PUTUTU 61

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PUTUTU BOLETIN CULTURAL

Ollantaytambo, Diciembre de 2021

N° 61

GENOVEVA NUÑEZ HERRERA, AMAUTA DE LA ARTESANÍA Genoveva Núñez Herrera, nació y creció en la Hacienda Rumira, propiedad de los señores Varela, en Ollantaytambo. Sus padres se dedicaban al cuidado de los ganados de la hacienda. Su padre falleció cuando era muy pequeña, por lo que, su madre la envió al Cusco, donde estuvo hasta los 11 años, y por su iniciativa cursó los primeros años de estudios, primero en la Escuela Romeritos y luego en María Auxiliadora. A esa edad retornó a su casa de Rumira, donde dice que “todo era hermoso, las casitas techadas con paja, tenían calabazas colgando del techo. Me encantó y me sentí libre para corretear por el campo”. Su madre se retiró de la Hacienda Rumira y se fueron a vivir a Chacchapata, donde escuchó muchos cuentos de los encantos, de los animales que desaparecían y diversos temas relacionados con el pensamiento andino. Todos ellos narrados en quechua, idioma con el que se comunicaba. Más adelante, viaja a Lima donde realiza diversos trabajos hasta que, al retirarse, adquiere un terreno en Huampani, donde por estar acostumbrada a trabajar, se matricula en unos cursos de manualidades, optando finalmente por el de “Imaginería y Retablo” dictado por el famoso artesano ayacuchano, Jesús Urbano Rojas, quien aprecia las cualidades artísticas de doña Genoveva, que es una de sus alumnas más aplicadas. Más adelante, por los intereses comunes y costumbres e historias afines, traban amistad que se consolida con su matrimonio en 1984. Desde ese momento, trabajan juntos elaborados retablos, con santos, animales y plantas del mundo andino. Por la calidad de su trabajo, ya no solo es la discípula de Jesús urbano, sino que su trabajo adquiere características propias, pasando a ser colega de don Jesús. En el 2000, recibe la invitación para trabajar en u n proyecto de “Cuentos pintados del Perú” auspiciado por la Universidad Nacional de San Marcos, donde narra y luego escribe en quechua y castellano los cuentos que aprendió de niña y que, a

pesar del tiempo transcurrido los recordaba. De lo cual la historiadora Rosaura Andazabal dice: “Genoveva se nutrió de la rica tradición oral de su entorno, a través de familiares como don Samuel Huamán, como la tía Encarnación Huamán y su esposo Laurencio Miranda, a quienes visitaba constantemente, allá en su casa cerca de Chacchapata, un cerro encantado de la época de los Incas, que también quedaba muy cerca de la casa del señor Félix Ascue y cruzando el rio, el de la señora Lucrecia Gibaja. Un espacio mágico, prodigo en fauna (pumas, zorros, venados y aves de variado tipo) y flora silvestre (capulíes, magueyes, aguaymantos, etc), rodeado de cerros con variados minerales, pero sobre todo de cobre”. En base a estos relatos y a las pinturas que realizo sobre estos y otros temas, la Dra. Andazabal publicó en el 2012 el libro “Arte y tradición oral quechua del valle de Ollantaytambo”, el cual fue reeditado en el 2021 por el Fondo Editorial del Congreso del Perú. Doña Genoveva a participado en numerosas exposiciones, tanto de sus retablos como de sus pinturas, algunas de las cuales han sido publicadas en diversos calendarios. Esta ilustre ollantina obtuvo el “Premio Nacional Amautas de la Artesanía Peruana 2020”, reconocimiento que alcanzó por su destacada trayectoria en la conservación de la tradición artesanal en el Perú, el cual fue otorgado por el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo.


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