

LIBER NATURAE ATALANTA

ERNST ZÜRCHER
LOS ÁRBOLES
EN LO VISIBLE E INVISIBLE
SORPRENDERSE, COMPRENDER, ACTUAR
PRÓLOGO
JOAQUÍN ARAÚJO
PREFACIO FRANCIS HALLÉ
POSFACIO BRUNO SIRVEN

Capítulo II
Estructuras y formación
61
El secreto de los gigantes del espacio y el tiempo
61
La materia orgánica: producto de lo imponderable 71
La cara oculta de la fotosíntesis 76
Coníferas y caducifolios: antigua simplicidad frente a diversidad actual 83
La anatomía de la madera, una maravilla de la arquitectura y la coherencia 84
Un enfoque funcional de la madera 88
El plano leñoso, un reflejo de los niveles de organización invisibles 98
Capítulo III
Polaridad y espiralidad 105
La polaridad: una noción esencial para comprender la formación de la planta 106
La espiralidad y el número áureo 109
Los puntos de irrupción de la vida 112
El cuerpo humano, un mito fundador y el flujo sanguíneo 115
Una dimensión por redescubrir
247
Formas de integración de las plantas leñosas y las rutas agroforestales
248
La biodiversidad y su evolución en el paisaje cultivado
260
La región como organismo ecológico
262
Impacto más allá de la fertilidad
263
Conclusión
Recurrir a los árboles
271
Posfacio
Ver el árbol, posar la mirada... en el umbral de lo invisible
281
Notas
293
Bibliografía
299
Anexos
Lo que el pensamiento puede hacer con una percepción
321 Árboles nacionales
322
El agua nueva en cascada: un balance paradójico
324
La silvicultura cercana a la naturaleza como modelo para evitar los inconvenientes de la agricultura intensiva
326
El llamamiento del suelo al bosque... y por una nueva agricultura
330
Agradecimientos
336
Créditos de las ilustraciones
338
tros ancestros o lo son todavía para muchas culturas nativas que viven emboscadas. Emboscadas como las que deberíamos emular todas las sociedades, por mucho que haga mucho que se arrancaron a sí mismas de las selvas, arboledas y sotos.
Cierto es que los árboles no son juzgados por nadie, pero sí condenados a diferentes penas de muerte por la descomunal ignorancia de los amontonados. Todos ellos, por cierto y lejos que estén, beneficiados por la asumida función de los bosques de ser no solo para sí mismos sino para todos y para todo lo demás.
Es lo que anticipó Walt Whitman con uno de esos versos que no solo son poesía sino, como tantos otros, ciencia.
«Los árboles son formas y especies que no son solo para sí mismas sino para lo demás.» Porque nada ha sido más hospitalario, a lo largo de la historia del planeta, que las arboledas. De hecho, más de la mitad –algunos sabios mantienen que hasta el 70 %– de la multiplicidad vital del conjunto de la Biosfera vive emboscada.
Los dos pilares más básicos sobre los que no solo se yergue la Vida sino que también la sostienen son preciosas, amables y solidarias emboscadas que nos tienden las manadas arbóreas.
Como queda especialmente bien narrado y científicamente argumentado en este libro, arbóreo como todos –conviene no olvidar que los bosques han publicado todos los libros–, la mejor destreza de las arboledas es que no existe nada que administre mejor el tiempo y el espacio. Ellas trabajan con los dos elementos más abundantes, casi ilimitados en un tablero de juego que es manifiestamente limitado. Me refiero a la luz y a la altura. Agigantan, en consecuencia, las líneas del horizonte. Lo percibió bien Miguel Hernández con aquello de que el árbol agiganta el tiempo y el espacio. Todo, sin duda, lo hace mayor el bosque. Pero es que, además, lo hace a través de su mayor destreza, la creación de la
Al autor le gustaría dedicar esta obra a las naciones originarias y a los pueblos indígenas, portadores de «otro conocimiento». También a su «hermano» Bruno Manser, etnólogo y defensor de los derechos humanos, desaparecido sin dejar rastro cuando pretendía unirse de nuevo a una de las comunidades nómadas penan del bosque ecuatorial de Sarawak, en la isla de Borneo, con las que estaba firmemente comprometido.
