Cachapoal

Page 1

Cachapoal

CĂŠsar Palominos


Yo soy nihilista y parrandero -el alma de la fiestasoy esbozo de sonrisa. y aunque mi corazón camina raudo al éxtasis me paro a pensar frente mil espejos… cinceles de la vida que nos esculpen afanosos a su antojo y hoy quiero ser una pequeña chispa de esperanza, liberador de las estrellas del cielo austral.


Región Mariposa Vengo de una región lepidóptera, un tricolor de provincias criollas de amanecer. Una tierra que limita con cemento y con luces, de un Santiago insomne que no para de crecer. Reverdecida por viñedos, mi tierra es la consentida Dionisíaca. es una Colchagua de lagunas y pukaras incaicos, El final exacto del gran imperio de oro. Eres la capital de mis días octogenarios. Vengo de localidades curtidas en la piel morena de obreros y temporeras, rehusadas a enmudecer. Trabajadores frutícolas, mineros y pescadores que tejen cada atardecer. Mi sol radiante baña el valle de azules montañas, murallas camaleónicas jaspeadas de palidecer. Mi Cachapoal querido, eres cuna de mis pasos anfibios, océano de mis sueños cartográficos. Cardenal Caro, eres secana como el mar profundo, Vacaciones perdidas de ferrocarriles detenidos. Aguas ventisqueras que lanzas besos y olas de surf. Crecerás aislada como elegante joya de madreperla.

Hacia el sur continúan una a una, las australes selvas, volcanes y lagos de perpetua longevidad. Nada es más meridional que mi patria extendida, nada es más vertical que un poema bordado en tu nombre.


Nacimiento Mis versos, las palabras, la poesía, fueron inyectadas a mi sangre por la selección natural. Fui coronado por los 4 poetas de mi patria insular, “Colmarás el mundo del castellano con olor a selvas” Dijo el Rey Sol de rojo ámbar haciendo parir a mi madre el séptimo día, el día de su veneración de la renovación y descanso. Fue un domingo de siesta y vino, un domingo de enero, domingo 17. San Guido llenó de nenúfares el inmóvil estero que me bautizaba. Sacramentaron mi piel las aguas de mi tierra. Reposó mi cuerpo en ramas de perennes abedules y peumos. De niño respiré el aire colmado de tierra, de campos, de ríos.

De aves fatuas y cantoras, ¡cuantos pájaros! cuantas tordos, taguas y patos Cuanta belleza de loicas, garzas y zorzales. No hay duda, fui un niño de aves y plantas y árboles y aguas.


La Bicicleta y al Naranjal de mi Abuelo La pileta de mi ni niñez enmarcó el damero de mi alma, se enclavó en mi memoria de otoño y soledad. Fui a nacer en tierras prehispánicas y de rechonchos gonfoterios, Broté en enero desde un cálido naranjal.

La humildad me la dio el barro, el pan, el níspero. La sonrisa azul de los sencillos, las arrugas desnutridas de los pesticidas. Es que en el valle húmedo de invierno se dispara el silencio. Las bicicletas fueron como arpegios de cuecas, han sido armaduras y cohetes a la luna se volvieron parte del paisaje, se enamoraron de los durazneros y de los zapallos. Las bicis besaron los pies del trabajo y de la melancolía - vendedores de helados, maniseros, poetas y temporeros -. De mi abuelo heredé las ramas secas de los cerezos, El amor por bautizar aves y plantas. Por cantar en las asimetrías del acordeón y la armónica. Adquirí el amor por las manos en la tierra, por la pintura perfecta del agua, la luz y la agricultura.

Yo también he envejecido como tu figura de sabiduría perenne, tú que les enseñaste a conversar a los gatos y a cada ave que se posaba en los alambres de la ropa. Yo también recolecté las piedras horadadas de aquel lejano valle de Tagua Tagua. Yo también obtuve los versos que susurraba el viento. He visto tus ojos azules de lapislázuli, he vuelto a verlos en tu joya más preciada. Tú que eras canto y alegría, fiestas, vino y chuzos. Aquí te conmemoro, viajero de la vida, ruiseñor del estero, sonrisa de siglo, boceto del mediodía.


Sollozo De Hojas Secas Camino bajo atardeceres posterior al aguacero. Después de haberse formado cientos de ríos sobre el cemento, mi alma se vuelve húmeda y huele a madera mojada, a chimenea del sur, a los aromáticos limones y especias del bracero. Esta ciudad se inunda de mis aromas, se transforma en una postal Llanquihuana. y camino … y camino … por parques enlodados que sollozan hojas secas.

