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México: un país de asilo

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Nuestra ciudad

Nuestra ciudad

Por: Reyna Domínguez / Fotografía: Israel Hernández

México es uno de los 145 países de la Convención Sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y de los 146 países que son parte en el Protocolo de 1967, por lo que debe cumplir con las obligaciones relativas a dichos acuerdos.

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Pero, ¿a quiénes se considera refugiados? A toda aquella persona que ha huido de su país debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas o pertenencia a determinado grupo social, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que, careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o no quiera regresar a él.

El pasado 20 de junio se conmemoró el Día del Refugiado y también en México este año se conmemora el décimo aniversario de la reforma constitucional de los derechos humanos, que representa el avance jurídico más importan-

te que nuestro país ha tenido para optimizar el goce y ejercicio de los derechos humanos. El principal cambio fue que a nuestra Constitución se incorporaron todos los derechos humanos de los tratados internacionales, así como el cumplimiento específico de parte de todas las autoridades de cuatro obligaciones específicas: promoción, respeto, protección y garantía de los derechos humanos.

La Secretaría de Gobernación conmemoró estas reformas en Centro Libanés pues qué mejor comunidad que la libanesa para reiterar el compromiso con la gente que buscando un mejor porvenir llega a México. La cita fue el pasado 1 de julio en la Unidad Hermes, a dónde arribó el jefe de oficina de la secretaria de Gobernación, Jorge Roberto Ordoñez Escobar; el director general de Política Pública de Derechos Humanos, José Luis Calderón Ríos, en representación del subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas; el coordinador general de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, Andrés Ramírez Silva y el director del Comité Cultural y de Difusión Libanesa de Centro Libanés, Nabih Chartouni, quienes ofrecieron sendos mensajes sobre la migración y los refugiados en nuestro país.

El primero en tomar la palabra fue José Luis Calderón Ríos, quien habló de México como un país conocido como amigo y receptor de las personas refugiadas con una política de puertas abiertas reconocida mundialmente. Nuestro país ha recibido a comunidades que huyen de guerras, violencia y persecución política, pobreza y violaciones serias a los derechos humanos. El gobierno de México trabaja en un nuevo paradigma en materia de migración, refugio y asilo para otorgar las garantías de ejercicio pleno de derechos humanos a las personas migrantes. En este año el número de personas que solicitó asilo alcanzó un número récord de solicitudes lo que representa un reto para la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados porque debe atender el flujo de estas personas que escapa de la tragedia y las afectaciones que las obliga a salir de sus países.

Programa Nacional de Derechos Humanos 2020-2024 a cargo de la Secretaría de Gobernación por conducto de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración, tiene la atribución de promover el diseño y la ejecución de estrategias y programas que aseguren que las políticas públicas sean congruentes con los tratados internacionales de derechos humanos.

Acto seguido tomó la palabra Nabih Chartouni, quien habló de “La pequeña superficie del territorio libanés y las múltiples invasiones y ocupaciones, fueron el princi-

Michel Kuri

Gerardo Gozaín

Andrés Ramírez

Una interesante conferencia

pal motivo para crear un vínculo cultural desde la antigüedad, primero con el mar y después casi con todo el planeta.

Esta aventura llamada emigrar, inició desde la época de los fenicios, cuando invadieron culturalmente sin guerras toda la costa mediterránea, haciendo comercio y enseñando el alfabeto y los números para complacer sus necesidades administrativas en el arte del comercio que ellos inventaron.

Es cierto, que los libaneses llegaron a México a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en su mayoría huyendo de la injusticia y la tiranía otomana; buscando nuevos horizontes y un lugar de armonía y seguridad para ellos y sus familias. Desde luego, subieron a la barca con ganas de conquistar un mundo desconocido, un sueño llamado América. Casi seguro que siempre salían con destino fijo, la mayoría sin preparación, sin dinero, desconociendo las costumbres y el idioma. Su única arma era la voluntad de superar aquel tiempo amargo; trabajar soñando día a día con la gran esperanza de volver a su terruño.

Aquí en México, encontraron calma, sosiego y pudieron disfrutar de un ambiente social, sereno y de paz, y siendo su principal razón de emigrar la búsqueda de una vida mejor, de luchar por sus familias y por la libertad. Descubrieron en México una espléndida cualidad hospitalaria, un ambiente óptimo y una sociedad donde habita gente de bien, un país seguro en donde pueden construir un futuro para sus hijos. Además de costumbres sencillas y naturales, la mayoría hallaron gente de su misma religión.

De toda esta larga lucha salieron grandes emprendedores y hombres de negocios, comerciantes; y en todos los círculos políticos, profesionales y culturales se encuentra uno o varios destacados de origen libanés. A su llegada a México, el libanés sembró una semilla de amor nutrida con el sudor de su frente en su nueva patria, sin duda fructífera, esta simiente ha dado frutos en todos los campos: en el comercio, en la industria, en la cultura, en la política, en lo social, hasta el grado que la presencia de ciudadanos mexicanos de origen libanés es punto de referencia y de orgullo por su noble empeño y su entrega.

Sí señores, nos sentimos muy orgullosos de nuestro origen libanés, así como de ser ciudadanos mexicanos con obligaciones constitucionales, morales y sociales. Los libaneses no regresaron a su tierra de origen, todo su esfuerzo y trabajo de generación en generación quedó plasmado, cooperando para la grandeza de México.

