Revista Número 3

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22 El jardín No es la fusión entre naturaleza y artificio que invocan los refugios, sino el espacio intermedio, donde aparece domesticada la vigorosa e indomable naturaleza, en el punto de encuentro entre el paisaje y espacio utópico es que se ubica el jardín. Esta confluencia se puede ver materializada en la obra del paisajista uruguayo Leandro Silva Delgado, donde es precisamente en el cruce entre el arquitecto y el artista donde se desempeña su trabajo como paisajista. Su actividad creadora se mueve en torno al jardín público y se puede ver en la restauración del Real Jardín Botánico de Madrid, perteneciente a los Borbones, o el jardín en las afueras de la ciudad de Segovia, más conocido como el Romeral de San Marcos. Su manera de conjugar lo público y lo privado sirvió de inspiración para paisajistas a lo largo y ancho del globo. Pero como resalta el paisajista Fernando Bianco, su legado no se restringe a la obra verde materializada, sino que se extiende a la transmisión de conocimiento y al espíritu docente que lo caracterizó.

Intervenciones en el paisaje

El paisajista establece relaciones de la arquitectura con su contexto, por lo que debe contar con una actitud integradora y de respeto hacia lo público y lo privado: “El paisajista debe llevar la arquitectura de la vivienda o edificio al jardín; tomar materiales, proporciones, etc., de la vivienda y trasladarlas al mismo”, afirma Bianco. Así se logra arquitecturizar el paisaje, generando intervenciones capaces de transmitir a través de su presencia, escala, textura, iconografía y movimiento, estableciendo un intercambio constante no sólo con la naturaleza vegetal, sino también con lo matérico que puede ser desde una piedra hasta el agua contenida o libre que corre por el lugar. Un espacio idílico al que a menudo se lo vincula con lo irreal y que va abriendo nuevos escenarios con variedad narrativa, un diálogo entre escenarios naturales e intervenciones artificiales que se hace manifiesto cuando entra el habitante e interactúa con él, creándose un pequeño paraíso vegetal con el que comparte la brevedad, concisión y el propio silencio de la arquitectura que precede o antecede: “Es muy importante

que el paisajista y el arquitecto trabajen en conjunto o en comunicación para asegurar una buena obra”, establece Bianco. Este espacio formal delimitado que es el jardín es obra de un paisajista que invocando al genio del lugar es capaz de lograr una proyección animista sobre el sitio y la naturaleza, que conjugados posibilitan incluso, una dimensión con sentido trascendente.

El monumento es la representación de determinados significados y valores de un grupo social dado con una connotación exquisitamente estética asociada a una idea de belleza que se implanta en un escenario urbano.

Paisajismo realizado en planta baja de departamento en Carrasco

Jardín que integra obra del escultor Raúl Sampayo


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