LIBROS Y NOMBRES DE CASTILLA-LA MANCHA. 385 ENTREGA.

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Libros y Nombres de Castilla-La Mancha 385 entrega 23 de marzo de 2019 Emilio La Parra

La Mesa de Salomón

Mª Luisa González Ruiz

Órdenes militares

Vanessa Jiménez

Fueros de Guadalajara

F. García Pavón


conocido como la Clavícula de Salomón1: el grimorio con todas las claves y fórmulas para magos y ocultistas. Por lo tanto, el grimorio existe, pero no fue escrito realmente por el rey Salomón.

Antonio Casado Poyales: La Mesa de Salomón. De Oriente a Toledo Eds. Covarrubias, Toledo, 2019; 144 pags.

¿Existieron realmente la Mesa, el Espejo y el Anillo de Salomón? El grimorio conocido como Clavícula de Salomón ¿fue realmente escrito por el mismo Salomón? En el siglo I d.C., circulaba un libro de sortilegios y conjuros cuya autoría se atribuye a Salomón; de esta obra habla Flavio Josefo cuando asegura que un judío llamado Eleazar lo tenía en su poder y era famoso por la gran cantidad de prodigios que efectuaba. Hubo varios textos mágicos atribuidos a Salomón. En el siglo XI, tanto el escritor griego Miguel Psellus como Gregencius, arzobispo de Tefra, hablan de la existencia de un libro

¿Y el Anillo de Salomón? Se dice de él que era un poderoso talismán y que se lo ofrecieron los cuatro ángeles guardianes —de los vientos, las aguas, los demonios y los animales— a Salomón, poco después de su coronación cuando estaba caminando por un valle entre Hebrón y Jerusalén. Este anillo constaba de cuatro piedras preciosas engastadas en una carcasa de bronce y de hierro. Con la parte de bronce sellaba las órdenes a los ángeles o buenos djinns2, y con la parte de hierro sellaba las obligaciones debidas a los demonios. Otras leyendas y mitos dicen que el anillo de Salomón fue un regalo del arcángel San Miguel y solo tenía una piedra de azufre rojo. Algunos comentaristas dicen que el anillo encerraba un pedazo de una raíz extraña. La mayoría de las versiones e historias sobre el anillo dicen que este tenía un sello, que era una figura compuesta por dos triángulos equiláteros formando un hexagrama que contenía el Nombre de Dios. Para otros investigadores era un pentagrama o estrella de cinco puntas o pie de druida. Para los cristianos, 1

Del latín Clavicula Salomonis, literalmente “Llave menor (o pequeña) de Salomón”, para no confundirlo con otro grimorio más antiguo llamado “La llave de Salomón”. 22 Seres fantásticos de la mitología semítica, conocidos también como genios.


musulmanes y judíos era el más potente talismán que haya existido nunca. Dicen los ocultistas que este anillo existe aún, y el que llegue a poseerlo será el dueño del mundo, ya que evidentemente controla a todos los espíritus buenos y malos. Es evidente que Salomón no escribió el grimorio y que nunca puso en los dedos de su mano el poderoso y mágico anillo. Otro objeto fue el conocido Espejo de Salomón. Cuando alguien miraba en él, podía ver cualquier lugar del mundo. Según cuentan las leyendas, crónicas árabes y la literatura medieval, todos estos objetos se encontraban en la Cueva de Hércules de Toledo y fue lo que encontraron los árabes al llegar a la capital del reino visigodo. Sello, Espejo y Clavícula de Salomón son símbolos y arquetipos universales patrimonio cultural de la Humanidad; como el Vellocino de Oro, el Elixir de la Inmortalidad, la Panacea Universal, el Santo Grial o Graal... También en las Cuevas de Hércules se dice que estaba depositada la Mesa de Salomón o Tabla Esmeralda; otro arquetipo y mito ligado íntimamente a la historia mágica de Toledo. Según la tradición hermética3, la piedra verde que formaba el tablero de la mesa era una gran esmeralda que estaba incrustada en la frente de Luzbel, el que más tarde se convertiría 3

