

VIDA y SALUD
La Afectividad
JULIO - AGOSTO 2025
Año XXIII - Número 136
SOCIEDAD Y SALUD

PAG. 2-3
La tecnología y la atención médica
ÍNDICE
EDITORIAL
RINCÓN MÉDICO

PAG. 8-9
Nuevos brotes de enfermedades prevenibles
1 LA AFECTIVIDAD HUMANA
SOCIEDAD Y SALUD
2 LA TECNOLOGÍA Y LA ATENCIÓN MÉDICA TANATOLOGÍA
4 LA NADA COMO FUNDAMENTO DEL SER PSICOLOGÍA

MUJERES

PAG. 28 - 29
Del dolor al amor: una historia posible
VIDA y SALUD
AÑO XXIII - No. 136
JULIO - AGOSTO 2025
REVISTA BIMESTRAL
REDACCIÓN Y DISTRIBUCIÓN
CENTRO SAN CAMILO A. C.
Av. Pablo Casals No. 2983
Col. Prados Providencia C.P. 44630 - GUADALAJARA, JAL. TEL: (33) 3640-4090
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Director Responsable: Silvio Marinelli
6 LA VISIÓN CATASTRÓFICA Y LA PERSONALIZACIÓN RINCÓN MÉDICO
8 NUEVOS BROTES DE ENFERMEDADES PREVENIBLES
TECNOLOGÍA Y HUMANISMO
10 TECNOLOGÍA SIN FRONTERAS: BORRANDO LAS BARRERAS DE COMUNICACIÓN
REPORTAJE
12 LA AFECTIVIDAD
CULTURA
18 LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA DE LA MUERTE EN LA COSMOVISIÓN MEXICANA
MOVIMIENTO Y SALUD
20 LA VULNERABILIDAD APLICADA AL SER HUMANO
ÉTICA
22 BIOÉTICA Y EUGENESIA
ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
24 DAMAS PRO HOSPITAL, AC
ESPIRITUALIDAD
25 LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA
ACOMPAÑAMIENTO
26 DEL INICIO DE LA CRISIS A SU RESOLUCIÓN: LAS FASES DEL ESTRÉS
MUJERES
28 DEL DOLOR AL AMOR: UNA NUEVA HISTORIA POSIBLE
VOLUNTARIADO
30 LA DIMENSIÓN AFECTIVA EN EL COMPROMISO SOCIAL
STELLA VEGA
32 LA ATENCIÓN EMOCIONAL EN LAS PÉRDIDAS DE LA VIDA
Secretaría: Centro San Camilo A.C. Diseño: Ldg. Jorge Soto García
Colaboradores:
Jesús Humberto del Real Sánchez
Victoria Molina
Luz Elena Navares Moreno
Cliserio Rojas Santes
Yolanda Zamora
Eduardo Casillas González
Judith Jiménez López
Patricia Medina Segura
Omar Olvera Cervantes
Mario Martínez Barone
Marisa Chávez Correa
Hortensia Beatriz Amador Ochoa
Georgina González García Beatriz Lujambio
Maribel Delgado
María José Albanés
Luis Altamirano
Nancy Meza
Érika González Franco
Luz Teresa Millán
María Del Sagrario Lomelí González
Delia Araceli Serafín García
Suscripciones:
Tel: (33) 3640-4090, de Lunes a Viernes de 9:30 a 19:00pm sancamilo@prodigy.net.mx
La Revista se puede bajar de internet en la página www.camilos.org.mx

ELa afectividad humana
l anhelo a la felicidad está profundamente arraigado en el ánimo humano y lo que puede permitirnos satisfacer este deseo es fundamentalmente la afectividad.
Sentimos sed y hambre de amor, de amistad, de comunión y solidaridad; buscamos cómo ayudar a nuestro próximo en dificultad porque advertimos empatía y ganas de cuidar; en algunos momentos nos impele casi una necesidad de dar o pedir el perdón. Nos enamoramos y rompemos relaciones, nos acercamos confiados al prójimo y nos alejamos con una vivencia de decepción y amargura.
Al mismo tiempo, nos enfrascamos en conflictos dolorosos, vivimos con pena las pérdidas; el futuro puede parecernos amenazador y peligroso. Muchas emociones, más o menos, duraderas y profundas, embargan nuestra consciencia: ansiedad y miedo, pena y melancolía, ira y deseo de venganza, etc.
Muy a menudo, ni siquiera sabemos lo que “sentimos”: experimentamos ambivalencia afectiva, una mezcla de atracción y miedo, de amor y sensación de peligro, deseo de ayudar y atractivo de la comodidad.
La afectividad juega un rol fundamental en nuestra búsqueda de la felicidad y, lamentablemente, también en nuestros fracasos y parálisis.
En los últimos números de la revista hemos abordado — con un acercamiento fenomenológico — el misterio de la persona humana, con su inteligencia y su voluntad libre. No puede faltar una reflexión sobre la afectividad.
Se trata de un tema muy poco desarrollado en ámbito antropológico; nuestra tradición cultural ha insistido, casi exclusivamente, en los aspectos racionales y deliberativos, sin darse cuenta de cómo la afectividad impregna también la inteligencia, la voluntad y la libertad humanas . Los últimos siglos, por otro lado, vieron un enfoque muy acentuado (pensemos en la medicina o la economía) respecto al cuerpo, a lo físico, a las condiciones económicas y sociales de la vida humana.
La afectividad no se toma suficientemente en cuenta. El resultado es un cierto analfabetismo afectivo: la incapacidad de detectar y, más radicalmente,
de manejar los estados de ánimo y la energía que nos permite rebasar el narcisismo y el egoísmo. No se trata de un tema baladí; nos quejamos de nuestra sociedad, indiferente frente al sufrimiento ajeno, que busca resolver los conflictos recurriendo con facilidad a la violencia, incapaz de promover políticas de inclusión y solidaridad. Evidentemente estos fenómenos tienen raíces complejas y causas multifactoriales, sin embargo, podemos también detenernos en una escasa valoración y un deficiente manejo de la afectividad.
Se nos repitió, con excesiva seguridad o arrogancia, que buscamos sólo evitar el sufrimiento y lograr nuestros objetivos e intereses ; la matriz filosófica biologicista, hedonista y utilitarista parece dominar la escena cultural y nos parece obvia esta propuesta. Sin embargo, podríamos también cuestionarla. Hemos sido creados para amar, decía un autor griego de hace 1,500 años. La revelación cristiana afirma que “Dios es amor” y hemos sido creados a su “imagen y semejanza”. Las dos afirmaciones —una de tipo filosófico y la segunda de matriz teológica — coinciden en evidenciar la nobleza del ser humano y de su dimensión afectiva.
La dimensión afectiva, es decir, el conjunto de nuestras emociones y, más profundamente, de nuestro corazón, metáfora de lo íntimo de la persona, continúa apostando por relaciones diferentes , más amigables y solidarias, más leales y de entrega. La afectividad se conjuga, en este nivel, con los factores espirituales y éticos , favoreciendo el emerger de los valores.
La cultura y la educación influyen notablemente en cómo las personas buscamos y desarrollamos amor, entrega y cuidado de los demás. La afectividad se conjuga con la voluntad libre del ser humano: “El amor no es solamente un sentimiento. Los sentimientos van y vienen. Pueden ser una maravillosa chispa inicial, pero no son la totalidad del amor... Es propio de la madurez del amor que abarque todas las potencialidades del hombre e incluya, por así decir, al hombre en su integridad implica también nuestra voluntad y nuestro entendimiento. … El amor … abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. No obstante, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por «concluido» y completado; se transforma en el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo” (Benedicto XVI). ⚫
La tecnología y la atención médica
La medicina es una de las profesiones más antiguas, sin embargo, con la tecnología médica existente hasta hace unos 150 años los resultados obtenidos entre la medicina académica y la curandería no eran muy diferentes.
No es sino hasta hace unos 50 años que, con la computación, el internet y los programas de la inteligencia artificial cuando podemos decir que la tecnología ha entrado de lleno en el campo de la atención médica.
No hay dudas que los avances en la tecnología en general y de la médica en particular han permitido mejorar la atención médica, por ejemplo, en el diagnóstico por imagen. A los antiguos rayos X que aparecieron a finales del siglo XIX, en la segunda mitad de siglo XX se suman el ultrasonido, la tomografía computarizada y la resonancia magnética que permiten determinar con bastante precisión la localización y extensión de un tumor por pequeño que éste sea, que han eliminado, en su mayor parte las indicaciones de las laparotomías exploradoras, que es intervención quirúrgica para detectar directamente la existencia y tamaño de una lesión tumoral. La precisión de las técnicas del diagnóstico de imagen y otros métodos de laboratorio clínico han eliminado incluso las indicaciones de las autopsias, que hace algunos se consideraban la prueba máxima para determinar las causas de la muerte
Sin embargo, la tecnología en la atención médica, en especial la relacionada con la computación, el internet y la inteligencia artificial, han propiciado un aumento en la despersonalización de la medicina ya que con ella se ve a los pacientes más como una máquina que como a un ser humano.
La telemedicina y la atención médica
La telemedicina, la consulta médica a distancia por internet, se planteó como una alternativa a la consulta presencial, especialmente en lugares distantes de los centros de atención médica, pero - desde mi perspectivaésta tiene algunos inconvenientes, por ejemplo, en el caso de las enfermedades dermatológicas , el diagnóstico se hace, en buena parte, a partir de algunas características de la lesión como color, textura, etc. que sólo es posible hacerlo por inspección directa.
En otros casos se suele pedir al paciente una serie de exámenes de laboratorio que no existen en esos lugares por lo que el paciente tiene que ser enviado a los centros de atención médica para que se los hagan.
Y finalmente, y desde mi muy personal punto de vista, nada sustituye al cara-cara, especialmente en la enseñanza de la medicina, ya que mucha de ésta se da en conversaciones informales sobre corredores y eso no ocurre en las presentaciones por internet.
Por otra parte, la telemedicina puede ser muy útil en una sala de terapia intensiva, donde el médico intensivista puede estar “monitoreando” en un tablero, en el que aparecen los parámetros de los pacientes, que están midiendo la presión arterial, el ritmo cardiaco, la respiración, la temperatura, etc., en cierta analogía como lo hace un controlador de vuelos en un aeropuerto, para acudir de inmediato a la cama de un determinado paciente cuando algunos parámetros muestran cambios importantes.

La medicina es cara porque no ha introducido la tecnología
Hace algunos años cambiaba impresiones con un profesor de medicina de la Universidad de Columbia en Nueva York; él me decía que la medicina era cara porque no se había introducido la tecnología al ejercicio de la misma, como se había hecho en la agricultura que había logrado aumentar importantemente la producción por hectárea en comparación con las viejas técnicas como se hacía anteriormente, a lo que yo le contesté que la tecnificación llevaría a la despersonalización de la medicina, que vería al enfermo más como una máquina que como un ser humano, que la mayoría de los pacientes acuden a la consulta presencial en busca de una ayuda psicoló -
gica-espiritual, no sólo a que le hagan un diagnóstico y le indiquen un tratamiento.
El aumento en los costos de la atención médica es mayor que el aumento en costo de vida en general, y una de las causas es el uso y, sobre todo, el abuso de la tecnología médica. Con el argumento de mejorar las herramientas de diagnóstico a veces también se oculta una pobre formación médica como lo expresa el Dr. Arnoldo Kraus, bioeticista que una vez fue médico reumatólogo del Instituto Nacional de Ciencias Médicas “Salvador Subirán”: “Algunos médicos en lugar de escuchar al paciente solicitan una serie de exámenes, ya sea para ocultar su ignorancia o para seguir los dictados de la industria de la salud” (Arnoldo Kraus, Letras Libres, Mayo de 2009).
Existen programas de inteligencia artificial para hacer diagnósticos e indicar tratamientos, por ejemplo, en cierta analogía con las llamadas telefónicas para activar una tarjeta de crédito bancario: “si tiene fiebre presione el dos”, “si tiene dolor presione el tres”, y así sucesivamente; el problema es que muchos de los datos que le

está pidiendo un programa de inteligencia artificial sólo pueden ser obtenidos a través de una consulta médica que incluye el interrogatorio y la inspección física, y por otra parte esa metodología deja fuera a un alto porcentaje de la población, especialmente a los adultos mayores con una baja escolaridad, que no son raros como lo demuestra un estudio en adultos mayores en viviendas de interés social en Guadalajara en el que 17% eran analfabetas (Flores, M.L y Troyo San Román, R. Universidad de Guadalajara, 2011).
Algunos conceptos dependen del contexto sociocultural
La mayor parte de información médica existente en internet se genera de acuerdo con las condiciones existentes en países desarrollados, del tal manera que algo que es cierto en un determinado centro médico en París, Londres o Boston, pudiera no ser cierto en México, a lo que hay
que considerar algunos sesgos culturales , por ejemplo, en la zona pobre del centro de Washington, la mayoría de los pacientes con asma grave eran latinoamericanos o afro-descendientes lo que para algunos investigadores eso indicaba una tendencia genética, pero para otros eran las condiciones socio-económicas en las que vive la mayoría de esos pacientes los principales causantes de esa enfermedad y no su condición genética.
En relación con el contexto social y la consulta médica, citaré al Dr. Howard Waitzkin, médico y sociólogo de la Universidad de Nuevo México” (Howard Waitzkin. Journal of Health and Social Behavior, 1989; 30: 220-239) : “Los problemas que los pacientes llevan a la consulta médica frecuentemente están más allá de la medicina, están en el contexto social, pero si el médico ni siquiera los cuestiona está legitimando el sistema”.
Algunos creen saber más que los médicos
Dada la abundante información médica existente en internet algunos pacientes o sus familiares revisan la literatura en relación con la enfermedad por la que acudirán con un médico y en ocasiones tratan de confrontarlo. Por un parte, está bien para que estén informados, para que entiendan mejor las indicaciones; pero, por la otra, es un error el tratar de confrontar al médico ya que en ese caso para qué acuden a la consulta, si no le tienen confianza al médico, o por lo menos deberían ser cuidadosos en sus observaciones.
Los médicos deberían ser más humanos
La mayoría de los pacientes considera que los médicos, además de ser técnicamente buenos deberían también ser más humanos como lo podemos ver en algunas características que un grupo de pacientes consideró que deberían tener los médicos (Oceguera, J. y Viniegra, L. Revista Médica del IMSS , 2006; 46: 171-178): Buen trato, que sea amable, que sea bueno; Que escuche al paciente, que sea comprensivo; que propicie los espacios para que el paciente exprese sus dudas; que explique al paciente en qué consiste su enfermedad y tome en cuenta sus puntos de vista; que le pregunte, que lo revise (que lo explore físicamente).
El Dr. Vicente Guarner, Presidente de la Academia Nacional de Medicina de México, al inaugurar el año académico de esa corporación (Gaceta Médica de México, Febrero de 2002) dijo: “Clínica fue la medicina al nacer, y clínica lo será siempre; de otro modo no será medicina, lo demás (¿la tecnología?) podría ser ciencia, pero no medicina”.
La tecnología ha traído importantes beneficios en la atención médica, pero también algunos problemas como sería un aumento en la despersonalización de la medicina. ⚫
Dr. Jesús Humberto del Real Sánchez
La nada como fundamento del Ser
“Cuando el alma nada quiere, nada sabe y nada tiene, entonces el amado entra en ella, no como algo, sino como nada.” Meister Eckhart
En el artículo anterior comentamos sobre la idea del vacío y la muerte, en este artículo hablaremos sobre la idea de la Nada; se presentará su evolución filosófica y espiritual, desde su negación en la tradición griega, hasta su afirmación como fundamento del Ser en corrientes existencialistas, místicas y orientales. A través del pensamiento de Aristóteles, Platón, Gorgias, Kierkegaard, Meister Eckhart, Heidegger, San Juan de la Cruz y Nishida, se explora cómo la Nada ha pasado de ser el impensable absoluto a revelarse como matriz de sentido, apertura ontológica y experiencia espiritual radical.

