Artífices de la Memoria Policy Paper No 2 Noviembre 2016

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Policy Paper No. 2 AR T í F I CES D E L A M E M O R ÍA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA CENTRO DE INVESTIGACIóN EN CONFLICTO Y MEMORIA HISTóRICA MILITAR

PRECISIONES CONCEPTUALES SOBRE MEMORIA E HISTORIA: USOS Y ABUSOS

Resumen Colombia vive una “era memorial” en la que se reclama el deber de memoria con las víctimas del conflicto armado y en la que coinciden distintas memorias en el espacio público. En este escenario, la comprensión de lo que es la memoria, de sus límites, de los posibles usos y abusos es fundamental. Este documento hace claridad sobre el concepto de memoria y sus alcances, así como sobre la diferencia entre memoria e historia. El abordaje se hace desde los aportes de filósofos y sociólogos que han estudiando el tema, especialmente desde la obra de Paul Ricoeur quien dirige sus reflexiones hacia un horizonte en el que es posible una “justa memoria” que permita la reconciliación de sociedades que han vivido pasados traumáticos de guerra. En su propuesta, como se verá, el juicio de los ciudadanos sobre la memoria y la historia es determinante, por lo que se puede afirmar que el ejercicio de memoria se vincula con la profundización de la democracia.

Bogotá, Colombia Noviembre 2016

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Introducción En los años 80 del siglo XX se produjo lo que muchos académicos han llamado “el giro hacia el pasado”. Ese fenómeno intelectual fue una reacción al silencio sobre los alcances del holocausto de los judíos durante la segunda guerra mundial, que se nutrió del pensamiento posmoderno y de lo que se ha llamado “las crisis de las ideologías”. La visión posmoderna que ya se anuncia en 1873 en la obra de Federico Nietzsche, Sobre Verdad o Mentira en sentido extramoral se caracteriza por cuestionar la representaciones que el hombre En los años 80 del construye sobre el siglo XX se produjo mundo y especiallo que muchos acamente la soberbia de démicos han llamapretender construir do “el giro hacia el grandes teorías para pasado”. Ese fenóexplicar la realidad. meno intelectual Bellamente escribía el fue una reacción al filósofo:

silencio sobre los alcances del holocausto de los judíos durante la segunda guerra mundial, que se nutrió del pensamiento posmoderno y de lo que se ha llamado “las crisis de las ideologías”

“En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la Historia Universal: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuán sombrío y caduco, cuán estéril y arbitra-

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rio es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza” (Nieztche, 1873) Esta sospecha posmoderna sobre el conocimiento se hizo extensiva al plano del pensamiento político particularmente desde los años 70 del siglo XX cuando comenzaron a verse las falencias de la aplicación del socialismo en la Unión Soviética y en los otros países de la cortina de hierro. La evidencia de que la realidad no se podía construir al modo como lo decían las teorías es lo que se conoce como “las crisis de las ideologías”. Sobre este cuestionamiento de la capacidad del hombre de conocer la realidad y Es decir, el giro de elaborar granhacia el pasado es des teorías somotivado por el bre ella, al modo compromiso con el como lo hicieron rescate del pasado los filósofos de oculto y silenciala modernidad – do por parte de la Descartes, Kant, historia, y con la Hegel y Marx- y reivindicación de la en un contexto memoria de las vícen el que las víctitimas que reclaman mas del holocausperdones públicos to van a reclamar que los libros de historia no recogen su dolor y su tragedia, se va a dar inicio a un cuestionamiento de las verdades históricas que va de la mano del propósito de rescatar las versiones de la misma que tienen los grupos subalternos- los sectores populares, las mujeres- y las víctimas. Es decir, el giro hacia el pasado es motivado por el compromiso con el rescate del pasado oculto y silenciado por parte de la historia, y con la reivindicación de la memoria de las víctimas que reclaman perdones públicos. La intensidad con que se dio este fenómeno en Europa llevó a algunos autores a referirse