Amo las cosas que antes odié cómo este otoño taciturno, este silencio que reina en mi alma de paz. Hoy, al caer la noche, la tierra se abre paso a guarecerse del frío, de la lentitud de las horas de mayo. En estos minutos las luces se van al horizonte, cómo sangre que pinta de furia el infinito. Y en cuanto observó algún otro verso en el aire, estás luces se han esfumado.


Me Despido de la Ciudad Un horizonte se extingue bajo luces de una sombría ciudad. Titilan cientos, titilan miles de luciérnagas inmóviles que aletean frenéticas sin poder volar. Inmutables edificios colman manzanas de vacío. Tanta nada, tantos sueños efímeros, tantas luchas sin armadura, sin armas sin nada, nada más que esperanza.

Sombras de concreto que afanosamente llenan los rincones, llenan los ocasos, llenan cada despertar. Y sólo queda distancia entre tus brazos y los míos, distancia en mis ganas constantes de quererte amar. El silencio es la cena de los ricos y el tráfico y sus ruidos la merienda de los pobres. Pareciera que todo un país cupiera en estas calles, millones de hormigas atiborradas en terrarios de cemento, en sus salas de espera, en sus vagones del metro.


Rosales Nací bajo un naranjal de enero, brotaron de mi alma infinitos rosales botones azulados, de días de lluvia bermellones y rubíes para la carne hambrienta nevados y anaranjados para la mesa y los amigos. Los verdes perennes fueron la sangre de mi sangre.

Y sólo uno, fue jazmín. Fue brillante y ámbar fue raíz y brote fue estambre polinizador. ¡Fuiste tú!... o quizás soy yo. Lo cierto es que perdura inmutable Cómo los días que se persiguen constantes Cómo cada primavera venciendo inviernos.


Canto a tu Sonrisa Eres mi gema y mi collar, un santo grial formado de amor, por la savia sagrada de mi raíces. Eres mi religión monoteísta, el resultado de la vida y de sus caminos, mi génesis y mi apocalipsis. Y tu voz tierna, conmueve lo incorruptible, desordena los átomos y llena de estrellas la noche que dejé guardada para bendecirte por siempre. Tu niñez se quedará tatuada en mi memoria como precioso almenar. Serás aunque crezcas mi pequeño niño de ojos taciturnos. La replica de los míos y cuándo te mire, se estarán reflejando todos quienes fuimos y ya no somos.

Tu sonrisa es una bandera blanca, una que flamea imponente en las colinas de mi patria meridional. Tu sonrisa acaba con el ego y las guerras de los hombres. Tu sonrisa derrite lo más fríos inviernos y trae aromas de pan horneado y sonidos de gallos al despertar. Eres mi juguetón, la inocencia hecha carne. ¡Cómo te quiero!, como sanas mi alma con una pequeña sonrisa.

Te pareces tanto a mi, te protegeré, te cuidaré, te enseñaré a abrazar árboles y oler las flores que el campo obsequia cada primavera, recitarás los más lindos poemas de amor, cantarás tonadas y el viento jugará a la ronda con tus cabellos. Querrás ser una loica y volarás, volarás alto mi niño marfil. Fluirás junto a cardúmenes de peces arcoíris y de tu cuerpo saldrán branquias que te convertirán en la perla de los 7 mares.


Frío De Plata

Hay faldas que se tejen bajo el frío de los postes otoñales. Inviernos apresurados, que son relojes de plata, con saetas de hielos polares. El aire del sur tiene olor a maderas humeantes, a yerbas calcinadas en el fuego de la lumbre. a fina savia corriendo por los torrentes de troncos que siguen vivos.

La niebla se cala entre los pastizales, entre las hectáreas de cultivo. Por eso que el invierno es más duro en el campo, más frío en los valles, más húmedo, en las humildes moradas de agricultores y obreros. Desde las profundidades de las siembras, desde las copas de eucaliptos y álamos, desde donde me encuentre pareciera que el antártico enviara su aliento de bestia, a mis fauces.


Raíces Las noches de lluvia son eternas, eternas y melancólicas. Lloran los álamos del bosque, llueven los sauces, sollozan las palmas del camino. Todas las plantas son agua, todos los árboles se hacen ríos de sed, todas sus hojas son cientos de paraguas australes. Juegan las luces del horizonte, bailan frenéticas, las veo desde estos buses rumbo a la ciudad. Por todo lo que lucho, le llamo paz; la paz de la lluvia la calma del agua.

