ODario

Page 1

O’Dario César Palominos


Dame las dÊcimas dispuestas en el sonido de las docas que enmantelan arenosas dunas‌


Oda A Los Números Y Las Letras ¡Que vivan las matemáticas y sus aritméticas!, gracias a los árabes y sus ceros de mamelucos y camellos de luna. Qué fuera del mundo sin viajes a marte y sin finanzas de Wall Street. Ah de la ingeniería, y la robótica. Dime qué pasaría en los edificios sin el calculo y la administración sin sus estadísticas.

No obstante, a mi… -déjenme aquí en el monte-, oyendo aves y retratando helechos, cantando a la luna y escribiendo estos versos. Es que no puedo pensar con mi cerebro derecho, tengo un amor y devoción a las letras, Al ver la lluvia en los ríos o el aroma de la canela flotando en el té.

No puedo ser, sin el sabor del abrazo de un poema, sin los ríos y los lagos de mi patria, o la mirada absuelta de un niño.


Oda a la Luna Viajera del mundo, diosa satelital y dorada. Eres la luna, tímido rostro escondido tras los pinos del monte. Sol de la noche callada, eres misteriosa y pálida, eterna guía de las carabelas y sus tesoros. Madre que amamantas las constelaciones lejanas del sur, madrina de las patrias dormidas y quietas. De los campos infinitos, de las sierras y de villorios cargados de sueños florecientes de los humildes. Ah luna, sol de la noche y perla de los mares furiosos, te bañas en los vaivenes de las olas erráticas. Besas los labios de marineros y de proas, enamoras buques o fragatas, artesanos del mar o cazadores de ballenas.

Encanto de centinela, eres fulgor de brisas y escarchas. Las medusas bailan frenéticas al compás de las sinfonías marinas. Los escafandristas y los peces tejen arpilleras de nubes entrelazadas, esencia del mar.

Llenas de florituras y filigranas mis cantos, madre de las musas, eres la memoria del pueblo y sus luchas. Enardeces los valles y vendimias, llenas la noche, tú, lucero de fuego, durmiente de día. Ah luna, alga constelada, eres la cosecha del día, el descanso del trabajo. Déjame dormir en tu paz infinita.


Aromo Espero que cuando regrese permanezcan los aromos en flor NO PUEDO SER!… sin verlos una última vez, sin recibir su rubio fulgor sin despedirme, y esperar otro largo año añorando su efímera figura. Y he ahí los aromos!! esperaron parsimoniosamente mi ineluctable llegada erigidos como mitras del cielo, como minaretes soterrados de la primavera. Y fui feliz… fui inmensamente feliz. No obstante el destino, como nudo desatado de golondrinas, ahora los hace yacer con figuras ineluctables de muerte que cómo presagio ingrato, el suelo recibe el ámbar de sus flores… doradas esferas estrelladas que forman en su tumba, efímeras constelaciones terrestres.

Las flores de los aromos despiden al invierno como primer abanderado de la primavera. Círculo cromático que se aproxima y corona un reino vegetal de mil colores balsámicos.


Oda Jacarandá Lloran lágrimas lilas, los jacaranda y desnudan sus brazos como ojos nocturnos de piquen silencioso. Sus semillas aladas viajan en un hálito sagrado a tocar la tierra, a germinar la vida verde que me da respiro y me da sosiego, en esta preta ciudad anclada en el rodal de la geografía, colmada de indiferencia y ebanistería. Jacarandá, he puesto tus dehiscentes hojuelas en mi alma y en mis orejas y he dejado que colorees de violeta los caminos de mi acelerada primavera.


Oda al Pueblo Heme aquí con la multitud, en los terminales del pueblo, en sus centros comerciales, en las fiestas religiosas. Caminan las masas apabulladas repletas de nada, ebrias de problemas, almas hirsutas con la esperanza como estrella, caminantes moldeados por los zarpazos de sus hermanos. Heme aquí bajo la lluvia que escurre en sus pieles de cárceles, en sus tejados de cuadernos desertados, en sus manos agrietadas por la mina y el cemento. Y lloran a gritos las ollas vacías del bifé y la enmudecida sombra de aquel árbol navideño.

El pueblo, la gente humilde, los de ojos taciturnos, los de corazones de fierro forjado; Aquéllos de sonrisa fácil que tienen el horizonte por alcanzar. A uds les recito mis versos, a uds quiero alimentar con mis palabras colmadas de miel y avena. Todos juntos tejeremos las arpilleras del porvenir, todos unidos nos mantendremos fuertes como los robles de Aysén, como los peces y sus bailes doctos de azul. Imitando el trabajo de las abejas y sus colmenas, las estrategias valerosas de la hormiga y las garras furiosas del jaguar. Llenaré de topacios y rosas sus caminos, Alumbraré sin vacilo cada paso que enfrenten cual radiante supernova en su día final.


