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Onésimo Vázquez
Onésimo Vásquez
MAS ALLA DE LA ROCA
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Sé que mas allá de la roca, está la humilde hierba, el musgo que mira hacia los acantilados; las olas hijas de la luna, que copulan eternamente con las playas. Aquí en la cueva, la gota de agua que invade la angustia; la paloma cruel del desamparo, la piedra gastada del ensueño. Oh desesperanza, Oh piedra, oh dolor. Quiero oír tu voz desde las rocas ¡oh Serafín!, tú que danzabas entre las cebollas desafiando a los dioses, Invocando a Diônysos. Serafín ahora en las raíces, entre los rincones húmedos, huérfano entre las charcas podridas del pantano. Aquellas piedras sencillas del rio tocan las manos de la eternidad.
Desde la sencilla flor hasta el gran roble, todo tan finito.
Prisioneros entre las paredes del olvido.
¿Qué soy?
¿Qué soy, más allá de mi aliento? Clepsidra ciega que se pierde en la playa. El ayer, gota turbia de un rio que pasa; gigante ebrio que ya tambalea. El mañana, silencioso espejismo de ignoto desierto, un pan hecho de sombras llamado esperanza. Inspirar y expirar, un instante de aire, hálito exiguo en que viaja la vida.
¿Acaso no escuchas el canto de los bosques?
¿Acaso no escuchas el canto de los bosques? Su alabanza de alas en susurro de hojas. Canto cercano a la primera luz en el vientre, quebrada luz de cielos, en brillo de úteros. Los bosques, antiguas magnitudes del ensueño, viajeros por siempre en nuestros pasos brumosos, en vuelos repentinos de pájaros; en atardeceres de soles moribundos.
Construyendo nuestra vocación de búsqueda, nuestra hambre de horizontes.
¡Hermandad con los arboles desde siempre¡