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literatura y arte

Crónicas de búsqueda de desaparecidos

Año 8 (segunda época) enero de 2022




Sumario CRÓNICA

Revista del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Director Miguel Ángel Meza (fundador primera y segunda épocas)

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Hasta encontrarte. Crónicas de búsqueda de Las Rastreadoras del Fuerte Denisse Pohls

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Denisse Pohls. Periodista y poeta de convicción social Gabriela Ramírez Maldonado

Carlos Hurtado (qepd / idea fundadora) Consejo directivo José Luis Gaytán Saules (administrador) Marcos Constandse Madrazo (patrocinio fundador: nueva época) Carlos Constandse Madrazo (patrocinio fundador: nueva época) Consejo editorial Javier España José Díaz Cervera Wildernain Villegas C. Carlos Torres Marién Espinosa Antonio Leal Elvira Aguilar Angulo Rodolfo Novelo

Norma Quintana Lourdes Cabrera Martín Ramos Lorena Careaga Agustín Labrada David Anuar Ramón Suárez Caamal Jorge Cortés Ancona

20 El Diablo y Dios (sus representantes) toman café Jorge González Durán

ENTREVISTA 33 Luis Aguilar Castañeda: El proceso creativo es un rito cotidiano Fernanda Montiel

Asistencia de contenidos en página web y administración de redes Gabriela Ramírez Maldonado Diseño Mauricio Cejín

TRASLUZ

Consejo artístico Gena Bezanilla Angélica Mercado Norma Ordieres Jesús Montalvo

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14 Efluvios de Edith Omar Ortega Lozada

Corresponsal en Playa del Carmen Ana María Moreno Pérez Corresponsal en Felipe Carrillo Puerto Ángel Sulub

43 bien perros pavlovianos Antonio Vera

Corresponsal en Yucatán Svetlana Larrocha

DEVEZENCUENTO

Administración Servicios Corporativos de Cancún, S. C. TROPO a la uña es una publicación trimestral del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Oficinas: Av. Contoy 48, SM 17, Esq. Av. Nichupté, Cancún, Quintana Roo. Teléfonos: 01 (998) 887 4374 y 01 (998) 887 4364. No se responde por originales no solicitados. Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos incluidos en TROPO a la uña, siempre que se citen la fuente y el autor. Certificado de licitud y contenido: en trámite. Número de Reserva al título en Derechos de Autor: 04-2000032217031500-102. Visítenos en nuestra página web: www.tropoalauna.org Consulte la revista digital en: www.tropoalauna.org issuu.com/centrodecreatividadliteraria Envío de colaboraciones: miguelmeza57@hotmail.com

Omar Ortega Lozada: una consolidación en ascenso

18 La suprema Átropos Lorena Careaga

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48 Para entender y amar Cancún de Tiziana Roma Barrera Macarena Huicochea

23 El pozo E. Calder

LATINTATENTA

50 Arquitectura Moderna en México, de Max Cetto Bettina Cetto

24 La recreación del mito marinero Miguel Pickering

TERTULIAS

30 ¿Es verdad que la ciencia favorece el aborto? Héctor Hernández

52 Feministas alzan la voz en audaces cortometrajes Vanesa González-Rizzo Krasniansky

37 Luis Aguilar: vacíos intencionales Abraham Guerrero

56 De la sociedad del conocimiento a la parcelación de la sociedad Mauricio Ocampo C.

PAPIROS 38 Crónicas de Ambarluna de Lorena Careaga Miguel Ángel Meza

FOTOGRAFÍA Y CULTURA 59 “Me quedé así ´ira” Angélica Mercado

41 Naftalina hardcore de Antonio Vera Óscar Reyes Hernández

62 PORTAFOLIO José Rocha: la misteriosa belleza de nuestros miedos interiores Fotos de Miguel González, Juan Euán y Panchito Ruiz

44 Welcome to Cancún de Óscar Reyes Jaime Velázquez Arellano 46 Niebla ardiente de Laura Baeza Mariel Turrent

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Art-TROPO-do 70 Carlos Varela

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Sinfonía Kukulkán Escultura. 2021 Escalinata del Teatro de la Ciudad Playa del Carmen, Solidaridad


Foto: Denisse Pohls. Diseño de portada: Lalo Jiménez.

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Un país sembrado de muerte y fosas clandestinas Escritas con la pasión del compromiso social y la empatía humana, las crónicas que conforman el libro Hasta encontrarte estremecen la médula de cualquier lector. Construidas con solvencia estilística para que la función comunicativa de algo tan perturbador no se entorpezca, estas crónicas son un testimonio dramático de la tragedia que vive nuestro país en materia de desaparición forzada. A partir de la visualización de un video en redes a finales de 2018, donde Mirna Medina Quiñonez registra el hallazgo de su hijo, levantado y desaparecido el 14 de julio del 2014, Denisse Pohls decide —desde Cozumel donde radica— vender sus pertenencias, invertir el monto de un premio de poesía recién obtenido en 2019 y trasladarse al municipio de El Fuerte, Sinaloa, para servir, para ayudar como voluntaria, y luego para documentar la desventura, el heroísmo y la verdad humana de Las Rastreadoras del Fuerte, el colectivo de búsqueda de personas fundado por Mirna, el más importante de Sinaloa, tal vez de todo México. El resultado es estremecedor: el volumen de más de cincuenta crónicas narra “las historias de mujeres: madres, esposas, hijas, hermanas, abuelas, tías y sobrinas de personas desaparecidas que cada domingo van a los desiertos y basureros de Sinaloa a rastrear, a buscar a sus seres queridos en fosas clandestinas.” Transitando entre el reportaje novelado, la narrativa periodística y el relato de terror, estas crónicas muestran uno de los más crueles submundos que habitan nuestro país. Detrás de cada desaparecido hay una familia, una historia, un drama. Y Denisse, oscilando entre la entereza ante lo atroz y la angustia ante la realidad que a veces la rebasa, testimonia el día a día de esta época que cambió su vida: esos cuatro meses en que convivió en un microuniverso de congoja y desconsuelo, pero también de solidaridad, coraje y esperanza. Para contribuir a la difusión de este magnífico reportaje, se reproducen a continuación —con permiso de la autora— cuatro crónicas de Hasta encontrarte, y se invita a los lectores a adquirir la versión digital de esta publicación independiente que circula en formato eBook y que está a la espera de contar con los recursos para su impresión en papel. El libro electrónico está disponible en: https://www.amazon.com.mx/dp/B097WSB5KZ

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Hasta encontrarte

Fotografías de estas páginas: Denisse Pohls.

Crónicas de búsqueda de Las Rastreadoras del Fuerte (fragmento)

Por Denisse Pohls

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ENCONTRÉ LOS HUESOS DE MI HIJO irna escarba arrodillada, frenéticamente. A gritos desentierra pedacitos de huesos, con las manos, en una fosa clandestina. Esas vértebras, esos fragmentos de rodilla, de cráneo y un par de falanges son lo único que queda de su hijo Roberto. Grita. Mi hijo. Mi hijo. Se aferra

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a los fragmentos óseos, los examina, los extiende en sus palmas, incrédula. Los abraza como el más precioso de los “tesoros”. Grita. Sus gritos desgarradores traspasan. Atraviesan el tiempo y el espacio. Así conocí a Mirna Nereida Medina Quiñonez, por este video1 que registra el hallazgo de su hijo Roberto Corrales Medina, quien había sido levantado y desaparecido el 14 de julio del 2014 en el municipio de El Fuerte, Sinaloa y cuyos huesos Mirna encontró con sus propias manos exactamente tres años después. Cuando Roberto desapareció, Mirna denunció el hecho a la policía, pero la llamaron loca,


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exagerada: “seguro tu hijo se fue de parranda, al rato regresa”, “en Sinaloa no hay desaparecidos”, le dijeron. Tampoco le ayudaron a buscarlo, ni vivo ni muerto: “nosotros no buscamos, sólo hacemos el expediente”. Entonces Mirna tomó un machete y un palo de escoba y salió a buscar a su hijo en los hospitales, en las morgues, en las comisarías, en otras ciudades y también…en los descampados, los basureros y desiertos de Sinaloa. Pasaron tres años para que Mirna pudiera recuperar una parte de los restos mortales de su hijo: algunas vértebras, algunas falanges, una rótula, un fragmento de cráneo…Para entonces, Mirna había encontrado ya noventa y dos “tesoros” (cuerpos humanos en fosas clandestinas) y había creado el colectivo de búsqueda de personas desaparecidas más importante de Sinaloa —y quizás de México: Las Rastreadoras del Fuerte. El video me congeló la sangre. Lo vi a finales de 2018. Fue un llamado. Supe que tenía que contar la historia de Las Rastreadoras. Estas son las crónicas de sus búsquedas. Las historias de mujeres: madres, esposas, hijas, hermanas, abuelas, tías y sobrinas de personas desaparecidas que cada domingo van a los desiertos y basureros de Sinaloa a rastrear, a buscar a sus seres queridos en fosas clandestinas. Es en particular la historia de una mujer, Mirna Nereida Medina Quiñonez, quien con sus propias manos desenterró los huesos de su hijo desaparecido. Mirna, quien se convirtió en líder, en detective forense, en

defensora de los derechos humanos, quien gritó y gritó que el país entero está sembrado de fosas clandestinas y quien logró con su lucha ser escuchada. Confieso que me había vuelto indiferente a la violencia en nuestro país. Los gritos de Mirna me despertaron. No es normal que una madre escarbe frenética en medio de la nada en busca de los huesos de su hijo. No es normal que las abuelitas se rompan la espalda al cavar en el desierto en busca de un rastro del cuerpo de su ser querido desaparecido. No es normal que los ciudadanos deban convertirse en peritos forenses, en detectives, porque la policía no mueve ni un dedo y/o está involucrada en el crimen. No es normal que una persona pueda desaparecer sin rastro. No es normal un país sembrado de muerte y fosas clandestinas, ni la indiferencia de sus ciudadanos. Los gritos de Mirna y los rostros de Las Rastreadoras del Fuerte entraron en mí y no me soltaron. “Te buscaré hasta encontrarte”, prometen Las Rastreadoras. “No buscamos huesos, buscamos tesoros”, explica Mirna en la fanpage del colectivo2, para recordarnos que cada persona desaparecida es un ser humano y tiene una familia que la espera. Es necesario recordar. Así que en 2019 vendí mis pertenencias y fui a Los Mochis, Sinaloa, para servir a Las Rastreadoras. Mirna me aceptó como voluntaria. Necesitaban ayuda con labores de oficina y redes sociales. Necesitaban y necesitan siempre manos para cavar, brazos para abrazar el desconsuelo, escucha para acompañar la pena de las familias. Los hechos narrados a continuación sucedieron entre el 31 de julio y el 30 de noviembre de 2019.

LA OFICINA DE LAS RASTREADORAS DEL FUERTE Los Mochis, Sinaloa, 31 de julio de 2019 La entrada a Los Mochis está marcada por las vías del tren. Es una mezcla de ciudad y campo, atravesada de canales de riego y sembradíos, carreteras amplias y rebaños de ganado. La luz es intensa, el calor y la humedad tremendos. El mar está a media hora y se siente su halo. Es el mes de la canícula. Pero en la zona urbana, el polvo, la basura y los locales abandonados son personajes principales, así como la desigualdad social: decenas de colonias paupérrimas, cuadrículas infinitas de casas hacinadas, diminutas y derruidas versus mansiones, camionetas de lujo y casinos que parecen ciudades. La desigualdad también se nota en el transporte colectivo: hay una central camionera reluciente para los ricos y la otra, para los demás, tan vieja y descuidada que se cae a pedazos; sus muros y columnas oscurecidos por una gruesa capa de grasa y mugre.

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La oficina de Las Rastreadoras del Fuerte se ubica a tres cuadras de esta central camionera decaída, justo al lado de un monumental Ingenio Azucarero abandonado, un monstruo de metal oxidado que llena el paisaje, en pleno centro de Los Mochis. La oficina está flanqueada por locales abandonados y una casa en ruinas, que, a juzgar por el olor, es habitación de personas indigentes y baño público. Sus puertas son de cristal y están tapizadas de fotos de personas bajo la leyenda “Has visto a...”. Son personas desaparecidas. Sus rostros miran hacia la calle. Cada hoja tamaño carta o “ficha” contiene además los siguientes datos: Nombre. Estatura. Fecha de nacimiento. Fecha y lugar de desaparición. Señas particulares: vestía...tatuajes... cicatrices... Son 88. La repetición de rostros me produce un vértigo de tristeza. La mayoría son hombres jóvenes. Hay un par de mujeres solamente. Era el umbral a otro mundo. Observé esas fotos, de pie, superada por una realidad diferente a la que imaginaba: no se trata de números, de “desaparición” como un concepto abstracto, sino de personas concretas con rostros, nombres, fecha de nacimiento, señas particulares; personas que faltan, rostros que cubren este umbral de piso a techo. En eso, una mujer mayor, muy dulce y cariñosa abrió la puerta. Llevaba melena corta, teñida de rubio cenizo y grabada en el rostro una expresión compungida. —Pásale Mija,3 ¿tienes un desaparecido? —No, soy la voluntaria –me presenté. —Ah, sí me dijo Mirna que venías... ella viene en camino. Yo soy Carmen, la secretaria. Esperé en el gran sofá de la oficina: es beige, enorme, mullido por el uso y muy cómodo. También el interior de la oficina está tapizado de rostros: lonas enormes sobre las paredes con fotos y más fotos cada una con su nombre al pie: Jared, Zumiko, José, Kristian, Sergio, Rosario, Carlos, Francisco y las leyendas: “Buscando Tesoros” o “Tesoros Encontrados”. Sentí un aire gélido, como si esta fuera una sala habitada por fantasmas y los deudos que los esperan. —Estos son los “Tesoros Encontrados” y estos los que faltan por hallar —señaló Carmen. —¿Encontrados quiere decir con vida? —No —a Carmen se le descompuso el rostro—. Ojalá así fuera, pero no. Pronto vamos a mandar a hacer una nueva lona de Tesoros Encontrados, para agregar la foto de mi hijo Eddy... Tardé en entender. El cuerpo de Carmen se dobló y en su espalda arqueada el tiempo retrocedió: —Cuando desapareció mi Eddy el año pasado, yo no podía moverme, no salía de mi casa, me la pasaba llorando en mi cuarto, esperando que mi hijo volviera. Apenas lo encontraron Las Rastreadoras este marzo... apenas lo sepultamos en mayo... Todavía no puedo creerlo.

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Hay un llanto tan profundo que cimbra las entrañas, las propias y las ajenas. Así lloró Carmen. No pude formular las preguntas que me intrigaban. Sabría algunos meses después por boca de Carmen que Eddy fue localizado sin vida en una fosa clandestina después de haber estar desaparecido durante varios meses. —Estar aquí, ayudar en la oficina, es mi forma de agradecer al grupo por haberme ayudado a encontrarlo —agregó Carmen. Hace sólo dos meses sepultó a su hijo. ¿Cómo sigue en pie? Carmen abre la oficina de lunes a viernes de 8 a 6. Limpia, recibe a las personas, pasa recados y también es la tesorera del grupo, sin cobrar sueldo. Quizás tener un trabajo, ayudar a otras mujeres que tienen un hijo desaparecido es lo que la mantiene viva. Mirna llegó a la oficina. Nunca olvidaré ese momento. Su presencia es de esas que pueden llenar un escenario y captar la atención de miles de espectadores. Entró hablando por celular, magnética, poderosa, un torbellino, casi avasalladora. Vestía tacones gigantes y jeans ajustados. La reconocí por su cabello corto y lentes tipo Ray Ban. Su playera verde tenía la foto de su hijo Roberto en el frente y la leyenda “Promesa Cumplida” detrás. Mientras hablaba por teléfono, revisó los recados que Carmen había anotado a mano en la libreta del escritorio. Colgó y respondió una ola imparable de mensajes por WhatsApp (el chat grupal de Las Rastreadoras). Otra llamada. Discutió con cierto mecánico porque la camioneta no estaba lista. Aprendí en instantes por sus vociferaciones que el colectivo realiza búsquedas de desaparecidos dos veces por semana y que la camioneta (una camioneta de carga doble cabina) es la que lleva a Las Rastreadoras a búsqueda, es prácticamente una protagonista de este grupo… y que está descompuesta. Casi ninguno de los miembros del colectivo tiene transporte propio y menos uno que aguante los accidentes del desierto y demás parajes recónditos donde Las Rastreadoras buscan fosas clandestinas. Así recordaré siempre a Mirna: imparable, enérgica, desprendida de sí misma, generosa hasta el extremo y realizando tareas múltiples al mismo tiempo. Todo sucedió demasiado rápido y los siguientes meses así serían: un huracán sin pausa. A los pocos minutos de su llegada, una joven madre con su bebé en brazos revisó las fichas pegadas en la puerta y entró a la oficina. —Buenos días, me dijeron que aquí me pueden ayudar. ¿Ustedes son Las Rastreadoras del Fuerte? Tengo un desaparecido, pero desapareció en Baja California. —Sí, mija, nosotras somos, bienvenida —dijo Mirna—. Pásale. Siéntate. Mirna sacó un formato de desaparición en blanco del montón de papeles apilados en el escritorio.


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Periodista y poeta de convicción social GABRIELA RAMÍREZ MALDONADO. Me dijeron que Denisse escribía poesía. Por eso la invité a una lectura de poesía erótica que se llevó a cabo en Playa del Carmen. Luego compartimos varias lecturas, donde me familiaricé con su colectivo “Poesía Itinerante” que fundó en Cozumel. Más tarde, un par de años después, supe que había ganado el segundo lugar del Concurso de Poesía, Cancún 2019, con el poemario Del color rojo vino, al color negro fue, donde ya se descubre a la escritora con enfoque social que la distingue, supongo, del resto de los poetas trasnochados de las tertulias literarias. Yo no me hubiese atrevido a venderlo todo para ir como voluntaria a tierra de nadie para entenderlo todo. Y eso es lo que hizo. Y el fruto es este libro, Hasta encontrarte, con el cual sensibiliza, desde la herida misma del dolor a un México que parece acostumbrado a esta realidad macabra, que ya no está para nada oculta. En él nos enseña incluso que el lenguaje con el que nos referimos a los desaparecidos ha cambiado. Cada crónica es agonía, incertidumbre y muerte. Nos muestra un rostro de horror desde que levantan a la víctima, y el sufrimiento que experimenta hasta su muerte; así como el momento en que la familia ve o se entera del hecho; así como el proceso de denuncia, la negativa, la frustración. Hasta encontrarte es una historia de vida que es muerte si no se tiene al ser querido; es una historia de amor en cada búsqueda; es una misma historia para más de mil 200 desapariciones forzadas registradas en los archivos de las rastreadoras. Y es también la historia de Mirna Medina —la fundadora del colectivo Las Rastreadoras del Fuerte—, el caso emblema de este libro, una de las pocas afortunadas que pudo recuperar parte de los restos de su hijo, y quien se hizo así misma una experta forense para ayudar a las demás. Pero para la autora, los hallazgos no solo fueron de muerte y huesos, sino también de un lenguaje venido del desasosiego más oscuro, del más macabro de los horrores, porque ahí supo encontrar una forma peculiar de belleza, un valor estético, a veces incluso con reflexiones poéticas —“Ya sus huesos quieren desnudarse del peso de la vida”—, otras intercalando relatos de varias protagonistas de un mismo hecho, o bien, contando anécdotas que casi hacen soltar la carcajada de no ser por el horror del tema que se aborda. El libro tiene sustento, originalidad y congruencia. Sustento porque las crónicas no solo las ha recabado la misma Denisse de la voz de sus protagonistas, sino que se apoyan en una bibliografía dolorosamente vasta. Original porque es coprotagonista al convertirse en una rastreadora más desde donde defiende la importancia de encontrar a los desaparecidos sin estigmatizar a ninguno y genuinamente se hermana y nos hermana con las protagonistas. Y es congruente porque su interés, incluso desde la poesía, tiene su sello marcadamente social. Sin duda, Denise Pohls es una escritora que no dejará de sorprendernos. Tropo

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c r ó n i c a —Lo primero es hacerte una ficha. No importa que haya desaparecido en otro estado. ¿Cómo se llama? –preguntó Mirna. —Se llama “_”, es mi papá —respondió la joven. —Te voy a pedir algunos datos Mija, esta información no la compartimos con nadie, es sólo para ayudarte a buscar a tu papá. ¿Cuándo fue la última vez que lo viste? – preguntó Mirna mientras iba llenando el formato a mano. —Fue en enero. Mi papá hace ya mucho se volvió a casar y se fue a vivir a Rosarito. No teníamos mucho contacto con él, pero nunca pasó tanto tiempo sin comunicarse. —¿Sabes si lo levantaron? ¿A qué se dedicaba? —Mi papá tenía unos baños públicos en la playa de Popotla y un puesto de pescado. Entonces mi hermano fue a buscarlo ahí. Los baños los encontró abandonados, destruidos. Nadie le quiso decir nada. También desapareció la esposa de mi papá. —¿Tienes contacto con la familia de tu madrastra? —La verdad no. Allá nadie quiso decirle nada a mi hermano, la gente tiene miedo de hablar. “Acá es normal que desaparezcan a la gente”, fue lo único que le dijeron. Sólo sabemos que trabajaban su esposa y él en los baños. Era su negocio. Mi abuelita, la mamá de él, falleció aquí en Los Mochis hace tres meses y él no vino al funeral, por eso creemos que le pasó algo. —¿Tienes una foto de él? También nos van a hacer falta sus señas particulares: lunares, tatuajes, perforaciones, arreglos que le hayan hecho en los dientes, fracturas, cicatrices, placas —No. Ahorita no me acuerdo y ya tengo que pasar a recoger a mi otro niño. ¿Me puedo llevar la ficha y la lleno en casa? —Está bien. Vente mañana. ¿Ya pusieron una denuncia Mija? —Todavía no. —Mira, lo primero que debes hacer es sacarte la prueba de ADN. Nosotras te podemos hacer la cita en la Fiscalía para que te atiendan rápido, tienen que ir tu hermano y tú. Puedes hacerte la prueba aún si no has puesto la denuncia, pero te voy a recomendar que la hagas. Ya con la denuncia, pediremos una colaboración con el Estado de Baja California, para que puedan dar seguimiento al caso desde aquí, sin dar vueltas y vueltas hasta allá. Mientras, te hacemos la ficha de tu papá de todas formas y la difundimos en redes, por si alguien lo ha visto y nos puede dar informes. —Ya me tengo que ir a recoger a mi hijo, regreso mañana. Gracias –dijo la joven cargando al bebé, con una mezcla de prisa, saturación de ideas o quizás, temor. La joven no volvió al siguiente día ni los siguientes. Pensé en el video de Mirna cuando encontró a su hijo Roberto: estaba rodeada de mujeres. ¿Por qué la labor de buscar a los desaparecidos recae en las mujeres?, me pregunté. ¿Dónde están los hombres? ¿Por qué no las ayudó la policía? ¿Por qué esta joven no acudió primero a la po-

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licía? ¿Sería por miedo o desconfianza? Si tuvo el tiempo de venir aquí, también habría podido ir a la Fiscalía. “Aquí es normal que desaparezcan a la gente” …atroz. Quizás simplemente no volvió porque tendría que elegir entre cuidar a sus bebés y buscar a su padre desaparecido. Mirna me asignó mis primeras tareas antes de partir al taller mecánico a reclamar la compostura de la camioneta: digitalizar la pila de fichas que hay en el archivo o traspapeladas por todos lados (Carmen no sabe usar la computadora) y reemplazar las fichas ya viejas de los ventanales por casos más recientes. Todo el día transcribí fichas. A muchas les faltaba la foto o tenían datos incompletos. En la semana llamaré a los teléfonos registrados para completar la información. Supongo habrá muchos casos como el de la joven, en que los familiares no tendrás los datos a la mano, o tiempo para buscar o tendrán miedo de hablar... No lo sé. Por la tarde, Mirna me llevó a la casa donde vivió con Roberto y su otro hijo Diego. Actualmente la casa está desocupada. Viviré donde vivió Roberto. Su foto cuelga, enorme, en la pared de la sala (es la misma foto que lleva Mirna en su playera verde). —Te vas a quedar solita Mija, yo vivo en la casa de mi esposo. Pero usa todo lo que quieras, hay comida en el refri, internet y lavadora, usa lo que necesites. En la noche te encierras y no salgas –dijo con prisa. La generosidad es un rasgo fundamental de Mirna: no la conocía y me dio las llaves de su casa. Es así con todas las personas: da a manos llenas. No podía dejar de pensar en los rostros, nombres, fechas de nacimiento y desaparición de tantas personas, pensar que las desapariciones no paran. Fue la primera de muchas noches de insomnio.