Los árboles
en lo visible e invisible
el estrés y reforzar el sistema inmunitario; las propiedades bactericidas de la madera y su capacidad de limpiarse a sí misma; la marea de los árboles y su sincronización con la de los océanos; el ritmo al que se desarrollan los brotes en invierno, de acuerdo con las posiciones de los astros; la nariz electrónica, que permite identificar los árboles a través del aroma de su madera; las técnicas agroforestales que transfieren a la agricultura la característica autofertilización de los bosques; la previsión meteorológica basada en la inclinación de las ramas del abeto hacia el suelo o hacia el cielo; la preferencia de los rumiantes por las hojas de los árboles en detrimento de la hierba; o el papel que desempeñan la leña como «antídoto contra la creciente artificiosidad de la vida contemporánea» y los árboles ancianos en «el encanto del mundo».
Los árboles en lo visible e invisible es un libro riguroso y a la vez ameno. Que sus lectores tengan por seguro que no se aburrirán.
Ernst y yo estamos de acuerdo en lo esencial; nuestras concepciones de lo que es un árbol coinciden casi por completo. Sin embargo, como era de esperar, disentimos en algunos puntos, de los que ofrezco aquí varios ejemplos. No es una crítica, sino más bien el inicio de un diálogo cuyo propósito es mejorar el conocimiento que poseemos sobre los árboles y los bosques.
Es cierto que la silvicultura sostenible se basa en el siguiente principio: «Activar el capital y cosechar el interés», pero no tiene su origen en Europa central y es anterior a Hans Carl von Carlowitz (1645-1714); en el siglo xii los agricultores de Indonesia ya sabían cómo hacer que los agrobosques crecieran y cómo explotarlos; la sostenibilidad de esos bosques no se puede poner en duda, pues todavía existen para corroborarla.
«Un bosque de argumentos científicos de primera calidad.»
Joaquín Araújo
Este libro es imprescindible para todas aquellas personas que deseen conocer con rigor y amenidad lo que Ernst Zürcher llama los «seres de madera», desde las antiguas tradiciones mitológicas o las diversas observaciones seculares hasta los más recientes descubrimientos de la ciencia. Aborda asuntos asombrosos como los baños forestales que toman los japoneses para mitigar el estrés; la autolimpieza de la madera para combatir la proliferación bacteriana; la sincronización de los árboles con las mareas gravimétricas; las pulsaciones de los brotes en invierno de acuerdo con las posiciones de los astros; las técnicas agroforestales que transfieren a la agricultura la autofertilización propia de los bosques; la previsión meteorológica basada en la inclinación natural de las ramas del abeto; el papel de la leña como antídoto contra la creciente artificiosidad de la vida contemporánea, o el encanto de los árboles ancianos. Los árboles han de convertirse en nuestros mayores aliados frente a la catástrofe climática. Y el presente libro nos acerca a estos portentosos organismos tanto en sus características visibles como en su naturaleza invisible, como sucede con el lenguaje de los aromas, la electrofisiología o el geomagnetismo.
Ernst Zürcher, nacido en 1951 y de nacionalidad suiza, es investigador forestal en ciencias de la madera. Como ensayista, es conocido por la sensibilidad con la que estudia los árboles y sus misteriosas propiedades. Zürcher se formó en las escuelas politécnicas de Zúrich y de Lausana, y, después de impartir clases en ambas instituciones y en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Berna, fue nombrado profesor emérito. Continúa dando conferencias con el fin de defender los bosques y divulgar los conceptos de bioacústica y silvosfera
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