al “boom memorial del holocausto”. En este escenario varios pensadores se refirieron a la compulsión de recordar el pasado como a los “tiempos hiperconmemorativos”, la “ola memorial”, la “crisis celebratoria” y hasta la “bulimia conmemorativa”, expresión ésta de Pierre Nora (Jaramillo y Delgado, 2011) América Latina no fue ni permanece ajena a esa fenómeno. En los años 80 cuando en la región se producían las transiciones a la democracia pues los militares que había tomado el poder una década atrás pactaban con los civiles la dejación del mismo (1982 en Argentina; 1978 en Perú; 1989 en Chile; 1984 en Uruguay), la cuestión de la verdad de lo ocurrido durante las dictaduras se convirtió en un tema de máxima relevancia. Expresión de esto fueron las creaciones de la Comisiones de memoria en varios países y también la extrapolación del lenguaje de situaciones europeas a nuestro contexto: así, se habló del “Holocausto del Palacio de Justicia” y del “genocidio de la Unión Patriótica” (Jaramillo y Delgado, 2011) En la primera década del siglo XXI, con la llegada al poder de los gobiernos de izquierda muchos de los cuales estuvieron en cabeza de quienes habían sido víctimas de la persecución y la tortura durante las dictaduras militares (Michelle Bachelet, Dilma Roussef, Pepe Mujica), la era memorial se profundizó. Expresión de esto fue que el gobierno de Tabaré Vázquez en 2005 propusiera una reinterpretación de La ley de caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, al amparo de la cual había quedado en manos de los presidentes decidir sobre las amnistías de los violadores de los DDHH. Vázquez planteó que era necesario que el país supiera lo que había ocurrió en la dictadura de manera que “(…) lo que pasó nunca más pase en el Uruguay” (Vázquez citado en Faroppa 2009 p. 50). Esta decisión significó un quiebre frente a la

visión sobre el desvelamiento del pasado que había tenido el país, habida cuenta de que tal ley se había consultado a la ciudadanía que había optado por ratificarla en nombre de la “unidad nacional” a través de una votación que alcanzó 56% en un plebiscito. Algo similar ocuPero como ocurre rrió con la llegada siempre en las de Néstor Kirchner al poder en eras memoriales, Argentina. Aunalgunos actores que después de la sociales, entre transición a la deellos militares y mocracia funciosus familias que nó una Comisión también han sido Investigadora víctimas del conPresidencial cuyo flicto puesto que, informe sobre la Ley de Víctimas desapariciones de y Restitución de ciudadanos perTierras (Ley 1448 mitió condenar de 2011) define un a los jefes de la concepto único de primera Junta Mivíctimas que no litar, un levantalos excluye , consimiento militar haderan que sus mebía derivado en el morias no se includesconocimiento yen en los archivos de esas condenas de memoria. y había impulsado la aprobación de la Ley de obediencia debida. Apoyado sobre las iniciativas de verdad y de judicialización que se abrieron desde Europa, manifestación de lo cual fue la acción del juez Baltazar Garzón, el nuevo presidente manifestó: “En este tema, mi política es memoria, verdad y justicia” (Kirchner citado en Verbitsky, 2009 p. 58) Hoy Colombia pasa por una situación similar, vive una era memorial derivada en buena medida de la promulgación en 2005 de la Ley 975 de Justicia y Paz que busca garantizar el derecho de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y el derecho de no 3


repetición. Como institución orientada a favorecer el alcance de esos objetivos se creó el Centro Nacional de Memoria Histórica a quien se le encargó reunir y recuperar todo el material documental relativo a la violaciones de derechos de los que trata el artículo 147 de la Ley de víctimas. Pero como ocurre siempre en las eras memoriales, algunos actores sociales, entre En este escenario ellos militares y sus en el que confluyen familias que también distintas memorias han sido víctimas en el espacio públidel conflicto puesto co y en que todas que, la Ley de Víctide ellas pueden mas y Restitución de reclamar fidelidad, Tierras (Ley 1448 de como es lo propio de 2011) define un conlas memorias, pero cepto único de víctidonde también es mas que no los excluimperativo que la ye1, consideran que acción memorial se sus memorias no se haga en un horizonincluyen en los archite de construcción vos de memoria.

de paz, de democratización y reconciliación, es necesario que el ejercicio de discusión comience haciendo claridad sobre los conceptos que están en juego, a saber, sobre lo que es la memoria y su diferencia con la historia

Por esta razón y respondiendo a la a Directiva Permanente No. 082 del 8 de julio de 2013 del Comando General de las Fuerzas Militares se creó el Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar –CICMHM–, adscrita a la Escuela Superior de Guerra, cuyo propósito “es reconstruir la memoria histórica de hechos de violencia y sus consecuencias, con una adecuada articulación de las líneas de investigación, para contribuir a la historia social y política de Colombia, y consecuentemente orientar estratégicamente a las FF.MM sobre mecanismos de preven-

