La política como espectáculo

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kevin spacey

La política

como espectáculo Con una reputación impecable como actor, Spacey se embarcó en su primer proyecto televisivo en el doble rol de protagonista y productor. Su serie House of Cards se convirtió en un éxito automático que hasta el presidente Obama elogia vía Twitter.

texto sandra martínez

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on su porte grave y de alguna forma enigmático, Kevin Spacey es, probablemente, uno de los grandes actores de su generación. Al recorrer su filmografía encontramos personajes inolvidables e icónicos, como Lester Burbank, el deprimido padre clase media de Belleza americana o el misterioso Verbal Kint de Los sospechosos de siempre. Y, por supuesto, el psicótico John Doe de Pecados Capitales, donde actuó bajo la dirección de David Fincher, que hoy es su coequiper en la realización de esa nueva joya entre las series que es House of Cards. La serie desnuda los entretelones del mundo político estadounidense haciendo foco en un ambicioso congresista, Frank Underwood, que arrasará toda oposición a su planificada carrera. Con una calidad de realización excepcional, fue el primer título producido por la empresa de web streaming Netflix. El éxito fue automático cuando los trece capítulos de su primera temporada aparecieron on-line al mismo tiempo. Además de su compleja interpretación de Underwood, Spacey es productor ejecutivo de la serie y está completamente involucrado con cada uno de sus aspectos. En una charla telefónica con Bacanal, habló sobre el personaje, el mundo de la política y la nueva televisión. -Además de protagonizar House of Cards, también sos productor ejecutivo de la serie. ¿Qué implicó que asumieras ese rol? -Estoy involucrado en casi todos los aspectos, desde las conversaciones iniciales sobre la creación del show,

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hasta el trabajo con David Fincher, pasando por el vestuario y la estética, el casting del elenco, el desarrollo de la trama y los personajes. Puedo decir que mi rol como productor ejecutivo no es un mero crédito sino una participación real. -¿Cómo te involucrás en el desarrollo de la trama? -Cuando leo los borradores o la primera versión de los guiones, tengo notas e ideas que le paso a Beau Willimon, nuestro jefe de guionistas, y David Fincher y ellos suman sus propias opiniones. Todo esto, una semana y media o dos antes de comenzar a grabar, lo que nos da tiempo para hacer algunos cambios de perspectiva o diálogo. Para el momento en que comienza la grabación, en muchos casos, llevamos más de un mes de desarrollo de ese guión en particular. -¿Y cuáles fueron los desafíos de tu doble rol como protagonista y productor? -Fueron muchos desafíos. Para empezar, nunca había hecho una serie. Nunca trabajé en un solo proyecto durante 155 días. Aprendí mucho sobre la concentración necesaria para algo así y para esta segunda temporada hice un buen número de cambios significantes en mi vida que me permiten ser capaz de mantener la energía y el compromiso para interpretar este tipo de papel, más todo lo que requiere mi posición como productor ejecutivo. -¿Cómo se lleva el actor Spacey con el productor ejecutivo Spacey? -Trato de no llevar mi rol de productor al set. Cualquier problema que tenga, cualquier duda sobre el guión o la forma en que se está desarrollando algo, lo manejo en forma privada, porque cuando estamos grabando estoy ahí principalmente como actor. Y no sólo en términos del personaje que estoy interpretando, sino como cabeza de un elenco y equipo técnico que están trabajando muy duro para lograr el mejor resultado posible. Así que siempre es cuestión de encontrar el balance entre lo que esos dos roles me demandan, la mejor forma de servir al proyecto en conjunto de forma que sea bueno para todos los involucrados. -¿Estás interesado en dirigir algún episodio? -Estamos hablando al respecto, es posible que ocurra aunque todavía no concretamos nada.

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queremos tanto a frank En su descontrolada carrera por el poder, nada detiene a Frank Underwood y Spacey encontró un nuevo lugar para brillar poniéndose en la piel de este personaje carismático e inescrupuloso, que rompe la cuarta pared para convertir al espectador en confidente de sus más secretos pensamientos y, de alguna forma, en cómplice de sus acciones. Inspirada en el Ricardo III de Shakespeare -obra que Kevin interpretó varias veces en teatro- House of Cards es una adaptación de

la novela homónima de Lord Dobbs que ya tuvo en los 90 una versión televisiva en la cadena inglesa BBC. “Vi la serie original cuando se emitió en Estados Unidos, era un programa que mi madre admiraba. Estaba muy bien hecho e Ian Richardson estuvo absolutamente brillante en el rol. Pero mi atracción con la serie