Y simplemente… todo lo que quiero es echar raíces desnudar la tierra hasta lo más profundo, plantarme al suelo con la gente que amo. Cargo un montón de raíces en mis brazos, Salen de mis pies amarañadas y revueltas en mis zapatos de ciudad. Brotan de todos lados, salen del pecho apresuradas y cantando al amor. Brotan agotadas desde mi cabeza, cuanto cansancio, cuantas guerras ganadas y pérdidas. Cuantos sueños finalmente cumplidos, cuantos sueños que ahora son utopías. Y cómo si tuviera un campo suficiente donde plantarme, cómo si el mundo fuera capaz de verme cultivándome a la tierra, como mil flechas al blanco, como el agua regada a la tierra, viajando incesante y llena de vida. Camino por los territorios de mis recuerdos abrazando mis raíces. Encontraré el suelo firme para cobijarme, me plantaré a la tierra como semilla de plata, germinando los jardines en pena.


Aromas de la Tarde Dejadme preocuparme del cielo y de las amapolas, dejadme bordar las nubes con los hilos de tus cabellos. Dejadme ver con mis palabras las cosas que el día ofrece en tu ausencia. Te daré praderas cultivadas de mi patria escondida tras las montañas. Te traeré agua de ríos que bañan las uvas coronadas de los montes. Ofreceré una copa de vino por aquellos que formaron el angosto territorio. Aquí los aires huelen a zanahorias silvestres, a cebollas de septiembre y frutillas terrestres. No hay noches sin aromas de cocina en mi tierra de huertos y vendimias. Las tardes son de azahares y rocíos de naranjas.


El Niño Que Fui Estos versos fueron regalo de un sueño apacible después de un día tormentoso. Pude apreciar los recuerdos más prístinos de mí infancia, aquellos que sólo guarda el subconsciente con celo y bajo 7 llaves.

Era yo, ese niño de pelo negro, despierto como paloma planeadora. Era yo, buscando aquella pálida señora de manos fuertes, dama de ojos de madreselvas, te buscaba mamá entre la multitud de una plaza, y venías tú, callada en busca de mis brazos. Venías sin ánimos de interrumpir mi búsqueda frenética, con una sonrisa esbozada en tu rostro de seda. Y yo, ese niño asustadizo que miraba y miraba y finalmente te veía, corrí a tus piernas, - larga mujer despeinada -.

Crecí entre primos que parecían tíos y entre ríos de estaciones mediterráneas, bajo parrones y ave Marías, bajo la inmutable compañía de mi hermana Ximena. Recorrí colegios vacíos esperando llegar a casa, los pizarrones y las tizas, eran mis juguetes, los libros, revistas y las jaleas fotocopiadoras mis principales cachivaches.

Las escuelas sin niños son como un campo sin gardenias y topacios, desdibujadas en acuarela al caer la tarde. Ahí aprendí el formal silencio entre reuniones de maestros, aprendí el arte de ser adulto a temprana edad, aprendí el buen comportar de mi ídola normalista. Me convertí en docente, sin querer y por costumbre, por eso que viene y uno reniega, por eso que mejor sé hacer. Yo era un niño frágil y feliz, un niño curioso de la extensa tierra y sus mapas, por su geografía y las guerras. Un niño que apreciaba y escribía desde entonces poesía, aquella poesía de amor y naturaleza. Era un niño de cotona marrón y mochila de Superman yendo al primer día de kinder, al primer día de clases que perduraría por más de 20 años.


Sandruquita La muerte es un cristal de hielo perpetuo viene a enfriar la rutina de los dĂ­as y las estaciones. Primita mĂ­a, chilindrina, sandruquita,

corazĂłn de ave y mariposa las alas sutiles que hoy te separan del suelo dejan una estela oblicua en el recuerdo de tu nombre heleno. Brilla eternamente hasta que tu sonrisa nos muestre a nosotros el camino.


Ríos Enjutos Alejado de tus brazos, eucaliptus y pinos se vuelven largas espigas en el cielo y las rosas y las pequeñas flores silvestres rebrotan como viejos retazos de manteles olvidados.

