RUTA 5. Final. Desenlace. Pasado

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RUTA 5 FINAL. DESENLACE. PUERTA DE HIERRO. EL PASADO


Día

10…hasta

el

infinito

y

más

allá.

El

tiempo

es

muy

relativo.

Al alba, cuando todavía no había salido el sol, nos despertamos por el fresco rocío y porque habíamos escuchado una voz grave, ronca y profunda. A algunos, se nos erizó el pelo pensando en que podía ser algún fantasma del pasado. Nos agrupamos en la entrada con lo puesto. No había recepcionista y solo estaba encendida la última bombilla al fondo de un pasillo. Titilaba. Nuestras siluetas parecían espectros y hubo un gran silencio.

El hall se transformó en las mazmorras del castillo del príncipe Alfonso X. Estábamos todos en una estancia oscura y húmeda con forma cilíndrica. Había dos puertas. Una hecha de madera de abeto de color azul y la otra más pequeña de hierro oxidado. La primera era muy grande y, para cruzar la otra, había que pasar reptando. Majo y Jacobo dijeron : ¨Tendremos que salir de aquí¨

De repente, empezaron a salir nuestros nombres en las puertas. Una fuerza invisible nos empujaba hacia ellas. Se abrieron y, a pesar de nuestra resistencia, nos fue imposible no atravesarlas. Mi grupo entró por la puerta de hierro. Los demás por la otra. No nos dio tiempo a reaccionar. La puerta se cerró con un rugido de tal manera que dimos un salto y caímos al vacío como por un tobogán acuático. Fuimos a caer en el en los aposentos de algún príncipe medieval. Cuando caímos nos encontrábamos en esa estancia, mientras, el agua comenzaba a subir en la inmensa estancia. Estábamos desubicados y sin entender lo que ocurría, nos percatamos que el resto del grupo no nos acompañaba. Había un gran silencio en nuestras bocas pero poco a poco escuchábamos el surgir del agua. Descubrimos una nota en la pared, decía: ‘’id siempre hacia vuestro miedo, no huyáis de el’’


La puerta estaba cerrada e irrompible, las ventanas estaban bloqueadas con tablones de madera. Pensamos en la manera de salir de allí, pero el agua subía cada vez más y más rápido, las aguas salían de varios agujeros, situado en las paredes, suelo e incluso el techo. Uno de nosotros se planteó que la nota de la pared fuera una pista, y en efecto, tomo una gran bocanada de aire y metió la cabeza bajo el agua, el cual rozaba nuestros hombros, en el suelo se hallaba una trampilla. La madera estaba hinchada y la presión del agua le impedía abrirla, al cabo de unos minutos vimos que Carlos no regresaba y nos asustamos por no saber de él, decidimos ir todos a ayudarle porque ya casi no nos quedaba tiempo, entre la euforia y desespero de quedarnos sin oxígeno. La trampilla se abrió y el agua nos arrastró hasta el patio de armas. Después de esos minutos de tanta agonía nadie decía ni una sola palabra. Adriana rompiendo con el silencio dijo: ¡ Tiooo, mira, otra nota...! Aquella nota, parecía que estuviera escrita en pergamino. Nos acercamos a mirar que decía y Letizia leyó en voz alta lo que ponía. "Queridos etwinners han hecho un viaje al pasado, están en el siglo XIII. Han sido seleccionados para una misión, impedir que Alfonso X reine. Tenéis 23 días para completar la misión, si logran el objetivo les recompensaré con salir del pasado y si no se quedarán para siempre atrapados en él" Ricardo de Cornualles.

Eso se leía en la firma. Entonces Álvaro nos explicó a todos que había una disputa entre quien iba a ser el rey de los romanos, la cosa estaba entre Ricardo de Cornualles y Alfonso X. Eso explicaría por qué este Ricardo quería deshacerse del rey castellano. No nos quedaba otra que entrar en el juego.


Con una risa nerviosa, Diego rompiendo el silencio dice: “con todo esto me dieron ganas de ir al baño” Rompemos

todos a carcajadas y algunos nos quedamos hasta sin aire.

Ángel en el intento de levantarse y perdió el equilibrio y se fue contra una de las paredes. De repente hubo un sonido como si hubiera presionado algo, toda la habitación empezó a temblar y nos dimos cuenta de que la pared se estaba empezando a girar, mientras se giraba vimos que en el otro lado de la pared había armas. -

¡Qué buen descubrimiento! Dijo Lola.

También nos dimos cuenta de que al lado de aquellas armas, espadas concretamente, había un cajón. A Mariano lo mató la curiosidad y lo abrió y dentro de él había ropa, y mucho dinero, al parecer de aquella época, pero... Toda la ropa era de hombre. Debido a que no encontramos la salida, pasamos la noche ahí. A la mañana siguiente vimos un rayo de luz y una silueta de un guardia, sin saber qué ocurría seguimos al guardia el cual nos dirigió hasta una pequeña casa en la cual alojarnos hasta encontrar a Alfonso X.

Antes de salir de la cabaña, Ricardo nos proporcionó a Rodolfo de león quien nos iba a ayudar con el dinero, la guía y la traducción. Primero nos dirigimos a comprar seis burros, cuatro caballos y varias carretillas fuimos al mercado local a comprar los víveres para el viaje. Median en arrobas. Nos hizo gracia porque no tenía nada que ver con internet. ¡Vaya! Con todas las novedades y la adrenalina a tope no nos habíamos dado cuenta hasta ese momento de que nos faltaban los móviles. Estábamos aislados y quizás para siempre. En el mercado a Rodolfo le dijeron dónde ir por contrabandistas. Serían los que venderían de esclavo a Alfonso X cuando llegáramos a nuestro destino, en Occitania.


