PERINTER PERINTER

a sombra de los pinos casi siempre domina el camino que lleva al pozo. Apenas durante unas pocas horas, cuando el sol alcanza el mediodía, la tierra blanquecina deslumbra al caminante. Si se acude en cualquier otro momento, los instantes previos a alcanzar la base del pozo ya transmiten la tranquilidad del mismo, abrazado por el perenne mediterráneo. La tierra del camino cruje al sentar la pisada, rasgo que presenta el medio cuando el agua hace demasiado tiempo que no la visita, lo hace de forma incontrolada y caótica. Ni rastro del mullido musgo que acompaña los caminos del clima oceánico; tampoco del continuo sonido del agua fluir, tan frecuente en otros lugares del país. Este es el secano de España.
Entre conversaciones con las oriundas aparece un pequeño pozo de color beige: cemento y piedras conforman la estructura y la pileta. El mecanismo interno es de constitución simple: una rueda de madera, de la que cuelga una cuerda, perforada por una viga oxidada que atraviesa a su vez las paredes del pozo y que sustenta el engranaje de polea. El cubo de metal cuelga de un pequeño gancho,
también de madera. El pozo, que ha dado de beber a rebaños, pastores, campesinos y transeúntes; que ha servido como lavadora cuando los electrodomésticos no existían; que, por su cumplimiento de otras tantas funcionalidades, ha sido, durante décadas, el centro neurálgico del pequeño poblado que se estableció a su alrededor: La Cingla.
“Las mujeres siempre estábamos p’acá y p’allá pero el ratico de venir al pozo pues hablábamos”
Isabel, de 83 años, llegó aquí al casarse con su Antonio. Mientras se sienta a descansar en el borde de la pileta, acude a sus memorias: “Cuando yo me casé, me vine a vivir aquí con la familia de mi marido, en la casica aquella, al cruzar la rambla. El pozo ya se había construido y estaba bien altico de agua. Venías a lavar, a bañar a los críos… y te encontrabas a alguien siempre, porque ya ves, nosotros en aquellas casicas, los Jiménez en estas de aquí al lado... Las mujeres siempre estábamos p’acá y p’allá pero el ratico de venir al pozo pues hablábamos”.
Alicia y Aurora, las hijas de Isabel y Antonio, han crecido entre pinos, romeros y tomillos. También ellas convierten en palabras sus recuerdos del lugar. “Me contaba mi abuela que, cuando era moza, estaba pendiente de cuando su prometido iba a dar agua a las mulas para coincidir con él al llenar sus cántaros y poderse ver y cortejar allí”, relata Aurora. En el pozo, como buen epicentro social, había espacio para el amor. Alicia, por su parte, rememora la labor con los animales: “Llevaba a las pocas cabras de mi padre a beber al pozo, normalmente acompañada de mi hermano. Era muy divertido porque les poníamos nombre a los animales, y mientras bebían en la pila que llenábamos para ellos, les hablábamos”.
Este pozo contiene memoria en sus piedras. El lugar que custodia el agua también guarda las vidas de todas las gentes que lo visitan. Ahora que se ha convertido en el pozo yermo, ahora que el agua se ha secado, las vidas y las memorias que contiene parecen perecer en el pasado.
Bajo las áridas tierras de Isabel, Alicia y Aurora, se encuentra la masa de agua subterránea «070.012 Cingla», una gran balsa bajo los pies que abarca 378 km2. Comprende principalmente territorio de la Región de Murcia y una pequeña parte de la provincia de Albacete, dentro de los términos municipales de Yecla, Jumilla y Hellín. Esta masa de agua fue declarada en riesgo en 2015, dentro del plan de protección y conservación de la Directiva «Marco del Agua» de la Unión Europea. Sin embargo, el estado cuantitativo ha ido en abrupto descenso: varios puntos de extracción de agua del territorio se han visto gravemente afectados. Y, hace un año, el pozo se secó.