No me he ido, no me he ido, no me he ido. Mi corazón sigue apegado al tuyo, como imán de infinita firmeza. Bajo estos sauces que lloran y lloran… recojo tus besos al aire, sentir que estás aún conmigo. Como las aves que retornan a sus nidos, volveré a tu presencia. A llenarme de tu amor -inacababletrinar de aves en la mañana.

Desde el cantar de ríos enjutos, desde el baile frenético de cien libélulas de oro. Caminaré hasta tus cabellos de seda y largos brazos. Como la estela que dejan aviones en lo alto, como se refrescan las aves en las aguas, dejaré mis huellas, dejare mil huellas en tú alma alborotada. Como la tarde cayendo apacigua en los viñedos, reinaré en dulzuras de duraznos reinaré como frutillas en la mesa.


La Memoria De Las Flores Gardenias blancas y perennes topacios, copihues y magnolias cáliz de pasión, estambre polinizador. Estigma erecto, pequeño ámbar de volcán. Lirios trovadores de aromas a moras violáceas e hirsutas. Margaritas de sol, Inflorescencias disfrazadas de flor. Girasoles que de similar color engañan en amores que parecen amor. Flores del mal, betunias, calas y claves de muerte atroz, enardecen acantilados, a las orillas del abismo inmortal, el lugar donde juega la suerte de un zodíaco nupcial.


Aromos y Ciruelos En Flor No hay nada que me ponga más alegre que ver los aromos y ciruelos en flor. Verte rodeado de cerros verde musgo, paltos, duraznos y algún ruiseñor. Y dónde miro estás tú, imponente cordillera. Me orientas, me vigilas, eres mi celadora de blanco lino. Collar de montes, cerros y lomas. Porque al amanecer todos los pueblos son más bellos Sin gente, con vivos colores, con la luminosidad del Alba. Alamedas, que recuerdan ríos centenares, hortensias de mañana, los árboles lanzan arreboles de hojas al suelo, nostálgicos por el romance del firmamento.


Nostálgico Exiliado Vuelves apresurado como una ráfaga primaveral. Tan real, tan químico, tan tangible como recuerdo frugal de infancia. Todo era simple y confuso, satélite de fotografías de antaño, nubes pasajeras de mocedad. Qué vuelva suave y delicado como el abrazo de una madre. Tan iluminado y tan dorado, como el brillo de luciérnagas enamoradas. Es tan sólo un segundo de prisa, un corazón tibio recién nacido. Miedos sonoros y un regocijo crepitante de dulces y manjares. Vuelves necesaria como una camanchaca de Atacama, constante y rauda como olas del pacifico sur. Regresas, te vas y vuelves para repetir la escena, bendición de duraznos y jugosas sandias.

Extraño la inocencia de mis ojos temerosos volvería jubiloso como nostálgico exiliado. Como capullo de Octubre, como miles de pétalos esparcidos en otoño.

La fragilidad de mi cuerpo, mi sangre aguada. Los años y sus estragos de venenos, compartidos en besos de vinagre y soledad. Volvería a aquellos días mansos como el ocaso. Volvería a aquellos días, aunque diera mi vida en renacer.


Viaje Al Campo Lindo Viajar es siempre una nostalgia, escapo de esta enorme ciudad sumergiéndome en las raíces que me vieron crecer. Es la tierra en mis pies la que calma mi angustia. Es la música de la Pachamama que toca instrumentos de aire y agua. Tus ojos miraban el rosal y al manzano en una primavera sin apuros. Aún no quería separarse del invierno ni abrir la puerta al verano. Eran espigas vulgares que enverdecían las aceras, cerros camaleones que revelaban las estaciones. Pedaleos calmados de mujeres que llevaban el pan a sus pichones. De buses colmadas de temporeros taciturnos. Casas de pasillos largos y bellas plantas ornamentales. Entramado de tejas movidas de temblores pasados. Te vi bailar en las aguas de un estero, recogiendo flores y llamando quiltros Pétalo mediterráneo traes compases en tus manos. floreces al ritmo de las amapolas.

La vida aquí es apacible como el vaivén de los álamos en primavera, no hay consumismo calígine. Los prados son el sueldo de cada día y el pan su trofeo. El aire es puro, sin la voracidad de empresas o chimeneas. El cielo diáfano sólo es interrumpido con los pastizales ardiendo. La música mezcla de rancheras, baladas y reggaetón crea una amalgama generacional. Fanáticos sin más conciertos que sus equipos de música, luminosos y galácticos.