LE PAGABAN CON COCA Jueves 1° de agosto La oficina tiene lo indispensable, pero la falta de recursos es evidente: falta papel de baño, el lavamanos gotea, las palas y picos que se usan para localizar fosas clandestinas están oxidados y sin filo. No hay plumas para escribir. Eso sí, la bodega está llena de ropa, despensas y hasta juguetes que Las Rastreadoras recolectan para regalar a personas necesitadas. Una hora después de imprimir fichas, la tinta se acabó. No había dinero para comprar otra. Me sentí frustrada, pero me dediqué a pegar en la puerta las que hice ayer. Después de poner tantos carteles en los vidrios y ventanas, me invadió la tristeza y un vértigo hizo borrosos los nombres y los rostros de los desaparecidos, eran demasiados. Faltaba espacio para pegarlos todos (la mayoría hom-


c r ó n i c a bres, entre 17-25 años) y eso que no había terminado de digitalizar todas las fichas. Entonces llegó a la oficina una mujer con sus dos nietas juguetonas y su marido. Las niñas cambiaron mi aire mareado por alegría. —¡Buenos días, Plebes!4 —¡Buenos días, Fina! —dijo Carmen y nos presentó. —Cambiaron de lugar a mi hermano —dijo Fina, señalando una de las fichas en la pared. Se trataba de Luis Reynaldo, desaparecido el 17 de enero de 2018. Fina acarició amorosamente la foto de su hermano, como si pudiera tocarlo a él. Entonces entendí que cada ficha cuenta, detrás de cada persona desaparecida hay una familia. Fina tiene el cabello largo, teñido de rubio, uñas pintadas, gruesa capa de maquillaje, labios color rojo. Es rápida para la sonrisa, transparente y directa. —Ay, mi hermanito. Aquí sale con su guitarra... Éramos, somos inseparables —esta lucha verbal entre el tiempo pasado o presente, la muerte o la vida, se le atoró en la garganta, la hizo dudar, porque un desaparecido no está vivo ni muerto—. Somos —corrigió— inseparables... —¿Su hermano es músico? —preguntó Carmen. —Sí, toca la guitarra, pero también el bajo y el acordeón. Trabajaba en la Central de Abastos, tocando. De ahí lo sacaron los jefes. El marido de Fina se llevó discretamente a las niñas a la cocina, para que no oyeran la conversación. —¿Los sicarios? —pregunté. —No, los comandantes, los jefes de policía. Se lo llevaban a tocar a sus casas de seguridad, ya ve que en esas casas de seguridad se encierran por días enteros. —¿Casas de seguridad? ¿Y para qué querían a su hermano? —dijo Carmen. —Es donde se encierran los jefes cuando andan escondiendo algo o a alguien o cuando tienen alguna misión especial... Se encierran por días y pues necesitan entretenimiento: músicos, prostitutas, droga, todo lo que quieran... Se lo llevaron para que tocara tres días ahí con ellos, como no pueden salir… Lo malo es que no le pagaban en efectivo sino con droga y ellos tenían lo mejor de lo mejor. Yo no me hago pendeja, sé que los músicos andan en eso, que consumen, pues, para aguantar. Pero que le pagaran con droga fue su perdición. Mi hermano sí consumía, de menos yo sabía que consumía cristal y coca. —¿Cómo puede saber? ¿Lo vio? —preguntó Carmen—. Yo a mi Eddy nunca lo vi ni fumar. —Por el olor. El Cristal huele como a raticida y se ve en los dientes. Se les pudren los dientes. Se puso flaco. O llegaba apestando a coca, es otro olor, no sé cómo decir, se notaba, no dejaba de sonarse la nariz, como si algo le picara. Se la pasaba rechinando los dientes. Le decía: andas

todo empericado. Él lo negaba. Le decía: a mí no me haces pendeja, apestas, le decía yo. Fue mi culpa, fue mi culpa, si le hubiera puesto más atención a su problema de drogas... —A veces, como madre, una no sabe lo que hacen los hijos, muchas veces los Plebes delante de uno son de una forma y detrás de otra. En mi casa mi hijo Eddy nunca fumó ni un cigarro de los normales —insistió Carmen. —Yo sí me daba cuenta –dijo Fina. El problema es que como le pagaban con droga, pues la empezó a vender. Pero era de la buena, de la prohibida, de la que sólo traen los altos mandos. Ya ve que no se puede vender droga de un bando en el territorio de otro. Hasta le ponen colores diferentes o sabores: de uva, de durazno, la mezclan con polvitos de esos para hacer aguas de sabor. Lo hacen así para disfrazar el aroma, pero también para distinguir cuál droga es de cuál bando. Además, la vendía a granel. —¿A granel? —Sí, le pedían: “véndeme 20 pesos, 50 pesos, una grapita de a cien”. Así no funcionan las cosas. Creo que lo levantaron por eso, por andar de tirador a granel. —Ya tiene más de un año que lo desaparecieron. La que está muy mal es mi mamá. El otro día llegué y había cocinado albóndigas, un montón de albóndigas, dijo: “si Luis Reynaldo llega, va a tener mucha hambre...” Yo no puedo con eso, me duele demasiado. La familia se desmoronó: se acabaron las reuniones, se acabó la música —dijo Fina, pero el llanto le ahogó las palabras. Las nietas y el marido de Fina, quienes habían estado jugando en el cuarto de al lado, reaparecieron —táctica para que Fina dejara de llorar. —Bueno, ya nos vamos. Nada más pasé a saludar a Mirna y ver si hay noticias. ¿Va a haber búsqueda el domingo? ¿No? Ah, todavía no está lista la camioneta. Ojalá pronto se renueven las búsquedas. Doña Carmen, me avisa si hay que cooperar para la reparación de la camioneta. Niñas, despídanse de sus tías —dijo Fina. Las niñas nos dieron un beso y se fueron. Me llamaron tía y me sentí abrazada por una ola de calor. Dos días aquí y ya me hicieron sentir parte de la familia. Eso me ayudó un poco a digerir el peso de lo recién aprendido. Aprendí que alguien no desaparece, sino que “es” desaparecido.5 Con razón Fina contó su historia en susurros. Las personas tienen miedo y no confían en la policía. En este caso, Fina señaló a la policía como presunto autor de la desaparición de su hermano. ¿Qué diablos haría yo si mi hermano “fuera” desaparecido? ¿Me importaría lo que hubiera hecho o dejado de hacer? No. Lo buscaría sin descanso hasta encontrarlo o hasta mi muerte, lo que llegara primero. ¿Le ocultaría los hechos a mi madre? Mi madre no tendría paz nunca hasta que lo halláramos. Mi madre seguiría cocinándole albóndigas en espera de su regreso. Y no hablaríamos de él en pasado, porque estar desaparecido significaría no saber si está vivo o muerto.

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c r ó n i c a Cada ficha en la puerta es una persona que fue víctima de desaparición forzada y cada persona cuenta. Cada una de las personas cuya ficha está pegada en estas paredes tiene una familia que la está buscando. Detrás de cada una, hay una historia. Poco a poco iría conociendo cada caso. Los rostros que primero sentí como fantasmales son en realidad un símbolo dual: la esperanza, una lucha contra el olvido, la evidencia de que el ser querido aún es buscado y esperado por su familia. Por otro lado, representan la tragedia de la desaparición. Entendí que esta oficina es el centro de un microuniverso. Es un faro en la desesperanza, pero la oscuridad que intenta romper es densísima. Antes de irse, Carmen observó las puertas de cristal. —Mija, no está la ficha de mi sobrino. —¿Tiene un sobrino desaparecido? —Sí, se llama Jesús Enrique, es el hijo de mi hermana. Desapareció en el 2015, casi en Navidad y mi hermana se unió a Las Rastreadoras desde hace mucho, aunque casi no va a búsqueda ni viene a la oficina. La esperanza se sostiene de hojitas de papel bond y palas... Busqué la ficha de Jesús Enrique en la computadora, pero no estaba, así que, con ayuda de Carmen, la volví a hacer y la pegué en la puerta. Ojalá no haya más fichas antiguas traspapeladas

BÚSQUEDA. SUS HUESOS SON MAÍZ Domingo 4 de agosto La búsqueda continuó la mañana del domingo. Catorce Rastreadoras regresaron al punto del “Primo”, al lado del maizal. El sol era intenso. De ese sol que mancha la piel de tan quemante. Ese calor tan intenso que corta el aliento. Las Rastreadoras se protegen con camisas de lona de manga larga, paliacates, gorras, rebozos. Hace calor, pero hay que protegerse de las espinas, de los alacranes y serpientes. Algunas llevan lentes oscuros y unas pocas, guantes de gamuza. Cavaron incansables en el mismo punto donde el “Primo” había cavado frenético la noche anterior. Cavaron dos metros de profundidad en la fosa. Brotó agua. De los huesos ni rastro. —Esto no lo vimos porque ya estaba oscuro. El sonido que escuchamos no era de gas liberado por un cuerpo en descomposición, sino de esta agua –dijo Mirna. Cuando las mujeres encontraron más restos de cal, ladrillo y jirones de tela desperdigados en el terreno, la sospecha de Mirna surgió en voz alta. —Ya valimos madre. Antes aquí era monte, ahora está sembrado. Pero esta cal no tiene nada qué hacer aquí. Sospecho que aquí sí había un cuerpo, pero que cuando

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pasaron los tractores para sembrar, lo trituraron y desperdigaron. Revisen por arriba nomás, no caven. Y de repente un pedazo de hueso seco, sin dientes, un pedazo de mandíbula fue alzado en alto. —¡Aquí! –gritó Sonia, la mujer de las uñas de acrílico. Mirna reunió a las mujeres, examinó el hueso. —Es humano –confirmó Mirna–. Mujeres, dejen de cavar. Escuchen. El ADN se puede recuperar de tres partes: el fémur, las vértebras o los dientes. Este pedacito no tiene dientes. Todas en línea desde el punto en que encontramos este huesito, vamos a avanzar en línea, para ver si encontramos más restos óseos, que no quede un sólo pedazo sin revisar. No caven. Este tesoro ya lo sacaron las máquinas con la siembra y lo regaron por todo el terreno. Las Rastreadoras buscaron, pero no encontraron más restos. La decepción y desesperación se hicieron visible en sus rostros. —Ya lo desperdigaron los tractores al pobrecito “tesoro” –se lamentó Mirna. Sonia lloraba. Mary “Perfumes” trató de calmarla. —Yo también creí que íbamos a encontrar un “tesoro” hoy, me siento frustrada, dijo Mary, abrazándola. A Sonia las lágrimas se le transformaron en rabia. Ella busca a su hijo Pablo Adrián, alias “Cebollita”, desaparecido el Día de las Madres, en mayo del 2018. —No es eso Mary. Me da un chingo de coraje. Ese supuesto “Primo”, ese desgraciado no tiene perdón de Dios, ¿cómo se atreve? Primero los entierra y luego los desentierra, él era sicario, él andaba matando y levantando Plebes. Mary intentó calmarla, pero Sonia estalló y rezó por venganza. —Que Dios les haga lo mismo a sus hijos. Que sufran lo que yo estoy sufriendo. No saben lo que sufre una madre... pero lo bueno que existe el karma, hay un karma y nadie nos vamos sin pagar nada. —Tenemos que encontrar fuerza de donde sea y seguir buscando, no piense en nada más —dijo Mary, quien iba vestida con un sombrero negro, con malla negra en la cara, para repeler insectos. Mirna llamó a servicios periciales y a la policía para dar aviso del hallazgo. No tardaron mucho en llegar. Los policías acordonaron la zona con cinta amarilla con la leyenda “Prohibido el paso”. Los peritos forenses colocaron números y letras al lado del pedazo de mandíbula, tomaron fotos, lo metieron en una bolsa de papel y se fueron. —Mujeres, como les decía, lo más común es que se extraiga una muestra de ADN de los dientes, pero se puede tomar de cualquier hueso: lo trituran y congelan a 40°C bajo cero, de ahí sacan la muestra. Así 28 que este fragmento, aunque no tenga dientes, quizás pueda ser identificado –explicó Mirna–. Todavía es temprano y hay otro terreno que quiero revisar. Vámonos.


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Las Rastreadoras atravesaron los maizales de regreso a la camioneta para continuar la búsqueda. Sonia iba triste, sumida en un profundo silencio. Imaginé que el nuevo maíz que ahí crecía estaba abonado por los huesos de la o las personas que fueron sepultadas en clandestinamente y se me revolvió el estómago. Tortillas sabor humano. Esto es una salvajada. ¿Y el conductor del tractor qué? ¿No se dio cuenta de que estaba desenterrando un cráneo humano? ¿Tanto es el terror al crimen organizado que silencia las peores atrocidades? Pararon en una tiendita del camino. Mirna compró unos quesos y tortillas, agua y refresco. Las Rastreadoras sacaron sus burritos y guisados hechos en casa que habían traído para almorzar y los compartieron. En la fresca sombra del patio de la tiendita, se quitaron los sombreros y los trapos enrollados en el cuello. Por fin se distinguieron sus rostros. Juani había tropezado en un surco y cojeaba, su rodilla estaba muy hinchada. Después de un breve descanso, las mujeres continuaron la búsqueda. Avanzaron por caminos estrechos de terracería. El polvo estaba tan seco y volátil que pronto Las Rastreadoras quedaron completamente empanizadas. El coche de “La Bella” 12 se unió a la búsqueda, tras la nube de polvo de la camioneta. “Bella” es uno de los miembros del grupo con “suerte”. Ella encontró el cuerpo de su esposo en una fosa clandestina, en su primera búsqueda con Las Rastreadoras, a tan sólo un mes de que lo levantaran. Todo sucedió entre octubre y noviembre de 2017. Por ello juró seguir apoyando a sus compañeras hasta encontrar a los esposos, hijos y hermanos de las demás. Mirna encabezó la búsqueda. Es una experta en el campo. Señala hundimientos que nadie ve. Se adentra sola

en parajes cerrados de espinas. Hunde la varilla en donde sospecha que ha encontrado una fosa, la clava usando el peso de su cuerpo y luego la extrae como tornillo, moviéndola lado a lado, girándola (las mujeres encuentran maneras de sustituir la fuerza bruta con maña). Cuando la varilla está fuera, la huele. Por eso es la herramienta más importante del colectivo, porque es capaz de penetrar la tierra y encontrar los rastros de un cuerpo escondido. Esa es la clave: el olor inconfundible a cuerpo humano en descomposición. Por eso la varilla es la llave del colectivo, porque es la herramienta que revela el hallazgo de un “tesoro”. NOTAS: 1 “Después de tres años, Mirna encontró a su hijo”. Canal NoroesteTV. En internet: consultado el 27 de enero de 2021. 2 Las Rastreadoras del Fuerte tiene una página de Facebook: https://www. facebook.com/Las-Rastreadoras-del-Fuerte267629457048946 3 Mija es una contracción de “mi hija” y es un apelativo cariñoso, ya sea al hijo propio o a una persona más joven. Es un término informal común en México. 4 Plebe es un regionalismo norteño y un apelativo cariñoso. Aunque el origen de la palabra es peyorativo, en el norte de México tiene una connotación cariñosa: se utiliza para dirigirse o nombrar a niños chiquitos o a un grupo de amigos. 5 Aquí empieza otra interesante y triste variación verbal. Desaparecer se convierte en un verbo copulativo: ser desaparecido, estar desaparecido. 12 “La Bella”, es uno de los apodos que decidí inventar para proteger la identidad de esta Rastreadora, dada la naturaleza delicada de las declaraciones que después me haría.

Denisse Pohls (León, Gto.1986) es poeta, periodista, fotógrafa y buzo. Ha publicado los poemarios Navíos, Hora Pico, Eres Delicioso, el poemario para niños La Isla Azul Poemarinos y el álbum ilustrado para niños Guacamayo y sus pelos parados. Creadora del proyecto Poesía Itinerante que promueve poetas mexicanos desde 2014. Becaria del PECDA Guanajuato 2021. Actualmente trabaja en el libro para niños Macabras leyendas en verso de la Niña Momia descalza. Licenciada en Periodismo por la Escuela Carlos Septién.

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Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio, 2020

Omar Ortega Lozada: una consolidación en ascenso Por Miguel Ángel Meza

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omo una suerte de reconocimiento de la efervescencia poética actual que vive la literatura de Cancún — el segundo momento en su historia naciente—, dos poetas locales recibieron recientemente el Premio Peninsular de Poesía “José Díaz Bolio”, el prestigioso certamen de Yucatán, considerado como el más importante de la región: Omar Ortega Lozada en 2020, por su poemario El libro de Lot, y Sara Hernández Romero en 2021, por su obra Zhi lan (con lo cual se convierte en la primera mujer de Quintana Roo en obtener este acreditado galardón), y, además, una de las menciones honoríficas (de 2020) recayó sobre Mauricio Ocampo. De la joven Sara Hernández (Toluca, Edo. de México, 1999, que lleva doce años viviendo en Cancún), esta revista ha publicado en dos ocasiones obra suya, la más reciente como parte de la muestra de poetas mujeres del norte de Quintana Roo aparecida en el número anterior. Y Mauricio Ocampo, desde 2013, forma parte de la plantilla de colaboradores frecuentes de este medio en el género ensayo, donde se le ubica mayormente y no tanto en el verso, a pesar de su prolífica producción lírica en publicaciones independientes. Sin embargo, Omar Ortega Lozada (Apan, Hidalgo, 1978), quien reside en Cancún desde hace más de veinte años, no había sido atendido por nuestro medio como lo merece un autor de su estatura. Emanado de la cantera del célebre taller Sian Ka´an dirigido por Ramón Iván Suárez Caamal, Ortega Lozada es uno de los poetas más consistentes de Quintana Roo, con una voz propia que muy pronto lo distanció de cualquier influencia limitante del semillero donde creció. Aho-

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ra, con este poemario ganador continúa una consolidación en ascenso y recibe una mayor visibilización. El Libro de Lot es un largo discurso poético en prosa, pletórico de imágenes de altas y ricas connotaciones. El sentido de esta riqueza tropológica —que ubica a Omar en un estrato imaginístico más allá de la experiencia metalingüística de la que nace— encabalga intuiciones sensibles de tal manera enfáticas e iterativas que sumergen al lector en atmósferas cargadas de emoción. Con un sujeto lírico totalmente inmerso en la enunciación, en una cercanía melódica que acrecienta el significado emotivo, el léxico del poema es fiel a una tradición que exalta la naturaleza marítima, sin atraer lenguajes de otros discursos. Al contrario, enaltece al infinito lo proteico de ese ecosistema conocido, si bien metaforiza de manera general el tema de raigambre bíblica que se anuncia en el título. Sobre todo, el de un personaje que recibe dicha enunciación, Edith, la mujer de Lot convertida en estatua de sal mítica, que se reconfigura aquí como la gran declaración de empatía amorosa del propio elemento acuático, específicamente “el rojo silencio de las algas”, motivo con que arranca este notable poema. Este tópico amoroso asimismo establece un vaivén que va de aquel pasado mítico a un referente actual del propio sujeto lírico, al aludir a una historia contemporánea de amor, que dialoga con el poema de Wislawa Szymborska “La mujer de Lot” y proyecta el drama de una renuncia, una partida, una desobediencia no tan secreta: “Aunque ocultes el llanto, las tachaduras de los versos que escribes a la orilla de la playa, te delatan.” Con la anuencia de su creador, ofrecemos en las siguientes páginas los párrafos correspondientes al segundo apartado, “Efluvios de Edith”.


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Efluvios de Edith Por Omar Ortega Lozada Y el hombre justo acompañó al luminoso agente de Dios por una montaña negra, siguiendo su huella, mientras una voz incansable acosaba a la mujer: -No es demasiado tarde, aún puedes mirar hacia atrás. Anna Ajmátova

2:1. El silencio es un gemido plano, liso, como la piel no pronunciada por mis manos. El viento te roza levemente, vibra un rumor en tus adentros. Un estremecimiento te inunda, te invade el oleaje con el que emites un líquido murmullo cuyos acordes tocan las cuerdas de mi sangre y la tintura de una larguísima pulsión, como aquellos querubes desterrados que osaron rasgar los nervios de la lira que despierta el crisol de los amantes. De mi costado, un rojizo humor escapa, rompe el espejo, resquebraja tu sombra y una bandada de ondas –aves líquidas- se evapora a la distancia.

2:2. Se evapora el día, tu piel y boca entre los dedos, como resoplos que no alcanzo a contener entre las sábanas mientras duermes, como pétalos hurtados por la gravedad a la flor, como el desvelo del más insondable secreto que los capullos guardan. Tu respira-

ción es lenta, suave, inunda el aire con notas de diamantes que se incuban en tu cuerpo; colorada infusión de la carne cuyos efluvios se esparcen en una danza invisible donde asciendes al piélago astral. A ciegas descubro el origen del alba al rozar los fosfatos que nos cubren y percutir la oscura y cálida dureza de nuestros vientres. Y en esa búsqueda de la luz tribal no tienes la desavenencia de enmudecer por instantes, pues serafines microscópicos capturan rosáceos sollozos que los flamencos se encargan de revelar más adelante cuando se transforman en saetas que asaltan las murallas de la aurora.

2:3. Un fósforo se desangra. El fuego de la aurora se expande después de rasgarse con la piel de los fosfatos y azufres: flamenco que alza el vuelo para no ser consumido por las ascuas que guardamos en la entrepierna de

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la noche. Ebrio de esta travesía, navego a la para ser derruido por los tiernos cristales de deriva sobre lomos de olas y me dejó llevar tu voz que me ahogan en arenales de gozo, por la corriente. cuando expelemos el calor con nuestra lengua al untarla a la luz que se oxida. Ah, Edith, 2:4. el deseo es rojo salitre que brota de estrellas Un murciélago ebrio de insoportable negru- que envejecen lentamente. ra, vuela sobre la corola del celaje, poliniza el horizonte con su errático vuelo; brota la noche: fruto de acendrados aromas que maduran en las comisuras de tus muslos, Edith. Bajo las sábanas de una tenue neblina me sumerjo en el mosto que fulgura; sorbo lentamente los alcoholes de tus vides. Se fermenta el amor bajo las cristalinas notas que desfogan tus labios: fragua donde forjo las palabras que marcan mi lengua. Con el leve murmullo de las aguas, atizas el fuego para avivar nuestra sal –luz que se astilla lentamente– y maceras el ardoroso y cauterizante humor de donde se desprenden los besos que sellan las heridas de antiguas tempestades.

