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VOLVER A MIRAR Esta página se refiere a la lectura del Evangelio según San Marcos (10,46‐52) proclamado en la Misa del 28 de octubre, Domingo XXX del Tiempo Ordinario. Hace más de 20 años, en Las Piedras, charlando con una compañera de animación, le comenté lo ru nario que se volvían los viajes en ómnibus a Montevideo, todos los días mirando lo mismo por las ventanillas del CODET. Entonces ella me dijo: “Mirá para arriba y siempre vas a encon‐ trar cosas nuevas”. La frase tenía un sen do muy básico, y verdadero: el paisaje de la ciudad ene elementos sorprendentes y frecuentemente inadver dos tres metros para arriba. Pero también, sin muchas compli‐ caciones, se puede captar que ene un sen do más profundo, referido a la necesidad de un cambio de mirada para renovar nuestra visión de la realidad. Muchos años después, aprendiendo el idioma griego para la lectura del Nuevo Testamento, encontré un detalle en esta lengua clásica que me hizo volver al consejo de mi amiga. Aprendí que en el griego en el que fueron escritos los evangelios, el verbo anablepo ene dos significa‐ dos: quiere decir “volver a ver” y también “ver hacia arriba”. Por el contexto, quienes enen que traducir o interpretar estos textos, se vuelcan por uno u otro significado, pero los lectores originales de la obra tenían ambos en la mente. Se me ocurrió, entonces, que quizás no son sen dos muy alejados o inconexos entre sí. En el relato en el que Jesús pasa por debajo del árbol donde está Zaqueo (Lc 19,5), Jesús “mira para arriba” (hacia donde estaba el pe so cobrador de impuestos), pero es tam‐ bién en cierto sen do una “mirada nueva”, una nueva oportunidad que le P. Francisco Lezama sdb da el Señor a este pecador. Y de manera similar, el milagro que le concede Jesús a Bar ‐ meo (en el texto de este domingo) no es solo que “vuelva a ver”, sino también la capacidad de ver hacia arriba, de alzar la mirada, de reno‐ varla para renovar su relación con el mundo y el propio sen do de su vida. Esto vale también para el vínculo que tenemos con el espacio que habi‐ tamos. ¡Qué bien que nos viene tener oportunidades para mirar nues‐ tra realidad de un modo nuevo! Habitar nuestras ciudades quiere decir también ser capaces de redescubrirlas, de conectar con el patrimonio que hemos recibido para poder darles hoy un sen do nuevo, para re‐ encontrarnos también con las personas de una manera diferente. Por eso, bienvenidas todas las oportunidades que nos ayuden a volver a mirar, y también a levantar la mirada.
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