La literatura en tiempos de Facebook

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RICARDO PIGLIA

La literatura en

tiempos de Facebook COMO PARTE DE LAS CONFERENCIAS ORGANIZADAS POR EL MICA, PIGLIA ESTUVO EN EL PREDIO DE TECNOPOLIS Y ALLI HABLO CON BACANAL. LA MIRADA SOBRE LA LITERATURA Y LA INDUSTRIA CULTURAL, POR PARTE DE UNO DE LOS GRANDES PENSADORES ARGENTINOS. texto Esteban Ulrich fotos alejandra lopez

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l MICA, Mercado de Industrias Culturales Argentina, se ubicó en el patio trasero de Tecnópolis. Un entorno lleno de actividad, donde hablamos con Ricardo Piglia, considerado por muchos como el mejor escritor vivo de la Argentina. Piglia nació en Adrogué, provincia de Buenos Aires. Si bien tiene libros de cuentos publicados a finales de la década del 60, su fama inundó los pasillos de la Facultad de Letras en 1980, con la publicación de Respiración artificial, que lo presentó como un renovador de la literatura argentina contemporánea. A ese título siguieron otros: Prisión perpetua, La ciudad ausente, Plata quemada (Premio Planeta) y Blanco nocturno. Pero Piglia es también un crítico y teórico. Así, mientras lo vemos acercarse con paso cansino tras una larga jornada de conferencias, recordamos libros como Crítica y ficción (1986) o Formas breves (1999), en cuyas páginas se explayó sobre Arlt, Borges, Macedonio Fernández, Sarmiento y más escritores argentinos. “Ha sido un día largo”, dice, y nos acodamos a una pequeña barra para tomar los últimos cafés de este sábado. En el MICA, Piglia realizó una conferencia sobre la industria cultural, y sobre todo la industria editorial. De esto venimos a hablar, aprovechando la mirada entrenada del profesor emérito de la Universidad de Princeton para interpretar el oficio de escribir en la era de Facebook. Más allá de que el propio Piglia descrea a veces de ese entrenamiento, y lo haya dejado escrito en la cita que abre Blanco nocturno, de Louis-Ferdinand Céline: “La expe-

riencia es una lámpara tenue que sólo ilumina a quien la sostiene”. -¿Cómo interpreta los grandes cambios que atraviesa hoy la industria cultural? -Son cambios tajantes. La discusión que genera un evento como el MICA es la idea de que la cultura también es una organización

"Hoy los medios difunden mas rapido las figuras que los textos, o mas rapido las interpretaciones de las obras que las obras en si mismas. Como si la obra sirviera basicamente para ser interpretada." material, que la cultura son también los medios de difusión de esa cultura. Muchas veces la cultura aparece sólo como contenidos espirituales, pero esos contenidos encuentran un espacio material en donde manifestarse: bibliotecas, editoriales, librerías, que dan forma a los modos en que esas cosas circulan. Y los escritores participamos en la construcción de estos circuitos. -¿De qué manera opera la disyuntiva entre el concepto de “producto” y de “obra? -Desde el punto de vista de un escritor son dos cosas distintas, que no deben ser confundidas. Cuando uno termina un libro se convierte

en otra persona, la que luego se ocupa de poner en circulación ese material. En general es mejor no incorporar esa figura en el momento en que se escribe. También existen los artistas que incluyen dentro de la forma de sus obras a los sistemas de distribución, sobre todo en las artes plásticas, pero pienso que es muy importante poner la discusión no sólo en la producción artística, sino en la forma en que se distribuye. En este sentido las nuevas tecnologías están cambiando la base del arte contemporáneo. Por ejemplo, la literatura contemporánea separa al escritor del lector, y a ellos del editor, y a todos ellos del crítico. Ahora todo se mezcla y se une en una misma persona: el que escribe sus textos, los sube a Internet y luego los comenta... Las figuras se empiezan a unir. -¿Haciendo más difícil distinguir el valor de la obra? -Claro, y el enigma de quién es el artista y también de qué clase de arte se trata... Antes había circuitos que legitimaban. Exponías en determinadas galerías o publicabas en determinadas editoriales, y eso aseguraba un prestigio mayor. Hoy esto está cambiando. Se construyen más figuras de escritores que obras de escritores. No sólo tiene que ver con una cuestión de cinismo de los artistas, o de escepticismo o fascinación del público con las figuras, sino que los medios difunden más rápido las figuras que los textos, o más rápido las interpretaciones de las obras que las obras en sí mismas. Como si la obra sirviera básicamente para ser interpretada. La paradoja es entre una crítica que pierde prestigio pero que también se democratiza.

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y que la gente comparta la información entre ella, es una forma espontánea, casi anarquista, de construir un modo en que la información no nos abrume. Es un sistema de defensa contra la presión infinita de las informaciones que están todas en un mismo plano. No tengo Facebook, pero me gusta la forma que tiene, un funcionamiento muy complejo.