La historia del pensamiento occidental ha marginado sistemáticamente la Nada, considerándola un absurdo lógico o una amenaza a la razón. Esta exclusión ha tenido efectos decisivos: consolidó una metafísica de tipo antologista positiva, centrada en la afirmación del Ser y negó la posibilidad de que el no-ser tuviera valor ontológico o existencial. Sin embargo, la experiencia humana también está marcada por el vacío, el límite, la angustia y el silencio y este hecho exige reabrir la pregunta por la Nada.
Para Aristóteles la Nada no puede tener estatuto ontológico, ni ser pensada sin contradicción: “el ser se dice de muchas maneras”, pero el no-ser simplemente no es, lo expresa en su Metafísica. Su ontología se construye como una afirmación del ente en acto, desplazando cualquier idea de vacío radical, incluso lo que no existe en el presente tiene cierta existencia previa como potencia de ser, lo que puede ser, según las características del ente
que alberga dicha potencialidad. Nada surge de la Nada, dice Aristóteles.
Gorgias de Leontinos articula una provocación radical: “Nada es; si algo es, no puede conocerse; si se conoce, no puede comunicarse”. Esta negación múltiple (ontológica, epistemológica y lingüística) revela una intuición que, lejos de ser un mero juego sofístico, prefigura problemáticas centrales de la modernidad: la crisis del sentido, la fragmentación del lenguaje y la desconfianza en el Ser.
La tragedia, particularmente en la de Edipo, pone en boca del coro la verdad velada: “No haber nacido es lo mejor”. Tal afirmación trasluce una visión del mundo donde la existencia humana está atravesada por una Nada latente: el sufrimiento, el destino ineludible, la imposibilidad de redención terrenal. La tragedia revela lo que la filosofía oculta: que el Ser está siempre bordeado por su propio abismo.
En el texto El Sofista, Platón intenta salvar el pensamiento del no-ser redefiniéndolo como “otro distinto al ser”, es decir, como diferencia. El no-ser ya no es simple negación, sino condición para el devenir, la multiplicidad, una sombra o la falsedad. Aun así, sigue siendo impensable una Nada absoluta. Para Platón, el Ser está siempre asociado a la Forma, a la plenitud, y la Nada sería un imposible metafísico; para él lo perfecto es lo que existe.
Leucipo y Demócrito legitiman una versión mínima de la Nada: el vacío que permite el movimiento de los átomos. Esta intuición física tiene consecuencias ontológicas: lo que no es también “es” en cierto sentido. La Nada aparece como condición del cambio, es decir, como fondo estructurador de la realidad. Es el espacio en el que se hace posible la existencia, es lo que hace que la realidad fluya. Es el juego que hay entre el Albedo y Nigredo, de los alquimistas medievales.
Meister Eckhart redefine radicalmente la Nada: no como ausencia, sino como presencia inefable. En sus sermones, afirma: “Debes amar a Dios como si no fuera Dios, como si no fuera ser, como si no fuera nada”, nos dice en su Sermón 52. Para Eckhart, la Nada, más allá del Dios personal es una Nada absoluta, desprovista de atributos. La unión mística requiere vaciamiento: despojarse del yo, del mundo y de todo concepto. La Nada se vuelve
Mtro. Omar Olvera
Mtro. Omar Olvera Cervantes

así el único lugar donde Dios puede nacer en el alma. Muchos entienden esto como un nihilismo o un ateísmo, pero es todo lo contrario: es la búsqueda más honesta de la divinidad, no desde la razón y los conceptos que le hemos impuesto desde los parámetros de la filosofía o teología, si no desde la realidad de lo que es Dios; para que podamos encontrarle, debemos abrir la puerta al misterio y a nuestra nada.
Para Kierkegaard la angustia no es una enfermedad, sino una señal de libertad. En El concepto de la angustia describe al ser humano ante la posibilidad de la Nada: “La angustia es el vértigo de la libertad”. El yo se ve obligado a elegir sin garantías, arrojado sobre un abismo de posibilidades. La Nada se vuelve condición existencial del salto de fe, del nacimiento del sujeto ético y religioso. La razón se pone como garantía de la pertinencia de algo, de una realidad, pero solo dentro de los márgenes de lo que asumimos como razonable. Al igual que Eckhart, Kierkegaard apuesta por la verdadera fe, la fe que implica dar un paso a una realidad desconocida, de la cual no se tiene evidencia racional de su existencia, aquella que exige simplemente la confianza en que la Nada es algo, que esa Nada lo es todo.
Martin Heidegger recupera de forma central la cuestión de la Nada. En su célebre conferencia ¿Qué es la metafísica? de 1929, afirma: “La Nada no es el objeto de una representación, sino aquello ante lo cual se despierta el asombro por el ser”. Frente al fondo de la Nada, todo ente se revela como tal. No hay acceso al Ser sin su confrontación con la Nada. Esta no es mera negación, sino apertura: el “clarear” (Lichtung ) que permite la manifestación del Ser. Para Heidegger, la Nada tiene una actividad propia, un “hacer no-ser” que no destruye, sino que posibilita la experiencia del Ser mismo.
San Juan de la Cruz , en sus poemas y tratados como, La subida al Monte Carmelo, propone un camino
espiritual de “nada, nada, nada, y en el monte nada”. Esta vía purgativa implica negar todo lo sensible, lo inteligible y lo afectivo para alcanzar la unión con Dios. La Nada, para San Juan, no es una categoría ontológica, sino mística y transformadora: “Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada.” La Nada como noche, desposesión, tiniebla amorosa, es el único modo de encontrarse con lo que es más que ser: el Amado.
El pensamiento oriental, especialmente en Nishida Kitaro, da un paso más: la Nada no es solo condición del Ser, sino su fundamento dinámico. En su filosofía del “lugar lógico” (basho), la realidad no se funda en un ser estático, sino en una Nada Absoluta que acoge toda contradicción, cambio y devenir. En su obra El yo puro, Nishida muestra que la subjetividad auténtica surge del vaciamiento: el yo que se autoniega se hace el lugar de la verdad.
El Ser no puede comprenderse sin su sombra: la Nada. Esta no es simple ausencia, sino posibilidad, apertura, fondo, silencio. Una ontología renovada no puede ignorar la experiencia de la finitud, la muerte, el vacío y la angustia. En esta clave, la Nada no se vuelve amenaza, sino aliada: una vía hacia la libertad, la verdad y el Amor. En palabras de Heidegger es la Nada la que nos permite experimentar la maravilla de que algo sea y no más bien nada.

La Nada no es el fin, sino el umbral. En ella el Ser resplandece como lo donado, no lo poseído. En ella, la vida se percibe como gracia, no como conquista. Tal vez solo quien ha atravesado la noche oscura de la razón, del alma, del mundo pueda realmente vivir. Como enseñan Heidegger y San Juan de la Cruz, hay que callar para oír, vaciarse para recibir, morir para nacer. Amar la Nada no es amar la muerte, sino preparar el corazón para una presencia más honda que el ser: el don. ⚫
Victoria Molina / Psicoterapeuta
La visión catastrófica y la personalización
Continuando con el tema que hemos estado tratando, de las distorsiones cognitivas , en esta ocasión tocaremos otras igual de interesantes, como son: la visión catastrófica y la personalización.
La visión catastrófica consiste en imaginar las peores consecuencias posibles a cualquier situación que se plantee. A pesar de que sea poco probable que los desenlaces trágicos que la persona imagina lleguen a suceder, no consigue abandonarlos, causándole mucho malestar.
Esta forma de pensamiento, que siempre adelanta acontecimientos negativos, son motivo de alarma cuando suceden con frecuencia, porque pueden llegar a condicionar el comportamiento de la persona. Estos pensamientos aparecen de forma involuntaria, son recurrentes y difíciles de erradicar, lo que suele generar altas dosis de miedo, angustia, ansiedad. Cuando sucede, la persona no está consciente que dar vueltas en la cabeza a estos peligros imaginarios no lleva a la extinción del miedo, al contrario, se multiplica. Cuanto más se piensa una cosa, más probable parece, aunque la realidad demuestre lo contrario.
Estos pensamientos generalmente empiezan con las palabras “y si…”, por ejemplo: “y si me pasa lo mismo”, “y si lo asaltan en la noche”, “y si tuvo un accidente”, “y si esto es incurable”, etc. En pocas palabras, “y si estalla la tragedia”. Por estos miedos (hacia el futuro), es común que la persona evite hacer ciertas cosas en su presente; ese temor a que ocurra algo malo puede llegar a afectar de forma seria su estilo de vida ya que le limita y condiciona su conducta.
Las personas que suelen tener pensamientos catastróficos tienen más probabilidades de padecer de trastornos de ansiedad . De hecho, los pensamientos negativos y la ansiedad suelen estar muy relacionados.
Los pensamientos catastróficos también pueden ser un signo de que la persona tiene una mala percepción sobre sí misma, sobre todo si estas ideas están relacionadas con su falta de habilidades o cualidades. Es decir, la persona tiene la convicción de no ser capaz de enfrentar los problemas cuando se le presenten. Por ejemplo: “y si no puedo superar ese dolor” o “no tengo fuerzas para superarlo”; “no voy a ser elegido para el proyecto”; “no voy a poder dar esa conferencia”, etc.
De igual manera, se observa que la necesidad de control de algunas personas las lleva a intentar anticipar cualquier eventualidad y a prepararse para ello, y esta situación las puede llevar al catastrofismo y a la hipervigilancia.
De cualquier forma, que se presente, la visión catastrófica implica tratar de adivinar el futuro de forma extrema y negativa, lo que arrastra al sufrimiento de las personas. Cabe recordar que el 97 por ciento de lo que nos preocupa no es mucho más que una mente temerosa que castiga con exageraciones y percepciones erróneas.
La personalización, también conocida como falsa atribución, se presenta cuando algo sucede y la persona cree que tiene que ver con ella, sin pruebas que lo respalden.
Las personas que presentan este tipo de distorsión cognitiva tienden a creer que las acciones o reacciones de los demás están directamente relacionadas con ellas mismas , por lo que son extremadamente sensibles a las señales ajenas, interpretando gestos, miradas o comentarios de manera personal y negativa. creen que todo a su alrededor tiene que ver con ellas. También creen que los demás los quieren lastimar, dañar o molestar, y

sienten la necesidad de cuidarse constantemente porque siempre están en peligro de ser atacadas.
Por otro lado, estas personas tienen un sentido equivocado de la responsabilidad que no tiene en cuenta factores externos ni circunstancias que escapan a su control. Cuando algo no ha salido como se deseaba o se esperaba, asumirá toda la responsabilidad por lo ocurrido y se culpará a sí misma por todo lo que ha salido mal o podría salir mal, incluso cuando sólo sea parcialmente responsable o no sea responsable en absoluto. Al sentirse responsables del bienestar, los logros y la estabilidad de los demás, se desgastan tratando de tener todo arreglado y bajo control, pero al final no pueden hacerlo y se frustran y se critican a sí mismas y a los demás, ya que, al frustrarse, se molestan con aquellos a quienes no pudo controlar.
La personalización también puede implicar que una persona crea que los demás se comportan negativamente por su culpa: “mi hijo reprobó el examen, soy una mala madre”, “mi hijo se metió a las drogas, soy un mal padre”, etc.
Es muy común que estas personas se culpen o personalicen la situación tras sufrir una violación o cualquier otra forma de violencia o abuso sexual o doméstico.
En la personalización también se puede presentar el polo opuesto; cuando una persona culpa a otros de sus problemas , en lugar de culparse a sí misma o asumir alguna responsabilidad; tiende a asumir un rol de víctima y a responsabilizar a los demás, por ejemplo: “tengo problemas en mi matrimonio por la educación que me dieron mis padres”.
Otro aspecto de la personalización ocurre cuando las personas tienen la tendencia a compararse excesivamente con los demás, lo que les genera sentimientos de inferioridad ya que las comparaciones son siempre con personas o situaciones superiores a ellas. En este caso, la persona se encontrará continuamente forzada a probar su valor ya que toma cada situación o experiencia como un motivo para compararse con los mejores, y de esa manera calificarse y valorarse: “no soy tan bueno como los otros para formar parte de ese equipo”, “ella toca el piano mucho mejor que yo”, “mis compañeros tienen más talento que yo”, etc. Pueden sentir que su carácter, habilidades, competencia o logros personales están en duda. Es una mentalidad defensiva que se utiliza porque una persona se siente atacada.
Las principales emociones que experimentan las personas con este patrón de pensamiento son culpa, vergüenza, frustración, ira, ansiedad, decepción… pero también puede llevar a la paranoia y a trastornos severos de depresión y/o angustia.
En síntesis, las personas con esta distorsión cognitiva pueden: sentirse culpables o inadecuadas por una situa -

ción sobre la que no tienen control; sentirse responsables de algo malo que ha sucedido y que ellas tienen la culpa; sentirse responsables de la felicidad, decepciones y problemas de otras personas; culpar a los demás por su falta de felicidad o sus decepciones y problemas; culpar a otros por algo malo que ha sucedido; sentir que otras personas los están tomando como blanco; sentir que debe haber algo mal con ellas o que no son lo suficientemente buenas. Como ya hemos dicho, estos patrones de pensamiento son fuente de sufrimiento, pero existen estrategias que, con esfuerzo y voluntad, ayudan para irlas superando y mejorar significativamente tanto el estado de ánimo como la calidad de vida. ⚫