2:5. Rosado es el dolor de los recién nacidos, la afonía del fuego, el sonido de un beso, el hervor de la sangre, la sonrisa de la fragua donde el día salta entre las olas y del hedor de los amantes. El sudor de la noche se resume en ti al igual que la herrumbre de los barcos y del mar. Soy bajel a la deriva que tus manos moldean con el barro de la noche, ahogado en la espuma de tus cálidas mareas. Encallo

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2:6. Transparente es el silencio y tu cuerpo donde puedo ver las estrellas que han sembrado los flamencos a su paso –teas que hallan contrapeso con el cuello entre las alas–, enturbian el agua buscando respuesta a su eterna interrogante o la brea que las haga eternas, guardando el equilibrio para no formar parte de la líquida hoguera en que se convierte tu tez de piélago cautivo. Ah, cuánta luz dentro de ti, ahogada en un profundo sueño que poco a poco se desgasta en la vigilia del sol que cada día se afana por liberar galaxias contenidas. Sabe que con la lija del tiempo el agua se luye en estrellas que cielo y mar reclaman.

2:7. Bajo el manto de estrellas primitivas vengo a ofrecerte mi cuerpo, Edith. Desuella este cordero después de apuntalar las mantas de tu tienda donde pastan astros y navíos. Con la punta de tu lengua hurga el sabor de los pastos y las olas, la ladera de mi torso y el cayado con que arreo el oleaje de mi sangre; mientras sorbo la


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temblorosa infusión que desprende la hirviente vulva de la orquídea cautiva bajo las faldas de los montes que impetuoso escalo. Y frente al Mar Salado, muerto, me sumerjo en ti para macerar mi piel en la cálida tenería de la tuya, donde dejo apostadas las heridas que la sal habrá de conservar después del rescate.

2:8. Después de lamernos las heridas y ofrecerte mi cuerpo en sacrifico –cordero herido por la húmeda saeta de tus senos- te entrego la salea que cubre los tejidos de mi historia y su fluvial amor. Restriégala de sal –ardiente luz, primitivo maná que cauteriza las heridas del olvido, espuma que guarda el diálogo de náufragos y sirenas, espesísimo sudor que escurre de sus pezones insurrectos, tiza que traza el camino hacia buen puerto, polvo de estrellas, cementerio de luciérnagas, resumen de las edades, escarcha de sol, nieve del trópico, plumaje temprano de aves que rompen el cascarón de la espera, arena repleta de sinsabores, hoguera donde los ángeles quemaron sus alas después de caer, rescoldo de los cuerpos que se consumen en sus jugospara que conserve las huellas de tu paso.

2:9. Todas las tardes, el celaje te imita para ver si seduce la otra cara de la luna. Tierno fuego,

pira donde incinero la interrogante que mi fémur sostiene, ¿cuánto tiempo le queda a mi costilla? Las dudas cuelgan del superlativo cuello de flamencos cuyos anzuelos creen encontrar la respuesta azuzando el agua, removiendo el fango donde las algas nutren el silencio. Mientras tanto, los días transcurren en una confluencia de espasmos de luz y sombra donde arreas constelaciones de aves y su errante vocación de mar, y te guías por el incansable faro al que se aferran tus instintos hasta desfallecer a orillas del cansancio. Con el filo de una pregunta alguien hirió a Dios: en el horizonte se desangra lentamente frente el arribo de la noche.

Omar Ortega Lozada. Director de la revista literaria Sonarte editada en Bacalar de 1996 a 1999, el autor de los cuadernos de poesía “Matices de la piedra”, “Donde la noche se hace llama”, La suerte de las aguas y Aleteos del colibrí, ha obtenido reconocimientos en diversos certámenes —tercer lugar en el Concurso Nacional de Literatura ISSSTE 2015, Premio de Poesía Rosario Castellanos (UADY), premio de los Juegos Literarios Nacionales Universitarios 2016— y varias menciones honoríficas —en los VI Juegos Florales de Isla Mujeres (1992), en el Certamen Regional de Poesía de Bacalar, Quintana Roo (1995) y en los Juegos Florales de Isla Mujeres 2014, en el propio Premio de Poesía “José Díaz Bolio” (2016), en el certamen de poesía Cancún 2019, y en el Premio Internacional Caribe IM 2019.

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La suprema Átropos Por Lorena Careaga

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as tres hermanas —Cloto, Láquesis y Átropos— conocidas en aquella ciudad como las Moiras, no eran unas simples costureras; la suerte de los seres humanos, y hasta el destino de los dioses, estaba en sus manos. De la rueca de Cloto salían los hilos de la existencia: seda y oro para los afortunados, lana y cáñamo para los desdichados. Con su huso, Láquesis los urdía y devanaba, largos o cortos según la duración de cada vida, tejiendo el entramado de la fortuna y la fatalidad. Pero el verdadero arte en la especialidad creativa de las Moiras provenía de la experimentada Átropos y su maestría en el uso de las tijeras. Sus “execrables tijeras” decían las malas lenguas, a sus espaldas. De hecho, a sus espaldas, jamás frente a ella, se decían muchas cosas. Secretamente la apodaban Morta, nombre que ella aborrecía al punto de entrar en un frenesí imparable, cortando a diestra y siniestra, y ¡ay de quien se cruzara por su camino! Otros la conocían como Parca, epíteto que le sonaba áspero, displicente, una afrenta a su rigor obsesivo por la apariencia, la forma y la pulcritud. A veces, la bella Átropos prefería que la llamaran por otro de sus nombres: Aisa, más suave y pronunciable, menos temible y desconcertante. Todo dependía de su estado de ánimo; he ahí el riesgo. Era difícil saber de qué humor despertaría cada mañana, si había tenido un descanso reparador, si sus sueños habían sido apacibles, o bien, si no había pegado el ojo en toda la noche y no había tenido

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Hilos de la Vida/ hilos de la Muerte (2015). Técnica: bordado. Autor: Inés. Imagen tomada del sitio monos con pincel.

más que pesadillas. Pocos, en realidad, se atrevían a llamarla Aisa. Pocos se atrevían a llamarla. Punto. Sus hermanas así la invocaban, cuando deseaban congraciarse con ella y pedirle alguna prenda. El resto del tiempo, y en especial cuando realizaba sus labores, Átropos era Átropos, la inquebrantable, la inclemente, la infalible Átropos. Se decía que era una especie de bruja, y aunque ella jamás se habría descrito así, es verdad que tenía preferencias un tanto insólitas. Gustaba de cultivar plantas. Más bien, una sola planta: la solanácea de nombre belladona, con sus frutos de color negro cuajados de atropina, tan sedantes que, en manos inexpertas, eran en extremo peligrosos. Una sola vez al año —la noche del 30 de abril, en nuestro calendario— la resuelta Átropos hacía salir el espíritu de la belladona, marchitando sus pequeñas flores violáceas y llenando el ambiente de un aroma agridulce, que la gente, extrañada, tenía mucha dificultad en calificar de deleitable o de vomitivo, tan extremas eran las reacciones que provocaba. Una mascota, de nombre Manos de Piedra, la acompañaba por doquier colgada de su cuello. No importaba que se tratase de una serpiente venenosa ni que, con ella, sembrara el pánico a su alrededor. A la impasible Átropos, sobra decirlo, no le afectaban las inquietudes humanas. El padre de las Moiras, poderoso y mujeriego, habituado a cumplir sus caprichos y hacer gala de un carácter atronador, era capaz de electrocutar con un movimiento de sus brazos a quien se le pusiera enfrente. No obstante, una mirada de la osada Átropos, enseguida lo menguaba y lo sujetaba al poder de aquellos ojos grises que todos te-


d e v e z e n c u e n t o mían. En cuanto a la madre, nunca se supo quién era la verdadera progenitora de aquellas tres hermanas, pues el padre había cohabitado simultáneamente con tres hembras recias, y las tres habían dado a luz trillizas, el mismo día y a la misma hora. Cada una de esas niñas traía escrito su propio destino, pero las Moiras eran infinitamente más poderosas que sus seis medias hermanas y que cualquier otra de las numerosas medias hermanas engendradas por el padre. La inexorable Átropos, no obstante, las superaba a todas. No por casualidad le había tocado, entre la vastedad de porvenires posibles, la responsabilidad de elegir el mecanismo de la muerte y terminar con la vida de los mortales, cortando con sus abominables tijeras la hebra de su existencia. Un día —un 2 de noviembre, para ser exactos— la sublime Átropos salió a recorrer los campos. Vio venir por el sendero, a un caballero arrastrando los pies y la armadura. —¿De dónde vienes? —le preguntó. —De ganarle una partida de ajedrez a la Muerte —contestó el caballero. —¡¿Cómo?! La irascible Átropos sintió que veía rojo y a punto estuvo de empuñar sus nefandas tijeras y arremeter a tijeretazos contra aquel hombre. Sin embargo, pudo más la curiosidad. ¿Quién había osado tratar de suplantarla? ¿Quién se había atrevido a hacerse pasar por ella? —¿Dónde está esa supuesta Muerte? —lo interpeló. —Allá atrás —dijo el caballero, señalando el camino por el que venía—. Viste una capa negra con capucha y porta una guadaña —añadió, mirando con cierta ternura compasiva las tijeras de su interlocutora. La frenética Átropos salió disparada en esa dirección. Su mente enloquecida brincaba de una duda a otra, en un torbellino esquizofrénico: “¿Quién será? ¿De dónde viene? ¿Qué se propone? ¡Una guadaña! ¡Cómo se atreve!...” A grandes zancadas, llegó a un cruce de caminos y enseguida la vio. Estaba con la espalda apoyada en el tronco de un viejo roble, los brazos cruzados, observándola, esperándola. La guadaña yacía en el suelo. Aquella actitud la enfureció aún más, pero algo en esa figura la contuvo, quizá su altura y extrema delgadez; quizá su rostro pálido, sus manos de dedos largos y huesudos. La sorprendida Átropos se obligó a avanzar más despacio, hasta quedar a un paso de unos ojos más grises, si cabe, que los suyos. La incontenible Átropos no resistió asomarse a la profundidad de aquellas cuencas, y lo que vio fue un abismo, el tiempo detenido, la eternidad inconmensurable del universo. Cuando la Muerte la tomó en sus brazos y besó sus labios intocados, la rendida Átropos sintió que una nostalgia desconocida le invadía el pecho, una alegría suprema e incondicional. Supo que caería abatida y, con ella, toda una era. Bajo el roble, quedaron tiradas sus tijeras.

Átropos o Las Parcas (1819-1823). Francisco de Goya. Museo del Prado.

La Parca (Antonio García Vega)

Lorena Careaga Viliesid es antropóloga e historiadora. Su vida académica ha girado en torno a la historia de Quintana Roo, del Yucatán decimonónico y de la Guerra de Castas. Su más reciente obra es Crónicas de Ambarluna (Malix editores, 2021).

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El Diablo y Dios (sus representantes) toman café Por Jorge González Durán Como un rescate de su vida periodística radiofónica y para documentar la historia viva de personajes de la vida política, social y cultural de Cancún y de la entidad, el comunicador Jorge González Durán pondrá en circulación próximamente su libro CANCÚN, historias al vuelo, una selección de crónicas, reportajes y sucesos no solo del emblemático programa Desde el café, que conduce con singular estilo desde hace veintiún años y se transmite diariamente por la estación Caribe FM, sino de su paso por otros medios. Personaje él mismo, decano del periodismo en Cancún, cronista, editor, director de medios de comunicación, fundamentalmente reportero de vocación, González Durán contribuye con este libro a mantener viva la memoria de nuestra ciudad, una ciudad que no termina de fundarse, crecer y transformarse en busca de su identidad. Con autorización del autor, reproducimos aquí uno de los textos de ese volumen.

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ue una mañana con un estremecimiento especial. Lo que sucedió sólo se pudo dar en la mañana de ese viernes 13. Un día que muchos supersticiosos consideran de mala suerte. El hecho es que los representantes de Dios y del Diablo (ponemos en mayúsculas los dos vocablos) llegaron al restaurante El Ocho, cada quien por su lado y por diferentes motivos. Ya se sabe que los designios de Dios son inescrutables, y que el Diablo tiende sus redes y sus tentaciones a veces invisibles. Allí estaban sin que

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fueran convocados. Cruzaron sin mirarse, aunque minutos después se darían la mano con una frialdad que pareció llegar de remotos túneles del tiempo, de un tiempo del cual el hombre ya no tiene memoria. Cuando este escribano llegó al restaurante El Ocho —ya desaparecido— a conducir el programa radiofónico Desde el Café, Marisa Burgos ya estaba sentada en la mesa donde se desarrolla la emisión de lunes a viernes a partir de las 9.30 de la mañana. En otra mesa del restaurante, se encontraba el ingeniero Alejandro Pinelo León, asistente personal de obispo de la prelatura de Quintana Roo Pedro Pablo Elizondo Cárdenas.


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Jorge González Durán durante una entrevista por los 50 años de Cancún. Fotografía: Rafael Vázquez. Tomada del Facebook de Marcos Ramírez Canul.

Y la verdad, dado que estaban allí los dos, se me ocurrió sentarlos a la misma mesa para una entrevista informal, “como las que acostumbraban aquí.” Pinelo estaba en el café para ofrecer una conferencia de prensa sobre el programa del Congreso Mariano próximo a celebrarse. Marisa había acudido para hablar de un tema que le interesaba: la Santa Muerte. Lo usual en la transmisión entonces eran los debates de corte político entre dirigentes y representantes de diferentes partidos políticos, entre personalidades del mundo empresarial, entre sindicalistas o de la sociedad civil sobre diversos temas de interés colectivo. La pluralidad de voces en Desde el Café es su distintivo. Son memorables las polémicas en este espacio. Las de Gastón Alegre y Joaquín García Zalvidea, por ejemplo; o cuando la ex alcaldesa Magali Achach de Ayuso anunció al aire su rompimiento con el Partido Revolucionario Institucional o cuando Arturo Villanueva Madrid —ya fallecido— denunció que su hermano, el ex gobernador Mario, era víctima de una conjura política. Panistas versus priístas. Perredistas contra todos. Sindicalistas tronando contra los despidos injustificados; hoteleros exigiendo la restitución de playas o contra la desaparición de la Secretaría de Turismo, mujeres contra la penalización del aborto, jóvenes demandando mayores espacios de participación, operadores de taxis quejándose contra sus patrones, ecologistas defendiendo el medio ambiente, ciudadanos denunciando abusos de autoridades de los tres niveles de gobierno.

Todo ha pasado frente a los micrófonos de la emisión radiofónica Desde el Café. Todos los que tienen algo que decir de interés público han desfilado y desfilan por allí. Pero lo que sucedió esa vez fue algo insólito. Nunca se habían enfrentado los representantes terrenales de Dios y del Diablo. Y, sin embargo, allí estaban frente a frente, aunque al principio sólo se miraban de soslayo. Marisa, mejor conocida como La Bruja de Corales, jugueteaba con un lápiz y miraba de reojo a don Jesús Soberanis Plata, el serio y eficaz productor del programa. El ingeniero Pinelo, sobrio, con una tímida y, diríamos, beatífica sonrisa, consultaba una pequeña libreta. ¿Cómo comenzar? ¿A quién entrevistar primero? Yo sabía que Marisa es adoradora del Diablo. Ella nunca lo ha ocultado. En un programa, hizo la tremenda revelación que causó asombro, disgusto e incluso temor de muchos radioescuchas. Lo dijo sin palabras altisonantes: “Yo soy adoradora del Diablo.” Así, sin más. El ingeniero Alejandro Pinelo es un laico, un devoto de María, un creyente sobrio y firme. Culto sin pedantería, católico sin fanatismos. Su hablar es pausado; sus razonamientos son directos. Docto en cuestiones teologales, no trata, sin embargo, de “apantallar” a sus interlocutores. Comunica de manera directa y muchas veces convence. ––Marisa, tú eres adoradora del Diablo, ¿verdad? —le pregunté a boca de jarro. El ingeniero Pinelo se sorprendió al escuchar la pregunta y fue entonces que miró fijamente a Marisa. Al principio, antes de “entrar al aire”, es decir, antes de que

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c r ó n i c a

Jorge González Durán, Javier Ugalde e invitados en un convivio luego de la transmisión del programa Desde el café. Imagen tomada de la página de Facebook del programa.

comenzara la emisión, Marisa era una presencia lejana para Pinelo. Pero después de la pregunta, el asistente personal del obispo Elizondo trató de escudriñar a la persona que tenía enfrente, sus ojos trataron de penetrar en el alma de Marisa, cubierta con un vestido modesto de algodón y con unas cómodas sandalias. —Yo soy adoradora del Diablo desde hace 30 años, y permanezco fiel a mis creencias —respondió la ya famosa Bruja de Corales. -–Ingeniero Pinelo, usted cree en Dios y, por lo tanto, está en el bando opuesto a Marisa ––le dije al asistente personal del obispo. Su respuesta tranquila fue: —Yo nunca había estado frente a una persona que admita ser adoradora del Diablo, pero no hay que olvidar que el Diablo es creación de Dios. —¿Desde cuándo adoras al Diablo, Marisa? A Marisa se le ensombreció el rostro y comenzó a recordar con dolor. Las heridas de su alma sacudían sus palabras: “Cuando yo tenía nueve años fui violada por tres borrachos en una calle solitaria. Invoqué a Dios, le rogué que me protegiera de los bandidos, pero todo fue inútil. Tirada yo en medio de la calle, vi con dolor y rabia cómo se iban los tres maleantes, con sus botellas de licor en la mano, riéndose de lo que me habían hecho. Y entonces, ante el silencio de Dios, invoqué al Diablo y le pedí que si era verdad su existencia le hiciera algo malo a mis violadores que iban trastabillando por la calle, festejando a carcajadas su felonía. Pocos segundos después de mi invocación, vi cómo los tres sujetos se detuvieron y empezaron a discutir acaloradamente. Uno de ellos rompió en el suelo la botella que tenía en la mano y se lanzó contra los demás. Uno de ellos sacó un cuchillo de su cinto y el otro agarró una piedra. Yo

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a lo lejos observaba la fenomenal pelea. Al poco rato se hizo el silencio y el cielo se nubló. Al verlos tirados en el piso, se me quitó el miedo, me incorporé y me puse a caminar. Al pasar frente a ellos los vi ensangrentados. Estaban muertos. Entonces alcé la vista y le di gracias al Diablo porque él si me había escuchado.” Cuando Marisa terminó su relato, que nadie quiso interrumpir, Pinelo León le dijo que no es posible atribuirle a Dios todas nuestras penas, ni culparlo de nuestras tribulaciones. Mirando a la Bruja de Corales, le dijo: “Dios tiene una misericordia infinita y perdona a todos sus hijos.” Marisa miró a Pinelo y a don Jesús Soberanis, nuestro productor, con una mirada lánguida, y lanzó un dardo: “Nadie ha visto el rostro de Dios, pero yo sí he visto el rostro del Diablo.” Un escalofrío recorrió el cuerpo de varios de los presentes. El tiempo del programa estaba a punto de acabar cuando llegó de prisa el contador público Jaime Novelo, un personaje connotado de la ciudad. Su visita era para anunciar un desfile de automotores antiguos de la Zona Hotelera a Xcaret. “Llegué tarde porque me detuve un rato a escuchar el diálogo sobre Dios y el Diablo”, dijo a guisa de explicación. Su natural bonhomía no podía ocultar su nerviosismo. Al finalizar, Marisa se alejó, Pinelo se despidió de todos, menos de la adoradora de Satanás. El contador Novelo, al retirarse, me confió con un tono nervioso: “nunca había escuchado algo así por la radio”. Un minuto después se escuchó un estrépito. Jaime, al salir del restaurante chocó con la puerta de cristal, y ello le ocasionó una leve herida en la frente. No volteó. Se fue de prisa como llegó, dejando trece gotas de sangre en su trayecto, según una mesera del café El Ocho que salió detrás de él con la intención de ayudarlo. ¿Dios o el Diablo? ¿Cara o Cruz? Tropo


d e v e z e n c u e n t o

El pozo Por E. Calder

L

a oscuridad es tan densa que, aun con los ojos abiertos, no veo nada excepto las estrellas. Me duelen el cuerpo y el alma. ¿Cómo me permití caer en este pozo tan profundo? Recuerdo que en nuestros días de noviazgo todo parecía perder el color ante la luz de sus ojos. Julieta iluminaba mis pasos, me aconsejaba, evitaba mis tropiezos y me guiaba cual faro. Todo eso solo parece un recuerdo distante, y más ahora que estoy en este pozo interminable. Me levanto. La fuerte resaca punza en mi cabeza con cada latido y, por enésima vez, vuelvo a asirme de las rocas salientes al alcance de mis manos. Tengo que alcanzar la raíz que sobresale de la pared, así que me impulso lo más que puedo. La agarro, apenas, con la mano izquierda, clavo los dedos de mi diestra en la tierra húmeda, y busco asidero para mis pies. Descanso un momento. Nunca nada igualó la luminosa sonrisa de dicha que esbozó Julieta ante el altar, cuando el cura nos dio su bendición. Incluso sus ojos y sus labios parecían unirse en esa gozosa expresión que, eventualmente, se oscurecería. Respiro un par de veces más y me abalanzo hacia mi siguiente objetivo: una piedra a unos 20 centímetros de mi cabeza. Un dolor agudo atraviesa mi dedo. ¡Carajo, me rompí la uña con la maldita roca! Aprieto los dientes y me pego más a la tierra. Huele a humedad, a podredumbre. Al año de casados, y tras unos días en cama, Julieta fue a ver al médico. Una sombra cubrió sus ojos cuando me compartió el diagnóstico. La palabra cáncer nunca sonó tan negra como cuando salió de sus labios trémulos. El siguiente paso es el más complejo. Necesito lograrlo. Después de mis intentos anteriores, estoy seguro de que no resistiré otra caída. Tengo los dedos engarrotados y los antebrazos temblorosos por el esfuerzo, pero no puedo rendirme. Apenas y puedo ver la silueta negra de la cuerda que pende de la boca del pozo. Doblo ligeramente las piernas y me impulso con todas mis fuerzas. El tratamiento no funcionó como el médico esperaba y la luz de la esperanza se hizo cada día más pequeña, hasta que se extinguió. El mal se había extendido; ya era terminal.

Alcanzo el cabo colgante, a unos centímetros del extremo raído. Las punzadas en mi cabeza son cada vez más intensas, así como el dolor en brazos, manos y costados. Ahora sólo tengo que subir. Y, como la esperanza, poco a poco, Julieta perdió su luz. Cuando finalmente se apagó, ella ascendió a formar parte de las estrellas a las que ahora me aferro desde este maldito pozo. Primero me negué a aceptar su ausencia; después me envolvió la ira contra ese Dios al que ella adoraba y que terminó por arrebatármela. Tiro con ambos brazos, pongo una mano arriba de la otra y repito la operación. Subo, poco a poco, hasta que hay suficiente cuerda para enredar una pierna. Descanso. Quise negociar mi propia partida, pero sabía que, si era partícipe en mi muerte, de acuerdo a los preceptos de esa Iglesia en la que ella creía, jamás podríamos estar juntos en la eternidad. Entonces, por un tiempo, me refugié en el trago. Una estrella parece llamarme desde el firmamento, cual faro. Con redoblados bríos, retomo el ascenso. Subo y subo hasta casi alcanzar el borde y… resbalo. Me aso con más fuerza. La uña, el dedo, la mano, el cuerpo, el alma…, todo me duele. Vuelvo a subir. Después de un tiempo dejé el trago y aprendí a vivir con su ausencia. Pero, en ocasiones como esta, el aniversario de su partida, me asaltan los recuerdos. Brindé por ella y, sin querer, una copa siguió a la otra hasta que alcancé un doble fondo oscuro: el de la botella y el del pozo. Arriba, la luz de las estrellas y una vida sin Julieta; abajo, un hoyo negro que promete liberarme del dolor de una existencia sin ella. Ahora solo queda un salto para decidir mi destino. Tropo

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l a t i n t a t e n t a

La nebulosa de la Mariposa. Situada en la constelación de Scorpius.

