese fútbol de categorías inferiores está manchado por el profesional, en el que siempre está instalada la polémica hasta crear a aficionados más “anti” que “seguidores de”. Oyes a niños pequeños decir que su máxime deseo es que pierda el rival, antes que gana su equipo. Una rabia contenida y una belicosidad impropia de un deporte.
Y vamos a terminar con la hipocresía en la que estamos instalados y la declaración de un árbitro, Urizar Azpitarte sobre la situación de esos grandes señalados: “Llevamos toda la vida recibiendo insultos, incluso antes de salir al campo. Antes, durante y después. Así, porque si. Nos llaman de todo y nos ponen a parir y nadie dice nada. Al revés, los dirigentes y futbolistas lo justifican e incluso lo provocan. Ahora, eso sí, si insulta a un negro, se para el partido, nos ponemos las manos en la cabeza e incluso hacemos manifestaciones”. El insulto jamás se debe justificar para nadie. NADIE.