Nuevos brotes de enfermedades prevenibles
Según reportes de la Unicef, los esfuerzos de vacunación a nivel mundial están bajo amenaza . La falta de información, el incremento de la población, las crisis humanitarias y los recortes para financiar la vacunación están poniendo en riesgo décadas de avances y dejando a millones de niños, niñas, adolescentes y personas adultas expuestas a enfermedades prevenibles
Esta negación para vacunar a los niños ha generado brotes de enfermedades que se consideraban controladas o en vías de erradicación. Algunos ejemplos recientes incluyen:
El Sarampión: desde 2021, el número de casos ha ido en aumento año tras año, tras la caída en la cobertura de vacunación durante y después de la pandemia de COVID-19; en un año se incrementó un 20 % el número de casos a nivel mundial y que los brotes seguirán creciendo.
La Meningitis en África.
La Tosferina: en el año 2019 se registraron más de 15,000 casos de tosferina en Estados Unidos, representando un aumento en comparación con años previos.
Las Paperas: en 2019 se reportaron brotes de paperas en varias partes del mundo, incluyendo Estados Unidos, Canadá y Europa.
Entre las causas de los brotes podemos citar: la falta de vacunación (es la principal causa de los brotes de enfermedades prevenibles por vacunas); los movimientos antivacunas (han contribuido a la disminución de la cobertura vacunal en algunas áreas, lo que ha aumentado el riesgo de brotes); los viajes Internacionales (pueden
Los diez países de ingresos altos donde los niños no fueron vacunados con la primera dosis de la vacuna contra el sarampión en 2010 - 2017 (cifras en miles)
1. Estados Unidos: 2.593.000
2. Francia: 608.000
3. Reino Unido: 527.000
4. Argentina: 438.000
5. Italia: 435.000
6. Japón: 374.000
7. Canadá: 287.000
8. Alemania 168.000
9. Australia: 138.000
10. Chile: 136.000
llevar a la propagación de enfermedades de un país a otro, especialmente si las personas no están vacunadas).
Consecuencias de los brotes
Ante todo, los brotes de enfermedades prevenibles por vacunas pueden causar enfermedad y muerte, especialmente en personas vulnerables como niños pequeños y personas con sistemas inmunes debilitados.
En segundo lugar, los brotes de enfermedades pueden generar costos económicos significativos para el sistema de salud y la sociedad en general.
Por último, los brotes de enfermedades pueden revertir los avances logrados en la erradicación o control de enfermedades prevenibles por vacunas.
¿Qué se puede hacer?
Ante todo, alentar la vacunación: la vacunación es la forma más efectiva de prevenir enfermedades prevenibles por vacunas.
Importante es también la educación y la concienciación: se debe educar a las personas sobre la importancia de la vacunación y la evidencia científica que respalda su seguridad y eficacia.
No podemos olvidar las políticas de Salud Pública: deben enfocarse en promover la vacunación y proteger la salud de la población.
Estos brotes ocurren en un contexto de recortes de fondos a nivel mundial. Una evaluación rápida realizada por la OMS en 108 de sus oficinas —en su mayoría en países de ingresos bajos o medio-bajos— revela que casi la mitad de estos países enfrentan interrupciones graves o moderadas en las campañas de vacunación, la inmunización rutinaria y el acceso a suministros, debido a la reducción de la financiación por parte de los donantes . Además, la vigilancia de enfermedades , incluidas las prevenibles con vacunas, también se ha visto afectada en más de la mitad de los países evaluados.
Al mismo tiempo, el número de niños sin recibir sus vacunas de rutina se ha incrementado en los últimos años, a pesar de los esfuerzos de muchos países por realizar la vacunación. En 2023, se calcula que alrededor de 15 millones de niños no recibieron ninguna de sus
Dra. Luz Elena Navares
vacunas básicas. Más de la mitad de estos niños viven en países afectados por conflictos, fragilidad o inestabilidad, donde el acceso a los servicios básicos de salud suele estar interrumpido.
Frente a la enfermedad
Ser conscientes de lo que sucede si un niño presenta algunas de estas enfermedades:
Poliomielitis:
Enfermedad viral contagiosa que afecta principalmente a niños menores de 5 años, provoca fiebre, cefalea, vómitos, rigidez del cuello y dolor en los miembros. Una de cada 200 infecciones produce parálisis irreversible, generalmente en las piernas, y de estos casos, un 5 a 10% de personas muere por parálisis de músculos respiratorios. https://www.conicyt.cl/explora/el-riesgo-mortal-de-no-vacunarse-expertos-advierten-grave-peligro/
Difteria
Es una infección aguda causada por una bacteria. Afecta comúnmente la nariz ya la garganta. Se transmite por contacto directo a través de la tos o estornudos. Los síntomas son fiebre, tos, secreción nasal y la aparición de pseudomembrana gris en la garganta que puede obstruir la vía respiratoria. La bacteria produce una toxina que se propaga a los órganos del cuerpo y puede producir daños a órganos causando la muerte
Sarampión:
Enfermedad provocada por un virus, altamente contagiosa (90% de las personas no vacunadas). Síntomas: fiebre alta, tos, conjuntivitis, secreción nasal y posteriormente aparecen las típicas erupciones rojizas en la piel. No tiene cura, solo tratamiento sintomático. Las complicaciones graves en niños está la neumonía, encefalitis.
Existen estructuras institucionales que defiende la postura de cuidar a los niños y promover la vacunación por el bien de todos: los niños, los padres de los niños y la comunidad donde viven. Así la Unicef UNICEF, con aliados como la Iniciativa contra el sarampión y la rubéola, y Gavi, la Alianza para las Vacunas, está ayudando a abordar la crisis del sarampión de la siguiente manera: negociando los precios de las vacunas (el costo de la vacuna contra el sarampión está ahora en su nivel más bajo de todos los tiempos); ayudando a los países a identificar las zonas desatendidas y a los niños que no han recibido la atención necesaria; adquiriendo vacunas y otros suministros para la inmunización; apoyando campañas de vacunación suplementarias para subsanar las deficiencias en la cober-
RINCÓN MÉDICO

tura de la inmunización sistemática; trabajando con los países pertinentes para introducir la segunda dosis de la vacuna contra el sarampión en el calendario nacional de inmunización; incorporando innovaciones como el uso de la energía solar y las tecnologías móviles para mantener las vacunas a la temperatura adecuada.
“El sarampión es demasiado contagioso” , “Es fundamental no sólo aumentar la cobertura, sino también mantener las tasas de vacunación con las dosis adecuadas para crear un paraguas de inmunidad para todos”, refiere Henrrieta Fore, Directora Ejecutiva de la Unicef. ⚫
Tecnología sin fronteras: borrando las barreras de comunicación
La tecnología es mejor cuando une a las personas (Matt Mullenweg)
En un mundo cada vez más globalizado, la comunicación se ha convertido en una herramienta fundamental para el entendimiento, la inclusión y la colaboración. Sin embargo, millones de personas alrededor del mundo aún enfrentan importantes barreras para comunicarse: diferencias de idioma, limitaciones físicas o sensoriales, y acceso desigual a herramientas tecnológicas.
Afortunadamente, los más recientes avances tecnológicos están transformando esta realidad. Con desarrollos liderados por gigantes como Google y Meta, la comunicación instantánea y sin fronteras está cada vez más cerca de convertirse en una norma. Estas últimas semanas en particular han estado especialmente marcadas por la presentación de herramientas con el potencial de revolucionar cómo las personas interactúan, comprenden y se conectan, sin importar su idioma o capacidad.
Google Meet y la traducción con tu propia voz

Uno de los avances más sorprendentes revelados por Google recientemente fue la implementación de la traducción en tiempo real con voz personalizada en Google Meet.
Imagina una sala de juntas virtual donde un hablante de español conversa con un colega alemán y otro japonés, y cada uno escucha en su idioma nativo, como si estuvieran hablando el mismo idioma. Este avance no solo mejora la productividad, sino que promueve una comunicación más empática y efectiva.
Esta nueva función permite que, durante una videollamada, el sistema no solo traduzca lo que dices, sino que lo haga manteniendo tu propia voz y entonación, lo que crea una experiencia mucho más natural para quienes escuchan en otro idioma. Esto es posible gracias al uso combinado de inteligencia artificial, síntesis de voz neuronal y aprendizaje profundo.
Son evidentes los beneficios: reuniones multinacionales más fluidas sin necesidad de intérpretes humanos; preservación del tono emocional y contexto cultural de cada hablante; inclusión de personas de distintas regiones del mundo en un mismo entorno laboral o educativo.
Gafas inteligentes: traducción y navegación en la calle

Otro anuncio impactante fue el de las nuevas gafas inteligentes de Google con funciones de traducción simultánea e IA de asistencia.
Estas gafas utilizan una combinación de visión computarizada, geolocalización, micrófonos y panta -
Lic. María José Albanés Buentello
Lic. María José Albanés Buentello
llas integradas para ofrecer funciones como: traducción instantánea de texto y voz proyectada directamente en la lente; asistencia de navegación por voz y visual, ideal para turistas o personas en ciudades nuevas; reconocimiento de objetos y contextos, ofreciendo apoyo visual adicional en tiempo real.
Para las personas que viajan, trabajan o viven en contextos internacionales, estas gafas representan una herramienta de integración casi inmediata. Más allá de su funcionalidad para usuarios regulares, tienen un enorme potencial para personas con discapacidades cognitivas, auditivas o del habla , al brindar contexto visual y auditivo en tiempo real.
Traductor de lenguaje de señas a voz: inclusión para personas con discapacidad auditiva

Una de las innovaciones más significativas desde el punto de vista de la inclusión es el traductor de lenguaje de señas a lenguaje verbal. Este avance se está desarrollando mediante el uso de cámaras, sensores y algoritmos de reconocimiento de gestos impulsados por inteligencia artificial.
Esta herramienta permite detectar : los signos realizados por una persona con discapacidad auditiva o del habla; traducirlos en tiempo real a voz sintética o texto en pantalla; responder en voz o texto que puede ser leído por la persona sorda.
Este tipo de tecnología representa un puente vital
entre personas con discapacidad auditiva y el resto del mundo, eliminando la dependencia de intérpretes humanos en situaciones cotidianas como hacer compras, acudir a una consulta médica o realizar trámites.
Si bien desde un punto de vista tecnológico estos avances son impresionantes, su valor real radica en el impacto humano y social que generan. Aspectos como generar mayor equidad e inclusión en espacios públicos y laborales, otorgar autonomía a personas con discapacidades auditivas o del habla y reducir malentendidos y barreras culturales en entornos multiculturales son solo la punta del iceberg para eliminar brechas de comunicación que en esta era digital van quedando cada vez más en el olvido.
Los recientes avances tecnológicos están demostrando que una comunicación verdaderamente universal ya no es solo una aspiración, sino una realidad cada vez más cercana. Con herramientas que incorporan diferentes aplicaciones de la Inteligencia Artificial, y la promueven utilizando diversas otras tecnologías, se están eliminando barreras que antes parecían imposibles de superar.
La clave ahora está en asegurar que estas tecnologías se distribuyan de manera equitativa , se integren con responsabilidad en nuestra vida cotidiana, y que su desarrollo siga teniendo como prioridad la inclusión, la empatía y la conexión humana.
Porque en un mundo donde todos podamos comunicarnos, las oportunidades se multiplican , y las diferencias se convierten en fortalezas. ⚫

LA METÁFORA DEL CORAZÓN
Se reflexiona, hoy en día, sobre la Inteligencia artificial y muchas películas nos presentan personajes posthumanos: ciborg, seres con semblante humano, pero no pertenecientes a la raza humana, animales o maquinarias que tienen (¿será verdad?) nuestras idiosincrasias. Nos llaman la atención estas producciones y nos permiten entretenernos en un mundo ficticio; tal vez pueden suscitar, también, emociones de angustia y preocupación respecto a un nuevo mundo distópico. En muchos de estos personajes encontramos, también, una reproducción de nuestra emotividad: parece que sin afectividad la realidad humana se vuelve inhumana
En nuestra sociedad hay muchas conductas deshumanas - pensemos en la tragedia de la violencia generalizada - sin embargo, también los comportamientos antisociales, violentos y destructivos son marcados por una presencia abundante de afectividad. Podemos también quedar perplejos frente a la conducta y la relación de personas afectadas (también aquí los afectos) por síndrome de autismo, en todas sus manifestaciones: los expertos nos alertan que la dimensión afectiva está muy presente, sin embargo, no encuentra caminos para manifestarse según los criterios de la mayoría de la gente.