La recreación del mito marinero Por Miguel Pickering

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a obscuridad es envolvente: todo pensamiento se desvanece en el vacío de la duda; la circundante ausencia resulta dominante. La vista no alcanza a reconocer la inmensidad del silencio, cuya estridencia ahoga los sentidos. El frío del abandono descobija cualquier anhelo de abrigo pues aquí es donde habita el desamparo. Persiste el vértigo por carecer de orientación; hacia la nada se dirige el tacto olfateando la insípida indolencia para gustar lejanías. No se percibe ningún movimiento si es que acaso ocurre, lo mismo da avanzar que retroceder, subir o bajar, no hay confines para la desolación. El redundante ensueño divaga en la omisión. A falta de asideros, la razón se desvanece lejos de percibir ningún símbolo. Ante el despoblado entendimiento ni una sola pregunta cabe en la amplitud del abismo. Extraviada la esencia en su inexistencia, enmudecida el alma, la voluntad en agonía, sin aspiración el espíritu ni perspectivas para emerger ideas. Soledad, congoja, orfandad, la existencia en permanen-

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te huida, no hay recuerdos ni porvenir, no hay siquiera esperanzas, antes de comenzar todo termina, eterno olvido de lo que no ha nacido. «En el principio cuando arriba los cielos no habían sido nombrados y la tierra firme abajo no había sido llamada con nombre; y nada sino el Apsu primordial, su progenitor, y la madre Tiamat, la que parió a todos, mezclaban sus aguas como un solo cuerpo; y los juncos no se habían formado, ni los carrizales habían aparecido; cuando cualesquiera de los astros no habían sido traídos al ser ni llamados con nombre ni fijado ningún destino, entonces sucedió que los dioses fueron procreados en el seno de ellas». Enûma Elish. Poema babilónico de la creación. Primera tablilla.


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Lucha entre Taumat y Marduk

Sucedió de pronto la estridencia. Primero un fulgor que fue intensificándose hasta que resonó un estallido partiendo la oscura extensión con una grieta refulgente, como un bólido desgarrando la noche. La opacidad se desquebrajó con violento tremor. Los gruñidos desde los adentros de la nada reverberaban los cólicos del parto. Se hizo la luz. De aquella inicial descarga siguieron atronando otros latigazos que multiplicaron las fisuras retumbando en los umbrales de la sombra. Incontables agujas luminosas perforaron la penumbra para centellear destinos. Los rugidos podían verse, la claridad tremolaba; la privación del vacío se colmó de ráfagas hirientes que despertaron los sentidos. Con su tacto acerino los relámpagos rompieron el aciago velo, pólvora mojada con argentado aroma, fulminante furia trazadora. Iluminado despertar, súbito resplandor, aclarado desahogo, así nació el aliento al salir del agua para escuchar el reflejo que ondeaba sobre las olas, con el viento se partió el horizonte anunciando la alborada. «Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la obscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán». Popol Vuh. Libro sagrado de los mayas. Primera parte

La negra uniformidad fue traspuesta con la irrupción de la luz, cediendo esta dualidad ante la cromática emergencia de los matices. Los estertores se hicieron murmullos para prodigar sutilezas. En diminutivo sonaba la expansión del universo mientras las partículas de la nada comenzaban a distinguirse. La cortante geometría de ángulos y aristas dio paso a los contornos y a las curvas. Se suavizó el deslumbrante fulgor en un tintineo de variadas tonalidades. Con parábolas se labró el entorno formándose así el relieve. Ardiente brote nacedero de superficies, continentes a la deriva, tectónico abordaje formador de placas, olas sometidas a los caprichos del viento, mareas danzando con la luna en coreográfica sintonía gravitacional, eólicos golpes y azotes de agua tallando las costas, la concupiscencia de la mar sobre tierra firme esculpiendo paisajes. Diversas perspectivas desde las antípodas, perímetro y volumen, cinturón ecuatorial, latitud y longitud, altitud y profundidad, estratigráfica composición para albergar microclimas. Ígneo acantilado, metamórfica plataforma, risco sedentario, playa desierta para el encuentro, punto de partida al que arriban los deseos. «Érase una vez una virgen; una hermosa virgen, Luonnótar, hija de Ilma. Vivía, desde hacía largo tiempo, casta y pura, en medio de las vastas regiones del aire, de los inmensos espacios de la bóveda celeste. Pero he aquí que un día comenzó a sentir el hastío de las horas, a fatigarse de su virginidad estéril, de su existencia solitaria en las llanuras del aire, tristes y desiertas. Y descendió de las altas esferas y se lanzó en la plenitud del mar, sobre la grupa blanca de las olas. Entonces un viento impetuoso, un viento de tempestad, sopló desde oriente; el mar se hinchó y se agitó en oleajes. La virgen fue arrastrada por la tempestad, flotando de onda en onda, sobre las crestas coronadas de espuma. Y el viento salobre vino a acariciar su regazo. Y el mar la fecundó. Durante siete siglos, durante nueve vidas de hombre, llevó la carga de su gravidez. Y aquel que había de nacer no nacía. Y aquel que nadie engendró seguía sin ver la luz». El Kálevala. La epopeya nacional de Finlandia. Primer poema Regidas por las leyes físicas, las vecindades fueron modeladas por los elementos. Cíclica traslación, extenuante tedio con el que giraban los astros, noche y día turnándose para hacer contraste sin que nadie lo advirtiera, cuando un inesperado meteoro penetró al óvulo terráqueo, ergástulo de materia codificada expelida en la culminación del contacto, torrenciales aquiescencias de sensuales apetitos

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l a t i n t a t e n t a que despertaron lo inerte, pasionales tormentas, orgánica materia producto del orgasmo de polvos cósmicos, fuerza vital capaz de transformar inanimadas moléculas hasta enquistarse en simbiosis originaria, fusión y evolución. Efluvios y vapores de mefítica saturación surgidos con el cólico del terrestre núcleo, seminales secreciones petrificándose en cárstica mazmorra, estromatolitos en plena ebullición del éxtasis lanzando oxigeno, la vida abriéndose camino en deshabitados páramos. Inevitable atracción, fortuita colaboración, obligada congregación, legado que fija virtudes y recombina defectos, adecuación del entorno, natural selección, mutación, origen de las especies que en conjunto constituyen nichos, diversificación ecológica de responsabilidades compartidas. «Los dioses ordenaron a Izanagi e Izanami terminar de crear el país que flota y para ello les entregaron Amenonuboko, la Celestial Lanza de Joyas. Situados sobre Amenoukihashi, el Arco de los Cielos, empujaron la lanza hacia abajo revolviendo el magma hasta hacer cuajar la marea salada. Al levantar la lanza, el líquido que goteaba se solidificó y así nació la isla de Onogoroshima. Una vez que descendieron a esta isla, Izanagi, el hombre, pregunta: —¿Y cómo está formado tu cuerpo? Izanami, la mujer, contesta: —Mi cuerpo, formado como está, tiene un lugar que no se ha formado suficientemente. Entonces Izanagi comenta: — Mi cuerpo, formado como está, tiene un lugar formado en exceso; por lo tanto, me gustaría tomar la parte de mi cuerpo formada en exceso e introducirla en la parte de tu cuerpo que no acaba de formarse y así engendrar la tierra, ¿qué te parece? Izanami responde: —Me parece bien. Izanagi le pide: —Entonces caminemos en círculos alrededor de Amenomihashira, la Augusta Columna Celestial, y al encontrarnos, tengamos relaciones matrimoniales. De ahí nacieron Ohoyashima, las ocho grandes islas de la cadena japonesa». Kojiki. Crónica de los acontecimientos antiguos en Japón. Trozo superior Kamitsumaki. La necesidad, madre de todos los alzamientos, puso en las ramas a nuestro linaje, pulgar oponible para trepar huyendo de predadores o para sostener un arma. El hambre, hija de todas las desgracias, llevó a nuestra ascendencia a descender de nuevo al ras del suelo, la postura erguida y la bípeda locomoción sirvieron para andar largas jornadas en busca de un trozo de carroña. La solidaridad, hermana de las mejores causas, predispuso la adhesión al apoyo mutuo, gregaria etología para la acción recíproca que permitió la sobrevivencia del simio lampiño. La curiosidad, prima del conocimiento, persuadió la ocurrencia de girar en el más

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Tepeu y Gucumatz. Los progenitores.

íntimo de los encuentros para que casualmente los rostros embelesados reflejaran su mirada en otros ojos también embelesados, obligando la creación del lenguaje, lúdico placer del acto carnal forjador de cultura. Capacidad craneal aumentada para albergar al pensamiento complejo, amplitud de la pelvis, cuidados parentales, líquido amniótico como legado ontogénico de nuestro origen marino. Largo andar para hacerse llamar humanidad, pueblo, sociedad. Los hombres y las mujeres de la tierra compartiendo el sustento, la palabra y el entendimiento, las mujeres y los hombres de la mar encontrando además la libertad. «A Orishanlá le fue asignada la responsabilidad de dar forma a los seres físicos modelando la forma humana con el barro de la tierra. La tarea de Orishanlá era dejar los cuerpos inanimados que había formado en una habitación y salir del lugar. Entonces Olodumare vendría a dar aliento a los cuerpos para animarlos como seres humanos vivos. Orishanlá tenía envidia de que solo Olodumare tuviese el derecho a ser el único dador de vida, por lo que decidió espiar a Olodumare para ver lo que les hacía a los cuerpos sin vida para animarlos. Después de completar su tarea, un día Orishanlá se escondió detrás de los cuerpos inertes en la habitación, pero como Olodumare es omnisciente, supo lo que Orishanlá había planeado y se lo impidió haciéndolo dormir; cuando se despertó, los cuerpos ya se habían convertido en seres humanos». Mito lucumí de la creación. Religión Yoruba. El quehacer del trabajo nombró estirpes, la necesaria faena estableció costumbres, la exigida paciencia desarrolló saberes. Las personas se fraguaron en lo que hacían, se distinguieron por lo que conocían, se constituyeron de lo que comían. Labrando su historia en maderas, huesos y piedras con las que elaboraron husos, agujas, lanzaderas y


l a t i n t a t e n t a vosotros son de clases diversas. Ciertamente, hay en ello un signo para gente que se deja amonestar. Él es Quien ha sujetado a la mar para que comáis de ella carne fresca y obtengáis de ella adornos que poneros. Y ves las naves surcarla. Para que busquéis Su favor. Quizás, así, seáis agradecidos. Y ha fijado en la tierra las montañas para que ella y vosotros no vaciléis, ríos, caminos —quizás, así, seáis bien dirigidos— y mojones. Y se guían por los astros». Corán. Libro sagrado musulmán. Sura 16 An-Nahl (las abejas), aleyas 13-16.

Ilmarinen (personaje mitológico finlandés: el herrero y forjador eterno). Obra del artista visual indio Ashraf Ghori.

anzuelos, mientras que con el tendón animal prepararon filamentos y con la urdimbre de retazos vegetales tejieron cestos, nasas y redes, todo un sistema de cuentas anudando el tiempo. Fisga, arpón, chuzo, tridente, venablo, bichero, extensiones del brazo para alcanzar la presa. Vejiga, boya, calima y baliza para mantener el paño en superficie; pesas, plomadas y lastres para alcanzar profundidad. Líneas, sedales, palangres, señuelos, curricanes y poteras, artes de pesca. Trasmallos, almadrabas, chinchorros, tarrayas, dragas, arrastres y cercos, inventivas técnicas para asegurar el sustento. Jugoso condumio de transeúnte coraza, severa concha que resguarda acéfalas delicias, carne magra envuelta en armadura de espejuelos, esquivas criaturas que hacen de la manutención manjares. Empírico aprendizaje que las personas dispusieron para comprender los hábitos de su alimento, educando la mirada para anticipar sus movimientos, conteniendo el aliento y sumergiéndose en el agua para ofrecer la vida a cambio de sus portentos. «¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso! Las criaturas que Él ha puesto en la tierra para

En aguas de sosegada superficie ensayando sobre corchos y fibras atadas para mantenerse a flote. Troncos ahuecados, bastidores de ramas curvadas recubiertas de piel, tesonero ingenio para la fabricación de balsas, piraguas y canoas. Seguir las corrientes traería el cabotaje, jugar en el agua se volvería oficio, carpintería naval, calafateo, lectura del viento para el desplazamiento bajo el gobierno de un timonel, remos, quilla, orza, mástil, botavara, vergas, jarcias, drizas, cabos, velas, ancla, orinque. Prosopopeya y solemnidad para la precisión, custodiada técnica para la construcción de galeras, pontones, carabelas, galeones, balandras, bergantines, fragatas, buques. Necesario registro al surcar la inmensa extensión desconocida, bitácora, carta marina, almanaque náutico, cartografía, inventario, pase de lista. Especialización de instrumentos para la singladura, sonda, correderas, azafea, brújula, compás, astrolabio, kamal, octante, sextante, nocturlabio, reglas paralelas, cuadrante, cronómetro, Loran, GPS, sonar, radio, radar. Natural jerarquía que distingue divisas y distintivos de la tripulación según su habilidad, osadía y fiabilidad, capitán, piloto, práctico, maestre, contramaestre, marinero, grumete. Superstición advertida que aleja infortunios y proscribe miedos, arracadas, pendientes, brazaletes, anillos, dijes, tatuajes y apodos, galardones de las hazañas inenarrables. Navegación, anulación de las fronteras al expandir la circunvalación más allá de los límites de lo imposible. «Su nombre es Paikea y escapó de la muerte, tras volcar su canoa, montando a lomos de la ballena Tohorā, llegando hasta Aotearoa para poblar “la tierra de la gran nube blanca”, desde entonces su tribu procura cuidar a los cetáceos con dedicación, esfuerzo y a costa de sus vidas, uniéndose como pueblo para lograrlo, celebrando diversos ritos que facilitan la tarea y grabando en su piel los relatos que narran sus imperecederos mitos ». Leyenda Maorí de Paikea, jinete de ballenas. Bahía, ensenada, rada marina de reposadas aguas, fondeadero; escolleras que enfrentan marejadas, dársena;

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llaron, diciendo: ¿Quién es éste, que aún los vientos y la mar le obedecen?». Nuevo Testamento. El Evangelio según San Mateo. Jesús calma la tempestad (Mt. 8:23-27)

Obra de Kobayashi Eitaku (1843-1890), uno de los pintores más destacados del periodo Meiji. Aquí ilustra el momento en que Izanagi e Izanami empujan el Amenonuboko, la Celestial Lanza de Joyas.

muro de piedra para contener las olas, malecón. Pilotaje de enchumbados troncos, ensamblaje de tablas, andamiaje para el descanso de los navíos, muelle. Lumbreras que advierten de bajos y arrecifes, faro pregonero del buen designio, ante la tormenta esperanzador abrigo, atracadero. Carga y descarga de mercancías, intercambio de novedades, difusión de noticias, para el encuentro refugio, desembarcadero. Urbe que mira al mar, iluminado referente civilizatorio, del comercio el centro, puerto. Náutico bautismo para llamar a cada barco por su nombre, abanderamiento de flotas expedicionarias ensanchando lo conocido al visitar ignotos parajes, influencia, potestad, destino. Recaudación de erudiciones, archivo de métodos, de conocimientos resguardo, colegio, enseñanza, concejo. Desfile de culturas, cruce de lenguas, ágora para el discernimiento, doctrina regulatoria, instrucción para el trabajo, conservatorio de tradiciones, de porvenires oratorio, consorcio, cofradía, compañía. «Cuando entró Jesús en la barca, sus discípulos le siguieron. Y de pronto se desató una gran tormenta en la mar, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido. Y llegándose a Él, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Y Él les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y a la mar, y sobrevino una gran calma. Y los hombres se maravi-

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Expansión, la guerra por otro medio, superioridad naval para dominar el mundo, acercamiento de ultramarinos intereses, reclutamiento forzado para llenar galeras, derroteros de la ambición esclavizando al derrotado. Zarpar para descubrir lo que desde siempre ha estado allí, exaltar la proeza de conquistar vírgenes territorios, oleadas de invasiones, patentes de corzo, genuino contrabando, redentora piratería, permitido saqueo, insigne código de la barbarie para acumular capital. Aprovisionamiento de la escuadra, arboladura de nogal, de guayacán las poleas, herrería, en roble labrada la motonería. Acaparamiento de pertrechos, armas, madera, pólvora, aparejos, tela, cabos, lonas, barriles, brea, aceite, carbón, asadores, almireces y pucheros. Avituallamiento para la tripulación, agua, arroz, bizcochos, habas, guisantes, ajos, queso, vinagre, de distintas carnes salazón, ropaje, vino y ginebra. Adiestramiento para la batalla, virajes a traslucha, maniobras para el combate en artillero duelo, batidas en paralelo, control de averías e incendios, acometer la enfilada para el tiro en hilera, sincronización de descargas, pegar al enemigo bajo la línea de flotación, desarbolar su buque insignia, acuartelamiento para el resguardo a barlovento. Disparar desde cubierta, contra el alcázar metralla, bombarda, mortero, falconete, ribadoquín, arcabuz, mosquete. ¡Al abordaje, toque a degüello!, sable, hacha, alfanje, daga, machete. «Por Poseidón, el gran dios, comienzo a cantar, el que agita la tierra y la límpida mar, el marino, que posee Helicón y la vasta Egas. Doble fue, Sacudidor de la tierra, el honor que los dioses te atribuyeron: de los corceles ser el domador y, a la vez, salvador de navíos. ¡Salve, Poseidón, oh tú que ciñes la tierra, el de oscura cabellera! Y feliz, con corazón benévolo, amparas a los navegantes». Himnos homéricos del panteón griego. Vigésimo segundo himno dedicado a Poseidón. Espumarajos en salmuera, agria evidencia de la desgracia, ácida desventura, amargo terror que inunda certezas, salobre apocalipsis. Guadaña de olas afilada, cadalso de corrientes, patíbulo de remolinos, tormento de implacables vientos, fusilamiento de truenos y centellas. Crujir de convicciones, desvencijados ánimos, colapso de confianzas, descompuestos pesares, de ideologías quebradero. Molino de almas movido por la desdicha, hálito agitado por la calamidad, hoguera de aguas consumiendo ahogados, húmedo pudrimiento festín de las gaviotas, sacra-


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hace que se acerquen a la orilla? ¿Quién es la tropa, quién el dios que afila la fortaleza de gangrenas? Soy yo al que evocan para vengar agravios, un encantamiento del viento». Lebar na Núachongbála. Libro de Leinster sobre la genealogía irlandesa. Canción de Amergin.

Poseidón, dios de los mares, ríos y océanos (escultura en Copenhague).

mental pecio de barcos mutilados, fúnebre amputación de blandos desprendimientos, abisal banquete de cuerpos para bentónicas mandíbulas. Irremediable desastre, inevitable ruina, ineludible fracaso, inminente desenlace, inexcusable sentencia, implacable escarmiento, imposible socorro. Adverso porrazo de mala suerte, turbonada, insalvables rompientes, capricho de tritones y nereidas, entretenimiento de un calamar enorme, venganza del cachalote, cruel vaticinio, secuela bélica, humano error o falla mecánica. Igual se puede hacer todo bien allá afuera y de todas maneras la mar se cobrará tributo. Naufragio, insepulto final de la dignidad marinera. «Soy el viento sobre la mar. Soy una ola por encima de la tierra. Soy el bramido de los océanos. Soy un ciervo de siete puntas. Soy un buitre en el acantilado. Soy una lágrima del sol. Soy la más justa de las flores. Soy un valiente jabalí rojo. Soy un salmón en aguas cristalinas. Soy un lago en las llanuras. Soy invencible en el combate. Soy la excelencia en el arte. Soy una lanza que busca sangre. Soy el dios que pone fuego en las cabezas. Soy una marea que arrastra la muerte. Soy la tumba de toda esperanza. ¿Quién, si no yo, erosiona las montañas? ¿Quién invoca las edades de la luna y anuncia dónde cae el sol? ¿Quién llama a los peces de la Casa de Tethys, quién

Negrura del profundo sueño, duermevela de postergadas angustias, rígidos párpados eludiendo la debacle, inquietud del insondable viaje, ilusión de reencarnar en mitológica criatura, despertar batimétrico por el escándalo de burbujas, descompresión de los aprecios en abrupto ascenso, aboyar ante la exaltación del oleaje. Dolor, albor de las tristezas bajo un cielo encapotado de lágrimas, aturdido apego al desencuentro, ternura de las despedidas extraviadas, compasión por las nostalgias de lo que nunca ha sido. Interna lejanía de la desaparición volviendo, apreciable carencia, etérea esencia de sutil presencia. Palpitar de los ayeres componiendo la elegía de los pensamientos, añorar el tiempo que se ha ido, volver a tejer recuerdos donde recalen los sentimientos para que reconozcan su morada, lesionada memoria que el regreso guía para al fin llegar al sentido hogar. Ser sin estar presente, existir en fantasías, asistir sin residir en la vida que fue propia, abrazar orfandades para suplir ausencias, anhelar derrochadas querencias, melódica rutina para aliviar la pena, serenar zozobras con el canto de una sirena. «Una vez entro una lamiñaku en cierta casa de Elantxobe, cuando se hallaban fuera los de la casa, y la criatura sola en la cuna. Púsose delante de la criatura a mecerle. Cuando volvieron los de la casa y vieron a la lamiñaku con la criatura se asustaron, y golpearon a la lamiñaku para que saliera de la casa. Como estaba sola, empezó a gritar a sus compañeras. Éstas oyeron sus gritos y le contestaban: —¿Nok ein dona, nok ein dona? (¿quién te ha hecho, quién te ha hecho?) —Niri miri nau (yo misma a mí misma) —Euk ein bona eu kompondu adi (si tú te lo has hecho, arréglate tú)». Leyendas de la Lamiñaku (una sirena). Tradición oral euskera de Bizkaia. Cozumel, Quintana Roo, noviembre 2021

Miguel Pickering (México D. F., 1974). Biólogo y magíster en Desarrollo Rural. Radica en Cozumel desde 2017. Técnico recolector de pesquisas, extensionista de anécdotas y silvicultor de historias.

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f i l o s o f í a

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l e n g u a j e

¿Es verdad que la ciencia favorece el aborto?

Imagen digital de un embrión tomada de: www.conceptum.com/post/diferencia-cigoto-embrion-feto del artículo tomado de: www.miembarazo.com.co

Por Héctor Hernández Jamás daré a nadie medicamento mortal […] tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Juramento Hipocrático

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arte de la complejidad del debate sobre el aborto es que abarca preguntas de corte científico, filosófico y jurídico, entre otros. Por ejemplo, sobre la base del conocimiento científico se pueden responder preguntas como ¿qué características tiene el ser humano en desarrollo en cada etapa de su gestación?, ¿cuándo se puede decir que existe ya un nuevo individuo de la especie humana? Pero ¿qué se requiere para que un ser humano sea considerado persona?, ¿cuáles deben ser los límites de la libertad? Son de tipo filosófico. De tipo jurídico son: ¿qué derechos puede tener un ser humano por nacer?, ¿qué condiciones se requieren para que la vida de un embrión humano sea protegida por la ley y por qué? A medida que se va despenalizando el aborto en diversos estados de la república, también se propaga la idea errónea de que la ciencia está de ese lado. Aquí examinaré dos argumentos comunes que presentan quienes defienden el aborto (su legalización, despenalización, aceptación, etc.) y mostraré por qué no tienen fuerza persuasiva (excepto quizás para quienes de ante-

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mano ya están a favor) enfocándome en cuestiones que pueden abordarse desde el conocimiento científico.