Nuestro plan, bueno, el plan que nos obligaban a llevar a buen término parecía sencillo: entraríamos en el castillo del rey fingiendo ser actores. En esa época no había muchos comediantes y actores como los conocemos ahora. Pasaríamos más bien a ser una especie de juglares representando una pequeña pieza para divertir a la corte de Toledo. Una vez contratados, volvimos a la cabaña y Ricardo nos obsequió con ropa nueva para estrenar en palacio y la pieza teatral que él mismo compuso en pocos día. Estaba escrita en galaicoportugués y la protagonista, que era una noble de la que se enamora su escudero, tenía que hablar en otra lengua, occitano, dijo Letizia, pues le encantaban las lenguas románicas y reconoció alguna palabra. Ricardo, que era muy calculador había hecho llegar una copia manuscrita, con ilustraciones, miniaturas y bien encuadernada con vitela. Después de varios días de haber estado preparando la obra de teatro, llegó el día de la representación. Al finalizar la obra, el rey se enamoró tanto de la protagonista que acudió a conocerla. Lola le fue a dar la mano para saludarle. Él estaba absorto mirándola y al besarle la mano cayó profundamente dormido pues aspiró el fuerte sedante que Lola tenía en la mano. Una vez dormido le introducimos en el baúl de los disfraces aprovechando a irnos antes de levantar sospechas. Comenzamos nuestro camino a Cannes. Tardamos ocho días en llegar, una vez en Cannes aprovechamos a cambiar los burros y a comprar más comida que iría en las alforjas, paramos

en alguna aceña

para descansar y beber agua. Como queríamos conseguir alguna moneda de esas tierras, decidimos representar de nuevo la obra. La gente se agolpaba para vernos y, cuando intervenía la protagonista, la gente se quedaba asombrada porque parecían entender lo que decía. Se nos unió un chico joven que tocaba el laúd, Asterix. Era bretón, tenía el pelo rubio y la misma edad que nosotros. Fue un éxito. Nos aplaudieron con entusiasmo. Entre el público se encontraba el gobernador de aquel lugar. Los aplausos no cesaban, la gente pedía que repitiéramos la obra. El gobernador se subió sobre una piedra y pidió silencio. Todos callaron. De su discurso entendimos algunas palabras: honor, somos como estrellas, paseo, magnífico, eternidad, honra, manos, lodo….


De nuevo vítores y aplausos. Entonces, cogió la mano derecha de los protagonistas que hacían de enamorados en la obra, Lola y Víctor, y les hizo dejar su huella en una especie de baldosines hechos de barro. Y que si, a partir de ese momento, ese lugar se llamaría Paseo de las estrellas en nuestro honor.

Estábamos llamando demasiado la atención. Aquello se nos escapaba de las manos, nunca mejor dicho. El baúl que contenía el cuerpo del rey empezaba a moverse. Nos iban a descubrir y no podríamos regresar a casa, o, algo peor, igual nos mandaban a galeras de por vida. Encontramos una excusa para alejarnos de allí y continuamos nuestra andadura con las faltriqueras llenas de las monedas que nos habían ido dando por la actuación. Después nos dirigimos camino a Mónaco, allí hicimos un trueque por nuestros burros y demás por las monedas que nos permitirían viajar. Fue entonces, cuando en un puesto del mercado, un viejo conocido nuestro, Michel, a quien habíamos conocido leyendo a Laura Gallego, se asomó desde un puesto de quesos y miel. Nos hizo la señal para que nos acercáramos en silencio. Ya nada nos asombraba, si apareciese un dragón sobrevolando la Villa conduciendo un ovni, nos habríamos quedado igual de perplejos. Pero no nos cuestionábamos nada, sencillamente, nos dejábamos llevar por esa corriente invisible. Nos pidió que soltáramos al rey, que en el presente ya no existía el castellano como lengua oficial, que era solo un dialecto hablado por personas de mucha edad, que no existían ni

La Celestina, ni el Lazarillo y mucho menos el Quijote, no había

literatura en castellano y que, si Alfonso X no regresaba a Toledo, toda la cultura que empieza a nacer gracias a su labor, jamas existirá. Nos dijo que pagáramos a uno de los hombres del gobernador del que nos podíamos fiar pues era amigo suyo, que le dejáramos todo y él escoltaría al soberano hasta su reino. A cambio, nos diría cómo regresar al futuro. Confiamos

en

contrabandistas.

él

y

le

seguimos

después

de

conseguir

despistar

a

los


Entramos en una casa con un gran zaguán. Allí, movió una piedra que había en un de los muros y apareció ante nuestras narices un agujero negro que giraba. “ Adelante, sin miedo” , nos dijo…y como zombies, nos colamos en ese torbellino. El viaje en el tiempo duró apenas dos minutos. La sensación dentro de ese túnel era extraña. Todo estaba muy oscuro y parecías encontrarte en una centrifugadora, aunque no te movieras, pues solo estábamos flotando, el ruido de ese lugar era demasiado estruendoso. Por supuesto, gritamos, muchísimo y temíamos haber sido engañados. De repente, una luz nos cegó. Estábamos delante de un mercado, estábamos en Florencia y, a pocos metros, distinguimos a nuestros compañeros de viaje y al resto de amigos que habían hecho otras rutas. Estaban hablando con un jabalí de bronce. Nos acercamos y, súbitamente, volvimos a caer en otro túnel. Este nos llevó a una habitación con forma de cilindro. Tenía dos puertas y un cartel luminoso sobre ellas que decía ESCAPE ROOM . Por supuesto…allá que fuimos.


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