Efectivamente, la afectividad es una dimensión fundamental y esencial de nuestra humanidad; no podemos pensar en una persona sin sentimientos y emociones: sería otra cosa respecto a nuestra identidad humana; una persona sin afectividad no sería persona humana. A pesar de esta constatación, de dominio común, las reflexiones cultas, filosóficas o antropológicas sólo en el último siglo han empezado a poner su foco de atención en la afectividad; otras prioridades regían las mentes de nuestros antepasados y, en particular, el estudio de la inteligencia, la voluntad y la libertad. En algunas propuestas, en fin, se ponía a luz el “peligro” de la afectividad, responsable de muchos problemas.
Cuando se habla, entre no expertos, de afectividad, muchas veces nos enfocamos en las emociones: estar felices o tristes, calmados o angustiados, tranquilos o espantados, ilusionados o culpables, etc.; ciertamente las emociones, y sus parientes cercanos, los sentimientos, son muy importantes en la vida cotidiana. Podemos afirmar que todos los acontecimientos de la existencia están caracterizados por numerosa, tal vez ambivalentes, emociones. Los estados de ánimo caracterizan todos los acontecimientos de la vida: por ejemplo, una pérdida, de cualquier tipo, se asocia generalmente a un estado de ánimo de tristeza y melancolía; un éxito nos da alegría y satisfacción; un peligro o una amenaza nos provocan emociones de miedo o ansiedad, etc.
Los estudios psicológicos afirman que las emociones tienen una función adaptativa al ambiente; es verdad, pero también podemos desglosar este rol “adaptativo” y subrayar que nos “motivan” a emprender muchas iniciativas y son fundamentales para desarrollar nuestra dimensión social y fraternal. En efecto, se ve el rol de las emociones, principalmente, en las relaciones interpersonales que, sin emociones y sentimientos, decaerían en contactos impersonales y fríos.
Sin embargo, no hemos llegado aún a la cumbre de la afectividad. Siguiendo la teoría de Von Hildebrand, uno de los grandes filósofos de la afectividad del siglo XX (“Las formas espirituales de la afectividad” y “El corazón. Un análisis de la afectividad humana y divina” ), podemos identificar un tipo de afectividad que va más allá o más arriba respecto a las emociones. Él la denomina afectividad espiritual o afectividad del “corazón”. Presentemos dos ejemplos para explicar la diferencia entre afectividad espiritual y la vivencia de emociones: estar felice por el éxito en un examen universitario, no es lo mismo que el estar feliz de una madre que termina su embarazo y puede amamantar a su bebé; no es lo mismo estar tristes porque reprobamos un examen universitario o porque murió un ser verdaderamente querido. Tener un bebé o perder un ser querido toca y “afecta” las fibras más
profundas de nuestro yo y de nuestra personalidad. Hildebrand denomina «corazón» al estrato más íntimo de la esfera afectiva: se refiere al “corazón” como el punto medular de la persona, su núcleo mismo; en, del y a través del “corazón” «habla” la persona; mediante el corazón se «entrega» el yo, y a través del corazón se viven las experiencias más importantes de la vida de cada persona.
En sus análisis fenomenológicos, Von Hildebrand se ha detenido, en particular, en tres manifestaciones de la afectividad espiritual.
Cuando descubrimos un valor, por ejemplo, la justicia en una situación específica, nuestro corazón se compromete de un modo mucho más fuerte que cuando solamente reflexionamos sobre el valor de la justicia.
La afectividad espiritual se involucra con el “corazón” conmoviéndose y contemplando las acciones de otras personas (gestos de bondad, de entrega, de humildad, etc.); y, frente a las injusticias y la violencia, nuestro corazón se turba y reacciona con indignación.
También en los sentimientos poéticos y estéticos podemos identificar la presencia del corazón: en el arte la persona humana ha plasmado la complejidad del corazón, ha explorado sus recovecos más íntimos, ha también manifestado su oscuridad y lo torcido en que puede tornarse, ha descrito sus matices y mociones más nobles y ha manifestado el “calor” de un corazón pulsante.
Estas reflexiones nos parecen obvias, porque todos experimentamos a diario lo hermoso y atractivo de los valores y del arte que producimos o disfrutamos, sin embargo, llama la atención cómo el “corazón” (esta metáfora de lo íntimo de nuestro ser) haya sido poco valorado en las reflexiones cultas. “El corazón ” - citando una famosa frase de Blaise Pascal - “ tiene razones que la razón ignora ”. Podemos también citar a El principito:


“ Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos ”.
En la afectividad espiritual tocamos lo más íntimo y la cumbre de nuestro ser, amasado con amor, alegría y felicidad duraderas, amistad, compasión y empatía, deseo de cuidar, voluntad de perdonar, entrega y compromiso; sin embargo, también lo más oscuro: el enfado, el odio, el deseo de venganza, los instintos agresivos y violentos.
En el enamoramiento y el amor nos percatamos de esta energía del corazón: no decidimos “racionalmente” (por eso podemos equivocarnos), no hay razones “lógicas” (tampoco “ilógicas”; simplemente van más allá de la lógica), la voluntad no es lo más importante; la “pasión” nos dirige o arrastra. Ya San Pablo, hace dos mil años, reflexionaba certeramente y sin dudarlo: «ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor; pero el mayor de ellos es el amor». Y San Juan añade: «Dios es amor».
Una última anotación. El corazón puede ser “educado”, para que sea motor de nuestro ser, para que sea capaz de actitudes nobles y generosas. Podemos construir, día tras día, una “arquitectura afectiva” que busque realizar valores y no sólo intereses, que “guste” lo que es bello y bueno, que se interese por lo que vale y no lo efímero, que excluya lo burdo, lo egoísta y lo mediocre. De ese modo, la afectividad se podrá desplegar con libertad y podremos llegar a ser “bellas personas”. ⚫
LA AFECTIVIDAD Y SU COMPLEJIDAD EN LA VIDA DIARIA

En este artículo se analizará el tema de la afectividad y su complejidad que se manifiesta especialmente cuando se habla de la coherencia entre sentir y pensar en escenarios de la vida cotidiana. Ciertamente, el estudio de las emociones y los sentimientos es un mundo confuso, ya que se debe considerar los procesos psíquicos y la subjetividad del ser humano presentes en los afectos consigo mismo, con los demás y con el mundo que lo rodea. Entonces, ¿qué es lo difícil de esta temática? Lo más complejo de esto es el entendimiento y la comprensión para lograr un buen manejo emocional.
De esta forma, abordar la afectividad también involucra reconocer su complejidad, ya que las emociones, los sentimientos y los estados afectivos no son unívocos ni estáticos , sino que se combinan con lo racional, lo social y lo cultural, y pueden aparecer como ambivalentes o contradictorios, mostrando así la riqueza y la complejidad de vivir siendo afectivos. En este sentido, es necesario aproximarse al fenómeno afectivo desde los más diversos enfoques, sin limitarnos a uno solo. El presente escrito plantea la siguiente forma de abordar la afectividad en tres niveles: la conformación afectiva del ser, la complejidad y el dinamismo de las emociones humanas, y la afectividad en relación con la cultura y el vínculo interpersonal .
Conformación afectiva del ser
Desde el momento del nacimiento, el ser huma -
no interactúa con su mundo mediante la afectividad. El primer acercamiento se observa con el contacto materno, a través del reconocimiento de la voz, la mirada y el cuidado que se recibe, no únicamente como una satisfacción de la necesidad biológica; también se incluye la subjetividad emocional que permite a la persona reconocerse y crear lazos afectivos. En este aspecto, no es únicamente una función solitaria o atractiva; al mismo tiempo, tiene una forma natural de existir: el ser humano no solo tiene afectos, además, es afectivo en su manera de ser con su entorno.
Indudablemente este tema es muy interesante, ya que lo afectivo es un punto medular en el desarrollo del ser humano; en este aspecto, se pueden encontrar diversas propuestas que formulan el alcance de los afectos en la existencia de una persona y su desarrollo individual. Ahora veremos aquí algunas de estas ideas. Primeramente, se inicia desde un enfoque filosófico: Max Scheler manifiesta que esta dimensión es fundamental, al afirmar que los sentimientos no solo acompañan la vida ética y personal, sino que, además, constituyen vehículos de conocimiento de los valores . Por otro lado, para Scheler, los afectos nos permiten captar lo valioso y no se limitan a ser meras reacciones fisiológicas. Asimismo, Edith Stein, en su caso, postula que la vida afectiva es una estructura del alma humana con carácter esencial, y que a través de ella es donde se desenvuelve la empatía, un elemento esencial para la vida comunitaria y moral. Estos puntos de vista son diferentes de la teoría racionalista que minimiza las emociones en comparación con la cognición.
En la psicología actual, por ejemplo, Carl Rogers, también se enfatiza el papel primordial de la afectividad en el desarrollo personal. En el marco de un contexto terapéutico, el reconocimiento y la validación emocional permiten a la persona reencontrarse con su experiencia interna, reconfigurar su identidad y desarrollar relaciones auténticas. Esta perspectiva enfatiza que el crecimiento humano no se produce solamente desde la cognición, sino que parte de la integración profunda de la experiencia afectiva.
Es importante considerar que la afectividad se alimenta de la experiencia de emociones, sentimientos y pensamientos, lo que significa que la persona debe vivenciarlos . Este sistema es un proceso activo de percepción y comprensión de la realidad del individuo, así como de su juicio interno y externo en su comportamiento en el mundo.
Beatríz
Amador
Ochoa
Complejidad y dinamismo de las emociones humanas
Dentro de este orden de ideas, la afectividad se comprende como un sistema dinámico, en movimiento, donde se relacionan diferentes emociones, pensamientos y experiencias. No es solo una recopilación de emociones, sino un intercambio emocional que responde al entorno, a los vínculos y a la historia particular de cada persona. Este proceso se ajusta, se transforma y se renueva continuamente a lo largo de las nuevas experiencias que se enfrentan o de las nuevas situaciones que se viven. De esta manera, emociones como la tristeza, la alegría, el amor, la ira, el miedo, entre otras, no aparecen de forma aislada, sino que se entrelazan en una complejidad que regula el comportamiento y la forma de percibir el mundo.

Además, esta dinámica emocional es influenciada por factores conscientes e inconscientes que no siempre son fáciles de identificar o gestionar. Por ejemplo, una emoción puede activarse como respuesta a un estímulo externo, pero también puede estar condicionada por memorias emocionales pasadas o por creencias internas arraigadas. La interacción entre lo que sentimos, lo que pensamos y cómo actuamos genera una red interna que requiere comprensión, escucha y autorreflexión. Reconocer la afectividad como un sistema vivo y complejo permite una mirada más profunda y compasiva hacia nuestras emociones y las de los demás.
Por ende, aceptar esta forma de entender la afectividad conlleva desarrollar un mayor nivel de conciencia emocional y una voluntad constante para la propia adquisición de conocimientos. Al entender que las respuestas emocionales que se generan son el producto de diversas influencias, entonces es posible iniciar la gestión de estas desde un sentido de responsabilidad y empatía. Este enfoque no solo promueve
la salud emocional personal, sino que además fortalece los vínculos con las personas cercanas. Es fundamental reconocer que la complejidad de las emociones es un elemento primordial en la existencia humana que conlleva a una convivencia más genuina y empática. Por lo tanto, la afectividad es importante y, en consecuencia, se convierte en un pilar de desarrollo en la experiencia humana y en las interacciones cotidianas.
Afectividad, cultura y vínculo interpersonal
Sin duda, sentir no es solo un acto privado; es evidente que, de alguna manera, la cultura y los lazos emocionales aportan sentimientos. Es verdad que se considera que las emociones son individuales y se dan por supuestas; no obstante, en realidad, la forma en que se siente también es un fenómeno social. Desde el instante en que nacemos, aprendemos a expresar y a manejar los afectos tal como la cultura lo enseña. Hay lugares donde llorar en voz alta es señal de sinceridad, y hay otras áreas donde formarse en el manejo de las emociones es lo habitual. La manera en que se siente no es natural; está marcada por las palabras que se usan, por los gestos que se enseñan y aprenden, por las historias que se narran y la forma de reaccionar a lo que se escucha de los demás.
Es evidente que los sentimientos no surgen de manera aislada, sino que s e entrelazan y se fundamentan en la interacción con otros. Aprender a vivir es comprender lo que se siente en cada mirada, en cada gesto que puede ser alentador e incluso en situaciones problemáticas. Es decir, toda manifestación de sentimientos está relacionada con cómo se establece una relación. Se puede observar que relaciones como la amistad, el afecto, el amor o la empatía no solo dependen de cada uno de los individuos involucrados; son conocimientos emocionales difíciles de obtener sin la experiencia. En efecto, cuidar las interacciones personales también implica lo emocional y psíquico. En resumen, la afectividad es una conexión entre el yo, los otros y el mundo, y como todo vínculo, es una creación conjunta.
Comprender la afectividad desde su esencia, no es solo una forma hipotética de vivir la vida; sino que debe ser un recurso para vivir de forma más reflexiva y humana. Sentir no es una debilidad ni un lujo, sino una forma de conocimiento, un camino para acercarse a uno mismo y a los demás.
En conclusión, humanizar las relaciones debería empezar por reconocer que los afectos no nos separan de los otros, sino que nos unen. Escuchar a alguien, acompañarlo, mostrarse vulnerables o cuidar a alguien no son acciones menores, sino los hilos invisibles que sostienen una vida con propósito. Posiblemente el volver a un vínculo más cercano, no conduzca a mejorar las relaciones con uno mismo y con los demás, a través de un reconocimiento y manejo de la afectividad. ⚫
SUFRIMIENTO Y AFECTOS
El sufrimiento es una de las realidades más conflictivas de la experiencia humana, ya que desafía nuestro sentido de búsqueda de paz y felicidad. Allí donde no se acierta a integrar una determinada situación difícil o desagradable dentro de un contexto de sentido, allí comienza el sufrimiento.
Si bien el dolor puede tener origen físico, el sufrimiento atraviesa todas las dimensiones del ser humano: es el cuerpo el que experimenta el dolor, pero es el ser humano el que lo sufre.
El sufrimiento ha sido definido por E. Cassell como “un estado específico de distrés que ocurre cuando la integridad de la persona está amenazada o rota. Continúa hasta que la amenaza desaparece o la integridad es restaurada”.
El sufrimiento es subjetivo, personal, tiene relación con el pasado de la persona, con su cultura, con sus vínculos afectivos, sus roles, sus necesidades, su cuerpo, sus emociones, etc. Todas estas áreas son susceptibles de ser lesionadas, de sufrir pérdidas y de ocasionar sufrimiento. Las heridas a la integridad personal se expresan a través de los afectos: tristeza, rabia, soledad, depresión, aflicción, infelicidad, etc. pero estos afectos no son la herida en sí, sino su manifestación.
Por lo tanto, la concepción del sufrimiento depende en gran medida de la forma particular de ver el mundo y de la interpretación de la realidad objetiva que cada persona le dé a este fenómeno. El sufrimiento está motivado por la inteligencia y la imaginación; si el ser humano no fuera capaz de pensar, meditar y reflexionar sobre su vida y sus actos, tampoco experimentaría sufrimiento.
Con lo mencionado anteriormente, se puede observar que el sufrimiento está íntimamente conectado a la cognición, y también estrechamente relacionado con los afectos
El núcleo de la afectividad está en la subjetividad. Sentir es, fundamentalmente, vivirse a sí mismo, ser consciente de la propia intimidad y de sus múltiples modificaciones y avatares. Los sentimientos y las emociones son, por tanto, la manera en la que la subjetividad se enfrenta a los acontecimientos de la vida y reacciona ante ellos. Quedando así reflejada la relación de los afectos y la cognición.
El sufrimiento marca con un fuerte impacto en la vida; cambia las personas, hace variar los comportamientos, los hábitos, los sentimientos y, sobre todo, la concepción del mundo. Marca una línea divisoria entre el antes y el después. Nadie permanece igual después de haber sufrido.
El sufrimiento, generalmente, conduce a la tristeza. Ese dolor interior, esa tristeza, pesa sobre el ánimo
como una lápida, aplasta psicológicamente a la persona, la deja sin ánimo, sin ganas de hacer nada. La tristeza quita energías e introduce a la persona en un estado de apatía, de desgano y de hundimiento espiritual.