Tradición filosófica y religiosa inspirada en textos atribuidos a Hermes Trismegisto.

en el príncipe de todos los demonios. Cuando el que fue el más bello e inteligente de todos los ángeles se rebeló contra Dios, fue expulsado del cielo y en su caída hacia el Infierno la esmeralda se desprendió de su frente y cayó en una tierra mítica llamado Hiperbórea4. Allí, fue custodiada y venerada durante milenios. Un gran cataclismo sacude el mundo y el continente hiperbóreo desaparece bajo las aguas. Los supervivientes arriban a la costa africana junto al Delta del Nilo; serán los precursores de la gran civilización egipcia, y después los sacerdotes de los templos de Tebas se encargarán de la custodia de la gran piedra verde. Posteriormente, según la tradición, Moisés robará la esmeralda junto con otros tesoros de los templos de Tebas. Una vez instalados en la Tierra Prometida, los hebreos construirán un templo donde depositarán los tesoros sacados de Egipto, junto al mítico Arca de la Alianza, el famoso Candelabro, etc. Fue el rey Salomón quién puso patas a la piedra y la adornó con oro y otras piedras preciosas. Hay quien dice que el rey plasmó todos sus conocimientos en la superficie de la piedra, la fórmula de la creación, un esquema mágicogeométrico y el verdadero nombre de Dios: el SHEM SHEMAFORASH.

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Territorio mítico cuya ubicación varía según las fuentes, pero que los griegos consideraban que estaba al Norte de Tracia. Hiperbórea significa “Más allá del Norte”.


En 1205 Wolfram von 5 Eschenbach escribe un poema medieval que trata sobre la búsqueda del Grial y en él se dice que un trovador llamado Kyot o Guyot el provenzal viaja a Toledo y que, tras los pasos de un árabe toledano llamado Flegetanis6, se introdujo en la gruta mágica de Hércules y pudo contemplar la Mesa. Yo añadiría algo más: hay investigadores que creen que la Mesa de Salomón aún existe y está oculta todavía en los grandes subterráneos de Toledo. Además de la parte mítica, el rastro histórico que ha dejado la Mesa de Salomón es suficiente para empezar a sospechar que ha existido, que no es una simple leyenda, como se plantea en la labor investigadora de Antonio Casado, mi compañero de biblioteca, de universidad y de tertulias, que ha realizado una labor de recopilación y divulgación histórica estupenda. Disfruten pues de su libro.

Raquel Torres Jiménez y Francisco Ruiz Gómez (eds): Órdenes militares y construcción de la sociedad occidental. Cultura, religiosidad y desarrollo de los espacios de frontera (ss. XII-XV)

Fernando Ruiz de la Puerta Profesor de la UCLM; miembro del Grupo Hepta y de la Cofradía Internacional de Investigadores. Prólogo del libro

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Poeta bávaro (ca. 1170-ca. 1220), autor del poema épico “Parzival” o “Parsifal”, que trata sobre la vida de Sir Perceval, caballero de la Tabla Redonda, inspirado a su vez en otra obra de Chrétien de Troyes. 6 Sabio y astrólogo del linaje de Salomón, que aparece en textos literarios vinculados a la leyenda del Grial.

Madrid, Ed. Sílex, 2016, 700 págs., ISBN: 978-84-7737-634-7.

La obra que vamos a reseñar debe su edición a los profesores Raquel Torres Jiménez y Francisco Ruiz Gómez, ambos de la Universidad de Castilla-La Mancha, y es fruto de un proyecto nacional de investigación. En ella han colaborado 22 especialistas interesados en la historia de las órdenes militares en el Medievo y procedentes de distintas universidades, centros de investigación y archivos históricos de España, Francia, Portugal e Israel. Es además una de las últimas contribuciones, y por lo tanto de las más