Baldosas Amarillas Pavimentaste sin saberlo un camino de baldosas amarillas. El mismo que me permitiste transitar Elevando mis ideas y bordando alas para viajar. Artesano de sueños, eres la madre de las ciencias. Rompiste todos mis esquemas, esfumaste los mitos. Aliviaste mis penas y cuestionaste doctrinas de fe. Pensé en comprenderte pero eres el acertijo; tú y tus pequeños dedos bendecidos de creación.


Ciudad Extraña La ciudad que solía conocer, me parece extraña. No hay otoños, no hay hojas secas que deambulen en la tierra. La tierra fértil de antaño fue desterrada al inframundo; a toda las caras de vecinos, les arrancaron sus ojos. Un desguace de vidas, de almas nobles aliento de cordillera a mediados de junio. Buscas los cielos rasos que saben a posteridad de lágrimas. Manantial de largos ríos, cauces y esteros hueles a granos de trigo de mi tierra mediterránea.

Qué me quede lo poco que preciso, unas cuantas palabras, mi memoria y unas gafas ordinarias. Eso bastaría para continuar educando a mis hijos fugaces. Mi conciencia perdida y pisoteada blasfemada en madres patrias de cerros infinitos.


Nostalgia Infinita Me sube una nostalgia infinita, que culmina en un nudo de garganta. Hay días en que el alma se agota de soledad, días enteros de baladas ermitañas. La vida me va dejando a un lado oscuro y el cielo se torna grisáceo, cada vez más gris. Mi ilusión ha sido aniquilada tantas veces, espolvoreada por todos los vientos de mi patria. Un poeta triste es una mala receta de esperanzas, son palabras de congoja que terminan en lluvias eternas. Y más tu nombre mantiene vivas las últimas hojas del otoño, que penden de las ramas como el grito de un mudo, esperando el paso de paraguas y zapatos de oficina.

La pluma de mi agobio viaja zigzagueante a través de alientos avernos y temblorosos. Me conoces mejor que nadie entre esta cordillera, y estaré bien aquí, guarecido del frío subterráneo.


Quinto Sueño La belleza de 26 años, enardecieron un pueblo que dejé hace cien años. Cuarenta noches titánicas, eran estrellas que bañaban el valle. Un estero es la médula verdosa de pájaros y fábulas en flor. Una abismal crepúsculo que porfía en desaparecer son estrellas ocultas en cielos rasos de gabardina.

Las pequeñas aves graznaban azules, socorridas de lluvia recién nacida. Traficaban ramas y hojas secas, éxtasis de grillos y lombrices de terciopelo. Iban y venían sonrientes semillas soleadas de otoño. Qué delicias de alfajores y küchenes tenían en la mesa, barras gélidas de chocolates crispados. Coco rayado espolvoreado en ciudadelas de manjar. Frutas, nueces, almendras y anís.


El Columpio De Infancia Yo no sé de dónde vino la poesía, si fue de un amor fugaz o una manzana roja. Es en aquel columpio de invierno que aprisioné mis letras y armé un castillo de palabras. Colgado de un lacerado naranjal se esparcían sencillos azahares de inspiración. La magia se interrumpía con silbidos al viento, que anunciaban comida. comunión de mi octogenaria familia. Era sólo un niño enamorado o un cesante dibujando letras. Letras inocentes y desnudas emociones, faltas de ortografía e imponente caligrafía. Los ojos de las nubes viajeras, observaban un valle húmedo y fértil. Un inocente recoveco entre manos agrícolas, atavíos de almas.


Si La Vida Me Quita Todo -Si la vida me quita todoque me deje al menos parte de mi música, un par de los amigos buenos, y centenares de hojas para escribir, eso me haría feliz. De vez en cuando te enviaría besos a la ventolera, Besos suaves y otros seductores todos esperanzados de llegar a puerto. -Si la vida me quita todoque al menos me deje fotografías de tiempos pasados. Además del trébol de cuatro hojas que olvidé en el libro de Tolstoi. -Si la vida me desarraiga del suelo de mi patriaentonces, me arrancaría los ojos para quedarme con el recuerdo de sus valles y montañas. Me comería la lengua, para no volver a pronunciar palabras. -Si te llaman desde el cieloTe desenterraré con mis propias manos. Tu cuerpo incorrupto emanará aromas de nardos, jazmines y pequeños destellos titilantes.

-Si la vida me quita mis sueños y esperanzasque me deje al menos recordar el ocaso de los ídolos y un poquito de morfina para amainar el dolor.



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.