La persona triste no tiene iniciativa, ni fuerza, ni puede tomar decisiones acertadas, ni se arriesga a emprender ninguna acción, y queda encerrada en su mundo, en su pena; en consecuencia, se paraliza su actividad, su dinámica vital . Y si el sufrimiento disminuye la actividad, entonces también disminuye la actividad intelectual, la comprensión de la realidad, de uno mismo y de los otros, la capacidad de aprender, de razonar, etc. El sufrimiento monopoliza a la persona y la arrastra hacia él, cayendo, entonces, en una tendencia a infravalorarse, a empequeñecerse y a contemplarse en su miseria.
Nos relacionamos con el exterior mediante el conocimiento, pero nos vinculamos mediante la afectividad y la libertad-voluntad.
La afectividad, en efecto, determina en buena

medida lo que nos interesa o no nos interesa, lo que aceptamos o rechazamos, lo que consideramos nuestro y lo que queda fuera del centro de nuestros intereses. Esto supone, en otras palabras, que cada persona, vinculándose con determinados objetos y rechazando otros, estructura afectivamente la realidad que le rodea, dotándola de tonalidades subjetivas de acuerdo con sus preferencias.
Las emociones tienen un impacto directo en el procesamiento de sucesos (procesamiento de información), la creatividad, las relaciones interpersonales y en la conducta, por lo tanto, influyen en el juicio, el razonamiento y la toma de decisiones. El procesamiento de los contenidos en nuestra mente es diferente en función de si están asociados con emociones positivas y placenteras o si lo están con emociones desagradables o negativas.
Se comprende, entonces, que el sufrimiento siempre está envuelto de cierto tipo de pensamientos y emociones y no puede existir sin estos. Es el producto de una construcción mental, de una interpretación, misma que se encuentra impregnada del afecto.
Se sufre por muchas causas: por la pérdida de un ser querido; por un amor perdido o no correspondido; por celos y envidias; por los fracasos, las desilusiones, los engaños y los desengaños; por frustraciones de nuestro proyecto vital; por injusticias, por privaciones y pobreza. Se sufre por los errores que cometemos; por estrés, por enfermedades somáticas y psíquicas. Se sufre solidariamente por el sufrimiento de otros, y un sinnúmero de razones más. Sin embargo, en la actualidad, en una sociedad de la información, del culto a la juventud, a la belleza, al éxito, a las posesiones materiales, se vive de espalda al sufrimiento, a las pérdidas, al dolor, sin aprender a manejar frustraciones y despedidas. Al sufrimiento se le tiene que negar, tapar, disimular o arrancar a toda costa. Todo está orientado hacia el triunfo; el fracaso no se prevé (se le considera algo negativo). Así, el ser humano no está preparado para aceptar sus propias limitaciones, sus carencias y su realidad.
Para concluir, se puede decir que, aunque el sufrimiento es prácticamente inseparable de la vida del ser humano, existen formas de manejarlo adecuada y constructivamente. Superarlo no significa eliminarlo, sino aprender a convivir con él y gestionarlo desde la racionalidad y la afectividad. ⚫

Yolanda Zamora / yolanda.zamora@gmail.com
La expresión artística de la muerte en la cosmovisión mexicana
Debido a la riqueza de nuestras raíces prehispánicas, a la cosmovisión que existía de la muerte y el culto a los muertos, se dio en nuestra cultura un sincretismo caracterizado por una mezcla de realidad y mito, leyendas, relatos y narrativas que, expresados en la literatura, en la música, en las danzas, en la pintura y en las tradiciones llenas de color y dinamismo, alcanza, por momentos, un sentido poético.
Ante la imposibilidad de reseñar toda la riqueza de la expresión creativa, elijo algunos ejemplos significativos de la manera en que el mexicano contempla y recrea el concepto de la muerte en diversas disciplinas.

José Guadalupe Posada y su Ca -
trina
Es de todos conocida la imagen de “La Catrina” de José Guadalupe Posada, emblemática entre las expresiones artísticas de la muerte-vida, en nuestro México. José Guadalupe Posada fue un artista excepcional, grabador, caricaturista, ilustrador, que nació en Aguascalientes en 1852. Su obra capturó escenas populares, caricaturas, expresando una crítica social al México de finales del siglo XIX y principios del XX. Destacan, por supuesto, sus famosas “calaveras”.
Su obra más popular es “La Catrina”, cuyo nombre original es “Calavera Garbancera”. El adjetivo se utilizaba para describir a la gente que, teniendo sangre indígena, renegaba de su raza, de sus raíces, de sus costumbres… y pretendía ser europea. En la actualidad, “La Catrina” ha sido retomada y recreada de diversas formas, representando un símbolo más de la identidad mexicana.

Diego Rivera y su “Sueño de una tarde en la Alameda Central”
No podríamos reseñar la plástica mexicana en el marco temático de la muerte, sin mencionar a uno de los pintores mexicanos más célebres, Diego Rivera (1886-1957) y su destacada presencia en el muralismo mexicano, al lado de José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Su obra Sueño de una tarde en la Alameda Central es un mural que se encuentra en el Museo Diego Rivera (anteriormente en el Hotel del Prado).
Interesante resulta observar cómo, en este mural, Diego Rivera se retrata a sí mismo, como un niño más que pasea por la Alameda Central de la Ciudad de México. Lo acompañan un centenar de personajes de la historia mexicana. Al centro vemos, precisamente a la Catrina del caricaturista José Guadalupe Posada (de quien ya hemos hablado), y que aparece al lado derecho. En el mural habita también Frida Kahlo, esposa de Diego Rivera.
De la danza y la muerte: “Los Tastoanes”
“De acuerdo con el poético relato de la creación, Dios hizo cuanto existe en seis días, pero no sabemos en cuál de esas jornadas hizo la música, el ritmo, el son”, escribe el P. Armando González Escoto, en su libro “La danza religiosa” y agrega: “el que danza, canta y ora con cuerpo y alma”.
El hecho es que, la música, la pintura, la literatura, el teatro, la danza, y las artes en general nos acompañan toda la vida… ¡y hasta la muerte!
Como un ejemplo de la incorporación del elemento fantástico en el tema de la muerte, comparto la “Danza de los Tastoanes”, la más original y creativa de esta región occidental. Data de finales del siglo XVI y narra el

encuentro de los indígenas Tastoanes (derivación de “tlatoani”), de largas, hirsutas y alborotadas cabelleras de ixtle, y máscaras de madera, frente a los españoles, defendiéndose y atacando con varas de guayabo. Esta fiesta de los Tastoanes se celebra en Jalisco cada 25 de julio.
El protagonista principal es el Santo Santiago: “Una vez que el invencible Santiago cae bajo la acometida de los indígenas, y éstos lo despedazan, y cuando todo parece ya perdido, el apóstol Santiago resucita…y entra montado en su caballo blanco para defender la fe. Es evidente el objetivo evangelizador de esta danza, mezclado con la influencia totémica en los cultos prehispánicos.
Llama la atención como los danzantes se preparan desde niños , e incluso participan en las celebraciones, que tienen lugar cada 25 de julio en diferentes municipios de Jalisco, como Tonalá, Tlaquepaque, Ixcatán… el público aplaude la escenificación: Claro, hay quien le va a Santo Santiago, y hay quienes le van a los Tastoanes. ¡Quizá algún día ganen la batalla!
La muerte y la canción
popular
El tema de la muerte, fabulado, está también muy presente en nuestros cancioneros populares. Lo encontramos, por ejemplo, en clásicos como “La llorona”. Cito: No sé qué tienen las flores, Llorona / las flores del camposanto/ que cuando las mueve el viento, Llorona/ parece que están llorando… Por cierto, que esta canción (que durante mucho tiempo se pensó que era de la época de
la colonia), tiene una inspiración prehispánica en el marco de los siete presagios de la llegada de los españoles, según Bernardino de Sahagún, en su obra “Historia general de las cosas de la Nueva España”. Corresponde al sexto presagio. Cito: “… de noche se oyeron voces, muchas veces, como de una Mujer que, angustiada, y con lloro decía; ¡Oh, hijos míos que ya ha llegado vuestra destrucción; y otras veces decía: ¡hijos míos donde os llevaré! Para que no os acabéis de perder”.
La Carroza
Para cerrar este artículo, y a propósito de la fabulación de la muerte en la canción popular, elijo “La carroza”, letra y música de Pancho Madrigal, por su alto contenido de realismo mágico. Estamos hablando de un diálogo entre el ser humano, la Muerte, el Diablo, el Ángel… y finalmente, la letra de la canción cierra con la expresión de la libertad del hombre, cuando dice: “No quiero pena ni gloria, déjenme vivir nomás…”, y espera con serenidad, la llegada de la carroza.
Comparto la letra de esta canción, poblada de imágenes que palpitan justo en el umbral de la vida y la muerte:
Oye me dijo la muerte, acompáñame al panteón (bis)
Muerte yo no te acompaño, padezco del corazón.
El diablo me dijo un día, acompáñame al infierno, Diablo yo no te acompaño, porque ese viaje es eterno.
Un ángel pasó volando, vino a quererme llevar
Me miró con desconsuelo, no lo quise acompañar.
Iba una carroza blanca, a la orilla de la mar
Tirada por seis caballos, de muy lento caminar.
Ya se murió la esperanza, ya la llevan a enterrar
El dolor la va llevando, viene el olvido detrás…
No quiero pena ni gloria, déjenme vivir nomás
Voy en pos de la carroza, quiero saber el final…
Cerramos el asunto de la muerte , relacionada con la cosmovisión mítico-mágica del pueblo mexicano, dejando muy claro que la riqueza de esta materia es tan grande, así como la variedad de disciplinas artísticas que involucra, que no terminaríamos de mirar, desde nuestras etnias prehispánicas, olmecas, toltecas, mayas, mexicas… pasando por el sincretismo del que ya hemos hablado, y hasta la actualidad, un México que compite, a nivel internacional, y sobresale, en los diferentes escenarios que convoca el arte. El destino de una obra de arte se completa, cuando atrapa la mirada, la sensibilidad y la reflexión… de aquel que la recibe. ⚫
La vulnerabilidad aplicada al ser humano

La vulnerabilidad aplicada al ser humano se refiere a la condición de fragilidad o susceptibilidad que una persona puede presentar ante factores externos o internos que amenacen su bienestar espiritual, emocional, corporal, económico y social.
La vulnerabilidad no es el final del camino, sino el principio de una trasformación poderosa. Lejos de ser una debilidad, la vulnerabilidad nos conecta con nuestras emociones, nos impulsa a buscar apoyo y a desarrollar estrategias de adaptación más auténticas, creativas y sostenibles.

Esta condición de alguna manera sería el lado opuesto de una moneda donde una de la cara es la adaptabilidad y ésta otra cara, la vulnerabilidad. Esta condición es inherente a la naturaleza humana ya que todas las personas, en diferentes momentos de su vida, pueden estar expuestas a situaciones que desafían su estabilidad o salud.
También la salud es un recurso para la vida diaria y no el objetivo de la vida. Salud y vulnerabilidad son inherentes a la naturaleza humana ya que todas las personas, en distintos momentos de la vida, pueden estar expuestas a situaciones que desafían su estabilidad o salud.
La salud se mide por el impacto que una persona puede recibir sin comprometer su sistema de vida. Así el sistema de vida en un criterio de salud: l a Salud es el equilibrio dinámico de los factores de riesgo entre el medio y dentro de ciertos parámetros (como afirma John de Saint).
Así como la salud y la enfermedad deben de valorarse en un mismo marco conceptual, así se deben de examinar la adaptabilidad versus la vulnerabilidad del ser humano.
La dimensión de la vulnerabilidad se manifiesta en diferentes áreas:
1. Física o corporal : influyen en enfermedades, lesiones, discapacidades o enviciamiento que afectan la capacidad del organismo para mantener el equilibrio y funcionalidad.
2. Emocional o psicológica: está relacionada con la susceptibilidad ante el estrés, la ansiedad, el miedo y/o el dolor emocional.
3. Social o relacional: surge ante la falta de redes de apoyo, aislamiento, discriminación o desigualdades sociales.
4. Económica o financiera: se presenta cuando hay limitaciones para acceder a recursos básicos como vivienda, alimentación o atención médica.
5. Espiritual o existencial : vinculada a la incertidumbre, la pérdida de propósitos o falta de sentido de la vida.
Factores de la vulnerabilidad
La intensidad de la vulnerabilidad depende de tres factores: exposición (en una relación inapropiada o deficiente con el ambiente o “zonas de peligro”); fragilidad (relación inapropiada o deficiente con el ambiente o circunstancias); resiliencia (la capacidad de respuesta y adaptación que tiene la persona o comunidad para recuperarse ante los cambios significativos).
Dr. Luis Altamirano Álvarez
La vulnerabilidad vs potenciales de desarrollo
Aunque la vulnerabilidad suele percibirse como una debilidad, también puede ser vista como una oportunidad para el crecimiento personal, la resiliencia y el fortalecimiento de vínculos sociales. Para enfrentarla se pueden implementar estrategias para proteger, fortalecer y mejorar la calidad de vida.