El libanés en México, trabaja desde luego, primero para su familia, para construir un futuro, preparar a sus hijos para la escuela de la vida y para la escuela académica. Todo este esfuerzo y este empeño para la superación queda en México, para México y a la disposición del desarrollo de nuestra patria México”.

El siguiente en tomar la palabra fue Jorge R. Ordoñez, quien habló de la reforma a los derechos humanos y de cómo en México aunque apenas tiene diez años, hay una tradición de recibir a las personas migrantes pues ya con el presidente Emilio Portes Gil se consolidaron los lazos de fraternidad con el Ministerio de Gobernación, antecedente de la Secretaría de Gobernación, estableció en 1929 el Registro de Extranjeros y regularizó el derecho de asilo y ciudadanía a 5 mil 227 libaneses que llegaron al país entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX. También hizo referencia a la inveterata consuetudo es la parte más importante de los derechos humanos, pues la tradición de asilo y refugio en México es casi centenaria, pues es parte de los hechos que desde hace casi cien años se realizaba sin siquiera estar en alguna ley y así se respetaba, en cambio la reforma a los derechos humanos sólo tiene diez años.

Andrés Ramírez Silva habló de que el hecho precede al derecho y de que en México es el hecho acumulado de décadas abriendo las puertas y recibir a las personas, habló también de las diversas oleadas de refugiados de mediados de los treinta, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas miles de refugiados que llegaron de España. Una segunda oleada importante fue cuando el asilo latinoamericano en el que llegaron profesores, intelectuales perseguidos por las dictaduras latinoamericanas de Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Perú. Una tercera oleada fueron los refugiados guatemaltecos debido a los grandes conflictos en Centroamérica con Nicaragua y El Salvador, con una crisis social tremenda y una cantidad de desplazados forzados en todo el continente en la década de los ochenta y es en esa época que nace la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados) como respuesta necesaria a este flujo importante de refugiados. Actualmente, tenemos una oleada con características diferentes, cuya persecución no la realiza el estado sino el crimen organizado y así a partir del 2012 o 2013 llega una oleada proveniente del norte de Centroamérica, con una tendencia en 2013 hubo 1296 solicitantes de refugio y cada año se fue duplicando tanto que para el 2019 hubo 70 mil 400 solicitantes, en 2020 aumentó un 34% que luego, debido al covid-19 llevó a un descenso drástico, México fue uno de los pocos países que no cerraron su fronteras para estos casos. En lo que llevamos del 2021 llevamos 51154 solicitantes. Afirmó que cuentan con el apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y que el subsecretario de Derechos Humanos para poder enfrentar este desafío decidió fusionar la Comisión a de Ayuda a Refugiados (COMAR) con la Comisión de la Frontera Sur para que ésta fortaleciera a la COMAR y está por concluir ese proceso de fusión que será un gran apoyo para el avance y otorgamiento de la calidad de refugiado y hay que tener sumo cuidado a quién se le otorga para no cometer ningún riesgo ni poner en riesgo a los solicitantes.

Para cerrar el evento, el presidente del Consejo Directivo de Centro Libanés, Michel Kuri Hanud, dirigió un mensaje en el que afirmó:

“Cuando escuché la frase: los refugiados no tienen elección, nosotros sí, me hizo pensar en muchas de las historias de los mexicano-libaneses, porque efectivamente quienes deben abandonar su país no tienen elección; sin embargo, nosotros definitivamente no sólo podemos, sino tenemos el deber de brindarles respeto, apoyo y protección.

Como mexicanos de ascendencia libanesa queremos y apoyamos las iniciativas y reformas que hoy conmemo-

ramos, no hacerlo sería negarle la misma oportunidad que muchas personas han tenido en este país.

Hace ya más de cien años, los primeros migrantes libaneses llegaron a México buscando un mejor porvenir, aquí lo encontraron y gracias a eso hoy, nosotros, disfrutamos de mejores oportunidades y de una vida en paz.

¿Cómo no aplaudir los cambios constitucionales?, ¿cómo no respetar los derechos humanos y los tratados internacionales?, ¿cómo no apoyar que otras personas cuenten con el mismo derecho?, ¿cómo negarle a alguien la oportunidad de una vida digna, de un porvenir en paz?

Pues no, no podemos negarnos, no podemos voltear la mirada hacia otro lado, no sería congruente, ni justo ni humano.

A nombre del Consejo Directivo de Centro Libanés, a quien represento, es un honor contar con ustedes esta tarde de conmemoración de los diez años de la reforma constitucional de los derechos humanos en México, pues no sólo representa un avance en cuestiones jurídicas, promueve el respeto y la protección de los derechos humanos para la población en calidad de refugiada, sino sobre todo, brinda a cada uno de nosotros la posibilidad de apoyar a quien se ve obligado a abandonar su país y el pleno ejercicio y goce de sus derechos”.

Esta conmemoración nos hizo reflexionar sobre la importancia del respeto a los derechos humanos, pero sobre todo en la tradición de México como un país receptor de personas que buscan un mejor porvenir para sus familias y que siempre, incluso sin que existiera la figura jurídica de refugiado ya los recibía, ya los respetaba y ya les daba una oportunidad para un futuro mejor.

José Antonio Sánchez y Luis de la Peña Wael Abolhosen y Michel Kuri

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