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ción del conflicto armado, en coherencia con la realidad nacional e internacional” (Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar . Web) En este escenario en el que confluyen distintas memorias en el espacio público y en que todas de ellas pueden reclamar fidelidad, como es lo propio de las memorias, pero donde también es imperativo que la acción memorial se haga en un horizonte de construcción de paz, de democratización y reconciliación, es necesario que el ejercicio de discusión comience haciendo claridad sobre los conceptos que están en juego, a saber, sobre lo que es la memoria y su diferencia con la historia. Sobre las diferentes formas en que ambas representan el pasado. Sobres sus límites, usos y abusos y finalmente, sobre el tipo de memoria e historia que puede favorecer la reconciliación de sociedades que han vivido pasados violentos. Esto es lo que pretende hacer este documento.

La Memoria Después de las dos guerras mundiales varios pensadores, muchos de ellos víctimas de la guerra, se dedicaron a reflexionar sobre la memoria, la historia, el olvido, el perdón, temas que habían sido abordados por los filósofos clásicos. Entre estos autores se encuentran Maurice Halbwach (post I Guerra Mundial), Walter Benjamin, Tzvetan Todorov y Paul Ricoeur. Ellos coinciden en definir la memoria como la vivencia del pasado que se extiende hasta el presente con algún sentido, es decir, se hace memoria para algo. Así por ejemplo, se recuerdan las tablas de multiplicar para hacer un cálculo matemático o se recuerda una afrenta para no perdonar o incluso para hacerlo.


Para el francés Paul Ricoeur, la memoria es la presencia de algo que se vivió y que dejó una marca en el cerebro que el filósofo nombra como “huella mnémica”. Esta huella en el cerebro puede retornar al sujeto de manera natural, fenómeno que los griegos llamaron mneme, o puede ser buscada, proceso que recibe el nombre de anamnesis (Ricoeur, 2010 p. 20). Esa posibilidad de que el recuerdo se busque o se evoque implica que se pueda abusar de la memoria, por ejemplo, obligando a la gente a recordar. Este será un tema que abordaremos más adelante.

Esto explicaría respectivamente el olvido, el mal recuerdo o simplemente la inexistencia de la memoria.

Justamente porque “la Memoria es del pasado”, expresión que Ricoeur toma de Aristóteles, es decir, de algo que ya no es pues sólo el presente existe, la memoria necesariamente está confrontada con su veridicción, es decir, con la fidelidad a lo que ocurrió (Ricoeur, 2010 p. 33).

- Teeteto: lo concedo

Entre estos autores se encuentran Maurice Halbwach (post I Guerra Mundial), Walter Benjamin, Tzvetan Todorov y Paul Ricoeur. Ellos coinciden en definir la memoria como la vivencia del pasado que se extiende hasta el presente con algún sentido, es decir, se hace memoria para algo

Esta cuestión es abordada por Ricoeur desde al análisis que de la temática hicieron los clásicos, particularmente Platón en los diálogos El Sofista, El Teeteto y Protágoras y también Aristóteles en De memoria et reminiscencia.

En El Teeteto Platón usa la metáfora del bloque de cera para explicar la posibilidad de recordar, la imposibilidad de hacerlo, el olvido y la no fidelidad de la memoria, es decir, el mal recuerdo. Explica que lo que ocurrió se graba en el alma como en un bloque de cera, por lo que puede ocurrir que la impronta se borre, que no haya quedado bien hecha o incluso que no se haya podido fijar.

Veamos lo que dice Sócrates en El Teeteto: “- Concédeme, entonces, en atención al razonamiento, que hay en nuestras almas un bloque maleable de cera: mayor en unas personas, menor en otras; de una cera más pura para algunos y más adulterada para otros; unas veces más dura, otras más blanda, y en algunos término medio

- Sócrates: Pues bien. Digamos que es de don de A la posibilidad de Memoria, la maque algo que ocudre de las Musas: rrió no se guarde en aquello que quela memoria, que se remos acordarborre o que se haya nos entre lo que guardado mal se vimos, oímos o suma la posibilidad pensamos, lo imde recordar mal, es primimos en este decir, de traer un bloque como si recuerdo que no imprimiéramos el corresponde. cuño de un anillo. Y lo que se imprimió, lo recordamos y lo sabemos en tanto su imagen (eidolon) permanezca ahí; pero lo que se borre o no se pudo imprimir, lo olvidamos (epilesthai), es decir, no lo conocemos” (Platón, Teeteto; citado en Ricoeur, 2010 p. 25) A la posibilidad de que algo que ocurrió no se guarde en la memoria, que se borre o que se haya guardado mal se suma la posibilidad de recordar mal, es decir, de traer un recuerdo que no corresponde. Esta situación la explica también Platón con la metáfora que varios de sus intérpretes han nombrado como “el modelo de la pajarera”: el recuerdo es un 5