novedosas y actualizadas, que se han hecho al campo de las milicias y su labor en la construcción de la sociedad occidental; un tema de estudio con presencia en la historiografía desde hace varias décadas. Y es que no cabe duda de que estos organismos conforman una línea de investigación muy pertinente para acercarse a la realidad de nuestro pasado y conocer la sociedad medieval entre los siglos XII y XV; dado que proyectan un ideal religioso-militar plenamente identificado con una cristiandad latina en expansión y representan agentes señoriales muy característicos. El tema central en torno al cual se vertebra el libro es concretamente el protagonismo que las órdenes militares tuvieron en la formación de la sociedad occidental, al actuar como fuerzas dinamizadoras de las transformaciones sociales que acontecieron en el Occidente medieval a partir de la décimo segunda centuria. En él, aunque se cubre un amplio radio de actuación desde el punto de vista geográfico, se concede una atención especial a los espacios de La Mancha, el arzobispado de Toledo y Portugal; ya que esos procesos a los que nos hemos venido refiriendo estuvieron especialmente latentes en zonas fronterizas como estas, en las que se concretaban las líneas de avance y retroceso de aquella sociedad. Para abordar la temática de forma adecuada, el contenido se encuentra dividido en cuatro partes, dentro de las cuales se integran distintos trabajos de carácter monográfico. Además de estos capítulos centrales, la obra cuenta con un prólogo en el que tienen cabida las metas y estructura de la misma y con un epílogo redactado por Luís Adao Da Fonseca sobre el papel de la Orden de Cristo en la legitimación jurídica e intelectual de la expansión marítima protagonizada por Portugal a fines de la Edad Media. La primera de dichas partes tiene como principal línea de estudio el legado documental y arqueológico de que disponemos para la construcción de la memoria histórica de estas instituciones y en ella se incluyen cinco investigaciones.

Nos referimos, entre otras, a la de Joana Lencart acerca de la labor compiladora llevada a cabo por Pedro Álvares Seco para la documentación de la Orden de Cristo; y a la de Juan Ramón Romero FernándezPacheco, que se adentra en el proceso de conservación y acceso a la cultura escrita que Calatrava, Santiago, Alcántara, Montesa, el Hospital y el Santo Sepulcro generaron a lo largo de las centurias medievales y que actualmente está custodiada en el Archivo Histórico Nacional. Les siguen la de Antonio de Juan sobre la construcción del castillo de Alarcos bajo el reinado de Alfonso VIII y las consecuencias que la derrota en la batalla de 1195 tuvo en el mismo, y la de Jesús Molero García acerca de la dimensión material de las fortalezas calatravas, santiaguistas y sanjuanistas y su función en el espacio de frontera que se extendía entre los Montes de Toledo y Sierra Morena en la segunda mitad del siglo XII. Cierra la sección la publicación de David Gallego del Valle, que busca desentrañar el proceso constructivo y la funcionalidad de las fortificaciones del Campo de Montiel entre mediados del XIII y los primeros años del XV. Las páginas que componen el segundo bloque de la obra se vertebran en torno a la realidad fronteriza en sus distintos planos y fases cronológicas. Aquí se localiza, por ejemplo, el trabajo de Judith Bronstein, que indaga en la producción alimentaria de las explota-ciones agrícolas del Hospital en el Este Latino; así como el de Philippe Josserand, que revisa el concepto de frontera y contrapone la tradicional asociación de las milicias a la lucha en las extremaduras con una realidad más versátil en la que los freires se ocuparían también de la defensa de los territorios ya conquistados, su poblamiento y su articulación sociopolítica. Carlos de Ayala se mantiene también dentro de esta misma línea y hace lo propio en lo que respecta al origen de Calatrava y a su consolidación institucional bajo los gobiernos de Sancho III y Alfonso VIII. Igualmente ocurre con Carlos


