( H is torias con autos )
O toño colorado
Otoño colorado
L 26
a tarde transcurría monótona ese miércoles, nada estaba fuera de lo normal. Miraba por la ventana del Bar La Amistad cómo la vida seguía, en el barrio, al compás de las hojas secas. Hasta que apareció ese 800 Spider rojo. En ese preciso instante todo cambió, pero no me di cuenta hasta mucho tiempo después. El Fiat 800 se detuvo y no arrancó más. Eso, aunque alguien, infructuosamente intentaba darle arranque. La puerta se abrió y logré ver al conductor. No era él, era ella. Muy colorada ella. Desde su enrulada cabellera hasta sus zapatos eran de color rojo. Parecía engamada con el 800 Spider. Eso me sorprendió, más que fuera mujer. Abrió la tapa del baúl buscando algo que no llegué a divisar. Luego se fue para atrás y abrió la tapa del motor. Ya no la vi más por la ubicación del auto. Por un instante volví a mis pensamientos y a las medialunas. Esas que estaba remojando en el café con leche y que me había servido Jésica, la moza nueva. Muy simpática ella, aunque me trataba de usted. No sé si por mis canas, o para mantener distancia con los clientes cargosos… Ya había quedado atrás el tiempo que las adolescentes me preguntaran la hora tuteándome. Eso era un pasado, ya casi lejano. Ahora me trataban de usted y hasta alguna me había cedido el asiento en el colectivo. Cosas de envejecer y no darse cuenta. Salvo que me mirara al espejo y tomara consciencia de las décadas pasadas. Pero la colorada del Spider podía alterar las pocas hormonas despiertas a esta edad.