En el contexto del interés de la salud, calidad de vida y transformación de las actividades de la vida diaria, identificar la vulnerabilidad de cada persona permite diseñar “atractores” que motiven y fortalezcan su capacidad para afrontar esas condiciones, promoviendo así una mayor autonomía y bienestar.

Un atractor puede ser cualquier elemento motivador o condición del entorno o del cuerpo que promueve una respuesta o hábito deseado. Sirve como una palanca de cambio para transformar comportamientos automáticos en actividades más conscientes, saludables y sostenibles. Propongo un ejemplo: si logras que una persona mayor sienta placer y seguridad al levantarse de su silla al ritmo de música suave, ese entorno (música, ritmo, sensación positiva) actúa como atractor para repetir y mantener esa actividad como rutina saludable.
¿Qué tanto influyen mis creencias en la vulnerabilidad o fragilidad ante los factores externos e internos que amenazan mi bienestar físico, emocional y espiritual?

Las creencias respecto a la vulnerabilidad y la fortaleza de uno mismo, puede afectar el bienestar en todos los niveles o dimensiones del ser. Esto se debe a que las creencias influyen en cómo percibes, interpretas y respondes a los desafíos internos y externos.
En definitiva, las creencias actúan como filtros que pueden hacerte más vulnerable o más resilente. La buena noticia es que las creencias no son inamovibles: pueden renovarse, adaptarse y fortalecerse en función de tu bienestar.
Existen otros elementos o factores que nos permitan vivir una mejor calidad de vida, ya sea en forma regular o intermitentemente, como son las Actividades de la V ida Diaria (ya se habló de ellas en un número anterior). ⚫

Eduardo Casillas González / Máster en Bioética
Bioética y eugenesia
Indudablemente representa una maravilla el poder realizar el diagnóstico y corrección del embrión ante posibles enfermedades genéticas , no pocas de ellas mortales, algunas otras asociadas a tremendos sufrimientos físicos y mentales, tanto de la persona enferma como de su entorno cercano.
Ello no deja de obligarnos a censurar los abusos por parte de las compañías privadas o científicos carentes de ética, de la modificación genética del Ácido desoxirribonucleico (ADN). La eticista Francoise Baylis, profesora de la Universidad de Dalhouise, Canadá, considera que la eugenesia será inevitable y sugiere que los científicos deben poner reglas a las clínicas dedicadas a la modificación de la genética embrionaria.

A esas ideas habría que agregar, que es imprescindible vigilar las acciones de las clínicas privadas. “Yo pienso”, señala Baylis, “que el problema radica en el uso de la tecnología … El martillo puede ser el arma asesina o puede ser el mazo que utilizan los jueces”. Y añade: “Las personas hablan de una nueva eugenesia, un tipo diferentes de eugenesia. Los padres buscan mejorar a sus hijos por medio de todo tipo de intervenciones sociales. De modo que, si se ofertan tecnologías genéticas para incrementar el potencial de los hijos, los padres las buscarán y pagarán por su aplicación” (Kraus, Arnoldo, “De la edición genética a la eugenesia”, Nexos, núm. 561, septiembre de 2024, p. 85). Creemos que esa postura no es ajena a la realidad. En efecto, la tecnología eventual -
mente nos engulle. La realidad es esa. Lo peor del caso es que muchos “científicos” no preguntan antes de proceder. La eugenesia no es tema privativo de las enciclopedias o de la ciencia ficción. Es suficiente estar atentos a lo que acontece en muchas naciones europeas, donde el desprecio hacia los otros crece sin tregua. En 1883, Francis Galton acuñó el término eugenics, proveniente del griego y que significa “bien y engendramiento”. Para Galton, primo de Charles Darwin, eugenesia es “la ciencia dedicada a mejorar la composición genética de nuestra especie,

no sólo favoreciendo los apareamientos juiciosos, sino con cualquier otra medida que propicie el predominio de las mejores características humanas sobre las otras” (Ídem).
Para Galton no quedaba duda: la comunidad sería más pura si se alentara la reproducción de las familias con buenas características –eugenesia positiva- y se limitara la de las familias con características desfavorables –eugenesia negativa-. El racismo de cualquier índole, el viejo, el actual, favorece la eugenesia. Las políticas nazis aplicaron medidas sociales en búsqueda de la mejora de la raza aria por medio de la eugenesia. En la Alemania nazi se aplicó el Programa Lebenshorn de apareamientos entre miembros de la Gestapo y mujeres dignas de la “raza aria”, para cuidar la “pureza de su prole”.
El mundo sabe, pero calla, lo que sucedió después
de la Alemania nazi, a saber: masacres y limpiezas étnicas en Srebrenica (guerra de los Balcanes, años noventa del siglo pasado), Ruanda (años noventa del siglo pasado), Darfur (Sudán). Todos ellos son genocidios posnazis.

Quienes tienen poder, y viven bien gracias a él, siempre buscan aumentarlo. Mejores rasgos físicos abren puertas. Menores posibilidades de enfermar, de portar genes enfermos o de morir a edad temprana ofrecen más oportunidades. Si se puede, si se cuenta con dinero, si existen clínicas privadas desapegadas de códigos éticos, ¿por qué no solicitarles a los científicos capaces de editar genes y que apliquen sus técnicas para mejorar la estirpe?
Galton ha muerto, pero no del todo. El racismo y la xenofobia perviven y se multiplican. Están de moda. Lo vemos en la política migratoria de diversos países en diversas latitudes. Algunos de dichos ejemplos, nada lejos de nuestro país, por cierto. Galtons modernos podrían usar de manera inadecuada la ciencia y hacer de la edición genética un arma de dos filos , a saber: curar y prevenir enfermedades o ajustarse a los dictados del dinero para potenciar la especie. Los nuevos Galtons, los ultraderechistas que pululan actualmente, ¿promoverán la eugenesia? No lo sabemos. Prevengámonos y estemos alertas: las puertas de una eugenesia nunca ad hoc a nuestros días están abiertas.
Es imperativo demoler muros y edificar nuevos muros. Mundos alternativos al Poder, así, con mayúscula, como escribiera Pasolini (Ídem). La historia, lo hemos mencionado párrafos arriba, se repite y de hecho (casi) siempre pierde la ética. La eugenesia, con su discurso, no
es la excepción. Triunfa la suma de políticos cancerosos y empresarios desalmados. Considerando el desplome del mundo y el fracaso de los ejes rectores antiguos y presentes –política, economía, educación y religión-, es necesario, una vez más, recargarse en la ética, la ética universal, laica, disciplina que engloba y no excluye.

Tanto para la eugenesia, como para cantidad de temas, la ética laica se preocupa por la legalidad, por bregar en busca de los mecanismos para contrarrestar esos sinsentidos, e incrementar la solidaridad entre las personas y los pueblos. Hablar de éxito sin poder realizar esa alta tarea sería absurdo. Nos apoyamos en Karl Popper. Transcribimos un párrafo del libro En busca de un mundo mejor (Paidós, Estado y Sociedad, 1994): “Tanto la ética profesional antigua como la nueva se basan, sin duda, en los conceptos de verdad, de racionalidad y de responsabilidad intelectual. Pero la ética antigua se basaba en la idea de conocimiento personal y de conocimiento cierto y, por ello, en la idea de autoridad ; mientras que la nueva ética se basa en la idea de conocimiento objetivo y de conocimiento incierto. Esto supone un cambio fundamental en la forma de pensar subyacente y, por consiguiente, en la forma de operar las ideas de verdad, de racionalidad, de honestidad y responsabilidad intelectual”.
La búsqueda de la verdad es valor universal. La verdad no es acomodaticia a las nuevas técnicas, como la eugenesia. No depende de los tiempos. ⚫
Eduardo Casillas González / Máster en Bioética
ORGANIZACIONES DE LA SOCIEDAD CIVIL
Lic. Maribel Delgado - Coordinación proyecto
Asociaciones Unidas por la Salud, en CSC
Damas pro Hospital, AC
Damas Pro Hospital, A.C., con 78 años de actividad, es un apostolado de amor por Dios a los enfermos. Desde 1948 ha trabajado con entrega, entusiasmo, amor, desinterés. Actualmente cuenta con 35 voluntarias.
Un poco de historia… En los años 40 del siglo pasado, el General Marcelino Barragán, entonces Gobernador de Jalisco, solicitó la integración de un grupo de damas en apoyo al Hospital Civil de Guadalajara , a través de una labor de voluntariado, ante las necesidades económicas de muchas personas que acudían al hospital.

Quedó instituida oficialmente como Asociación Civil en el 1947 por la Hna. Sor Carmen Aldape Rosales, de la Congregación de las Hermanas Josefinas. El grupo de damas que inició la Asociación Civil fue encabezado por la Sra. Paz Cortázar de González Gallo, esposa del gobernador en turno.
El hospital cuenta con una población flotante de más de 1,000 enfermos regulares, de los cuales un 40% vienen de diferentes estados del país. La AC ofrece apoyo en especie: pañales, cobijas, toallas, ventiladores, ropa nueva y usada e higiénicos; ofrece también un apoyo económico directo al enfermo en coordinación con trabajo

social y médico de la institución, para solventar los gastos por sillas de ruedas, pasajes, gastos funerarios, traslados, muletas, prótesis, válvulas, ciertos medicamentos que el hospital no tiene, algunos análisis, estudios radiográficos, tomografías, entre otros artículos.
“Las damas de la bata azul”, así conocidas coloquialmente, se han constituido como un eslabón primordial del voluntariado de este nosocomio, gracias a su labor social y altruista. Agradecidos son los pacientes a quienes visitan para platicar con ellos y escucharlos y/o apoyarlos en sus necesidades . Con el paso de los años la Ac se ha constituido en un valioso brazo de la institución médica gracias a su generosidad desinteresada.
La actual presidenta de la organización, María Eugenia Ramírez Martell, nos comparte la visión que rige el corazón de servicio de quienes forman parte: “Dando lo mejor de su presencia, su mirada, su escucha para compartir la esperanza de una vida mejor”, así como agradecer a los cientos de mujeres que han sido parte desde ya casi 8 décadas.
Su mayor logro ha sido la perseverancia durante sus 78 años, siguiendo este mismo esquema de trabajo

