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Una educación democrática

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Reagan Revolution

Reagan Revolution

Por: Jose Luis Salinas El tipo de educación que ofrece un país es un reflejo diametral del tipo de ciudadano que desea o necesita. Un claro ejemplo es la manera como Estados Unidos, al final de la primera parte del siglo XX, impulsó fuertemente la educación STEM, en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. La presión de desarrollar la bomba atómica influyó en que el gobierno impulsara tanto a sus ciudadanos como a sus universidades a buscar y ofrecer esta educación. En los últimos 70 años la popularidad de una educación en STEM ha crecido, y gran parte de esto se debe a los esfuerzos de los países por mantener o ascender en el ordenamiento mundial. Según Jill Anderson del Harvard EdCast, el Estado ha incurrido en gastos de $54 dólares por estudiante para educación en STEM, mientras solo gasta ¢5 centavos en educación cívica (2020). Esto no quiere decir que estos sean los intereses de los estudiantes de STEM, con frecuencia no lo son. Sin embargo, es clara la forma en que frecuentemente sus intereses son inducidos por las autoridades; lo que en esencia, es anti-democrático.

No obstante, en Colombia la educación cívica es fuertemente promovida en los cursos obligatorios del currículum del Ministerio de Educación. El curso de Cívica, también conocido como Ciudadanía, se enfoca en educar a los estudiantes de bachillerato sobre la Constitución Política, el funcionamiento del Estado y el gobierno, las cortes y demás. Este tipo de educación intensiva en leyes y política no es muy común en otras partes del mundo, pero en Colombia es necesaria precisamente por los intereses y necesidades del Estado con respecto a sus ciudadanos. En un contexto social en el que abunda la violencia y la opresión, donde declaradamente los ciudadanos y los funcionarios de la ley se encuentran en una constante lucha de poder, se necesita una fuerte educación cívica.

El gobierno de Colombia y el Ministerio de Educación reconocen las adversidades que enfrentamos en nuestro contexto; conocer la ley es tenerla de nuestro lado, por ende sus esfuerzos en proveer este tipo de educación. Todo lo previo va sin mencionar lo polarizada que es la realidad política colombiana, y que una educación concreta en cívica permite tener ciudadanos más críticos y menos influenciables por los extremos del espectro. Pero esta presión cívica también tiende a ser antidemocrática. Uno de los dilemas más grandes sobre enseñar este curso, es el aproximamiento que se tendrá al estudio de la historia, afirmó la revista Semana este mes. Esta última década del siglo XXI se ha ido desarrollando una conciencia política e histórica muy empática donde se ha llegado a la realización de que muchas figuras históricas son problemáticas en la modernidad. El Tiempo afirma que lo mismo ocurre con la perspectiva en que se relatan ciertos momentos históricos. Todo esto resulta en una educación parcializada donde se roba un poco del criterio del estudiante, que es precisamente lo que la cívica debería estarle brindando (2018). Por ende, este estudiante va a ser más propenso a tomar decisiones influenciadas por su mismo gobierno o sus entornos. ¿No suena muy democrático, cierto?

De esta forma, para poder proveer una educación democrática que suscite estudiantes y futuros ciudadanos democráticos se debe enseñar desde las necesidades del estudiante. Esto requiere promover una educación no siempre con los intereses del país en mente (aunque no deben ser negligidos), sino considerar al individuo. Colombia por una parte, lo hace muy bien ya que desea brindarle recursos a sus estudiantes para ser ciudadanos eficientes. Sin embargo, los recursos que le brinda a sus estudiantes están lejos de la objetividad. La historia jamás es unilateral. Algunas escuelas al norte de Estados Unidos están reiniciando sus programas de estudio cívico (particularmente por la crisis que ha comprendido las elecciones de este año) y se están realizando desde la objetividad (Jill Anderson). Se están protegiendo las diferentes perspectivas geopolíticas, no sólo la Occidental. Se está siendo empático con la forma en que se narran las historias de gloria, que en su trasfondo pueden esconder mucho dolor. Así se logrará obtener una nación democrática, con una educación democrática, en Estados Unidos, en Colombia y en el resto del mundo.

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