"Facebook busca que la informacion sea filtrada por un sistema en donde el sujeto pueda participar en la experiencia, construyendo un modo en que aquella informacion no nos abrume." La entrevista se ve interrumpida por varias presentaciones a las que el escritor accede con amabilidad. En uno de estos intervalos aparece la figura de Leonardo Fabio frente a la que Piglia ejecuta una aplicada reverencia. Cuando retomamos la charla, la figura de verdadero autor del director de Soñar, Soñar parece casi alienígena con respecto al contexto artístico actual. -En Buenos Aires florecieron numerosas editoriales pequeñas y originales. ¿Pudo seguir este proceso? -Sí, los chicos ya no le dan tanta importancia a los suplementos culturales oficiales como Ñ o ADN, que son los sistemas clásicos de legitimidad. Los lugares en donde se gestan los nuevos artistas y las nuevas obras suceden en otro lugar, y después la gente de los suplementos conecta con eso... Estoy muy interesado en el fenómeno. Sobre todo de las nuevas editoriales que surgieron a partir de 2001. Allí se plasma cómo la cultura argentina hace “con lo que hay”. Aquí nunca podemos esperar las mejores condiciones porque si no nunca hubiésemos hecho nada. Las pequeñas editoriales como Eloisa Cartonera, empezaron en plena crisis,

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cuando las grandes corporaciones españolas empezaron con políticas cada vez más suicidas de producción de best sellers y dejaron un espacio para que la buena literatura comenzara a circular por otros lugares. Pienso en La Bestia Equilátera, Eterna Cadencia, Mansalva... Es un fenómeno muy interesante. Otra cuestión es hacerse la pregunta: ¿cómo se ganan la vida los artistas? Una pregunta que generalmente no se hace, y ¡sobre todo en este país! (risas). Porque no sólo se trata de ideales estéticos, hay también cuestiones materiales en juego, tradiciones muy largas de propiedad privada. En el lenguaje no hay propiedad privada, lo usamos entre todos y lo volvemos a poner en circulación. Con las nuevas tecnologías esto se profundiza. -¿Llega a percibir en esta situación un posible cambio de narratividad? -Veo ahí una tensión entre narración e información, ése es un poco el punto formal de discusión ahora. Facebook busca que la información sea filtrada por un sistema en donde el sujeto pueda participar en la experiencia, porque uno tiende a ver la información como algo externo, con lo que no tiene nada que ver. Estos sistemas

No hace mucho un perfil de Facebook comenzó a publicar citas de sus libros y frases célebres, bajo el nombre de Richard Piglia. Aunque no pudimos saber quién está detrás, la anécdota nos remite, más allá de las cuestiones legales, a la propia producción literaria argentina del siglo XX, algo sobre lo que el propio Piglia se explayó en Crítica y ficción. -¿Qué siente cuando ve que surge un tal Richard Piglia, un Facebook que lo parodia? -No me gusta. Mis amigos lo ven y me cuentan. No parece estar realizado con mala intención. Pero creo que es algo muy curioso que alguien quiera vivir la vida de otro, y no la vida que yo me podría inventar... Me parece un poco triste. Mi intención no es prohibirlo, pero sí avisarles a mis amigos que yo no tengo Facebook y que se sepa que es alguien que está haciendo “de cuenta”... Porque aquí el problema que nos persigue siempre es quién censura. Hay mucha libertad, mucho anarquismo... Pero como los capitalistas se ponen nerviosos, lo que terminan haciendo es tirarnos el problema a los artistas, con la pregunta de “cómo vamos a ganarnos la vida”. Para mí lo principal es que la gente lea mis libros... Hay un punto en donde uno se ve perjudicado, pero no se va a volver policía por eso... -Recuerdo los casos en que María Kodama recurrió a los tribunales contra obras que juegan con los formatos de cita, como El Aleph engordado”, de Pablo Katchadjian. -Allí ella no quiere que se use el nombre de Borges sin cobrar algo. Hoy en día hay mucha reutilización de los formatos anteriores. También recuerdo El Martín Fierro ordenado alfabéticamente, del mismo autor, que está muy bien... Son formas que quizás sean renovaciones, una modificación de la tradición cultural, que tiene que ver con el plagio y con el uso de la tradición como si no le perteneciera a nadie. Sin ir más lejos, Borges mismo escribió Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, la biografía de un personaje del Martín Fierro. Con la lógica Kodama los descendientes de Hernández deberían cobrar por los derechos de su antepasado... Los pocillos de café están vacíos y la noche se apodera del MICA. Piglia se levanta, despacio. Queda claro: con sus 72 años, sigue siendo una de las mentes más lúcidas a la hora de hablar de literatura, sea en tiempos de Facebook, y en los tiempos que vendrán.

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