17 García Arévalo, Manuel A., La conquista del mar Caribe, en Arqueología Taína, Museo del Hombre Dominicano, Instituto de Cooperación Iberoamericana y Comisión Nacional para la Celebración del V Centenario del Descubrimiento de América, Barcelona, España 1983, p. 13. 18 García Arévalo, Manuel A., Arte Taíno de la República Dominicana, Museo del Hombre Dominicano Editor, Fundación García Arévalo y Embotelladora Dominicana C. por A. 1977, p. 1.
arte rupestre y mitología, se conjugan en una indisoluble fórmula en que el objeto posee, además de una dimensión utilitaria, también artística, simbólica y ritual. Por ello, gran parte de los objetos taínos poseen una incisión, es decir una intervención estética que le da fuerza simbólica al mismo, independientemente del destino final o uso. Es un arte fundamentalmente de miniatura, como expresan sus amuletos, los collares de dientes de perro y los adornos corporales.17 “Incluso sus vasijas, manos de morteros, pintaderas de barro, hachas líticas y otros utensilios de uso cotidiano pueden ser apreciados como verdaderas creaciones artísticas por su esmerada terminación y bellos rasgos decorativos de carácter esotéricos.” A pesar de esta particularidad en las dimensiones y tamaños del arte taíno, el mismo supo conjugar la conceptualización simbólica y los que muchos denominan su capacidad sintética en la pequeñez de cada objeto, sin que ello opacara la grandilocuencia de la obra… “pero con proporciones de monumentalidad” (Darío Suro en Veloz Maggiolo, 1972: 233), sin referirnos al nivel de exigencia técnica, cuidado y meticulosidad en la elaboración de estas obras de miniatura, no sólo por la carga simbólica en ella representada, sino que la dureza de muchos de los materiales usados, para su realización dificultaba su labranza. Las necesidades materiales y subjetivas de estos pobladores, representadas estas de forma excelsa, en algunos de sus objetos convertidos en verdaderas obras patrimoniales de esta importante cultura precolombina, se guía siempre bajo el criterio de que ellos caracterizaron en su producción material una carga estética sin igual, que inspiró a través del estudio de su cerámica a los arqueólogos para descubrir sus más complejas estructurales mentales.18 “Esta evolución estilística, relativa a la cerámica, revela una cerámica de cambio manifiesta, también, en su vida práctica y en los demás aspectos tecnológicos, sociales, rituales, etc. Que identifican sus modos de producción”. Por todo ello estas piezas poseen un lenguaje codificado, un enigma más allá de su representación física inmediata, un reconocimiento de su desdoblamiento funcional y por último, una calidad contemplativa, bellamente hecha, particularmente sugerente y con buen ritmo visual. La presencia del altar de religiosidad popular en esta exposición, como la instalación artística, son extensiones en el tiempo, de una estética y una ritualidad explícita en un conjunto de íconos, presentes por igual en la artesanía dominicana que se ha inclinado por una producción bajo influjo estilístico taíno.
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