Tribuna 83 dic 2021

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No usé redes sociales por 30 días y no morí Por: Isabella Cuéllar Sí, yo tampoco pensé que fuera posible, pero lo hice. Superé los 30 días y aquí estoy contándoles mi experiencia en carne propia. Esta iniciativa comenzó desde una necesidad que sentí desde lo más profundo de mi ser y que me llevó a tomar la difícil decisión de desconectarme de las redes sociales para dedicar más tiempo a otras actividades. Mi apego con las redes se volvió un problema más grande de lo que pude llegar a imaginar, solo decía que iba a entrar a TikTok unos 10 minutos antes de hacer tareas y terminaba gastando 3 horas paseando entre aplicación y aplicación, creo que todos hemos sido víctimas de esta conducta, pero sentía que mi caso era extremo. Este comportamiento se fue repitiendo hasta que se convirtió en un ciclo sin salida, el tiempo se detenía y veía cómo mis días se consumían solo en eso. Tenía que cambiar, no me sentía a gusto y como soy una firme convencida de que todo en la vida se puede medir con una balanza, no se puede tener mucho de algo en un lado porque desestabiliza al otro, pues bien, mi balanza estaba completamente desestabilizada, no estaba priorizando lo que era realmente importante. “Todo en exceso es malo,” esta es una frase que todos llevamos escuchando desde pequeños y sabemos que es verdad, pero hasta qué punto se vuelve algo verdaderamente maligno? Así que un día recapacité y pensé que mi dependencia a las redes sociales no iba a ser más grande que yo, que mis responsabilidades, mis metas, mi salud mental y física, estaba en un aislamiento absoluto y era tiempo de parar y liberarme de las garras de Instagram, TikTok y Snapchat que no me dejaban vivir al máximo. Es así como el 22 de noviembre de 2020, con el apoyo de mis familiares, y con ellos como

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testigos, inicié esta travesía para liberarme de esa carga que cada día me pesaba más y más. Los primeros días no fueron tan difíciles porque estaba con la motivación por el techo, claro, apenas había empezado. Me propuse escribir pensamientos y sentimientos a lo largo del reto, por ejemplo, el primer día escribí: “Necesito un cambio y salir del fondo en el que me encuentro para mejorar mi situación”; el segundo día prometí que volvería a encontrar motivación y felicidad en las cosas que dejé a un lado por usar las redes. Mientras les cuento esto, voy leyendo las palabras plasmadas con letras desordenadas que llenan mi libreta y encuentro que hay una nota en la que afirmo que estoy más agradecida, que puedo percibir y apreciar pequeñeces de la vida que antes ignoraba por ocuparme abriendo Instagram, me doy cuenta de lo bien y orgullosa que me siento con este reto. Con el pasar de los días y las semanas la situación se puso más difícil, pues no es fácil dejar por completo algo que se volvió cotidiano, la tentación me estaba matando y era como si las aplicaciones me hablaran y me preguntaran “por qué nos tienes tan olvidadas? Solo un ratito,


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