UN ARGUMENTO COMÚN SOBRE EL ABORTO El argumento más conocido (de una sola premisa y conclusión) que suele presentarse a favor del aborto es el siguiente: “es mi cuerpo y yo decido”. Sin embargo, hay varios problemas con este argumento, aparentemente simple. El problema más grave de la premisa “es mi cuerpo” es que hay hechos verificados por la ciencia que, en conjunto, la refutan: El ser en desarrollo: 1) cuenta con su propio sexo génico (que puede ser masculino), 2) tiene su propio tipo de sangre, generalmente distinto al de la madre (pero corre el mismo tipo de sangre por todo el cuerpo de la madre), 3) requirió la participación de un espermatozoide, que no procede del cuerpo de la mujer, para su formación, 4) tiene rasgos heredados exclusivamente del padre, 5) tiene la posibilidad de sobrevivir a la muerte de su madre, y 6) la clonación de una de sus células corporales no conduciría a clonar el cuerpo de la madre, sino el de él. (Hernández, 2016, p. 83).


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Otro hecho que confirma que el embrión no es solo una parte del cuerpo de la madre es que, al tener una mitad de sus genes proveniente del padre, resulta un cuerpo extraño al sistema inmunológico materno y por medio de un intercambio de sustancias con el cuerpo de la madre, el embrión empieza un proceso biológico para desactivar localmente las defensas contra él. Este complejo sistema de tolerancia inmunológica no se activaría si el embrión fuera parte del cuerpo de la madre. De hecho, el cordón umbilical y el interior de la placenta (que permiten transferir el oxígeno y los nutrientes de la placenta al embrión o feto) tienen un origen fundamentalmente fetal; por eso no extraña que tengan el mismo código genético del hijo, no el de la madre. Puesto que la premisa “es mi cuerpo” es poco defendible, es común que se intente fortalecer añadiendo que el desarrollo del embrión ocurre dentro del cuerpo de la madre, lo cual es cierto (aunque ya existe la posibilidad, por ahora limitada, de extraerlo del cuerpo de la madre y colocarlo en un tubo de ensayo o en otro vientre), pero eso no justifica que lo elimine, pues justo el hecho de que se desarrolle dentro del cuerpo materno es un tipo de estrategia biológica para protegerlo. Por ejemplo, si los seres humanos nacieran de huevos como los polluelos sería más fácil que la madre los abandonara, o que un depredador se los comiera o destruyera antes de salir del cascarón. Y si los seres humanos vivieran buena parte de su desarrollo en una bolsa exterior como la de los canguros, correrían el riesgo de morir en caso de que un depredador o la propia madre los expulse de allí. El argumento “es mi cuerpo y yo decido” adquiriría más fuerza persuasiva si alguien lo presentara para justificar su consumo de alcohol, tabaco o marihuana, o para ponerse tatuajes, pero no es convincente si se usa para

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justificar el suicidio o la automutilación, mucho menos para el aborto. Incluso sería polémico, si se presenta para justificar la prostitución, para alquilar el vientre o para vender los propios órganos.

COMPARACIÓN DE LA VIDA HUMANA EN ETAPAS TEMPRANAS Una estrategia común para intentar minimizar el valor del ser humano en desarrollo es comparar su vida con la de las células corporales, los espermatozoides, los óvulos no fecundados, o en el mejor de los casos con un órgano de la madre. Por ejemplo, Kornblihtt (2021) comenta que las células de un embrión están vivas, pero también los espermatozoides eyaculados y los óvulos desechados en la menstruación, así como las células de un humano recién muerto que siguen vivas por un tiempo. Carl Sagan (1998) pregunta si el hecho de que un joven pueda producir en una o dos semanas espermatozoides suficientes para doblar la población humana significa que la masturbación es un asesinato en masa. A continuación, se aclara qué tipo de vida humana se defiende y por qué no hay comparación, argumentando a partir de las mismas premisas de quienes apoyan el aborto, ya que en su propio vocabulario (aunque no siempre es preciso), reconocen diversos rasgos de la vida que está en discusión: vida que surge como resultado de la reproducción de los seres humanos (Carl Sagan y otros hablan de “la libertad de reproducción”), vida que hace a la mujer madre (“la maternidad será deseada”), que puede nacer (etimológicamente aborto indica “privación del nacimiento”), que se gesta (se habla de “la gestante”) en el vientre durante un periodo de embarazo (“interrupción del embarazo”), que

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viene como resultado de las relaciones sexuales (“derechos sexuales y reproductivos”), y que, como “producto de la concepción”, tiene sexo masculino o femenino. Por lo tanto, los ejemplos de vida humana que presentan los defensores del aborto son una falsa analogía: ¿alguien cree que un óvulo no fecundado o un espermatozoide por sí mismo hace a la mujer madre?, ¿una mujer puede embarazarse de una célula de la piel y darla a luz?, ¿un órgano como el corazón, el hígado o el páncreas tiene sexo masculino o femenino y puede nacer?, ¿un espermatozoide es el hijo nacido en la reproducción de una pareja humana? En algunos casos la falsa comparación se hace por falta de profundización del tema, pero en otros, aun sabiendo que el embrión es muy distinto de esas células vivas que se pierden en grandes cantidades en la vida cotidiana, buscan minimizar su valor. Por ejemplo, Kornblihtt (2021) enfatiza el descubrimiento de que la propiedad de pluripotencia (capacidad de generar los tejidos y órganos de un nuevo individuo) no es exclusiva del óvulo fecundado, sino que hay células adultas que pueden ser reprogramadas para hacerse pluripotentes. De forma muy conveniente para su postura, Kornblihtt pasa por alto la principal propiedad del cigoto que surge en el debate sobre el aborto: la totipotencia. Mientras que las células pluripotentes son capaces de generar cualquier tejido, solo las totipotentes pueden generar un organismo completo. Dos especialistas en embriología funcional lo expresan así: “el cigoto, que de ninguna manera puede compararse con una célula del cuerpo, es el origen del nuevo individuo, que contiene (en potencia) todo lo que constituirá el organismo futuro.” (Rohen y Lütjen-Drecoll, 2008, p. 24). Así que la intención de Kornblihtt de hacer parecer que el cigoto no es tan especial porque otras células pueden realizar funciones pluripotentes no es exitosa, pues basta con su carácter totipotencial para hacer al cigoto singularmente distinto. Además, expresiones como “interrupción del embarazo” no se ajustan al rigor científico, porque algo se inte-

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rrumpe cuando existe la posibilidad de reanudación, pero en el aborto no hay esa posibilidad. En algunas especies de mamíferos (como nutrias, osos, canguros, armadillos y otros), sí existe un tipo de interrupción del embarazo llamado diapausa, que es un periodo en el que se suspende temporalmente el desarrollo del embrión para después reactivar su crecimiento y desarrollo. Por ejemplo, cuando nace una cría de canguro y se traslada al saco, puede haber un nuevo embarazo en el cual el desarrollo del nuevo embrión se detiene, sin recibir daño alguno, hasta que el hijo mayor termine su periodo de lactancia. También se puede realizar esta interrupción en situaciones adversas como cuando hay sequía o escasez de alimentos. Pero en los seres humanos, el aborto no es una interrupción, es más bien una terminación del embarazo por causa de la muerte del ser humano en desarrollo. En suma, en el campo de la ciencia, los argumentos más comunes en favor del aborto son muy débiles a la luz de los hechos señalados, confirmados por la biología, embriología, genética, etc. Sin embargo, normalmente el abordaje del aborto se realiza desde otros campos, como la filosofía, el derecho, la política o la salud, y cada uno de ellos amerita su propio examen. Tropo

REFERENCIAS Hernández, H. (2016). Argumentos seculares en favor de la preservación de la vida humana. Dilemata: revista internacional de ética aplicada, núm. 20, pp. 81-98 Kornblihtt, A. (2021). No, No está bien, está mal. Una pasión argentina por la ciencia (y por el arte y la política). Editorial sudamericana. Rohen, J., y Lütjen-Drecoll, E. (2008). Embriología funcional. Una perspectiva desde la biología del desarrollo. Editorial Médica Panamericana. Sagan, C. (1998). Miles de millones. Editorial Grupo Zeta.

Héctor Hernández (México, D. F.). Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Maestro en filosofía del lenguaje y de la mente. h2o_mat@hotmail.com


Entrevista con Luis Aguilar Castañeda

El proceso creativo es un rito cotidiano Por Fernanda Montiel Visionario de las artes plásticas en el país, arquitecto urbanista de profesión y figura relevante en la organización de simposios para la creación de obra pública en Playa del Carmen, Luis Aguilar Castañeda —uno de los artistas chiapanecos contemporáneos más destacados— ha ido modificando parte de la estructura urbana de Solidaridad —donde reside— y ha embellecido puntos estratégicos con su obra plena de armonía, ritmo y volumen. En la siguiente entrevista, este escultor nacido en Comitán nos habla de su raíz mexicana, de la asociación civil Arte y Cultura para la Riviera Maya, de la cual forma parte, y de su concepto del arte escultórico, en donde busca no solo la innovación a partir de la idea del vacío sino también el sentido útil y estético de la obra en el espacio citadino.

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econocido por los críticos como un artista que atrapa el espacio, Luis Aguilar Castañeda ha hecho del vacío parte de su creación: huecos, como hoyos infinitos de memoria antigua, aparecen en su estilo y forman parte de una totalidad, donde el espacio en sí, la nada, forma parte del todo. Basta con observar en la carretera federal de Playa del Carmen la obra Simbiosis, una elegante propuesta que le otorga al bajo puente una apertura visual, o su legado en la Plaza 28 de Julio en el Primer festival de escultura contemporánea organizado por él mismo, y su obra Sinfonía Kukulkán en la escalinata del Teatro de la Ciudad. Interesado desde niño en la manipulación de materiales para crear nuevos elementos significativos para él, Aguilar Castañeda ha desarrollado a lo largo de su vida un estilo propio que lo ha llevado a concursar y obtener importantes premios, así como a la exposición permanente de su obra en espacios públicos. Sin descuidar la creación de obra propia, este artista se ha ocupado también de reunir a otros artistas talentosos para llevar a cabo la organización de simposios en donde se discuta la creación de obra pública para mejorar la cultura visual y engalanar ciudades con arte urbano de calidad.

—¿Cómo defines el espacio?, ¿el vacío? —El espacio y el vacío en la escultura es lo mismo: no pueden existir sin la materia. El espacio rodea la materia y también es atrapado por ella, formando parte complementaria de la escultura moderna. Es decir, el espacio y el vacío son complementarios: el primero rodea la materia y el vacío interespacial es atrapado por dicha materia. —¿Qué es para ti el volumen?, ¿cómo lo aprecias en tu visión? —El volumen es la parte corpórea de una escultura, la cual debe tener tres dimensiones, siendo el vacío para mí, la cuarta dimensión. —¿Cómo llegaste a la escultura?, quiero decir, ¿cómo fue tu decisión para dedicarte a ella, inclinarte a ser escultor, definirte como escultor? —Me gustó desde muy pequeño el modelado, más tarde la talla, en mármol y madera. Tomé diferentes talleres y después dos años de maestría en San Carlos. En mi carrera como arquitecto ha sido natural mi gran inclinación por la conjunción de volúmenes, sombras y vacíos. La ar-

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quitectura tiene mucho de escultura. Mi destino ha estado ligado a la escultura; desde niño tuve la suerte de tener cerca buenos mentores, como mi tío Javier Flores, primo de mi padre, pintor y escultor, quien me dio las primeras clases, viendo mi aptitud por el modelado. En secundaria tuve un gran maestro de modelado, del cual recibí grandes enseñanzas y ya como arquitecto busqué talleres de talla de mármol y madera; más tarde, los estudios de maestría. —¿Quién o qué influye en tu obra? —No podemos negar que hay maestros del pasado que son de gran influencia en nuestro quehacer cotidiano; para mí, Henry Moore, Giacometti y Calder son grandes referentes. Si queremos ser innovadores en lo que hacemos tenemos que conocer lo que grandes maestros han hecho. —¿Cómo opera en ti el proceso creativo? —El proceso creativo es para mí un rito cotidiano. Confieso que no voy directo a los materiales sin antes incubar una idea; dicha idea la plasmo en pequeños bocetos o figuras en cera o barro, que van jugando en mi mente hasta madurar el proyecto, mismo que baja a mi corazón (silencio), pasión... emoción, para después plasmarlo con mis manos. —¿Cómo se puede distinguir una obra de arte a través de la arquitectura? ¿qué la define? —La arquitectura tiene sus propias reglas ligadas a la funcionalidad. En algunos casos estas reglas no se cumplen y se convierten en una” obra capricho”: por fuera es muy bella pero no tiene correspondencia con el interior. Al contrario, si logramos diseñar un buen interior, con funcionalidad, con remates visuales, etcétera, y una buena fachada, esa es una obra de arte. —Si la arquitectura es una de las bellas artes, ¿por qué crees que hay ciudades cuyos edificios arquitectónicos o construcciones urbanas lucen poco artísticos?; es decir, con ciertas limitantes en la estética visual (proporciones, belleza, ritmo, volumen, armonía, funcionalidad…) y otras ciudades brillan por su arquitectura, ¿qué pasa ahí? —Así cuando ves una pintura, una escultura, una pieza de música y dices: me encanta o no me gusta, asimismo pasa en la arquitectura. Ante las bellas artes, el e gusto personal, el punto de vista es personal. Ese edificio equis me llama la atención, tiene algo, no por su antigüedad, sino porque tiene armonía en sus colores y en sus formas. ¿Por qué las obras de Gaudí causaron tanta admiración?: él se salió de lo normal mientras sus contemporáneos hacían lo mismo, él hizo algo nuevo y creativo y eso causó un revuelo.


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Uno de los momentos importantes en el acto creativo “es el de la incubación de la idea. Por ejemplo, cuando tallo en madera hablo con el Creador. A través del material, le pido que me ayude a encontrar las vetas apropiadas para no agredirlo. Son momentos en que solo escucho el sonido de mi herramienta y mi corazón. Y al terminar una escultura siento un gran vacío…”

—¿Cuál es el propósito del arte urbano, de la escultura, la estela, el mural, street art y demás corrientes, técnicas y estilos? —Si pensamos en el caos, es todo aquello que violenta las formas de percepción en los sentidos. En la mayoría de las ciudades, los anuncios y espectaculares son predominantes a cualquier expresión artística; la publicidad y el mercantilismo nos han rebasado. El arte urbano lucha por sobrevivir, pero desafortunadamente hay pocos espacios dignos para que se exprese: le dan más importancia a una luminaria que a una escultura. El propósito de una escultura no es solo estético, pretende mandar un momento de reflexión a la sociedad. —Hemos visto tu obra con diferentes técnicas, ¿qué material te encanta? —Cada material tiene su encanto, algunos nos dan la oportunidad de expresar en forma espontánea nuestro pensamiento y sentimientos o simplemente como ejercicios cotidianos y hay otros que nos dan la oportunidad de realizar obras con más permanencia. Viajé en este momento de la cera, al bronce. —Cuando creas y concluyes una escultura, ¿qué es lo primero que reconoces como emoción, pensamiento, algún dicho o dedicatoria?

—Cuando “creo”, hay varios momentos, muy diferentes en cada caso y que tienen que ver con mi estado de ánimo. Uno muy importante es el de la incubación de la idea. Por ejemplo, cuando tallo en madera hablo con el Creador. A través del material, le pido que me ayude a encontrar las vetas apropiadas para no agredirlo. Son momentos en que solo escucho el sonido de mi herramienta y mi corazón. Y al terminar una escultura siento un gran vacío que solo empiezo a llenarlo con la inquietud de un nuevo proyecto. —Debido a tu presencia en Playa del Carmen hemos visto emerger el pasillo escultórico de la Plaza 28 de Julio en el centro de Solidaridad; Simbiosis, tu obra sobre la carretera federal y Sinfonía Kukulkán en la escalinata del Teatro de la Ciudad, ¿podrías comentar sobre estas iniciativas? —Cualquiera de las iniciativas que he emprendido y emprenderé con la asociación civil recién fundada, han tenido una aportación social y no solo en lo económico. En el caso de la obra Simbiosis, los Colegios de Arquitectos e Ingenieros Civiles colaboraron para su realización, yo puse el proyecto y mi tiempo. Después se añadieron otras personas para poderla instalar. En el Primer simposio de la Plaza 28 de Julio, con cinco piezas de cinco escultores que trabajamos frente al público en un taller abierto, me acerqué al Instituto Municipal de la

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Cultura y las Artes en Solidaridad (IMCAS) y a su director, Luis E. López para exponerle el proyecto, y él se entusiasmó aportando parte importante para su realización; otra parte igual de importante fue la participación ciudadana, con hospedaje, alimentación, bodega para materiales y las colocaciones de cada obra hasta terminar con el pasto. En Sinfonía Kukulkán ya había un grupo de personas que ayudaron en diferentes formas y momentos. Se lanzó una convocatoria de crowdfunding casero, ofreciendo una obra de un caballo en grabado, de mi autoría, por cada mil pesos. Tuvimos una gran respuesta, no solo local sino de otros estados de la República y amigos de otros países como España, Argentina, Estados Unidos, Canadá. La obra fue pensada para el Teatro de la Ciudad, y así se logró convocar al cabildo municipal para que diera el permiso. Quiero hacer notar el acompañamiento desinteresado de un grupo de personas y compañía constructora, gracias a los cuales se pudo terminar. —¿Qué te impulsa a reunir escultores de gran calidad para crear piezas volumétricas en pocos días? —Pertenezco desde el 2003 a la Asociación Internacional de Escultura Monumental (AIESM) con sede en Italia. Parte de nuestra labor es hacer este tipo de eventos que no solo nos enriquecen como artistas porque compartimos nuestros conocimientos, sino dar a la sociedad la oportunidad de ver trabajar a un escultor en vivo. Aunado a esto, la ciudad recibe una cantidad de obras que van enriqueciendo su patrimonio. —¿Se puede vivir de la escultura en México?, es decir, ¿vives de ser escultor? —Me gusta la escultura pública, pero por lo mismo, por ser pública, es más difícil, pues no solo el estado, el gobierno, debería de ser el promotor de este tipo de obras. En otros países hay un impuesto que se le impone a un constructor; es decir un porcentaje del costo de la obra lo debe invertir en arte, en la misma obra. En lo personal, he tenido épocas tan buenas que hasta he estado realizando dos esculturas al mismo tiempo en fundición. Ahora son épocas complejas y hay que diversificar actividades; recordemos que antes que nada soy arquitecto y disfruto mucho la arquitectura. —¿Qué opinión tienes del crecimiento urbano de Playa del Carmen y sus posibles cambios estéticos? —En mi currículo personal tengo estudios de planificación urbana. Nunca los llevé al terreno de una maestría; sin embargo, me da la oportunidad de conocer y tener un

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criterio que me ayuda para la tarea que he emprendido y ahora con la asociación civil. El crecimiento de Playa del Carmen es desmedido e irregular: un día aparece un edificio lujoso junto a una choza. Es imposible regular, no hay espacios de convivencia suficientes y dignos. La escultura pública ayuda en gran medida a que existan remates visuales estéticos, pero al no estar planeada la ciudad, hay espacios importantes, cabeceras de camellones que son ocupados por registros de luz o luminarias que dejan poco espacio para el arte urbano. Es la lucha diaria. —¿Cuál sería tu propuesta para mejorar la arquitectura urbana de las ciudades? —Los elementos que venimos empujando, llamados esculturas o arte público, pueden favorecer a una ciudad, estoy seguro (suspiro). Soy un apasionado de lo que estoy haciendo y me encantaría llenar toda la ciudad de esculturas. —Tu mensaje a la humanidad en este nuevo tiempo. —Hay una frase de Picasso que puedo transmitir al mundo: “Solo deja para mañana lo que estás dispuesto a morir sin hacer”. Tropo


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Luis Aguilar: vacíos intencionales Por Abraham Guerrero Más que la línea, el punto prometedor / de su inminencia. Mejor que el cruce de los ángulos, / la línea donde el encuentro se consuma. Antes que el volumen, la dimensión / que anhela a la substancia. Pero siempre a la mano. La mano que sueña con espacio / y el espacio que sueña ser moldeado.

N Vicente Quirarte

uestra civilización le teme al vacío. Tenemos música de fondo o ruido visual en un intento de conjurarlo. Se trata de un esfuerzo vano por rellenar esos huecos del alma con sonidos y objetos chatarra y tan carentes de espíritu como de emociones. Vacío y ausencia son sinónimos, pero si lo pensamos con calma el vacío es el estado previo a la totalidad, un contraste necesario para lograr cualquier tipo de entendimiento. En las civilizaciones asiáticas el

vacío es búsqueda y para hacerlo se requiere práctica. Han logrado convertirlo en un estado de conciencia que produce claridad mental. En Occidente el vacío representó una postura intelectual basada en la experimentación mecánica. En una célebre controversia en la Royal Academy de Londres, Robert Boyle y Thomas Hobbes discutieron sobre la existencia física del vacío. Boyle ganó el debate realizando una serie de experimentos que demostraron la realidad y las posibilidades del vacío. Luis Aguilar asume desde México un lugar que le permite situarse en las tradiciones asiática y occidental. Es, en el pleno sentido de la palabra, un outsider, y eso le da la libertad formal de hacer obra que abreva de enseñanzas universales además de incorporar la constante presencia del terruño chiapaneco. Toma el riesgo de experimentar con el vacío en una de las disciplinas artísticas en las que ese concepto parece más lejano. Se trata de un artista que se enfrenta al vacío con la transparencia que se obtiene al dominar la técnica y con la emoción que implica encontrarse en territorio

desconocido. Y es que el vacío, como el silencio, es una extraña categoría que nos permite hacer contrastes. Así como la música sin silencio no se entiende, en la tridimensionalidad de la escultura hay un refinado juego de descartes y vacíos que dan el sentido a la obra. En estos vacíos intencionales vemos a un artista que nos insinúa con apenas líneas volúmenes y emociones. Estamos ante la complejidad de un dibujo tridimensional. Una obra de arte es una pregunta y una respuesta. Un punto de partida desde el que se avizora un posible puerto de llegada, pero el viaje, que es lo que importa, ofrece infinitas posibilidades. Mirar estas obras es el viaje. No dejo de pensar que el volumen está precisamente donde es más evidente la ausencia. La individualidad de cada obra se va volviendo un ejercicio onírico. Las líneas de Luis Aguilar nos llevan al encuentro con la línea de nuestras miradas. El cruce potencia al vacío que se transforma en historias, personajes, momentos, sensaciones. No es el truco de un prestidigitador o de un demiurgo sino el oficio y sus años de práctica. Tropo

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Del amor como una obra de arte * Por Miguel Ángel Meza Crónicas de Ambarluna Lorena Careaga Malix Editores 2022 156 pp.

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i el amor es un arte que debe aprenderse (y aprehenderse con todos los sentidos), para extraer de él sus más altos dones, sus más preciados secretos, Crónicas de Ambarluna es una muestra elocuente de este logro privilegiado que no a todos les es concedido. Porque cuando el milagro ocurre —cuando dos se miran y el mundo se transforma— corresponde a los amantes proteger con sabiduría y celo el espacio mágico conseguido para que ese estado naciente libere su poderosa energía creativa, potencie la alegría de vivir y permita intuir sin revelarlo ese sentido misterioso de pertenencia al otro. Este libro es la crónica de esa experiencia tan singular y universal a la vez.

