para leer / No Ficción / Entrevista PATRICK HARPUR Autor de , tras “Realidad daimónica” y “El fuego secreto de los filósofos” recupera los misterios de una espiritualidad olvidada con “La tradición oculta del alma” (Atalanta).
CULTO
M.R.
¿Cuándo comenzó su investigación sobre la “realidad daimónica”? Me crié dando lo sobrenatural por sentado: mi abuela materna fue una excelente medium espiritista, provengo de una larga generación de clérigos irlandeses por la línea paterna, y aunque mi progenitor fue un empresario práctico y realista, de joven encontró gente menuda en una vieja abadía del Oeste de Irlanda y asumió su existencia como lo hacen los pueblos tribales. En la adolescencia vi en los extraterrestres modernos una versión actualizada de las antiguas hadas. No hay cultura que no crea o no haya creído en seres equivalentes a los feéricos, y lo más sorprendente es que estos les parecen reales, mu y físicos, a quienes los v en, aunque no puedan atraparlos y probar su existencia. Más explícitamente, ¿cómo presentaría el concepto de dâimón al lector no iniciado? Fueron los filósofos griegos, en especial los neoplatónicos como Plotino y Jámblico, los verdaderos expertos en estas criaturas misteriosas a las que denominaron dáimones. Se trata de seres muy contradictorios: materiales y espirituales; escurridizos, aparecen en los márgenes, en las fronteras geográficas (puentes, costas…), temporales (puest as de sol, solsticios de verano…) y psicológicas (entre el sueño y la vigilia). Son imágenes, no son literales pero sí reales… A menudo, más reales que nuestra realidad normal. El problema es que tenemos la imaginación tan desvirtuada que ahora la palaMayo 2013
“Cada vez que nos conectamos al Alma del Mundo, a través del arte o el amor, experimentamos una expansión de la conciencia” bra imagen parece significar para nosotros algo menos auténtico pero, en verdad, como el mito, constituye la realidad primaria de la que nuestro mundo es una sombra. Esta idea es muy común entre los budistas y platónicos, entre los grandes poetas románticos ingleses… Sin embargo, me ha resultado difícil asumirla, de manera que mis libros son la crónica de una lucha personal para aceptarla y hacerme cargo de la anulación de todas aquellas creencias en las que fui educado. ¿Por qué hemos perdido aquella sensibilidad romántica para entender la imaginación como vía de conocimiento?
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Desde la Ilustración dieciochesca, ha habido una desastrosa degradación de la imaginación y una entronización de la razón como la facultad más preciada. Por supuesto estoy a favor de la razón serena, pero no del racionalismo en el que ha devenido. Actualmente, por imaginación se entiende mera fantasía o capacidad de invención. Sin embargo, para los románticos significó casi lo contrario: un mundo aparte, poblado por dáimones y deidades interactuando en tramas arquetípicas llamadas mitos, que son, a su vez, verdaderas historias del alma y planos para la construcción de nuestras vidas. ¿A qué se refirió, entonces, con El fuego secreto de los filósofos? En aquel libro intenté mostrar cómo esta gran concepción de la imaginación viene de la hermosa idea platónica de que el mundo se teje con el alma. Los filósofos neoplatónicos elaboraron esta idea del Alma del Mundo y demostraron que es un reino intermedio entre nuestro ordinario mundo material y el mundo ideal de las formas eternas o arquetipos, en el que viven los dáimones (mediadores entre nosotros y los dioses). Algunos de los más importantes portadores de esta tradición imaginativa fueron los alquimistas, para quienes la imaginación era el fuego secreto que transmutaba la materia a la vez que la propia psique. Debo confesar que ha sido emocionante descubrir por mí mismo esta tradición oculta, que no se enseña en nuestras escuelas, entre los abandonados filósofos platónicos, los pensadores herméticos proscritos, los ca-