

Había una vez un pequeño valle rodeado de montañas. En otoño, las montañas se cubrían de hojas que caían de los árboles; en invierno, de nieve; en primavera, de flores; y en verano, de ricos frutos del bosque.



En él vivía un pastor con su rebaño de ovejas que daban rica leche para hacer quesos y suave lana para tejer jerséis. Entre ellas había una a la que llamaban Peli porque le encantaban las palomitas de maíz.


Una noche, al volver de pasear, Peli se quedó por detrás de su rebaño, y entre unos helechos vio una deliciosa palomita de maíz; entonces decidió comérsela, pero lo que ella no sabía es que esa palomita estaba cubierta de polvo de estrellas que había caído del cielo.