Oda a Neruda Soñar contigo Neruda fue un regalo sin igual, con tus palabras mansas y sonrisa de pueblo. Tu boina gris y tu paraguas de bosque sureño. Hablarte paralizó mi boca y mis palabras, los nervios traicionaban mis convulsionados pensamientos. Me fui al pasado para recoger tu cosecha de amistad. Elegante poeta, ídolo de mi patria y de todas las nacionales populares del lejano Ceilán y el vecino Perú, del pequeño puerto de Capri y tu adorada Paris. Tu figura, marinera mercante. Abrazaban la sencillez de tus palabras. Tu gentil conversación despertaba a la hermosura dormida que te rodeaba. Cada cosa, animal y elemento querían impresionarte. Las flores bailaban al son del viento y las copas de los arboles aplaudían eufóricas. Las nubes jugaban a la ronda con los ases de luz. El viento, quien más que el viento, acariciaba tus manos Mis palabras torpes, escapaban al unísono. disonancia de frases y revoloteos fugaces.


Oda a un Amigo Me haces bien, elevas mi alma a jugar en el firmamento. Eres una abrupta sonrisa acogedora, chacotero de vientos costeños Vitaminas los colores de mis sueños, oreja pendiente de mis miedos. Vieja utopía que florece en el desierto. Amigo mío, amo tu sonrisa acogedora. No pierdas nunca tu sonrisa, estamos vivos en tres décadas de muertos. Engendremos vidas en estos suelos infértiles. Sonrisa viajera de templanza, cariño y alegría.


Oda a ti Los aires salinos de tus labios son arrecifes plagados de peces mosaicos. Un estrecho anfibio de duraznos maduros, siembras de tristeza y abedules. Tu sombra inerte es un espantapĂĄjaros desierto en las mazorcas del verano, un silbido matutino de las aves perennes que visitaban mi estero. Tu sonrisa de niĂąo, tu traviesa mirada fueron ecos marinos en los manglares de mi alma. Fuiste luna al dormir, fuiste lucero del alba, haz llenado cada rincĂłn que me habita con tus alas doradas. Sin ti mis ojos son artistas y pintan la vida de naturaleza muerta: jarrones, flores secas, peras y manzanas. Sin ti no se escucha el castellano y el acento del mayflower abarrota cordilleras. Domingos eternos, salares del altiplano, -los dĂ­as sin ti-.


Oda a los Medicamentos Existencia bicolor de días azules y noches doradas de amapolas. Aniversario de veranos Una vida que dormida. Pesadillas, mareos, somnolencias abstinencias de muerte. Existencia bicolor de días azules y noches doradas de amapolas. Amarillo y azul de laboratorios distantes. Consecuencias desconocidas, Toxicidad probable, larga data en humanoides. Una rata malformada, una vida que se salva nuevos colores al mercado. Riqueza de maletín y corbata. Existencia bicolor de días azules y noches doradas de amapolas.

Vorágine de un término de siglo, recorte de población, algunas curas ignoradas. Intención de altos artífices. Arcoíris de pastillas, sol y luna de torrente sanguíneo. Yin/yang de compuestos, latidos extras al otoño.


Oda a los Rasgados Ojos de Monte Soy feliz con la luminosidad del día, con las copas danzarinas de los árboles de atardecer. Soy feliz con la simpleza de tu sonrisa de niño. Tu boca, tus cabellos, - tus rasgados ojos de monte -. Soy feliz en la inmensidad de ferias libres de gritos, verduras y colores. Con la estrechez de tus largos dedos de caricias En el compás de una armónica o en ventoleras de una ocarina. Soy feliz en tu dentadura infinita y en el sabor de tus besos. Soy feliz, mis rasgados ojos de monte. Preciso momentos de buscarte en la poesía. Recorrer montañas y prados, empaparme de vida, para luego modelar estas palabras.


Oda a la Esperanza Latinoamericana Hablar de ti -crisol de coloreses una obra épica. Eres una guitarra de sueños que cuerda a cuerda forma una gran arpillera de nubes entrelazadas. Eres ríos, cordillera y selvas. Eres barro, maíz y espadas. La América que conozco es triste y morena. Bañada en sangre y coraje araucano. Fusiles, cactus, cóndores e iglesias. Armaduras de lenguas y una virgen que aplasta serpientes.

