Si te preguntás:¿te vas a cansar? Mi respuesta es sí. ¿Te va doler? Sí. ¿Vale la pena? Totalmente. El Muay Thai me pegó una fuerte impresión. Sirve para la vida. Aunque se ponga complicada, aunque duela, igual hay que seguir y dar lo mejor, siempre. Con cada golpe solté un poco más el cuello, aquella tensión de la semana, se alivianó el peso en la mente, como una válvula de escape salió el estrés. Quemé calorías como se agotan los cartuchos de tinta. Pero me pinté una mejor cara cuando terminé. El Muay Thai es un deporte de contacto, y un arte ancestral para hacer ejercicio cardiovascular, incrementar la agilidad, la velocidad, la resistencia y la fuerza. Aunque fue una clase grupal y la música estaba fuerte en la sala, en el momento cuando empezó la cla-
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Noviembre 2013-Enero 2014
se, le bajé el volumen al mundo y éramos solo yo y mi sombra bailando. Me moví al ritmo de mis propios latidos y marqué el tiempo de mi respiración. Era como una meditación en movimiento. La clase promovió el compañerismo y el trabajo grupal. Si no le ponía, el resto se hundía conmigo. – Cris cuente, sino todos empiezan de cero, gritaba Qumars. Reconozco la fuerza de mis compañeras en esa clase, su coordinación, su técnica. Los ligamentos me ardían, pero al grupo no se le abandona. Terminé la primera sesión. Estoy lista para seguir noqueando estereotipos, aunque los puños pesen como piedras. Tengo voz, tengo mis propias metas y tengo el coraje para contárselo al mundo.
Revista ALAS