pájaro que se guarda en una jaula, pero al recuperar el recuerdo se puede aprender otro que también estaba guardado (Ricoeur, 2010 p. 26). En conclusión, Ricoeur plantea que la memoria es viva pues hace referencia a un evento que alguien experimentó y que lo revive al traerlo a la mente. Esta memoria es fiel a lo ocurrido cuando se ajusta a ello, pero siempre existe el riesgo de que no se recuerden las cosas, que se recuerden mal o que se confundan los recuerdos. Varios pensadores coinciden con este carácter de vivacidad que el filósofo francés le atribuye a la memoria, entre ellos Maurice Halbwachs y Pierre Nora. Para éste último la memoria es “verdadera, social e intocada”; es “afectiva y mágica”; “sólo se acomoda de La memoria es detalles que la reconviva pues hace fortan”, lo que sugiereferencia a un re que al estar hecha de “recuerdos vagos, evento que alguien globales o flotanexperimentó y que tes”, sólo se recuerlo revive al traerlo da lo que se quiere a la mente o se puede recordar (Nora 1998).

Quién Recuerda: Memoria Individual y Memoria Colectiva Los pensadores clásicos que se ocuparon de la memoria, como fue el caso de Platón y Aristóteles, al igual que los filósofos modernos, entre ellos John Locke y David Hume coincidieron en que la memoria era del sujeto, es decir, era memoria individual como es evidente en la metáfora del bloque de cera. Pero el sociólogo francés Maurice Halbawch 6

planteará que sólo se puede recordar en el marco de una comunidad, con lo que introduce el concepto de memoria colectiva. Hace esto señalando que el recuerdo se da en el tiempo y el espacio y que estas categorías no son vacías sino que son construidas socialmente: el espacio y el tiempo son espacios y tiempos vividos en comunidad. Así por ejemplo, el adulto recuerda su infancia en un tiempo en el que convivía con su familia, que estaba marcado por hitos y tradiciones; también recuerda en espacios construidos y compartidos por otros, de esa manera, su memoria se inscribe en lo social. De allí que recuerde en relación con eso: su memoria es que al nacer ya estaban sus padres pero que aún no estaban todos sus hermanos; recuerda una fiesta familiar, como es la navidad, en la casa paterna. En conclusión, no le es posible recordar si no se tiene una imagen del tiempo y del espacio en el La memoria indique están otros. vidual tiene siem-

pre el sello de la

De otra manera, la vida común, de las memoria indiviemociones y expedual tiene siempre riencias compartiel sello de la vida das con los demás. común, de las emociones y experiencias compartidas con los demás. Esta vida común se da en la familia, la escuela, la comunidad y es ella la que provee lo que el sociólogo llama “los marcos sociales de la memoria”. En el ejemplo señalado del recuerdo de la infancia, los marcos sociales son tanto los calendarios familiares, las fiestas, los encuentros, los hechos felices y los trágicos, como también los espacios comunes: la casa paterna, el parque, entre otros. “(…) Cada hombre está sumido al mismo tiempo o sucesivamente, en varios grupos. Por otra parte, cada grupo se divide y


se afianza en el tiempo y en el espacio. En el interior de esas sociedades se desarrollan otras tantas memorias colectivas originales que mantienen por algún tiempo el recurso de acontecimientos que sólo tienen importancia para ellas (…) En medios semejantes todos los individuos piensan y recuerdan en común. Cada uno, sin duda, tiene su perspectiva, pero en relación y en correspondencia tan estrecha con la de otros que, si sus recuerdos se deforman, basta situarse en el punto de vista de otros para rectificarlos” (Halbwach 1968 p. 212) La memoria colectiva permanece hasta que el grupo que la tiene desaparece a menos que, como veremos, se conserve como testimonio que es archivado o guardado por alguien.

