Arriben bandes : les societats musicals valencianes

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70 que enriquecen la identidad de cada región, de cada comunidad, y por supuesto del Estado en su conjunto. En algunos casos es el folklore mismo, el fundamento ontológico de la existencia de una identidad cultural. Durante los últimos años de la particular tardomodernidad española, la palabra folklore, fue cayendo en desgracia, como si lo que encerrara este término fueran aspectos menores de las culturas, resabios de una menesterosa ruralidad que todos nos empeñábamos en olvidar, y cuando no, documentales aburridos de un tiempo que nadie recuerda haber vivido, y que se prodigan para adormecer a la hora de la siesta. Lejos de esta errónea consideración, lo folklórico se refiere a toda forma de expresión cultural consensuada por el tiempo y por las gentes que la sostienen, sin que ello signifique cerrarse a lo nuevo. Folklore, al fin, son todas las manifestaciones del ser y del hacer que dan cuenta de una concepción de la vida, y de la muerte, de Eros y de Tánatos, de lo humano y lo divino, de cómo una cultura asume la gestión de lo cotidiano y también de lo trascendente que le permite tener personalidad propia, adquirir definición identitaria, lograr ser reconocida no sólo por los propios, sino por los demás (aquí también por los otros, por los de fuera), cultura en definitiva que emerge como una idiosincrasia diferente. No exagero si defiendo que cada folklore representa el abanico de las potencialidades de la sensibilidad colectiva y personal de cada identidad emblemática. O dicho de otra forma, lo peculiar a lo largo de la historia, es la manera en cómo cada identidad social y cultural le va dando forma y fundamento al mundo y sus alrededores, al sentido de la vida, a la humana experiencia de soñar despierto estando con los otros como única manera de aunar pasado y futuro. Y así llegamos a lo valenciano. Porque pocas veces se da en la geografía, -de España y del mundo-, un engranaje cultural y educativo que produzca tal cantidad y tal calidad de bandas musicales, expresión gigante de esta peculiar idiosincrasia. Las bandas representan aquí, no solo una seña de identidad propia de lo valenciano en el mapa de personalidades regionales españolas, sino de forma aún más elocuente, devienen por mérito propio un signo insustituible de la imagen de lo español en el mundo. Y arriesgo aquí una hipótesis cuyo calado excede los límites de este texto: los tres grandes sentidos sobre los que España adquiere consistencia metafórica de sí misma ante la mirada de los otros: la luz, los sabores y la música… son sostenidas por la valencianidad con mayor fortaleza y elocuencia que por cualquiera otra de las comunidades


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