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escuché que gran parte del show es exacto a la hora de mostrar Máquina política. si esa idea es interesante o deprimente... se lo dejo decidir al público.

en un principio no fue realmente tanto con el rol en sí, sino con la idea de trabajar nuevamente con David Fincher”, cuenta Kevin. -¿Qué implicó para vos volver a trabajar con Fincher? -Es uno de los directores de actores más destacados, desde su forma de hacer la pelí-

cula hasta cómo promocionarla, no hay nadie que siquiera se acerque a sus afiladas habilidades. Pude comprobarlo cuando trabajamos juntos en Pecados capitales, cuando veo todo que logró, su tremendo trabajo en La red social. Te empuja y hace las preguntas correctas con buena voluntad y sentido del humor, así que es un placer estar con él diariamente. Estaría muy feliz de continuar esta relación por un largo tiempo. -A la hora de prepararte para interpretar a Frank, ¿encontraste inspiración en

algún personaje real? -Estuve involucrado en la política desde muy joven. Estaba todavía en la secundaria cuando participé en mi primera campaña presidencial con Jimmy Carter, en 1976. A lo largo de los años, trabajé para otros candidatos en varias campañas y hace poco me volví muy cercano con el expresidente


Clinton. También conocí a Teddy Kennedy, a Pat Monahan y tuve contacto con una gran cantidad de importantes políticos en varias ocasiones. Muchos han sido brillantes en el trato con el público y podían hablar con la habilidad de un actor. No puedo evitar absorber parte de eso pero, de todas formas, las características específicas de Frank Underwood forman parte de la ficción, a partir del notable guión de Beau Willimon y su equipo de escritores. Todavía estoy aprendiendo sobre él como personaje, no lo conozco por completo. -¿Es difícil lograr el balance entre el carisma de Frank y su lado oscuro? -Bueno, para empezar no hago ese tipo de juicios, mi trabajo es interpretar el papel y no juzgarlo desde un punto de vista de un espectador, sino simplemente dar vida a este personaje que actúa de cierta forma y hace las cosas por particulares motivos. Para alguien que lo ve desde afuera, puede parecer un tipo bastante diabólico. Pero, al mismo tiempo, es un político extremadamente efectivo. Así que para mí es una especie de divertido acertijo moral para que la audiencia debata cómo se siente con respecto al personaje. -¿Hay alguna relación entre la forma en que Frank usa información secreta para destruir a aquellos que se interponen en su carrera y los escándalos políticos ocurridos después de las distintas filtraciones -Snowden, Wikileaks- que se hicieron públicas en los últimos años? -Mientras grabábamos la primera temporada, ciertos temas que estábamos creando en el show comenzaron a convertirse también en problemas de la agenda política y encontramos fascinante que ambos mundos coincidieran. Obviamente, hay una gran cantidad de cosas que pasan en nuestro mundo ficcional que no necesariamente reflejan la realidad. Pero muchas veces, cuando llego a casa por la noche y prendo la televisión, me digo a mí mismo que nuestras tramas no son tan locas. Cuando ves las cosas que pasan en el mundo de la política... la verdad que no estamos forzando tanto las cosas. -Hasta el presidente Obama es seguidor declarado de la serie. ¿Eso significa que lograron una imagen realista de la política actual? -En general, escuché, tanto de gente que lo dice públicamente como de otros que lo comentan en privado, que conseguimos hacerlo bien. Que gran parte del show es exacto a la hora de mostrar la forma en que

los políticos y la máquina política funciona. Si esa idea es interesante o deprimente... se lo dejo decidir al público. la nueva televisión Con la segunda temporada recién estrenada y una tercera ya confirmada, Spacey se muestra como un fervoroso promotor del nuevo modelo de distribución con el que Netflix pateó el tablero al estrenar los 13 capítulos de House of Cards en simultáneo. La influencia de esta nueva era televisiva en el modelo de producción, las formas en las que el público encara hoy el entretenimiento y la calidad de las series en la actualidad son algunos de los temas favoritos de este actor que hace tiempo está comprometido con la otra cara del mundo del espectáculo. -¿Qué implicó desde un principio tener a Netflix como socio en este proyecto? -El primer beneficio de nuestra sociedad

Si le das a la gente lo que quiere, cuándo lo quiere y cómo lo quiere a un precio razonable, van a comprarlo en lugar de robarlo.