¿Para qué se hace memoria? No se puede vivir sin hacer memoria y no se puede pensar sin olvidar. Estos son los más No se puede vivir importantes, pero no sin hacer memolos únicos usos de la ria y no se puede memoria y del olvido.

pensar sin olvidar. Estos son los más importantes, pero no los únicos usos de la memoria y del olvido

En la vida cotidiana podemos funcionar porque tenemos memoria, particularmente memoria-hábito, como la llama Ricoeur (2010 p. 83). Ella nos permite aprender y retener lo que necesitamos para desenvolvernos: aprendemos a usar los cubiertos en la mesa y cada vez que vamos a comer, lo recordamos. Aprendemos el camino a casa y todas las noches lo recordamos para retornar a ella.

Pero más importante que eso, la memoria es la La memoria es la que nos permique nos permite te recordar que recordar que somos somos uno, que uno, que permanepermanecemos cemos en el tiempo, en el tiempo, es decir, la memoes decir, la meria es la base de moria es la base la identidad tanto de la identidad personal como cotanto personal lectiva como colectiva. Este es un tema que desarrolló Ricoeur en su gran obra Tiempo y Narración a partir de Las Confesiones de San Agustín de Hipona2 (Ricoeur, 2004) El monje se preocupó los sujetos experimentaban el tiempo y señaló que si el sujeto no tuviera memoria se disolvería en cada instante transcurrido, pues en cada momento se sentiría una persona distinta. De allí concluyó que la facultad de recordarnos como los mismos a través del tiempo es la que permite que nos pensemos como uno.

por la forma en que

Por esa razón los sujetos individuales y los comunales se construyen de acuerdo a la forma como se narran, por ejemplo, una comunidad se construye como pacífica cuando se narra como un grupo que ha sufrido los azares de la violencia pero que busca la paz

El recuerdo que tenemos de nosotros mismos a través del pasado se expresa en el único tipo de discurso que puede expresar la temporalidad: la narración y el relato. Un relato, a diferencia de las descripciones, es “un cuento” que une un hecho inicial y otro final y en el que uno o varios personajes viven 7


azares y búsquedas. En otros términos, mi identidad personal está edificada sobre la capacidad que yo tengo de contar mi historia desde el momento en el que tengo conciencia de mí y hasta el momento presente. En la narración que yo hago de mí mismo señalo no sólo lo que me ha acaecido (los azares) sino también las búsquedas tanto para afrontar esos azares como para realizar mis deseos. Por esa razón los sujetos individuales y los comunales se construyen de acuerdo a la forma como se narran, por ejemplo, una comunidad se construye como pacífica cuando se narra como un grupo que ha sufrido los azares de la violencia pero que busca la paz.

La memoria también sirve, porque permite aprender del pasado para no repetirlo. Tal es el concepto de memoria ejemplar de Todorov quien considera que la memoria no sólo es el recuerdo literal de lo que ocurrió en el pasado (memoria literal), sino que debe permitir que lo ocurrido sea principio de acción para el presente

Sobre la relación entre identidad y narración dice el filósofo:

“La historia narrada dice el quién de la acción. La identidad del quien no es pues ella misma más que una identidad narrativa. Sin el recurso de la narración, el problema de la identidad personal está, en efecto, condenado a una antinomia sin solución: o bien se piensa un sujeto idéntico a sí mismo en la diversidad de sus estados, o bien se sostiene [...] que el sujeto no es sino una ilusión sustancialista” (Ricoeur citado por Manuel Maceiras; en Ricoeur, 2004 p. 28). La memoria también sirve, porque permite aprender del pasado para no repetirlo. Tal es

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el concepto de memoria ejemplar de Todorov quien considera que la memoria no sólo es el recuerdo literal de lo que ocurrió en el pasado (memoria literal), sino que debe permitir que lo ocurrido sea principio de acción para el presente. Dice el autor: “El uso ejemplar, por el contrario, permite utilizar el pasado con vistas al presente, aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día y separarse del yo, para ir hacia el otro” (Todorov 32) Tanto como la memoria, el olvido también es necesario y no sólo porque el ser humano tiene límites para almacenar inforTanto como la mación, sino pormemoria, el olvido que debe olvidar también es necela particularidad sario y no sólo porpara poder pensar que el ser humano en abstracto. Esto tiene límites para es bellamente exalmacenar inforplicado por José mación, sino porLuis Borges en el que debe olvidar cuento Funes el la particularidad Memorioso. Funes para poder pensar era un campesien abstracto no uruguayo que todo lo podía recordar, por eso recordaba las particularidades de todo lo que veía, lo que le impedía el pensamiento abstracto. De allí que: “Este, no lo olvidemos, era casi incapaz de ideas generales, platónicas. No sólo le costaba comprender que el símbolo genérico perro abarcara tantos individuos dispares de diversos tamaños y diversa forma; le molestaba que el perro de las tres y catorce (visto de perfil) tuviera el mismo nombre que el perro de las tres y cuarto (visto de frente)” ( José Luis Borges, 1944)