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Relato erótico sutil y diario sensual intimista, Crónicas de Ambarluna es también un texto híbrido que roza el ensayo erudito —quizá el mayor reto intelectual para el lector— al consignar los afanes académicos de la narradora protagonista en su investigación exhaustiva de todas aquellas fuentes que ofrezcan información sobre los orígenes y la historia de esa resina mítica llamada ambarluna, resina atrapada en un dije —obsequio del amante— y que da nombre al libro. La estrategia borgeana a la que se entrega la autora es fascinante, pues su recorrido va de la realidad a la ficción y viceversa. Desde Heródoto y el encuentro de un viajero imaginario con la sacerdotisa de la diosa Avarlith hasta las prácticas sensuales de los etruscos y su erotismo refinado; desde manuscritos egipcios del siglo XI hasta textos de la cultura árabe de la Edad Media; desde los efectos de la supertormenta solar de 1859 sobre la vibración de los dijes ambarlunares hasta alusiones a Santa Bárbara Yansá, orisha afrocubana de las tempestades y vientos huracanados; desde Newton hasta textos cabalísticos y menciones de la mitología egipcia, e incluso

una referencia a la polímata del siglo XII, Hildegarda de Bingen, creadora de un himno dedicado al ambarluna, hay en estos capítulos un despliegue de erudición admirable. Aclárese desde ahora, sin embargo, que estas referencias cultas intercaladas en la trama de los encuentros sensuales, se narran con la misma prosa amena y transparente con que se describen los rituales a los que se entregan los amantes y con la cual se testimonian las propiedades trascendentes del ambarluna y su efecto en el ámbito sensual de los humanos. Es decir, es una prosa culta, elegante, delicada para el apunte insinuante y provocativo, en la cual aparece una euritmia lírica refinada, de imágenes gozosas. Al describir los rituales de los amantes, la obra hace un registro celebratorio de una cotidianidad erótica transformada por la alquimia poderosa del amor. Ese amor encuentra su más vívida metáfora en las propiedades alcaloides del ambarluna, la resina portentosa casi mítica que tutela el relato, esa secreción orgánica que abre portales en la realidad común y corriente, y conduce a ex-


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Llama la atención en la obra su reivindicación y exaltación del poder erótico femenino y su sabiduría en materia de fantasía y placer sexual, muy por encima de la del mundo masculino. Sin el juego de seducción tan característico de las mujeres —se dice en algún momento—, el mundo de los hombres resultaría “menos colorido y más predecible.”

periencias oníricas y afrodisiacas para potenciar el juego erótico y estimular lúdicamente los deseos voluptuosos. ¿Y qué mejor definición del amor que la que se da al ambarluna y al poder de la energía positiva que irradia cuando se la purifica? Estos rituales expresan una praxis epicúrea que exalta los placeres físicos siempre acompañados de los placeres intelectuales. En este sentido, cada mención de un ritual de pareja que enaltece el juego de la seducción —el encuentro amoroso en un pasillo de espejos, la elección de lencería sugerente y el simbolismo sexual de ciertos colores, los gustos culinarios orientados a la intensificación del deseo, la mirada y la voz lúdicamente transgresoras— va acompañada de la reflexión culta que complementa y refina la degustación del otro a través de los sentidos, todo orientado al dominio de un arte, el arte de amar. Hay en este libro la exposición de un sistema de correspondencias cósmicas casi panteísta pagano al servicio del amor. Elementos de la naturaleza, manifestaciones climáticas y datos incluso científicos que resignifican los encuentros de la pareja y su universo

sensual: la luna y sus efectos sobre el ambarluna, la armonía de los cuerpos celestes y la armonía de los cuerpos físicos de los amantes, los días en que se ven (por qué un viernes y no un lunes o martes), la hora para la educación sentimental (la madrugada, de horas fértiles que propician ese estado alterado de la conciencia, al que se llega por efectos del ambarluna), la casa del amante (y el encanto mágico de su mundo cerrado), el higo y sus asociaciones sexuales, las propiedades alucinógenas del floripondio, el gato negro como símbolo de la sensualidad, en fin, todo aquello que se percibe interconectado y que revela por efectos del ambarluna (gran metáfora del amor) sus propiedades mágicas, místicas y energéticas. La obra alterna viñetas eróticas que celebran el abrazo pasional, que nunca se menciona explícitamente. Todas las sugerencias eróticas se expresan en un lenguaje velado, sutil, deslizando una transparencia que dice más cuando no dice, pues apela a la imaginación del lector, a su poder de fantasía para completar los cuadros, las figuras, los deliquios y arrebatos. Y cada uno debe reinventar y personalizar ese paisaje con la propia

memoria del cuerpo, al recrearlo con el sello único y particular de gestos y palabras a fin de empatizar con el trance de la pareja. Es notable la devoción de la mujer narradora por el otro, por su belleza viril, por su cuerpo (las manos, los brazos, las piernas, la espalda), con lo cual va delineando poco a poco más que un retrato de carne y hueso del hombre, una recreación del amante a partir de la imaginación que transforma lo real y enaltece lo espiritual de ese sentimiento trastornador y adictivo que es el amor pasional. Esta devoción incluye la ofrenda de sí como sacrificio simbólico, la oración ritual para la cama de él, que es todas las camas, y la declaración de que en los juegos de pareja se puede mandar y se puede obedecer si eso incrementa el placer en los esparcimientos consagrados al gozo. Llama la atención en la obra su reivindicación y exaltación del poder erótico femenino y su sabiduría en materia de fantasía y placer sexual, muy por encima de la del mundo masculino. Sin el juego de seducción tan característico de las mujeres —se dice en algún momento—, el mun-

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Mujer reclinada con medias verdes. Egon Schiele

do de los hombres resultaría “menos colorido y más predecible.” Porque el erotismo no implica nada más “hacer del sexo algo sexy, sino volverlo sensual y, todavía más: comprender a fondo la categórica verdad que aquel vidente andrógino de Tebas, Tiresias, reveló (...) a los caprichosos dioses, inclementes y apostadores: que las mujeres somos capaces de recibir nueve veces más placer del acto de amar que los hombres. Tal es la fuente del erotismo.” De ahí su crítica a la “seducción acumulativa” del donjuanismo y su preferencia por un personaje como Casanova, que “no conquistaba, sino que galantemente se sometía. Su erotismo daba rienda suelta a esa faceta del alma femenina capaz de tomar un papel activo, diligente, vital y radiante en el banquete de los complementos físicos y mentales.” Un banquete donde no faltan

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los ingredientes de la risa y el donaire como parte esencial del erotismo. Si los hombres saben hacer reír y sonreír a su pareja, obtienen con eso lo mejor de ella, “tanto mi alegría, como mi plácida y placentera rendición”. Celebración continua de inacabable sorpresa, Crónicas de Ambarluna es la expresión de un milagro: ese instante único, mágico y privilegiado que seguramente todo enamorado ha vivido alguna vez en su vida, cuando la correspondencia del amor es perfecta y al parecer eterna: no importa su duración en el tiempo, sí su huella indeleble en la memoria: “todas las cosas que tuvieron que suceder y coincidir, retando cualquier cálculo de probabilidades, para que tú y yo nos conociéramos, y un poderoso lazo nos mantuviera unidos, sin nosotros saberlo, a través de las décadas, hasta volver

consciente el amor que ya entonces nos dominaba y nos tatuaba de huellas indelebles”. Relato del amor como una obra de arte, Crónicas de Ambarluna de Lorena Careaga no oculta su filiación Romántica e Irracionalista, a pesar del rigor histórico y sus alusiones a la ciencia. Bucea en las aguas de la literatura galante y sofisticada, donde el glamour, la inteligencia y la fantasía son esenciales en el domino del arte de vivir, que implica el arte de amar, un arte metaforizado en esa resina poderosa atrapada en un dije, esa ambarluna que abraza “la flexibilidad de la vida, el vaivén de la naturaleza, la luz y la sombra de las emociones, el sortilegio de la sensualidad”. Tropo NOTA * El presente texto es el prólogo del libro Crónica de Ambarluna de Lorena Careaga, que se presentó en febrero pasado en la Universidad del Caribe. Se reproduce con autorización de los editores.


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Un disparo interior a quemarropa Por Óscar Reyes Hernández

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Naftalina hardcore Antonio Vera Atzediciones 2021 70 pp.

ilósofo de formación académica, viajero de oficio, forajido que conquista ciudades, edificios y personajes con labores fundadas sobre el vapor, en su obra Antonio Vera (Chiapas) intenta atrapar lo inasible. Rehuyendo la lírica masticada —la que repite técnicas gratuitas—, los textos de su más reciente poemario —Naftalina hardcore (Atzediciones, 2021)— están impregnados de resonancias que recuerdan a los poetas malditos, al feísmo que rompe la cara de las estéticas aceptadas y al infrarrealismo, por esas imágenes cercanas al trabajo de autores como Papasquiaro.

Desde su índice, elaborado a la manera de los surrealistas, como un caligrama de títulos de poemas que adquiere un propio sentido, esta obra es un jardín de senderos que se entrelazan, pasillos y puertas que al parecer no llevan a ningún destino, fragmentos que se subdividen y que terminan ardiendo con llama propia. Teniendo como espacio simbólico un hotel de paso —el “Gran Hotel imperial” de la calle Guadalupe Victoria 245, en el centro histórico de Morelia—, un hotel que puede ser todos los hoteles de paso de cualquier ciudad, el autor edifica su poemario como si fuera un camino de cristales rotos, un camino largo que también es una travesía interior que deja una estela de crudas imágenes desde su habitación alquilada por 190 pesos la noche: se hospedan cantantes de soul comerciantes de ropa interior evangelistas del crack escribidores de epitafios snipers drag queen

niños corren por los pasillos ríen como la sangre borbotones de alegría sobre las bancas meretrices mastican hot dogs junto a su proxeneta de cortísima minifalda y uno se pregunta: ¿quién labró los capiteles de todas las columnas del primer patio? en este hotel una cama individual con baño y cuchillito bajo el colchón $190 por día (El Gran Hotel Imperial) Arquitectura de belleza y óxido —óxido embellecido o belleza oxidada—, palacio que rediseña el tiempo y que se aferra a no caer sobre la calle principal, en este espacio metafísico todo es imaginado y real. Hasta aquí

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Miguel Ángel Meza, Óscar Reyes y Antonio Vera, momentos previos a la presentación del libro Naftalina Hardcore en Surf Café.

llegó el autor, ya entrada la noche, y de aquí salió a la mañana siguiente con caguamas de gasolina y napalm estallando en un poemario que se fragmenta y se reconstruye, que se colapsa entre poema y poema, y que rezuma el dolor de la vejez, los huesos expuestos y el aroma espiritual insoportable de sus pasillos. ¿Quién logra dormir en medio de un precipicio de cerrojos y de paredes de fino tapiz enmugrecido? ¿Entre muertos que no dejan de tocar a tu puerta y ese olor a naftalina y thinner que penetra desde el inframundo? Aquí no es posible conciliar el sueño entre la fuerza de gravedad y sus pesados ladrillos rojos, donde los niños corren por los pasillos destruidos y gritan entre columnas y macetones de fin de siglo, gatos mohosos, ninfas intoxicadas y capiteles resecos en una especie de hastío envejecido:

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entre cada columna neoclásica hay macetones de helechos: señoras despampanantes en gayola al centro una mesa de jardín cinco sillas todas de hierro fundido blanco oxidado a la hora del té brinca un gato transparente de tan felino lame una jarra de peltre con el simple afán de conmemorar su extinta aristocracia luego se hunde entre las piernas de las damas de barro (primer patio)

Compendio de los distintos hoteles que el autor ha recorrido en distintas geografías, este texto no solo es una epifanía. Es, sobre todo, un libro bordado a cuentagotas, una mudanza permanente con la respiración contenida, palabras escritas, cortadas y repujadas una y otra vez sobre el cuaderno, en una labor consultada y comentada con el poeta Ángel Ortuño, ese otro artillero de las palabras muerto el 24 de septiembre pasado. Pienso que Antonio Vera ha elaborado un poemario que es una retrocarga que va dejando esquirlas y casquillos en el piso. En su trabajo veo la huella de los fogonazos verbales en los roperos, sobre la ropa descolorida, sobre las paredes y en los pasillos infinitos. Su canto perfora el cuerpo y levanta humo de pólvora quemada. Sus imágenes punzocortantes, son también un disparo interior, premeditado, a quemarropa… Tropo


t r a s l u z

bien perros pavlovianos Por Antonio Vera entrar al Gran Imperial es abrir un baúl de joyería falsa que libera el amargor del cobre por todos los rincones se mezcla con la sonrisa elástica de las damas aficionadas a espetar pandoras a la primera mirada de entrepierna se traban las coyunturas de la lengua al observar los tapices sanguinolentos: respingos inconscientes de un Pollock bebé deviene desorientación fonética y una palabra se prolonga en buen riff que los niños gritan de rodillas al soñar con una cesta repleta de caramelos de inmediato en el Imperial

la voz pierde cinco de sus estrellas el habla se torna oscura y no se profiere insulto u oración alguna sin la máscara correcta se ha erradicado la bohemia: tiaras de ópalos zafiros vestidos de satén transmiten su rumor en el zumbar de los moscardones sobrevive eso sí un olor a naftalina pero bien hardcore y uno mueve la cola imaginaria como si Pavlov chasqueara sus dedos llamando a comer

Antonio Vera (Chiapas). Ha publicado los siguientes libros: Horario flexible (Dirección Municipal de Cultura y Educación de Guanajuato, 2012), Carta para decirle a mamá que no resucite (PECDA-Instituto Cultural de Aguascalientes, 2016), Temporada de putas (en 20 disparos y un bonus track) (Editorial Montea, 2016) y Piernitas de rueda (Premio Centro Occidente de Literatura Infantil (Editorial La rana, colección Barcos de papel, 2019).

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Naturaleza vs urbanización: 50 años de enfrentamiento Por Jaime Velázquez Arellano Welcome to Cancún. Óscar Reyes 2019. 164p.

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uando Óscar Reyes Hernández llegó a vivir a Cancún, tal vez no pensaba que se convertiría en uno de los escritores que hoy están rescatando la memoria reciente de esta ciudad. Al igual que los historiadores y cronistas que hablan y escriben de lo que han vivido o escuchado, Reyes ha resuelto documentar cincuenta años de enfrentamientos entre la naturaleza y la urbanización en una ciudad que no termina de fundarse. Y al igual que los poetas y los novelistas locales, que desde sus trincheras dan cuenta de ese fenómeno citadino fascinante, Óscar aporta su mirada de académico y cronista y escribe este libro —Welcome to Cancún. Casa de la serpiente dorada— donde nos relata el nacimiento, transformación y desarrollo de una ciudad en perpetuo crecimiento.

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Para quienes viven en la Ciudad de México, el puerto de Acapulco fue por décadas un lugar elegido para vacacionar que ahora está cerca de cumplir cien años de desarrollo. Pero apenas hace veinte o treinta años empezamos a oír que el lugar para visitar y descansar era Cancún, aunque no supiéramos lo que había antes. De ahí la importancia de la obra del también videasta. Ya desde sus primeras páginas, el libro de Óscar Reyes ofrece un detallado paisaje de un lugar mágico, con animales y vegetación que debió ser reconfigurado para dar paso a una ciudad increíble. Y tenemos que preguntarnos si no fue así como fueron fundados otros lugares, incluida la gran Tenochtitlán, que es una "vetusta y leal" ciudad, como llamó Leopoldo Alas a Oviedo. No es exagerado decir que, con el tiempo, libros como este pueden adquirir la importancia que hoy tienen las grandes crónicas de los misioneros de la Nueva España que se preguntaban por la cultura de los vencidos. Hubo un Bernal Díaz del Castillo y un Francisco Javier Clavijero. Los precedieron Cristóbal Colón y Hernán Cortés, quienes escribieron lo que iban viviendo en cartas a los

reyes y para conocimiento de los que esperaban saber qué había más allá del horizonte. El de la memoria es un trabajo cuyo remate encontraríamos no en un libro sino en una biblioteca, visitada por quienes hoy están haciendo valiosas aportaciones. Parajes hoy son calles, ciudades, gente que casi no tiene tiempo de pensar en el ayer, o cuya juventud apenas le permite disfrutar el presente y empezar a construir su futuro. ¿De qué hablan las personas sino del tiempo? Y a esta pregunta habría que sumar otras: ¿cuándo se funda una ciudad? ¿Cuánta ganancia es suficiente? ¿Quiénes debemos habitar esta ciudad? ¿Cuándo germina la identidad? ¿Por qué debemos parar de construir? ¿Cómo podemos volver a empezar? El libro de Óscar Reyes trata de responder a estas preguntas esenciales en relación con el milagro Cancún. Tropo Jaime Velázquez Arellano. Nació en CdMx, estudió Letras Hispánicas en la UNAM. Ha sido editor en la Revista de la UNAM y ha colaborado en periódicos de México y España. Coordinó talleres de creación literaria en la USBI de la Universidad Veracruzana. Es autor de libros de poesía y de artículos sobre literatura.


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Cruzar el puente Por Antonio Vera Diálogos con mi sombra Vanessa Mercado Álvarez Ediciones El Humo Colección El ruido de las cosas # 1 2022 31 pp.

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on suavidad trepidante, Diálogos con mi sombra abre la puerta, nos invita, de entrada, a presenciar la tierra de rodillas y a aquel “ángel terrible”, como diría Rilke, rompiendo estructuras con las corvas. Banderas: la imagen se derrumba sin fatalismos. Pañuelos: arabescos de polvo y glitter. Los azules: el horror no se enuncia, porque el epicentro que sacude las imágenes, emerge del puño de una niña que nos convida a mirar con supuesta inocencia lo que observa sin diatribas. Vanessa pone sobre nuestras manos sus dudas, temores, alegrías, odios, melancolías y placeres con esta travesía poética. Su palabra nos lleva como un lazarillo discreto y tenaz a mirar, a mirar en silencio, y no con afán de denuncia ni para cambiar nuestras vidas ni hacernos cómplices, a conocer los óleos particulares colgados en la galería de su experiencia: unos por imposición, otros, atesorados por su contribución al diseño y manufactura. No hay pretensiones narcisistas ni bisutería ni concesiones cosméticas en sus versos, su diálogo con nosotros es limpio y armonioso y uno es el único responsable

de asumir o no sus propias tribulaciones humanas. Afirma Ruy Sánchez que Rodin decía que un buen escultor es tan buen colorista como un buen pintor, porque, aunque paradójicamente, su material es monocromático “tiene que dominar con talento todas las posibilidades del relieve: tiene que unir la audacia de la luz con la modestia de la sombra y permitirnos disfrutar sus esculturas tanto como un buen cuadro”. Lo anterior viene a colación porque en el poema “La comisura de sus labios”, lo que nos permite “disfrutarlo”, palpar el troquel de la moneda, la textura del rincón donde aquella imperceptible mujer se reclina, lo que nos permite oír, incluso, el jadeo de aquellos proclives a hidratarse con piel pagada, es, sí, la unidad del silencio con el miedo. El silencio es otro lazarillo que nos conduce por los diferentes tiempos de este poemario (Mi silencio es una forma de presencia, Como si mi ser no fuera suficiente y Contractura), donde confesiones y camas incautan nuestra costumbre de mirar unilateralmente. Uno, entonces, empuja con la mano el conglomerado humano, e intenta desprenderse o lavarse a lo Pilatos mientras voltea hacia atrás, con temor a salinizarse en estatua, para corroborar que nadie es testigo de nuestro individualismo. Y llegar a Moneda, otro ejemplo de este diálogo silencioso: […] cautiva en un catre alimento monstruos con mi lengua sus orgasmos tajan mis entrañas

Y claro, dan ganas de romper el silencio, dan ganas de que la oquedad de dios replique nuestros ecos, pero no; el silencio es una alfombra gruesa, de muchos nudos, y solo la poesía puede adelgazarla y desanudarla y liberar el grito. Solo escribir y dialogar con la sombra y nombrarla, puede arrojar la luz necesaria para: “si un día quieres, cruzar este puente”. Tropo

Como parte de una cultura donde la tecnología ha escalado distintas actividades de nuestra sociedad, TEXTRANSMEDIA (en colaboración con la revista TROPO) pretende ser una plataforma de divulgación de la literatura a través del uso de soportes alternativos, donde otros públicos logren acceder a la literatura desde la voz de sus creadores con una intervención audiovisual particular. Te invitamos a seguir, compartir y a colaborar en nuestra plataforma con tus comentarios y trabajos literarios en: https://www.youtube.com/channel/ UChkmn9BnI7voxiDaKyci10w

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La resistencia vital Por Mariel Turrent Niebla ardiente Laura Baeza Alfaguara 2021 233p.

Noté que entre ella y yo se había roto algo, la finísima membrana que nos había permitido convivir todos esos años sin que yo le reclamara por tantas cosas que creí que ella me debía o me había quitado.