Barquero Goñi, quien se interesa por la faceta militar de los hospitalarios en la Península Ibérica y con Javier Albarrán Iruela, que reflexiona acerca del papel de la yihad en la expansión almohade y en la importancia que la construcción de una memoria colectiva tuvo para este proceso. La tercera y última parte del libro se caracteriza por una mayor diversidad temática; de modo que se encuentra subdividida en tres apartados distintos en los que se abordan líneas de investi-gación diferentes. Uno de esos apartados centra su atención en la naturaleza de los contactos entre las órdenes militares y la monarquía y en él se recogen las aportaciones de Ana Rodríguez, Francisco Ruiz Gómez y Blas Casado Quintanilla. Concretamente la primera de ellas estudia la conquista de Sevilla y la expansión castellana a mediados de la décimo tercera centuria y lo hace desde dos perspectivas: la composición de una narrativa épica de la caída de la ciudad en 1248 y la distribución del botín de guerra registrado en el Libro de Repartimientos. De otro lado, la segunda presenta un análisis prosopo-gráfico de las relaciones que estas insti-tuciones entablaron con el Rey Sabio; mientras que la tercera sigue las transformaciones experimentadas por Cala-trava durante el maestrazgo de Gonzalo Núñez de Guzmán. Cinco son los trabajos que exploran la temática desde una perspectiva más territorial, en un intento por alcanzar una visión lo más aproximada posible de los señoríos que las milicias ostentaron en la península Ibérica. Es lo que ha hecho Paula Pinto Costa, al tratar de comprender el papel que estas desempeñaron en la configuración del reino portugués y la delimitación de su frontera a la altura de los siglos XII y XIII. Igualmente ocurre con María José Lop Otín, quien se sumerge en un campo ciertamente innovador y en el que la historiografía no se había detenido hasta el momento: la implantación de las órdenes militares en Toledo y su huella en el urbanismo de la ciudad. Le siguen las

interesantes aportaciones de Alicia Lozano, que desgaja las estrategias puestas en marcha por la nobleza de Talavera para hacerse con el control de los recursos económicos de este concejo; y de Óscar López Gómez, con la que se pretenden descubrir los mecanismos utilizados por los freires para mantener la paz en sus dominios durante el paso de la Edad Media a la Modernidad. Cerrando este capítulo se encuentra el estudio de Julián Sánchez Quiñones, que gira en torno al desarrollo de la actividad pesquera en los señoríos calatravos y santiaguistas entre 1450 y 1550. En última instancia, el tercero de estos subapartados está orientado hacia la función eclesiástica tanto de los freires como de otras autoridades religiosas de territorios afines. Aquí se recoge la investigación de Raquel Torres Jiménez, que contrasta la situación en la que se encontraban los clérigos parroquiales del Campo de Calatrava, el Campo de Montiel y parte del priorato de Uclés y se adentra en la conducta, la mentalidad y la espiritualidad de tales religiosos. Le sigue la de Enrique Torija, en la que se analiza la relación que existió entre el arzobispado de Toledo y las milicias en el transcurso de los siglos XIII al XV; así como las concordias a las que hubie-on de recurrir para mantener la organización de esta amplia zona en la que convivían ambos poderes. Finalmente, el trabajo de Ángela Muñoz Fernández versa sobre los vínculos que llegaron a desarrollarse entre la reina Catalina de Lancaster y las monjas del convento de Santo Domingo el Real de Toledo en la última década del siglo XIV y las primeras del XV. En definitiva, y como hemos tenido oportunidad de comprobar, esta obra es fruto de la colaboración de un importante número de investigadores del panorama español, portugués, francés e israelí; todos ellos reconocidos especialistas, no solo en el desarrollo medieval de las órdenes militares, sino también en otros muchos campos de la Historia de la Península Ibérica durante la Edad Media. Constituye, por lo tanto, una muy recomendable y novedosa herra-mienta para adentrarse en el papel que estas instituciones ocuparon


en la for-mación de la sociedad occidental y ampliar nuestros conocimientos sobre ellas. Y es que es evidente que el tema dista de estar agotado y nuestros conocimientos de ser completos; ya que aún hoy en día perviven problemas que dificultan su comprensión. A lo largo de sus páginas se hace eco, igualmente, de los debates historiográficos que permanecen abiertos en la actualidad; lo que sin duda aporta calidad y valor a la publicación.