Usos y Abusos de la Memoria y del Olvido. Paul Ricoeur abordó también la cuestión sobre los usos y abusos de la memoria, que normalmente son hechos por el poder político a través de la ideología, es decir, de la puesta en circulación de falsas representaciones sobre el mundo. Entre estos abusos destaca el exceso de memoria que se manifiesta en la obsesión por recordar el pasado, particularmente en la permanente conmemoración de hechos dolorosos y traumáticos. Siguiendo al padre del sicoanálisis Sigmund Freud, plantea que la compulsión por recordar es producto de un duelo no elaborado, o en otros términos, de la incapacidad de aceptar que algo querido se perdió definitivamente por lo que eso se trae a la mente El abuso de la como recuerdo (Rimemoria y del coeur, 2010, p. 100). olvido encuentran

terreno fértil en sociedades que no tienen clara su identidad, porque no han sabido recordar ni olvidar, puesto que, como ya se señaló, el recuerdo es la base de la construcción de la identidad

El filósofo también se ocupa de los abusos del olvido, particularmente de la imposición del olvido y la amnistía. El primero se produce cuando quienes detentan el poder imponen un relato sobre el pasado, es decir, una historia oficial de la que algunos actores quedaron excluidos. Para salir de esta situación, la única vía es que esos actores se atrevan a narrar sus experiencias. Dice el filósofo “(…) atrévete a crear relato, a narrar por ti mismo” (Ricoeur, 2010 p. 573) La amnistía, por su parte, es el olvido de-

cretado que se traslapa con el perdón también decretado. Por lo general este recurso se justifica diciendo que de esa manera se logra la “unidad nacional”, pero eso entraña el costo de “(…) borrar de la memoria oficial los ejemplos de crímenes capaces de proteger el futuro de los errores del pasado (…)” (Ricoeur, 2010 p. 581) y de ocultar las otras memorias castigando el disenso. El abuso de la memoria y del olvido encuentran terreno fértil en sociedades que no tienen clara su identidad, porque no han sabido recordar ni olvidar, puesto que, como ya se señaló, el recuerdo es la base de la construcción de la identidad. Pero esta identidad, cuando es de un sujeto social también requiere olvidar. Esta cuestión la abordó el pensador francés Ernst Renan quien explicó que en toda comunidad ha habido un momento de violencia fundadora, seguido seguramente por disensos, guerras y enfrentamientos que deben dejarse en el olvido para que ese grupo social se considere uno, a saber, una común- unidad (Renan, 2000). A la luz de lo anterior se puede afirmar que a una comunidad que tiene identidad, que sabe quién es, no se le pueden hacer olvidar o recordar hechos que son constitutivos de su identidad. Por eso resulta inquietante el caso de Colombia, “una nación a pesar de sí misma”, una comunidad nacional que ha tenido problemas en la construcción de su identidad.

El Deber de Memoria y la Justa Memoria En el marco de esta discusión sobre los abusos de memoria surge el tema del deber de memoria, es decir, de la obligación de recor9


dar que se expresa en la frase: “tú te acordarás”. Este imperativo que en principio parece ser abusivo pues los sujetos recuerdan y evocan lo que quieren, adquiere sentido cuando se vincula a la justicia: la memoria se puede convertir en deber cuando se trata de hacerle justicia a las víctimas y a los que no están. Desde allí se define el deber de memoria como “(…) el deber de hacer justicia mediante el recuerdo, a otro distinto de sí” (Ricoeur, 2010 p. 120) En palabras de Walter Benjamin, el deber de memoria es la obligación que se tiene con los vencidos con el fin de hacerle contrapeso a la memoria instrumentalizada por los grupos dominantes (Benjamin, 1940). Según Castillejo, el mantener archivos del dolor como por ejemplo la musealización de campos de Ricoeur plantea tortura o de concenque la “justa metración, le permite a moria” es la que las víctimas la superatiene la virtud ción del trauma, pues de no anclar la es una forma de extecomunidad en el riorización del mismo pasado, sino de (Castillejo, 2009)

proyectarla hacia el futuro, porque a través del perdón de los victimarios, proceso que se da después de la acción de la justicia, la comunidad se puede reconciliar.