Según el último estudio sobre la situación de la masa de agua subterránea, realizado en julio de 2021,
el suelo de la zona se destina a la agricultura de secano en un 38%, a la de regadío en un 23%, a los pastos en un 21% y el 18% restante, a otros usos. Por tanto, los principales afectados de las carencias hidrológicas son aquellos dedicados al sector primario, esencialmente los agricultores. Y, mientras cientos de personas ven el descenso progresivo de una de sus principales fuentes de producción (y con ello de subsistencia y vida), la Unión Europea lleva, desde el año 2000, impulsando un plan de conservación de las aguas en todo su territorio.
“Surge la necesidad de tomar medidas para protegerlas, tanto en términos cualitativos como cuantitativos, y garantizar así su sostenibilidad”
El repositorio de preguntas de la Comisión Europea responde lo siguiente sobre la «Directiva Marco de Agua» (DMA): “Nace como respuesta a la necesidad de unificar las actuaciones en materia de gestión del agua en la Unión Europea. Debido a que las aguas de la Comunidad Europea están sometidas a la creciente presión que supone el continuo crecimiento de su demanda, de buena calidad y en cantidades suficientes para todos los usos, surge la necesidad de tomar medidas para protegerlas, tanto en términos cualitativos como cuantitativos, y garantizar así su sostenibilidad”.
Agricultura de secano
Regadío
Pastos
Otros usos
Viales
Zonas urbanas
“La sal que se concentra en el agua es un gran problema para las raíces de los árboles y para las plantas”
El problema del agua no se reduce a La Cingla, Jumilla, La Región de Murcia o España. Hay un foco transfronterizo que conecta a personas de diferentes partes de Europa, o incluso, del mundo entero. La Unión Europea trata, desde sus despachos, de consolidar una hoja de ruta que todos deban seguir, que preserve el agua y asegure la sostenibilidad del medio ambiente. Sin embargo, no existen pasos que pueda dar un agricultor en Murten (Suiza) y que sirvan también a un hortelano de Jumilla.
“La situación del agua es cada día más complicada por dos principales cuestiones: los acuíferos están cada vez a más profundidad (con las correspondientes consecuencias de coste eléctrico que lleva la extracción de ese agua) y, cuando llegamos a profundidades tan elevadas, encontramos problemas de salinidad; la sal que se concentra en el agua es un gran problema para las raíces de los árboles y para las plantas, que terminan sufriendo unas consecuencias que no son ni mucho menos favorables para las producciones”, cuenta Paco Abellán, el único hijo de Isabel que continúa acudiendo cada día a faenar en el campo, tal y como lo hacía su padre.
“Nos desplazamos al territorio, organizamos mesas sectoriales y nos juntamos con los agricultores”
La forma que tiene la Unión Europea de conectar con estas historias locales es a través de las Confederaciones Hidrográficas, en este caso concreto, la del río Segura. Jesús García Márquez, jefe de la oficina de planificación de la Confederación Hidrográfica del segura, explica estas conexiones: “Nos desplazamos al territorio, organizamos mesas sectoriales y nos juntamos con los agricultores. Entendemos que son parte de la solución porque son quienes mejor conocen su tierra”.
Además, es esencial escuchar estas voces porque cada país de la Unión Europea tiene sus propios problemas con respecto al agua. “La diferencia entre esta cuenca o este acuífero con respecto a otros países europeos es que nuestros problemas son fundamentalmente cuantitativos”. Sin embargo, “en el norte y el centro de Europa, los problemas con el agua están relacionados generalmente con la contaminación por nitratos o metales pesados”, detalla Jesús García.
Asimismo, ese triángulo de comunicación formado por la Confederación Hidrográfica del Segura, el Marco del Agua y los agricultores, ha desarrollado el «Plan Hidrológico de la Demar-
cación Hidrográfica del Segura para el horizonte 2022/2027», una prórroga de los planes homónimos que se llevan desarrollando desde el año 2015. Jesús García remarca que “cada uno de los planes revisa el anterior, precisamente para detectar si las actuaciones están llevando a la recuperación de las masas de agua o si es necesario un refuerzo”.