Milagros Plaza Pedroche UCLM En revista Hispania; CSIC, 2018

Pablo Martín Prieto: Los fueros de Guadalajara Diputación de Guadalajara, 2010. Premio “Layna Serrano” de Investigación Histórica, 292 páginas. ISBN: 978-84-925021-7-2 De los dos fueros medievales que recibió la ciudad de Guadalajara por parte de los monarcas castellanos. El primero es atribuido a Alfonso VII, y nos presenta una versión propia basada en las lecturas proporcionadas por los editores que

conocieron el diploma antes de su desaparición. El segundo es el confirmado porFernando III, del que el autor hace una edición crítica parcial (concentrada en la parte dispositiva del documento) basada en los tres manuscritos conocidos de época medieval que nos transmiten el texto. Continua el libro con una indagación crítica de los textos, orientada a desentrañar cuanto puede decirse sobre su proceso de formación y redacción. Un capítulo lo destina a resumir y ordenar lo principal de su contenido normativo, completado con la glosa detenida, cláusula por cláusula, de ambos textos. De esta forma, el lector puede formarse una idea general del carácter y contenido de los fueros, pudiendo si lo desea descender a cuestiones de detalle que hallará luego desarrolladas en el comentario pormenorizado de cada cláusula. También esta obra presenta algunos instrumentos útiles para completar el conocimiento y la valoración de los textos: transcripciones y referencias a algunos documentos de archivo en los que puede seguirse la evolución ulterior de ciertos preceptos o normas contenidos en los fueros; cuadros esquemáticos en que se presentan algunas concordancias relevantes de los fueros estudiados con otros textos próximos; un conciso glosario de términos que pudieran presentar alguna dificultad inicial al lector; y la bibliografía selecta con las principales obras que se han utilizado para preparar este gran trabajo. El estudio del contenido institucional de los fueros de Guadalajara, lo realiza Martín Prieto a través de un esquema institucionalista de corte clásico, inspirado en el conocido estudio que Rafael Gibert dedicó en su día a los fueros de Sepúlveda. Este modelo aporta la ventaja de la claridad, si bien resulta un tanto rígido. Este tipo de exposición, pleno del racionalismo más característico de la


tradición de la historiografía positivista, transmite una falsa impresión de coherencia y estabilidad acerca de las instituciones medievales, cuando en verdad la consideración más atenta de los fueros de la época pone frecuentemente de relieve su carácter misceláneo, asistemático, repetitivo, como textos de aluvión, formados por yuxtaposición y superposición de fases redaccionales sucesivas, dando lugar a discontinuidades y contradicciones, en ocasiones muy llamativas. El libro de Martín Prieto trata de reflejar la temporalidad de los preceptos contenidos en los dos fueros, procurando percibir, a través de ellos, la evolución de las instituciones de la Guadalajara medieval, aunque el enfoque es muy general, debiendo complementarse cuanto aquí se diga con las precisiones de época, circunstancias de redacción y paralelos en otros textos que suministramos en el comentario pormenorizado, cláusula por cláusula. Sin duda el más interesante de ambos fueros es el segundo, otorgado por Fernando III en 1219. Su contenido normativo se corresponde con un desarrollo del Derecho local propio de un concejo de la Extremadura castellana. Muy probablemente sus preceptos fueron extraídos, extractados o adaptados de privilegios reales concedidos al concejo de Guadalajara, o desde redacciones anteriores, quizás compilaciones de Derecho castellano vigente en la villa que sirvieron de modelo para algunas partes de este texto. Como suele ocurrir en estos casos, el texto del segundo fuero de Guadalajara no llega hasta nosotros en su forma original, sino en tres copias que se hicieron del mismo en época medieval. El más importante y el que sirve de base a este estudio es el

manuscrito conservado en la Biblioteca de la norteamericana Universidad de Cornell. En definitiva, un libro excepcional, un estudio muy serio, muy amplio y prácticamente definitivo, sobre los Fueros medievales de la Ciudad de Guadalajara, que deberían ser dados a conocer entre la población, y muy especialmente, entre la juventud y ambientes cultos de la misma.