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LAURA BAEZA

l otro día, platicaba por teléfono con mi tío sobre los escritores atormentados que narran las atrocidades del mundo que los rodea. Él, también escritor atormentado, ha decidido dejar de publicar —aunque escribe constantemente. Le pregun-

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té cuál era la razón de su decisión: “Entre tantas —me contestó: —, la que más me inquieta ahora es que solo publican a las mujeres jóvenes”. Supongo que Laura Baeza es una de estas jóvenes escritoras a las que él se refería, una de las varias escritoras que han llegado a las mesas de novedades de las principales librerías de nuestro país tras la publicación de su primera novela bajo el sello de las grandes editoriales y cuyos temas más recurrentes son los feminicidios y la sordidez del mundo actual. Niebla ardiente, podría ser uno de esos casos; sin embargo, Laura Baeza nos reserva una sorpresa. Esta es una historia de una mujer desaparecida; la historia que no se cuenta, la de los que se quedan escondidos detrás de su tristeza y el sentimiento de culpa por lo vivido. La historia va hilando muchas cosas, pero el mensaje me parece que radica en la importancia de esos familiares que jamás se rinden a pesar de tener que luchar de forma incansable con la corrupción y la negligencia de las autoridades:

"Nos hablaban de pruebas, pero mi mamá seguía negando con la cabeza, exigía ver los restos, preguntaba si estaban seguros de que era ella, porque su hija no podía estar con las mujeres de la red de prostitución." A través de dos voces narrativas: la primera persona quien habla de culpas y confiesa la historia íntima de la familia, las relaciones humanas, la búsqueda de ese lugar que la haga sobresalir o encontrarse o huir, “un mundo al que (mi hermana) Irene, no tendría acceso, un mundo que solo era mío y representaba por fin, algo lejos de ella y de sus deficiencias”; y la tercera persona que toma distancia y narra desde Barcelona, un lugar alejado en espacio y tiempo, la búsqueda de la hermana desaparecida diez años atrás. Las dos voces van paralelas, como dos carreteras que empiezan de pronto a cruzarse y en momentos parecen entretejerse. El ritmo pausado nos va llevando por la vida cotidiana, nos mete en la intimidad de la madre y sus dos hijas,


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tres mujeres y su lento transcurrir de las horas, cuando no encontramos una salida a la rutina apabullante. En la segunda parte del libro, de pronto la narración acelera y nos hace ir aprisa, las investigaciones atizan las ganas de saber más. Sin embargo, al final una carretera, “de curvas y letreros cada vez más escasos”, lentifica el paso al ritmo de David Gilmour y “Lost in thought in a lost in time… ”, continuando con dificultad su cadencia. Los coches los van rebasando y la autora aprovecha esa cadencia para llevarnos de paseo por la Argentina de los exiliados de los años ochenta hasta hacernos entender lo que ha ocasionado el desarraigo, no solo en el pueblo argentino, sino en los mismos mexicanos porque a veces “la ropa, el olor del perfume, la canción que suena en el estéreo del vecino o el programa de la tele, al que ni siquiera se le presta atención, se convierten en lugares a los que nunca en la vida se quiere regresar”. Para llegar al final, nos desvía un par de kilómetros por las culpas de Caín —desear el mal a ese hermano que no deja de incomodarnos— y las

renuncias del periodista que se juega la vida, abandona todo, incluso familia y vocación para conservar la vida; toma una curva, se desvía nuevamente por otras carreteras, localidades y llega, finalmente, a las emociones, al centro del corazón, a los sentimientos. Laura Baeza (1988, Campeche) es narradora y editora. Estudió la licenciatura en Literatura en la Universidad Autónoma de Campeche y cursó estudios de Narratología y Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona. Su libro de cuentos Época de cerezos, le valió ser seleccionada por la FIL Guadalajara dentro del programa “Al ruedo: ocho talentos mexicanos”, como una de las propuestas narrativas para el futuro. Niebla Ardiente es su primera novela, una obra polifónica donde la autora mezcla los temas que le preocupan: principalmente el daño que ocasiona la pérdida y las relaciones en familias con miembros ausentes tan comunes en México. En su libro Los sueños de la serpiente, Alberto Ruy Sánchez nos regala dos páginas hermosas sobre una reflexión de Vermeer en Bosnia de

Lawrence Weschler, donde desmiente que el arte tenga la obligación de repetir las atrocidades del mundo cuando el creador está rodeado de ellas: “Vermeer insistió en crear ámbitos de paz que hasta nuestros días contagian de su mensaje vital, de aliento. En plena turbulencia de la historia de su continente, Vermeer encuentra zonas de calma y esplendor humano. Su hallazgo no es escapar de la violencia sino en medio de ella afirmar lo posible, lo deseable que también existe: la resistencia vital”. Laura Baeza no perdió de vista esa resistencia vital. Un final inesperado rescata el tiempo del trayecto y nos deja el corazón cabalgando, sabiendo que, dentro de la violencia, siempre hay islas de paz. Tropo

Mariel Turrent Eggleton (México, D. F., 1967). Es autora de las novelas Hasta el último vuelo (2018) y Oveja negra (2021), ambas bajo el sello de Malix editores, fundado por ella. Obtuvo en 2021 el primer lugar en el concurso de cuento “Rafael del Pozo”, convocado por el suplemento literario Vértice. Correo-e: marielturrent@gmail.com

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Ser cancunense: de la crisis de identidad al sentido de pertenencia Por Macarena Huicochea Para entender y amar Cancún Tiziana Roma Barrera Malix Editores 2020

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ebo confesar públicamente que siempre me confronta la posibilidad de presentar el libro de alguien a quien estimo y a quien me vincula algún tipo de amistad. Sobre todo, porque no puedo darme el lujo de engañarme y engañar a quienes asisten a las presentaciones y que suelen esperar un análisis honesto y sustentado del texto en cuestión; eso sin contar las implicaciones que puede tener para la “amistad” el que se pongan de manifiesto carencias o errores literarios elementales que revelen una mala factura o negligencia por parte del autor. Sin embargo, estoy convencida de que los buenos libros y amista-

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des prevalecen por sus hechos y que cualquier falsificación al respecto resulta en detrimento de los vínculos que se establecen con las personas que nos ofrecen su obra y su afecto. Aclarado lo anterior, quiero expresar mi entusiasmo y agradecimiento por la oportunidad de presentar Para entender y amar Cancún, de Tiziana Roma Barrera a quien (aún antes de que ella me conociera) yo admiraba por su integridad moral y lucha a favor de nuestra ciudad. Ahora que la he podido leer, compruebo el talento, oficio y excelencia literaria de su “opera prima”, en la cual veo reflejada el alma de quienes habitamos en este paraíso caribeño. Me encanta no sólo la forma de narrar que envuelve y seduce con las palabras precisas y la impecable sintaxis; sino también por el exhaustivo trabajo de investigación y documentación, que incluye entrevistas con quienes vieron nacer y formaron parte de la historia del Primer Centro Turístico Integralmente Planeado. Y es que ciertamente esta obra es lectura obligada para cualquiera que

realmente pretenda entender el origen y desarrollo de este sueño caribeño (al cual todos los aquí presentes y habitantes pertenecemos) y al que muchos hemos cuestionado por las desviaciones y errores cometidos, pero que ponemos en perspectiva, gracias a la investigación de Tiziana. Su libro nos da el contexto histórico y la mirada de una cronista que realmente ama y busca compartir su visión respecto a lo que implica ser un ciudadano cancunense y reconocernos como parte del conglomerado multi/pluri e intercultural que ha hecho posible nuestra existencia. Desde las primeras palabras (en la cuarta de forros, la solapa, la nota del editor, la dedicatoria y el prólogo) el lector sabe que está frente a un espejo, y que lo que verá reflejado será ese proteico rostro que se advierte desde el inicio de la narración de la autora, cuando describe la sensación de quienes fundaron, han construido y hemos llegado a habitar este mágico y, al mismo tiempo, complejo lugar: la certeza de sentirnos “bichos


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Fotografía: Claudia Rodríguez (detalle).

raros”, nostálgicos de su origen pero, en algún momento, con una crisis de identidad que nos lleva a descubrir que Cancún es un caleidoscopio que refleja la diversidad del país y de la humanidad… invitándonos a habitarlo como ciudadanos del mundo. Y ese es uno de los mayores aciertos de la propuesta de Tiziana: reflejar en su libro las múltiples posibilidades de ser cancunense y, además, escribir sobre Cancún desde diversas perspectivas: a través de crónica, la recreación literaria, las anécdotas y las diversas vivencias de quienes han traído su bagaje de viejas historias, talentos y sueños para venir a enriquecer el imaginario colectivo de una identidad en constante evolución. Inicié la lectura un poco a ciegas, pues no tenía referentes de Tiziana como escritora, y tratando de no generar expectativa alguna. Y descubrí en sus letras un estilo y una voz muy personal, llena de vitalidad y capacidad para hacernos vivir, sentir, conocer y amar cada calle, historia escondida y personaje que han definido los

múltiples perfiles de Cancún: amé cada capítulo y disfruté enormemente de las descripciones, referencias cronológicas y “llamados” que un (sin duda) avezado editor supo diseñar para agilizar la lectura de manera muy grata a la vista. No quiero cansar con largas alabanzas y análisis pormenorizados de los aciertos de esta deliciosa lectura que me dejó “picada” y que me obliga a comprometer públicamente a Tiziana a continuar con este oficio de escritora que de manera tan acertada ha iniciado. Ojalá y siga compartiendo con nosotros esa capacidad de ver con ojos llenos de amor el pasado y presente de nuestra ciudad; además de invitarnos a ser parte de una comunidad que nació con una mirada vanguardista que nuestra autora nos invita a recuperar. En su narrativa, Tiziana revela su capacidad de hacernos mirar sus recuerdos de niña, compartidos por otros que, como ella, conservan la memoria de las amplias playas, la colorida fauna y flora y la providencial tranqui-

lidad y seguridad con que crecieron las primeras generaciones de migrantes y oriundos. Pero su remembranza no es una evasión ingenua, sino un cuestionamiento que nos estremece e incita a una profunda reflexión como cancunenses: ¿dónde estábamos cuando nos dejamos arrebatar el paraíso? O cuando, con su infatigable entusiasmo, nos inspira e incita a corregir el rumbo y a sentirnos orgullosos y capaces de poder recuperar, replantear y habitar los sueños propios y los de los fundadores y pioneros…, y a no dejar que nadie les niegue a nuestros hijos y nietos la oportunidad de vivir en un lugar concebido como un modelo de armónica confluencia entre la modernidad urbana y la naturaleza. No me cabe duda de que el más escéptico lector y ciudadano, aferrado a debatir sobre la “falta de cultura” y de “identidad” de nuestra ciudad sentirá (como yo) el vuelco en el corazón y el orgullo de reconocernos privilegiados de vivir en esta prodigiosa ciudad llamada Cancún que Tiziana deposita en nuestras manos. Tropo

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Un libro para amantes de la arquitectura in memoriam Max Cetto (1903-1980)

Por Bettina Cetto

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n 1961, las casas editoriales Gerd Hatje y Frederick Praeger publican en dos versiones bilingües el libro Moderne Architektur in Mexiko, que Max L. Cetto dedica a la memoria de su maestro Hans Poelzig. Así como desde hacía buen rato lo venía haciendo en conferencias y mediante sus colaboraciones en revistas, aquí Cetto daba a conocer al público europeo la arquitectura que se construía en México. Pero la intención del libro corría también en otra dirección: estaba dirigido a sus colegas mexicanos. Como historiador y crítico de la arquitectura presenta, con rigor y disciplina, obras buenas y menos buenas que se insertan primordialmente en la arquitectura funcionalista que va de 1929 a principios de la década de los sesenta. Las analiza desde la arquitectura misma, no desde los lazos de amistad —en algunos casos muy cercanos— con varios de sus protagonistas, aportando una crítica aguda y constructiva. En su texto introductorio concede un lugar

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Max L. Cetto, Arquitectura Moderna en México Modern Architecture in México. Facsimilar digital + ensayos introductorios. Bettina Cetto + Cristina López Uribe, editoras. Primera edición facsimilar digital, julio de 2021. D.R. © Universidad Nacional Autónoma de México.

preponderante al pasado precolombino frente a la herencia de los colonizadores. Encuentra a la arquitectura moderna de ambos continentes atrapada en un “callejón sin salida”, por lo cual propone “analizar nuestras obras, aplicando un criterio independiente de la moda del momento”. Invita a los “señores arquitectos con grandes oficinas” a ejercer la crítica y elude las teorías abstractas definiendo a la arquitectura como “lo creado por los arquitectos”. Este libro, bien conocido, ya era difícil de encontrar para el público admirador de Cetto y en especial para los estudiantes de arquitectura. La versión facsimilar que publicó el Museo de Arte Moderno en 2011 se agotó rápidamente, de manera que a partir de ese momento me quedó claro que era justo y necesario poner a este clásico de la arquitectura moderna en renovada circulación y verdaderamente socializarlo, es decir, que, para leerlo, consultarlo y poseerlo, no se requiriera desembolsar un solo peso. Mi proyecto fue que ello ocurriera con el sello de la UNAM, donde mi padre fue profesor activo durante los últimos quince años de su fructífera existen-

cia y apoyó sin titubeo a los jóvenes, cuando surgió el autogobierno. Vale recordar que, en su homenaje, un taller de la Facultad de Arquitectura de la propia UNAM, desde hace más de treinta años lleva su nombre. Precisar también que la idea además siempre fue la de acompañar a esta edición facsimilar de Arquitectura Moderna en México de un dossier con datos y, especialmente, con textos de la pluma de conocedores de la obra de Cetto y, en dos casos, asimismo de su persona. De miradas, de análisis, de reflexiones desde la arquitectura misma, que nos permitieran contextualizar y refrescar a este gran libro de la arquitectura mexicana publicado hace 60 años. Desde el primer momento, encontré en Cristina López Uribe del Laboratorio Editorial de Arquitectura1 a la gran aliada para que lo mío no quedara en sueño guajiro. Sin embargo, todavía hubo de transcurrir un buen tiempo —léase años— hasta que, gracias a la Secretaría de Cultura2 y su rigor para que un beneficiario cumpla con su calendarización, el proyecto realmente fraguara. Ya instalados en el año 2020, se giraron las invitaciones a los autores, quienes


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Casa Estudio Max Cetto. Pedregal de San Ángel. Ciudad de México.

accedieron con emoción a embarcarse en esta tarea. En agosto de 2021, la Facultad de Arquitectura de la UNAM —léase su director Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes con su equipo editorial— nos cumplió. Cumplió también un compromiso que sentía con quien fuera un querido maestro de la misma: el propio Max Cetto, con sus alumnos y con quienes me insistieron en que Arquitectura Moderna en México debía reeditarse. Ahora el libro está disponible en OA —tanto en flip-book como en archivo PDF para descarga gratuita— y con su dossier bilingüe.3 Hay una enorme diversidad y riqueza en estos ensayos introductorios. Felipe Leal nos transmite su testimonio como discípulo de Cetto, con un texto de gran calidez que refiere a la labor docente de mi padre. Cristina López Uribe y Salvador Lizárraga, basándose en material hasta ahora desconocido, escudriñan cómo y en qué contexto surgió el libro en 1961. Juan Heredia nos entrega un análisis crítico y minucioso del mismo, reclamando para Cetto el justo reconocimiento a su calidad de teórico de la arquitectura, mien-

tras que Daniel Escotto se centra en la época alemana de nuestro protagonista. Lo que tienen en común estos dos últimos textos —si bien desde perspectivas y lecturas distintas— es que analizan la formación del arquitecto y nos detallan la experiencia profesional adquirida en sus años de juventud. En síntesis, el bagaje con que mi padre llegó a sus 36 años de edad a México y se enamoró de este país. Por último, en mi propio ensayo abundo sobre la obra que desarrolla a su llegada, someramente refiero a su obra madura y aprovecho para dejar varios testimonios con especial hincapié en aclarar autorías. Incluyo un listado de sus obras, una amplia bibliografía y, en el cuerpo del texto del prefacio, refiero también a los diversos archivos que resguardan materiales de nuestro protagonista, tanto planos, artículos publicados, fotografías, correspondencia, revistas en que aparece su obra, como escritos y conferencias dictadas por él. Deseamos que esta publicación digital contribuya a fomentar el estudio de Max L. Cetto en nuestro país, a incrementar su reconocimiento como teórico de la arquitectura y en

tanto constructor. Que abra más preguntas y líneas de investigación en torno a su figura, a los emigrados, los arquitectos, la arquitectura del siglo veinte en México y el territorio mismo de la arquitectura… ¡Que despierte inquietudes! Mi mayor satisfacción es que los estudiantes no batallarán para que este clásico de la arquitectura forme parte de su biblioteca y que el dossier les resultará de sólido apoyo. O esa es la idea. Tropo Notas 1

LEA (unam.mx)

Agradezco concretamente al Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales (Fonca) emisión 2019, por su invaluable apoyo para hacer realidad este proyecto. 2

3 https://arquitectura.unam.mx/libros h t t p: // w w w. l i b r o s o a . u n a m . m x / h a n dle/123456789/3 296

Bettina Cetto. Maestra en economía por la New School for Social Research, N.Y.; traductora certificada por El Colegio de México. Su vida la ha llevado a apasionarse por la historiografía de la arquitectura. Cancunense desde hace 35 años.

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ProyectaDAS: festival de cine del Sureste En la foto, el equipo de DAS junto con las juradas y las ganadoras el día de la premiación: de izquierda a derecha, atrás: Shiebi Aguilera, Carolina Davalos, Araceli Antonio Crisanto, Sofía Ochoa, Diana Ornelas; en medio: Edlyn Castellanos, Sharon Alpuche, Aidé Luis García, Aline Espinosa, Jacqueline Canche; y al frente: Florencia Lato, Nadia Centeno, Duliana Camacho, Natalia Tavizón, Vanesa González-Rizzo, Sofia Koyoc. (Fotografía: Pamela Berlanga).

Feministas alzan la voz en audaces cortometrajes Por Vanesa González-Rizzo Krasniansky Desde hace un par de años Derechos Autonomías y Sexualidades (DAS), una organización feminista que se fundó en el 2017 en Cancún, Quintana Roo, lanzó un nuevo proyecto que resulta sumamente atractivo. Se trata de un festival de cortometrajes feminista para acercar a las mujeres al cine. ¿Por qué hacer algo así? ¿Qué sentido tiene y cuál es la finalidad?

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uscamos brindar espacios para que las mujeres puedan llevar a la pantalla nuevas narrativas con temáticas que nos atraviesen y sean expresadas desde la mirada propia. Queremos salir del lugar de objetos sexualizados para el consumo principalmente de los hombres, y pasar a mostrarnos como sujetas deseantes.

La industria del cine en nuestro país (y en el mundo) tiene una larga historia de machismo incorporada, así como en nuestras vidas, y la hegemonía masculina en la industria no brinda los espacios para que propuestas distintas tengan cabida. Se realizó una investigación que analizó las diez películas con mayor asistencia en las salas nacionales entre el 2013 y el 2016, y los hallazgos fueron impactantes: “Existen 3.7 hombres por cada mujer atrás de cámaras


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Ganadoras del festival de cortometrajes feminista del Sureste Primer lugar para el mejor cortometraje/ficción: Vania Quevedo de Tabasco con Reminiscencias de una mujer Primer lugar para el mejor cortometraje/documental: Edlyn Castellanos de Oaxaca con Amor a los animales Premio especial para el mejor cortometraje realizado por mujeres del sureste: Jaqueline Canché de Quintana Roo con Cancún Feminicida. Premio especial para el mejor cortometraje realizado por mujeres jóvenes: Diana Denisse Ornelas de Sinaloa con En Casa Premio Ficción Estudios Churubusco: Carolina Dávalos, de Oaxaca con A todas nos pasa Premio Documental Estudios Churubusco: Aline Citlali Espinosa Gutiérrez y Jessica Gamiño González de Guerrero con Eterna Jornada: madres en el campo

en funciones claves. El 42% de cineastas en México son mujeres, pero de los apoyos entregados por FOPROCINE, FIDECINE y EFICINE, entre 1998 y 2016, los proyectos de mujeres directoras recibieron solamente 18.6% del apoyo económico mientras que el entregado a hombres directores fue de 81.3%”1 Un resultado alarmante en la investigación es que el acoso sexual está naturalizado. En 40% de las películas mexicanas ocurrieron casos de acoso sexual, pero fueron tratados como graciosos. “El arquetipo del misógino agradable es habitual en la llamada cultura pop, personajes que son expresamente sexistas e inclusive definidos por esa conducta, pero que al final del día son amigables y agradables; así se redimen y siempre son perdonados. Su misoginia nunca es tratada como algo suficientemente serio como para dañar sus relaciones de amistad, amorosas o laborales.”2 Retomar las artes para llevar mensajes desde nuevos formatos a la sociedad ha sido la tarea distintiva de DAS desde su primera acción pública y creemos que el cine

es una herramienta poderosa para poder generar pensamiento crítico. Es por ello que ProyectaDAS tiene dos grandes funciones: por un lado, abrir espacios a más mujeres, sobre todo a las jóvenes, para que nos cuenten desde sus vivencias los abordajes a las diferentes temáticas propuestas; y, por el otro, queremos que esos cortometrajes sean las herramientas para generar conversatorios y diálogos entre la población que tiene menos acceso a ver cine de calidad con contenido social. Por ello, después de las premiaciones a los cortos ganadores, DAS realiza una muestra en diferentes zonas de nuestro estado y del sureste, para generar discusiones sobre las temáticas planteadas. Inicialmente, el proyecto se había enmarcado para apoyar y fomentar la participación de mujeres jóvenes del sureste. Así salió nuestra primera convocatoria en el año 2019, emisión inicial que tenía por temática el aborto voluntario. Con el pasar de los meses y luego de un recorrido por los cinco estados en los que se proponía el concurso (Chiapas, Tabasco, Yucatán, Quintana Roo y Campeche)

1 Investigación realizada por Wenceslau, Taluana, Sticco, Georgina: “Representaciones de género en el cine mexicano. Un análisis sobre la representación de las mujeres delante y atrás de cámaras en películas mexicanas de mayor asistencia” en Representaciones de género en la industria audiovisual. 2017, ed. Osífragos, pp. 9, 10. 2 Ibídem, p.17

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Las propuestas ganadoras fueron valientes y repletas de contenidos para pensar en problemáticas específicas que son realmente complejas y que atraviesan la vida de muchas mujeres en nuestro país. ProyectaDAS valora no sólo la propuesta cinematográfica sino fundamentalmente los contenidos que se expresan.

nos fuimos dando cuenta de que no había tantas mujeres jóvenes que tuvieran la posibilidad de presentar propuestas. Realmente la industria cinematográfica no tenía incentivos diferenciados, ni acciones afirmativas que permitieran a mujeres menores de treinta años realizar trabajos propios. Tomamos la decisión de abrir la convocatoria para toda la República Mexicana. En un trabajo muy artesanal, con contactos limitados y mucho entusiasmo íbamos invitando a gente a participar. Gracias a que el concurso se abrió para todo México, tuvimos una participación mayor. Sabíamos que la temática era difícil: hablar de aborto en la gran pantalla no es tan común y menos desde una perspectiva que busque romper estigmas y que apoye las decisiones personales. Recibimos quince cortometrajes, de los cuales sólo diez cumplían con las condiciones de la convocatoria (incluso personas antiderechos se tomaron la molestia de enviar propuestas). Como no queríamos dejar fuera la idea de apoyar a mujeres jóvenes, ni a mujeres del sureste, decidimos incluir premios especiales para ellas. La premiación de esta primera emisión se realizó en febrero del año 2020, un mes antes de que la pandemia llegara y cerrara las posibilidades de exhibir con bombo y platillo el trabajo de nuestras ganadoras. En esta segunda emisión decidimos proponer la temática de mujeres y niñas migrantes. La frontera sur de nuestro país, de la que Quintana Roo es parte, pero que parece olvidada. Es como si fuera invisibilizada por las conflictivas que suceden en el norte, al intentar cruzar hacia Estados Unidos. Las violencias específicas que viven las mujeres que buscan mejores condiciones de vida, tampoco han sido suficientemente expuestas. Esa motivación fue la principal razón por la que propusimos el tema.