Este programa busca que el desarrollo de los territorios sea sostenible sin ir en contra de sus recursos naturales. Con este objetivo en mente, se han diseñado una serie de medidas para la preservación del agua en el acuífero. Paco explica que las regulaciones marcan la cantidad que puede consumirse en metros o hectómetros cúbicos: “no podemos sacar lo que nosotros queramos o lo que nosotros podamos necesitar”. Habla de unas reglas establecidas que, pese a buscar el bien común, pueden acabar por entorpecer la labor de los que trabajan en la zona.
Según expresan tanto la Confederación Hidrográfica como Paco, no existe una resistencia a las limitaciones, pues se comprende la urgencia de conservar los recursos que ofrece la naturaleza para el futuro de los cultivos. Sin embargo, hay que subrayar la necesidad de ayudas que faciliten a los agricultores la transición hacia un modelo económico más respetuoso con las aguas subterráneas.
Por su parte, los agricultores buscan formas de evitar el agotamiento de los pozos recurriendo al agua de otras fuentes. En el caso de la agrupación de comuneros a la que pertenece Paco, se está desarrollando una idea: “Nosotros tenemos un proyecto enorme. Estamos pendientes de generar y construir un embalse. Puede convertirse en un pulmón importante para la reserva de agua. Además, la posibilidad de extraerla en horas nocturnas, abarataría los costes (dado que el precio de la corriente es más barato)”. Como el problema del dinero no se puede eludir, buscan, al menos, la mejor manera de lidiar con él; por ello, han ideado también la instalación de placas fotovoltaicas que abaraten el precio de extracción del agua. Pero, para poder llevar a cabo su proyecto, Paco y la agrupación están a la espera de una ayuda para embalses.
Porque, en definitiva, necesitan financiación.
“Al final, lamentablemente, todo es cuestión de dinero, y va a hacer falta mucho. Debemos ayudar a las personas a adaptarse”
En lo que se refiere a las demandas económicas, los sindicatos juegan un papel fundamental pues, en definitiva, velan por los intereses de los usuarios de la tierra. Diego Juste, jefe de prensa del sindicato «Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos» (UPA), expone: “La última COP29 ha puesto el foco en el tema de la financiación. Al final, lamentablemente, todo es cuestión de dinero, y va a hacer falta mucho. Debemos ayudar a las personas a adaptarse… En el caso de la agricultura, a los pequeños agricultores”.
Aquí empieza y acaba todo
“El papa siempre decía orgulloso que como el agua que hacía el pozo, ninguna”
Y mientras, Paco Abellán, el hijo de Isabel y Antonio, el hermano de Aurora y Alicia, se despierta todas las mañanas a las 6 y pasa varias veces por delante del pozo: primero con su ranchera, viniendo de Jumilla, después con el tractor, de camino a labrar sus tierras… En una de sus idas y venidas, se encuentra con sus hermanas, su madre y otras personas que, congregadas alrededor del pozo, charlan. “El papa siempre decía orgulloso que como el agua que hacía el pozo, ninguna”,le comenta Alicia a su hermano Paco. Con este agua se regó la vid que produce el vino que hoy bebe un alemán en Múnich. También, el
aceite con el que aliña un francés su ensalada, o la almendra del turrón que un turista británico llevó de recuerdo a su familia. La pervivencia de este pozo no es problema sólo de aquellos que se encuentran junto a él.
Mañana, si Paco no ha encontrado una forma de hacer pervivir sus cultivos, quizás el vino no pueda llegar a Múnich, el aceite aumente sus precios hasta que una gota valga oro y el turrón no acompañe las cenas de Navidad en ningún país de Europa. Para evitar esto, no sólo importan Paco, Isabel, Alicia y Aurora, también los actores europeos y todos aquellos que se benefician, de alguna manera, del acuífero «070.012 Cingla», en Jumilla, Murcia, España, Europa, el mundo.