Libros de Guadalajara

El historiador Emilio La Parra nuevo académico correspondiente de la RACAL El historiador conquense Emilio La Parra ha sido

elegido

nuevo

académico

correspondiente en Alicante de la Real Academia Conquense de Artes y Letras (RACAL), por votación unánime de los asistentes, en la última asamblea general de esta corporación. Nacido en la localidad conquense de Palomares del Campo en 1949, Emilio La Parra López es actualmente catedrático de la Universidad de Alicante y autor de obras como “La libertad de prensa en las Cortes de Cádiz”, “El primer liberalismo español y la Iglesia. Las Cortes de Cádiz”, “La alianza


de Godoy con los revolucionarios (España y

curso académico, 2018-2019, de la Racal,

Francia a fines del siglo XVIII) o “El Regente

que versó sobre “El cabildo de la catedral

Gabriel Ciscar. Ciencia y revolución en la

de Cuenca y la reforma de la Iglesia a

España romántica” aunque sus obras más

finales del siglo XVIII”.

conocidas probablemente sean “Manuel Godoy. La aventura del poder” publicada en Tusquets en 2002 y prologada por

RACAL, 18 de marzo, 2019

Carlos Seco Serrano y “La Inquisición en España. Agonía y abolición” aparecida en Libros de la Catarata, en 2013), un volumen en el que, junto a María Ángeles Casado hizo un estudio sobre la abolición de esa institución. En 2017 apareció junto a otros escritores (como Carmen Posadas, José Luis Gil Soto, Luis Alfonso Limpo o Enrique Rúspoli)

“Príncipe

de

la

Paz”,

un

largometraje precisamente sobre la vida de Manuel Godoy y el pasado año 2018 ha publicado “Fernando VII. Un rey deseado y detestado”, una biografía de este monarca que le ha valido el Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias. También

ha sido

coordinador

de

editor,

director o

obras

como

“El

anticlericalismo español contemporáneo” junto a Manuel Suárez Cortina, “Manuel

María

Godoy y su tiempo. Congreso Internacional

Después de la tempestad, la cama

Manuel Fernando

Godoy Tomás

(1767-1851)” Pérez

o

Larriba,

o

de

un

González

Ruiz:

junto a de

unas

“Memorias de Manuel Godoy” junto a Elisabel

Luis

estudio

Ed. CELYA 84 págs. 2019 ISBN: 978-84-16299-87-4

introductorio de los “Diarios de viaje de Fernando VII (1823 y 1827-1828)”. Fue precisamente el encargado de dictar la lección magistral de comienzo del actual

Es una escritora valiente María Luisa González Ruiz (Urda, Toledo, 1973) cuando, sobre el lienzo de estas


páginas, muestra con su pincel de trazo limpio las aristas de la verdad a través de sus tempestades interiores. Expone en sus apuntes y bosquejos una vida amputadora. Sufre en la hondura. Su travesía existencial, a primera vista inocente, es una balada de entraña abierta. Y aparentemente tiembla en una casita en la playa imaginándose amores parasiempre y registra los eclipses diarios, la rebelión interna, obsesiones y desamparo entre arrebatos de esperanza. Desde la quimera catastrofista, las representaciones poéticas irán poniéndose de su parte, con la cama como escondite y refugio de tormentas: un canto esperanzador para seguir siendo aquel don Quijote de enorme humanidad, sin enmiendas ni tachaduras, en un “aparta de mí este cáliz”.

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Vanessa Jiménez De pájaros y muertes Ed. Gato encerrado; Toledo, 2019

De pájaro y muertes es la primera obra que Vanessa Jiménez decide publicar, pero en ella no encontramos las dudas y torpezas del poeta debutante, sino la seguridad y la madurez del que lleva muchos años forjando su estilo en la intimidad, definiendo su lengua y seleccionando las imágenes de su particular universo poético. Este libro, ya desde su título, nos ofrece el conflicto entre el vuelo que ansía alcanzar el cielo, romper la jaula en busca de la libertad, y la muerte como fin o aniquilación, aunque en ocasiones la muerte, la destrucción, puede ser el comienzo de la creación. La poeta partirá del conflicto entre el vuelo del pájaro y la sombra de la muerte para hablarnos de amor, de identidad, del misterio de la palabra y la poesía.