América, tienes una ciudad secreta que rebosa en oro. deltas que traen misterios de la amazonia desiertos floridos y aldeas qué en sus raíces, esconden reliquias. Poetas del amor, de desolación, laberintos y de realidades mágicas. Palabras ibéricas con acento indígena, con olor a caña, cacao y aguacate. Hasta tu título fue impuesto, mi pachamama. No entiendes el nuevo acento fuerino. Ni a los dioses a caballo, armaduras y fusiles.


Oda al Amor Que Vuelve Los remolinos de abrazos Celestes, rojos, suaves, perennes. Necedad de peleas acorralaron las horas. Vacilante de vereda en vereda.

Ahora que estás aquí, no te soltaré; ráfaga de luz de otoño, nieve blanca. Como la cordillera, brújula exacta de mis atolondradas mañanas. Estás aquí, suaves facciones fabula de niño, inocencia de espejos. Cuéntame cuando me hablaste en mi jugarreta de sueño. Cuéntame que me quieres, como quiere el pétalo al rocío. Átame con tus eróticas palabras. Guíame al éxtasis, al olimpo de mis dioses. Te quiero, no porque hablo yo, habla mi alma, brotan solas las silabas. Como la semilla en primavera, como la luna en la noche.


Oda A Mi Final En aquel momento sublime un recuerdo cayó como un rayo. El amor que profesábamos era un crisol de pecados. La batalla de mis dedos con los tuyos aprisionando el cariño de mi amor odioso. Te amaba y como te amo, si dices mi nombre de luna. El ADN del mundo se conecta en tus abrazos de piruetas. Ante ti las guerras son inocuas y las aves atolondran su viaje. Ya he pasado lo más duro Y es un trabajo recordar, que la historia sea para otros. Yo ahora sólo quiero descansar. Quiero ver esta ciudad dormida. Es ahí calma y contemplativa, su maraña parece adecuada lo macabro se deshace en oscuridad.

Y tú siempre cercano, consternado de mí. Cuando yo sólo quiero mirarte, mantis religiosa. Pon un poco de música, busca una balada con sonidos de koto japonés. Sólo quiero respirar contigo, es aquella mi invitación. Sólo dame tu mano de noche. Sólo dame tu templanza, mi amor. Respiremos apaciblemente. Respiremos hasta que comience a nacer una nueva vida que inicia en las campanas del nuevo amanecer.


Oda A Lo Revisitado He comprendido todo lo que me rodea, desde la simplicidad de un botón a la versatilidad de una manta. Con esfuerzo entendí la física cuántica y los misterios planetarios.

Hay tantas cosas en esta madeja que podría desenredar, hay tantos caminos que todavía quiero trazar. Hay remedios que procuraré encontrar, pócimas, recetas y encantamientos. Abrazos omnipresentes que continúan sin llegar.

Evidencié a los extraterrestres y hasta probé la muerte y su desagravio. Me eduqué en el arte de volar y respirar bajo lo más sombrías profundidades.

Voy para allá y regresó, voy y no vuelvo de tu regazo. Empiezo y siempre, invariablemente, retorno a hablarte, a trazarte en palabras. Amaso eternamente poemas inacabados, olvidados en las calles de oscuras mezcolanzas.

Fui ágil con la mala suerte y afanoso con la anatomía humana. Experimenté desastres químicos y radiaciones a elementos mortales. Todo lo he respondido y aun puedo con más, más para crecer y más para destruirlos. Más para crear y más para aniquilarnos. Mis manos sedientas de hacer y mis ojos extasiados degustan cada cosa, cada partícula, cada átomo. He contabilizado mis cabellos y mis lágrimas, el aleteo de un colibrí, asimismo las arenas de la playas. Observé el nacimiento y el coito y cientos de bautismos obligados. Acusé a delincuentes, brujas e inocentes. Castigué infamias descaradas, herejías y todo cuanto me ha rodeado.

He traspasado a centenares de camellos por ojos de agujas. He reído con cebollas, guerras y con desgracias. He dado la vida por mis hermanos, y legado todo mi pasado. He bordado mil veces tu nombre de papel en pedazos intangibles del cielo estrellado. Volveré en otra última cena, desde donde una vez me he ausentado.


Oda a la Gesta Este es mi grito desde las entrañas, la injusticia, la rabia y la cólera brotan como las estrellas cuando muere la luz. Queman el pecho y las palabras. Culebras ponzoñosas del Estado. Mi poema de gesta y armas afiladas para el hombre sencillo y popular. Sus instrumentos de tierra y mar, de cobre, barro y pincel. Acallarán los fuegos y venganzas seremos todos partisanos. Correrán en mí, las granadas de reforma centenar de flechas incendiarias contra leyes y la represión. Se curarán heridas, se dormirán insomnios la noche reinará tranquila como los atardeceres del domingo.