desde su fundación; el continuar de manera ininterrumpida ha sido un desafío y lograr reconocimiento no solo de los Hospitales Civiles, sino principalmente de los propios pacientes es el mayor y mejor testimonio de servir más y mejor a los demás. La AC inspira su misión en Jesucristo, siguiendo los preceptos de ayuda, apoyo, acompañamiento y atención de quienes sufren. Jesucristo, en su peregrinar con su ejemplo y su amor, dio grandes enseñanzas para brindar, dar y compartir y saber llegar al pobre, al indigente y más si está enfermo. ⚫
La oración contemplativa
La oración contemplativa es una oración silenciosa que tiene su origen en la creencia de los cristianos de que Dios habita en nosotros. Entrar en oración es, por tanto, entrar en uno mismo, recogerse para acercarse al Señor. Esta oración es muy practicada en las ordenes monásticas y, afortunadamente, en los últimos años se ha difundido entre muchas más personas y comunidades.
Señor Jesús, guía nuestros pasos hacia la Verdad.
Jesús, amor perfecto, llena nuestros corazones de tu amor incondicional. Jesús, Camino, Verdad y Vida, ayúdanos a seguirte con fidelidad. Espíritu de amor, enséñanos a amar como Dios nos ama. Espíritu Santo, dador de dones, danos tus dones para servir a los demás. Espíritu Santo ilumina nuestra mente y guía nuestros pasos.
Virgen María, salud de los enfermos, alivia sus dolencias.
Santa María, madre de esperanza, danos fortaleza en los momentos difíciles. Madre de bondad, enséñanos a ser compasivos y misericordiosos. San José, ejemplo de silencio y contemplación, ayúdame a encontrar la paz interior. Podemos usar también jaculatorias para momentos de dolor o de alegría: Padre amoroso, en medio de mi tristeza, permíteme recibir tu abrazo amoroso. Señor, mi gratitud hacia ti se eleva como un canto de gozo y alabanza.
Cristo hace su morada en nosotros , así que es en nosotros en donde debemos encontrarlo . Es sencillo y a la vez difícil. Nuestros miedos, debilidades, envidias, preocupaciones, orgullo, y una larga lista de bloqueos mentales, son muros que construimos entre Él y nosotros. Sin embargo, Él sólo está esperando a que lo encontremos y a que nos dejemos amar por Él. El Evangelista San Juan nos narra como en una ocasión Jesús le preguntó tres veces a Simón Pedro si lo amaba. Claro que la respuesta de Pedro fue afirmativa y contundente. Lo que me parece maravilloso es que Jesús demuestra su interés en que correspondamos a su amor. La oración es una forma de recuperar este encuentro divino entre nuestra alma y Dios. Para Santa Teresa de Ávila la oración es una relación de amistad con Aquel por quien sabemos que somos amados.
La oración contemplativa es una ventana a la eternidad que Dios abre para tocar nuestros corazones y guiarnos hacia esa misma eternidad. Nos permite abrir nuestro corazón y nuestros sentidos. Es un camino de transformación espiritual que fortalece nuestra relación con Dios. Nos permite apartarnos de lo cotidiano por medio de una actitud de reverencia y acogida a nuestro Padre Dios.
La oración contemplativa puede realizarse con la repetición de una jaculatoria. Propongo algunas, dirigidas a Jesús o al Espíritu Santo o la Virgen o a los Santos.
Otras maneras de practicar la oración contemplativa son observar la naturaleza, observar representaciones religiosas del arte y el rezo del rosario.
Santa Clara vivió en el siglo XIII y tuvo una amistad espiritual muy profunda con San Francisco. Para ella la respuesta a la gran pregunta de cómo recorrer el camino de radicalidad del evangelio fue la vida contemplativa Para Santa Clara la oración contemplativa permite desarrollar una mirada profunda y nos hace capaces de considerar todo lo que miramos sin superficialidad. Esta
mirada evita los juicios, acoge, comprende, es una mirada abierta que nos permite reconciliarnos con la realidad y tener una actitud de discernimiento.
Oración de Pablo VI:
Te necesitamos, oh Cristo Señor, Dios con nosotros, para aprender el amor verdadero y caminar con el gozo y la fuerza de tu caridad a lo largo del camino de nuestra vida fatigosa, hasta el encuentro final contigo, amado, bendito, esperado por los siglos de los siglos.
Comparto este breve apéndice por estar relacionado con nuestro tema y porque fundamenta la importancia de la meditación y la contemplación desde la neurociencia
La neurociencia de la meditación demuestra que durante la meditación esculpimos nuestro cerebro (el primer neurocientífico que estudió esta realidad fue el gran Don Ramón y Cajal). Hay zonas de nuestro cerebro que cambian su anatomía: la ínsula, la corteza frontal y la corteza triangulada.
A pesar de que en oriente se ha practicado la meditación y la contemplación durante miles de años, hace pocos años la neurociencia ha demostrado que la respiración durante la meditación influye en tres actividades cerebrales fundamentales: la atención , la gestión de emociones y la memoria.
Nuestro cuerpo, que funciona como una orquesta, se sincroniza cuando meditamos y contemplamos con una respiración consciente y así nuestra orquesta se afina y los cambios neuronales se correlacionan con cambios psicológicos positivos. ⚫
Del inicio de la crisis a su resolución: las fases del estrés
“Cuando se pierde la paz del espíritu (…), puede haber serias consecuencias físicas y psicológicas, sea cual fuere la causa” Francine Shapiro
El estrés como respuesta inicial ante la crisis
El estrés es una forma de equilibrio natural del organismo frente a las variaciones del entorno en que se desenvuelve, es decir, es una reacción que busca la adaptación frente a la demanda que supone la vida en un momento dado. Desde la salud mental, estos cambios rompen con la estabilidad (continuidad, cotidianeidad) de la existencia, llevando a la persona a la necesidad imperante de recuperar el “flujo de continuidad” (equilibrio) lo más pronto posible. Así, ante el cambio significativo en la vida, la persona reacciona con estrés para afrontarlo, y una vez ajustado dicho cambio, la persona regresa a su estado de equilibrio habitual.
La aparición del estrés agudo como respuesta ante tal experiencia de cambio o crisis, es una manera que encuentra el cuerpo para reaccionar, intentar adaptarse a esta situación y lidiar con el impacto que genera. Las manifestaciones del estrés agudo aparecerán poco después de la exposición a un acontecimiento abrumador y se prolongarán durante un mes, presentando estos síntomas: recuerdos angustiantes, agitación, hipervigilancia, dificultad para concentrarse, alteraciones en el sueño, entre otros.
Es natural, por lo tanto, reaccionar de manera desorganizada y disfuncional ante un evento inesperado, una situación que rebasa y abruma, un suceso de alto impacto, algo que resulta amenazante o simplemente un cambio significativo en la vida que genera efectos negativos.
Sin embargo, cuando la influencia del ambiente supera a la capacidad de respuesta o los recursos están agotados , la situación se percibe como desagradable, amenazante o peligrosa y el proceso de equilibrio natural fracasa; cuando esto ocurre, se acumula la tensión interna, la conciencia, el pensamiento crítico y la toma de decisiones se fracturan, el sentido de seguridad personal, la identidad y el sentido de vida se tornan frágiles y se genera desesperación con consecuencias de deterioro significativo en la salud mental.
Las fases de respuesta ante el estrés derivado de un suceso crítico
El evento crítico es un proceso relativamente corto en tiempo, con un efecto largo que incluso puede durar toda la vida. La respuesta al estrés que se manifiesta después de un suceso crítico supone una curvatura de intensidad que va aumentando conforme la crisis se desarrolla hasta llegar al punto cúspide y posteriormente tiende a bajar hasta alcanzar los niveles “normales” de actividad, para esto, tendrá que pasar por diferentes fases hasta su integración desde la subjetividad de quien vive tal suceso.
Las fases de reacción ante el estrés, según Fernández-Márquez, L. (2010) son cuatro: la fase aguda, la fase de reacción, la fase de reparación y la fase de reorientación, y puede apreciarse como la curvatura antes descrita en la imagen.
Fase aguda . Ocurre en los primeros momentos posteriores al suceso hasta las primeras 72 horas y en algunas personas hasta la primera semana luego del evento crítico. En esta fase se producen estados afectivos intensos (confusión mental, angustia, ira, hipervigilancia…) y se manifiestan de forma de descarga (llanto, gritos, agresiones, agitación…). La persona puede “actuar en automático”. Hay alteración de relaciones interpersonales. Puede haber diferentes reacciones según el sexo

Mtra. Erika Lorena González Franco
Erika Lorena González Franco
y lo que culturalmente se permita como manifestación de la crisis. La primera ayuda emocional en esta fase es sumamente importante.
Fase de reacción. Ocurre de una a cuatro o seis semanas posteriores al suceso. En esta fase se evidencian reacciones emocionales tardías (ánimo triste, sentimiento de dolor, de no poder, de incertidumbre, sentimientos de culpa) que pueden manifestarse como pesadillas, irritabilidad, aislamiento, etc. Los sentimientos reprimidos o negados en la fase anterior salen a la superficie en ésta. En esta fase se restaura el equilibrio inicial de la crisis, el estrés agudo ha remitido en su totalidad en la mayoría de

las personas; en otras, los síntomas de estrés continuarán y desarrollarán complicaciones psicológicas.
Fase de reparación. Ocurre de uno a seis meses después del evento. Las reacciones emocionales de esta fase son menos intensas y abrumadoras, los sentimientos de dolor persisten, pero se les puede sobrellevar. La persona retoma el interés por la vida cotidiana e incluso puede hacer planes para el futuro. La persona ya es más funcional en su entorno y la huella emocional del suceso es menor.
Fase de reorientación . Ocurre después de seis meses o más del evento. En esta fase se llega a asimilar e integrar la situación vivida. Se produce la readaptación a la vida cotidiana. Las reacciones del estrés se han reducido considerablemente. Se presentan necesidades actuales en la persona, es decir, ya no dependientes del estrés inicial. En esta fase se puede decir, que se ha integrado en su totalidad la crisis que detonó las reacciones vividas; la mayoría de las personas han recuperado completamente el equilibrio perdido.
Adaptación propia a partir de “Fases de reacción ante el estrés”. Fernández-Márquez, L. 2010 en Modelo de intervención en crisis. En busca de la resiliencia personal.
La resolución de la crisis
La resolución de una crisis requiere de recursos internos (propios de la persona) y de recursos externos (fuera de la persona, es decir, en su entorno y en quienes le rodean) para poder reorientar la vida a una nueva “normalidad” donde la crisis ya no esté latente y activa, esto es, a recuperar el equilibrio perdido.
El apoyo social y emocional recibido en las primeras fases es de suma importancia, más aún cuando tal apoyo se otorga desde la escucha activa, comprensión, interés genuino, validación, contención emocional, orientación hacia soluciones eficaces y sensibilidad a las necesidades y ritmo de la persona; de esta forma, las ayudas tempranas y humanizadas puede ser la diferencia entre la integración de la crisis inicial y el restablecimiento saludable (recuperación del equilibrio emocional) o la afectación inmediata y el deterioro a largo plazo de la salud mental.
Debemos recordar, además, que algunas crisis requieren más tiempo y apoyo para poder integrarse y permitir la funcionalidad de la persona, por lo que estar atentos a las reacciones y la manera en que se percibe el suceso, será una buena guía para reconocer cuando se requiere ayuda profesional más específica.
El estrés como respuesta natural del cuerpo ayuda a afrontar la vida y como adaptación a las demandas del entorno, lo cual implica que la persona despliegue sus recursos y recupere el equilibrio perdido.
El papel patogénico de la crisis viene de la vivencia de incapacidad, de la sensación de ser rebasado por la situación y la desorganización de las capacidades de afrontamiento para quien la está experimentando.
El acompañamiento humanizado y la atención emocional en las primeras fases del estrés que sigue a un suceso crítico resulta sumamente importante no sólo para disminuir o acotar los daños, sino para optimizar los recursos del ayudado y restablecer su funcionalidad de manera más saludable. ⚫

Del dolor al amor: una nueva historia posible
Amar de nuevo, después de una pérdida , puede parecer un camino imposible. Ya sea que la pérdida haya sido por separación, divorcio o viudez, el corazón herido necesita tiempo, contención y sanación antes de volver a confiar, pero también es cierto que el amor no muere: se transforma, madura y puede renacer si se le da espacio para ello.
Este artículo está dedicado a todas aquellas mujeres que, tras haber atravesado un duelo, se preguntan si es posible volver a amar y cómo hacerlo sin sentir que se traicionan a sí mismas o al amor que una vez vivieron.
El duelo como requisito de un nuevo amor
Tras una pérdida amorosa, como el divorcio o la viudez, muchas mujeres experimentan una profunda sensación de vacío, desorientación y dolor. En ese momento, el impulso inicial puede ser buscar consuelo en lo externo: nuevas rutinas, personas, distracciones; sin embargo, el proceso de verdadera sanación comienza cuando tenemos el valor de detenernos, mirar hacia adentro y enfrentarnos con nosotras mismas. Este encuentro interior, aunque desafiante, es el camino hacia la reconstrucción emocional y la libertad. Apresurar este proceso para iniciar una nueva relación, sin haber elaborado el duelo, puede ser una forma inconsciente de evasión que más adelante traerá confusión, culpa o frustración. Cuando nos permitimos vivirlo con presencia y sin prisa, se convierte en un maestro profundo; nos muestra nuestras heridas, nuestras fortalezas, y también nuestras verdaderas necesidades Desde la tanatología, sabemos que el duelo por una pérdida amorosa es un proceso que exige ser vivido con consciencia; recordemos que el duelo es un camino de despedida, reconstrucción y resignificación.
Cada mujer necesita su propio tiempo para elaborar la pérdida, el duelo es personal, único y no existe un calendario universal para el proceso de sanar el dolor emocional, pero sí señales claras para este camino: aceptar el dolor como parte natural del proceso sin negarlo ni minimizarlo; dejar de idealizar a la expareja: es necesario integrarla con lo positivo (su luz) y lo negativo (su sombra); poder hablar del pasado sin dolor punzante; experimentar los momentos de vacío sin evadirlos ; completar partes inacabadas de sí misma que piden ser completadas; soltar los resentimientos para cerrar de manera sana ese capítulo; recuperar la esperanza y la
confianza tantas veces perdidas y reconstruir un nuevo proyecto de vida con lo que se es y con lo que quedó.
Cuando el dolor se transforma en sabiduría
El dolor emocional no se evita, no se maquilla, es un gran maestro que puede convertirse en fuente de sabiduría interior. El divorcio o la viudez nos confrontan con lo que somos sin el otro: ¿quién soy ahora sin ese vínculo?, ¿qué queda de mí después de esta historia? Al enfrentarnos a estas preguntas, iniciamos un proceso de autodescubrimiento que nos obliga a observar nuestras heridas, nuestros miedos, y también nuestras fortalezas.

Este momento de reflexión es esencial para comenzar a sanar desde adentro. Muchas mujeres descubren, tras haber tocado fondo, que emerge dentro de ellas una fuerza que no sabían que tenían.
La resiliencia es esa capacidad de rehacerse y reinventarse con los pedazos que quedaron de una misma ante el dolor: “Después de una gran pérdida, el corazón no está roto, está en proceso de expansión ” (Clarissa Pinkola Estés). Volver a amar no significa olvidar, sino incorporar lo vivido como parte de nuestra historia personal, implica dejar de luchar contra el pasado y comenzar a honrarlo aceptando con amor lo que fue y lo que ya no será, valorando, que esa relación que terminó por separación o por
muerte tuvo momentos valiosos, aprendizajes profundos y también señales de lo que no es adecuado repetir.
Cada pérdida deja una huella, y es esa huella la que puede enseñarnos lo esencial: que somos más fuertes de lo que pensábamos, que podemos amar sin perdernos al tener mayor claridad de lo que necesitamos y merecemos, y que la vida, aun después del caos, sigue ofreciéndonos belleza. La resiliencia no borra el dolor, pero sí lo vuelve más llevadero y lo transforma en un impulso de vida que fortalece el alma.
Reconstruir la auto confianza: amar desde la autenticidad y no desde la carencia
Volver a confiar después de una pérdida afectiva profunda, como un divorcio doloroso o la muerte de la pareja, no solo implica confiar en otra persona, sino también en una misma. La pérdida, al dejarnos vulnerables, puede nublar nuestro juicio, nuestra seguridad emocional y nuestra percepción del amor. Para amar desde la autenticidad y no desde la carencia y tener una nueva relación amorosa, la búsqueda no debe ser para llenar vacíos , sino una decisión consciente de compartir lo que se ha aprendido y cultivado en soledad, y lo que se ha reconstruido de una misma.
Este proceso también implica perdonarse, por lo que se hizo o no se hizo, por lo que se toleró y por no haber sido la mujer que ahora sabemos que podíamos ser: “Uno no se enamora por necesidad, sino cuando está listo para compartir su plenitud” (Jorge Bucay).
Las siguientes preguntas te ayudarán en tu auto confianza: ¿Qué puede enseñarme esta pérdida sobre mí, sobre el amor, sobre la vida? ¿Desde dónde quiero amar? ¿Desde la necesidad o desde la libertad? ¿Qué aprendí de mi relación anterior? ¿Qué heridas aún requieren atención? ¿Qué sí deseo repetir y qué no? ¿Qué actitudes, dinámicas o silencios no quiero volver a tolerar? Estas preguntas ayudan a liberarse de repetir patrones inconscientes; a diferenciar el amor del apego, la compañía de la dependencia, y lo duradero de lo que sólo fue costumbre. Cada respuesta es una forma de conocerte mejor y de diseñar una nueva vida afectiva más consciente y congruente con tu verdad y con la mujer que eres hoy después de la experiencia y sanación del duelo.
Las cicatrices emocionales no son impedimentos para amar: son mapas que te recuerdan lo que vales, lo que has superado, y lo que ahora mereces. Reflexionando desde el corazón, comenzarás a ver que el dolor no sólo derribó estructuras viejas, sino que también abrió espacio para una nueva forma de vivir y de sentir.

