LOS TRES CERDITOS
Xián Piñeiro
Hola, yo soy Bob, y hoy os vengo a contar una historia. Un día estaba haciéndome una casita de paja y cuando la terminé fui a junto mi hermano mayor Fredy y le dije: -¿Fredy que estás haciendo? -Estoy haciéndome una casita de madera- respondió él. Cuando acabó de hacer su casa nos fuimos a junto mi otro hermano mayor, Willy, y esta fue nuestra conversación:
-¿Qué estás haciendo, Willy?comenté. -Estoy haciendo una casa de ladrillo por si viene el lobo, vosotros deberíais hacer lo mismo en vez de estar jugando; no me distraigáis, trabajar es muy importante. Fredy y yo empezamos a reírnos a carcajadas y empezamos a cantar:
¿Quién teme al lobo feroz? Al lobo, al lobo. ¿Quién teme al lobo feroz? La, la, la, la, la, la, la.
Y de repente apareció el lobo. Me fui corriendo, entré en mi casa y cerré la puerta. -¡Déjame entrar!- dijo el lobo. -¡Ni en sueños!- contesté yo. Pasaron unos segundos hasta que el lobo dijo:
-¡Pues soplaré y soplaré y tu casa derribaré! Cogió aire y sopló tan fuerte que mi casa salió volando. Corrí hasta la casa de Fredy y grité atemorizado: -¡Hermanito, soy yo, déjame entrar! Él me abrió la puerta y entré. Otra vez el lobo dijo: -¡Dejadme entrar! -¡Ni en sueños!- dijimos Fredy y yo a la vez.
-¡Pues soplaré y soplaré y vuestra casa derribaré! De nuevo el lobo sopló tan fuerte que la casa salió volando. Fredy y yo fuimos corriendo a la casa de Willy. -¡Willy, Willy ábrenos la puerta que el lobo nos quiere comer! Willy rápidamente abrió la puerta y muy seguro de sí mismo nos dijo: -Aquí estáis a salvo, os dije que trabajar era muy importante.
Llegó el lobo y una vez más dijo: -¡Soplaré y soplaré y vuestra casa derribaré! Lo intentó una y otra vez, pero no lo consiguió. El silencio reinaba en el ambiente hasta que que le pregunté a Willy: -¿Hermanito, para que es esa olla con agua hirviendo que tienes debajo de la chimenea, tienes frío? Estamos en verano. -Espera y verás- me contestó él. Al cabo de unos segundos escuchamos unos ruidos en el
tejado, el lobo bajó por la chimenea y cayó en la olla. -¡Ayyyyyyyyyyy!- gritó. Salió corriendo y se fue frotándose el culo contra el suelo del dolor. Mis hermanos y yo empezamos a cantar:
¿Quién teme al lobo feroz? Al lobo, al lobo. ¿Quién teme al lobo feroz? La, la, la, la, la, la, la.
A la maĂąana siguiente empezamos a construir casas de ladrillo por si el lobo se atrevĂa a volver.