Oda a la Paz en la Tierra La guerra mata a hermanos y el mundo es indiferente. Han roto generaciones de sueños y pisoteado la bien serena paz. Qué sentido tiene ser un prisionero en el escarpado desierto; donde anidan ratas, culebras y escorpiones. Donde la sed se transforma en odio y la ceguera en destrucción. La paz es tan frágil como una pluma en el mar muerto -solitaria-. y los dioses lloran en su soledad faquires de su propia creación. Hemos hipotecado la esperanza, la esperanza de un mundo mejor.


Oda al Azul de Invierno Yo te escojo verano azul. Tu calor de cenizas no me daña, mas esboza sonrisas y arreboles urbanos. Soy caduca y tus rayos no me queman, antípoda al frío antártico que lacera y desnuda el tibio palpitar. Cambio constante de estaciones sigilosas donde renazco azorado en la azul mocedad. La lluvia o la amenaza de lluvia me congoja de sobremanera. Es por eso que el invierno retumba en las tapias de mis almohadas. Es por eso que en los chubascos reina el desamparo de los puentes. Las hordas de niños navegan en los siete mares apocalípticos, en hospitales y el olvido. ¡Amado mío! duerme y cobija a la muerte en toda mi ausencia. Escucha el graznido del viento y el ave maría de las claretianas.

Yo cerraré mis ojos infinitamente en algún invierno. Rociaré mis entrañas en alguna selva perdida, descansaré en cada animita de mi camino pedregoso. Volveré a la vida con la música y la poesía qué forma el pacifico con sus aguas.


Oda a la Mariposa Azul (Morpho Amathonte) Mariposa azul revoletea en mi canto, viaja infinita en los dulces ecos nocturnos. Embriaga al monte de cenizas doradas. Ah mariposa azul amalgama de arreboles agonizados, renueva el cĂĄliz de tus pechos. En la ternura de los frutos, en la miel de las corolas. Mariposa azul crisol de fuegos eternos, encuentra sosiego en el elixir de mi alma, en las tabernas de mis miedos. Sale airosa en la odisea, como la paz a la guerra, como la primavera al ĂĄlgido pesar del invierno. AsĂ­ las rondas de pichones jugarĂĄn constantes ante ti.


Oda A Zeus Y Al Rayo Relampagueantes luces en cielo, luces frías. soplo de Gaia al anochecer. Desde mi ventana te observo, juego de luces mudas intentando gritar. En la negra noche agitas las copas que veo desde mi ventana, juego de fulgores coquetos, haces figuras de sombras que gritan, se sacuden y enfurecen. Quejidos del cielo se destapan desde tus entrañas. Luego te calmas, descansas respiras y vuelves a empezar. Ejércitos de mil hombrecitos caminan por el tejado, resuenan sus zapatos mientras se calman, descansan, respiran y siguen con la marcha imperial. Flashes en el cielo, tu clítoris celestial está en éxtasis, orgasmos celestiales atestiguan la furia de Zeus. Noches difamadas de encuentros particulares, eres la más bella de las noches, gritas y te quejas, pichón recién nacido.

Juegas con la luz, luciérnaga omnipotente lloras y soplas sin decoro y prudencia Asustas niños, hombres y yaguaretés de éste monte misionero. Ruido del inframundo tienes esta oportunidad para derrotar las fuerzas que ahogas en tu lluvia diluvial. Sinfonía de flashes eres una ópera en el clímax de la función. Hedor eléctrico, cenizas de dolor, todo lo enciendes, todo lo avivas.


Oda al Último Bostezo Del Invierno ¡Qué no se vayan los últimos rayos de sol! ¡deténganlos!, ¡captúrenlos!. Qué no entre la melancolía, el frío, el farol, la amargada soledad.

De mis ojos emanan manantiales de desdichas desolando cada nueva esperanza. Esta brisa llamará a todos los poetas, gritarán conmigo tu nombre de adivinanza.

Agosto es el último bostezo de invierno, Septiembre es cueca, ebriedad. Olor de eucaliptos y aromos en flor, un volantín de mocedad.

¡Subirán!... los ruegos a lo alto del cielo. ¡Qué te traigan a mis labios que te añoran!. Precipitado en tus fotos fundidas como hielo, gastadas de observarles, sordas de implorar.

Retratarte en los cansados fulgores del día. -Coronar tu sonrisa-. Recordarte así: tan dulce como la sandía, sabio como los sauces del arroyo. Era inevitable que no naciera un poema; que no hablara de ti, que no te viera en el silencio coqueto como el rubí. Reapareces socavando féretros, calcinados de rabia y dolor. Congelados en el tiempo como perpetuo temblor.



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.