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LA SIEMPRE BELLA MARÍA
D. Jacobo Carmelo Martín Rojas
Recientemente hemos visto en la TV3, la televisión pública de Cataluña, cómo ofendían a la Virgen María de manera escandalosa y soez. Hace dos años, la cantante Zahara, para anunciar un concierto en Toledo, también se burló y la insultó mostrándose con una corona y una banda con la palabra “puta”. A la bella doncella de Nazaret siempre le persiguieron las difamaciones, desde el mismo momento que quedó preñada de la gracia de Dios.
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Que la calumnien y difamen públicamente no es nada nuevo, incluso puede resultar previsible, pero tampoco debemos rasgarnos las vestiduras y pasar por alto la difamación de un obispo que dijo que si la Virgen María viviera en la actualidad, a buen seguro que hubiera participado en una manifestación que reivindique la “autonomía para construir identidades sexuales”, “aborto libre” y “escuela con perspectiva de género”. Hay lugares donde se le difama de manera tradicional y los exorcistas cuentan que los posesos vierten entre espumarajos las más horrendas retahílas contra la Madre de Dios.
Al sacerdote Gabrielle Amorth, exorcista general del Vaticano, le preguntaron en una ocasión cuál era el remedio más efectivo contra el diablo y, sin dudarlo, contestó: “La Virgen María”. Textualmente recordaba que una vez le preguntó a Satanás: “¿Pero, por qué te asustas más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?” Le contestó: “Porque me humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él”. El odio visceral de la serpiente a la Virgen María no es una novedad, pero por las Sagradas Escrituras sabemos que “Ella te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón”.
En el odio a María, en verdad hay evanescencias azufrosas. María, es la nueva Eva, la Madre del género humano y a la vez humana, y salida del barro más puro de la tierra moldeado por Dios. La Edad Media llegó a entender este misterio de la belleza de María de una manera sublime plasmándolo en oraciones y hermosas obras de artes. Pero luego llegó Lutero y sus epígonos negando que Ella fuera la Madre de Dios y por tanto niega al hombre la posibilidad de criar a Dios en su regazo. Y si no somos capaces de cuidar y ayudar a crecer a Dios, somos incapaces de ser imagen suya. De ahí que se le profese ese odio visceral, azufroso y endemoniado.
Flor Salesiana
Sin embargo el mayor milagro de Dios es haber nacido de madre humana y, experimentando como uno cualquiera de nosotros, morir en la cruz para mostrarnos el camino a seguir para recuperar el paraíso perdido por desobediencia. De ahí que la astuta serpiente arrastre su vientre por los suelos porque no es capaz de mirar al cielo para ver la belleza eterna de la doncella de Nazaret, que por ser inmaculada no tiene ni siente vileza alguna.
Mirando a los ojos de la siempre hermosa María Auxiliadora se me antoja piropearla como acto de desagravio por las ofensas que le lanzan. En su rostro la dulzura infantil, la esperanza como el ancla segura y firme que penetra más allá de nuestra humanidad convirtiendo las sentencias de muertes en promesas de vida eterna, sentida con la certeza de la fe que no es más si no que un modo humano de conocer a Dios y el misterio de su maternidad.
Por todo ello, bajando del Salvador por la calle que lleva su nombre, le canto a su panal de dulzura, a su negrísimo pelo; le canto a la madre eterna, a su carita de cielo, hermosa como ninguna y bendita entre las más bellas mujeres.
Oh, María Auxiliadora en ti la Cruz busco y en ella me hallaste, me curaste, me libraste y me amaste. Ante ti que calle la ignominia, porque por tu maternidad nació una historia nueva que deja vacía las tumbas y las piedras removidas. De ti nació una nueva maravilla, una nueva creación, un nuevo cielo y una nueva tierra; y en tus manos un Dios que con su frescura infantil ha transformado la noche oscura del alma en un hermoso amanecer donde nuestros cuerpos materiales sujetos a las fuerzas destructoras se transformarán por la habilidad de su resurrección en cuerpos gloriosos sujetos siempre a la fuerza de la eternidad.
Querida Madre, en ti nuestra salvación ante el mar tempestuoso y turbulento por el individualismo, el relativismo, la ciencia infusa del evolucionismo que nos hace creer que sólo somos animales y que hemos sido creado por una energía. En estas horas de la lucha y la prueba no nos dejes de tus manos y te pedimos que le aplastes la cabeza a la serpiente porque tu humildad es poderosa.