Vanessa Jiménez nace en Toledo en marzo de 1980. Pasó parte de su infancia en la ciudad monumental. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, especializándose en Literatura Hispanoamericana, de la cual se confiesa una apasionada. Colaboró con dicho departamento durante su primer año de doctorado, trabajando sobre el Romancero Panhispánico y en el Archivo Rubén Darío. En la actualidad ejerce como profesora de Lengua y Literatura en el Instituto Juan de Padilla, en la localidad de Torrijos. Comenzó a escribir con 18 años y ha mantenido siempre una actitud intimista frente a la publicación. Sus primeros poemas aparecieron en la revista estacional de poesía Hermes, donde publicó también un cuento y un ensayo sobre literatura fantástica, aunque su interés fundamental reside en la palabra poética y su relación con la realidad. Tras unos años de dedicación a la familia, ha vuelto a retomar la escritura, así como el estudio de los textos literarios, compaginando esto con su trabajo como docente.

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Los misterios de la memoria Francisco García Pavón en su centenario (2ª entrega)

La formación del artista ¿El escritor nace o se hace? ¿Qué condiciones naturales o ambientales alimentan la vocación artística de un niño? Las memorias son en este caso un intento de explicar los orígenes, desarrollo y logros de la vena creadora. Francisco García Pavón busca en sus cuentos, pero sobre todo en sus memorias, el sustrato o el origen de su vocación escritora. En una ciudad, para ser exacto en una agro-ciudad, como Tomelloso, que vivía (y vive todavía) en gran parte de la agricultura, nacer en una familia que no está pendiente, como el mismo Pavón apunta, de cosechas, pedriscos, vendimias o recolecciones, imprime carácter. En la casa familiar no se hablaba ni se vivían estas preocupaciones. “Mientras el resto del pueblo se movía -recuerda Pavón en Ya no es ayer- entre cansineces de cosechas, carros, blusas, boinas, y algo de curas (no mucho), en casa del abuelo y en la mía, con las pinturas de papá, los inventos del tío Luis, el farmacéutico, vivíamos en constante aventura”. Pavón traza las líneas de su formación en la que pesa de manera determinante la familia. Fue la suya


liberal, republicana y progresista, que, más allá de la mera política, alimentó la curiosidad infantil y su espíritu libre y soñador. Todo junto, ambiente político e intelectual, sería el fundamento de su vocación de escritor. Por tanto, la patria infantil de Pavón es liberal y republicana. El término “liberal” en el mundo del niño connota excelencia y va unido a las cualidades y bondades de la familia en particular de la madre. No en vano y a manera de elogio, doña Nati, una amiga íntima de la familia, que es a su vez la quintaesencia del liberalismo, le dice al niño: “Tu madre es la más liberal del mundo” (Los liberales). Junto a Nati, el abuelo Luis es aquí el ejemplo máximo del liberal que aúna el carácter político con su denodada ambición de progreso que le lleva a incorporarse con decisión a todos los avances técnicos y científicos. El niño, contagiado por el entusiasmo familiar, saluda con euforia la llegada de la República, sin duda el hecho histórico más celebrado del que fue testigo. De manera simétrica el estallido de la guerra, su desarrollo y sobre todo el final, en el que son derrotados los ideales en los que había creído, se percibe como un profundo fracaso, atravesado por un suave escepticismo que le permite ver a su padre y a sus amigos republicanos como unos ingenuos. Junto al ambiente familiar, el origen creador del niño se encuentra en su carácter: contemplativo, silencioso, observador y atento de lo que sucede alrededor. Un niño interesado por los

juegos infantiles, pero marcado sobre todo por el tempo que marca una madre enfermiza, a cuyo abrigo se cobija para alimentar sus dotes de observación. Muchas anochecidas me sentaba junto a mamá en la puerta de la calle –anota en Ya no es ayer—. Como los juegos y el hablar de los amigos no me dejaban tiempo para mirar las cosas, a ratos huía de ellos… […].Y miraba a la gente que pasaba, cada cual con sus pasos y su cara, los carros tan ruidosos. Las mulas con las orejas bajas, y los carreros con los ojos perdidos.