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Afortunadamente, existen fondos que permiten llevar estas ideas a la realidad, y por segunda ocasión fuimos favorecidas. Pero cuando ProyectaDAS en su segunda emisión estaba lista para ser lanzada, algo pasó. El 9 de noviembre del 2020, las feministas de Quintana Roo salimos a las calles a reclamar justicia por los feminicidios vividos ese fin de semana. La manifestación en Cancún, convocada por amigxs y familiares de “Alexis” junto con colectivas y organizaciones feministas se vio repelida a balazos. Sin ninguna persuasión previa, las balas llegaron al ayuntamiento y el terror recorrió a las manifestantes, en su mayoría mujeres. Como resultado hay varias víctimas directas: dos periodistas y una activista heridas de bala, dos personas víctimas de tortura sexual y muchas más, golpeadas. Como víctimas indirectas quedamos todas las personas que acudimos a la manifestación y vivimos uno de los días más aterradores de nuestras vidas, buscando a compañeras, tratando de saber cómo estaba la gente… y luego, la impunidad. Junto con ello la pandemia ya había llegado. El clima en Cancún era de desolación, a pesar de las presiones que se hacían al Congreso del estado para garantizar derechos humanos. Es por ello que en DAS decidimos ampliar la convocatoria, sumar violencias a las vividas por mujeres y niñas migrantes. Así, nuestra segunda emisión del concurso incluyó las violencias hacia mujeres en las calles y las violencias hacia mujeres y niñas al interior de los hogares. La pandemia había recrudecido las dificultades para muchas mujeres y varias de ellas vivían con sus agresores en el hogar. Lanzamos la convocatoria nuevamente a todas las mujeres de la República Mexicana y recibimos retroali-


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Fotograma del cortometraje/ficción "Reminiscencias de una mujer". Primer lugar. Vania Quevedo (Tabasco).

mentaciones que nos hicieron reflexionar; varias mujeres nos preguntaban por qué tenían que ser menores de treinta años para participar, si justamente algunas de ellas habían llegado al cine más tarde y esto no quería decir que tuvieran mucha experiencia. Otra vez escuchamos las necesidades e hicimos un nuevo cambio. Todas las mujeres podían participar, sin importar las edades, bastaba que las participantes se asumieran mujeres para poder ser consideradas. Además, queríamos que al menos 60% del equipo que trabajara en el cortometraje fuera encarnado por mujeres, junto con ello la guionista y la directora debían también ser mujeres. El concurso se amplió y se mantuvieron los premios especiales para jóvenes y para el sureste. En esta oportunidad contamos con un par de impulsos importantes, Estudios Churubusco de México se sumó en el patrocinio con dos premios muy generosos. Dieron ciento veinticinco mil pesos para cada una de las categorías (ficción y documental) a cortos que tuvieran menos de diez minutos de duración para realizar la post producción en sus estudios. Sumado a ello el IMCINE se enteró de nuestro proyecto y muy generosamente empezó a compartir la convocatoria. Es así que pudimos recibir cuarenta cortometrajes en esta edición, de los cuales veinte pasaron a la etapa finalista y seis fueron los ganadores. Todas las ganadoras fueron invitadas a la premiación, que se llevó a cabo el 4 de diciembre del 2021 en la hermosísima marina Chac Chi de Cancún. Las personas asistentes caminaban por nuestra alfombra morada, se tomaban fotos y disfrutaban de bebidas y canapés, en un coctel que incluyó la proyección de los cortometrajes ganadores, las palabras de nuestras madrinas, Luciana Kaplan, Yulene

Olaizola e Ileen Colin, junto con las de nuestras juradas, Sofía Ochoa y Sharon Alpuche. El público se emocionó por la calidad y fuerza que mostraban los trabajos. Las propuestas ganadoras fueron valientes y repletas de contenidos para pensar en problemáticas específicas que son realmente complejas y que atraviesan la vida de muchas mujeres en nuestro país. ProyectaDAS valora no sólo la propuesta cinematográfica sino fundamentalmente los contenidos que se expresan, es por ello que las herramientas que se utilizan no son lo más importante para nosotras. Varios cortometrajes ganadores fueron filmados con celulares y estamos muy contentas de poder ofrecerles como premios cámaras para hacer cine con una mayor calidad. Queremos que los talentos crezcan. Realmente agradecemos mucho a todas las participantes, a nuestros patrocinadores y patrocinadoras y a toda la gente que nos apoya, confía y ha asistido a ProyectaDAS, estamos muy contentas de impulsar que existan #MásFeministasEnElCine. Si ustedes quieren participar en ProyectaDAS, apoyarnos con trabajo, propuestas, patrocinios, si quieren ver los cortometrajes ganadores o comentarnos sobre qué temáticas podemos proponer para la tercera emisión, por favor envíen sus mensajes a nuestras redes sociales: https://www.facebook.com/DAScancun https://twitter.com/DAScancun https://www.instagram.com/dascancun/ Y en Vimeo podrán encontrar los cortometrajes ganadores, no se los pierdan: https://vimeo.com/user95569113 Estaremos gustosas de recibir sus palabras. Tropo

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De la sociedad del conocimiento a la parcelación de la sociedad Por Mauricio Ocampo C. «Si las cosas fueran como se presentan la ciencia no tendría sentido». Karl Marx

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uando en los años 60 Peter Drucker —el filósofo del managment— habló de la «sociedad del conocimiento», dejó muy clara su postura. Afirmaba que este factor debería estar a la par de los otros factores económicos de producción. A partir de ahí, se destinaba al conocimiento a ser una gran mercancía, misma que debería estar por encima de la tierra, trabajo y capital. Lo anterior abrió una caja de pandora para que el neoliberalismo, impul-

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sado a partir de los años ochenta del siglo pasado, prescribiera como obligación a las naciones latinoamericanas un sinfín de modificaciones estructurales a su aparato educativo, empezando por la educación superior y terminando con la educación básica. El proyecto era simple; así como se pedía una libertad económica, se pedía de igual forma que los planes y programas de estudio estuvieran a la par de las necesidades del mercado global. La última estocada de ese proyecto fue la Reforma Educativa de Enrique Peña Nieto, misma que no ha sido revisada ni de chiste por el gobierno actual, demostrando que la educación no es su prioridad. La supuesta sociedad de conocimiento ha venido a generar una gran brecha entre «los que saben» y los que «no saben», y ha dejado de manifiesto que «el capital cultural» expuesto conceptualmente por el sociólogo


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Pierre Bourdieu, es más visible que nunca. Y no es que unos sepan y otros no. Es que los conocimientos que se demandan en el mercado, son los que hegemónicamente se toman como válidos, y los que no son una mercancía, simplemente no tienen valor alguno. Lo anterior es una paradoja. Por un lado, estamos en la época en la que el conocimiento se mueve con mayor rapidez gracias a las denominadas TIC´s, pero, por el otro, no todo el conocimiento es válido y verdadero. Lo anterior es entendible en tanto que las formas de conocer determinan en última instancia el tipo de conocimiento generado, lo que nos lleva a una encrucijada en el sentido de preguntarnos ¿cuál es el conocimiento objetivo? Quizá la respuesta sea más que simple si le hiciéramos esa pregunta Jean Piaget. En el libro «Hacia dónde va la educación», el padre de la epistemología genética afirma que el conocimiento más acabado es el estado actual de la ciencia. Sin embargo, el problema no termina ahí, porque esta «sociedad posmoderna», en palabras de François Lyotard, ha afirmado que estamos en el fin de los «metarrelatos», metiendo a la ciencia en el mismo cajón, y negándole la posibilidad de SER. El error de interpretación anterior ha llevado a la sociedad contemporánea a afirmar que ahora las distintas formas de conocer son válidas, en tanto que son producto de una «percepción». Y no es de que sean válidas o no; es que esa discusión ha sido rebasada incluso desde el S. VII, cuando el mismo Descartes postuló su cogito ergo sum. En ese preciso momento, Descartes aceptó que los sentidos nos engañan y que no podíamos basarnos en ellos para aceptar como valida la precepción de la realidad, proporcionando como alternativa su método deductivo,

mismo que sería el parteaguas del «método científico». A partir del S. XVIII, se creyó que la ciencia nos iba a llevar al orden y al progreso. Incluso, personas como el mismo Augusto Comte pensaban que sería la sociología la encargada de dicha tarea, denominándole «ciencia positiva». A partir de ahí, la ciencia se tomaría como un «metarrelato», como un elemento de solidez para las sociedades futuras. Pero, ¿por qué la posmodernidad se alejó de lo sólido —en palabras de Zygmunt Bauman—, y se centró en lo efímero? Lo anterior se debe responder a partir de algo que los teóricos de la posmodernidad evaden. Y es el hecho de que el conocimiento científico fue secuestrado por el capitalismo después del desarrollo de los imperios y las dos grandes guerras. El capitalismo en tanto modelo económico de producción que busca la acumulación de capitales a partir de la explotación de los recursos naturales y la plusvalía, se dio cuenta que debería apropiarse de los conocimientos técnicos y científicos, y así lo hizo. Desde sus orígenes, ha invertido en avances, pero para su beneficio; desde la máquina de vapor, pasando por la bomba atómica, hasta la internet y los ordenadores. Es por ello que la denominada «Sociedad de conocimiento» de Drucker, coincide con la «destrucción creativa» de Joseph Schumpeter, misma que hace referencia a la innovación. Si bien, el insumo más importante de los procesos de innovación es el capital intelectual, también es cierto que este capital intelectual será más eficiente en tanto que tiene para sí, un gran cúmulo de «conocimientos especializados». Algunos de los indicadores que se fueron incluyendo en las universidades dedicadas a la formación de administradores y nuevos economistas, fueron: Capital intelectual, Gestión del conocimiento, Sociedad del conocimiento, Innovación, Polivalencia, Competencias, entre otras.

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Lo anterior se sintetiza en la red. Ahí navegamos en un gran mar, de noche, a la deriva, sin ver qué habrá más adelante, movidos por emociones, transgrediendo saberes y presentando los propios como especializados. Los especialistas son relegados a un último término. La opinión pública se vuelve omnisciente, y creemos, en voz de «nuestra libertad de expresión», que tenemos la certeza de la verdad. Incluso hablamos de una real democracia dentro de la gran «súper autopista», sin percatarnos de que es una simple «realidad virtual» que tarde o temprano nos hará chocar con un gran muro llamado verdad. Arriba lo saben.

Anteriormente hablé de conocimientos especializados, y es aquí donde está una de las trampas de la supuesta sociedad del conocimiento. El capital busca, por un lado, obreros calificados que sean eminentemente pragmáticos y que se incorporen sin chistar al gran ejército industrial de reserva planteado por Marx en su libro El Capital, pero también necesita especialistas que han de formarse en «universidades de prestigio» y que sobresaldrán, incluso, siendo extraídos de las mismas universidades para insertarlos en la vorágine productiva, como sucedió con el dueño de Facebook. Aquí es donde está la trampa. Las universidades han dejado de ser, desde la década de los 90, un «universo de conocimiento científico» para convertirse en un enclave del sistema, enclave que ha de generar obreros calificados mediante una gran maquila educativa; reducción de tiempos y flexibilidad total para la titulación. Por eso es que la idea de lo efímero se ha vuelto, a partir de la repetición constante y de la sociedad del consumo e industrial y los medios de información, un elemento característico de esta condición posmoderna efímera y volátil. Y por eso, «todo el conocimiento es válido», ya que es producto de la percepción personal, impulsando lo antes mencionado desde la educación básica, al fundamentar epistemológicamente la didáctica con corrientes epistemológicas como el constructivismo. Lo anterior se sintetiza en la red. Ahí navegamos en un gran mar, de noche, a la deriva, sin ver qué habrá más adelante, movidos por emociones, transgrediendo saberes y presentando los propios como especializados. Los especialistas son relegados a un último término, La opinión pública se vuelve omnisciente, y creemos, en voz de «nuestra libertad de expresión», que tenemos la certeza de la verdad.

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Incluso hablamos de una real democracia dentro de la gran «súper autopista», sin percatarnos de que es una simple «realidad virtual» que tarde o temprano nos hará chocar con un gran muro llamado verdad. Arriba lo saben. Por eso la tecnociencia avanza al margen de las Universidades, por eso los cerebros son robados para mega proyectos. Arriba saben que es precisamente el método, la diferencia entre acercarnos a la verdad o quedarnos en la mera especulación. Ellos desarrollan métodos y los aplican y generan nuevos conocimientos objetivos y reales, partiendo de la verdad, y usándolos en su beneficio, mientras que a nosotros nos hacen creer que la ciencia es parte de los «metarrelatos» y por eso debemos despreciarla, y que la intersubjetividad es el elemento primordial del saber y del ser. En la introducción del reporte «Hacia la sociedad del conocimiento», realizado por la UNESCO y fechado en 2005, se preguntan: ¿Las sociedades del conocimiento serán sociedades donde el saber esté compartido y el conocimiento sea accesible a todos, o sociedades donde el saber esté repartido? Definitivamente, el saber se está repartiendo entre muy pocos, así como el dinero, y a la gran parte de la población nos dejan a la deriva de ese gran océano, ofreciéndonos la pseudociencia, convirtiéndonos en charlatanes del saber en una era digital que a través de sus redes sociales nos encapsula, nos parcela, haciéndonos creer que vivimos en una gran libertad y democracia, cuando sus algoritmos tan sólo sirven para no permitir que nuestros ojos se asomen a otras mirillas. Por eso, más ahora que nunca, debemos tener como principio, y de manera urgente, el título del aquel libro de Carl Sagan «El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad». Tropo


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“Me quedé así ´ira” Por Angélica Mercado

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o le iba a Blue Demon. Lo conocí en el cine Colima, donde regularmente pasaban funciones dobles o hasta triples, suficiente tiempo para decidir bando y armar banda para aventar palomitas mientras coreabas al ritmo que marcaban los ranazos. La escena podía confundirse con la de una arena: todos gritaban y chiflaban, desataban un repertorio de originales frases y groserías como una manera de crear identidad y reafirmar nuestra territorialidad colectiva desde la cultura popular. El cine permitía penetrar la barrera geográfica de barrio; y de repente, todos éramos de donde mismo, íbamos hacia el mismo camino de combate. Para la década de los setentas, las figuras más famosas del ring salían de la distante Arena México para enfrentar monstruos extraños en la comodidad del cine local; algunas salas ofrecían “permanencia voluntaria”, y aunque realmente no fue mi voluntad, me quedé varias veces a

Blue Demon y El Santo en la pose que daría forma a las figuras de acción. Fotografía: No ID.

revivir alguna escena, lista para desenvainar mi grito en el momento preciso. En el México de los sesentas, el cine iba cargado de terror y acción, las producciones eran menos costosas y de baja calidad, comparadas con los elegantes filmes en blanco y negro de décadas anteriores. Pronto, lo grotesco de la caracterización y los descuidados efectos especiales curiosamente convertirían estas películas en cine de culto. Así como los gritos y chiflidos durante una función, la imagen de las cosas tiende a tener un efecto contagioso en las personas. Como escribió Roland Barthes: “...el espectador de la lucha libre, entra en un mundo donde lo que importa no es lo que piensa, sino lo que ve”. Tiene razón, la lucha libre se asemeja un tanto a la fotografía en ese aspecto: en su teatralidad reside la estética. Obvio, Blue Demon destacaba en los carteles del cine, y no era solo el azul metálico de su traje, era la acción en sí. Digo, pateaba un coche y lo abollaba sin esfuerzo, o destruía espías, invasoras u otros villanos del más alto nivel de maldad. El cine era una locura tipo

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Blue Demon. Fotografía: Lourdes Grobet

matinée sabatina, Nuestros héroes a escala en la pantalla grande combatiendo vampiros de pelo engomado, hombres lobo vestidos de traje o zombies con peluca, a los cuales vencían a puras patadas y llaves asincrónicas que imitabas después de la función, sobre todo si tus hermanos le iban al Santo. El mismísimo combate entre el bien y el mal, era filmado entre luces y humo, con utilería que podría ser arte-objeto kitsch. Todo se maximizaba y, por más chafa que fuera, le concedías credibilidad. La imagen de los enmascarados se presentaba como si fueran invencibles; no puedo decir que guapos como Superman, pero eso no importaba, ya que nunca perdían. Así que el “máscara vs máscara” no aplicaba. Además, el enigma de sus rostros era opacado por las lycras de extravagantes colores, las capas o las camisas de solapa ancha. Las fotografías de Blue Demon y El Santo en acción que ilustraban los carteles que decoraban el vestíbu-

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lo del cine no son las mejores en cuanto a su estructura formal. Sin embargo, representan varias generaciones. Comúnmente, los retratos de luchadores son ofensivamente obvios, el lenguaje corporal es exagerado, tal vez para compensar la falta de expresión gestual o tal vez para quedarse así para siempre, inmovilizados en acción. Así somos, nos gusta admirar lo evidente desde el ojo ajeno. En el libro Espectacular de Lucha Libre, la fotógrafa Lourdes Grobet nos adentra al mundo del ring, nos lleva a la habitación de los enmascarados, a su sala, a su día a día; retrata desde una búsqueda y exploración artística el extraordinario universo de la lucha libre y su exótica decoración. Su trabajo denota un desarrollo en el imaginario popular y, hasta cierto punto, es un indicador de que la sociedad parece demandar la experimentación de los fotógrafos. La fotografía nos ha garantizado el deseo de la exactitud sin ser copia de la realidad. Y se requiere destreza para no pasar una línea tan delgada. El hecho de que el fotó-


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Fotomontaje. Fondo Filmoteca del Archivo Histórico de Colima

grafo abstraiga y traduzca a un destinatario general, a un público no formado en enseñanzas artísticas específicas necesariamente, comprueba que la fotografía nos retrata a todos, lo que implica que el autor se enfrente a las múltiples interpretaciones de su receptor. Sabe que, “cuanto más específico sea, más general será”, como decía la gran Diane Arbus. Así, la imagen se torna indisoluble a la experiencia personal y siempre estará vinculada al margen de su relación física o gráfica en un mismo contexto. Cuando una imagen trasciende a hito cultural, se ha diluido la frontera de estereotipos comunes y se despliegan peculiaridades que identificamos como nuestras. Películas como Blue Demon contra las momias de Guanajuato o los retratos de Lourdes Grobet, son microsecuencias de mi infancia, estímulos visuales que activan un inevitable viaje al cine Colima. La fotografía es un producto cultural; juntos, fotógrafo y espectador cocrean la popularidad de una imagen, construyen identidad a partir de ella.

Dinámica como la cultura misma, la fotografía siempre está sujeta a cambios graduales, o digamos, ingeniosamente drásticos, como el fenómeno de los stickers. Una fotografía mal recortada, reducida a su mínima representación y acompañada de textos que ponen en alto el nombre de México, nos conecta a otro nivel de colectividad, como si fuera una fotografía instantánea de nuestra cultura popular. Es maravilloso que una fotografía hecha en 1953 se haya transformado en el modelo de la clásica figura de acción de lucha libre y ahora circule como sticker en WhatsApp. Una sola fotografía englobando todo lo que significan estos héroes enmascarados. No son las cualidades técnicas ni conceptuales de la fotografía per se. Es ella en sí misma, imagen que ha dado forma a la interpretación en colectivo y que evoca la experiencia personal. Mi gran demonio azul ha quedado encapsulado para siempre gracias a ella. Por eso, cuando vi a Blue Demon en sticker, “me quedé así ´ira”. Tropo

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José Rocha

José Rocha. Fotografía de Miguel González.

La misteriosa belleza de nuestros miedos interiores Con el objetivo de reflexionar sobre la pandemia actual desde la perspectiva del arte, José Rocha (CDMX, 1964), diseñador y artista visual radicado en Cancún, ha llevado a cabo un singular proyecto colaborativo junto con otros fotógrafos y artistas plásticos. A partir de las máscaras diseñadas por él —inspiradas en las famosas máscaras “pico de ave” ideadas por el Dr. Charles de Lorme en 1619 para luchar contra la peste bubónica—, Rocha propuso a varios colegas suyos la creación de otros productos artísticos —en fotografía y pintura— para que cada uno de ellos interpretara atmósferas y sentires relacionados con la epidemia que nos agobia, teniendo como leitmotiv visual el célebre antifaz. El resultado es por demás ilustrativo e inquietante porque capta con misteriosa belleza los miedos interiores de nuestra nueva realidad. La siguiente es una muestra de esa extraordinaria iniciativa. (Textos elaborados por la redacción de TROPO con información de Carlos Generoso en coordinación con Norma Ordieres).

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Un especialista en reinventarse

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yudado por el fotógrafo Toño Díaz —quien logra imágenes de catálogo, objetos hieráticos donde destacan los detalles de costura en la confección de las máscaras: la luz oblicua que delata el mutismo de los cristales de los ojos; la blandura y la nobleza del cuero como substrato, como una apelación a la sobrevivencia—, el artista constructor José Rocha ha mostrado su gran capacidad manual —heredada de su padre mecánico— para construir las máscaras en cabal cuero de las curtidurías del Bajío, varias versiones de la cuales ha vendido con gran éxito en Europa. Además de su fama bien cultivada como excelente impresor en técnicas digitales, Rocha es conocido por sus cuadros hiperrealistas de puertas rescatadas de sus viajes en los pueblos de la península, que fueron expuestas el pasado septiembre en la otrora fábrica de textiles La Aurora de San Miguel de Allende. Crecido en el ambiente de los ochenta y noventas en el sur de la ciudad de México, Rocha recibió influencias y estímulos de personajes que empezaban a fulgurar en ese entonces. Figuras como Víctor Guadalajara, artista plástico que ha ilustrado la poesía de Xavier Villaurrutia con cuatro obras abstractas inmejorables, o “los Quiñones”, Héctor y Néstor, gemelos que prestaron su casa allá por La Candelaria en Coyoacán para hacer la “Quiñonera”, espacio de reflexión plástica, generador de conciencia colectiva, un espacio que dio cobijo a las ideas que entonces ya gestaban Gilberto Aceves Navarro, Germán Venegas, Nahum B. Zenil y hasta Eloy Tarsicio, quien sigue presentando provocadores ejercicios. Se trataba de “construir y adelantar una nueva sensibilidad —afirma Rocha— al margen de las estrategias de mercado o no por ellas”. Fueron fuerzas que buscaban a otro interlocutor, más democrático, más del medio urbano, donde se gestó una especie de laboratorio en todas direcciones, y que le ha permitido a este creador ser especialista en reinventarse, como él mismo afirma.

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Miguel González

Maestro en el manejo de la luz, Miguel González muestra un personaje atávico del pasado, con su indumentaria completa. La luz que rodea a la figura es acentuada con humos y vapores para resaltar las texturas de la piel en la mano, del cuero de la máscara o de los pliegues en la indumentaria, como si recorriera a contraluz los colores pálidos de la muerte, la luz etérea que viene del más allá.

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p o r t a f o l i o

Juan Euán

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Panchito Ruiz

Desde el arte conceptual Panchito Ruiz —prefecto en una escuela, que ha desarrollado el arte digital en sus tiempos libres— nos pasea por la conciencia colectiva. El desarrollo de sus extrapolaciones en imágenes desnuda el papel del arte y da cauce a la libre interpretación del imaginario de la sociedad. Publicado en revistas de renombre, Ruiz ha merecido premios como el del Festival de Fotografía Internacional en León, Guanajuato, como un reconocimiento a sus trabajos cargados de narrativa inteligente, ágil y atrevida. Un ejemplo es la imagen de esta página: la mujer postrada y desnuda —ataviada por la máscara y la tosca manguera plástica rodeando la cintura y sus manos crispadas— transmite angustia y, al mismo tiempo, invoca un inquietante erotismo sádico.

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Panchito Ruiz

En un vagón de tren de pasajeros vacío, una mujer enmascarada ve a través de la ventana el transcurrir de la vida. Los tonos del color, apagados y ocres, nos recuerdan el ambiente de soledad profunda de los óleos de Edward Hopper.

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Panchito Ruiz

Un ahogado con los muslos esgrafiados, como una piedra estatuaria a la vez sólida y frágil, conforma una metáfora triste y abandonada de la presencia de la muerte anudada a la enfermedad.

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p o r t a f o l i o

Panchito Ruiz

Un niño estudiante aguarda afuera de una escuela rural ubicada tal vez en alguna ciudad yucateca. Su voluminoso libro, el moño negro y su inocencia enmascarada evocan el yermo futuro educativo que se avizora tras nuestra calamitosa pandemia.

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Articles inside

PORTAFOLIO

4min
pages 64-71

“Me quedé así ´ira”

5min
pages 61-63

Arquitectura Moderna

5min
pages 52-53

De la sociedad del conocimiento

7min
pages 58-60

Feministas alzan la voz

9min
pages 54-57

Niebla ardiente

4min
pages 48-49

Para entender y amar Cancún

4min
pages 50-51

Welcome to Cancún

5min
pages 46-47

bien perros pavlovianos

1min
page 45

Naftalina hardcore

3min
pages 43-44

Luis Aguilar Castañeda El proceso creativo es un rito cotidiano

10min
pages 35-38

La suprema Átropos

5min
pages 20-21

Crónicas de Ambarluna

7min
pages 40-42

La recreación del mito marinero

17min
pages 26-31

Es verdad que la ciencia favorece el aborto?

8min
pages 32-34

Luis Aguilar vacíos intencionales

2min
page 39

El Diablo y Dios (sus representantes) toman café

7min
pages 22-24

El pozo

3min
page 25
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