con Netflix para desarrollar House of Cards fue poder evitar el primer paso, que es el piloto. El piloto funciona como una audición para los escritores y Beau Willimon tendría que haber escrito una hora o un episodio de dos horas que estableciera todos los personajes y mostrar algún cliffhanger artificial, ese tipo de cosas. Pero gracias a la confianza de Netflix en David Fincher, en mi trabajo y en el concepto de la serie, tuvimos la posibilidad de comenzar sabiendo que tendríamos por los menos 26 capítulos para concentrarnos en contar la historia. -¿Te sorprendió esta actitud o te pareció el paso lógico de la empresa? -La forma y el modelo de distribución que inició Netflix lleva años de desarrollo. Hace por lo menos ocho años que vengo diciendo que, eventualmente, veríamos a una de estas grandes compañías que estaban generando tremendas cantidades de dinero como portales de contenido convertirse finalmente en productores y ser parte del proceso creativo. Así que no me sorprendió y estoy complacido de que Netflix fuera el primero en animarse. La forma en que la audiencia reaccionó ante House of Cards es una prueba de que aprendimos algo que la industria de la música no pudo: si le damos a la gente lo que quiere, cuándo lo quiere y cómo lo quieren a un precio razonable, van a comprarlo en lugar de robarlo. -¿Pensás entonces que los pilotos están en extinción? -Bueno, no creo que estén en extinción, creo que en 2013 se grabaron 156 pilotos, de los cuales 65 se convirtieron en series y todavía hay que ver cuántas resisten. Y el año anterior creo que fueron unos 146 pilotos grabados, 35 que se convirtieron en series y 14 elegidas para más episodios. Todo esto costó entre 300 y 400 millones de dólares. Así que no parece que el piloto vaya a desaparecer, por lo menos a corto plazo. Pienso que fue muy positivo para nosotros y espero que la industria se de cuenta de que si creés en algo y creés en la gente involucrada, es mejor apostar directamente a la serie. -Con la nueva modalidad de lanzar sus series a temporada completa, Netflix propicia los “atracones”, como se ha dado en llamar a la nueva costumbre de ver una maratón de capítulos de corrido. ¿Afecta la dinámica del drama este fenómeno? -No cambia el proceso en términos de cómo vamos a trabajar. Pienso que la diferencia es mayor para el público que para

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el público sigue en busca de un buen drama. todavía pide el desarrollo de personajes y de historias complejas que, simplemente, no se pueden contar en las dos horas que dura una película.

nosotros, porque básicamente les estamos dando la libertad de hacer lo que quieran. Y viendo el éxito de Mad Men y otras series en Netflix se hace patente que los “atracones” son la forma en que la gente está consumiendo su entretenimiento ahora. Todo el mundo se queda en casa durante el fin de semana y ve dos temporadas completas de Dexter o Breaking Bad o cualquiera de esos excelentes shows. Así que me parece fantástico darle esa libertad al público, y claramente, ellos lo desean. -¿Qué cambió a la hora medir el éxito de una serie? -Hay que reconocer que los días de mirar las planillas de rating del modelo tradicional quedaron atrás. House of Cards es el programa más visto en la historia de Netflix, así que no importa cómo quieras medirlo, fue un empredimiento exitoso para ellos. Pero lo que más placer me genera es que la serie se convirtió en tema de conversación y gente de todas las edades -17, 18, 19 tanto como de 60- me para en la calle para hacerme comentarios. Me encanta que la gente esté disfrutando lo que hemos producido y para mí esa es una forma bastante buena de medir el éxito. -¿Hoy el público encuentra más interesantes series de la calidad de House of Cards y otras que mencionaste, como Mad Men o Breaking Bad, que las películas? -Como en Hollywood el suelo ya no es fértil como solía serlo para la narrativa y el drama, algo que viene ocurriendo en la última década, los mejores escritores, directores y actores migraron hacia la televisión y ahora a Internet. La industria cambió su énfasis y cada vez se están dedicando más a los grandes blockbusters de acción, tipo películas de superhéroes. Y me encanta encontrarme en posición de decir que, aparentemente, el público sigue en busca de un buen drama. Todavía pide el desarrollo de personajes y de historias complejas que, simplemente, no se pueden contar en las dos horas que dura una película.

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La temporada debut de House of Cards le valió cuatro nominaciones para los premios Emmy, incluyendo Mejor Drama Televisivo y Mejor actuación protagónica para Spacey.


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