Pero siendo así las cosas, ¿cómo lograr la reconciliación de la comunidad si ella permanentemente recuerda que en su interior ha habido víctimas y victimarios? O a la inversa ¿Cómo lograr la construcción de una comunidad si en el relato de ella no se incluyen las memorias de todos? En otros términos ¿cuál es la justa medida entre memoria y olvido? Ricoeur plantea que la “justa memoria” es la que tiene la virtud de no anclar la comuni-

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dad en el pasado, sino de proyectarla hacia el futuro, porque a través del perdón de los victimarios, proceso que se da después de la acción de la justicia, la comunidad se puede reconciliar. En esta labor es fundamental la acción del historiador que debe construir una historia que incluya críticamente todas las memorias y que propenda por la reconciliación. También es necesaria la acción del juez en quien recae la búsqueda de la verdad judicial y la aplicación de la justicia. Adicionalmente es central la acción del ciudadano a quien le compete velar por que la historia contenga todas las memorias, porque los archivos del historiador sean bien usados y porque el procedimiento penal sea equitativo (Ricoeur, 2010: 434).

De la Memoria a la Historia El paso de la memoria a la historia se produce cuando la primera se convierte en un testimonio archivado, lo que es una necesidad, pues los que vivieron los hechos o los testigos desaparecen con el tiempo. Como lo señala Halbwach, la memoria que es “historia viva” da origen a la historia: “ Cuando la memoria de una serie de hechos ya no tienen como soporte un grupoese mismo grupo que estuvo implicado o que sufrió las consecuencias, que asistió o recibió un relato vivo de los primeros actores y espectadores- cuando se dispersa en algunos espíritus individuales, perdidos en sociedades nuevas a las que esos hechos ya no interesan, porque les son decididamente exteriores, entonces el único medio de salvar tales recuerdos es fijarlos por escrito en una narración ordenada, ya que, si las palabras y los pensamientos mueren, los escritos permanecen” (Halbwach, 1968 p. 213)


La historia es la representación que hace el historiador de hechos ocurridos en el pasado y que él no vivió, en ella el pasado es un dato. A diferencia de la memoria a la que se le pide fidelidad, a la historia se le pide representancia, es decir, se espera que las narraciones históricas sean plausibles, admisibles, probables, honestas y verídicas y, como en el caso de los enunciados científicos, pueden ser sometidas al proceso de validación- falsación (Ricoeur, Tiempo y Narración, p. 138).

ción termina vinculando hechos distintos que podrían no haber tenido conexión. La vinculación se hace explícita en el discurso del historiador: todos los hechos se unen a través de un relato, de “un cuento sobre lo sucedido”.

La garantía de representancia es más difícil que la fidelidad de la memoria, lo cual se debe a la enorme distancia entre el historiador y el hecho del pasado. Esta distancia se comprende si se tiene en cuenta la cadena de procesos que hay entre el evento del pasado y el relato del historiador hecho libro.

Ricoeur resuelve la pregunta planteando dos caminos: el primero, el de la crítica de los académicos y; el segundo, el del pronunciamiento de los ciudadanos.

El primer proceso es la conversión en testimonio de la huella que dejó un suceso vivido. Como lo explicaba Platón, la huella puede no ser precisa, pero aún así se puede testiEl paso de la memoniar ante alguien, moria a la historia ante un escribano por se produce cuando ejemplo, que consigla primera se conna de la forma en que vierte en un testientiende lo que se le monio archivado, está contando. Acto seguido alguien arlo que es una nechiva el testimonio cesidad, pues los para que años o siglos que vivieron los después el historiador hechos o los testilo encuentre posiblegos desaparecen mente maltratado e con el tiempo incompleto y lo aborde desde sus problemas o intenciones investigativas. El académico toma ese testimonio archivado y muchos otros más de quienes vivieron en el pasado y con ellos elabora una explicación del tema que investiga. Esta explica-

¿Cómo saber entonces que la historia no es ficción? ¿Cómo pretender que siendo tanta la distancia entre el hecho del pasado y el historiador, la historia tenga representancia?

La comunidad académica debe juzgar el trabajo de su par. Debe preguntarse si la pregunta del investigador era válida, si el archivo era fiel y pertinente, si el historiador confrontó sus fuentes con otras y con los resultados de sus colegas. Cuando leemos un libro de historia para conocer el pasado, suponemos que el historiador hizo todas estas operaciones, por eso hay un pacto de que lo incluido allí es verdad, un “pacto de verdad” entre el lector y el historiador. El segundo camino es el pronunciamiento de los ciudadanos reconociendo que el historiador ha atendido las memorias de todos los bandos y grupos sociales, es decir, que ha recogido en su historia todas las memorias que existen en el espacio público (Ricoeur, 2000) (Ricoeur, 2010).