Un niño reconcentrado, tranquilo, aparentemente ausente de todo, que despierta preocupación en próximos y extraños, porque parece enfermo. “Y Paquito, ¿cómo está tan serio, es que está enfermo, es que le pasa algo? Y mamá sonrió. No. Es que es así”. En la sencilla respuesta de la madre está quintaesenciada la personalidad del futuro escritor. El capítulo XII de Ya no es ayer, capítulo central de esta obra, es la piedra clave del arco autobiográfico, decisiva para comprender esta cuestión de la formación del futuro creador. Laten en estas páginas el intento de encontrar una explicación de la razón por la que uno se hace escritor. Para ser escritor, viene a decirnos Pavón, es preciso crear un mundo particular a partir del mundo más próximo y común, tener una cosmovisión propia y saberla plasmar con agudeza. No es decir mucho, pero sabemos que es difícil adentrarse un


poco más en el secreto insondable de las grandes creaciones literarias. Por ejemplo, Plinio. El origen de Plinio lo sitúa el autobiógrafo en dos personajes admirados y memorables de su infancia: Pedro Eugenio, el estanquero, vecino que alquila parte de la planta baja de la casa de la familia, que cuenta y rememora hasta la saciedad los casos criminales en los que se vio inmerso en su etapa como Jefe de la Guardia municipal de Tomelloso, y Jareño, que fue también Jefe de la Guardia, que le “impresionaba mucho” en su niñez. De la síntesis de los dos guardias, mitad real, mitad soñado, con una “filosofía” o cosmovisión propia nacería el gran personaje de Pavón.

los caprichos de la memoria, pero es consciente de que, sin los recuerdos que esta provee y sin la fe en los orígenes, no se es nadie ni se puede ser nada. En su Tomelloso natal Pavón fundó su nación, que no sería ni un país idealizado ni una tierra tenebrosa. Creó un territorio literario fructífero, propio de un memorialista amable, que alza la mano sin llegar a dar. En ese espacio mítico de la memoria, el niño se abre simultáneamente al vagoroso placer y a la realidad ineludible, que apuntaba siempre el perfil de una muerte omnipresente. Pavón nos demuestra que es la imaginación creativa la que da valor a los recuerdos, y sentido a la vida y a la muerte.

En más de una ocasión Pavón se refiere a su temprana vocación literaria. En su opinión estaba predestinado a la literatura por su carácter introvertido y tímido, y por lo capaz que era para detallar y profundizar sensaciones y pensamientos. Desde niño estaba dotado para escuchar y observar a la gente, con su paciente mirada observadora, la actividad pasiva del que recrea el mundo escuchando y mirando. Todo en el ambiente artístico familiar le señalaba el camino de la pintura, por la afición del padre y de otras amistades de este como eran los pintores tomelloseros López Torres y Carretero, pero hizo una elección consecuente con su personalidad, convencido que no podría ser otra cosa ni hacerla mejor que la literatura.

El humanismo de Pavón no resulta enfático ni descreído. Viene adornado por una discreta incredulidad, que nos ilumina que el yo es un hatillo, apenas hilvanado de amores, humores, olores y temores, que se rompe por las costuras sin llegar a ser, pues como escribe en Ya no es ayer, y puede servir de conclusión: “Qué ajenos nos somos. Nadie tan inquilino de una mansión que ignora. Sería hermoso verse uno dormir en las horas agosteras de la siesta, como vemos a otros. O verse muerto, con la boca apretada, la barba punzando en la piel de la cara, tan tiesa y blanca, loza ya”.

Manuel Alberca Serrano Clarín. Revista de nueva literatura,

Termino. Pavón resulta ser un autobiógrafo paradójico. Desconfía de

139, enero-febrero 2019, pp. 9-14


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