Volver a amar después de una pérdida es un acto de valentía, de amor propio y de fe para redescubrirse más allá de los roles de pareja. El amor maduro no nace de la urgencia, sino del deseo de compartir desde la libertad interior y amar desde el deseo genuino, así se abrirá espacio para relaciones más equilibradas y recíprocas. Es como caminar descalza sobre un terreno nuevo: al principio se hace con cautela, pero con el tiempo con más firmeza y confianza.
Este amor, que surge después del proceso, puede no ser más intenso, pero sí más consciente, aun así, puede despertar temores: miedo a ser herida nuevamente, a no estar a la altura o a repetir errores del pasado; estos temores son naturales, por eso, es tan importante reconocerlos y darles un tamaño real. La disposición emocional incluye aceptar que toda relación implica entrega y riesgo, y que sólo desde la apertura honesta puede surgir un vínculo real. Esta etapa, aunque esperanzadora, requiere atención y reflexión para no arrastrar heridas del pasado; exige sinceridad desde el inicio: poder hablar de la historia personal, los límites, los miedos, otras emociones, los deseos, y mantener expectativas realistas.
Volver a amar después de una pérdida no es una línea recta ni una meta que se alcanza a toda prisa; es una decisión íntima, libre y profunda que surge del reencuentro con una misma. Cada mujer tiene su ritmo, su historia y el derecho a amar de nuevo cuando su corazón vuelva a confiar. No se trata de encontrar a “alguien más”, sino de encontrarse a una misma transformada, y desde ahí abrirse a un vínculo nuevo más consciente y libre para invitar a otro a caminar a nuestro lado, sabiendo que una puede sostenerse a sí misma, porque quien ha atravesado la oscuridad con coraje, sabe valorar la luz con gratitud y sin idealizaciones: “Amar de nuevo no es comenzar desde cero, sino desde la versión más auténtica de una misma”. ⚫
Psic. Luz Teresa Millán
Abrirse sin apresurarse
La dimensión afectiva en el compromiso social
En los últimos años el compromiso social ha adoptado nuevas formas . Ya no se limita a la participación política o al activismo visible, también se expresa en gestos cotidianos, en acciones comunitarias escolares o en iniciativas institucionales, por mencionar algunos.
Pero uno de los aspectos menos explorados y quizá más esenciales de este compromiso es su dimensión afectiva : el conjunto de emociones, vínculos y experiencias subjetivas que sostienen y motivan las acciones orientadas al bien común.
Quienes han vivido la experiencia saben que la afectividad no es un adorno del voluntariado, sino una de sus raíces más profundas . Es lo que nos impulsa, nos sostiene y nos transforma. Sin embargo, no siempre se reflexiona con suficiente profundidad sobre cómo se entrelazan nuestras emociones con las decisiones de implicarnos en la vida de otros.
Para abrir el camino de reflexión, comparto algunas preguntas que pueden ayudarnos a profundizar en

la dimensión afectiva del compromiso social: ¿Qué hace que ciertos vínculos se conviertan en motor de cambio y otros se desvanezcan?, ¿Qué experiencias emocionales nos marcan al punto de querer transformar la realidad de otros?, ¿Es posible sostener el compromiso sin una conexión emocional profunda? Y ¿Qué lugar ocupan el dolor, la ternura o la compasión en la construcción del objetivo?
La afectividad como motor del compromiso
Desde la psicología, la afectividad se entiende como la capacidad de sentir, expresar y compartir emociones . Lejos de obstaculizar la razón, las emociones dan sentido a nuestras elecciones, especialmente cuando implican a otros. La neurociencia afectiva y la psicología social coinciden en que emociones como la compasión, la indignación moral o la empatía tienen una función movilizadora. No se lucha por una causa si no se siente algo profundo hacia ella.
El compromiso social, como disposición sostenida a actuar por el bien común, surge muchas veces del contacto emocional con realidades dolorosas. La afectividad no solo impulsa la acción: también le da profundidad humana. Transforma el “hacer por hacer” en una presencia solidaria cargada de sentido.
El voluntariado como espacio de vínculo
El voluntariado es una forma concreta de compromiso social y un terreno privilegiado para desarrollar esta dimensión afectiva . En la mayoría de los casos, quienes se involucran en una causa no lo hacen solo por razones ideológicas o éticas abstractas, sino por un lazo emocional con una comunidad, una historia o una realidad social específica.
Este lazo no es secundario: la sociología contemporánea habla de “motivaciones mixtas” en el voluntariado: convicciones, emociones, experiencias personales y búsquedas de sentido se entrelazan. Así, ayudar no es un acto unilateral, sino un intercambio humano donde el vínculo y la acción, se convierten en el verdadero núcleo transformador.
La afectividad que se vive en el voluntariado crea espacios de cuidado, escucha y reconocimiento mutuo. En una época marcada por el individualismo, estos espacios representan una alternativa ética, una cultura donde
Mtra. Georgina González García
lo humano se valora por su capacidad de estar con otros.
Sostenibilidad del compromiso y cuidado emocional
Uno de los grandes desafíos del compromiso social hoy es su sostenibilidad. Muchas personas se acercan al voluntariado con entusiasmo, pero con el tiempo se desgastan o se desconectan. Aquí, la dimensión afectiva puede ser un recurso o un riesgo: un recurso porque el vínculo emocional sostiene la acción en momentos difíciles; un riesgo, porque si no se cuida, puede llevar al agotamiento, desgaste o a la frustración.
Por eso, una mirada humanista del compromiso social debe incluir espacios de cuidado emocional, formación afectiva y acompañamiento entre pares. No basta con enseñar técnicas: también es necesario cultivar la sensibilidad, la escucha empática y el cuidado de uno mismo.
Hacia una cultura del compromiso afectivo
Repensar el compromiso desde las emociones no implica caer en el sentimentalismo, sino reconocer que sin afectividad no hay transformación real. Técnica, política y gestión son necesarias, pero no son suficientes. Sin el calor humano, el compromiso se enfría, se vuelve burocrático, distante o incluso hasta violento.
Resulta valioso entonces, incorporar prácticas concretas que ayuden a cultivar y sostener la dimensión afectiva del compromiso social, aquí algunos ejemplos:
Diario de resonancia emocional: después de cada actividad, registrar brevemente: ¿Qué sentí hoy? ¿Hubo algo que me conmovió? ¿Qué aprendí sobre mí? Este ejercicio fomenta conciencia afectiva y autorreflexión.
Escucha empática en dúo: en reuniones del grupo, formar parejas. Una persona habla durante cinco minutos sobre su experiencia reciente, mientras la otra escucha en silencio, sin juzgar ni aconsejar. Luego se invierten los roles. Esta práctica fortalece el vínculo y promueve la escucha activa.
Círculo de gratitud: al finalizar una jornada o proyecto, reunirse en círculo para compartir: algo que agradezco del grupo, algo que aprendí, algo que valoro de mí. La gratitud refuerza el reconocimiento mutuo.
Visualización guiada: «El otro soy yo»: conducida por un facilitador, esta práctica invita a imaginar la vida cotidiana de una persona beneficiaria del proyecto: ¿Qué siente al despertar? ¿Qué temores tiene? ¿Qué alegrías? Ayuda a conectar con la humanidad compartida y a disolver prejuicios.
Acompañamiento afectivo entre pares: designar
“duplas afectivas” dentro del grupo, donde cada persona se compromete a acompañar emocionalmente a su par. Esta figura promueve la corresponsabilidad afectiva y el cuidado horizontal.
La afectividad es el corazón del voluntariado y de toda acción transformadora. Nos compromete porque

nos conmueve, nos sostiene porque nos vincula, nos transforma porque nos abre a la humanidad del otro.
Reconocer esta dimensión no implica romantizar el compromiso, sino entenderlo en su complejidad . Implica formar personas sensibles, capaces de cuidar y acompañar. Implica también prácticas concretas que fortalezcan emocionalmente a quienes se entregan al servicio, evitando el desgaste y promoviendo una cultura del cuidado mutuo.
Si aspiramos a una sociedad más justa, necesitamos personas emocionalmente disponibles y afectivamente comprometidas. El reto no es solo actuar por el otro, sino actuar con el otro, desde un lugar donde el corazón tenga tanto peso como la razón. Solo así el compromiso deja de ser una carga y se convierte en una forma profundamente humana de estar en el mundo. ⚫
La atención emocional en las pérdidas de la vida
Maestras
en Relación de Ayuda:
María Del Sagrario Lomelí González - Delia Araceli Serafín García
Las pérdidas se presentan en el transcurso de toda la vida: frente a cada decisión que se toma, cuando se elige una opción y con el transcurso de los días, todas las personas experimentan algún tipo de pérdida, unas más significativas que otras. Algunos ejemplos pueden ser los siguientes: perder un empleo, experimentar un cambio de casa, separarte de amigos, pareja, familia, perder el estado de salud o vivir la muerte de un ser querido.
Las pérdidas amenazan la estabilidad emocional y traen consigo una serie de cambios en las diferentes dimensiones de la persona.
Con las pérdidas se experimentan duelos y, de acuerdo con el significado de la pérdida, será la intensidad del duelo, así como su vivencia y duración. El duelo es la reacción emocional y del comportamiento de la persona que se manifiesta en forma de sufrimiento y/o aflicción cuando un vínculo afectivo se rompe.
Por lo tanto, brindar soporte durante el duelo se convierte en una tarea esencial para ofrecer contención y atención a aquellos que están atravesando una pérdida.
¿Por qué es importante el acompañamiento en las pérdidas?
La terapia y/o acompañamiento emocional, brinda un espacio seguro y de apoyo en el que pueden expresar sus emociones sin ser juzgados y obtener herramientas y habilidades para manejar el dolor de manera saludable.
Adicional, el acompañamiento puede proporcionar un espacio para que las personas exploren su relación con la persona fallecida , la relación y/o el objeto perdido. A través de este proceso de acom -
pañamiento, pueden encontrar una forma de reconciliarse con su pérdida y comenzar a avanzar hacia una nueva manera de vivir integrando la pérdida y retomando su vida con una nueva normalidad.
El acompañamiento emocional y/o la intervención psicológica también ofrecen la posibilidad de vivir este proceso de duelo acompañado.

Con el acompañamiento y seguimiento de éste, la persona podrá reconocer sus propios recursos para sobrellevar sus pérdidas, adicional de las técnicas y/o estrategias que la intervención psicológica le puede ofrecer.
Pueden existir situaciones o condiciones donde la persona no logre tener acceso a un acompañamiento profesional o formalizado; esto puede ocurrir por varios motivos o circunstancias, sin embargo, cuando la persona logra identificar sus pérdidas y, si está atravesando por una etapa de duelo, el permitirse desahogar y/o reconocer sus emociones le ayuda en su proceso personal, adicional de leer y/o escuchar alguna información relacionada con su vivencia, así como el compartir su experiencia con algún familiar, amistad o persona cercana que le transmita confianza y soporte.
Un ejemplo significativo de este tipo de acompañamiento se brindó a una persona que acude a tomar tratamiento de hemodiálisis durante su estancia en sala.

El paciente perdió de manera inesperada a su esposa quien falleció por un tema de salud que se complicó de manera imprevista. A través del acompañamiento el usuario ha logrado reconocer y expresar sus emociones y vivir las etapas del duelo de forma adaptativa, desde la negación de la muerte, el enojo con Dios y con la vida, la reconciliación y el perdón a sí mismo hasta la aceptación y la resignación a la pérdida.

En este sentido, la validación emocional, la contención mediante el contacto físico (apretón de manos que propicia el llanto), el respeto a los silencios, la reformulación básica y la escucha activa han sido estrategias fundamentales para guiar de forma efectiva al paciente en su proceso de duelo y brindar un acompañamiento humanizado.
En Fundación Stella Vega tenemos el compromiso y la voluntad para acompañar emocionalmente a nuestros usuarios que atraviesan por alguna dificultad y experimentan algún tipo de pérdida. La atención emocional es muy importante para el mayor bienestar de las personas y sus familias. ⚫

Los Sábados de 9:00 a 15:00 modalidad mixta Inicio: 6 septiembre

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Religiosos - Orden de San Camilo
Somos religiosos unidos por el ideal de servir a los enfermos y a los que sufren.
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AL SERVICIO DE LOS
San Camilo nació en Italia en 1550, se convirtió a los 25 años, consagró su vida atendiendo a los enfermos más pobres y desasistidos. Fundó en 1586 la Orden de los Ministros de los Enfermos (Religiosos Camilos). Eligió como distintivo la cruz roja.
La intuición de San Camilo fue fundar una “compañía de hombres piadosos y de bien que, no por dinero, sino voluntariamente y por amor a Dios, sirvieran a los enfermos con a que amor y cariño de una madre hacia su hijo único enfermo”.
Elaboró las reglas para servir con esmero y toda perfección a los enfermos. Adoptó nuevos medios para mejor servir al enfermo. Creó un modo original de estar frente a Dios, inspirado en el Evangelio de San Mateo: ‘Cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron’.
El número 137 Septiembre - Octubre 2025 de la Revista Vida y Salud será dedicado a “ La corporeidad” Suscripciones secretaria@camilos.org.mx para enviarse por vía electrónica
El equipo de Redacción de la Revista y el Centro San Camilo A.C.,
expresan su más sentido agradecimiento a los bienhechores y patrocinadores:
- Marina Jiménez
- Tequila San Matías
- Mónica Gómez Flores
- Antonio Salles Ramírez
- Fundación PiSA - Stella Vega, A.C.
¡QUE EL SEÑOR LES PAGUE!