Conclusiones La memoria es la presencia en la mente de algo que se vivió en el pasado, en cambio la historia es la reconstrucción que hace el historiador de hechos no vividos por él sobre la base de testimonios que recogieron 11


memorias. Mientras a la memoria se le pide que sea fiel a lo vivido, a la historia se le reclama representancia, es decir, se le pide que sus narraciones sean plausibles, admisibles, probables, honestas y verídicas. En sociedades con pasados violentos es imperativo satisfacer el deber de memoria aun a costa de caer en la hiperconmemoración pues sólo ella satisface el deber de justicia con los que por ser los más desvalidos fueron victimizados. En este escenario debe estimularse el actor memorial que recuerde el pasado doloroso pero que permita a la comunidad construir un futuro. Esta memoria recibe el nombre de “justa meLa memoria es moria”. la presencia en la

mente de algo que se vivió en el pasado, en cambio la historia es la reconstrucción que hace el historiador de hechos no vividos por él sobre la base de testimonios que recogieron memorias

La representancia de la historia y el ejercicio de la justa memoria implican la participación del ciudadano. En ambos casos éste debe velar y pronunciarse sobre la inclusión de todos los sujetos en los relatos históricos y en lo que se proclama como “la memoria nacional” que pretende conservarse a través de conmemoraciones como fiestas, monumentos y museos. Así pues el pasado es un patrimonio de la comunidad al que los ciudadanos deben darle el mayor cuidado pues sobre él está montado la identidad de la comunidad.

Recomendaciones Las Fuerzas Armadas de Colombia tienen que continuar reconociendo que para una sociedad como la colombiana que avizora 12

un escenario de posconflicto es fundamental la satisfacción del deber de memoria. La incapacidad de las leyes de perdón y olvido para propiciar la reconciliación nacional se manifestó en el caso de las transiciones desde los gobiernos autoritarios del Cono Sur. Los militares y sus familias, al igual que otras víctimas del conflicto armado, tienen derecho a reivindicar que sus memorias puedan circular en el espacio público y ser archivadas para que los historiadores las usen como fuente para construir la historia nacional. Les asiste también el derecho de reclamar que se respete la fidelidad de sus experiencias de dolor, es decir, la singularidad y la viveza de la experiencia del recuerdo de los actos violentos. Las distintas instituciones encargadas de satisfacer el deber de memoria, como son Centro de Nacional de Memoria Histórica y Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar deben propender porque el acto memorial derive en la “justa memoria” que no ancla a la comunidad en el pasado traumático, sino que la proyecta hacia un futuro en el que es posible la reconciliación.

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Notas 1. La ley define a las víctimas como “Se consideran víctimas, para los efectos de esta Ley, aquellas personas que individual o colectivamente hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del 1º de enero de 1985, como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno (República de Colombia, 2011). En el parágrafo 1 dice “Cuando los miembros de la Fuerza Pública sean víctimas en los términos del presente artículo, su reparación económica corresponderá por todo concepto a la que tengan derecho de acuerdo al

régimen especial que les sea aplicable. De la misma forma, tendrán derecho a las medidas de satisfacción y garantías de no repetición señaladas en la presente Ley”. (República de Colombia. 2011. Ley de víctimas y restitución de tierras) 2. En su autobiografía intelectual Ricoeur reconoce en San Agustín “el maestro incontestable” que le permitió plantear el problema de la temporalidad que resolvió a través de la lectura de su otro gran maestro, Aristóteles, de quien tomará la explicación sobre el mythos trágico y la extenderá a todos los relatos (Ricoeur, Autobiografía intelectual 68).

Los textos que aquí se publican son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no expresan necesariamente el pensamiento ni la posición del Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar * Martha Lucía Márquez Restrepo, profesora asociada de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (PUJ), adscrita al Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Doctora en Ciencias Sociales y Humanas de la PUJ. Actualmente Directora de la Maestría en Relaciones Internacionales. Correo: marquezm@javeriana.edu.co ** Eduardo Pastrana Buelvas, profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (PUJ), adscrito al Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Actualmente, es director del mencionado Departamento. Doctor en Derecho Internacional de la Universidad de Leipzig.

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